Resumen del libro "Homo Deus", de Yuval Noah Harari (2015)
Resumen original y actualizado en:http://evpitasociologia.blogspot.com/2017/06/homo-deus-de-yuval-noah-harari-2015.html
Resumen del libro por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, historia de la civilización, genética, tecnología, ciborgs, liberalismo, la singularidad, humanidad
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Título: Homo Deus
Subtítulo: Breve historia del mañana
Título en inglés: Homo Deus. A Brief History of Tomorrow
Autor: Yuval Noah Harari
Edición en hebreo: Israel, 2015
Edición en español: Penguin Random House Group, Barcelona, 2016
Páginas: 490
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Biografía oficial del autor Yuval Noah Harari (hasta el 2016)
Yuval Noah Harari nació en 1976 y es profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se especializó en historia medieval y militar, pero, tras doctorarse en la Universidad de Oxford, pasó al campo más amplio de la historia del mundo y los procesos macrohistóricos. Sus libros incluyen Special Operations in the Age of Chivalry (1100-1550), The Ultimate Experience, Battlefield Revelations and the Making of Modern War Culture, 1450-2000, The Concept of "Decisive Battles" in World History y Armchairs, Coffe and Authority, Eye-witnesses and Flesh-witnesses. Speak about War, 1100-2000. Su libro Sapiens. De animales a dioses ha sido un éxito internacional: se ha traducido a treinta idiomas y se han vendido más de un millón de ejemplares.
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Texto de la contraportada
"¿Qué nos deparará el futuro? Yuval Noah Harari, autor bestseller de Sapiens. De animales a dioses, augura un mundo no tan lejano en el cual nos veremos enfrentados a una nueva serie de retos.
Homo Deus explora los proyectos, los sueños y las pesadillas que irán moldeando el siglo XXI, desde superar la muerte hasta la creación de la inteligencia artificial.
Cuando tu "smartphone" te conoce mejor de lo que te conoces a tí mismo, ¿seguirás escogiendo tu trabajo, a tu pareja y a tu presidente?
Cuando la inteligencia artificial nos desmarque del mercado laboral ¿encontrarán los millones de desempleados algún tipo de significado en las drogas o los juegos vituales?
Cuando los cuerpos y los cerebros sean productos de diseño ¿cederá la selección natural el paso al diseño inteligente?
Esto es el futuro de la evolución. Esto es Homo Deus.
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ÍNDICE
1. La nueva agenda humana
Parte I - Homo sapiens conquista el mundo
2. El Antropoceno
3. La chispa humana
Parte II. Homo sapiens da sentido al mundo
4. Los narradores
5. La extraña pareja
6. La alianza moderna
7. La revolución humanista
Parte III. Homo sapiens pierde el control
8. La bomba de tiempo en el laboratorio
9. La gran desconexión
10. El océano de la conciencia
11. La religión de los datos
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RESUMEN
Comentarios iniciales: El autor Yuval Noah Harari sigue la estela de otros autores como Kurzwell al abordar el problema de la "singularidad" (el momento en torno a 2040 en el que la inteligencia artificial supera en capacidad a los humanos y, debido a un crecimiento exponencial de su conocimiento, deja obsoletos a los seres humanos como especie).
El autor comienza hablando de los algoritmos (recetas) como medio de programar una tarea pero también como sistema gracias al cual funcionan los seres vivos. Aunque cree que hay algo más.
El autor comienza hablando de los algoritmos (recetas) como medio de programar una tarea pero también como sistema gracias al cual funcionan los seres vivos. Aunque cree que hay algo más.
