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ÍNDICE Y TEMAS

lunes, 2 de diciembre de 2019

"Capital e ideología", de Thomas Piketty (2019)

Resumen del libro "Capital e ideología", de Thomas Piketty (2019)

Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/12/capital-e-ideologia-de-thomas-piketty.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, Economía, Economía Política, socialismo, desigualdad, impuestos, capitalismo, socialismo participativo, socialfederalismo

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Ficha técnica:

Título: "Capital e ideología"

Título original en francés: "Capital et idéologie"

Autor: Thomas Piketty

Fecha de edición: París

Editorial en español: Deusto, Editorial Planeta, Barcelona, 2019

Número de páginas: 1.247

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Biografía oficial del autor Thomas Piketty (hasta 2020)

Thomas Piketty (Clichy, Francia, 1971) es director de investigación en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), profesor en la Paris School of Economics, de la que fue su primer director, y codirector de la World Inequality Database (WID.world).

Tras doctorarse con apenas 23 años en la London School of Economics (LSE) bajo la dirección de Roger Guesnerie, ha sido profesor en distintas instituciones, entre las cuales la propia LSE y el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Es autor de decenas de artículos académicos en algunas de las publicaciones más prestigiosas, como American Economic Review, Journal of Economic Theory o Econometrica, así como numerosos libros, entre los que destaca El Capital del siglo XXI (2013), del que se han vendido más de 2,5 millones de copias en todo el mundo.

Ha recibido, entre otros, el Premio Yrjö Jahnsson (2013) de la Asociación Europea de Economía (EEA), ex aequo con la economista Hélène Rey, al economista menor de 45 años. El 1 de enero del 2015 rechazó la Legión de Honor otorgada por el Gobierno francés haciendo la declaración: "Rechazo esta nominación porque pienso que no es el papel del gobierno el decidir quién es honorable".

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Texto de la contraportada

"¿Cuál es el origen de la desigualdad?

Gracias al éxito cosechado por El Capital del siglo XXI (2013), Thomas Piketty ha podido acceder a fuentes fiscales e históricas que diferentes gobiernos se negaban a ofrecer hasta ahora. A partir del estudio de estos datos inéditos, el autor propone una historia económica, social, intelectual y política de la desigualdad, desde las sociedades estamentales y esclavistas hasta las sociedades poscoloniales e hipercapitalistas modernas, pasando por las sociedades colonialistas, comunistas y socialdemócratas.

De este análisis se desprende una conclusión importante: la desigualdad no es económica o tecnológica, es ideológica y política. Dicho de otro modo, las ideas y las ideologías cuentan en la historia. Para Piketty, el hilo conductor de la historia de las sociedades humanas (que es también la historia de la búsqueda de la justicia) no es la lucha de clases, como defendían Marx y Engels, sino la lucha de ideologías. La posición social no basta para forjar una teoría de la sociedad justa, de la propiedad justa, de la fiscalidad justa o de la democracia. Nadie tendrá jamás la verdad absoluta sobre estas cuestiones.

Thomas Piketty se muestra convencido de que es posible superar el capitalismo y construir una sociedad justa basada en el socialismo participativo y en socialfederalismo y expone su propuesta en esta ambiciosa obra".

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ÍNDICE

(resumido)

Introducción

¿Qué es una ideología?
Las fronteras y la propiedad
Tomarse la ideología en serio
Aprendizaje colectivo y ciencias sociales
Las fuentes utilizadas en este libro: desigualdades e ideologías
El progreso humano, el regreso de las desigualdades y la diversidad del mundo
El regreso de las desigualdades: primeras referencias
La curva del elefante: debatir serenamente sobre la mundialización
Sobre la justificación de la desigualdad extrema
Aprender de la historia, aprender del siglo XX
Sobre la glaciación ideológica y las nuevas desigualdades educativas
El regreso de las élites múltiples y las dificultades para una condición igualitaria
replantearse la propiedad justa, la educación justa, las fronteras justas
La diversidad del mundo y la evolución a largo plazo
Sobre la complementariedad entre el lenguaje natural y el lenguaje matemático
Estructura del libro

