Clases sociales. Resúmenes

Resúmenes de libros sobre clases sociales

1. "Teoría de la clase ociosa", de Thorstein Veblen (1899)

Resumen original y actualizado está en el siguiente link:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2013/05/sociologia-estratificacion-social.HTML


2. "Clases", de Erik Olin Wright (1985)

Resumen original y actualizado del libro:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/12/clases-de-erik-olin-wright-1985.html



3. "La cultura de la satisfacción", de John Kenneth Galbraith (1992)

 Resumen original y actualizado en el siguiente link:



4. "Manifiesto Redneck"
, de Jim Goad (1997)

Link del resumen original y actualizado del libro
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/03/manifiesto-redneck-de-jim-goad-1997.html


5.  "El precariado", de Guy Standing (2011)

El resumen original y actualizado está en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/06/el-precariado-de-guy-standing-2011.html


6. "Chavs: la demonización de la clase obrera", de Owen Jones (2011)

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http://evpitasociologia.blogspot.com/2016/01/chavs-la-demonizacion-de-la-clase.html


7.  "El establishment. La casta al desnudo", de Owen Jones (2014)

Resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2016/09/el-establishment-la-casta-al-desnudo-de.html

8. "The End of Normal" ("El fin de lo normal"), de James K. Galbraith (2014)

Ver resumen original y actualizado:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/12/the-end-of-normal-el-fin-de-lo-normal.html

 9. "La nueva lucha de clases", de Slavoj Zizek (2016)

Resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2017/02/la-nueva-lucha-de-clases-de-slavoj.html

10. "La sociedad del descenso", de Oliver Nachtwey (2017)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/11/la-sociedad-del-descenso-de-oliver.html


11."La trampa de la diversidad", de Daniel Bernabé (2018)

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12. "No society", de Christophe Guillouy (2018)

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Resumen de "Teoría de la clase ociosa", de Thorstein Veblen (1899)


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Sociología, estratificación social

Resumen, comentarios y anotaciones de E.V.Pita, licenciado en Derecho y Sociología 

Título: "Teoría de la clase ociosa"
Título original: "The Theory of the Leisure Class. An Economic Study of Institutions"
Autor: Thorstein Veblen 
Fecha: 1899

Editorial en español: Fondo de cultura económica 

Índice 

Introducción de John Kenneth Galbraith 

2. Emulación pecuniaria
3. El ocio ostensible
4. Consumo ostensible 
5. El nivel pecuniario de vida
6. Cañones pecuniarios del gusto
7. El vestido como expresión de la cultura pecuniaria
8. La exención de tareas industriales y conservadurismo
9. La conservación de rasgos arcaicos
10. Supervivencias modernas de la proeza 
11. La creencia de la suerte 
12. Observaciones devotas 
13. Supervivencias del interés no valorativo 
14. El saber superior como expresión de la cultura pecuniaria 

Texto de la contraportada 
Escrito por John Kenneth Galbraith

"Veblen no es una universal fuente de luz sobre la sociedad norteamericana. No vio lo que aún no había ocurrido. Y también, en algunos aspectos, se equivocó y, en la disyuntiva entre exactitud y alguna fórmula que él sintiera que escandalizaría a su público, rara vez vaciló. Optó por el escándalo. Pero ningún hombre de su tiempo, no posterior, vio con ojo tan frío y penetrante, no tanto el lucro pecuniario sino el modo en que su búsqueda hace comportarse a hombres y mujeres.
Esta mirada fría y penetrante es la sustancia que hay tras la leyenda de Veblen. Es una mirada que aún asombra al lector con lo que revela.
(...) La gran obra de Veblen es un comentario vasto e intemporal de la conducta de quienes poseen riqueza o andan en pos de ella y que, aparte de su dinero, carecen de la eminencia que - según suponían- iba a adquirir con él. Nadie ha leído realmente mucho si no ha leído al menos una vez  la Teoría de la clase ociosa (cuya tesis) puede exponerse rápidamente. Es un tratado, el más comprensivo jamás escrito, sobre esnobismo y presunción social. Parte de él es aplicable a la sociedad norteamericana del siglo XIX - en plena edad sobredorada de capitalismo norteamericano - pero es más maravillosamente pertinente en el caso de la opulencia moderna."

Comentarios  
Puede que a Galbraith le haya parecido un gran libro pero, en mi opinión, es soporífero y lleno de tópicos. Hay algunas escenas memorables como cuando comenta en el primer capítulo que los jefes guerreros dan premios al honor y la valentía porque casualmente son los valores que a ellos les hacen ganar prestigio social y justifican su primacía en la jerarquía. Es bastante lógico pero es Veblen quien lo pone por escrito. 
Otro pasaje memorable es cuando comenta que un millonario o gran señor contrata muchos sirvientes que no hacen nada precisamente para demostrar que despilfarra su dinero porque el sobra. Los gastos inútiles son una prueba de su inmensa fortuna. 
Sobre el capitulo de los vestidos, decir que sirven a los más pudientes para distinguirse de los menos acaudalados. El derroche ostensible guía el gasto. 
Este libro rememora una sociedad de clases muy marcada pero, al leerlo,  es inevitable pensar en súper millonarios de hoy en día por la exhibición de gastos que hacen. Inmediatamente surge en la mente el nombre de tal o cual famoso que encaja dentro de sus ejemplos, señal de que los tiempos no han cambiado tanto. 
El libro merece una segunda lectura y un resumen más detallado, que quedará para otra ocasión.


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Resumen del libro "Clases", de Erik Olin Wright (1985)

Resumen original y actualizado del libro:

Sociología, estructura social, clases, movilidad social

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Ficha técnica

Título: "Clases"

Título en inglés: "Classes"

Autor: Erik Olin Wright 

Fecha de publicación en inglés: Londres, 1985

Fecha de publicación en español: 1994

Editorial: Siglo XXI de España Editores SA, Madrid

Número de páginas: 374

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 Biografía del autor  Erik Olin Wright (hasta 1994)

 Erik Olin Wright (1947, Berkeley, California) estudió en la Universidad de Harvard (1964-1968), donde obtuvo la licenciatura en estudios sociales. Cursó estudios de Historia de la Universidad de Oxford, trabajando en especial con Christopher Hill. En 1976 se doctoró en la Universidad de California. Actualmente (en 1994), es catedrático de Sociología en la Universidad de Wisconsin, en Madison. Ha publicado numerosos artículos y algunos libros, entre los que destacan: The Politics of Punishment: A Critical Analysis of Prisons in America (1973) y Clase, crisis y Estado (Madrid, Siglo XXI; 1983)

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Texto de la contraportada

El concepto de clase, tal vez el más importante de la teoría marxista, carece paradójicamente de una definición formal y rigurosa en la obra de Marx. Hay un desajuste entre el nivel estructural abstracto del análisis marxiano, con dos clases nítidamente polarizadas y con intereses radicalmente contrapuestos, y las situaciones históricas concretas, en donde los protagonistas del conflicto social parecen moverse en un mapa mucho más abigarrado y borroso. La evolución de las sociedades del capitalismo avanzado ha mostrado que tal desajuste no es el efecto pasajero de un proceso de acomodación de la sociedad al modo de producción triunfante; la evidente consolidación de las "clases medias" se ha convertido en el gran reto teórico de la sociología marxista contemporánea.

En esta obra que es ya un hito en la moderna reflexión sobre las clases, Erik Olin Wright se embarca en una reconstrucción integral de ese concepto, y de los tipos de sociedad a que da lugar, tan audaz en sus planteamientos como respetuosa con la fuerza explicativa y la radicalidad que Marx quiso otorgarle. El autor da un paso más allá respecto de su anterior aportación teórica, las ya famosas "posiciones de clase contradictorias", y reinvidica una vuelta al concepto de explotación- apoyado por la nueva teorización del economista John Roemer - como criterio básico para definir las clases. Sigue luego un debate sobre la adecuación empírica de la nueva definición frente a propuestas alternativas como la de Poutlantzas.

Clases no es solamente un brillante ejercicio teórico, metodológicamente preciso y elegante: el autor ha asumido también el riesgo de la confrontación con la experiencia poniendo a prueba sus conclusiones con la ayuda de una encuesta de alcance transnacional sobre la estructura y la consciencia de clase, que se completa con una comparación entre las estructuras de clase, de los EE.UU. y Suecia. En palabras de Claus Offe, se trata de "una reformulación de la teoría de las clases empíricamente fundamentada que alcanza cotas ejemplares de rigor crítico, complejidad y claridad".

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ÍNDICE
(resumido)

Prefacio

1. Planteamiento del problema: el programa de análisis de clase
    El legado de Marx

Primera parte (cuestiones conceptuales)

2. Biografía de un concepto: posiciones de clase contradictorias

3. Un marco general para el análisis de clase
   El concepto de explotación (Roemer)

4. Implicaciones y elaboraciones del marco general
   Teorías alternativas de las clases.

Segunda Parte (Investigaciones empíricas)

5. Decisión empírica entre definiciones de clases rivales

6. La estructura de clases en el capitalismo contemporáneo: una comparación entre Suecia y los Estados Unidos

7. Estructura de clases y consciencia de clase en la sociedad capitalista contemporánea

8. Conlusión
Apéndice I: Estrategias prácticas para la transformación de conceptos
Apéndice II: Construcciones de variables
Apéndice III: Datos completos de los cuadros seleccionados

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RESUMEN

Comentarios iniciales: el libro recobra interés porque, en los años 80, intentó hacer una radiografía de las clases sociales y descubrió que la clase media estaba llena de contradicciones. Las revueltas de los "chalecos amarillos" en diciembre del 2018 en París revela que la clase media de provincias está indignada. Para comprender sus motivaciones, hay que entender bien el concepto de clase, que el autor trató de definir en los años 80 y luego lo quiso corroborar experimentalmente con encuestas.

Inicialmente, el marxismo definía las relaciones de clase primordialmente en términos de las relaciones de dominación dentro de la producción. El concepto abarcaba cuatro propiedades estructurales: las clases son relacionales, esas relaciones son antagónicas, esos antagonismos están arraigados en la explotación y la explotación está basada en las relaciones sociales de producción.

Primero Roemer y luego Wright revisan esta idea. Otra pieza clave es que el autor introduce una nueva clase, la "clase media" (intelectuales, expertos), llena de contradicciones entre las relaciones de clase, o bien un "estrato intermedio" entre burguesía y proletariado.

