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lunes, 4 de febrero de 2019

"Capitalismo Big Tech", de Evgeny Morozov (2018)

Resumen del libro "Capitalismo Big Tech", de Evgeny Morozov (2018)

Resumen original y actualizado del libro:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/01/capitalismo-big-tech-de-evgeny-morozov.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, sociedad de la información, tecnología, Internet, redes sociales, capitalismo, fin-tech

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Título: "Capitalismo Big Tech"

Subtítulo: "¿Welfare o neofeudalismo?"

Autor: Evgeny Morozov

Nota: son artículos publicados en The Guardian (desde el 2011)

Publicación en español: Madrid, 2018 / Editorial Enclave de libros

Páginas: 272
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Biografía del autor Evgeny Morozov hasta el 2018

Evgeny Morozov nació en 1984 en Soligorks, en Bielorrusia. Es escritor e investigador de las implicaciones políticas y sociales de la tecnología. Editor y colaborador de The New Republic y autor de The Net Desilusion: The Dark Side of Internet Freedom (premio Notable Book del NYT 2011 y del Kennedy School de Harvard). Otros libros son To Save Everything click here, La locura del solucionismo tecnológico (2013).
Los escritos de Morozov han aparecido en revistas y periódicos como NYT, Wall St. Journal, FT, The Economist, The Guardian, The New Yorker, New Scientist, The New Republic, Corriere della Sera, El País, Newsweek International, International Herald Tribune, San Francisco Chronicle, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Folha de S. Paulo

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Texto de la contraportada

"Las grandes empresas tecnológicas se encuentran en una posición envidiable: durante casi dos décadas han utilizado las más extravagantes fórmulas de extracción de datos a bajo precio, y en este momento pocas instituciones, incluidas las gubernamentales, pueden competir con ellas. Paradójicamente, han recibido numerosas ayudas gubernamentales así como fondos militares del Pentágono e instituciones similares y ahora van a vender el fruto de esas ayudas a los gobiernos y a los contribuyentes a precios elevados. No parece precisamente una transición a algún modelo de poscapitalismo.

La industria tecnológica en su conjunto está pasando de una economía basada en bienes y servicios gratuitos y fuertemente subvencionados a una economía que cobra cada bien y servicio e incluso tenderá a personalizar el precio según la capacidad de pago. Es decir, una economía en la que nuestra infraestructura rica en sensores puede cobrarnos precios flexibles dependiendo de cuánto hayamos utilizado un determinado recurso y, tal vez, incluso de cuánto nos haya satisfecho, supone que los consumidores actuales tienen el dinero para pagar estos bienes y servicios - y que el dinero no sólo proviene de más deuda. Desde la perspectiva de los inversores de capital riesgo de Silicon Valley, la agenda de una renta básica universal (RBU), asociada con una economía dominada por rentistas que controlan gran parte de la infraestructura que impulsa la vida cotidiana, es una fantástica subvención encubierta para Silicon Valley.

El libro recoge una selección de artículos publicados en The Guardian y dos ensayos inéditos".

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ÍNDICE

Facebook y Twitter son lugares frecuentados por revolucionarios

Reseña de Free Ride, de Robert Levine

Reseña de La Catedral de Turing, de George Dyson

¿Quién paga para que podamos navegar por la Red? Cuidado con la última solución de Google.

¿Quién es el verdadero enemigo de la libertad en Internet: China, Rusia o Estados Unidos?

Facebook no es una organización benéfica. Los pobres pagarán con datos.

Google puede cambiar de nombre, pero el juego sigue siendo el mismo

¿Anuncia el reinado de Silicon Valley el final de la socialdemocracia?

¿Por qué envejecer? La solución de Silicon Valley es una receta contra la soledad

Silicon Valley explota el tiempo y el espacio para expandir los límites del capitalismo

Cuidado, los forofos de Silicon Valley quieren hacer de ti un rebelde disruptivo

¿Carrera barata en taxi? Tal vez no te hayas enterado del auténtico precio de Uber

Silicon Valley parlotea  sobre "ingresos básicos", pero son palabras vacías

El Estado ha perdido el control, ahora son las empresas tecnológicas las que dirigen la política occidental

Los gigantes tecnológicos están muy ocupados privatizando nuestros datos

La privacidad de los famosos como ejemplo de la hipocresía de los sectores poderosos de Silicon Valley

Cuidado con el "blanqueo empático" de los que quieren hacerse pasar por "capitalistas solidarios"

Silicon Valley iba a transformar al capitalismo. Por ahora solo lo está potenciando

Solo a un sector público carente de liquidez le puede parecer atractiva la tecnología "inteligente"

Rockefeller donó dinero en subvenciones no reintegrables ¿Podemos decir lo mismo de los barones tecnológicos actuales?

