Resumen del libro "Flash boys", de Michael Lewis (2014)
Resumen original y actualizado del libro en:https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/10/flash-boys-de-michael-lewis-2014.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, operaciones comerciales de alta frecuencia, finanzas, Bolsa
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Ficha técnica:
Título: "Flash boys"
Subtítulo: La revolución de Wall Street contra quienes manipulan el mercado
Título en inglés: "Flash boys"
Autor: Michael Lewis, NYC, 2014
Editorial en español: Centro Libros PAFF, Grupo Planeta, Barcelona, 2014
Número de páginas: 295 + agradecimientos
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Biografía oficial del autor Michael Lewis (hasta 2014)
Michael Lewis, nacido el 15 de octubre de 1960 en Nueva Orleans, es un escritor y periodista financiero que ha pasado de ser un autor de referencia para el sector económico a uno de los ensayistas más importantes a nivel global.
Es autor de algunos de los libros más vendidos en las dos últimas décadas en Estados Unidos, tales como The Blind Side, adaptada al cine y protagonizada por Sandra Bullock; Moneyball, cuya adaptación al cine protagonizó Brad Pitt en el papel principal; o Boomerang (Deusto, 2012), que encabezó durante semanas las principales listas de ventas.
Se hizo famoso con El póquer del mentiroso (Alienta, 2011), su primer libro, una narración que trata sobre sus años de bróker en el ya desaparecido banco de inversión Salomon Brothers. El escándalo financiero que protagonizó este banco convirtió el libro en un fenómeno de ventas y en el testimonio más ácido de la codicia desmesurada que vivió Wall Street en la década de los ochenta.
Lewis estudió Historia en Princenton y posee un máster en Economía por la London School of Economics. Actualmente, es profesor de la Universidad de Berckley, editor de Vanity Fair y colaborador de The New York Times y Bloomberg. Vive en Berkeley, California, con su esposa y sus tres hijos.
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Texto de la contraportada
"¿Quién miente en Wall Street?
Verano de 2009. El FBI detiene a Sergey Aleynikov, un extrabajador de Goldman Sachs acusado de robar el código fuente de su antigua empresa. A Aleynikov, programador de operaciones comerciales de alta frecuencia, se le deniega la libertad bajo fianza alegando que, de caer en malas manos, el código robado puede usarse para manipular los mercados de forma injusta.
¿Significa esto que las manos de Goldman Sachs son las buenas? Si Goldman puede manipular los mercados, ¿pueden también hacerlo otros bancos? ¿Por qué el código que permite operar a Goldman Sachs es tan importante que cuando descubrió que un empleado lo había copiado, la empresa decidió llamar nada menos que al FBI? Si este código es tan valioso y peligroso para los mercados financieros, ¿cómo pudo hacerse con él alguien que había trabajado en la empresa apenas dos años? Y a todo esto, ¿qué son las operaciones comerciales de alta frecuencia y por qué se han convertido en la última revolución de Wall Street?
Michael Lewis decidió que era hora de encontrar respuesta a estas preguntas y su búsqueda lo llevó a la sala acristalada de un rascacielos neoyorquino. Allí conoció a los flash boys. Ésta es su historia."
Texto de la solapa
"En el rascacielos One Liberty Plaza de Nueva York, Michael Lewis conoció a un grupo de personas procedentes de grandes bancos, importantes bolsas financieras y firmas especializadas en operaciones de alta frecuencia. Muchos han renunciado a sus sueldos millonarios para declarar la guerra a Wall Street. Denuncian que unos pocos manipulan el mercado para beneficio propio. Y no piensan rendirse hasta que retornen la libertad y la justicia. Son los flash boys.
Este libro describe cómo es Wall Street en la actualidad: la de los nuevos tipos de inteligencia y creatividad financieras; la de los ordenadores, programados para comportarse de forma impersonal como un programador nunca lo haría; y la de las personas que llegan a Wall Street para encontrarse con una realidad muy diferente a la que imaginaban.
Lewis ilumina los rincones más oscuros del mundo financiero, con elevado riesgo para nuestra presión arterial. Porque, si usted tiene cualquier contacto con el mercado, aunque sólo sea un plan de pensiones, esta historia le está ocurriendo a usted.
