Resumen del libro "Domesticados", de Alice Roberts (2017)
Resumen original y actualizado del libro:https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/12/domesticados-de-alice-roberts-2017.html
Resumen elaborado por E.V. Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, historia de la Humanidad, evolución,
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Ficha técnica:
Título: "Domesticados"
Subtítulo: "Las diez especies que han cambiado la historia"
Título original: Tamed
Autora: Alice Roberts
Fecha de publicación: 2017
Publicación en español: Seix Barral, Planeta de libros, Editorial Planeta, Barcelona, 2019
Número de páginas: 476
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Biografía oficial de Alice Roberts (hasta 2019)
Alice Roberts es antropóloga, escritora y divulgadora científica, además de profesora en la Universidad de Birmingham. En 2001 debutó en televisión, y desde entonces ha colaborado regularmente con la BBC2 en programas como The Incredible Human Journey, Origins of Us y Ice Age Giants, así como en varios documentales para la serie Horizon, como Are We Still Evolving, What Makes Us Humans e Is your Brain Male or Female?
Alice Roberts es autora de siete libros de divulgación científica, entre los que destacan The Incredible Unlikeliness of Being, finalista del Wellcome Trust Book Prize en 2015, y Domesticados (Seix Barral, 2019) elegido uno de los libros del año, según The Economist y Mail On Sunday.
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Texto de la contraportada
"Durante cientos de miles de años, nuestros antepasados dependieron de las plantas y de los animales salvajes para sobrevivir, hasta que tuvo la mayor revolución de la historia: el hombre empezó a domesticar la naturaleza, a establecer con ella una relación más profunda. Una transformación fundamental que prendió la llama de lo que hoy consideramos civilización".
"A partir de los últimos descubrimientos en arqueología y genética, la antropóloga y divulgadora Alice Roberts nos ofrece en este ensayo la biografía íntima de aquellas especies que se han convertido en nuestros aliados, como el perro, el caballo, la gallina, el trigo o el maíz. Y nos ofrece una nueva forma de vernos a nosotros mismos porque ellas, a su vez, fueron responsables de nuestra domesticación".
"Elegido por The Economist y Mail On Sunday como uno de los mejores libros del año, Domesticados es "una excelente puerta de entrada para todo aquel que quiera entender nuestra historia" (The Guardian) y "una obra maestra de la mejor literatura científica" (Brian Cox). "Épico y adictivo, desde ya un referente" (Adam Rutherford). "Una mirada a la humanidad repleta de anécdotas del pasado y del presente" (BBC Wildlife Magazine).
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ÍNDICE
1. El perro
2. Trigo
3. Reses
4. Maíz
5. Patatas
6. Gallinas
7. Arroz
8. Caballos
9. Manzanas
10. Humanos
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RESUMEN
Comentarios iniciales: La autora hace un repaso a la domesticación de los animales para ver cómo estos fueron adaptados en una evolución productiva, siendo el último capítulo el más cínico, en el sentido de que los humanos también fueron domesticados (se supone que por los poderes y autoridades a lo largo de la historia para hacerlos más dóciles, al igual que el ganado) o bien la especie se domesticó a sí misma para mejorar los caracteres genéticos que favorecen la socialización y la cooperación (mansedumbre, eterna juventud, ganas de aprender, pacífico, amigable). También hace un alegato a proteger las especies silvestres como vivero de genes que pueden ser necesarios contra la sequía o plagas. "Seguimos necesitando que los Vavílov, Forsline y Juniper viajen a los antiguos lugares de origen, los bosques silvestres, y regresen con sus preciosas muestras", dice la autora. "Es posible que en la naturaleza salvaje existan las respuestas genéticas a algunos desafíos que afrontan nuestros horticultores o problemas que aún no han ocurrido", dice.
La autora menciona un estudio realizado por el experimentador ruso Beliáyev que seleccionó en cada generación al 10 % de los zorros plateados más mansos para ver los efectos: 25 generaciones después, los zorros plateados tenían rasgos infantiles de cachorrito, eran muy mansos y confiados. Habían evolucionado hacia una especie genéticamente domesticada. El propio Darwin recurrió a poner ejemplos de domesticación en su libro El origen de las especies porque sabía que la crianza selectiva artificial todo el mundo la entendía y era una prueba de la mutabilidad de las especies de forma natural. Sugirió que los animales domésticos podían tener ancestros múltiples por hibridación. Por su parte, Vavílov predijo que la mayoría de las especies domesticadas parecen tener un centro de origen geográfico único y concreto.