Los populistas de los datos deben aprovechar nuestra información... por el bien de todos nosotros

El pánico moral en torno a las noticias falsas está ocultando al verdadero enemigo: los gigantes digitales

¿De verdad quieres salirte del mundo digital? Me temo que te va a costar...

Al desmantelar las leyes nacionales de privacidad, Estados Unidos va a perder el control de la red mundial de Internet.

¿Por qué necesitamos "héroes por accidente" para lidiar con los ataques cibernéticos globales?

La inseguridad cibernética es un regalo para los "hackers", pero son nuestros propios gobiernos quienes la crean

Para controlar el poder de Google, los reguladores tienen que perseguir su propiedad de los datos

Internet como ideología

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RESUMEN

Comentarios iniciales: El autor arremete contra los gigantes tecnológicos al considerar que se están aprovechando del usuario para extraer sus datos. Ahora que la minería de datos ya está completa (lo saben todo de cada usuario y nuevos datos no van a aportar nada), cree que ha llegado la hora de cobrar por el servicio. Para pagarlo, la solución es instaurar una Renta Básica Universal (RBU) para que todos cobren una renta mínima. Por un lado, se compensa económicamente a los perdedores de la automatización (un gurú tecnológico propone poner a esos desdichados que quedaron sin empleo por la robotización unos cascos virtuales para que sean felices todo el día). Por otro, el dinero de la renta básica volverá a Silicon Valley porque los ciudadanos tendrán que abonar sus servicios en las redes sociales e Internet. El autor concluye que Internet no abrirá un mundo de posibilidades en una sociedad postcapitalista (altruista y medioambiental) sino que, cínicamente, seguirá explotando a los usuarios aún más por unos gigantes tecnológicos (las plataformas Big Tech) convertidos en señores neofeudales que lo controlan todo gracias a una tecnología fuera del alcance del común y establecen los términos del debate político y social. Ve un sistema problemático con muchas desigualdades, aletoriedad y arbitrariedad.

Otros están usando los datos para otras cosas: por ejemplo, dice que Google está usando a los internautas que hacen búsquedas para entrenar a una Inteligencia Artificial, que es el producto que sí va a dar mucho dinero [nota del lector: es la tesis final de "Superficiales. Cómo Internet está cambiando nuestras mentes", de Nicolas Carr]. Otros como Uber no se sabe muy bien para qué quieren los datos de los pasajeros, que es algo que interesa a países ricos de Arabia, pues están invirtiendo mucho. 

El autor señala que las Big Tech se consideran una solución a la crisis económica mundial, el debilitamiento de las leyes antimonopolio y la privatización de los servicios públicos. La esperanza de una revolución digital estructuralmente transformadora son compartidas por diversos autores.

Sostiene que aunque el auge del sector big tech ha logrado mantener la economía global a flote sin provocar transformaciones políticas sistémicas (las élites compraron tiempo), a largo plazo solo multiplicarán las contradicciones del sistema actual y habrá prácticas más jerárquicas.

En la izquierda, Paul Mason piensa que la digitalización no solo alimentaría una nueva clase de identidad político-cosmopolita en los ciudadanos, sino que también fomentaría distintos modelos económicos, flexibles, descentralizados (un socialismo no determinado que subsanaría los inconvenientes de la planificación central).

En el centro, Jeremy Rifkin cree que la aparición de Internet de las Cosas promoverá la apareción de productos y servicios producidos a un coste marginal cero, lo que alterará de forma considerable la economía de los acuerdos comerciales y señalará el comienzo de un futuro descentralizado, humano y amigable con el medio ambiente.

Los libertarios pospolíticos Ray Kurzweil y Peter Diamandis (impulsores de la Singularity University) consideran que las tecnologías digitales afectarán de manera radical a muchos sectores económicos ahora mismo estancados (educativo y sanitario) mediante nuevos modelos de negocio y la redifinición de instituciones viejas y anticuadas, como el Estado de bienestar.

En todos los casos, el autor duda que aunque no domine la lógica de la acumulación de capital, tampoco habrá el nirvana igualitario, ecológico y poscapitalista que esperan Mason, Rifkin o Kurzweil.

