lunes, 19 de diciembre de 2016

"¿Y los pobres sufren lo que deben?, de Yanis Varoufakis (2016)

Resumen del libro "¿Y los pobres sufren lo que deben?, de Yanis Varoufakis (2016)


El resumen original y actualizado está en el siguiente link:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2016/12/y-los-pobres-sufren-lo-que-deben-de.html

Resumen del libro por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, pobreza, desigualdad económica

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Título: "¿Y los pobres sufren lo que deben?"

Subtítulo: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y por qué necesitamos un plan B para Europa?

Título original: And the Weak Suffer What They Must?

Año de publicación; Nation Books, 2016

En España: Sello editorial de Centro de Libros PAFF SLU. Grupo Planeta, Barcelona, 2016,

Páginas: 377

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Biografía oficial del autor Yanis Varoufakis (hasta el 2017)

Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) fue ministro de Finanzas de Grecia (enero-junio del 2015) y, como tal, el interlocutor de su país ante las instituciones de la Unión Europea en la negociación de las medidas económicas para superar la crisis.

Es profesor de Teoría Económica de la Universidad de Atenas y profesor visitante en la Lyndon B. Jonhson School of Public Affairs, de la Universidad de Texas en Austin.

Su "look" y estilo de comunicación informal con un toque rebelde y sus opiniones directas, a menudo cercanas al populismo le han dado un gran protagonismo en toda Europa.

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Texto de la contraportada

El destino de la economía mundial pende de un hilo y, a juicio de Yanis Varoufakis, Europa está haciendo todo lo posible para debilitarla todavía más generando nuevas formas de autoritarismo. El viejo continente ha arrastrado al mundo hacia el abismo dos veces en los últimos cien años y ahora puede volver a hacerlo con la economía y las finanzas como nuevas armas de destrucción masiva.

Yanis Varoufakis, el carismático y popular exministro de Finanzas griego, tiene un asiento de primera fila en este escenario político mundial y defiende que si no se introducen cambios radicales en la dirección de la zona euro, esta se desmoronará como un castillo de naipes y la economía global no tardará en seguirla,

En este libro, Varoufakis ofrece políticas concretas para ayudar a salvar a Europa de la inminente catástrofe y presenta los argumentos definitivos para luchar contra la austeridad y las políticas antisociales. A su entender, Europa debe recuperar la transparencia, la democracia, la solidaridad y la tolerancia.

Con una prosa apasionada, bien documentada y, en ocasiones, humorístico, advierte de que el actual rumbo de la Unión Europea sólo conllevará mayor pobreza, mayor racismo y mayor desigualdad. Y para evitar que así sea, recomienda a los partidos de izquierdas europeos que se organicen para plantar cara conjuntamente a los designios de la troika.

Texto de la solapa

Cuando Estados Unidos dejó a Europa a su suerte fuera de la zona del dólar en 1971, los líderes europeos decidieron crear una unión monetaria de 18 países, en la que carecían de control sobre su propio dinero, de responsabilidad democrática y sin un gobierno que apoyara al banco central.

Esta atípica superpotencia económica no estaba dotada con ninguno de los mecanismos amortiguadores necesarios para contener una crisis financiera, mientras que su diseño aseguraba que cuando llegara la crisis, sería masiva.

Yanis Varoufakis argumenta que, cuando el desastre golpeó a Europa en el 2009, la UE se volvió contra sí misma, humillando a millones de ciudadanos inocentes, conduciendo a las poblaciones a la desesperación y se enrocó en una forma de intolerancia jamás vista desde la Segunda Guerra Mundial.

A su juicio, ha llegado la hora de construir un espacio de convergencia europeo para luchar contra las políticas de austeridad y para reducir la desigualdad así como para conseguir la construcción de una verdadera democracia.

Según Vanis Varoufakis "debemos luchar contra la austeridad que privatiza los bienes comunes y destruye los derechos sociales y laborales en lugar de hacer frente a las causas iniciales de la crisis, la desregulación del sistema financiero y la captura corporativa de las instituciones de la UE a través de los grandes lobbies y las puertas giratorias.