Las primeras civilizaciones de la Media Luna Fértil cultivaron lentejas, guisantes, garbanzos y yeros, junto al farro, la escaña y la cebada. Los granjeros del valle del Yangtsé cultivaron soja y alubias adzuki junto al arroz (Oryza sativa) y mijo. En África occidental cultivaron alubias de Egipto y alubias carilla, mijo perlado, mijo de dedo y el sorgo hace entre 3.000 y 5.000 años, así como el arroz africano (Oryza glaberrima). En América, judías comunes (alubias y frijoles), habas de Lima y maíz.
Respecto al arroz, hay diferencias genéticas entre el arroz africano y el asiático porque los agricultores lo seleccionaron en función de la resistencia del tallo. Al mezclar el arroz asiático y el africano (resistente a las sequías) surgió el proyecto Nerica (híbridos que producen mayores cosechas, con más proteínas y más resistentes a las sequías), aunque algunos se quejan de que es una solución impuesta a los agricultores pobres. Esto da lugar a volver al problema del arroz dorado ( genéticamente modificado para producir betacaroteno, precursor de la vitamina A) por la industria tecnológica (en alusión a Monsanto). La crisis de las vacas locas (EBB) puso en cuarentena a los alimentos transgénicos.
Alice Roberts arranca su libro con la domesticación del perro, que desciende del lobo y que debido a los cruzamientos del siglo XIX ha evolucionado en un amplio abanico de numerosas razas distintas. Cree que, durante la prehistoria, hubo diversos cruzamientos con el lobo para adquirir algunas de sus características (pues estos también tienen algunos marcadores comunes). Una de las discusiones sobre la domesticación del mejor amigo del perro es cuándo comenzó a convivir con los humanos: el ADN revela que pudo ser hace 30.000 años o incluso antes de lo que se piensa.
Sigue después con el trigo, del que dice que su origen está en Oriente Medio, más o menos entre Siria, Turquía e Irak, donde todavía es posible hallar las plantas originarias. Lo sorprendente es que estas plantas originarias también aparecen en la Inglaterra prehistórica, señal de que tenía que haber un comercio previo. El grano raquítico fue cada vez más grande por distintas evoluciones lo mismo que el tallo que lo sostiene para hacerlo más resistente
En el tercer capítulo aborda las reses, de forma que las vacas fueron adaptadas para producir leche. El centro original de domesticación lo sitúa en Oriente Próximo.
El cuarto capítulo aborda la historia del maíz y su introducción como cultivo global. La razón de su éxito como cultivo estriba en que las tribus amerindias (mayas, aztecas, nativos norteamericanos) ya habían domesticado el maíz para adaptarlo a distintos climas. Esa fue la razón por la que en Europa, en los trópicos o en China creció perfectamente sin apenas adaptaciones. Señala que el origen del maíz es el teosinte del valle del Balsas y que luego el maíz derivó en tres tipos americanos que se adaptaron a las distintas latitudes.
En cuanto a la patata, esta planta americana no fue tomada muy en serio por los botánicos europeos (aunque llamó la atención en Bélgica y Francia) hasta que sus cosechas de tubérculos se convirtieron en un alimento de reserva para los países más pobres, lo que permitió expandir la población.
Respecto a los cerdos, señala que se originaron en Anatolia pero se cruzaron con los jabalíes a medida que se propagaban por Europa.
Sobre los caballos, estos se entrecruzaron con sus primos salvajes a medida que se alejaban de las estepas. Señala la autora que los ancestros de los caballos domesticados emergieron como linaje independiente hace 45.000 años tras separarse de los antepasados del caballo de Przewalsky (animal de Mongolia que se extinguió en estado salvaje hasta que fue criado en zoos y reintroducido). El punto más alto de entrecruzamiento de genes fue durante el Último Máximo Glacial, hace 20.000 años. Luego, en el siglo XX hubo un intercambio genético a la inversa. La evolución del caballo, que se sitúa en las estepas de Kazajistán, puede seguirse arqueológicamente a través de los "kurganes" o túmulos funerarios, mazas de piedra con forma de caballo y un idioma protoindoeuropeo a medida que los jinetes y pastores (la cultura de Botai) avanzaban sobre Europa hace 6.200 años. La cultura yamnaya dejó en sus fosas fúnebres restos de carromatos. Hace 5.000 años se expandieron hacia el Danubio y China hasta la última invasión mongol del siglo XIII. Dejaron en Europa palabras como nutria, lobo, ciervo rojo, abeja, miel, res, oveja, cerdo, perro y caballo, rueda, eje, carromato
En cuanto a las gallinas, tienen patas amarillas, un rasgo que adoptaron las gallinas ancestrales que se entrecruzaron con los gallos grises en el sur de Asia.