El autor estudia la nueva tendencia de dotar a todo de Inteligencia Artificial avanzada una vez que todos los datos del mundo ya están conseguidos (mantener servicios gratis a cambio de datos ya no ayudaría a obtener nuevos datos por lo que ya no tiene sentido). La siguiente fase sería de pago, que cada usuario pague por búsquedas concretas. El autor dice que se necesitan empresas gigantes para amasar esos datos y reordenarlos mediante IA y construir nuevos servicios pero el problema es que no tiene porque ser necesario que esa empresa sea Google (Alphabet) sino una empresa de un país o continente (Europa) para facilitar un entorno competitivo y no monopolístico (pues ahora la Ley de Competencia no está frenando la transición a un feudalismo de datos, donde el recurso clave es propiedad de una o dos corporaciones).

El autor dice que los intelectuales que reflexionaron en los inicios de Internet (y auguraron la emancipación cibercultural y la soberanía popular sobre la tecnología) eran unos ingenuos, dice que los sueños utópicos que impulsaron la visión de Internet como una red cosmopolita, democratizadora y antagónica con el poder constituido han perdido hacía tiempo su atractivo universal. La aldea global nunca se materializó, "pero obtuvimos un feudo completamente parcelado entre las corporaciones tecnológicas y los servicios de inteligencia".

El autor señala que Europa se quedó atrás (al no montar una superplataforma como Facebook) y ahora le han comido su parte del pastel. Mientras en EE.UU. el sector tecnológico estaba montado desde "arriba" (e integrado en un capitalismo New Age, un capitalismo más inteligente e integrador, como los Ted Talks, así como el empoderamiento del consumidor; el Whole Earth Catalog y Stewart Brand). En cambio, en Europa, se vinculó más a movimientos "hackers" contraculturales que luego se esfumaron. El resultado es que Silicon Valley ofrece servicios creados por ellos mismos: Uber, Amazon, Airbnb, etc... Para el autor "somos peces muertos que seguimos nadando en el acuario".

Hay dos tendencias: una posmoderna (sospecha de las imposiciones) y la ideología neoliberal que hizo que triunfase la identidad del consumidor sobre el ciudadano. Según dice el autor, Silicon Valley se aprovechó de que los lazos de solidaridad de la sociedad ya estaban disueltos y ofreció una retórica de la movilidad social (todo a precios más bajos). Wipikepia se puede ver con una doble lenta: la gente abandonada a su suerte es capaz de hacer grandes proyectos públicos o bien, no hace falta gastar en cultura pública porque ya se puede hacer sola y de forma más eficiente (a través del crowdfunding). Y respecto a la economía colaborativa no se sabe si es un poscapitalismo auténtico y cooperativo o capitalismo que convierte todo en mercancía. El problema, dice el autor, es que para entender Internet (y sus efectos en el empleo, la automatización y la financiarización), hay que tener una visión "desde fuera" y no los "cuentos de hadas" del complejo industrial de Silicon Valley (ligado a gigantes como Goldman Sachs y a tratados comerciales como Tisa, Ttip, Tpp que abogan por el libre flujo de datos (y capitales)).

El autor señala que aplicando esta lógica de las lentes "post Internet" (de poner cara a quién está detrás de la "libre circulación de datos") se empiezan a interpretar algunos fenómenos como las "smart cities" (nuestra infraestructura urbana es entregada a gigantes tecnológicos poco transparentes y luego es imposible remunicipalizar a Google)

Otra clave es que la crisis impidió destinar dinero a la innovación (lo que concedió ventaja a las tecnológicas de Silicon Valley) ni generar alternativas públicas (un futuro tecnológico no liberal). Por contra, no ve esperanza en un Internet ligado al capitalismo global que aboga por un papel dominante del mercado en la vida social pues los nuevos valores que Internet lleva implícitos "quedarán aplastados por la fuerza de la subjetividad neoliberal". Sería el "fin de la historia" pero el autor tampoco descarta que los ciudadanos recuperen la soberanía popular sobre la tecnología (una vez recuperada la soberanía sobre la economía y la política).

El autor señala que el recurso más importante del siglo XXI es la inteligencia artificial (concentrado en Silicon Valley) y las empresas se dedican a "extraer rentas" (monopolios buscadores de rentas) en un entorno no competitivo. De esta forma, las empresas monopolísticas (tipo Microsoft) idean nuevos métodos de extraer rentas (ingresos adicionales de sus usuarios) en materia de ciberseguridad (en vez de hacer más seguro su software) o los servicios en la nube. El autor cree que Silicon Valley es un obstáculo para el resto de la economía porque no se dedica a producir la abundancia digital infinita que promete.

Respecto a las noticias falsas (fake news), el autor dice que son el subproducto del capitalismo digital lo mismo que el cambio climático del capitalismo de la energía fósil. El problema, dice el autor, es que gigantes como Google o Facebook están monopolizando la resolución del problema cuando debería ser una tarea de las democracias.

