Resumen del libro “Superpotencias de la inteligencia artificial”, de Kai-Fu Lee (2018)
Resumen original y actualizado en el
siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2020/03/superpotencias-de-la-inteligencia.html
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Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor
en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, inteligencia artificial,
nuevas tecnologías, China
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"DE ADAM SMITH A LA INFLACIÓN EN POSTPANDEMIA (1776-2023)"
por E.V.Pita (2023)
Link al compendio de resúmenes:
Descargar en PDF en este enlace:....................................................................................................................................................
Ficha técnica
Título: “Superpotencias de la
inteligencia artificial”
Subtítulo: China, Silicon Valley y el
nuevo orden mundial
Título original: “AI Superpowers”
Autor: Kai-Fu Lee
Editorial en español: Editorial
Planeta, Centro de libros PAFF, Barcelona, 2020
Número de páginas: 302
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Biografía del autor
Kai-Fu Lee es un empresario y escritor
estadounidense nacido en Taiwán, considerado uno de los mayores
expertos mundiales en inteligencia artificial. Graduado en
informática por la Universidad de Columbia, obtuvo su doctorado en
la Universidad Carnegie Mellon donde, como parte de su tesis,
desarrolló el que es considerado el primer sistema de reconocimiento
del habla independiente: Sphinx.
Ha trabajado para algunas de las
compañías más importantes del sector como Apple, SGI, Microsoft o
Google, donde desarrolló su carrera como presidente de la filial de
la empresa en China. En 2009 funda Sinovation Ventures, un fondo de
capital riesgo orientado al desarrollo de la próxima generación de
compañías chinas de alta tecnología.
Es autor de siete libros que se han
convertido en “bestsellers” y tiene más de 50 millones de
seguidores en las redes sociales.
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Texto de la contraportada
“Si los robots lo hacen todo, ¿qué
haremos nosotros entonces?
Esta fue la pregunta que le hizo un
niño de preescolar al reconocido experto en inteligencia artificial
Kai-Fu Lee y el libro que sostienes en tus manos es su respuesta.
Porque, cuando se trata de entender el
futuro de la inteligencia artificial, todos somos como niños
curiosos: llenos de preguntas que no podemos contestar e intentando
asomarnos continuamente al futuro. Todos queremos saber qué
significará la automatización de la IA para nuestros trabajos y
cómo afectará a nuestras metas en la vida.
Superpotencias de la inteligencia
artificial explora estas cuestiones y ofrece soluciones a los cambios
que traerá esta nueva era tecnológica, un futuro basado en
inteligencia artificial que ya está aquí y que debemos conocer si
queremos sobrevivir.
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Sinopsis
Texto de la solapa
Los grandes avances teóricos en
inteligencia artificial han producido aplicaciones prácticas que
están a punto de cambiar nuestra vida. La IA ya impulsa muchos de
nuestros sitios web favoritos, pero en los próximos años también
conducirá nuestros coches, gestionará nuestras carteras y fabricará
gran parte de lo que compramos.
En los últimos años, China se ha
convertido en una verdadera superpotencia de la IA y el único
verdadero contrapeso nacional a Estados Unidos en esta tecnología
emergente. Por ello, la forma en que estos dos países decidan
competir y cooperar podrían llegar a tener consecuencias dramáticas
para la economía y la gobernabilidad mundial.
En este libro, Kai-Fu Lee, uno de los
expertos más respetados en inteligencia artificial, nos advierte de
que, debido a estos progresos sin precedentes, tendrán lugar grandes
cambios en nuestra sociedad que acontecerán mucho antes de lo que
todos pensamos.
Uno de los campos en que los que la IA
tendrá mayor impacto será en el ámbito laboral. Superpotencias de
la inteligencia artificial nos ofrece un análisis de qué
profesiones se verán afectadas y en qué fecha, cuáles tendrán más
demanda gracias a la IA y cómo todo ello afectará a nuestra
economía.
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ÍNDICE
- El momento Sputnik de China
- Imitadores en el Coliseo
- El universo alternativo de internet en China
- Historia de dos países
- Las cuatro olas de la IA
- Utopía, distopía y la verdadera crisis de la IA
- La sabiduría del cáncer
- Un plan para la coexistencia del hombre con la IA
- Nuestra historia global de la IA
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RESUMEN
El autor Kai-Fu Lee inició su carrera
en IA en 1983 en el programa de doctorado en Carnegie Mellon y dice
que China se ha adelantado en la carrera de la inteligencia
artificial (IA) tras invertir miles de millones en esta tecnología.