Sin embargo, Flash Boys es una lectura edificante. Aquí encontrará personas que han conservado la moral y han defendido sus valores en un mundo donde no se paga para eso, que han percibido una injusticia y que están dispuestos a ir a la guerra para arreglarla".
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ÍNDICE
Introducción. Ventanas al mundo.
1. Oculto a simple vista.
2. El problema de Brad
3. El problema de Ronan
4. Acechando al predador
5. Poniéndole cara a la alta frecuencia
6. Cómo ganar miles de millones en Wall Street
7. Un ejército de uno
8. La araña y la mosca
Epílogo. Por la senda de Wall Street.
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Comentarios iniciales: El interés de este libro radica en que describe un nuevo tipo de operar en bolsa a través de las operaciones comerciales de alta frecuencia y de cómo unos ejecutivos descubrieron la trampa e intentaron hacer una bolsa alternativa (el IEX) más justa.
El libro arranca en el 2009 con la instalación secreta de un cable de fibra óptica (400 hilos para transmisión de luz, para subastar entre 200 empresas) entre el centro de datos de la bolsa del Nasdaq en Carteret, en Nueva Jersey, y el centro de datos de la bolsa mercantil de Chicago. Un inversor llamado Dan Spivey había descubierto en el 2008 que existía una gran diferencia entre la velocidad operativa disponible entre edificios bursátiles y la velocidad operativa teóricamente posible. Se tardaban 12 milisegundos en dar una orden de ida y vuelta entre Chicago y Nueva York. Las diversas rutas tradicionales eran más lentas: entre 14,65 milisegundos (por la Ruta Dorada de Verizon) y 17. En el 2008, pocos se daban cuenta del valor de un milisegundo.
La idea es ganar velocidad (medida en nanosegundos, ya que la velocidad de la luz circula a 300.000 km por segundo) ahorrando tres decimales a otra ruta convencional que es más lenta porque va por las carreteras y se desvía para rodear las montañas de Allegheny. La nueva línea excavó un túnel para atravesarla directamente. Se habla de 2.500 trabajadores cavando zanjas separados en grupos y sin saber qué estaban haciendo. Los jefes dejaban caer que podría ser un trabajo secreto del Gobierno. Una vez construida esta línea en el máximo secreto, se subastó un acceso de ida y otro de vuelta por empresa a diez millones cada cliente. La clave era ofertar un bien escaso que daría riqueza a muchos. Hubo a quienes la idea les pareció tan buena que daban saltos de alegría al ver las futuras ganancias o superejecutivos que tras meditarlo propusieron doblar el precio.
La historia continúa con la investigación que realizó Brad Katsuyama, un ejecutivo del Real Banco de Canadá (RBC), el noveno del mundo en importancia, quien fue trasladado a Nueva York para trabajar en temas de Wall Street. Como él era canadiense, de ascendencia japonesa, el primer día, sus colegas de empresa lo invitaron a asistir a un curso para la integración de las minorías que trabajaban en el banco, y les dijo que la primera vez que se había sentido en minoría había sido en dicha reunión, tras lo cual se fue y nunca volvió. Después, absorbieron a una empresa americana especializada en comercio electrónico y los jefes tenían otra cultura más de salir de copas a clubs nocturnos. El trabajo de este directivo era comprar valores en la Bolsa a la mejor oferta e invirtiendo grandes cantidades de dinero pero cada vez que pulsaba el botón, el precio oferta del valor desaparecía y se cambiaba la cotización misteriosamente, lo que le generaba pérdidas porque siempre pagaba la acción más cara y, además, realizando grandes inversiones de capital.
El directivo de RBC hizo su propia investigación para saber por qué los precios subían cada vez que pulsaba el botón de compra. Había más afectados y no era un problema técnico ni de "software". En Canadá empezaron a pedirle cuentas sobre su gestión. Atando cabos descubrió que alguien estaba haciendo operaciones de alta frecuencia. Con ayuda de un programador, desarrollaron un programa llamado Thor que era capaz de retrasar unos segundos la orden de compra desde que se compraba, de forma que los operadores de alta frecuencia no se daban cuenta hasta que era tarde. Vendieron el programa a sus clientes para ahorrar mucho dinero.