Otro problema es el "derecho a desconectarse", que todo el mundo tiene pero nadie ejerce. Parece contradictorio que usemos el correo electrónico para ahorrar tiempo y luego lo perdamos viendo Facebook. Al final, no es posible salirse de las redes sociales.

Por otro lado, dice que las tecnologías "revolucionarias" de Silicon Valley ya no lo son (sus productos, incluido, el blockchain) son tan reaccionarios que les encantan a las compañías de seguros para tener todos nuestros datos. El autor teme que la tecnología sea la puerta de entrada para el capitalismo mafioso (en referencia a grandes grupos inversores globales, farmacéuticas, aseguradoras) que se apodera de nuestros datos y crea una estructura de la que luego es dificil salir ya que para que funcione un coche autónomo se necesita IA, todo el negocio está conectado.

A mayores de la "cháchara" innovadora de Silicon Valley, la economía basada en datos masivos está arruinando la asignación eficiente de recursos (suena a planificación; recuerda a un Gosplan 2.0 soviético en el que las élites despilfarran sus enormes recursos en proyectos moonshot, inútiles, por capricho o para favorecer a amigos). El gran problema que subyace es que Google o Facebook acaben gestionando la infraestructura básica mundial. El autor dice que el coste real es mucho mayor que el que paga el usuario (se supone, que todo se financia con la publicidad pero se entiende que hay unos costes ocultos que, en condiciones de libre mercado, dispararían el coste al usuario pues ahora muchas empresas tecnológicas están perdiendo dinero mientras los inversores inyectan capital con esperanza de recuperarlo con creces). El siguiente paso es "cobrar" por los servicios de las plataformas, cuando todos dependan de ellas, y por ello se está mejorando el servicio de micropagos con bitcoins y blockchain. Y los balances son ficticios ya que los datos recopilados pueden carecer de valor para el sector publicitario.

También habla de las "minieconomías de mando" (conglomerados financieros con subvenciones cruzadas) y que no pagan impuestos (porque ello socavaría la "innovación"). Ve una posible mutación desde el Estado de Bienestar  a un "feudalismo hipermoderno" (las personas atrapadas en su infraestructura tendrán que pagar por todos los servicios).

Cuando llega un momento en que las aseguradoras tienen tus datos y te "recomiendan" hacer más deporte para estar más sano, ¿qué pasa si te tumbas el sofá a leer? El autor dice que es difícil retirarse de este tipo de economía en la que el valor está en la interacción de datos masivos propios de un futuro distópico donde prolongan nuestra existencia para sacarnos todavía más datos. "El neoliberalismo prometió liberarnos a todos pero hoy es más difícil que nunca escapar de sus garras", dice el autor.

Morozov explica que mientras la socialdemocracia se desmorona, la gente tiene fe en unos dispositivos móviles y plataformas pero no hay más que ver cómo es el modelo de Uber (condiciones draconianas para sus empleados no-contratados)


(continuará)

sábado, 5 de enero de 2019

"Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato", de Jaron Lanier (2018)

Resumen del libro "Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato", de Jaron Lanier (2018)


Ver el resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/01/diez-razones-para-borrar-tus-redes.html

Resumen elaborado por E.V.Pita (2019), doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, Internet, redes sociales, estructura social, monopolios, conductismo

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Ficha técnica

Título: "Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato"

Título original en inglés: "Ten Arguments for Deleting Your Social Media Accounts Right Now"

Autor: Jaron Lanier

Fecha de publicación: 2018

Publicación en español: Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona, 2018

Número de páginas: 185

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Biografía del autor Jaron Lanier (hasta 2019)

Jaron Lanier es científico, músico y escritor, conocido mundialmente por acuñar el concepto "realidad virtual" y defender la importancia del humanismo y de una economía sostenible en el nuevo paradigma digital que domina nuestra sociedad. Su primera "startup", VPL Researchs, creada en los años 80, inventó los primeros productos comerciales de realidad virtual e introdujo avatares, experiencias virtuales multipersona y prototipos de dispositivos que permitían simular operaciones quirúrgicas. Sus libros "¿Quién controla el futuro? (Debate, 2014) y "Contra el rebaño digital" (Debate, 2011) son éxitos internacionales, y ha sido nombrado una de las cien personalidades más influyentes del mundo según la revista Time.

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Texto de la contraportada

Razón 1... Estás perdiendo el libre albedrío

Razón 2... Renunciar a las redes sociales es la mejor manera de resistir la locura de nuestro tiempo.