En el libro, Harari retoma este problema como algo que ya tenemos en nuestros "smartphones" y el Big Data, tecnologías que ya son el día a día. Cree que los avances genéticos y las terapias génicas permitirán alargar la vida hasta los 200 años y diseñar nuestros cuerpos para resistir las enfermedades e incluso eludir el envejecimiento. Si todo va bien y no hay accidentes, cualquier persona podría ser teóricamente inmortal (porque sus células no envejecerían). Por ese motivo, cree que va a haber conflictos porque todos querrán eludir la muerte, incluso los más pobres, y todos querrán acceder a las terapias génicas que les concedan la inmortalidad o, al menos, les evitarán el envejecimiento, aunque inicialmente estarán reservadas a los más pudientes, que también son ahora los que pueden pagar operaciones y revisiones médicas que les permiten llegar estupendamente a la senectud. [nota del lector: supongamos que todo el mundo quedase "congelado" con la edad y el vigor de los 25 años aunque tuviese 200. Se podrían programar los telómeros de los células para que todo el mundo falleciese a los 200 años tras llevar una vida tranquila y sana aunque siempre habrá quien quiera estirarla más, quizás algún rico que se lo pudiese pagar].
Por otro lado, Harari se pregunta qué tipo de relación va a haber entre la gente corriente y esos superhumanos (los primeros que alcancen la inmortalidad). Para hacerse una idea de lo que le espera al ciudadano común no hay más que ver lo que les pasó a los indígenas de América al chocar con la cultura europea o con los miles de pollos que crecen en una granja avícola. El autor se detiene largo rato en la suerte que han corrido los animales explotados por el homo sapiens; en la Edad Media gallinas y otros animales domésticos corrían por los pueblos sin que nadie se metiese con ellos pero en la Edad Moderna son sometidos a procesos de cultivo eficiente en granjas con cubículos estrechos y donde reciben la cantidad exacta de pienso para engordar antes de ser sacrificados.
Harari señala que vivimos en la era del Antropoceno donde el hombre ha roto con la Naturaleza y usa todos los recursos para explotar a los animales. La ideología de los agricultores declaró soberano al homo sapiens porque tenía alma y los animales no, y por lo tanto, no sufrían. En la era industrial, se buscó el alma pero nadie parece haber dado con ella por lo que se dijo que la diferencia estaba en que el hombre era consciente y el animal se guiaba por impulsos programados y carecía de libre albedrío. La consciencia la entendemos como no una repetición de algoritmos sino como una extracción lógica de un comportamiento: por ejemplo, un perro puede ladrar sin saber muy bien el motivo mientras que un ser humano adulto entiende todas sus motivaciones y el por qué de su conducta.
El hombre, en el siglo XIX, era considerado una máquina de vapor y ahora se le compara con un ordenador pero las piezas siguen sin encajar porque por mucha inteligencia artificial y algoritmos que tenga una máquina jamás será consciente de sí misma por lo que la mente es algo más que un ordenador tal y como lo conocemos ya que el cerebro parece ser un ente consciente que tiene miedo, sorpresa, etc.., algo más que meros algoritmos. Pero, o bien, muchos animales también lo son (pues algunos son capaces de planificar el futuro, como el gorila del zoo que atesoraba piedras para lanzárselas a los visitantes cada mañana). Esa "chispa" humana quizás no sea suficiente para explicar por qué el "homo sapiens" ha llegado tan lejos y nos los delfines o los chimpancés. Una idea es que además están organizados en redes flexibles, lo que les ha permitido inventar la energía nuclear mientras que las hormigas y las abejas jamás han montando, ni de lejos, un reactor nuclear en sus colmenas ni hormigueros y durante millones de años han obedecido las mismas directrices. [nota del lector: supongamos que dejamos esparcidas por el suelo cerca de un hormiguero las piezas metálicas necesarias para montar una canalización que llevase agua o aire a la cámara real, ¿serían capaces de sacarle un uso?]
El autor hace un repaso al sentido de la vida. En la era antigua, las normas las ponían los dioses y eran los que le daban sentido al mundo y daban las órdenes que los humanos debían obedecer. Lo mismo ocurrió en la Edad Media: si se perdía una batalla y se moría en ella, era designio del Señor, su muerte formaba parte de una cosmovisión, algo que tenía un sentido que no alcanzaba la mente común. No había nada que explicar. El primero que empezó a pensar en términos materialistas fue el historiador griego Heródoto que no atribuyó las guerras con Persia a la voluntad de los dioses sino a la política e intrigas de Persia y otras cuestiones sociales y económicas. Fue un pensador moderno y familiar a un lector de nuestra época. Harari llega a la conclusión de que aquellos que supieron leer y entender mejor la realidad (los pensadores liberales) fueron quienes lograron conquistar el mundo. Sin embargo, se perdió el sentido de la vida ya que las cosas sucedían por decisiones del hombre. Fue así como surgió el humanismo, el atribuir un sentido a ser feliz e indagar en los propios sentimientos. El individuo libre frente al orden medieval.