PRIMERA PARTE
Los regímenes desigualitarios en la historia

1. Las sociedades ternarias: la desigualdad trifuncional
2. Las sociedades estamentales europeas: poder y propiedad
3. La invención de las sociedades propietaristas
4. Las sociedades propietaristas: el caso de Francia
5. Las sociedades propietaristas: casos europeos

SEGUNDA PARTE
Las sociedades esclavistas y coloniales

6. Las sociedades esclavistas: la desigualdad extrema
7. Las sociedades coloniales: diversidad y dominación
8. Sociedades ternarias y colonialismo: el caso de la India
9. Sociedades ternarias y colonialismo: casos euroasiáticos

TERCERA PARTE
La gran transformación del siglo XX

10. Las crisis de las sociedades propietaristas
11. Las sociedades socialdemócratas: la igualdad inconclusa
12. Las sociedades comunistas y poscomunistas
13. El hipercapitalismo: entre modernidad y arcaísmo


CUARTA PARTE
Repensar las dimensiones del conflicto político

14. Las fronteras y la propiedad: la construcción de la igualdad
15. La "izquierda brahmánica": las nuevas divisiones euroamericanas
16. Social-nativismo: la trampa identitaria poscolonial
17. Elementos para un socialismo participativo en el siglo XXI

Conclusión
La historia como lucha de ideologías y búsqueda de la justicia
Sobre las limitaciones de adoptar una mirada desoccidentalizada
Sobre el papel cívico y político de las ciencias sociales

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RESUMEN

Comentarios iniciales: El autor Thomas Piketty obtuvo un gran éxito con El Capital en el siglo XXI, donde estudiaba cómo los rentistas habían ampliado su riqueza a un ritmo mayor que la gente que solo obtenía ingresos de su trabajo, de forma que al final los rentistas obtenían grandes fondos derivados de los intereses y de las herencias, pues el capital se reproducía y se perpetuaba a través de las mismas generaciones. Esa concentración de riqueza ocurrió durante la Belle Epoque (1880-1914) y después a partir de 1989 a 2008, cuando se concentraron inmensas fortunas en pocas manos. Su propuesta es limitar el dinero obtenido de las herencias. En el siguiente libro, Capital e Ideología, propone modos sensatos de redistribuir las riquezas (aplicando impuestos del 80 % a los más ricos, como ocurrió entre 1945 y 1980, antes de la revolución conservadora y de la globalización) para evitar una nueva concentración de capital como la de la Belle Epoque, pues esta genera desigualdad que pueden derivar en conflictos de pobres contra una minoría ultrarrica que se ha enriquecido con la globalización. Su tesis es que desde hace 30 años está aumentando la desigualdad.

El autor arranca el libro explicando cómo se mide la desigualdad a través de percentiles (el 10 % más pobre, el 10 % más rico, o el 1 % más rico), pues cree que ese método refleja mejor la realidad que recurrir a las clásicas divisiones de clases: alta, media, baja. Critica el índice de Gini pues técnicamente deja aspectos sin resolver.

Otro concepto técnico que maneja es la llamada "Curva del elefante" que explica los efectos de la globalización en el crecimiento económico a nivel mundial: mejoran los ingresos de la cola (el 10 % mas pobre mejora su condición, hay un gran sector de pobres que también mejoran (el lomo del elefante), pero la clase media se hunde (la cabeza del elefante) y el 1 % más rico dispara sus ganancias (la trompa alzada del elefante)

Divide su obra en cuatro parte: las primeras son históricas y estudia desde el Antiguo Régimen (Francia tenía concentrada la riqueza en el 2 % de la población y España en el 5 %) hasta la era del hipercapitalismo del siglo XXI. En las dos últimas partes propone ideas de redistribución de la riqueza.