Razón 3.... Las redes sociales te están convirtiendo en un idiota

Razón 4.... Las redes sociales están socavando la verdad

Razón 5.... Las redes sociales están vaciando de contenido todo lo que dices

Razón 6.... Las redes sociales están destruyendo tu capacidad de empatizar

Razón 7.... Las redes sociales te hacen infeliz

Razón 8... Las redes sociales no quieren que tengas dignidad económica

Razón 9.... Las redes sociales hacen imposible la política

Razón 10.... Las redes sociales aborrecen el alma


"¿Te cuesta imaginar una vida sin redes sociales? ¿Y si te dieran diez razones que te convencieran de la toxicidad de sus efectos? 

En este libro, Jaron Lanier, el hombre que acuñó el concepto "realidad virtual" y uno de los padres fundadores de la web 2.0, nos explica con una contundencia abrumadora cómo las redes sociales están convirtiéndonos en personas rencorosas, tristes, asustadizas, poco empáticas, aisladas y triviales. Todo ello es debido a la tendencia de las redes a sacar lo peor de nosotros, a convertir la política en algo terrorífico, a engañarnos con ilusiones de popularidad y éxito, a cambiar nuestra relación con la verdad, a desconectarnos de la gente, aunque estemos más conectados que nunca, y a coartar nuestra libertad con implacables anuncios especialmente dirigidos.

Si quieres una vida feliz, un mundo más justo y pacífico, o simplemente la oportunidad de pensar por ti mismo sin ser monitoreado e influenciado por las corporaciones más ricas de la historia, lo mejor que puedes hacer es cancelar tus cuentas. Ahora."

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ÍNDICE

Introducción con gatos

Razón 1... Estás perdiendo el libre albedrío

Bienvenido a la jaula que te acompaña dondequiera que vayas

El científico loco se preocupa por el perro enjaulado

La zanahoria y la argucia

El atractivo del misterio

El cielo y el infierno son los otros

El bit como cebo

Adicción, te presento el efecto red

La adicción y el libre albedrío son antónimos


Razón 2... Renunciar a las redes sociales es la mejor manera de resistir la locura de nuestro tiempo.

La máquina de Incordio

Las partes que forman la máquina Incordio

El problema es limitado, por lo que podemos contenerlo


Razón 3.... Las redes sociales te están convirtiendo en un idiota

Nieve tiznada

Conociendo a mi trol interior

La misteriosa naturaleza de la tecnología de amplificación de los idiotas

El más principal de los interruptores principales

Ve allí donde eres más amable


Razón 4.... Las redes sociales están socavando la verdad

Todo el mundo lo sabe

Cuando las personas son falsas, todo es falso

Incordio mata


Razón 5.... Las redes sociales están vaciando de contenido todo lo que dices

Significado entreabierto

El mundo de los pódcats


Razón 6.... Las redes sociales están destruyendo tu capacidad de empatizar


Insensibilidad social impuesta digitalmente

La teoría perdida en nuestro cerebro


Razón 7.... Las redes sociales te hacen infeliz


¿Por qué tantos tuits famosos acaban con la palabra "triste"?

El lado malo de Incordio

El castillo elevado


Razón 8... Las redes sociales no quieren que tengas dignidad económica

Doble Incordio

Incordio de bebé

Incordio contradictorio

Anteojeras de Incordio

Mejor que Incordio

La perspectiva corporativa

La perspectiva del usuario


Razón 9.... Las redes sociales hacen imposible la política

Quemaduras de arco

La Primavera Árabe

Gamegate

LGBTQ

Ni de izquierdas ni de derechas, sino de abajo

"Black Lives Matter"

Ojalá este juego hubiese acabado ya


Razón 10.... Las redes sociales aborrecen el alma

 Conocí una metáfora metafísica

Los cuatro principios de la espiritualidad, según Incordio

La fe en Incordio

El cielo en Incordio

La existencia sin Incordio

La antimagia de Incordio

Conclusión: Los gatos tienen siete vidad

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RESUMEN

Comentarios iniciales: Lanier, uno de los gurús de Silicon Valley, lleva varios años desenmascarando el lado oscuro de las redes sociales. En este libro aborda el lado más tóxico: la adicción a las redes y la supuesta manipulación conductista de la conducta de los usuarios a través de filtros y burbujas y el usuario adicto sin libre albedrío se convierte en un zombi con su cerebro cansado con el piloto automático puesto y a merced de los manipuladores ocultos y de algoritmos indiferentes y aleatorios (ransomware). Dice que todos proporcionamos datos e información porque estamos enganchados y atrapados por el efecto red y nos estamos convirtiendo en "idiotas".