El autor también cuenta la historia de un joven informático que empezó a recibir encargos de las compañías de alta frecuencia para instalar el cableado de sus sedes lo más cerca de la bolsa de valores para sacar una ventaja de nanosegundos. Se dieron cuenta de que las sedes tenían que estar muy cerca del servidor central de la bolsa para recibir las órdenes de compra lo más rápido posible.
Las investigaciones de otros bancos pusieron cara a los operadores de alta frecuencia a través de sus perfiles de LinkedIn, generalmente veteranos de Wall Street de los años 80. Había un chino que pasó diez años en universidades de EE.UU, un físico francés especialista en partículas de los laboratorios Fermat, un ingeniero aeroespacial ruso, un indio doctor en ingeniería eléctrica y otros. Otros pensaban que estas mentes brillantes se habían unido a compañías dedicadas a explotar a los inversores en lugar de intentar resolver los problemas de la gente.
Entre las principales plataformas opacas estaban, según el autor, Crossfinder (de Credit Suisse) y Sigma X (de Goldman Sachs).
Ellos decían que estas plataformas opacas se dedicaban a defender los intereses de sus clientes pero, según se fue sabiendo, también que los operadores de alta velocidad sacaban partido de información que llegaba a los mercados en esas propias plataformas y que incluso perjudicaban a sus propios clientes, amparados precisamente en la opacidad de las operaciones ya que no se podía ver cómo se gestionaban las órdenes dentro de ella. A su paso por la plataforma opaca, la orden de un cliente enviada a un mercado público se convertía en una presa "gorda y apetitosa" porque eran órdenes "montadas en bicicleta" de lo lentas que iban. Lo habitual es que esa orden tuviese un volumen elevado y que sus movimientos fueran predecibles.
En el libro, el autor relata cómo un informático ruso de Goldman Sachs, Sergey Aleynikov, se encargó de parchear su Red para operaciones rápidas en la que astutos programadores ideaban continuamente nuevos algoritmos. Antes de ser contratado, el ruso tuvo que pasar una entrevista de trabajo y el examinador le pidió descubrir si el número 3.999 era primo y luego calcular la ruta más corta entre una arala y una mosca. Los resolvió en dos minutos y fue contratado. Usaba código abierto pero Goldman Sachs no le dejó compartirlo con la comunidad porque una vez que entraba en el servidor era propiedad de la empresa. El informático aceptó un puesto mejor pagado y la empresa le pidió que retrasase su marcha 16 días para enseñar todo al sustituto. En ese periodo el informático ruso se envió a sí mismo unos archivos informáticos como hacía rutinariamente y poco después el FBI lo detuvo en el 2009 por robo de datos confidenciales de Goldman Sachs. Fue condenado a ocho años de cárcel. El autor del libro dice que después de toda la debacle económica de la crisis del 2008, llama la atención que solo hubiese un único condenado de esa gestora de inversión y que fuese su informático.
En los siguientes capítulos, el autor aborda la marcha de Brad del RCB en el 2012 npara fundar IEX (Investors Exchange), una bolsa alternativa al corrompido Wall Street, más justa para el inversor y a la que los fondos acudían voluntariamente. Tras muchas negativas, encontró la manera de convencer a los inversores y de captar fondos para emprender el proyecto. Algunos empleados despedidos por la crisis le pidieron trabajo y tambien se enrolaron antiguos miembros de su equipo.
La tesis de Brad era que el mercado de valores se había convertido en algo grotescamente injusto que necesitaba urgentemente un cambio porque Wall Street estaba repleto de depredadores porque los operadores de alta frecuencia acechaban y devoraban a los inversores y de que éstos pagaban a los mercados bursátiles y a los brókers para que les permitiesen hacerlo. Las Bolsas se habían convertido en cajas negras cuyo funcionamiento interno escapaban a la comprensión humana ( ni siquiera en Goldman Sachs entendían todos los entresijos del funcionamiento).