Una de las ideas más estimulantes del desarrollo liberal y humanista ha sido la noción de crecimiento económico, ese aumento constante del PIB, el motor del capitalismo. El crecimiento desborda el equilibrio de los recursos naturales y de las poblaciones animales (juego de suma cero, si hay más zorros, habrá menos gallinas; en el mundo natural no crece la producción de gallinas un 3 % anual para compensar el aumento de población de los zorros). Hay una auténtica ideología detrás para fomentar el crecimiento del PIB, algo que apenas interesaba a los señores feudales de la Edad Media. El afán por el crecimiento fomenta la producción y crea riqueza pero, a costa, de supeditar al resto de la Naturaleza al interés humano: grandes presas que inundan poblaciones antiguas, contaminación de ríos y mares en nombre del progreso que hunden la pesca. La idea final es que para que haya crecimiento la ganancia hay que reinvertirla en hacer más fábricas, producir más y generar más empleo.
Harari señala que vivimos en la era del Antropoceno donde el hombre ha roto con la Naturaleza y usa todos los recursos para explotar a los animales. La ideología de los agricultores declaró soberano al homo sapiens porque tenía alma y los animales no, y por lo tanto, no sufrían. En la era industrial, se buscó el alma pero nadie parece haber dado con ella por lo que se dijo que la diferencia estaba en que el hombre era consciente y el animal se guiaba por impulsos programados y carecía de libre albedrío. La consciencia la entendemos como no una repetición de algoritmos sino como una extracción lógica de un comportamiento: por ejemplo, un perro puede ladrar sin saber muy bien el motivo mientras que un ser humano adulto entiende todas sus motivaciones y el por qué de su conducta.
El hombre, en el siglo XIX, era considerado una máquina de vapor y ahora se le compara con un ordenador pero las piezas siguen sin encajar porque por mucha inteligencia artificial y algoritmos que tenga una máquina jamás será consciente de sí misma por lo que la mente es algo más que un ordenador tal y como lo conocemos ya que el cerebro parece ser un ente consciente que tiene miedo, sorpresa, etc.., algo más que meros algoritmos. Pero, o bien, muchos animales también lo son (pues algunos son capaces de planificar el futuro, como el gorila del zoo que atesoraba piedras para lanzárselas a los visitantes cada mañana). Esa "chispa" humana quizás no sea suficiente para explicar por qué el "homo sapiens" ha llegado tan lejos y nos los delfines o los chimpancés. Una idea es que además están organizados en redes flexibles, lo que les ha permitido inventar la energía nuclear mientras que las hormigas y las abejas jamás han montando, ni de lejos, un reactor nuclear en sus colmenas ni hormigueros y durante millones de años han obedecido las mismas directrices. [nota del lector: supongamos que dejamos esparcidas por el suelo cerca de un hormiguero las piezas metálicas necesarias para montar una canalización que llevase agua o aire a la cámara real, ¿serían capaces de sacarle un uso?]
El autor hace un repaso al sentido de la vida. En la era antigua, las normas las ponían los dioses y eran los que le daban sentido al mundo y daban las órdenes que los humanos debían obedecer. Lo mismo ocurrió en la Edad Media: si se perdía una batalla y se moría en ella, era designio del Señor, su muerte formaba parte de una cosmovisión, algo que tenía un sentido que no alcanzaba la mente común. No había nada que explicar. El primero que empezó a pensar en términos materialistas fue el historiador griego Heródoto que no atribuyó las guerras con Persia a la voluntad de los dioses sino a la política e intrigas de Persia y otras cuestiones sociales y económicas. Fue un pensador moderno y familiar a un lector de nuestra época. Harari llega a la conclusión de que aquellos que supieron leer y entender mejor la realidad (los pensadores liberales) fueron quienes lograron conquistar el mundo. Sin embargo, se perdió el sentido de la vida ya que las cosas sucedían por decisiones del hombre. Fue así como surgió el humanismo, el atribuir un sentido a ser feliz e indagar en los propios sentimientos. El individuo libre frente al orden medieval.