Este es su plan de trabajo que sirve como mini-resumen exprés

Capítulo 1
Introducción general al estudio de las sociedades ternarias, o trifuncionales; esto es, sociedades organizadas en torno a tres grupos funcionales (clero, nobleza y pueblo llano)

Capítulo 2
Analiza el caso de las sociedades estamentales europeas, basadas en el equilibrio de legitimidades entre las élites intelectuales y militares y en formas específicas de propiedad y de relaciones de poder.

Capítulo 3
Estudia el nacimiento de las sociedades propietaristas a partir de la ruptura emblemática que supuso la Revolución francesa, que intentó establecer una separación radical entre el derecho de propiedad (supuestamente accesible a todos) y los poderes soberanos (monopolio del Estado desde entonces) y que en el camino tropezó con la cuestión de la desigualdad y su persistencia.

Capítulo 4
Analiza el desarrollo de una sociedad propietarista hiperdesigualitaria en la Francia del siglo XIX hasta la primera guerra mundial.

Capítulo 5
Estudia diferentes casos de transición entre las lógicas trifuncionales y las lógicas propietaristas en Europa, prestando especial atención al Reino Unido y Suecia. Dice que los datos evidencian la importancia de las movilizaciones colectivas y de los cambios políticos e ideológicos en la transformación de los regímenes desigualitarios.

PARTE 2

Capítulo 6
Se ocupa de las sociedades esclavistas, que constituyen la forma histórica más extrema de desigualdad, centrándose en la abolición de la esclavitud durante el siglo XIX y en las formas de compensación a los propietarios de esclavos a los que dio lugar. Añade que dichos episodios ilustran la casi sacralización de la propiedad en la época, en donde ha surgido el mundo actual.

Capítulo 7
Estudia la estructura de las desigualdades en las sociedades coloniales postesclavistas, que también ha dejado profundas huellas en la estructura de la desigualdad contemporánea, tanto entre países como en el interior de ellos.

Capítulos 8 y 9
Examinan cómo las potencias coloniales y propietaristas europeas alteraron la evolución de las sociedades trifuncionales no europeas y estudia el caso de la India (donde quedó una huella duradera) y China, Japón e Irán.

PARTE 3

Capítulo 10
Analiza la caída de las sociedades propietaristas del siglo XX, como consecuencia de las dos guerras mundiales, de la crisis de la década de 1930, del comunismo, de la independencia de las antiguas colonias, y, principalmente, de movilizaciones colectivas e ideológicas (socialdemócratas y sindicales, en gestación en el siglo XIX) en favor de un régimen desigualitario más justo que el propietarismo.

Capítulo 11
Estudia los logros y las limitaciones de las sociedades socialdemócratas tras la segunda guerra mundial; en particular, analiza sus propias dificultades para definir qué entienden por propiedad justa, para hacer frente a la desigualdad del sistema de educación superior y para extender la cuestión de la redistribución a escala transnacional.

Capítulo 12
Examina las sociedades comunistas y poscomunistas en sus variantes rusa, china y de Europa del Este, así como la contribución del poscomunismo a alimentar las derivas desigualitarias e identitarias recientes.

Capítulo 13
Pone en perspectiva el actual régimen hipercapitalista mundial, entre lo moderno y lo arcaico, e insiste en su incapacidad para darse cuenta de la magnitud de la crisis desigualitaria y medioambiental que socava sus propios cimientos.

PARTE 4

Capítulo 14
Analiza las condiciones históricas que definen la aparición y posterior desaparición de una coalición electoral igualitaria (un programa redistributivo lo suficientemente convincente como para reunir a clases populares originarias de diferentes lugares), comenzando por el caso francés.

Capítulo 15
Muestra cómo el proceso de desagregación-gentrificación-brahmanización de la coalición socialdemócrata de posguerra se produjo tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, lo cual sugiere la existencia de causas estructurales comunes.