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RESUMEN

Varoufakis arremete contra la UE por abandonar a su suerte a Grecia. Esperaba que hubiese más solidaridad entre países pero se encontró con unos acreedores que no perdonaban la deuda a Grecia.

El exministro de Finanzas griego recordó que el mundo de Breton Woods diseñado en 1944 un sistema de cambios fijo vinculado al patrón dólar que permitió la estabilidad hasta 1971 cuando el presidente Richard Nixon  desvinculó al dólar del patrón y abandonó a Europa a su suerte, la cual tuvo que crear una moneda nueva, el euro, con graves fallos de diseño (Nota; Varoufakis coincide con Stiglitz en "El euro").

En los primeros capítulos, el autor explica cómo funcionó el sistema económico después de Bretton Woods. El "Nixon Shock" de 1971, por el que el dólar se desvinculó del patrón de Bretton Woods y empezó a fluctuar, obligó a los países europeos a crear una serpiente monetaria que luego fue sustituida por el Sistema Monetario Europeo (SME). Estados Unidos tuvo que desvincularse del patrón dólar porque pasó de ser un país acreedor a uno deficitario a costa de las exportaciones de Alemania y Japón.
En los años 70, los países abandonaron la estabilidad que proporcionaba Bretton Woods y se lanzaron a una carrera inflacionista que tuvo que ser cortada en los 80.
La solución adoptada por Paul Vocker (director de la Reserva Federal en los años 80) fue subir los tipos de interés en Estados Unidos (hasta un 20 %) para atraer el capital europeo y japonés a Wall Street. A la vez, se reducían los costes salariales para hacer competitiva a la empresa. Inmensas sumas de dinero cruzaron el océano para financiar las operaciones bancarias y el doble déficit de Estados Unidos. El autor dice que mientras Estados Unidos logró por segunda vez desde 1945 controlar el mundo, el resto de los países, sobre todo los más pobres, se vieron abocados a elegir entre una caída salarial o el desempleo.
Este nuevo sistema, que conllevó la destrucción del antiguo sistema monetario y la desmembración del sistema global de comercio, supuso una época dorada para Wall Street, con una banca desregularizada y con la financiación por parte de todo el mundo, incluidos los capitales procedentes de Europa, Japón y China, de una gigantesco déficit. Este nuevo sistema desregularizado llegó a su fin en el 2008 cuando explotó la burbuja.

El autor señala que Alemania jamás habría aceptado un sistema de este tipo que suponía avivar un déficit comercial y otro público pero Estados Unidos vio una oportunidad para estimular su economía.

Por su parte, la Comunidad Europea tuvo que rehacer sus monedas intentando revivir un Bretton Wood a la europea pero la ilusión del euro explotó también en el 2008 y se agravó en el 2010.
Varoufakis también medita sobre la relación entre Francia y Alemania, en el sentido de que los alemanes veían como el marco alemán no obtenía mucha rentabilidad al prestarle dinero a Francia pero era una forma de mantener a flote a su socio comercial. Pero con los incentivos creados en Wall Street, el capital alemán encontró un filón de rentabilidad.

El autor es severo sobre los motivos que impulsaron la unión monetaria, pues el presidente francés Chirac y el alemán Koll fueron en peregrinaje a Aquisgrán para pedir que hubiese una unión monetaria. Para Varoufakis, el euro lo único que sirvió fue para que Alemania pagase indemnizaciones de guerra de forma subrepticia al apoyar con su moneda, el marco, la economía francesa, mediante la creación de la nueva moneda europea del euro.

El autor pasa luego a explicar lo que ocurrió tras la caída de la URSS en 1991. Una reunión urgente en Maastrich de los jefes de Estado de la CE llevó a iniciar la puesta en marcha de una moneda única y avanzar en el federalismo. Pero, según Varoufakis, lo que se estaba firmando entre bastidores era la consolidación del marco alemán en su versión llamada "euro" y la fundamentación del Bundesbank como banco central europeo al que quedaban supeditados París, Madrid, Roma o Atenas, que perdían su soberanía y quedaban sin la capacidad de elevar los tipos de interés.

