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lunes, 26 de septiembre de 2016

"Estado de crisis", de Zygmunt Bauman y Carlo Bodoni (2014)

Resumen del libro "Estado de crisis", de Zygmunt Bauman y Carlo Bodoni (2014)

Resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2016/09/estado-de-crisis-de-zygmunt-bauman-y.html

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Título: "Estado de crisis"

Título original: "State of crisis"

Autores: Zygmunt Bauman y Carlo Bodoni

Fecha de publicación en inglés: 2014

Publicación en español: Barcelona, 2016, Espasa Libros SLU
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Biografía del autor Zygmunt Bauman (hasta 2014)

Zygmunt Bauman nació en Polonia en 1925 y en la actualidad es catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Varsovia. Su carrera académica lo ha llevado a ejercer la docencia en las universidades de Leeds, Tel Aviv y en la London School of Economics, entre otras.

Desde sus inicios en la década de 1970, su visión de la sociología ha reivindicado para esta disciplina un papel menos descriptivo y más reflexivo. Sus aportaciones a la conceptualización de la postmodernidad, a la que él denomina "modernidad líquida", han sido plasmadas en diversos ensayos que le han valido el reconocimiento internacional. Bauman ha sido galardonado con el European Amalfi Prize for Sociology and Social Science en 1992 y el Theodor W. Adorno Award en 1998.

En 2010 le fue concedido, junto con Alain Touraine, el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Es autor de numerosas obras, entre ellas, Vida Líquida, Miedo Líquido, Sobre la educación en un mundo líquido, Vidas desperdiciadas, ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, Ceguera moral, Vigilancia líquida y Mundo consumo, todas ellas publicadas por Paidós.

Carlo Bordoni es un estudioso, ensayista y periodista, especializado en la sociología de la cultura. Ha sido docente de sociología en las universidades de Pisa y Florencia, en el Instituto Oriental de Nápoles y en la academia de Bellas Artes de Carrara.
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Texto de la contraportada:

"Hoy en día, al hablar sobre la crisis que estamos atravesando, se hacen frecuentes comparaciones con la Gran Depresión de la década de 1930. Sin embargo, hay una diferencia crucial entre una y otra situación: en la actualidad ya no confiamos más en la capacidad del Estado para trazar un nuevo rumbo que nos haga salir adelante. Muchos de nuestros problemas tienen su origen en la esfera global pero el volumen de poder del que disponen los Estados-nación individuales para afrontarlos es a todas luces insuficiente. Este divorcio entre el poder y la política genera un nuevo tipo de parálisis, socava la capacidad de acción política que se necesita para abordar la crisis y mina la confianza de la ciudadanía en el cumplimiento de las promesas de los gobiernos. De ahí que la crisis actual sea, al mismo tiempo, una crisis de la capacidad de acción, una crisis de la democracia representativa y una crisis de la soberanía del Estado".

"Zygmunt Bayman y Carlo Bordoni exploran las dimensiones sociales y políticas de la actual crisis y sostienen que las sociedades occidentales se enfrentan a una serie de transformaciones mucho más profundas que se remontan más allá en el tiempo y cuyos efectos serán duraderos".

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ÍNDICE

1. Crisis del Estado

Una definición de crisis

Un estatismo sin Estado

Estado y nación

Hobbes y Leviathan


2. La  modernidad en crisis

Las promesas desdichas

Salir de la modernidad

De paso por la modernidad

Deconstrucción y negación

¿El fin de la historia?


3. La democracia en crisis

La ética del progreso y la democracia

¿Un exceso de democracia?

Posdemocracia

Por un nuevo orden global

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RESUMEN

Este libro parece muy interesante porque distingue las distintas fases de la transición entre la modernidad (desde 1789 hasta 1970), la postmodernidad (de 1970 a 2008) y la actual época, la cual todavía no tiene un nombre concreto. La postmodernidad sería la fase de transición entre una época donde prima la razón como motor del progreso y otra distinta donde el progreso ya no lo es todo y en el que la importancia de la democracia se ha diluido y el Estado se ha debilitado.