En el caso de Roemer, compara los diferentes sistemas de explotación tratando la organización de la producción como si fuese un "juego" (teoría de los juegos). Los jugadores poseen distintos tipos de bienes productivos (capital y cualificaciones) que introducen en la producción y que utilizan para generar ingresos de acuerdo con un determinado conjunto de reglas. La clave es si a una parte le interesa "retirarse" del juego o qué alternativas tiene para irse a un juego alternativo. A las tres sociedades clasistas (feudal, capitalista, socialista) añade la del "status" (se refiere a una sociedad teórica pero inexistente que es gobernada por burócratas; un ejemplo cercano sería la burocracia soviética).

Wright señala que el capitalismo tiene múltiples futuros, una vez que se admite que son posibles sociedades poscapitalistas con nuevas formas de estructuras de clases, con nuevos mecanismos de explotación y de dominación. El autor señala que la reconceptualización de clase propuesta en su libro sugiere que el núcleo de la lucha positiva en favor del socialismo es la democracia radical. Comenta el autor que el socialismo es una sociedad en la que el control sobre los bienes de capital y de organización ya no supone una fuente significativa de explotación (el socialismo, dice, significaría un control democrático radical sobre los recursos físicos y organizativos utilizados en la producción). Añade que la conciencia creciente de la importancia de la democracia ha sido una de las marcas distintivas de los debates políticos recientes entre la izquierda.

El autor sugiere que la lucha a favor del socialismo y la lucha a favor de la democracia son dos facetas de un mismo proceso. "Sin una redistribución de los bienes de organización mediante una democratización del proceso de control y coordinación de la producción, la explotación de bienes d organización seguirá, y sobre esa explotación se construirá una nueva estructura de relaciones de clase. La democracia no es simplemente una cuestión de cómo organizar las instituciones políticas del Estado; también afecta a cómo se constituyen las relaciones de clase mismas", afirma.

Wright insiste en que la estructura de clases no está simplemente polarizada (obreros-burguesía) sino que dentro de estas clases hay contradicciones de intereses (y los ocupantes de esas posiciones están directamente amenazados por el socialismo o lo ven de forma ambigua). El problema, dice el autor, es que el socialismo es difícilmente alcanzable si esas clases que deben cooperar no ven ventajas materiales claras. O bien se niega este problema o bien se elimina el derroche masivo (gastos militares excesivos, publicidad, consumo ostentoso), lo que beneficiará a la mayoría de la sociedad. Incide en que la productividad real del consumo útil se expandirá tanto que a muchas personas de esas clases contradictorias les irá mejor al elevar el nivel medio de vida. Otra idea es que los socialistas se ganen a las clases contradictorias mediante mejoras en la calidad de vida, ampliación de la libertad real, reducción de la violencia (lo que favorecería las coaliciones de clase).

Recalca que en sus investigaciones ha visto que el proceso de formación de clases está mediado por la política y la ideología, por lo que propone transformar esas mediaciones (ve por ejemplo que las diferentes legislaciones laborales en Suecia y EE.UU. explican que los niveles de sindicación sean tan diferentes; la diferencia respecto a las instituciones electorales puede hacer más difícil que los partidos radicales tengan presencia política; los programas de ayudas sociales son universales o solo van dirigidos a beneficiarios aunque muchos pagan más impuestos que otros,...).


El autor reconceptualiza el concepto de clase en términos de relaciones de explotación. Ve tres dimensiones de la explotación.

Primeramente, analiza la obra de Roemer sobre la explotación. Dicho autor ha terminado por rechazar completamente todo concepto de explotación basado en las transferencias de trabajo, por considerar que pueden darse situaciones en las que las transferencias vayan de los ricos hacia los pobres (un agricultor pobre que le alquila su tierra a un agricultor rico para que este la trabaje y gane más dinero a cambio de menos tiempo de ocio).

Para Roemer, que basa su definición en las teorías de juegos (suma cero),  la base material de la explotación reside en la desigual distribución de los bienes productivos, las relaciones de propiedad. Las clases se definen como las posiciones dentro de las relaciones sociales de producción que se derivan de las relaciones de propiedad, determinantes en las pautas de explotación. Unos impiden a los otros apoderarse de los bienes productivos o redistribuir los derechos de propiedad sobre esos bienes.

Wright añade que la explotación implica algo más que la mera opresión económica, incluye tanto esta como la apropiación de los frutos del trabajo de una clase por parte de otra (transferencia de excedentes). En el caso de la explotación, el bienestar de la clase trabajadora depende del trabajo de la clase explotada. En el caso de la simple opresión económica, la clase opresora únicamente tiene interés en proteger sus propios derechos de propiedad; en el caso de la explotación también tiene interés en la actividad y en el esfuerzo de los explotados. En la opresión económica, los intereses materiales de los opresores no se verían perjudicados en caso de que todos los oprimidos sencillamente desaparecieran o murieran. En la explotación, por el contrario, la clase explotadora necesita a la clase explotada.

También explica el concepto de credencial (titulación académica) diciendo que no son el único medio por el que el precio de la fuerza de trabajo cualificada puede exceder sus costes de producción; la dotes naturales constituyen su segundo mecanismo.

Define la explotación como "una apropiación económicamente opresiva de los frutos del trabajo de una clase por otra. No todas las apropiaciones son económicamente opresivas ni todas las formas de opresión económica implican tal apropiación. Es la combinación de opresión económica y apropiación lo que hace de la explotación una base tan poderosa para los antagonistas objetivos entre intereses materiales.

Explica que la explotación feudal se basaba en desigualdades generadas por la propiedad de bienes en forma de fuerza de trabajo; la explotación capitalista, en desigualdades generadas por la propiedad de bienes alienables; la explotación socialista, en desigualdades generadas por la propiedad de bienes inalienables. Así, hay señores y siervos (feudalismo), burgueses y proletariado (capitalismo), y expertos y obreros (socialismo)

Dimensiones de la explotación

1) los bienes en medios de producción (la posesión da lugar a dos clases del capitalismo: los obreros, quienes no poseen los medios de producción deben vender su fuerza de trabajo en un mercado laboral para poder trabajar; y los capitalistas, quienes al poseer cantidades sustanciales de medios de producción pueden contratar asalariados que usen esos medios de producción y no necesitan trabajar ellos mismos en absoluto). A mayores hay otras clases que poseen algunos medios de producción, suficientes para proveer parte de su subsistencia pero no para reproducirse a sí mismos, lo que les fuerza a vender también su fuerza de trabajo en un mercado laboral (asalariado semiproletarizado del capitalismo temprano y campesinos a tiempo parcial del Tercer Mundo). Y, finalmente, hay personas que poseen suficientes medios de producción para contratar trabajadores, pero no los bastantes como para tener realmente la oportunidad de no trabajar nada (pequeño empleador, patronos artesanales, pequeños granjeros, tenderos), el cual trabaja junto con sus empleados, a menudo haciendo el mismo tipo de trabajo que las personas a las que contrata.

Añade que la pequeña burguesía se define como cualquier persona autoempleada que no tenga más que un empleado. No distingue entre asalariados plenamente proletarizados y trabajadores semiproletarizados.

2) Bienes en la organización. Consisten en el control efectivo sobre la coordinación e integración de la división del trabajo. Lo característico es que estos bienes tengan una especial relevancia para definir las relaciones explotadoras de la dirección si bien no todos los empleos que formalmente se tildan de "directivos" implican un control sobre bienes de organización. (Incluye a los directivos, implicados en las decisiones sobre la política dentro del lugar de trabajo y que poseen autoridad efectiva sobre los subordinados; los supervisores, que tienen autoridad efectiva sobre subordinados, pero que no están implicados en las decisiones de la organización. Considera que estos cargos tienen bienes de organización marginales; y los no directivos, sin ningún bien organizativo.

3) Bienes en credenciales. Con cualificaciones académicas formales (expertos, empleados cualificados, no-cualificados). Mantiene sus reservas sobre el carácter clasista de esta categoría.

En el capítulo 5 usó esta reconceptualización para comparar el concepto centrado en la explotación con dos rivales (la definición de la clase obrera por el trabajo manual y la definición por el trabajo productivo) y apostó por el primero.

En el capítulo 6, examinó la relación entre estructura de clases y desigualdad de ingresos y averiguó que la renta se incrementaba en un modo esencialmente monocorde según se movía por todas las dimensiones de la explotación, ya fuesen tomadas separadamente o en conjunto.

En el capítulo 7. estudió la relación entre la estructura de clases y la consciencia de clase y descubre que los datos obtenidos son acordes con las dimensiones de la explotación.

El autor deduce que tanto en Suecia como en Estados Unidos, a pesar de los cambios técnicos y sociales del capitalismo contemporáneo, la clase obrera sigue siendo con diferencia la más numerosa dentro de la fuerza de trabajo (el 40 % si elimina a los propietarios de bienes de explotación marginales como el empleado semicredencializado). Además, hay una proporción sustancial de la fuerza de trabajo que ocupa posiciones explotadoras dentro de la estructura de clases (el 25 %, excluyendo a los PBEM). El 40 % de los hogares tendrían a una persona que está en una clase explotadora pero no son familias de explotadores netos.

Una importante conclusión, al reconceptualizar el concepto de clase, es que la clase media tiene posiciones que son simultáneamente explotadoras y explotadas, lo que determina la complejidad de sus intereses de clase y los sitúa en las "posiciones contradictorias dentro de las relaciones de explotación" pues, por un lado son explotados pero, por otro, tienen intereses distintos a los de los obreros.

Añade que el hecho de que una porción importante de la población pueda sentirse relativamente cómoda en términos materiales no desmiente el que sus capacidades e intereses sigan atados a las relaciones de propiedad y a los procesos de explotación que los acompañan.

Ve varias implicaciones a nivel político: la centralidad  de la democracia radical para el programa político del socialismo, la necesidad de concebir el proceso de formación de clase en el capitalismo actual como un problema de alianza de clase y la importancia que tiene crear las mediaciones políticas que hagan posibles esas alianzas.



Estructuras de clase

También pasa a descomponer la estructura de clases  1) por sectores económicos 2) por el empleo público y 3) vínculación entre credenciales y autoridad.

Usando diversas estadísticas de Suecia y Estados Unidos llega a la siguiente conclusión:

- Distribución por sectores económicos: Estados Unidos y Suecia poseen estructuras económicas bastante similares pero hay diferencias llamativas (EE.UU. tiene al 33 % ocupado en sector servicios de mercado capitalista tradicional (distribución, negocios y personales) y Suecia al 18 %; y a la inversa, Suecia tiene más empleo en servicios sociales y políticos ). Ambas superan el 55 % de empleo en el sector terciario.

- Distribución por el empleo público y por asociación de autoridad y credenciales.