Lanier advierte que las plataformas no tiene otra manera mejor de ganar dinero que consiguiendo que les paguen por modificar el comportamiento del usuario (son hinoptizadores que trabajan para unos clientes que están ocultos y cuya identidad es desconocida, lo que genera desconfianza). El autor recomienda borrar las cuentas de las redes sociales en base a diez argumentos, al menos hasta que las plataformas cambien su sistema de servicio gratuito (donde tú eres el producto) por uno de pago. Dice que se ha convertido en algo normal la vigilancia generalizada y la manipulación sutil y constante, lo que considera "inmoral, cruel, peligroso e inhumano". Se pregunta quién podía usar ese poder y para qué (por ejemplo, plantea la hipótesis de que los datos de los usuarios caigan en poder de una dictadura digital que controla a sus súbditos). El autor también aclara que las empresas de las redes sociales se han dado cuenta de la situación, tienen remordimientos, entonaron el "mea culpa" (Parker y Palihapitiya) e intentan solucionarlo.

El autor arranca el libro explicando por qué los vídeos y "memes" en la Red de gatos (semidomesticados e imprevisibles) tienen más éxito que los perros (domesticados y previsibles). La gente se queda a la expectativa de lo que va a hacer el gato, totalmente imprevisible (siguen siendo ellos mismos). Los usuarios tienen miedo de ser "perros" en Facebook, de hacer algo desagradable cuando suena el "silbato" que los controla. A Facebook y Google los define como "imperios de modificación de la conducta".

En el primer argumento, el autor señala que desde hace cinco o diez años todo el mundo lleva un teléfono inteligente apto para la modificación algorítmica de la conducta. También hay altavoces inteligentes que nos siguen el rastro, miden lo que hacemos y nos devuelven reacciones prediseñadas. "Unos ingenieros a los que no vemos nos van hipnotizando con intenciones que desconocemos. Somos animales de laboratorio", dice Lanier. Recaban datos sobre el usuario a escala colosal, lo monitorizan y evalúan, y las estadísticas revelan patrones de conducta ocultos para los que no tenemos explicación. Una vez que la máquina "sabe" si el usuario está triste puede influir con otros mensajes que han funcionado en otras personas. 

El autor relaciona esta modificación publicitaria de la conducta con el "conductismo" (hace referencia a la caja de Skinner, una jaula donde recompensaba a animales que hacía algo en particular). Añade que hoy se puede adiestrar a alguien usando técnicas conductistas y que la persona ni siquiera es consciente de ello.

Uno de los trucos para atraer al usuario es darle "chutes" de dopamina si alguien le da un "like" a una foto o publicación. Hay un bucle de retroalimentación de validación social. Entre las recompensas figuran caramelos brillantes en "Candy Crush" o tesoros en los videojuegos o respuestas halagadoras cuando publica algo, por lo que publica más. Además de premios, hay castigos (desprecio, ostracismo). Es como el palo y la zanahoria. Otra de las claves es que la "captación" funciona mejor cuando el algoritmo es deliberadamente aleatorio e impredicible porque nuestro cerebro es un buscador innato de patrones y es incapaz de resistirse al reto de encontrar "otro truco" ante un patrón sin sentido o incongruente (misterio que lo hace más fascinante). Además, los algoritmos son "adaptativos" y hace cálculos modificando pequeños cambios y ajustes temporales para ver si mejoran los resultados por ejemplo en la probabilidad de la compra (introduce rutinariamente altas dosis de aleatoriedad para ir ajustándose; son como saltos o mutaciones). Esto es lo que engancha a la mente porque busca un patrón donde no lo hay (este es el sistema de las tragaperras digitales o las apuestas en Internet). El problema del conductismo es que una herramienta de aprendizaje instrumental en vez de creativo. Califica a los anunciantes de "manipuladores" porque, habrá gente que solo quiera vender un jabón pero otros, más oscuros, buscan socavar la democracia, dice el autor.

El autor aclara que la modificación de la conducta es un efecto estadístico de forma que no se manifiesta en todos los individuos de una población (el acierto o predicción es difusa aplicada a un individuo pero exacta a escala poblacional).

Además de los patrones aleatorios, también influye la presión social (sensibilidad hacia el estatus, la opinión y la competición social). Por ello, dice el autor, en las redes sociales, la manipulación de las emociones sociales ha generado recompensas (solidaridad, camaradería, compasión, respeto) y castigos (ansiedad, acoso, miedo, ira; son fácilmente desbordables y generan respuestas reflejas que nos embargan más tiempo). Los castigos son más baratos, desde el punto de vista empresarial y, además, los algoritmos, amplifican las emociones negativas porque detecta que aumentan las visitas. Hay un sesgo hacia "abajo" (es más fácil montar un conflicto que resolver el hambre en el mundo).
Recalca que las emociones negativas son una fuerza superior que influye en la conducta personal, política, económica, social o cultural.