 La creación de un mercado común llevaba a la creación de un estado federativo para unificar normas y a la postre a una moneda única pero Dinamarca, en un referéndum que votó en contra del tratado de Maastrich, y Reino Unido, a través de los gobiernos conservadores, se mostraron reacios,
Inicialmente, Margareth Thatcher se metió en el Sistema Monetario Europeo (SME) para reducir la inflación (en dos años había caído al 2 %) pero una vez logrado ese objetivo su sucesor Major vio cómo la libra necesitaba ser rescatada.

La implantación del euro obligó a pasar por alto descarados incumplimientos de los requisitos de entrada que se exigían a cada país, como fue el caso de Italia o Grecia (y su famosa "creatividad contable"). Pero una vez dentro del euro, no había manera de salir porque no estaba contemplada. El país que lo intentase necesitaría un año para organizar su nueva moneda, que llegado el día ya estaría muy devaluada. Los países más débiles se encontraron atrapados en una trampa difícil de escapar porque, si entrar era muy fácil, una vez dentro se encontraron con que se les exigía de forma férrea que se ciñesen a los compromisos de Maastrich que ellos mismos habían diseñado y a los dictados de Bruselas para cumplir el déficit.

Tras el triunfo del tratado de Maastrich y la implantación del euro, los alemanes se encontraron con un exceso de superávit de euros que destinaron a los países del sur de Europa cuyos ciudadanos (con casa en propiedad) estaban menos endeudados que los del Norte (hipotecados hasta las cejas). El tema es que ahora no había monedas nacionales sino que todas compartían el euro. Había negocio seguro porque el tipo de interés estaba algo más alto en el Sur (4 %) que en el Norte (3 %) y quedaba un margen de beneficio del 0,5 % a multiplicar por el mayor número de créditos sin importar la solvencia.
 Los consejeros bancarios de Frankfurt que tenían que decidir si concedían o no un préstamo en función de la solvencia antes eran los reyes y eran tratados por las empresas como marajás para que les financiasen. Pero a partir del año 2000 la cúpula de sus respectivos bancos les presionaron para que concediesen el mayor número de créditos y el superejecutivo pasó a ser un mandado al que los propios clientes desairaban a sabiendas de que el banquero debía colocar su exceso de capital. Hubo una gran fluidez de dinero hacia el sur y los turistas alemanes, holandeses o ingleses se escandalizaban al ver que sus vecinos del sur disfrutaban de un envidiable nivel de vida. Sería luego el reproche que las hormigas del Norte les harían a las "cigarras" del sur, que se endeudaron. Pero fueron los ciudadanos quienes se endeudaron, no los estados, cuya deuda en el 2008 estaba baja (en torno al 40 % del PIB)

Cuando en el 2008 quebró Lehman Brothers y hubo un riesgo sistémico por lo que el Banco Central Europeo tuvo que acudir al rescate de los países y sobre todo de la banca insolvente para evitar la quiebra. Cuenta Varoufakis que a Grecia se le prohibió pedir nuevos préstamos, se le impidió quebrar ni suspender pagos pero también se le denegó el rescate, por lo que no le quedaban opciones para salir de la recesión. Finalmente, el Banco Central creó un sistema ficticio para mantener vivos a bancos zombis y países insolventes. Todo se basaba en una ficción y en el hada de la confianza: el BCE no podía prestar directamente a los países pero podía prestar a los bancos. El hecho de que fuesen insolventes no importaba porque esos bancos compraba bonos de países insolventes garantizados por el BCE y los estados. Había una especie de circuito basado en una ficción por el que el flujo de dinero acababa indirectamente en los países y este truco permitió salvar a Grecia, entre otros. Pero ese capital no revertía en el ciudadano común sino que iba exclusivamente en salvar a bancos que técnicamente ya estaban quebrados pero se les mantenía con vida para evitar un riesgo sistémico.