El autor señala que los efectos de clase son mayores que los efectos sectoriales y que cuando la distribución del empleo entre los sectores tenía alguna influencia, por lo general el Estado estaba involucrado en ello. La diferencia en la distrubución de la autoridad en ambos países y el vínculo entre credenciales y autoridad explican la mayor parte de las diferencias entre la distribución de las posiciones contradictorias de clase de las dos sociedades.

Añade que las diferencias entre las estructuras de clase de Suecia y EE.UU. giran en buena medida en torno a determinantes políticos.

Dice que la conciencia de clase es muy difícil de medir en las encuestas y que pretende denotar propiedades subjetivas que afectan a la elección consciente de actividades que tienen un contenido clasista. Puede suceder que no haya simplemente un desajuste entre el modo de responder de las personas a las decisiones artificiales de una encuesta y a las decisiones reales de la práctica social, sino que se produzca una inversión sistemática de las respuestas.
Añade que la identificación de clase en cierto modo combina las tres dimensiones de la consciencia (perceptiva, teórica y normativa). Idendificarse con una clase concreta es percibir el mundo a través de determinadas categorías, sostener determinadas teorías sobre las causas (echarle la culpa a alguien de la pobreza) y dar algún sentido evaluativo a los intereses vinculados a esa clase.

Señala que Suecia y Estados Unidos son en muchos aspectos polos opuestos dentro de los países capitalistas avanzados en cuanto a la formación de clase, la expansión del estado, la desigualdad de rentas, los programas del estado de bienestar... Sin embargo, afirma, la pauta básica que conecta a la estructura de clases con la consciencia es muy similar en los dos países: ambos están polarizados de acuerdo con las tres dimensiones de la explotación y los valores en la escala de consciencia varían monocordemente según se atraviesan esas dimensiones.

Añade que aunque la pautación global de la consciencia está determinada estructuralmente por las relaciones de clase, el nivel de consciencia de la clase obrera dentro de una determinada sociedad y la naturaleza de las coaliciones que se construyen sobre esas relaciones quedan confomadas por las prácticas políticas y organizativas que caracterizan la lucha de clases. Sostiene que pese a todo su reformismo y a sus esfuerzos por lograr un compromiso de clases estable en la sociedad sueca, el Partido Socialdemócrata sueco y el movimiento obrero sueco asociado a él, han adoptado estrategias que refuerzan ciertos aspectos de la consciencia de clase obrera, en lugar de dejar que una sólida hegemonía ideológica burguesa la absorba. El partido incorporó al debate los asuntos del poder y la propiedad. En cambio, en Estados Unidos los partidos políticos y sindicatos se han embarcado en prácticas que han minado la consciencia de clase obrera. Cita, por ejemplo, que el partido demócrata ha separado sistemáticamente el discurso político del lenguaje de las clases y ve un limitado abanico de alternativas para enfrentarse a los problemas del poder y la propiedad, y los obreros no se ven como grupo especial con intereses comunes frente al capital. En Suecia hay mayor incidencia de conciencia de clase, las clases están más polarizadas ideológicamente y la coalición de clase obrera edificada sobre ese terreno ideológico más polarizado es mucho más extensa.


(en elaboración)

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 Resumen: "La cultura de la satisfacción", de John Kenneth Galbraith (1992)

 Resumen original y actualizado en el siguiente link:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2012/06/la-cultura-de-la-satisfaccion-de-john.html

Sociología, estructura social, economía política

Resumen, anotaciones y comentarios de E.V.Pita, licenciado en Sociología y Derecho.

Título: "La cultura de la satisfacción"
Subtitulo: "Los impuestos, para qué? Quienes son los beneficiarios?"
Título original: "The culture of the Contentment".

Autor: John Kenneth Galbraith
Fecha de publicación: 1992
Editorial en español: Editorial Ariel

Resumen de la contraportada:
"Una brillante descripción y un agudo análisis de la actual Mayoría Electoral satisfecha en Estados Unidos y en Occidente. La intervención del Estado en la sociedad y el papel que deben tener los impuestos marcan la línea divisoria entre lo aceptado y lo rechazado por esa Mayoría.
Pero el profesor Galbraith también pone sobre el tapete la existencia de su reverso, la Subclase, marginada y en creciente conflicto. El resultado es una visión panorámica aunque crítica de las sociedades avanzadas de nuestro tiempo".


Interés del libro: Galbraith retrató la sociedad de consumo de los años 50, la de las grandes corporaciones y ejecutivos de los 60 y escribe el libro tras la caída del muro de Berlín.
En este libro, Galbraith da una explicación de por qué los republicanos de EE.UU. piden una rebaja de impuestos y un recorte del Estado, y de por qué la gente les vota. El libro fue escrito en 1992, pero 20 años después los mismos argumentos siguen vigentes contra el gobierno Obama y otros dos autores, Paul Krugman y Stiglitz, toman el relevo de Galbraith en la defensa del estado de bienestar y las teorías keynesianas.



Resumen

¿Por qué ese título? En las primeras páginas, Galbraith dice que los privigilegiados que estaban en el poder en la Roma posterior a Trajano, en la Francia del siglo XVIII o la Inglaterra industrial del XIX o las elites dirigebtes comunistas de la URSS aprobaron aquellas teorías económicas aduladoras que justificasen que lo más conveniente y sabio era que ellos se quedasen con la riqueza. Eran los gobernantes satisfechos de un mundo ordenado a su servicio, a pesar de que el pueblo clamaba por reformas. Si esa cultura de la satisfación pervive es porque algunas de esas reformas que pedían los marginados se hicieron a regañadientes.
Pero lo que dice Galbraith es que los que votan en las elecciones son los que están satisfechos sin sospechar que hay grietas en el sistema [nota del lector: en el 2011 salió un libro que describe esas grietas en el sistema, sobre todo en el sistema financiero].


CAPITULO 1

Galbraith examina las consecuencias de la crisis de la bolsa de 1987 y cree que no fue tan destructiva como la Gran Depresión porque en el medio siglo posterior a 1929 los gobiernos adoptaron colchones como subsidio de desempleo, pensiones o ayudas a bancos o evitar quiebras.
Este añade que las clases más afortunadas y satisfechas siempre han tenido economistas aduladores que han esbozado teorías para justificar sus riquezas como los fisiócratas con los terratenientes o David Ricardo y Malthus con los liberales. De no haber reformas sociales, el capitalismo no habría sobrevivido a la Primera Guerra Mundial ni a la Gran Depresión. Pero mientras el comunismo disparó la producción industrial en masa pero fue incapaz de generar una sociedad de consumo ni estimular la agricultura y se hundió en 1989, el capitalismo sobrevivió gracias a reformas que los más afortunados habían reUchazado inicialmente.
[nota del lector: creo que Francis Fukuyama en su libro El fin de la historia explica mejor la caída del comunismo, que lo basa en una crisis de legitimidad]. Galbraith señala que tras la caída de la URSS quedó en Occidente la sensación de triunfo y de satisfacción pero Galbraith dice que ninguno de los votantes satisfechos, que son los que votan, hacen oídos sordos a las grietas en el sistema.

CAPÍTULO 2

Los votantes satifechos formarían la mayoría, el 1% más rico, el 20% acomodado y el proletariado que percibe dos sueldos. Habría un 12,5% que vive en la pobreza, marginales que no votan.
Galbraith reprocha que haya autores que se quejen de que los pobres cobren subsidios por encima de lo que sería un estimulo para buscar trabajo. [nota del lector: Tim Harford escribió en el 2009 precisamente sobre cual era el salario minimo para "incentivar" al parado para que buscase trabajo ]. Tanto celo no se aplica con esas clases satisfechas y votantes que perciben sustanciosos subsidios, pensiones, atenciones de la seguridad social y subvenciones. Ese gasto no solo no parece excesivo o contraproducente sino que los votantes lo defienden como preciada posesión.
Otra característica que señala Galbraith es que los sstisfechos creen que han llegado a su situación por sus méritos, inteligencia y esfuerzo por lo que considerarán injusto cualquier intento de arrebatarles sus privilegios.

Por otra parte, quienes critican los gastos hacen referencia a la "pesada carga del Estado" pero eso excluye las prestaciones, seguros y gastos en Defensa que requiere proteger la democracia. Según Galbraith, los modernos conservadores y hasta los demócratas ven necesarios estos gastos que redistribuyen el dinero que pagan en impuestos pero son cicateros con las ayudas a los marginados y menos desfavorecidos.
Otra característica es que el pago de impuestos de los ricos tiende a pararse por alto bajo la creencia de que los menos ricos también se librarán de pagar todos los impuestos que deberían. Estos discursos se remontan a los años 50, siguieron en la era Reagan y Bush padre. [ nota del lector: y prosiguen actualmente].

El capítulo que trata sobre los impuestos es uno de los más interesantes porque Galbraith da una explicación coherente de por qué los conservadores piden recortes en educación o sanidad y menos Estado. La razón es sencilla: wuienes tienen un alto poder adquisitivo no quieren pagar dos veces por lo mismo, ya que pagan colegios y seguros privados y además los impuestos por unos servicios que no reciben por que no lo necesitan. Hay gente que incluso ha propuesto bonos descuento para sus colegios privados [nota del lector: Milton Friedman propuso esos mismos bonos para los afectados del huracán Katrine, lo que critica Naomi Klein en su libro La doctrina del shock]. Galbraith dice que políticos que defendían estas ideas como Reagan o Bush padre se limitaron a hacer lo que les pedía la mayoría, que era no pagar más impuestos por algo que ya se podían permitir con sus altos salarios y que no les beneficiaba a ellos sino a los pobres. La reducción del Estado era también para educación y sanidad pero no para gastos que lis votantes consideraban necesarios como la defensa, la ayuda a bancos en quiebra o las gersntías para los ahorros bancarios. Para eso sí hay dinero.[ nota del lector: este análisis fue escrito hace 20 años pero mantiene vigencia durante la Gran Recesión de 2008 al 2012].

Otro de los conceptos que aborda es el de subclase, en referencia a los inmigrantes sin derecho a voto o las poblaciones más pobres y marginales que se perpetúan una generación tras otra. Antes, un inmigrante o trabajador pobre tenía la esperanza de que sus hijos estudiasen y mejorasen profesionalmente, pero ahora la subclase ve como se restringen las ayudas se la formación y los hijos repiten los desagradables oficios de sus padres.