Capítulo 16
Extiende ese análisis a otras democracias electorales occidentales, a Europa del Este, India y Brasil. Estudia la formación de una verdadera trampa social-nativista a comienzos del siglo XXI e insiste en la forma en que las derivas identitarias se alimentan de la ausencia de una plataforma igualitaria e internacionalista bastante fuerte como para actuar de contrapeso, es decir: de un federalismo social real y creíble.

Capítulo 17
Expresa el boceto de un socialismo participativo para el siglo XXI. Se pregunta qué formas podría adoptar una propiedad justa, con dos pilares: un reparto real del poder y de los derechos de voto en las empresas, capaz de institucionalizar la propiedad social y de ir hacia la cogestión y la autogestión. También poner un impuesto fuertemente progresivo sobre la propiedad que permita financiar una dotación de capital a cada joven adulto e instaurar una dotación de capital a cada joven adulto e instaurar una forma de propiedad temporal y de circulación permanente del patrimonio. Otra idea para garantizar la justicia educativa y la justicia fiscal es hacer más transparencia y control por los ciudadanos. Además, busca las condiciones para una democracia justa y unas fronteras justas. 
Según Piketty, la clave es montar una organización alternativa de la economía mundial que permita desarrollar nuevas formas de solidaridad fiscal, social y medioambiental que reemplace los tratados de libre circulación de bienes y de capitales que hacen ahora las veces de gobernanza mundial.


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RESUMEN B

Sociedades propietaristas en el siglo XIX 
El autor Thomas Piketty arranca el libro explicando en qué consisten las sociedades propietaristas. Se trata de rentistas que acumulan grandes riquezas generando una desigualdad extrema. Pone como ejemplo la Belle Epoque francesa (1880-1914), en la que una pequeña minoría llegó a ser propietaria de la gran parte de los inmuebles de Francia, de los que extraían enormes rentas en alquileres o en inversiones en bonos del Estado. Esta desigualdad extrema se redujo con las guerras europeas (entre 1914 y 1945), tras lo cual surgió una sociedad más igualitaria (los trabajadores accedieron a la propiedad y además tuvieron mayores ingresos y seguro de desempleo, educación y sanidad).

Explica que hay una relación entre la propiedad y la ideología ya que la mayoría de las leyes de las sociedades propietaristas van enfocadas a la conservación y aumento de la riqueza de los propietarios, que a su vez están sobrerrepresentados en el poder estatal, medios de comunicación, iglesia y ejército. De esta forma, su poder y riqueza se perpetúa a través de dicha ideología, la cual defiende que los dueños de inmuebles y valores y rentas tienen que abonar pocos impuestos. Es una tendencia que se repite desde la época feudal (con una minoría aristocrática que no paga impuestos directos al rey) y luego en la Francia del siglo XIX, donde se alcanzó una desigualdad extrema que desembocó en dos guerras mundiales. Tras un breve paréntesis en el siglo XX, entre 1945 y 1970, donde hubo un auge de la clase media, la ideología propietarista ha vuelto por sus fueros, de ahí los numerosos partidos que proponen más rebajas para los más ricos, que a su vez concentran mayor riqueza, lo que se ha llamado el 1 % o el 0,01 %. Para sustentar el crecimiento de sus riquezas, los propietarios hacen campañas que favorecen las ideas de bajos impuestos para los más ricos. El autor advierte de que la alta concentración de riqueza en pocas manos en el siglo XXI guarda paralelismos con la Belle Epoque (1880-1914) [nota del autor: sociedad que queda reflejada en el hundimiento del Titanic (se salvaron los pasajeros de primera clase y se murieron los de tercera)].

El autor explica que las actuales desigualdades del mundo globalizado del siglo XXI se pueden reflejar en un gráfico con forma de elefante. La espalda estaría formada por los más pobres del mundo (África), el lomo por las clases ascendentes de Asia que salieron de la pobreza, la frente y parte de la trompa que desciende de las clases medias europeas y americanas golpeadas por la crisis y la globalización (los perdedores de la globalización y votantes de Trump) y, finalmente, la trompa alzada (el 1 % más rico que todavía se ha hecho más rico con la globalización).

