Resumen del libro "Destrucción masiva. Geopolítica del hambre", de Jean Ziegler (2011)
El resumen original y actualizado está en el siguiente link:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2017/04/destruccion-masiva-geopolitica-del.html
Resumen por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho
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Título: "Destrucción masiva"
Subtítulo: Geopolítica del hambre
Título original en francés: "Destruction massive" (Editions du Seuil, 2011)
Autor: Jean Ziegler
Edición en español: Ediciones Península, Grup Editorial 62, Barcelona, 2012,
Páginas: 333
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Biografía del autor Jean Ziegler (hasta el 2012)
Jean Ziegler (Suiza, 1934). Es uno de los analistas de política internacional más lucidos y comprometidos. Relator Especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación entre los años 2001 y 2008, actualmente es miembro del Comité Consultivo del Consejo de Derechos del Hombre de la ONU y profesor emérito de sociología en la Universidad de Ginebra. Entre sus libros destacan: El hambre en el mundo (nueva edición, El Aleph, 2010), Los nuevos amos del mundo y aquellos que se les resisten (2004) y El imperio de la vergüenza (2006). Su último libro El odio a Occidente (Península, 2010), tuvo una excelente acogida entre los lectores.
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Texto de la contraportada
"El derecho humano a la alimentación, tal como se desprende del artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, se define como sigue: "El derecho a la alimentación es el derecho a tener un acceso regular, permanente y libre, sea de un modo directo, o bien por medio de compras monetarias, a un alimento cualitativamente y cuantitativamente adecuado y suficiente, que se corresponda con las tradiciones culturales del pueblo de procedencia del consumidor, y que garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna".
"De todos los Derechos Humanos, el derecho a la alimentación es sin duda el más constantemente y más ampliamente violado en nuestro planeta".
"El hambre tiene un cierto parentesco con el crimen organizado".
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ÍNDICE
Primera Parte: La matanza
1. Geografía del hambre
2. El hambre invisible
3. Las crisis prolongadas
PS 1: El gueto de Gaza
PS 2: Los refugiados del hambre de Corea del Norte
4. Los niños de Crateús
5. Dios no es campesino
6. "Nadie pasa hambre en Suiza"
7. La tragedia del noma
Segunda parte: El despertar de las conciencias
1, El hambre como fatalidad
2. Josué de Castro, primera época
3. El "Plan Hambre" de Adolf Hitler
4. Una luz en la noche: las Naciones Unidas
5. Josué de Castro, segunda época
Tercera parte: Los enemigos del derecho a la alimentación
1. Los cruzados del neoliberalismo
2. Los jinetes del Apocalipsis
3. Cuando el librecambio mata
4. Savonarola a orillas del Lago Leman
Cuarta parte: La ruina del PMA y la impotencia de la FAO
1. El espanto del multimillonario
2. La gran victoria de los depredadores
3. La nueva selección
4. Jalil Jilani y sus hijos
5. La derrota de Diouf
PS: El asesinato de los niños iraquíes
Quinta parte: Los buitres del "oro verde"
1. La mentira
2. La obsesión de Barack Obama
3. La maldición de la caña de azúcar
PS: El infierno de Gujarat
4. Recolonización
Sexta parte: Los especuladores
1. Los "tiburones tigre"
2. Ginebra, capital mundial de los especuladores agroalimentarios
3. Robo de las tierras, resistencia de los condenados
4. La complicidad de los Estados occidentales
La esperanza
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RESUMEN
Comentarios iniciales: Quizás uno de los valores de este libro sea, además de concienciar del problema del hambre, recuperar la figura de Josué de Castro, un político brasileño que acuñó el concepto de Geopolítica del hambre en los años 40 y 50 concienció a la ONU de que había que hacer campañas contra el hambre.
La tesis del libro es que el número de personas subalimentadas que pasan hambre en el mundo asciende a mil millones. Los objetivos de los años 90 eran reducir la cifra a la mitad pero nada de eso ha ocurrido. En 1960-1971 había 900 millones de personas subalimentadas para una población de 3.660 millones, en 1995-1997 bajó a 800 para una población de casi 6.000 millones, en el 2005 estaban en 848 para 6.500 millones de habitante pero con la crisis del 2009 se disparó a más de mil millones de subalimentados para una población cercana a los 7.000 millones de personas. Como se puede ver: la población mundial también ha aumentado, por lo que el porcentaje de personas que pasan hambre se ha reducido de una de cada cinco en 1960 (20%) a una de cada siete en 2010 (14 %). Estas cifras han sido calculadas según las cifras de población mundial y subalimentados que aporta Ziegler. En todo caso, el autor recalca que en dos generaciones, de 1960 a 2010, se ha producido un "desastre mundial".