CAPÍTULO 8

El cspítulo 8 es de especial interés para entender la crisis de 2008 a 2012. Galbraith explica la formulación de Murray: estímulo imprescindible para los ricos, impuesto de renta más bajo sin pérdida de recursos públicos, disminución de los gastos destinados a los pobres y el apoyo intelectualmente impecable de Adam Smith. Estas doctrinas, agrupadas, compusieron lo que se conoció como economía del lado de la oferta. Según la definición de Galbraith, la economía del lado de la oferta significa que "la política económica pasaría a centrarse no en los factores que afectaban a la demanda agregada de la economía sino en los que, recompensando la iniciativa y por tanto la producción, expandían la economía aumentando la oferta de bienes y servicios. Para este fin, los ricos necesitaban el acicate de màs dinero, los pobres el acicate de su propia pobreza". Se supone que el objetivo final es bajar los impuestos de los más ricos mediante la teoría del goteo: si uno alimenta al caballo con avena de sobra, algo acabará cayendo en el camino para los gorriones (David Stockman, administración Reagan).

El capítulo 8 también tiene interés por la revisión que hace del libro La Riqueza de las Naciones, de Adam Smith, de su teoría y sus mitos. Galbraith recuerda que Adam Smith se oponía a la gran clase comerciante pues ello hubiese otorgado a esta grandes privilegios arancelarios y monopolistas. "Smith quería libertad de comercio, impulsada por la fuerza universal del propio interés. Veía a su vez, a esta fuerza como la motivación que orientaba la vida Economics hacia resultados socialmente beneficiosos. He aquí su famosa mano invisible", dice Galbraith.
Respecto a los servicios públicos y el Estado, Smith insistía en que un país civilizado tiene una gran cantidad de gastos necesarios que no lo son en absoluto de un país, según su expresión, bárbaros. Además, le atraía mucho la idea de un impuesto proporcional con la riqueza.

CAPÍTULO 9

El capítulo 9 reflexiona sobre la política exterior de EE.UU., cuyos cargos tienen un gran prestigio social pero poca formación según Galbraith.

CAPÍTULO 10 Y 11

Los capítulos 10 y 11 abordan el gasto militar ante amanezas. [ nota del lector: Galbraith ya estudió este tema en "La sociedad opulenta"]. Este sostiene que en los 80 la administracion Reagan invirtió millones de dólares en nuevas tecnologías armamentisticas, lo que generó beneficios a los fabricantes, ingenieros y militares. Sin embargo, Galbraith reprocha que programas como La Guerra de las Galaxias eran de dudosa eficacia pese a su alto coste. En realidad, lo que se ve es que ese dinero no fue a programas sociales o escolares y a los votantes sstisfechos les pareció bien. El autor hace una observación sobre que las más grandes y costosas guerras fueron emprendidas por demócratas ( la guerra de Corea, Vietnam o la Segunda Guerra Mundial) y las cortas y de baja intensidad (Panamá, Granada o Irak en 1991) por republicanos. [ nota del lector: el libro fue escrito en 1992, las dos siguientes guerras en Afganistán e Irak fueron emprendidas por republicanos].
Otra observación es que los votantes satisfechos no quieren ir a las guerras, por lo que la mayoría de los reclutas proceden de entornos marginales bajo promesas de ascenso social].

CAPÍTULO 13 y finales

La conclusión de Galbraith es que las políticas, discursos y promesas de demócratas y republicanos se asemejan porque no quieren disgustar al votante satisfecho.
En uno de sus comentarios, Galbraith comenta que los votantes quieren que los políticos garanticen sus ahorros y los gobiernos eviten las quiebras de los "bancos demasiado grandes para caer". [nota del lector: Como vemos, Galbraith estaba anticipando un escenario que tendría gran trascendencia 20 años después].

(en unos días continuará el resumen)



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Resumen del libro "Manifiesto Redneck", de Jim Goad (1997)

Link del resumen original y actualizado del libro
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/03/manifiesto-redneck-de-jim-goad-1997.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, tribus urbanas, población del sur de Estados Unidos, cultura popular

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Ficha técnica

Título: Manifiesto Redneck
Subtítulo: De cómo los hillbillies, los hicks y la basura blanca se convirtieron en los chivos expiatorios de Estados Unidos.

Título original: The Redneck Manifesto: How Hillbillies, Hicks and White Trash Became America's Scapegoats

Autor: Jim Goad

Fecha de publicación: 1997

Publicación en español: 2017, Dirty Works, Salamanca

Páginas: 387

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Biografía del autor Jim Goad

Jim Goad (1961) sobrevivió a una adolescencia solitaria, misántropa y de bicho raro, con padre violento y monjas abusivas, en Clifton Heigts, Pennsylvania, un barrio redneck del que si no te largas a los 20 años estás acabado, según suele decirse. Huyó a Nueva York, estudió interpretación con Stella Adler. Se marcha con su novia a Los Ángeles y fundan la revista Answer me!, muy polémica. Tuvo una segunda relación con una chica llamada la dulce chica Drácula. Acabó  dos años en prisión por agresión. Se declaró miembro de la Nación de la Basura Blanca.

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Texto de la contraportada

"Mi odio tiene la dureza del diamante, es el aire que respiro, impregna cada célula de mi cuerpo y es mil veces más poderoso que todas vuestras buenas intenciones. Jim Goad está cabreado. Y no es para menos. Está harto de oír gilipolleces en los medios. Y ya iba siendo hora de que alguien saliese al ruedo cultural en plan kamikaze para poner las cosas en su sitio, sin pelos en la lengua y sin preocuparse del decoro y las buenas costumbres. Había dos alternativas: dejar un paquete hasta los topes de dinamita y estiércol en un edificio gubernamental o escribir este libro. Optó por la segunda. Como él mismo dice en el libro; "las preguntas bien dirigidas destruirán este gobierno sin que haya que malgastar una sola bala"

El Manifiesto Redneck es una devastadora defensa, razonada y oscuramente divertida, del grupo social más vilipendado de Estados Unidos: el clan cultural al que la gente se refiere indistintamente como rednecks, hillbillies o basura blanca de trailer. Con audacia y brillantez, demuestra que el secretito más sucio de Estados Unidos no es el racismo sino el clasismo, y con una inigualable habilidad para echar sal en las heridas, desmantela todas las ideas preconcebidas acerca de la raza y la cultura, arremetiendo a mazazo limpio contra las delicadas concepciones populares de gobierno, religión, medios de comunicación e historia.

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ÍNDICE

1. Los negratas blancos también tienen sentimientos

2. Existencia feudal. Las raíces de la eurobasura

3. Una historia rápida de la clase baja blanca estadounidense (y una historia aún más rápida de los Goad)

4. La vista desde fuera. De cómo los rednecks se convirtieron en extraños

5. Trabajar duro

6. Ocio duro

7. Rezar duro.

8. ¿Qué tienen de malo los incitadores de odio, los locos por las armas y los extremistas paranoicos que se niegan a pagar impuestos?

9. Yo y los negros

10. Varios argumentos de peso para la esclavización de todos los progresistas blancos

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RESUMEN

Comentarios iniciales: El libro tiene interés porque analiza a los habitantes de los pueblos del sur que votaron a Trump. Son los llamados "rednecks" (nuca roja, por el trabajo en el campo de sol a sol y a los que llaman "basura blanca"). Al igual que los "chavs" británicos, son objeto de burla en su país por dar el perfil de paleto embrutecido y perdedor, lo que delata, como dice Goad, un tufo clasista. 

El autor dice que él cuando fue a la ciudad se dio cuenta de que también era un "redneck" y tuvo que soportar todo tipo de burlas y chistes malos. Eso le llevó a denunciar esta situación que consideraba discriminatoria para la clase baja estadounidense. Mientras había respeto para los "negratas" (palabra tabú), los ataques a los "rednecks" eran permitidos y no había ninguna cortapisa. El autor detectó este racismo silencioso (parecía admitido reírse o insultar a los americanos blancos de clase baja por ser unos perdedores). Motivo por el cual escribió el libro.

Su obra tiene tintes humorísticos pero describe perfectamente cómo son humillados los habitantes del sur de Estados Unidos que viven en el rural y en una situación de pobreza extrema. El tópico los describe como individuos torvos, desdentados, con la ropa de granja, que pasan el día en la taberna y al volver le dan una paliza a la mujer, que no han salido del rural y que incluso tienen trato con animales, y que además de ignorantes son racistas y machistas. Muchos de ellos son latinos, italianos, o irlandeses que acabaron varados en un pueblo perdido del sur. Al ser considerados la manzana podrida de Estados Unidos, son objeto de todo tipo de insultos, burlas y acusaciones por parte de todos los demás habitantes del país. Todos los estereotipos que rechazan los progresistas tienen su reflejo en los "rednecks". 

El libro se escribió en 1997 pero cobró actualidad cuando Trump supo captar el voto de estos blancos pobres del sur precisamente apelando a los clichés que los identifican: racismo, machismo, antiimigración... Por eso la obra recupera todo el interés al describir un fenómeno sociológico.

El lenguaje del libro es políticamente incorrecto, habla sin tapujos,  pero el autor usa el humor para destapar un fenómeno sociológico de una realidad oculta que estaba ahí y que supone una fuerza de votantes capaz de dar un giro a unas elecciones presidenciales.

El autor comenta, por ejemplo, por qué se piensa que solo hubo esclavos negros cuando los propios "rednecks" y "hillbills" llegaron a las 13 colonias británicas de América (luego, Estados Unidos) como expresidiarios ingleses (sospecha que su propia familia, los Goad, eran delincuentes juveniles en la Inglaterra del siglo XVII porque los más jóvenes aparecen en islas como Barbados, llenas de plantaciones de trabajo forzado). Inglaterra vio en las colonias la oportunidad de deshacerse de su exceso de población en las islas y despoblar de Irlanda al máximo número de católicos y, en vez de ahorcarlos, les dan una utilidad como mano de obra gratuita. De ahí que muchos "hillbillies" sean irlandeses, italianos (una emigración posterior) o descendientes de ingleses pobres. Estos convictos eran condenados a trabajar en condiciones penosas en plantaciones de Barbados o eran reclutados para trabajar diez años en infracondiciones hasta que quedaban libres pero luego no encontraban trabajo. El viaje en barco era inmundo y muchos morían durante la travesía (los capitanes cobraban comisión por cada colono embarcado, no por cada uno que desembarcase en destino sano y salvo; su lógica era meter al máximo número de gente hacinada para ganar más). Los actuales "hillbillies" que se asentaron en el sur de Estados Unidos son aquellos esclavos blancos y trabajadores forzados que sobrevivieron en aquella época tan dura en la que la esclavitud era la norma. Así que, dice el autor, ellos, la clase más baja de Estados Unidos, también fueron "negratas" para los suyos y los propios negros los despreciaban por ser pobres y basura blanca. El propio nombre de "rednecks" procede de tener la nuca al sol trabajando en el campo, los llamados paletos.