La idea de Brad y de sus Maestros del Puzle para crear IEX era diseñar una bolsa en la que sus clientes no tuviesen oportunidad de aprovecharse de él ya que los más avispados siempre jugaban en su propio beneficio.
Los Maestros del Puzzle descubrieron que antiguamente los tipos de orden eran simples, directos y bastante sensatos pero los nuevos tipos que acompañaron a la explosión de operaciones de alta frecuencia no se parecían en nada a los antiguos. En el 2012, ya había 150 tipos (uno garantizaba que el operador comercial que la usaba únicamente llevaría a cabo la transacción si la orden contrapuesta era más pequeña que la suya, entre otras reacciones al mercado). Había órdenes como Post-Only (orden-solo-si) que solo tenían como objetivo recibir la prima de la bolsa donde opera. Había otra permutación, la orden Hiden Not Slide (orden oculta) con la que un operador de alta frecuencia podía decir: "quiero comprar 100 acciones a un precio máximo de 80,03, solo-si y oculta" en la que el operador informaba de que estaba dispuesto a comprar las acciones a un precio superior al de venta del momento (80,03 frente a 80,02) pero solo si estaba en el lado pasivo de la transacción, desde donde podía cobrar la prima. La verdadera razón es que el operador no estaba realmente interesado en comprar las acciones sino por si aparecía un comprador de verdad (que canalizase capital hacia una empresa productiva). En ese caso, la orden oculta del operador de alta frecuencia le pondría primero en la fila para comprar nuevas acciones si otro inversor entrase en el mercado para vender esas acciones. La orden oculta permitía que un operador de alta frecuencia se colase en la fila y ganar las primas pagadas al primero.
Es decir, que esas órdenes tenían un diseño común para proporcionar una ventaja a los operadores de alta frecuencia a expensas de los inversores. Las órdenes estaban pensadas para que las transacciones "no" se llevasen a cabo o al menos para desincentivarlas (ponía trabas y obstáculos al inversor real).
Estas órdenes pretendían obtener información barata y sin riesgos del comportamiento y las intenciones de los inversores de los mercados bursátiles (aunque los operadores de alta frecuencia emitían el 99 % de las órdenes en el mercado de valores de EE.UU., solo realizaban el 50 % de las transacciones). Sus órdenes solo eran un medio para obtener información sobre los inversores corrientes.
La idea clave es que los operadores fantasma detectaban a un gran inversor interesado en comprar muchas acciones y se las ingeniaban para comprar esas acciones y venderlas más caras al interesado, que a veces era su propio cliente.
Sabiendo esto, los Maestros del Puzzle descubrieron nuevas formas de cómo los depredadores acechaban a sus presas y diseñaron una bolsa a prueba de las trampas de los operadores de alta frecuencia.
Había tres tipos de depredadores bursátiles que dependían de la alta velocidad:
1) El "ventajismo electrónico": obtenía información privilegiada sobre lo que el inversor estaba tratando de hacer en un mercado y ganarle la carrera hacia los siguientes (la razón por la que cuando un inversor compraba acciones en oferta y pulsaba el botón, desaparecía el precio y subía)
2) El "arbitraje con primas": se servían de la nueva complejidad para lograr apropiarse de los pagos ofrecidos por las bolsas sin llegar a proporcionar realmente liquidez que dichos pagos pretendían alentar.
3) "Arbitraje de mercado lento": Un operador de alta frecuencia era capaz de ver el precio de un tipo de acciones en un mercado y explotaba las órdenes de otros mercados antes de que éstos fuesen capaces de reaccionar el cambio. Compraban y vendían con ganancia antes de que los precios oficiales tuviesen tiempo a reaccionar.
Entre sus prácticas estaba la de emitir una "orden sonda" para descubrir la existencia de un gran comprador. Por eso, la lentitud no le aportaba información útil.
Una idea para acabar con estas prácticas perniciosas fue prohibir la "colocalización" (la ubicación física de sus servidores en el interior de las propias bolsas para obtener información de lo que ocurría en ellas antes que sus competidores). La idea del IEX era que cualquier demanda de acciones se pudiese satisfacer antes que los operadores de alta frecuencia tanto en esa bolsa como en las demás ya que a veces detectaban la señal de un inversor y se le adelantaban en otros mercados.
