Resumen del libro “El dominio mental”, de Pedro Baños (2020)
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Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Sociología y Derecho
Sociología, política internacional, sociedad digital, geopolítica, psicología social
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Ficha técnica
Título: “El dominio mental”
Subtítulo: La geopolítica de la mente
Autor: Pedro Baños
Publicación: 2020, Ariel, Editorial Planeta, Barcelona, 2020
Número de páginas: 542
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Biografía oficial de Pedro Baños (hasta 2020)
Pedro Baños es coronel del Ejército de Tierra y diplomado del Estado Mayor, actualmente en situación de reserva. Ha sido jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo. Ha participado en misiones en Bosnia y Herzegovina (Unprofor, Sfor y Eufor), y es hoy uno de los mayores especialistas en geopolítica, estrategia, defensa, seguridad, terrorismo, inteligencia y relaciones internacionales. Es autor de Así se domina el mundo y El dominio mundial, ambos publicados por Ariel.
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Texto de la contraportada
“Qué es el dominio mental, para qué sirve y cómo se controlan las poblaciones. Tras los exitosos Así se domina el mundo y El dominio mundial, Pedro Baños dirige su atención a este nuevo libro a las técnicas que el poder utiliza para controlar todas nuestras emociones, porque quien consigue controlar nuestra mente controla el poder.
Con su reconocida amenidad y lucidez, Pedro Baños aborda en El dominio mental un perturbador porvenir – que en muchos sentidos, ya es plenamente actual – desde múltiples perspectivas: la manipulación cultural y psicológica, la (de)formación de las voluntades personales, el control de la información y también las posibilidades que se abren con la evolución de las neurotecnologías o la inteligencia artificial en todos los campos, incluido el militar. Además de combinar una rica divulgación con un abundante caudal de información puesta al día, esta obra se presenta como un claro aviso a navegantes, porque se trata, en palabras del propio autor, “de abrir los ojos para estar alerta. Solo si conocemos en qué consiste y cómo se consigue esta forma perfecta de dominación mental, tendremos la posibilidad de ofrecer cierta resistencia a ella y preservar nuestras libertades”. Aferrémonos, pues, a esa posibilidad porque todos – niños, adolescentes y adultos- estamos aún a tiempo de desintoxicarnos, de desengañarnos del dominio mental, utilizando el arma más potente de la que disponemos: pensar por nosotros mismos.
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ÍNDICE
Introducción
Manipular, un instinto básico
Vigilancia, el complemento necesario
Siguiente paso: manejar el cerebro
El potencial dominador de la neurotecnología
¡Abre los ojos!
La mente social
Existes, te entretienen
Sientes, te condicionan
Piensas, te manipulan
Te rebelas, te someten
La vigilancia mental
V de vigilancia: conocer para manipular
Por el dato los conoceréis
Vigilancia física
Cibervigilancia
Vigilancia social
No hagas el avestruz digital
La política mental
Tecnopopulismo posideológico
Totalitarismo democrático
Poca ilusión, mucho ilusionismo
Psicogobierno
En conclusión: renovarse o morir
A la caza del cerebro
Hoy, un cerebros menos nuestro
Mañana: adiós, cerebro, adiós
¡Peligro, no manipular!
La guerra mental
El nuevo campo de batalla mental
Por la (superioridad) de la mente
Contra la mente
En la mente
Con la mente
Las lecciones de la covid-19
El control social
El efecto nocebo
La nueva sociedad mental
¿Hacia dónde vamos?
¿Queda menos para el mundo feliz?
Apéndice
Técnicas de control de pensamiento
Meterse en cerebro ajeno
Neurotecnologías, control mental y derechos humanos
Control mental
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RESUMEN
El libro parece un poco más flojo que los dos anteriores porque apenas aporta pruebas ni datos que corroboren sus ideas aunque el autor aclara que intenta evitar terminología científica compleja para que lo entiendan mejor. Dice que estamos viviendo una moderna versión del libro Fahrenheit 451 (ya no se destruyen libros, los dejamos de leer). Entre las novedades, cuenta los experimentos que los distintos laboratorios militares están haciendo para "leer" los pensamientos y controlar o inducir la conducta mediante las ondas cerebrales y sistemas de microondas. También relata la existencia de novedosas armas sónicas (de ultrasonidos e infrasonidos).
Como se ha puesto de moda ahora, Baños intercala citas y frases de autores famosos con el desarrollo de un tema muy corto (parece un nuevo esquema que sale en varios libros como el de Niño-Becerra sobre “Capitalismo (1676-2065)” o “Down Lock” de Michael Morris).