Recuerda que los "siervos" medievales son la eurobasura del mundo feudal. Era la nueva denominación de los esclavos liberados en el imperio Romano pero que les obligaba a quedar anclados como el ganado a un territorio feudal y no podían marcharse y comprar bienes. El esquema se reprodujo en las plantaciones de las colonias penales de Inglaterra. Estos convictos liberados (algunos condenados por robar una gallina) tras cumplir su pena eran difíciles de adaptar porque nadie les daba trabajo, por lo que siguieron viviendo en la marginalidad y la extrema pobreza. Muchos, en paro, cayeron en el alcohol.

El autor también se refiere a que los "hillbillies" quedaron confinados en los montes Apalaches, cuando muchos fueron expulsados de las ciudades (por desempleo) y vivieron en los bosques (lo mismo hicieron en el sur; se asentaron en la frontera, donde no eran perseguidos). De ahí que al ser gente de frontera fuesen marginales e incluso endogámicos (donde toda la familia y de todas las edades se mezcla entre sí en una completa degradación; pone como ejemplo una escena de Pulp Fiction de una madre hillbill y su hijo que van a protestar a un banco), poco amigos de las leyes y la moral. En los montes Apalaches fueron diezmados cuando protestaron contra el general Washington tras la guerra de la Independencia en protesta por el aumento de los impuestos para el whisky y luego cuando las compañías mineras vinieron a explotar los montes y colinas de los Apalaches con una brutalidad desenfrenada y arruinaron todo el entorno. Finalmente, con sus campos degradados, los "hillbillies" tuvieron que emigrar a la ciudad y aceptan duros trabajos en las fábricas.

El autor recuerda que su padre, ,otro "redneck" era un buen hombre pero lo despidieron de la fábrica y se dio a la bebida y les daba palizas o insultaba a su familia, y convirtió su hogar en un infierno.

Respecto a sus creencias y cultura, el autor recuerda que a los "hillbillies" les gusta Elvis Presley, los ovnis y los deportes extremos. Por una parte, dice que Elvis Presley representa el mito del "hillbilly" que prosperó como cantante de rock, se hizo millonario y que luego, en su ocaso, se redimió (volvió a ser un "hillbilly" con su barriga y su traje hortera de luces). Es por este motivo, que hay miles de imitadores del último Elvis, el "hillbilly" que se redimió. Su mito de resurrección lo convierte prácticamente a Elvis en una religión con miles de seguidores.
Respecto a los ovnis y otros fenómenos culturales, el argumento de esas "abduciones" es tan rocambolesco (seres de otro planeta que examinan los órganos sexuales de los terrícolas y luego los liberan) que solo se lo puede creer un "hillbilly". Lo mismo pasa con esos periódicos llenos de fake news que, sin embargo, fascinan a estos habitantes de los parques de autocaravanas. Respecto al ocio, señala que tras trabajar duro en las fábricas, los "hillbillies" necesitan desahogarse con un poco de diversión, y los fines de semana lo dan todo con borracheras extremas, caídas espectaculares o deportes de riesgo, como las peleas, en las que muchos quedan inválidos de por vida.

Respecto al pago de impuestos y los locos por las armas, el autor dice que la propia rebelión de los colonos americanos contra Inglaterra fue porque les cobraba muchos impuestos. Los "hillbillies" lucharon en la Guerra de Independencia por reducir los impuestos pero luego Washington les subió el alcohol y protestaron violentamente, por lo que muchos murieron masacrados y otros tuvieron que huir a los pantanos o a los Apalaches.

El autor concluye criticando la hipocresía de los progresistas blancos que se mofan de los "hillbillies", a los que acusa de racistas pues ellos mismos han estado marginando a los "rednecks" al racanearles educación, empleo y sanidad. El propio autor que él, como un "hillbilly", le faltan siete dientes en su dentadura porque en su juventud su familia no tenía dinero para gastarla en un dentista. Aquellos que se burlan de los "hillbillies" desdentados, se están burlando de su extrema pobreza.


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Resumen de "El precariado", de Guy Standing (2011)


El resumen original y actualizado está en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/06/el-precariado-de-guy-standing-2011.html

Autor del resumen; E.V.Pita (2015), licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, empleo, precariedad, clases sociales, Economía, capitalismo

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Título: "El precariado. Una nueva clase social"

Título original en inglés: "The precariat. The new dangerous class"

Autor: Guy Standing

Edición en inglés: Bloomsbury, 2011

Edición en español: Ediciones de Pasado & Presente SL, Barcelona, 2013

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Biografía oficial del autor Guy Standing (hasta 2013)

Guy Standing es catedrático de Estudios del Desarrollo en la Universidad de Londres. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Cambridge y miembro de la Academia de Ciencias Sociales del Reino Unido, ha enseñado en la Universidad de Bath y en la de Monash, de Melbourne. Entre 1999 y 2006 fue director del Programa de Seguridad Socioeconómica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra.
El profesor Standing es miembro fundador y copresidente de BIEN (Basic Income Earth Network), una oenegé internacional que promueve la renta básica de ciudadanía. Entre sus publicaciones destacan Social Income and Insecurity (2010), Work after Globalization: Building Occupational Citizenship (2009) y Global Labour Flexibility: Seeking Distributive Justice (1999).

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Texto de la contraportada

"España podría convertirse en epicentro de la Transformación Global. Aunque el precariado se aceleró cuando el "crash" financiero de 2008 hundió al país en una sima oscura de austeridad. Desde bastante antes los sucesivos gobiernos venían aplicando políticas económicas neoliberales que el precariado no perdonará ni olvidará. En 2013 se vive una situación terrorífica en la que más de la mitad de los jóvenes españoles carece de empleo, hacinándose en la búsqueda de puestos de trabajo eventuales, y millones de ellos viven de salarios y subsidios que no les permiten alcanzar un nivel de vida mínimamente decente. Más de una cuarta parte de los españoles vive en la pobreza.
Por espantoso que resulte ese sufrimiento, no se deberían menospreciar los aspectos transformadores positivos de lo que viene sucediendo. No es momento para la autocompasión, sino para que se configure una nueva perspectiva progresista basada en la exigencia al Estado de que se aleje de una vez del neoliberalismo que ha hundido España en una inseguridad económica crónica y en desigualdades de clase sin precedente".

Prefacio de Guy Standing a la edición española

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ÍNDICE

1. El precariado
2. ¿Por qué crece el precariado?
3. ¿Quiénes forman parte del precariado?
4. Los inmigrantes ¿víctimas, villanos o héroes?
5. El trabajo pagado y no pagado y la contracción del tiempo
6. Una política de descenso a los infiernos
7.  Una política de asalto a los cielos

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Prefacio sobre España

El autor, Guy Standing, cree que España podría convertirse en epicentro de la Transformación Global. Dice que el sistema político está paralizado con los achaques de un sistema podrido. Tras el crash del 2008, los sucesivos gobiernos han recortado los servicios sociales y los subsidios estatales, y aumentó la cifra de personas sin hogar. El empresariado y político hablaba de que las reformas nos llevarían por el buen camino pero el precariado se preguntaba si hablaban del mismo país. La economía se hundió pero el 19 % de la economía es sumergida y eso salvó al país de una revuelta. Las autoridades hacen la vista gorda ante la economía irregular para permitir que la gente pueda sobrevivir.
La OCDE defendió el "workfare": obliga a los desempleados a perder el tiempo en actividades prácticamente inútiles en busca de empleos inexistentes.
Dice que hay un millón de personas sin hogar y miles de apartamentos están vacíos. Muchos bancos se han desmoronado por el crash. El PIB sigue contrayéndose.
Los sindicatos cometieron un error histórico cuando enlos años 80 no se opusieron a la flexibilidad del trabajo que acompañaba la globalización.


Introducción:

Standing señala que en los años 70 surgió el neoliberalismo que consideró que los aspectos del mercado impregnaran todos los aspectos de la vida. Uno de sus temas preferidos era que los gobiernos debían fomentar la flexibilidad del mercado laboral, lo que equivalía a transferir los riesgos y las inseguridades a los trabajadores y sus familias. El resultado fue la creación del "precariado". El própio éxito de la agenda neoliberal ha creado un "monstruo" político, voces extremistas que atraen al precariado.

Guy Standing estudia al precariado, un tipo de trabajador que cobra un sueldo miserable y trabaja más de la cuenta de forma intermitente y sin aspirar a mejorar su categoría ni obtener un empleo de por vida.
Una de las cuestiones más interesantes que aborda Standing es el fin de un contrato social no escrito entre trabajadores y empresarios durante la postguerra que permitió que toda una generación disfrutase de empleo fijo y seguridad social. Un becario que entraba en una empresa hacía méritos para que lo contratasen de por vida. Ese era un poco el camino de aprendizaje para seguir, en el que se premiaba la lealtad y experiencia.
Eso ha cambiado. Ahora, el becario sabe lo que le espera: quizás tengan que pagar por aprender, sus título universitario está completamente devaluado, cuando termine sus prácticas irá directo a la calle y si aspira a un trabajo seguramente no será de lo que ha estudiado, o se le pagará menos por una función de mayor categoría. Los contratos temporales de seis meses o menos no le permitirán lograr el subsidio de desempleo.
La existencia de este ejército de reserva siempre dispuesto a trabajar en cualquier momento ha reducido los salarios de los empleados que aún conservan su empleo fijo. En una recesión, el precariado es el primero en ser despedido porque los fijos son más caros. Esto forma parte de la flexibilidad laboral para reducir costes, en la que el empresario puede despedir fácilmente a mano de obra o contratarla por pocas jornadas y a salarios baratos.
El precariado está formado por estudiantes, adolescentes, trabajadores de baja cualificación, mujeres y a sus filas se suman los trabajadores mayores de 45 años y los prejubilados.
En este ambiente de temporalidad, el precariado no tiene posibilidad de hacer planes de cara al futuro ni puede ahorrar porque su bajo salario debe dedicarlo a sus necesidades diarias. Su pensión en la vejez será de subsistencia. Quien cae en el precariado empezará a encadenar breves contratos y le será difícil regresar al empleo fijo.

Respecto a los inmigrantes, Standing señala que las leyes de inmigración alemanas primero no facilitaron la integración culturales de los trabajadores extranjeros y luego les penalizaron por no estar integrados. La cuestión es que en muchos países, las empresas necesitan a esa fuerza laboral joven y más barata que los trabajadores locales.
 En Inglaterra, también hay dificultades para legalizar la ciudadanía incluso si el trabajador lleva mucho tiempo empleado en el país. Por otra parte, los trabajadores blancos ven como los inmigrantes más pobres tienen acceso prioritario a todo tipo de ayudas y ellos quedan en los últimos puestos de la lista porque son más ricos.  En general, estas políticas lo que hacen es generar y mantener un subclase ilegal que cobra salarios muy bajos en condiciones de total precariedad y a los perdedores que no regresan a su país se les califica de delincuentes. Para Standing, poco a poco los trabajadores ven cómo sus derechos quedan restringidos.