Una de las ideas más estimulantes del desarrollo liberal y humanista ha sido la noción de crecimiento económico, ese aumento constante del PIB, el motor del capitalismo. El crecimiento desborda el equilibrio de los recursos naturales y de las poblaciones animales (juego de suma cero, si hay más zorros, habrá menos gallinas; en el mundo natural no crece la producción de gallinas un 3 % anual para compensar el aumento de población de los zorros). Hay una auténtica ideología detrás para fomentar el crecimiento del PIB, algo que apenas interesaba a los señores feudales de la Edad Media. El afán por el crecimiento fomenta la producción y crea riqueza pero, a costa, de supeditar al resto de la Naturaleza al interés humano: grandes presas que inundan poblaciones antiguas, contaminación de ríos y mares en nombre del progreso que hunden la pesca. La idea final es que para que haya crecimiento la ganancia hay que reinvertirla en hacer más fábricas, producir más y generar más empleo.
En la segunda parte del libro, el autor debate sobre las grandes religiones y la ideología moderna que consagra al hombre, el humanismo (escindida en tres ramas: liberalismo (libertad para el individuo, libre mercado), socialismo-marxismo (planificación de la producción, el partido ya piensa por las masas ignorantes) y evolucionista (nazismo, que dice que la guerra selecciona a los fuertes y mejores)). Harari explica que la ideología humanista defendía la libertad del individuo (y no discutía sobre conflictos ni sermones morales sino sobre hechos y producción) y que, tras atravesar momentos difíciles entre 1914 a 1989, el liberalismo (que consagra la libertad del elección del votante, la mujer, el inversor) ha sobrevivido y no hay una alternativa viable (señala que la amenaza del fundamentalismo islámico no podrá reemplazar a nada porque en la era de las computadoras no es viable y los intérpretes de sus textos sagrados difícilmente encontrarán las respuestas para resolver los problemas tecnológicos clave de nuestra época o sacar del paro de millones de jóvenes; lo mismo para el cristianismo, que se ha convertido en una religión que reacciona contra los avances tecnológicos y cuya Biblia no siempre tiene respuesta para los conflictos morales y éticos de una sociedad hipertecnológica). Algo parecido le ocurrió al marxismo y la URSS, incapaz de comprender la importancia de la era digital, y el propio Marx (que fue uno de los pocos que supo intuir las consecuencias de la época de la máquina de vapor y comprender hacia dónde iba el mundo) habría dicho a sus seguidores que dejasen de leer El Capital y leyesen artículos científicos sobre genética e inteligencia artificial.
Señala que entre 1914 y 1945, los humanistas se dividieron en tres bandos (demócratas, comunistas y fascistas) y entablaron una sangrienta guerra para dirimir una cuestión tan baladí como cuál es el "mejor modo de producción". Incluso ahora la China "capital-comunista" no parece ser una opción para nadie porque ni ellos mismos saben qué tipo de sociedad son.
En la tercera parte, el autor ahonda en la sociedad futura. Para empezar, ya hay en marcha una pseudorreligión en Silicon Valley que promete la "inmortalidad" cibernética (tus pensamientos y tu vida quedan grabados en un disco duro para insertarlos en tu clon). Por otro, hay serias dudas sobre el libre albedrío, ya que parece que la propia selección natural elimina a aquellos consumidores que "eligen" comer setas venenosas y agua envenenada y sobreviven los que hacen elecciones "buenas".