El autor considera que el modo de actuación de la cúpula de la UE con los países más débiles roza la "maldad" porque usan a Grecia, Portugal o España como cobayas del sufrimiento de la austeridad para asustar a Francia e Italia y obligarlas a no alejarse del déficit. Según Varoufakis, la élite de la UE sabía de sobra que sus políticas para subir el IVA en Portugal iba a retraer la demanda y agravar la recesión, como así ocurrió pero el objetivo es que Francia e Italia captasen el mensaje de que debían subir el IVA. Que las poblaciones de Europa del sur sufriesen era algo que les tenía sin cuidado.


Varoufakis sigue una línea apuntada por el autor de "Algo va mal" (Tony Judt) y el de "Indignados" de que la creación de la comunidad europea sigue una sospechosa trayectoria y un modo de actuar que recuerda a viejos discursos proeuropeos de los jerifaltes alemanes de los años 30 y 40 donde hablaban de una "integración armónica" de la comunidad europea. Hay algo en todo esto que no va bien.
 El autor no puede hablar de que exista totalitarismo en la UE, por supuesto, pero sí que observa una especie de dictado o dirigismo burocrático o tecnocrático y en todo caso alejado de los modos habituales democráticos y todo ello envuelto en eufemismos. Cree que la ciudadanía no entiende lo que está pasando pero que cada vez que ha tenido oportunidad, al menos en Dinamarca o Gran Bretaña, ha rechazado la integración monetaria tal y como está concebida, pues restringe las libertades nacionales y da un gran poder a Alemania por la fortaleza de su moneda. No cree que haya ningún tipo de solidaridad entre países.

Compara lo que ha sucedido en la UE con la historia de un antiguo fascista griego, reconvertido a brutal policía y protector de las propiedades de una mujer excomunista con dos hijos a la que convirtió en su esposa y luego, cuando sus camaradas lo expulsaron por su exceso de brutalidad, hizo vivir a su familia un infierno de malos tratos. Un mal negocio para la mujer.


Varoufakis dice que los gobiernos europeos son cautivos de una serie de falsas alternativas 

- Entre la estabilidad y el crecimiento 
- entre la austeridad y el estímulo 
- entre el macabro abrazo entre los bancos insolventes y los gobiernos insolventes y una admirada pero indefinida e indefinidamente aplazada unión bancaria 

- entre el principio de deudas soberanas perfectamente separables y la supuesta necesidad de convencer a los paises con superávit para que financien el resto 
- entre la soberanía nacional y el federalismo 

Esto causa una crisis de legitimidad del proyecto europeo y amenazan con desencadenar una catastrófica crisis humanitaria, social y democrática 

La verdadera alternativa esta entre la deflación de "empobrecer al vecino" y una recuperación liderada por las inversiones combinada con la estabilización global. El capital global financiará la recuperación a través de la inversión , aportado por fondos soberanos de inversión y por los fondos de pensiones que buscan oportunidades a largo plazo, mediante mecanismos de pagos Target2.

De esta forma, los contribuyentes alemanes con súperavit no deberían financiar el programa europeo de Recuperación Económica 2020, la reestructuración de la deuda soberana, la reabsorción de la crisis bancaria o el programa de emergencia humanitaria que tan urgentemente necesita la periferia europea.

La propuesta es
- Programa bancario caso a caso (CCBP)
- Programa limitado de conversión de deuda
- Programa de inversión para la recuperación y la convergencia ( BEI o EIB debe invertir en grandes proyectos de infraestructuras, el FEI o EIF en startups, sme, empresas de innovación tecnológica, e investigación en energías renovables 
- programa de urgencia de solidaridad social para luchar contra el incremento de la pobreza 

La idea es financiar el programa con fondos Target2 (sistema de transferencia instantánea de fondos entre los bancos centrales que conforman el sistema europeo de bancos centrales y que tras la crisis está en desequilibrio). La idea es que los intereses acumulados en los bancos centrales de los paises deficitarios sean canalizados hacia una cuenta que financiaría el programa de solidaridad social de emergencia. Otra idea seria crear un impuesto de la UE que grave las transacciones financieras o los balances empresariales. Así, el programa no se financia mediante transferencias fiscales ni a través de impuestos nacionales.



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