Otro factor es el "efecto de red", que influye en que la gente se quede atrapada en las redes (Uber, etc...) porque otros también la usan por sus beneficios, por lo que carecemos de capacidad real para usar otras diferentes. El idealismo libertario (una Internet libre y gratuita, accesible a todos) degeneró en "monopolios globales" (los usuarios son el producto y no el cliente de las redes sociales, lo que se llama "monopsonios").

En el capítulo 2, habla de la máquina estadística (difusa pero real) que llama INCORDIO (conductas de usuario modificadas y convertidas en un imperio de alquiler). Se basa en seis piezas:

A) Adquisición de la Atención que lleva al dominio de los Idiotas

    Genera agresividad entre los usuarios, que se comportan de forma desagradable.

B) Buitrear en la vida de todo el mundo

     Los algoritmos correlacionan todos los datos de una persona con las del resto y elaboran sus teorías. El nivel de vigilancia y espionaje roza lo distópico.

C) Colmar de contenido la mente de todo el mundo

     Los algoritmos generan para cada usuario un "hilo de contenido", un "motor de recomendación" o personalización. Cada persona ve cosas diferentes, nadie entiende porque otros actúan de otra forma y se reduce la empatía.


D) Dirigir el comportamiento de las personas de la manera más sibilina posible

Las plataformas usan efectos sutiles y acumulativos que pueden hacer que la gente se sienta "triste", alterar la participación electoral  o reforzar la fidelidad a una marca. Los algoritmos optimizan la felicidad, emociones, fidelidad...

E) Embolsarse dinero para dejar que los peores idiotas Engañen disimuladamente a todo el mundo

   La máquina de modificación de conductas se alquila por dinero o debe suministrar un combustible de datos para la plataforma (los periódicos crearon "ciberanzuelos" para entrar en el hilo de noticias de Facebook y sobrevivir al cambio).

F) Falsas muchedumbres y una sociedad Falsaria

  Los usuarios malintencionados que usan la máquina INCORDIO obtienen beneficios. Todo vale: desde poner falsos bots, IA, reseñas, perfiles falsos, todo automatizado... (hay un vandalismo social invisible). Se genera un altavoz a las personas falsas.


En el capítulo 3, el autor dice que en las redes sociales hay una especie de interruptor por el que la gente funciona en modo "lobo solitario" (reflexivo) o "manada" (irreflexivo). Recomienda no caer en este juego y no alimentar la agresividad y negatividad en las redes con vídeos con insultos ni tuitear como "represalia".

En el capítulo 4, aborda la falsedad de mucha información que circula por la red (a veces creada por bots falsos que generan millones de contenidos, "likes", ciberanzuelos, terroríficas historias falsas que aparecen en los hilos de contenido de Facebook...). Da igual si eres de izquierda o derechas, el algoritmo te cataloga dentro del grupo de "paranoicos". Lo preocupante, dice el autor, es que también divulgan falsedades médicas o sanitarias (como el desprecio a las vacunas) que pueden revivir enfermedades olvidadas y erradicadas.

En el capítulo 5, aborda la falta de contexto del contenido (texto, imagen y vídeo) publicado en las redes sociales, lo que genera conflictos por los malentendidos que surgen. Dice que Internet hay "nula o poca" capacidad para conocer el contexto (conversaciones de mujeres se remezclan, se manipulan groseramente, se incorporan a un marco violento o se sexualizan).
Por su parte, los periodistas se ven obligados a "optimizar" los resultados de audiencia de sus noticias para sacarle el mayor partido. De todos modas, muchas de estas cifras son falsas (la audiencia son "bots")
El autor recalca que los "podcats" han sobrevivido a la manipulación del contenido.

En el capítulo 6, Lanier alerta de la falta de empatía que generan las redes sociales. Indica que si lo que decimos deja de tener sentido, tampoco lo tiene para el resto del público. Señala que no podemos saber en qué medida la máquina Incordio sesga y moldea la manera de ver el mundo a través de búsquedas, hilos de contenido, anuncios personalizados o flujos, pues todos son distintos y privados, y personalizados (las señales que nos mandamos unos a otros dejan de tener sentido; nuestro mundo es invisible para quienes nos malinterpretan y viceversa debido a la opacidad). Además se reducen los espacios públicos y hay una mayor insensibilidad social impuesta digitalmente. No hay ya una teoría de la mente, el "no juzgues a la gente hasta ponerte en su lugar".