En el capítulo de la manzana, la autora recuerda que hay ADN de variedades domesticadas en los genomas de manzanos silvestres. Dice que los manzanos todavía conservan el recuerdo de su origen en aquellos huertos silvestres de las laderas de las montañas de Tian Shan, pero su composición genética tiene más de manzano silvestre europeo de fruto amargo. Recuerda que las manzanas (cuyas semillas deben ser tragadas para germinar mejor y que por eso tienen un sabor deliciosos para los osos, los caballos y los humanos) son un ejemplo del corredor euroasiático de las estepas. Cree que los yamnayas, que construían kurganes como tumbas, introdujeron el estilo de vida pastoril en Tian Shan y Altái. Con la manzana emigró la palabra que la designaba (abol, malo y samlu, amarna o amalna, y luego derivó al griego en melon y al latín en malum, y apfel, avall (la isla de Avalón)). Se cree que la manzana de Adán y Eva (el tappuah) no era una manzana.
Dado que el manzano es difícil de domesticar los agricultores y los horticultores la tienen que clonar desde hace 6.000 años en Oriente Próximo (al igual que higueras, vides, granados y olivos a partir de esquejes, lo mismo que el dátil). Sin embargo, los perales, ciruelos y manzanos eran menos maleables por lo que se trasplantaron ramas.
A partir del siglo XIX y XX las manzanas se redujeron a unos pocos nombres comerciales: McIntosh, cox orange pippin, egremont russet, golden delicious, ambrosia, braeburn, gala (1970) y jazz (NZ, 2007).
Señala que el progenitor original de los manzanos de cultivo es el Malus sieversii y los primeros manzanos domesticados datan de entre 4.000 y 10.000 años pero el "malus sylvestris", el manzano silvestre europeo, ha dejado mayor impronta genética). El problema es que ahora hay muchos clones de manzanas y eso hace que la especie esté "gravemente amenazada" por las alteraciones del entorno, nuevos patógenos o el cambio climático. Por eso, recomienda mantener una reserva saludable de manzanos silvestres por si hace falta (cita que los manzanos silvestres de Kazajistán no son afectados por el cancro ni la roña, son inmunes y resistentes a la sequía).
El capítulo más interesante es el último, el dedicado a los humanos. Señala que los Homo Sapiens emigraron desde África hacia Oriente Medio, Europa, Asia y Oceanía y que, en su camino, se cruzaron genéticamente con los neaderthales y con los devisonianos. Hoy, un europeo tiene un 2,5 % de sus genes neaderthales, no hay un sapiens "puro". "Al desplazarse por el mundo y colonizar nuevos territorios, nos hemos entrecruzado con nuestros parientes "salvajes", igual que hicieron los caballos, reses, gallinas, manzanas, trigo y arroz".
Además, la autora señala cómo los cazadores-recolectores humanos al domesticar al perro pudieron perseguir a los mamuths y luego iniciar la invasión paleolítica de los terrenos helados del norte de Europa, cómo al domesticar al trigo o la soja y el arroz las poblaciones agrícolas que desarrollaron la revolución neolítica tuvieron una importante reserva alimenticia que les permitió crear grandes comunidades y desplazar a los cazadores-recolectores de Europa, y finalmente, la domesticación del caballo llevó a que los jinetes yamanas (pueblo de la estepa) a conquistar toda la Europa neolítica hace 5.000 años e imponer su cultura de grandes túmulos de piedra y la cultura del caballo.
La autora dice que los humanos suponen una amenaza para la biodiversidad y la obligación moral es equilibrar la necesidad de alimentarse y vestirse con la de preservar a las demás especies, las domesticadas y las salvajes. Recuerda que el primer hallazgo de un neandertal está en la cantera de Forbes, en la cara norte del Peñón de Gibraltar, en 1848, que sería denominado Homo Calpicus pretérito (de Calpe) aunque luego se identificó otro en la gruta de Feldhofer, en el valle de Neander, cerca de Düsserlforf.