La tesis principal, al igual que otros autores, es que el Estado ha perdido poder y este se ha diluido entre otros actores (multinacionales, lobbies, oenegés, organismos internacionales, UE, etc...). La soberanía de los estados es menor actualmente que hace 40 años.
Los autores ponen como ejemplo que durante la Segunda Guerra Mundial hubo un choque de ideologías (democrática, comunista, fascista) pero todos los participantes en la guerra tenían en común que había que asaltar y controlar el Estado porque era el que ejercía el poder para reorganizar la sociedad. Ahora, la situación es completamente distinta: el Estado ya no es el Leviattan de Hobbes, una suma de hombres que imponía orden en el caos sino que el Gobierno está muy debilitado al perder atribuciones y competencias, tanto por las limitaciones impuestas por los organismos internacionales como por los recortes en el Estado de Bienestar surgido de un pacto con los trabajadores. Actualmente, los ciudadanos participan menos en la vida pública (como señala Pippa Norris o el autor de Solo en la bolera) y esperan menos ayuda del Estado, lo que debilita la democracia en el sentido de que se buscan otros cauces alternativos para obtener los objetivos. Si el Estado pretendía velar por el bien común, ahora se prioriza el interés individual. Es una tendencia a una sociedad "líquida" está muy marcada en las últimas décadas.

Por esta razón, los autores defienden que hay una crisis del Estado como gran suministrador de bienes públicos y garante del bien común. En parte, esto se explica a través de las ideologías neoliberales que abogan por un recorte de las atribuciones del Estado en defensa de la libertad del individuo y del mercado. Los autores constatan que este individualismo es creciente desde los años 90 en detrimento de la vida comunitaria, lo que también afecta al Estado, pues deja de ser un protector de última instancia de los ciudadanos. Sus carencias son cubiertas por entidades privadas, en ciertos casos. La irrupción del individualismo también acaba con la sociedad de masas.

Sostienen que la postmodernidad es ese periodo de transición y no una nueva era como cantaron diversos autores desde Habermas (1970) en relación al fin de la modernidad y la sociedad postindustrial. Ponen como ejemplo que las grandes promesas de la modernidad (el progreso y la ciencia como arregladores del mundo) han sido incumplidas: ni hay coches volantes surcando los cielos de las ciudades ni el hambre ni la miseria han sido suprimidos, sino todo lo contrario. Ni siquiera hay un acuerdo para eliminar el cambio climático y el hombre ha sido derrotado por la Naturaleza, a pesar de su creencia de que era el rey del mundo. La idea de progreso también fue asimilada por los marxistas (en el sentido hegeliano de progreso de la historia) con la idea de crear un estado socialista redistributivo pero desembocó, por un lado, en la dictadura estalinista y, en su versión más aceptable, en las socialdemocracias escandinavas. Francis Fukuyama se encargó de enterrar oficialmente al socialismo en su libro El fin de la historia (1992), donde consideraba que la economía de libre mercado es el sumum del progreso humano y ya no se puede superar. Pero 30 años después, con la crisis del 2008, se vio que los resultados no eran especialmente halagüeños.

Ante este fracaso de las promesas del progreso, la época de la modernidad, que predominó durante 200 años (o desde la publicación de Leviattan de Hoobes) y que promulgó el triunfo de la racionalidad, se puede dar por finiquitada. Algunos ya la enterraron en 1945 cuando salió a la luz el horror de los campos de concentración y un exterminio seguido por pautas racionales de industrialización. Las propias dos guerras mundiales fueron planificadas a escala industrial con una movilización de las masas hasta ahora nunca vista. La sociedad del siglo XIX que confiaba ciegamente en el progreso, que inventó el ferrocarril, el telégrafo o la radio, se autodestruyó entre 1914 y 1945. La fe en el progreso se hundió y en las siguientes décadas se asistió al fin de la modernidad. Para los autores, vivimos ya en una época distinta en la está desapareciendo la sociedad del consumo y de las masas, en la que el Estado está debilitado y no puede hacer frente a los grandes retos del bien común. El indivualismo avanza por varios frentes: la desaparición del trabajo en las fábricas, la pérdida de influencia del Estado y los sindicatos, la fragmentación de la audiencia con nuevos soportes (Internet,)

En esencia, estas son las tesis principales del libro.






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