Pero el principal problema del precariado está en China donde millones de trabajadores del rural se desplazan a las ciudades pero carecen de los derechos de los urbanitas. Esta es la clave del éxito de la globalización: producción masiva a precios de ganga. Los empleados rurales duermen en los barracones de las fábricas donde trabajan extensas jornadas durante los mejores años de su vida y luego regresan a sus aldeas. En la última crisis, fueron despedidos 25 millones de trabajadores rurales, que regresaron a sus pueblos. La tierra, que no se puede vender, ha servido como "colchón" para absorber a la masa sobrante de las industrias chinas. Según Standing, se trata del mayor trasvase de población que ha conocido la humanidad y sus efectos se verán reflejados en las condiciones laborales de Europa y Estados Unidos. Otros países como Vietnam y China exportan sus trabajadores precarios a fábricas de África y otros lugares donde trabajan en las mismas condiciones de precariedad. Incluso van presos en libertad condicional. Standing cree que hay casos en los que habría que hablar de "servidumbre" o esclavitud

Standing dice que el precariado desea libertad y seguridad básica. El precariado desea control sobre su vida, un resurgimiento de la solidaridad social y una autonomía sostenible a la vez que rechaza las viejas formas laboristas de seguridad y paternalismo estatal. También quiere ver el futuro asegurado en el aspecto ecológico: aire limpio, contaminación en retirada y protección de la biodiversidad.

El autor dice que el precariado es una clase en  que necesita resucitar la ética de solidaridad social y universalismo, valores rechazados por los utilitarios. Para Standing, la universalidad es el único principio que puede revertir las crecientes desigualdades y la inseguridad económica.

Indica que para el precariado el laborismo del siglo XX era muy poco atractivo ya que aunque era atractivo entró en un callejón sin salida con la Tercera Vía. El autor dice que los socialdemócratas temían mencionar la desigualdad, optaron por el trabajo flexible e inseguro y minusvaloraron la libertad y promovieron el Estado "panóptico". Al descrédito del laborismo se une la bancarrota del modelo neoliberal de la globalización.

Standing dice que uno de los fallos ha sido tratar al precariado como "gente perezosa, potencial delincuente, trasgresora de la ley o egoista". Cree que la educación y el tiempo de calidad es necesario para que el precariado analice la información disponible.
No es que la gente no quiera trabajar, sino que los empleos no son de calidad,
Los precariados "malos" se enfadan porque el gobierno rescata a los bancos, ofrecen subvenciones a las élites favorecidas, lo que, según Standing, les lleva a sumarse al neofascismo populista.

El autor indica que el precariado necesita seguridad económica, que le dé cierto control sobre sus perpectivas vitales y la sensación de que los choques y peligros se pueden contrarrestar. Eso solo se puede lograr con seguridad en los ingresos.

Esta es la estrategia que propone Standing:

1 - Derechos inalienables para quienes hoy los tienen restringidos

2 - Trabajo y no solo ganarse la vida

3 - La mercantilización plena del trabajo

Se refiere a que en vez de obligar a la gente a tener empleo, reduciendo su salario y el de los demás afectados por la presión a la baja que ejerce, la gente debería sentirse atraída por auténticos incentivos. "Si hay empleos de sobra, y si nadie quiere aceptarlos, dejemos que suba su precio (salario) hasta que quien los ofrece crea que está por encima de lo que está dispuesto a pagar.
Propone eliminar los "caprichosos" subsidios a las empresas y convertirlos en prestaciones que puedan ser compradas por su valor de mercado.
Añade que las prestaciones no monetarias constituyen una fuente importante de desigualdad. Pone como ejemplo el permiso de maternidad, del que se benefician menos las mujeres precarizadas por temor a perder su empleo que a las fijas que están cubiertas por seguros de desempleo. Standing cree que todos los trabajadores deberían tener los mismos derechos.

4 - Libertad de profesión y oficio

Standing insiste en que los empleos tienen que ser considerados "instrumentales" y no como el aspecto más importante de la vida. De hecho, para el precariado su empleo no es precisamente el mejor camino hacia la felicidad.

También habla del voluntariado surgido en tiempo de crisis. Cree que la pérdida de un empleo puede ser liberadora sobre todo si es precario y un infierno.

5. Derechos del trabajo

6. Combatir los trabonos y la condicionalidad

Trabono: las agencias de empleo obligan al desempleado a aceptar las tareas que se les encargan o perder el subsidio, quedando posiblemente marcados de por vida como "parásitos" en algún sistema de vigilancia de datos.

7, Libertad de asociacion: la organización del precariado

8. Dar nueva vida a la igualdad

9. Una renta básica

10. Redistribución de la seguridad

11. Redistribución del capital financiero

12. Obtener el control del tiempo

13. Recuperación de los bienes comunes

14. Ayudas al ocio


El autor concluye que el precariado puede comprobar pronto que tiene muchos más amigos. Advierte que el precariado no debe dejarse llevar por políticos fulleros, demagogos y neofascistas. Dice que mientras el centroderecha se arrastra más a la derecha para mantener sus votantes, el centroizquierda político está cediendo terreno y perdiendo los suyos. "Corre el peligro de perder una generación de credibilidad",dice Standing.  Durante mucho tiempo representó los intereses del "trabajo" a la vez que trataba de defender una forma moribunda de vida y de trabajo. La nueva clase es el precariado, a menos que los progresistas del mundo ofrezcan una "política de asalto a los cielos", o el precariado será atraído por los cantos de sirena que lleven a la sociedad al abismo. "El precariado no es víctima, ni villano, ni héroe, somos la mayoría de nosotros", termina su libro Standing.

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CRÍTICAS DE OTROS AUTORES

Oliver Natchwey, en "La sociedad del descenso" (2016)

Página 135

El autor alemán Oliver Natchwey señala que en la "modernidad social" (1945-1971) se nivelaban hacia arriba las posiciones de clase, especialmente mediante la concesión de iguales derechos cívicos. Pero en la "modernidad regresiva" (1971-2016), en cambio, con la "sociedad del descenso" se constituye una multiplicidad de estructuraciones de clase orientadas hacia abajo. La mayor parte de los trabajadores "free lance" o interinos llevan una vida precaria. El autor indica que para unos pocos (por ejemplo, los especialistas en tecnologías de la información) es una ganancia de autonomía (sin jefes ni horarios). De ahí que no se produzca (como esperaban hasta hace bien poco algunas personalidades importantes (Standing, 2011), la formación de un "precariado" como nueva clase social. El autor añade que "hasta ahora no ha surgido ni un potencial de acción ni una conciencia de clase capaces de arrastrar a las masas". Como tampoco hay un precariado, sino muchos precariados (Bude, 2006).

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/11/la-sociedad-del-descenso-de-oliver.html

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Resumen de "Chavs: la demonización de la clase obrera", de Owen Jones (2011)

Referencia APA: Jones, Owen (2011): Chavs: la demonización de la clase obrera. Torrejón de Ardoz (Madrid): Capitán Swing (2013)

Ver el resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2016/01/chavs-la-demonizacion-de-la-clase.html

Resumen por E.V.Pita, licenciado en Sociología y Derecho

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Título:  "Chavs: la demonización de la clase obrera"

Título original: Chavs: The Demonization of the Working Class

Autor: Owen Jones

Primera edición: 2011

Edición en español: 2013, Torrejón de Arzoz (Madrid): Capitán Swing

Páginas: 347

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Biografía oficial del autor (hasta 2014)

Owen Jones, nacido en Shelffield el 8 de agosto del 1984, es un joven escritor, comentarista y activista asociado con la izquierda política británica. Escribe con frecuencia para medios como The Guardian, The Independent y New Statesman; y ha trabajado en el Parlamento con grupos de presión sindicales. además de realizar investigación parlamentaria en asuntos polémicos como las libertades civiles o los derechos de los trabajadores. En septiembre del 2011, fue votado como el pensador más influyente de la izquierda por los lectores del blog Left Foot Forward, y el Daily Telegraph lo situó como una de las figuras más populares e influyentes del momento. Desde el London Evening Standard, Andrew Neather incluyó su libro Chavs en el marco de un resurgimiento de la izquierda, que incluye desde las múltiples reediciones del Manifiesto Comunista hasta el aclamado documental de Jason Barker Marx Reloaded (audiovisual que examina de qué modo las ideas del filósofo y socialista alemán Karl Marx pueden ayudarnos a entender la crisis económica y financiera global de 2008).
Su segundo libro: "El Establishment la casta al desnudo" fue publicado en el 2014.

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Texto de la contraportada

"En la Gran Bretaña actual, la clase trabajadora se ha convertido en objeto de miedo y escarnio. Desde la Vicky Pollard de Little Britain a la demonización de Jade Goody, los medios de comunicación y los políticos desechan por irresponsable, delincuente e ignorante a un vasto y desfavorecido sector de la sociedad cuyos miembros se han estereotipado en una sola palabra cargada de odio: "chavs".

En este aclamado estudio, Owen Jones, analiza cómo la clase trabajadora ha pasado de ser "la sal de la tierra" a la "escoria de la tierra". Desvelando la ignorancia y el prejuicio que están en el centro de la caricatura "chav", retrata una realidad mucho más compleja: el estereotipo "chav" dice, es utilizado por los gobiernos como pantalla para evitar comprometerse de verdad con los problemas sociales y económicos y justificar el aumento de la desigualdad. Basado en una investigación exhaustiva y original, este libro es una crítica irrefutable de los medios de comunicación y de la clase dirigente, y un retrato esclarecedor e inquietante de la desigualdad y el odio de clases en la Gran Bretaña actual. La edición incluye un nuevo capítulo que explora las causas y las consecuencias de los episodios de violencia que ocurrieron durante el verano de 2011 en Inglaterra"

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ÍNDICE

1. El extraño caso de Shannon Matthews

2. Luchadores de clase

3. Políticos versus "chavs"

4. Una clase en la picota

5. "Ahora todos somos de clase media"

6. Una sociedad amañada

7. Una Gran Bretaña rota

8. La ofensiva

Conclusión: ¿Una nueva política de clase?