El “momento Sputnik” fue cuando una máquina de Google le ganó
al campeón de Go chino de 19 años mediante un algoritmo que usa
aprendizaje profundo (“Deep Learning”). El juego del Go parecía
imposible de superar para la IA porque, a diferencia del ajedrez,
requiere millones de jugadas distintas, pues hay muchas
combinaciones. Este tipo de aprendizaje automático genera saltos
exponenciales que convierten al programa informático de IA en un
campeón de Go rápidamente. China comprendió de inmediato la
importancia de la IA e inició una carrera tecnológica que ha
situado al país en cabecera, mientras que Silicon Valley se ha
quedado atrás. En el 2016, ya había gigantes de la IA como Baidu.
Generalmente, el aprendizaje profundo consiste en que la máquina
examina millones de fotos de un gato hasta que lo reconoce (antes se
le pedía que detectase una raya y dos triángulos).
El autor cuenta como anécdota que él
siempre lleva a los visitantes a ver los relojes mecánicos de la
Ciudad Prohibida. Fueron introducidos por los jesuitas para
impresionar al Emperador pero luego los chinos hicieron otros modelos
más eficaces. Aunque tienen fama de copiar, en China se han creado
grandes conglomerados como WeChat Wallet, Tencent, Alibaba y otras
“startups”. El autor dice que ejerció de director en Google
China pero se dio cuenta de que la batalla estaba perdida y sus
imitadores eran más habilidosos y ágiles. Uno de los emprendendores
chinos más astutos es Wang Xing, que había sufrido una debacle con
Xiaonei (copia píxel a píxel de Facebook; y luego de Twitter) luego
dominó el panorama en un mundo en el que se disputaban todo Meituan
(la empresa de Wang, para grupos de cupones y ofertas del día),
Groupon-Tencent y otros gladiadores como Dianping (copia de Yelp) y
Nuomi (imitador de Facebook). Groupon vendía cupones de descuento en
EE.UU. Pero su verdadero estuvo en China.
Tras irse de Google China, el autor
fundó Sinovation Ventures. El político chino Guo Hong fue a verlo
en el 2010 y tras entender la potencialidad de la IA creó en el 2014
una Avenida de los Emprendedores e hicieron una calle peatonal en
Zhongguancun (un rincón de Pekín) que tenía mercadillos, tiendas
de electrónica y librerías en una zona llamada Sinovation Ventures
a través de subsidios de alquiler. Se promovió un “espíritu
empresarial e innovación masiva”. Se invirtieron en innovación
3.000 millones de dólares antes del 2014, la cifra se cuadriplicó a
12.000 en el 2014 y a 26.000 millones en el 2015.
El autor hace una importante distinción
sobre la recopilación de datos: búsquedas realizadas, fotos
subidas, vídeos de YouTube vistos, mensajes publicados que “gustan”
pero los chinos recopilan datos del mundo real: el qué, cuándo y
dónde de las compras físicas, las comidas, los cambios de imagen y
el transporte. El aprendizaje profundo solo puede optimizar lo que
puede “ver” a través de los datos y en China tiene muchos datos.
La razón del éxito de la IA en China
es que tiene acceso a datos masivos de 1.000 millones de ciudadanos y
ese torrencial de pruebas es un gran banco de pruebas para las
máquinas porque necesitan alimentarse de datos para elaborar
predicciones y probabilidades. Este análisis masivo no lo dispone
nadie más, que se sepa. La forma más fácil de recolectar datos es
a través de una aplicación llamada We Chat Wallet que funciona como
una navaja suiza pues le da al usuario un servicio completo de todo
lo que necesita: Facebook, WhatsApp, videollamada, central de pagos,
banca electrónica, comercio electrónico tipo Amazon, y otras
utilidades.
El autor añade que en Silicon Valley
ni siquiera han integrado Facebook con WhatsApp, porque, en su
opinión, van muy lentos. Eso se debe a que el espíritu de los
emprendedores de Silicon Valley es de tipo “filosófico” mientras
que los chinos son más prácticos y además son “gladiadores”
que no dudan en clonar empresas americanas que tienen éxito en las
redes sociales como Facebook, Amazon o WhatsApp. El autor dice que
los emprendedores chinos pelean en un ecosistema muy duro, donde
pocas empresas sobreviven, y donde hay que reaccionar en cuestión de
minutos, horas o días a una maniobra de un competidor y donde todos
juegan sucio para hundir a un rival. Hay una gran presión, los
empleados trabajan 16 horas al día o más, están todo el día
conectados, atendiendo las necesidades de la empresa desde casa y,
comparados con ellos, los trabajadores de Silicon Valley parecen unos
vagos redomados. Los chinos son “gladiadores” que rivalizan por
ser los mayores del mercado donde solo puede ganar uno. Las
concentraciones de empresas como AliBaba (el simil de Amazon).