En el capítulo 7, indica que las redes sociales nos "entristecen" (al establecer unos estándares de belleza, estatus social inalcanzable o la vulnerabilidad ante los troles). Si las redes maximizan nuestra capacidad de atención, lo que amplifica las emociones negativas como si fuese un imán, "la máquina tenderá a encontrar la manera de hacernos sentir mal" sin necesitar saber cuál es el motivo que nos ha hundido. Según el autor, él está enfadado porque la máquina Incordio lo sitúa en una posición "subordinada" y "humillante" al sentirse juzgado (y desencadenar su "trol interior"). No le gusta que Facebook le diga que tiene pocos amigos o de si no gusta (lo que es "incordiante") porque lo clasifica y categoriza (como si fuesen signos del zodíaco o el horoscopo) pues esto puede determinar si nos conceden un préstamo, un empleo o un seguro. A mayores de estos niveles de valoración superficiales y visibles, hay otros opacos que nadie conoce (mediante correlaciones matemáticas que nadie sabe interpretar, la llamada interpretación de capa intermedia).

En el capítulo 8, aborda la inseguridad económica que genera el algoritmo Incordio (al fomentar los trabajos esporádicos mientras solo un puñado de emprendedores se hace rico). Dice que el movimiento que creó Internet cometió un error inocente:  se adoptó como dogma el software libre y abierto, con el código fuente bien visible pero esta teoría, al ser inviable económicamente, no llegó a funcionar. Sin embargo, las compañías con máquinas Incordio tienen software hipersecreto y oculto, inaccesible a los háckers por lo que "el código secreto con el que nos manipulan está protegido como las joyas de la corona". El segundo error, dice el autor, es permitir que los servicios fuesen gratuitos (el único modelo que funcionó fue el de la publicidad a costa de los músicos, traductores y periodistas). El problema es que ahora alguien paga para manipularnos y que genere trabajos precarios en Uber mientras espía a los pasajeros, dice Lanier. No hay sitio más que para unas pocas superestrellas.

La posibilidad que contempla Lanier es "monetizar directamente servicios como la búsqueda y las redes sociales". El usuario pagaría una cuota mensual por usarlos pero si contribuyese con contenidos, ganaría algo de dinero "en vez del simbólico cinco estrellas actual". Hay un precedente y son las televisiones por Internet como Netflix o HBO. Dice que cuando los usuarios paguen por las plataformas, estas servirán a sus usuarios y clientes (a su vez, dueños de sus datos, con los que puedan ganar dinero si son valiosos).

Añade que Google y Facebook están "muy enganchados" a la máquina Incordio.

En el capítulo 9, aborda la imposibilidad de generar política porque la red se ha llenado de insultos y vídeos violentos y la manipulación de los votantes para que disminuyan su participación electoral (por ejemplo, para provocar la derrota de Hillary Clinton, según sugiere el autor). Menciona que muchos votantes se sintieron desdeñosos y desesperanzados para no ir a votar, lo que explica con la expresión "redlining" (manera disimulada mediante la cual los bancos estadounidenses, supuestamente, han manipulado históricamente los algoritmos con los que evaluaban la solvencia crediticia para discriminar a los barrios negros). Se pregunta dónde está lo espontáneo y lo premeditado en algunas reacciones de los votantes de Clinton que se vieron impelidos a ridiculizarla.

En el capítulo 10, analiza las cuestiones "espirituales" de la red (libre albedrío, sentido de la vida frente al objetivo actual de "optimizar"). Google incluso trabaja para el "más allá", casi como una religión. Además, algunos ingenieros no sirven a la Humanidad sino que trabajan para futuras máquinas de Inteligencia Artificial que herederán la Tierra (la singularidad). El autor replica que la IA es un "cuento" inventado por los informáticos para conseguir financiación hace años, una fantasía que oculta una ingeniería de código chapucera. Añade que la religión de la máquina Incordio está conectada a un negocio que otorga empatía a programas de ordenador (la IA) para soslayar que eso degrada la dignidad, el estatus y los derechos humanos de seres reales (con los que no se tiene ninguna empatía y a los que se silencia). Recalca que todos somos una humilde célula en un superorganismo que es la plataforma.

La forma de resistirse es abandonar esas redes sociales tóxicas (incluye a WhatsApp, Instagram) que espían al usuario y crear las propias web. Dice que a medida que haya más gente consciente, abandonarán esas redes.