Podría haberlo escrito uno de los muchos teóricos de la conspiración que buscan redes oscuras de control global. Pero lo novedoso del libro es que entra de lleno en la nueva sociedad de la minería de datos y de la manipulación de los consumidores. El autor dice que aunque no se vea algo (como el espectro electromagnético) puede estar ahí y ser muy real. Una vez que estamos informados de las diversas técnicas, procedimientos y estrategias de dominio mental “que sufrimos a diario, favorecido por las imparables innovaciones tecnológicas”, dice el autor, es más fácil identificarlas y detectar las artimañas psicológicas y abrir los ojos a tiempo para ser libres.
El autor dice que la geopolítica actual es un geopoder con ambiciones universales. La mejor forma de controlar a la población es actuar sobre la mente de las personas. “Lo creamos o no, existe todo un mundo de tácticas y estrategias, de trucos y engaños, perfectamente planificados, diseñados e implementados para conseguir el poder definitivo: el poder mental”.
Según dice, la conquista es virtual y remota, se realiza en la mente a través de Estados y por compañías como Google o Facebook. Como casi nadie se entera, no hay oposición y algunos hasta se subordinan con complacencia.
El autor expone distintas técnicas de manipulación como las “reality shows” o las series de televisión o la “obsolescencia percibida” (necesidad de renovar), el pago electrónico (alguien decidirá en lo que cada uno se gastará el dinero) o el miedo (para implantar medidas de seguridad). La vigilancia sería el complemento necesario (a través de los propios dispositivos móviles no hay escapatoria a la hipervigilancia) y, según el autor, en el futuro se manejará el cerebro (mediante la implantación de chips) a través de la “neurotecnología” y las tecnologías híbridas postdigitales (e incluso tecnologías posthumanas como la integración de la IA con la biología humana o los ciborgs). Habrá tres códigos: neurobiológico, informático (o tecnológico) y social (leyes) que estarán diseñados directamente desde las estructuras de poder con el objetivo de dirigir el comportamiento social. El problema es que los datos personales neuroinformáticos estarán pululando en el ambiente y alguien los podrá “hackear”.
Equipara el dominio mental al pensamiento único porque, según dice, la libertad de expresión no pasa por buenos momentos y se arriesga a una destrucción social. Según el autor, el próximo paso será “exterminar la libertad de pensamiento”. La tecnología puede emplearse para las curas de graves enfermedades pero también para el mal, avisa el autor. De una manipulación mental pasamos a otra cerebral.
Todo irá implantándose de forma sibilina, sin ruido, y el autor lo compara con la metáfora de la tranquila rana hervida (a fuego lento, que la adormece). Dice que la lenta deriva de la sociedad, los recortes de libertad y los atropellos a nuestra privacidad y valores se llevaron de forma subliminal y discreta”. Dice que todos estamos manipulados y el que diga que no, se equivoca. Estas campañas pretenden que nadie se dé cuenta del engaño: “Estamos antes una imparable guerra psicológica universal y constante de la que nadie se libra, se busca el aplanamiento de la sociedad, la norrnalización del silencio”.
Dice que la clave para conseguir el control mental de la población es entretener y distraer. Menciona muchas técnicas como los cotilleos, el fútbol, pan y circo, nada mejor que la televisión para distraer pues el 70 % de la población ve la tele cuatro horas al día, incluso con una supuesta “sincronización de ondas cerebrales”, el cine y las plataformas que eligen por nosotros lo que queremos ver y ejercen el “efecto Falcon Crest” para derribar muros de Berlín promoviendo el lujoso estilo de vida, deporte.
Por otro lado, el consumo de drogas que están aumentado según la ONU, los fármacos narcotizadores como antidepresivos causan efectos en la personalidad, las músicas que actúan sobre nuestras emociones y alterar nuestro estado mental, e incluso olores que condicionan*, sin olvidar el poder de las imágenes. También menciona la dieta sin proteína animal o vegana hace más influenciable a la gente y desaparece “agua virtual” (lo que consume el ganado o un cultivo) ).
*Menciona el libro de Marta Peirano “El enemigo conoce el sistema”.
También cita la infantilización de la sociedad. A ello se suma la manipulación que va desde la compra de pantalones vaqueros rotos o desgastados hasta acudir a la llamada de una guerra.
Entre los principios para manipular están el de repetición, la autoridad, el prestigio y la credibilidad lo son todo para condicionar. A ello se suman los medios de comunicación (y su “tendenciosidad”, dice). Menciona la “teoría del cultivo” (Gebner), en la que el telespectador es más proclive a percibir el mundo real como sale en las televisiones y el “establecimiento de agenda” (hablar de unas cosas e ignorar otras).