Recuerda que hace diez años si iba a
algún campus de ingeniería cercano a Pekín todos los estudiantes
se peleaban por oír lo que tenía que decir sobre IA. Esa es la
generación que ahora la está desarrollando. Un alcalde de un barrio
de Pekín pensó que no sería mala idea crear una calle de
incubadoras de empresas de este tipo de tecnología. La idea se
multiplicó en muchas otras ciudades que pusieron incubadoras y eso
creó miles de nuevas empresas, algunas destinadas al fracaso, otros
dedicados a tonterías pero el Gobierno lo consideró apropiado
porque las nuevas empresas estaban trabajando en muchas cosas nuevas
y prácticas y, además, se generaba un ecosistema favorable a la IA.
Hay cuatro olas de IA: la de
Internet, la empresarial, de percepción y autónoma.
- La IA de Internet y
empresarial remodelan nuestro mundo digital y financiero en formas
que apenas podemos registrar. Estrechan el control de las empresas de
Internet sobre nuestra atención, reemplazan a asistentes jurídicos
con algoritmos, intercambian acciones y diagnostican enfermedades.
- La IA de la percepción está digitalizando nuestro mundo físico, aprende a reconocer nuestros rostros, comprende nuestras peticiones y “ve” el mundo a nuestro alrededor.
El autor habla de dos mundos: el O2O
(online-to-offline) y el OMO (online-merge-offline). Lleva la riqueza
del mundo sensorial al online. Convertirá los centros comerciales,
tiendas de comestibles, calles de la ciudad y nuestros hogares en
entornos OMO (por ejemplo, pagar con reconocimiento con escaneo
facial en una terminal digital de un restaurante FKC y te hacen una
prueba de vida para ver que no eres una foto. Los carros de la comida
del supermercado también saben tu nombre). También habrá una
educación OMO potenciada. Será alimentada con datos en espacios
públicos y datos privados. Esta IA necesita mucho “hardware” y
sensores para sincronizar el mundo físico y digital. Xiaomi es un
ejemplo de una red de dispositivos domésticos impulsados por IA que
convertirán nuestras cocinas y salas de estar en entornos OMO.
- La IA autónoma será la última en llegar a medida que los coches autónomos salgan a la calle, los drones autónomos tomen los cielos y los robots inteligentes las fábricas, lo transformarán todo, desde la agricultura orgánica, la conducción en carretera y la comida rápida. También vale para recolectar fresas. El liderato en drones está en Shenzhen. El autor también señala dos enfoques de IA: Google (usando coches con cámaras barriendo las calles) y Tesla (recopilando millones de datos de los conductores de sus coches). Xiong'an es la primera ciudad del mundo construido específicamente para dar cabida a coches autónomos. Y Baidu ha firmado acuerdos para construir una Ciudad de la IA para gestionar el tráfico, los vehículos autónomos y la protección del medio ambiente.
EE.UU. y China se disputarán el
avance entre distintos tipos de IA.
El autor también avisa de que la IA no
son robots, ya que ese tipo de máquinas que realizan tareas físicas
son mucho más difíciles de automatizar. La IA es ante todo un
“software” ideal para automatizar las tareas administrativas
(contables, administrativos, incluso abogados, médicos, banca y
jueces). Por eso, quienes perderán su trabajo en primer lugar son
los trabajadores de “cuello blanco” mientras que las profesiones
prácticas como fontanero, electricista o cuidador de enfermos o
mayordomo van a ser más difíciles de sustituir por robots.
Argumenta que los robots actuales son totalmente torpes y falta mucho
para dotarlos de movimientos rápidos que reaccionan en tiempo real.
Señala que los robots de las cadenas de montaje realizan tareas
totalmente repetitivas tras sustituir al empleado que tenía que
encargarse de eso. Así que la debacle del empleo afectaría más a
los empleados de “cuello blanco” y todos los que tramiten
papeleo. Es algo totalmente disruptivo.
Hay una cuestión importante: la IA ya
puede tener dos sentidos: oído y vista. Tiene reconocimiento de voz
(razón por la que ahora proliferan los “fakenews” de vídeos de
personajes históricos con voces imitadas por IA) y también puede
reconocer las imágenes de gatos, etc... Le falta el olor, pero ya
están avanzando en narices digitales. El gran reto es la IAG
(Inteligencia Digital General) que supondría un gran avance.
El autor alerta de la IA es una
Tecnología de Propósito General (TPG) que interrumpen y aceleran la
marcha normal del progreso económico: máquina de vapor,
electricidad y tecnología de la información y la comunicación
(como los ordenadores e Internet). Se extendieron a muchos rincones
de la economía y han alterado radicalmente la forma en que vivimos y
trabajamos.
Zona peligrosa por el riesgo de
sustitución para los trabajos de tipo cognitivos:
Asesor fiscal, radiólogo,
representante de servicio al cliente, agente de seguros, traductor
elemental, agente de crédito al consumo, vendedor telefónico.