La caída del régimen feudal

Piketty comienza estudiando la situación previa a la Revolución Francesa, una sociedad feudal dividida en tres estamentos (nobleza, clero y plebe), cuyo reparto de poder y pago de impuestos era muy distinto (pues la plebe pagaba el 10 % de sus cosechas o diezmo a la iglesia y la "corvea" o trabajo gratis a los señores feudales, los cuales estaban exentos de impuestos directos).

El autor compara la composición de la aristocracia y el clero en España, Portugal, Francia e Inglaterra desde 1600 a 1800, en el Antiguo Régimen. Lo que se desprende de esta evolución de dos siglos es que mientras en Inglaterra (a raíz del surgimiento del anglicismo de Enrique VIII y la expropiación de los bienes de la iglesia) el clero disminuyó a mínimos del 5 % en España llegó a alcanzar el 20 %. En cuanto a la aristocracia, había mayor porcentaje en España (a causa de la hidalguía o nobleza menor) mientras que en Francia e Inglaterra eran el 5 % o menos (esto se debe a que la población se disparó en varios millones en el siglo XVIII mientras que la aristocracia no se reprodujo al mismo ritmo). El resultado es que la nobleza cada vez se hizo más minoritaria pero concentró mucho más poder en Francia, donde casualmente estalló la Revolución cuando los Estados Generales quisieron repartir mejor los impuestos.

La Revolución Francia, a pesar de los ideales de igualdad, no siguió a un reparto de tierras entre los desposeídos pues no hubo una reforma agraria seria y, además, se mantuvieron impuestos reciclados (como el del trabajo servil, reconvertido en otro impuesto más). A finales del siglo XIX, la supuesta igualdad seguía sin producirse, ya que la mayoría de los inmuebles de París pertenecían a una pequeña clase adinerada. El resto de los ciudadanos tenían que alquilar. De ahí que el autor recuerde frases de clásicos franceses en los que el protagonista aspiraba a acumular una fortuna y vivir de rentas. Piketti cita a Jane Austen en "Orgullo y Prejuicio", donde cita expresamente la cantidad de dinero  necesaria para vivir de rentas (10.000 libras anuales) una familia en el campo inglés de forma holgada. Por tanto, el siglo XIX fue el de la acumulación de patrimonio para luego vivir de rentas (acciones, bonos del Estado, fincas, alquileres de pisos).

El autor también aborda la cuestión de Irlanda, donde las tierras estaban en poder los señores ingleses, propietarios de grandes extensiones. La situación se agravó a mediados del siglo XIX cuando una plaga de la patata dejó a los irlandeses sin alimentos. Un millón de irlandeses emigraron a Estados Unidos y otro murió en la propia Irlanda, motivo por el que guardaron rencor a los latifundistas ingleses y a la metrópoli porque no acudió en su socorro y auxilio humanitario. Fue la base para la posterior independencia de Irlanda en 1921.


Esclavitud

El autor luego indaga en las economías esclavistas. Señala, por ejemplo, que en Haití-Santo Domingo el porcentaje de esclavos alcanzó el 90 %, por lo que se trata de la sociedad más desigualitaria que ha conocido el mundo, donde 10 % de la población era rica o tenía el poder y obtenía el 90 % de los ingresos (el 10 % restantes son gastos en manutención, comida, alojamiento y ropa de los esclavos). Hubo más revueltas de esclavos en otras islas pero solo triunfó la de Haití porque eran demasiados y los patrones ni siquiera vivían en la isla sino que recibían sus rentas en sus cómodas villas parisinas. Francia obligó a pagar compensaciones durante un siglo a Haití bajo la amenaza de una invasión si no pagaban. Terminaron de pagar las indemnizaciones en 1950, por lo que se considera que este factor fue el que lastró el crecimiento económico de la isla (así como el bloqueo francés) durante todo un siglo.