La autora explica, además, cómo la especie humana es híbrida y mutante y se ha ido "domesticando" a sí misma, lo mismo que hizo con los animales, a los que le imprimió rasgos genéticos más suavizados e infantiles (los adultos aparentan mayor juventud) y mayor docilidad y mansedumbre, así como mayor socialización. Sostiene que, al igual que el experimento del zorro plateado que cada vez es más manso, cada generación se ha vuelto menos violenta que la anterior y eso se nota a nivel genético: cráneos más planos y menos amplios o rudos con frentes lisas frente a las toscas de los nedeartales, incisivos suavizados (ya no hay colmillos), crianza más larga (más época de cachorros). El resultado es que los humanos se han vuelto más confiados y sociables frente a la natural desconfianza de los chimpancés al encontrarse con un congénere extraño. La agricultura ha generado humanos más mansos y este característica de sociabilidad ha sido seleccionada naturamente porque los violentos se han convertido en unos parias con menos oportunidades de reproducirse frente a otros que son más pacíficos, prosociales, no agresivos y cooperativos. El rasgo de la tolerancia social era necesario en poblados neolíticos muy densos (como el caso de los habitantes del poblado de casitas de adobe de Catal Hüyük, en la actual Turquía).
Entre los cambios genéticos experimentados desde el Neolítico está la tolerancia a la lactosa en los adultos europeos (pueden beber leche fresca sin sufrir problemas gastrointestinales), la asimilación de la vitamina D (tomando el sol), la piel más blanca en las latitudes del norte (De Suecia a Japón) para captar más luz,
La autora señala que el impacto de los humanos sobre el clima se remonta al Neolítico (hace 8.000 años, cuando cambió misteriosamente el patrón de ciclos predecibles de los niveles de dióxido de carbono y metano, lo que coincide con la intensificación de la agricultura y se despejaban los bosques, y retrasó la glaciación pero, dice la autora, "ahora hemos ido demasiado lejos, estamos presionando mucho por la Revolución Verde, que aunque incrementó la producción alimentaria no solucionó el hambre en el mundo porque no colocó la producción en el lugar adecuado, se tira un tercio de la comida, y la RV requiere mayor gasto energético y depende de los combustibles fósiles").
Dice que una solución para asegurar la alimentación podría ser la mejora genética (como el bt brinjal resistente a las plagas o el arroz dorado enriquecido con vitaminas), así como la edición genética y transgénica para adaptar especies al cambio climático. La autora cree que estos avances tecnológicos pueden quedar en pocas manos y poner en peligro la "soberanía alimentaria" frente a los pequeños agricultores que se quedan rezagados. "Existe el peligro de que las nuevas variedades de cultivos genéticamente modificados - por eficaces, robustos y resistentes a las enfermedades que sean- puedan simplemente reforzar las desigualdades que ya existen en los sistemas alimentarios globales, dejando una vez más en la estacada a los agricultores pobres", afirma la autora. Menciona la soja Roundup Ready, cuya segunda generación puede arrebatar el poder y capacidad de tomar decisiones a los granjeros.
La autora también se refiere al "síndrome de la domesticación".
Otra queja de la autora es que el ganado domesticado "representa una carga enorme para el planeta". Hay 7.000 millones de humanos y 20.000 millones de ganado doméstico que se come un tercio de las plantas que cultivamos. Propone dejar la carne de vacuno alimentado con pienso por otra de pastos o sustituirla por ave de corral, o incluso volverse vegetarianos a escala global. Propone la crianza al aire libre en pastos frente a la industrialización de granjas cárnicas que generan un estrés medioambiental (por el transporte de pienso, los llamados "kilómetros alimentarios"). Una propuesta es cercar tierras para intensificar la producción y dejar el resto en estado silvestre para la vida salvaje (agricultura orgánica que promueve la biodiversidad).
Recuerda que los parientes salvajes de nuestras especies domesticadas representan una inmensa variedad genética y fenotípica (y por ello hay que mantener el acceso al archivo silvestre). Su mensaje es que no hay que cuidar solo de las especies domesticadas y aliados sino de las criaturas salvajes con las que hay que aprender a vivir. Recuerda que todo está entretejido maravillosamente.
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