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Resumen y comentarios:

La primera página del libro es muy conocida. El autor cuenta que está en una cena con sus amigos de clase media acomodada y burguesa de Londres y un comensal hace una observación frívola y de mal gusto. Nadie parece sorprenderse ni dar muestras de bochorno. Hablaban de moda y uno hace un chiste con desenfado: "Qué lástima que cierre Woolworth's. ¿Dónde van a comprar todos los chavs sus regalos navideños". Todos se rieron.
Chavs es el término peyorativo para referirse a la subcultura de la clase trabajadora inglesa joven (llevan ropa deportiva de marca, bisutería llamativa y viven de las prestaciones y en viviendas sociales). Deriva de "chaval" (niño, en gitano) pero aquí el término similar sería "choni", "gichos", etc... Se trata de trabajadores considerados "palurdos" que trabajan de cajeros en supermercados, empleados en restaurantes de comida rápida o limpiadores.
Owen Jones dice que si hubiesen empleado términos homófobos, sexistas o racistas, lo hubiesen echado de la mesa. Pero como se refería a las "repugnantes clases bajas" nadie rechistó. Todos eran profesionales bien remunerados, educados en elitistas colegios y universidades, que disfrutaban de una confortable existencia en agradables barrios residenciales de Londres. Las posibilidades de que alguien de la clase trabajadora terminara como ellos era remota. "Allí estaba yo, presenciando un fenómeno que se remonta cientos de años atrás: los ricos burlándose de los menos pudientes".
El autor, después de la cena, se preguntó por qué ese "odio" hacia la clase baja se había vuelto aceptable socialmente. Los "chavs" son objeto de mofa en programas cómicos pero también hay gimnasios que organizan cursos de "lucha chav" para defenderse de ellos si paseas por un barrio peligroso y te ataca una pandilla. Se ríen de sus expresiones con faltas de ortografía, de sus pitbulls y navaja, procrean a los 15 años y pasan el día tratando de conseguir "maría". Acaban internados antes de los 21. Muchos empresarios creen que estos chavs "se merecen" su mala suerte.

En las siguientes páginas, Jones examina los casos de las niñas Madeleine McCain, hija de una pareja de clase media desaparecida en Portugal, y Shannon Mathews (ocultada por su madre y su tío, que simularon un secuestro para atraer la atención mediática). Sobre la familia de la segunda, que vivía en un barrio de "chavs" y viviendas sociales, los periódicos se quemaron con todo tipo de improperios.

Owen Jones señala que en Inglaterra las desigualdades existentes intentan disimularse echándole la culpa a los pobres por la situación de miseria económica que viven, por su mala cabeza e irresponsabilidad. Un caso como el de la madre de Shannon era el ejemplo perfecto de que se merecían lo que les pasaba. Sin embargo, Jones recuerda que para hacer periodismo en Inglaterra suele hacer falta una licenciatura y pocos hijos de trabajadores llegan a trabajar en las redacciones, que son mayoritariamente de clase media y media-alta, por lo que ven la realidad social desde el filtro de la burguesía. De ahí, que los diarios se "quemen" con los "chavs", sin la menos sensibilidad hacia cómo viven los pobres y generalizando sus vicios en todo el colectivo sin hacer distinciones.

Jones repasa la historia más reciente del movimiento obrero desde 1970. Las huelgas sindicales obligaron a los conservadores a retirarse del Gobierno, lección que no olvidó Margareth Thatcher. Esta decidió atacar al movimiento obrero golpeando a la minería y cerrando glandes conglomerados, dejando a decenas de ciudades y pueblos sin ingresos. Tras varios años de enfrentamientos entre manifestantes y policía, el movimiento sindical salió derrotado, los mineros tuvieron que volver cabizbajos al trabajo y Thatcher ganó la batalla. Las consecuencias fueron el colapso del movimiento sindical, que perdió su importancia. El número de parados pasó de uno a cuatro millones con Thatcher pero sus partidarios replicaron que el problema no era el alto número de parados sino que lo bueno estaba en que otros cuatro millones de trabajadores estaban tan asustados de perder su empleo que no se iban a manifestar contra ninguna medida.
El resultado de estas políticas de desindustrialización fueron que bajó la tasa de interés y la inflación, a costa de un elevado desempleo que hundió las comunidades mineras, sin apenas futuro.
La solución que propuso Thatcher es que cada se potenciase el sistema de servicios y que cada uno fuese un "emprendedor", un propietario, por lo que se vendieron las viviendas sociales a sus beneficiarios tras ahogar presupuestariamente a los ayuntamientos.

Owen Jones señala que fue en esta época cuando empezó la demonización de la clase obrera, con esa lucha sin cuartel contra el movimiento sindical, una venganza en toda regla, que devastó las comunidades. A veces se critica a los padres de los hijos que salen drogadictos, pero el autor recuerda que estos padres ejercen bien su papel y aconsejan a sus hijos que se metan en aprendices en la mina por si las otras posibilidad no salen adelante, lo que suele ocurrir. Pero al menos tenían un trabajo. La cuestión es que ahora estas comunidades están descalabradas y, dice el autor, para una adolescente es más rentable acceder a una ayuda pública por embarazo que ponerse a buscar un trabajo allí donde no hay ninguno,

El caso es que en esos pueblos donde cerró la mina y están desindustrializados, hay más posibilidades de que entre la droga o que la juventud no tenga posibilidades de un mejor futuro. Viven de ayudas públicas pero no porque sean vagos sino por los problemas del paro crónico en sus localidades.

Para Owen, los sindicatos y las comunidades industriales quedaron machacadas con las políticas thatcheristas y luego por las neolaboristas (que las copiaron al ver que les daban muchos votos). El autor insiste en que durante 20 años ha habido una "demonización" de la clase obrera, sobre todo si se tiene en cuenta que los medios de comunicación están dominados por la clase media de Inglaterra y que los votantes suelen ser de clase media.
Esto ha llevado a que los trabajadores estén desencantados con el laborismo, porque lo identifican con el thatcherismo, y se hayan interesado por otras opciones políticas como el BNP, un partido racista y de extrema derecha, que gana votos en los barrios más castigados.
Owen también analiza el auge del movimiento antimigratorio en aquellos barrios que antaño eran industriales. Los vecinos se quejan de que los inmigrantes obtienen antes que ellos las viviendas sociales y otros privilegios, por lo que se sienten desplazados. Además, los inmigrantes aceptan menores salarios y trabajar más horas, lo que le gusta mucho a los empresarios que prefieren contratarlos frente a los trabajadores locales. De ahí, que haya surgido un malestar en los barrios que fueron desindustrializados.

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Resumen de  "El establishment. La casta al desnudo", de Owen Jones (2014)

Resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2016/09/el-establishment-la-casta-al-desnudo-de.html

Resumen por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, clases, cambio social

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Título: "El establishment"
Subtítulo: "La casta la desnudo"

Título original: "The Establishment"

Autor: Owen Jones

Fecha de publicación en inglés: 2014

Publicación en español: 2015, Barcelona, Editorial Planeta, Seix Barral

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Biografía del autor (hasta 2015)

Owen Jones es un escritor y activista de izquierdas nacido en Sheffield en 1984. Estudió Historia en Oxford. Colabora en medios como The Guardian, The Independent, New Statesman y también en televisión. El blog político Left Foot Forward lo nombró en 2013 el comentarista británico más influyente, The Daily Telegraph lo situó como el séptimo autor más influyente de la izquierda en Reino Unido y ha sido galardonado con el Premio Young Writer of the Year en la categoría de Political Book. Su primer libro, el best seller internacional Chavs: la demonización de la clase obrera, fue finalista del Guardian First Book Award y elegido como uno de los diez mejores libros de no ficción del año por The New York Times. El Establishment (2014; Seix Barral, 2015), convertido también en un best seller, ha sido elegido entre los mejores libros del año por The Guardian y ha sido finalista del Politica Book Awards.

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Texto de la contraportada

"¿Quién ostenta realmente el poder? ¿Quién tiene secuestrada nuestra democracia? Es el Establishment, un grupo de gente unida por un objetivo común; mantener el sistema actual. Entre ellos están los políticos que legislan nuestras vidas; los barones de los medios de comunicación que marcan el debate; los empresarios y banqueros que dirigen la economía y las fuerzas policiales que hacen cumplir unas leyes amañadas a favor de los poderosos. Ellos son el principal impedimento a la verdadera democracia y ha llegado la hora de que esto cambie.

Owen Jones, autor de Chavs y definido por Russell Brand como el "Orwell de nuestra generación", ha realizado un viaje al corazón de la élite y ha escrito un libro arrogante y mordaz que constituye todo un desafío al sistema. Ésta es una lectura llena de humor e ingenio, pero lo que muestra es brutalmente serio: el Establishment está amasando una cantidad ingente de poder sin precedentes en los tiempos modernos. Nuestra única salida es dar un paso más allá de la resignación e iniciar una revolución democrática,

"Si las desigualdades son la fiebre que anuncia el malestar en nuestra sociedad, la casta a la que señala Jones es la causante de la enfermedad de la que tenemos que curarnos. Leer es el primer paso para no confundir los diagnósticos y acertar en las terapias" (Pablo Iglesias)

"El libro más importante sobre política real que he leído en mi vida, y el único que necesitas leer. Te deslumbrará y enfadará a partes iguales" (Irvine Welsh)

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ÍNDICE

1. Los escuderos

2. El cártel de Westminster

3. Mediocracia

4. Las fuerzas del orden

5. Gorrones del Estado

6. Magnates y defraudadores fiscales

7. Los amos del universo

8. La ilusión de la soberanía

Conclusión: una revolución democrática

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RESUMEN

El autor realizó un sorprendente análisis en Chavs de la desigualdad social en Inglaterra (y que puede ser extrapolable a otros lugares) y sus ecos resuenan en The Establishment, por lo que al lector que conozca al autor le sonarán muchos de sus argumentos.

El libro cuenta cómo el Establishment, la llamada casta, opera desde fuera del escenario y tiene controlados a los políticos y a la prensa.

Owen Jones cuenta la vida lujosa de los parlamentarios, que se gastan el dinero de los contribuyentes en televisiones panorámicas, segundas residencias y otros gastos ostentosos, que cargan en la cuenta del ciudadano.

La tesis de Jones es que la democracia británica es algo precario, que choca constantemente con los intereses creados de quienes tienen el poder, o de quienes forman el Establishment (aunque todo el mundo sabe de su existencia de "esa gente que tiene poder y que no me cae bien" nadie conoce a sus miembros, siempre en la sombra).

El autor considera que la prensa y los políticos tienen una idea distorsionada del Establishment: para los diarios conservadores son un grupo de hippies de los 60 ahora aupados al poder, para otros son drogadictos, otros los encajan entre los más ricos y exalumnos de escuelas de élite, la Oxbridge, Otros que siempre han tenido poder no lo ocultan.