Zona segura sin riesgo de
sustitución para los trabajos de tipo cognitivos:
Abogado criminalista, conserje,
asistente social, psiquiatra y jefe de relaciones públicas.
Zona peligrosa por el riesgo de
sustitución para los trabajos físicos:
Cajero, preparador de comida basura,
cocinero en un restaurante, trabajador en una fábrica de ropa,
lavaplatos, recolector de fruta, camionero, inspector de una cadena
de montaje.
Zona segura sin riesgo de
sustitución para los trabajos de tipo cognitivos:
Cuidador de ancianos, fisioterapeuta,
peluquero, entrenador de perros.
Su conclusión sobre el trabajo es: el
38 % de los reemplazos individuales y el 10 % de las disrupciones
desde cero eleva la sustitución de los empleos al 45 % en EE.UU. en
el plazo de 20 años. Los empleados que no sean totalmente
sustituidos tendrán menor valor añadido para sus empresas (salarios
más bajos y amenaza de despido). Con protestas y regulaciones para
frenar la supresión de empleo, podría quedar en un 10-25 % de
reemplazo (la consultora Bain & Company calcula la sustitución
del 25 % de los empleos en el 2030). La reabsorción de empleos
(reparación de robots) sería muy baja. El 80 % vería su salario
rebajado.
Menciona sociedades distópicas de la
IA como “Entre los pliegues de Pekín”, de Hao Jingfang, una
sociedad basada en castas que divide a las personas útiles (que usan
la IA y viven con todas las comodidades) y las masas inútiles (que
nadie sabe darles un trabajo pues son obsoletos).
Otra cuestión clave que cuenta el
autor es que las máquinas son increíblemente mejores que cualquier
humano a la hora de hacer predicciones. Pone por ejemplo, que un
médico aprendió a distinguir durante su carrera un total de cuatro
o cinco síntomas de una enfermedad (él habla de un linfoma muy
letal). Él mismo, que estaba enfermo, quiso calcular su probabilidad
de sobrevivir (el médico le daba un 15 % de posibilidades o menos) y
se puso a leer toda la literatura médica al respecto y, halló al
menos, 12 síntomas y recalculó la probabilidad de sobrevivir.
Resultó que con el nuevo torrente de datos de repente su
probabilidad de supervivencia se disparó al 85 %. Y la buena noticia
se hizo realidad porque se recuperó.
Al ver la muerte de cerca, pensó que
se había convertido en una máquina, que usaba algoritmos de ganar y
perder para cualquier cuestión, incluso para reunirse con su familia
pues solo le dedicaba el tiempo justo para que quedaran contentos y
nada más. Empezó a visitar más a su anciana madre en Taiwan y a
pasar más tiempo con ella. Poco a poco comprendió que la
solidaridad y la compasión es lo que nos hace humanos. Por eso dice
que a medida que avance la fuerza creativa y disruptiva de la IA
“tendremos que apoyarnos los unos a los otros en busca de apoyo e
inspiración”. Habrá que aplicar “sabiduría” para reformar
los sistemas educativos, valores culturales y cambios profundos en la
forma en que concebimos el desarrollo, la privacidad y la
gobernabilidad. En Corea del Sur identifican a los alumnos con
talentos excepcionales pero también hay que fijarse en Suiza y
Japón, donde apostaron por lo “artesanal” y la búsqueda de la
perfección. En Canadá y Países Bajos se ha cultivado la cultura
del voluntariado. Y China enseña a cuidar a sus ancianos y favorecer
los hogares intergeneracionales. Incluso Bután ha destacado por el
concepto de Felicidad Nacional Bruta.
Los gobiernos, dice el autor, también
tendrán que evaluar sus compromisos en materia de privacidad de
datos, monopolios digitales, seguridad “on line” y sesgo
algorítmico. Europa optó por un enfoque regulador más severo
(multa a Google invocando la normativa antimonopolio y por intentar
arrebatar el control de los datos a las empresas tecnológicas).
China y EE.UU. Les ha dado mayor margen de maniobra. Unos enfoques
favorecen la privacidad por encima del progreso tecnológico y otros
al revés.
Dice que los programas de IA son
capaces de imitar y superar al cerebro humano (muy desmemoriado y con
poca capacidad de cálculo) pero esas décadas de progreso no le
llevaron a ninguna parte pues casi lo tumba un linfoma a los 52 años.
Trabajó de forma obsesiva para “optimizar su impacto”, “para
convertir mi cerebro en un algoritmo suficientemente afinado para
maximizar mi propia influencia” olvidando a su familia, amigos y
seres queridos. Dice que si la IA tiene que desvelar la naturaleza
humana que lo sea para lo que nos hace humanos: amar y ser amados.
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