Piketti también aborda las distintas soluciones que adoptaron los países para erradicar la esclavitud, en concreto Inglaterra, Francia y Estados Unidos, y Brasil. En primer lugar, Inglaterra prohibió el tráfico intercontinental de esclavos después de 1800 y abonó indemnizaciones a los propietarios esclavistas mediante la emisión de bonos y deuda pública. Al final, fueron los contribuyentes los que costearon la supresión de la esclavitud en territorio británico al precio justo.

En el caso de Francia, se obligó a Haití a pagar por su libertad. Aunque la Revolución Francesa había abolido la esclavitud, Napoléon la restauró. Solo Haití se tomó en serio las proclamas de la igualdad entre los hombres. La Revolución Francesa estableció que todos los hombres eran iguales y libres pero los legisladores posteriores reconocieron que los dueños de las plantaciones habían comprado legalmente a sus cultivadores (a precios altos, pues un esclavo se amortizaba con diez años de trabajo: si facturaba 30.000 euros al año, valía 300.000 euros, a precios actuales. Eran muy caros y habría que reemplazarlos continuamente porque muchos morían durante el transporte o por el duro trabajo). Las demás islas de las Antillas y el Índico fueron liberadas décadas más tarde por el temor a las continuas rebeliones de los esclavos, y también se buscó un modo de que el Estado abonase una indemnización a los propietarios con dinero público.

En Estados Unidos, la esclavitud llegó a suponer el 30 % de la población en el Sur porque, tras el bloqueo de Inglaterra al tráfico de esclavos en el Atlántico, tuvieron que mejorar las condiciones de vida de los trabajadores forzados de las plantaciones, por lo que nacieron más bebés sanos, que heredaron la condición de esclavos de sus padres. El resultado fue que de un millón de esclavos en el siglo XVIII se pasó a 5 millones sin gastar un dólar en transporte en Estados Unidos, mientras que Francia apenas mejoró su población porque siguió con las malas condiciones en sus islas-plantación.

La razón de la guerra de Secesión en EE.UU. se debe a que, cuando el país se expandió hacia el Oeste, Washington quería que esos estados no fuesen esclavistas, por lo que el Sur temió convertirse en un estado tapón rodeado de santuarios para los esclavos fugitivos. Uno de los argumentos comunes en Francia es que los dueños de esclavos habían comprado legalmente a esos hombres y que tenían derecho a una compensación. Pero en Estados Unidos, compensar a los dueños de los plantaciones era impensable porque había millones de esclavos, el precio sería astronómico e inviable. Tras la Guerra de Secesión, se abolió la esclavitud y el Norte, con más población, se impuso al Sur.

Había legisladores que comparaban las plantaciones esclavistas con la sociedad industrial: mientras los esclavos tenían cubiertos todos sus gastos de por vida, alojamiento y jubilación, el proletario industrial era despedido una vez que dejaba de tener valor para el patrón y, además, no tenía un seguro de protección en la vejez.

En Brasil, el emperador portugués siguió con el negocio de esclavos hasta finales del siglo XIX pero estableció un sistema de abolición progresivo: los hijos de los esclavos nacerían libres y los ancianos mayores de 60 años serían también libres (una especie de jubilación).

Sociedades coloniales

Posteriormente, el autor analiza las sociedades coloniales. En este caso, la "corvea" o trabajo gratis sería una forma de que las sociedades colonizadas pagasen sus contribuciones a la metrópoli. Todo estaba montado para que las grandes metrópolis (Londres y París) recibiesen continuos ingresos y materias primas para su industria, lo cual enriquecía aún más a los inversores y rentistas. Por contra, las sociedades colonizadas apenas obtenían beneficios (las modernas líneas ferroviarias estaban trazadas para la extracción y cargamento de materias primas en función de los intereses de la metrópoli). En el caso de la India, se aprovechó el hecho de que el país ya estaba dividido en castas.






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