El autor resalta que las personas subalimentadas no solo reciben un aporte calórico y nutricional menor (lo aconsejable para un adulto son 2.000 calorías) sino que la desnutrición, sobre todo si es infantil, arrastra otros problemas como un crecimiento deficiente, tanto físico como mental, raquitismo, retraso escolar, enfermedades asociadas por la falta de vitaminas e incluso el "soma", una terrible enfermedad asociada a la desnutrición que deforma el rostro y que supone una vergüenza para la familia de la víctima y para los propios gobernantes del país donde suceden estos terribles casos.
Ziegler insiste en que no solo hay que computar las muertes por inanición
Ziegler distingue entre hambre estructural y hambre coyuntural (por una catástrofe, una plaga).
También hay distintos tipos de desnutridos: los pobres rurales (rural poor), los pobres urbanos (slums de Karachi, favelas de Brasil, smoky mountains de Manila).
Uno de los aspectos que destaca el autor es que Europa y Estados Unidos (en general Occidente) es una balsa de paz frente a la violencia que está azotando el resto del mundo (a lo que se suman grandes épocas de sequía).
Otro factor que se debe tener en cuenta es que el hambre también se puede usar por razones de geopolitica para debilitar a una población en concreto. Eso fue muy usado durante la Segunda Guerra Mundial, donde los campos de concentración rusos y alemanes permitieron la muerte por inanición de muchos prisioneros para reducir la población opositora o de segunda o tercera categoría (según la ideología racista de la época).
El autor hace un seguimiento a las
relaciones entre la FAO (creada para combatir el hambre estructural)
y la PMA (Plan Mundial de Alimentos), para combatir el hambre
coyuntural por razones de urgencia. Según el autor, el PMA es el que
es más efectivo. Reciben los excedentes de las cosechas de los
países ricos, aunque estos han reducido sus donaciones porque parte
de la cosecha se dedica a la producción de biocombustibles.
Especiales resultados obtiene el
sistema indio PDS para reducir el hambre. Si en uno de los 6.000
distritos, un hindú se muere de hambre, el comité responsable del
distrito es destituido fulminantemente. Hay almacenes con excedentes
repartidos por las cuatro esquinas del país y se encargan de
repartirlo a los más necesitados, pues hay listas de pobres en cada
distrito.
Las críticas del autor van
especialmente dirigidas a la OMC (Organización Mundial del Comercio)
que impulsa el librecambio en el mundo y al FMI por imponer políticas
de mercado libre mal entendidas y que generan situaciones crueles
para los agricultores, a los que empobrece la eliminación de
subvenciones.
Pone como ejemplo el país de Zambia o
Ghana, a los que el FMI les obligó a suprimir ayudas y subvenciones
a los pequeños agricultores, lo que derivó en graves hambrunas. El
autor sostiene que el “libre mercado mata de hambre”. Los
defensores de la FMI y el OMC alegan que gracias al librecambio y la
eliminación de los aranceles los habitantes de los países pobres
tendrán acceso a alimentos más baratos procedentes de otros lugares
(casualmente, Europa o EEUU). Aunque los precios son hasta tres veces
más baratos que la producción local, eso no acaba con el hambre
porque lo que hace es equiparar la misera en el campo con la urbana y
empobrecer al campesino que acaba por emigrar a las ciudades, porque
ya no puede colocar sus productos porque no son competitivos y
produce menos cantidad de alimentos. La OMC alega que esta medida a
la larga beneficia a todo el país pero según el autor las muertes
por hambre se disparan cuando se retiran las subvenciones al campo y
se obliga a que los campesinos adquieran piensos, abonos y
fertilizantes. Lo que han denunciado varios autores (Stiglitz) es que
mientras a los países pobres se les obliga a liberalizar su economía,
los países ricos siguen subvencionando a sus agricultores y
ayudando a las exportaciones, lo que es competir con ventaja. Los
afectados acusan a la OMC de “ser un club de ricos” que no se
prestan a ayudar a los más pobres para acabar con el hambre.
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