El plan del IEX, cuya sede estaría situada en Weehawken, fue alejar la bolsa lo más posible de los compradores con un fácil truco de James Cape: enrollar 60 kilómetros de cable de fibra óptica en una caja de zapatos y la luz daría vueltas y vueltas perdiendo valiosos milisegundos con el único propósito de ralentizar las órdenes de los operadores de alta frecuencia para que no pudiesen adelantarse a los inversores reales. De esta forma, se ralentizaba todo hasta los 350 milisegundos.
Con la apertura, el IEX apenas operó medio millón de órdenes. Los grandes bancos enviaban pequeños paquetes de cien acciones como cebo para los mercados para descubrir a los grandes compradores. Era imposible ver un escenario real de lo que ocurría hasta que un empleado exmilitar experto en códigos informáticos sugirió montar una "gran fotografía" de todo lo que pasaba para tener una visión global y ver los patrones de comportamiento. Así descubrieron nuevos patrones predadorios de los bancos que ni habían imaginado. Funcionaban así: un gran inversor (mutua o fondo de pensiones) decide llevar a cabo una gran inversión y se pone en contacto con alguna gran entidad corredora de la bolsa para comprar mil acciones por 82,95-82,97 dólares. Luego, un broker ponía a prueba el IEX con una orden de compra de 100 acciones para ver si el IEX era vendedor y si lo era lo evitaban. Las microórdenes lo que estaban haciendo era aumentar el precio de la acción a expensar del inversor que las demandaba. Detrás había malas intenciones para impedir toda transacción realizada fuera de sus propias plataformas opacas. Era una búsqueda de acciones poco honesta por su insólita esquivez. En sus plataformas, los grandes bancos ganaban más dinero vendiendo el derecho a los operadores de alta frecuencia para que explotasen las órdenes existentes en ellas y para aumentar artificialmente el volumen de transacciones por cuestiones de imagen (y así dar mala imagen al IEX).
Tras la apertura del IEX, los clientes empezaron a quejarse de que los bancos no estaban siguiendo las instrucciones de sus clientes de enviar sus órdenes al nuevo mercado o solo lo hacían el 10 % de los casos. Goldman Sachs puso como excusa que tenían miedo de ordenar a su sistema informático que hiciese algo que nunca antes había hecho (porque en el 2013 su ordenador hizo unas transacciones demenciales y embarazosas) que le costaron cientos de millones de dólares). O decían a los inversores que era muy lento porque tenía un retardo de 350 milésimas de segundo (y, por tanto, peor), o difundían rumores.
Con el tiempo los inversores se dieron cuenta de que si la Bolsa era una fiesta, ellos eran el ponche y los asistentes se divertían a su costa. Brad les reveló la verdad: "Cada vez que tiene lugar una transacción en el mercado, se crea una señal; en los 50 milisegundos que transcurren hasta que ésta se materializa, no ocurre nada, silencio total. Pero inmediatamente después tiene lugar un simple hecho, seguidamente una reacción masiva y a continuación una reacción a esa reacción: los algoritmos de los operadores de alta frecuencia ubicados en el otro lado de la operación están prediciendo lo que te dispones a hacer basándose en lo que acabas de hacer". A los 350 milisegundos, la orden de un inversor ya había desencadenado la locura entre los depredadores.
Con el tiempo el IEX probó con sus estadísticas que el volumen de sus transacciones era mayor y tenían cuatro veces la probabilidad de llevarse a cabo al precio que la mayoría consideraba justo. Los grandes bancos estaban saboteando el IEX o subían artificialmente los precios en 5 centavos en 222 milisegundos. Las operaciones tenían "contrapartidas" para exprimir a los inversores incluso a precios estables. La razón es que los bancos de Wall Street no estaban enviando las órdenes al resto de los mercados y se había creado una figura del intermediario en el IEX, algo que nadie contaba con ello.
Finalmente, Goldman Sachs aceptó entrar en el juego y el resto de los bancos comenzaron a enviar órdenes honestas.
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