En las páginas finales del libro, el autor advierte de las tres amenazas al liberalismo: 1) los humanos perderán completamente su valor (su puesto de trabajo se lo quitará un algoritmo o un robot) 2) los humanos seguirán siendo valiosos colectivamente pero perderán su autoridad individual y, en cambio, serán gestionados por algoritmos externos. La IA nos conocerá mejor que nosotros mismos y tomará por nosotros las decisiones importantes y estaremos encantados de que lo haga. "No será un mal mundo pero será un mundo posliberal" (Harari, 2016:378).
La tercera amenaza para el liberalismo es que algunas personas seguirán siendo a la vez indispensables e indescifrables, pero constituirán una élite reducida y privilegiada de humanos mejorados. Estos superhumanos gozarán de capacidades inauditas y de creatividad sin precedentes, lo que les permitirá seguir tomando muchas de las decisiones más importantes del mundo. Desempeñarán servicios cruciales para el sistema, mientras que el sistema no podrá entenderlos ni gestionarlos. El resto de los humanos será una casta inferior, dominada por los algoritmos y los nuevos superhumanos. [nota del lector: pronto habrá mestizos]
El autor llega a la conclusión de que ahora hay un tecnohumanismo que casi funciona como una secta.
Harari termina el libro diciendo que hay tres procesos interconectados:
1 - La ciencia converge en un dogma universal, que afirma que los organismos son algoritmos y que la vida es procesamiento de datos.
2 - La inteligencia se desconecta de la conciencia.
3 - Algoritmo no conscientes pero inteligentísimo pronto podrían conocernos mejor que nosotros mismos.
Estos tres procesos plantean tres interrogantes:
1 - ¿Son de verdad los organismos solo algoritmos y es en verdad la vida solo procesamiento de datos?
2 - ¿Qué es más valioso: la inteligencia o la conciencia?
3 - ¿Qué le ocurrirá a la sociedad, a la política y a la vida cotidiana cuando algoritmos no conscientes pero muy inteligentes nos conozcan mejor que nosotros mismos?
El autor advierte que hay que trabajar sobre este asunto porque "el mundo está cambiando más deprisa que nunca y estamos inundados por cantidades imposibles de datos, de ideas, de promesas y de amenazas. Los humanos, dice, ceden su autoridad al libre mercado, al conocimiento masivo y a algoritmos externos debido en parte a que no pueden abarcar el diluvio de datos. Hay sobreabundancia de datos y se pierde el tiempo discutiendo de asuntos secundarios.
Señala que hay un dogma "dataísta" que se apodera del mundo. ¿por qué el dataísmo no se iba a convertir en una nueva religión? Es algo que ya se está propagando y un paradigma científico unificado puede convertirse fácilmente en un dogma irrefutable. Hasta los debates interdisciplinarios podrían fortalecer aún más. Prometerá la mejora de la salud, la felicidad y el poder, la inmortalidad, la dicha y la satisfacción de las aspiraciones humanas de modo que los algoritmos lo harán todo por nosotros. Llegados a ese punto, los proyectos humanistas podrían volverse irrelevantes.
Harari advierte que el dataísmo puede amenazar con hacer al Homo sapiens lo que el Homo sapiens ha hecho a todos los demás animales. La red global humana ha subordinado el planeta a sus intereses y se ha adjudicado los logros y se infravaloraba la vida de los demás animales.Los humanos perderán su importancia en esta red.
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CRÍTICAS DE OTROS AUTORES A "HOMO DEUS"
"Datanomics", de Paloma Llaneza
En "Datanomics", de Paloma Llaneza (2019) (ver el resumen en https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/07/datanomics-de-paloma-llaneza-2019.html) la autora señala que Harari considera que el dataísmo sostiene que el universo consiste en flujo de datos y que el valor de cualquier fenómeno o entidad está determinado por su contribución al procesamiento de los mismos. Del mismo modo, el dataísmo une ambos y señala que las mismas leyes matemáticas se aplican tanto a los algoritmos bioquímicos como a los electrónicos. De esta manera, el dataísmo hace que la barrera entre animales y máquinas se desplome y, espera que los algoritmos electrónicos acaban por descrifrar los algoritmos bioquímicos y los superen.