También añade la facilidad de manipular estadísticas, meter noticias de agencias sin cambiar una coma, hacer que los medios sean tutores sociales, autocensurarse o informarse en medios “on line” gratuitos que no dan calidad , la “sobreinformación” (crear confusión), la “verificación” de las noticias “falsas”, la desinformación en red (fake news y deep fakes creadas por “bots” programados o los algoritmos que generan filtros burbuja o cámaras de resonancia), la crisis del ahora (que anula el pensamiento crítico) y las narrativas indiscutibles (como la guerra y el estado policial que siguió al 11-S). También menciona la “artimaña del framing” (enmarcar una noticia para hacer entender hechos a la audiencia de forma determinada).
También habla del público como masa social manejada por el “neuromarkéting” (o cómo vender emociones) y aborda las trampas de la información digital (en concreto, la estafa de las “snack news” o pequeñas píldoras) o la “farsa” de los trending topic.
Posteriormente, habla de arquitectura e ingeniería social, que extrae datos que luego serán empleados en el proceso de remodelación de individuos y sociedades. Su obsesión es obtener datos masivos para tener el poder total. Dice que ya hay estados que usan datos extraídos ilegalmente de la digitalización de la información para llevar a cabo sus proyectos de transformación social.
La ingeniería y la arquitectura sociales funciona así, según el autor: escoger el objetivo humano, engañarlo, extraerle información, manipularlo y condicionar su actuación y comportamiento. “Millones de personas caen cada día en la trampa creada por un algún ingeniero social”, dice. La gente cree que su información no tiene importancia. Explotan vulnerabilidades como la ignorancia, la credulidad, el deseo de ser aceptado o sentirse útil, o cualquier sentimiento o debilidad, la dejadez y el descuido.
Luego pasa a desarrollar el “hackeo cognitivo” (procedimientos para alterar el comportamiento de las víctimas tras ganarse su confianza; cita los ataques semánticos). Entre los trucos psicológicos está el “sonsacamiento”, la programación neurolingüística (PNL) que usa el tono de voz o las pausas para saber lo que piensa el interlocutor. Menciona la “mnemónica” que consiste en manipular la memoria colectiva (se refiere a Singapur para crear unidad entre distintas etnias)
En posteriores capítulos aborda la vigilancia a través del big data y la cibervigilancia. Cree que es de inocentes pensar que no vas a estar localizado. Incluso el WhatsApp es sospechoso.
En posteriores capítulos examina el tecnopolismo posideológico (persuadir a la población para que apoye propuestas y acciones mediante mensajes personalizados en función de su mentalidad gracias a datos, algoritmos y narraciones. Las redes sociales estrechan las opciones. El autor proclama: “No podemos consentir que se haga política para los políticos en lugar de para el pueblo”.
Totalitarismo democrático: las dictaduras empleaban estos métodos: desinformación, intoxicación, propaganda, adoctrinamiento sociopolítico (lavado de cerebro e inculcación del programa político), legislación, censura previa, represión política y uso del espionaje masivo. En las democracias hay hipercontrol tecnológico, intolerancia de los (autodenominados) tolerantes, la normalización del silencio digital (cualquier cosa que se diga pueda ser delito), política paternalista, creación artificial de problemas, el Estado terapéutico (transformación psicosocial de la sociedad y crear ciudadanos emocionalmente débiles y creación de “espacios seguros” y victimización).
Psicogobierno: la idea es restar poder a las poblaciones más allá de la fachada de la democracia. Por un lado está el concepto de “panóptico” (de Bentham y Foucault) de dar la sensación de que todos estamos vigilados. Entre las técnicas están el “empujoncito” (nudge), que consiste en hacer un pequeño cambio para que la persona decida otra cosa [nota: Thaler se llevó el Premio Nobel de Economía por descubrirlo]. Otras técnicas son la treta psicológica (para que la población acepte el tutelaje del Estado), los actores psicosociales (medios, gabinetes).
Esto da lugar a una sociedad “psicorresignada”, en el que el autor dice que hay que “despedir” a los políticos mentirosos que no cumplen sus promesas como se haría con un director general inepto [nota del lector: ojo con este argumento tramposo, porque los gobernantes, a diferencia de los CEO, ocupan su cargo por la soberana voluntad del pueblo].
El autor dice que la sociedad debe reaccionar, renovar la democracia y no adormecerse.
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