La autora considera que "tan potente es la propaganda a favor de los datos y en defensa de la desaparición de la privacidad (como si su reivindicación fuese pecaminosa, propia de personas con hábitos dudosos que prefieran ocultar) que Harari coloca el dataísmo dentro de los movimientos humanistas de corte religioso". Paloma Llaneza añade que "y es verdad que si uno se atreve a oponerse al tratamiento de los grandes datos es señalado como alguien contrario, en su totalidad, al avance y la innovación". Y recalca que Harari comenta que "para los políticos, los empresarios y los consumidores corrientes, el dataísmo ofrece tecnologías innovadoras y poderes inmensos y nuevos. Para los estudiosos e intelectuales promete asimismo el Santo Grial científico que ha estado eludiéndonos durante siglos: una única teoría global que unifique todas las disciplinas científicas".
La autora critica que "esta visión elevada de los datos como el Gataca que todo lo explica, aterriza en el frío suelo de los números cuando nos enfrentamos al uso que las empresas dan a los datos que les facilitamos de un modo u otro". Pero las empresas, como augures que leen los posos, predicen lo que va a suceder y no el por qué.
Añade que "Harari coloca la propiedad de los datos entre los tres principales problemas humanos de carácter global, lo que compromete y dificulta la resolución al no depender de las soberanías nacionales sino de un consenso internacional imposible en un mundo de intereses locales egoístas. Cree que Europa acabará creando seres superinteligentes para no quedarse atrás.
Señala que entre 1914 y 1945, los humanistas se dividieron en tres bandos (demócratas, comunistas y fascistas) y entablaron una sangrienta guerra para dirimir una cuestión tan baladí como cuál es el "mejor modo de producción". Incluso ahora la China "capital-comunista" no parece ser una opción para nadie porque ni ellos mismos saben qué tipo de sociedad son.
En la tercera parte, el autor ahonda en la sociedad futura. Para empezar, ya hay en marcha una pseudorreligión en Silicon Valley que promete la "inmortalidad" cibernética (tus pensamientos y tu vida quedan grabados en un disco duro para insertarlos en tu clon). Por otro, hay serias dudas sobre el libre albedrío, ya que parece que la propia selección natural elimina a aquellos consumidores que "eligen" comer setas venenosas y agua envenenada y sobreviven los que hacen elecciones "buenas".
En las páginas finales del libro, el autor advierte de las tres amenazas al liberalismo: 1) los humanos perderán completamente su valor (su puesto de trabajo se lo quitará un algoritmo o un robot) 2) los humanos seguirán siendo valiosos colectivamente pero perderán su autoridad individual y, en cambio, serán gestionados por algoritmos externos. La IA nos conocerá mejor que nosotros mismos y tomará por nosotros las decisiones importantes y estaremos encantados de que lo haga. "No será un mal mundo pero será un mundo posliberal" (Harari, 2016:378).
La tercera amenaza para el liberalismo es que algunas personas seguirán siendo a la vez indispensables e indescifrables, pero constituirán una élite reducida y privilegiada de humanos mejorados. Estos superhumanos gozarán de capacidades inauditas y de creatividad sin precedentes, lo que les permitirá seguir tomando muchas de las decisiones más importantes del mundo. Desempeñarán servicios cruciales para el sistema, mientras que el sistema no podrá entenderlos ni gestionarlos. El resto de los humanos será una casta inferior, dominada por los algoritmos y los nuevos superhumanos. [nota del lector: pronto habrá mestizos]
El autor llega a la conclusión de que ahora hay un tecnohumanismo que casi funciona como una secta.
Harari termina el libro diciendo que hay tres procesos interconectados:
1 - La ciencia converge en un dogma universal, que afirma que los organismos son algoritmos y que la vida es procesamiento de datos.
2 - La inteligencia se desconecta de la conciencia.
3 - Algoritmo no conscientes pero inteligentísimo pronto podrían conocernos mejor que nosotros mismos.
Estos tres procesos plantean tres interrogantes:
1 - ¿Son de verdad los organismos solo algoritmos y es en verdad la vida solo procesamiento de datos?
2 - ¿Qué es más valioso: la inteligencia o la conciencia?
3 - ¿Qué le ocurrirá a la sociedad, a la política y a la vida cotidiana cuando algoritmos no conscientes pero muy inteligentes nos conozcan mejor que nosotros mismos?
El autor advierte que hay que trabajar sobre este asunto porque "el mundo está cambiando más deprisa que nunca y estamos inundados por cantidades imposibles de datos, de ideas, de promesas y de amenazas. Los humanos, dice, ceden su autoridad al libre mercado, al conocimiento masivo y a algoritmos externos debido en parte a que no pueden abarcar el diluvio de datos. Hay sobreabundancia de datos y se pierde el tiempo discutiendo de asuntos secundarios.
Señala que hay un dogma "dataísta" que se apodera del mundo. ¿por qué el dataísmo no se iba a convertir en una nueva religión? Es algo que ya se está propagando y un paradigma científico unificado puede convertirse fácilmente en un dogma irrefutable. Hasta los debates interdisciplinarios podrían fortalecer aún más. Prometerá la mejora de la salud, la felicidad y el poder, la inmortalidad, la dicha y la satisfacción de las aspiraciones humanas de modo que los algoritmos lo harán todo por nosotros. Llegados a ese punto, los proyectos humanistas podrían volverse irrelevantes.
Harari advierte que el dataísmo puede amenazar con hacer al Homo sapiens lo que el Homo sapiens ha hecho a todos los demás animales. La red global humana ha subordinado el planeta a sus intereses y se ha adjudicado los logros y se infravaloraba la vida de los demás animales.Los humanos perderán su importancia en esta red.
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CRÍTICAS DE OTROS AUTORES A "HOMO DEUS"
"Datanomics", de Paloma Llaneza
En "Datanomics", de Paloma Llaneza (2019) (ver el resumen en https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/07/datanomics-de-paloma-llaneza-2019.html) la autora señala que Harari considera que el dataísmo sostiene que el universo consiste en flujo de datos y que el valor de cualquier fenómeno o entidad está determinado por su contribución al procesamiento de los mismos. Del mismo modo, el dataísmo une ambos y señala que las mismas leyes matemáticas se aplican tanto a los algoritmos bioquímicos como a los electrónicos. De esta manera, el dataísmo hace que la barrera entre animales y máquinas se desplome y, espera que los algoritmos electrónicos acaban por descrifrar los algoritmos bioquímicos y los superen.
La autora considera que "tan potente es la propaganda a favor de los datos y en defensa de la desaparición de la privacidad (como si su reivindicación fuese pecaminosa, propia de personas con hábitos dudosos que prefieran ocultar) que Harari coloca el dataísmo dentro de los movimientos humanistas de corte religioso". Paloma Llaneza añade que "y es verdad que si uno se atreve a oponerse al tratamiento de los grandes datos es señalado como alguien contrario, en su totalidad, al avance y la innovación". Y recalca que Harari comenta que "para los políticos, los empresarios y los consumidores corrientes, el dataísmo ofrece tecnologías innovadoras y poderes inmensos y nuevos. Para los estudiosos e intelectuales promete asimismo el Santo Grial científico que ha estado eludiéndonos durante siglos: una única teoría global que unifique todas las disciplinas científicas".
La autora critica que "esta visión elevada de los datos como el Gataca que todo lo explica, aterriza en el frío suelo de los números cuando nos enfrentamos al uso que las empresas dan a los datos que les facilitamos de un modo u otro". Pero las empresas, como augures que leen los posos, predicen lo que va a suceder y no el por qué.
Añade que "Harari coloca la propiedad de los datos entre los tres principales problemas humanos de carácter global, lo que compromete y dificulta la resolución al no depender de las soberanías nacionales sino de un consenso internacional imposible en un mundo de intereses locales egoístas. Cree que Europa acabará creando seres superinteligentes para no quedarse atrás.
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