Owen define el Establishment como un grupo que se compone de una serie de poderosos grupos que necesitan proteger su posición en una democracia en la que tiene derecho a votar casi toda la población adulta. "El Establishment representa el intento por parte de esos grupos de "gestionar" la democracia, de asegurarse de que ésta no amenace a sus intereses", Sus manejos serían el modo de sobrevivir en un entorno de sufragio universal donde también votan los pobres. Se trataría de un grupo de instituciones e ideas que legitiman y protegen la concentración de riqueza y del poder en muy pocas manos.

Añade que el Establishment incluye a los políticos que crean las leyes; a los barones de los medios de la comunicación que establecen los términos del debate; a las empresas y a los financieros que dirigen la economía; y a las fuerzas policiales que hacen cumplir unas leyes amañadas a favor de los poderosos. La ideología común es: "Porque yo lo valgo. Una ley para nosotros y otra para todos los demás". Es la mentalidad de los políticos a gastarse un dinero que no es suyo, a los empresarios a no pagar impuestos y a los banqueros de la City a exigir unas bonificaciones cada vez mayores mientras abocan al mundo entero al desastre económico.

Según Owen, todas estas cosas las facilitan unas leyes orientadas a castigar con dureza la más minúscula infracción que cometan quienes están en lo más bajo de la jerarquía (como que un pobre parado haga trampa al cobra un subsidio).

Para el Establishment, la ideología neoliberal solo dice cosas de "sentido común" y todos siguen un "guión parecido". No estar de acuerdo con esas días equivale a estar fuera del Establishment y ser considerado un extremista marginal.

También hay entre ellos vínculos financieros y una cultura de "puerta giratoria": individuos poderosos que fluyen por entre los mundos político, corporativo y mediático.

Owen también descubre el fallo lógico del Establishment: puede que deteste el Estado pero depende por completo de él para prosperar: bancos rescatados, infraestructura financiada por el Estado, protección estatal de la propiedad privado, investigación y desarrollo, una fuerza de trabajo educada gracias a una gran inversión pública, la subida de unos salarios que ya no dan para vivir, los numerosos subsidios.... Owen lo define como "socialismo para ricos".

El autor también critica a la prensa, por compadreo con los ricos y poderosos. Critica que los periodistas y políticos solo se dedican a machacar a los más pobres y que carecen de poder: a los desempleados y solicitantes de ayudas, a los inmigrantes, a los funcionarios...

Otra cosa que ha permitido que el Establishment tenga una "visión triunfalista" es que han desaparecido todos sus oponentes: a los sindicatos los ven como grupos con escasa legitimidad, los intelectuales que no pasan por el aro han sido expulsados de la comunidad, y el fin de la Guerra Fría dejó sin alternativas el escenario político o eso fue lo que se vendíó. El resultado es un Establishment que amasa riqueza sin parar y reúne más poder de forma agresiva.

Además, el autor resalta que en el Parlamento hay cuatro hombres por cada cinco parlamentarios, las minorías étnicas son testimoniales, En el mundo de la empresa ocurre algo parecido en las tareas directivas.

Owen termina diciendo en su introducción que hay buena gente en el Establishment, generosa, junto a otros que son egoístas y codiciosos. El problema no es el individuo sino todo el sistema y su ideología cuyas ideas se han vuelto victoriosas e indiscutidas, cómo justifica su conducta y "por qué supone una amenaza para nuestra democracia". Se trata de un pensamiento que hace que la distribución más desigual de la riqueza le produzca a los poderosos la sensación de que tienen derecho a llevarse porciones cada vez más grandes de ella.

El autor señala que las políticas que hoy se consideran de "sentido común" serán vilipendiadas y despreciadas por generaciones futuras. "Ya hace tiempo que se necesita una revolución democrática, destinada a reclamar por medios pacíficos los derechos democráticos y el poder que se ha anexionado el Establishment", indica Owen (2014, 443). Las encuestas muestran que la gente está a favor de subirle los impuestos a los ricos y en contra de gestionar los servicios públicos para obtener beneficios. Pero proponer que "no hay alternativa" ha sido una victoria absoluta del Establishment. Acusa a políticos neoliberales, think tanks, departamentos universitarios o periódicos de ser los "escuderos" de los más poderosos. En este escenario, la codicia es aplaudida como medio para liberar el potencial del individuo y promover la prosperidad por el bien de todos.Pero en la práctica, son los miembros del Establishment "los que se llevan la mayor parte del botín" (ya sea políticos que acaban en consejos de administración, intereses privados que se hacen con la gestión de recursos públicos, o son subvencionados por el contribuyente, empresas que se apañan para librarse de pagar unos impuestos enormes o banqueros británicos que se embolsan más bonificaciones que sus colegas europeos juntos" (Owen 2014, 445-446) .

Añade que al Establishment también lo protege la estrategia de dirigir la ira popular hacia quienes ocupan el escalafón más bajo de la sociedad. Si estás en lo más alto es porque te lo mereces, si estás en lo bajo es culpa tuya. Si se te ocurre criticar a la élite pasas a ser un "enemigo de los negocios".

La crisis del 2008 no fue el toque de difuntos del Establishment sino que no había alternativa y los escuderos empezaron a decir que la crisis se había desencadenado por el exceso de gasto, justificando una nueva ofensiva para reducir el tamaño del Estado. De ahí han surgido partidos anticasta y populistas como el UKIP (que según Owen sigue representando las ideas del Establishment en su forma más pura porque dirige su ira a los inmigrantes en vez de a los ejecutivos de la City, los empresarios que pagan sueldos de miseria y a los evasores fiscales, y además apoyó políticas que solo beneficiaban a los ricos con la propuesta de un impuesto de la renta plano  o abolir las contribuciones de los empresarios a la Seguridad Social).

Entre las soluciones que propone Owen está:

- Internet puede romper el monopolio de la prensa mayoritaria

- Prohibir que los parlamentarios tengan un segundo trabajo para ganar más dinero

- Ataque en toda regla a la evasión de impuestos

- Controles al capital para supervisar los flujos de dinero que entran y salen de una economía

-Restaurar la democracia, también en el lugar de trabajo

- Propiedad pública que involucre a los usuarios del servicio y a los trabajadores

-Reducir las formas de poder que tienen las finanzas sobre la democracia (FMI)

-Transferir competencias de gobierno

- La UE institucionaliza políticas del Establishment





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Resumen de "The End of Normal" ("El fin de lo normal"), de James K. Galbraith (2014)


Ver resumen original y actualizado:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/12/the-end-of-normal-el-fin-de-lo-normal.html

Resumen por E.V.Pita (2015), licenciado en Sociología y Derecho.

Traducción de E.V.Pita

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Título: "The End of Normal" ("El fin de lo normal")
Subtitulo: "The Great Crisis and the Future of Growth" ("La Gran Recesión y el futuro del crecimiento")
Autor: James K. Galbraith

No me consta que en el 2015 haya traducción al español

Editorial en inglés: Simon & Schuster, NYC, 2014
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Biografía de James K. Galbraith

Es profesor de la School of Public Affairs en la Universidad de Texas, en Austin, donde vive.
Es hijo del economista John K. Galbraith
Fue asesor de economía y negocios del Gobierno de EE.UU. y se mostró crítico con el Consenso de Washington
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Texto de la solapa

"Desde uno de los pensadores económicos más respetados y escritores de nuestro tiempo, un provocativo debate sobre la historia y el futuro del crecimiento económico.
Los años que siguieron a la Gran Recesión (Great Crisis) del 2008 han sido de lento crecimiento, alto desempleo, caída del valor de las casas, déficits crónicos y un profundo desastre económico en Europa - y una dura discusión entre dos falsas soluciones, la "austeridad" en una cara y "estímulos" en la otra. Ambos bandos y practicamente todos los análisis de la crisis ponen como ejemplo lejano el largo crecimiento experimentado entre los tempranos años 50 hasta el 2000 -interrumpido por los problemas de los años 70 - representaban la normalidad. Desde esa perspectiva. la crisis fue una interrupción causada por una mala política o mala gente y hay expectativas de que habrá una plena recuperación si la causa es corregida.
El fin de lo normal cambia esta visión. Poniendo la crisis en perspectiva, Galbraith argumenta que en los años 70 ya finalizó la era del fácil crecimiento. En los años 80 y 90 vio solamente un nunca visto crecimiento, con el aumento de la desigualdad entre la gente y entre los países. Y en el año 2000, se vio el fin de todo eso - a pesar de los esfuerzos para aumentar el crecimiento recortando los impuestos, los recortes en gastos de guerra y acabando con la desregulación financiera. Cuando la crisis finalmente venga, los estímulos y la automática estabilización tocarán suelo bajo un colapso económico. Pero no será posible retornar a un alto crecimiento y pleno empleo.
Hoy, hay cuatro factores que son síntomas del "fin de lo normal": el creciente coste de los recursos materiales, la ahora evidente de la futilidad del poder militar, el ahorro de puestos de trabajo como consecuencia de la revolución digital, y la quiebra de la ley y la ética en el sector de finanzas. La Gran Recesiòn debería ser vista como un punto de giro, un barómetro del crecimiento de las condiciones inestables de la economía. Las políticas e instituciones para seguir adelante deben ser diseñadas, por encima de todo, modestamente, para hacer frente a este paradigma y mantener un  buen nivel de vida en los tiempos difíciles".
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ÍNDICE

Parte 1. El jardín de los optimistas
1. Crecimiento ahora y siempre
2. La década disruptiva
3. La Gran Desilusión
4. Tweedledum y Tweedledee
5. Los profetas de Blackwater

Parte 2: Los cuatro jinetes del fin del crecimiento
6. El efecto Choke-Chain
7. La futilidad de la fuerza
8. La tormenta digital
9. El fin de las finanzas fraudulentas

Parte 3: El no retorno a la normalidad
10- Rotura de lineas base y caída de los partes
11. La crakpot de la contrarrevolución
12. El pivot, el acantilado y el brink del desastre
13. ¿Hay una crisis europea?
14. Entre Pangloss y Casandra
Epílogo: Al retornar a casa
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Resumen siguiendo la versión inglesa (no me consta traducción al español en el 2015)

James K. Galbraiht es un experto en sociedades industriales y crecimiento. En este libro explica que está muy arraigada la creencia de que el crecimiento económico debe ser ilimitado cuando es un concepto totalmente reciente, que se remonta a las tres décadas gloriosas o doradas de 1945-1970, donde la población y la economía dejaron atrás la Gran Depresión de 1929. Señala que los economistas que tuvieron que diseñar un sistema para salir de esa gran crisis no se permitieron el lujo de teorizar sobre el crecimiento (nota del lector: Schumpeter sí). Fue a partir de los años 50 cuando los teóricos abordaron los factores que impulsaban el crecimiento y el progreso: aumento de la población, mejoras tecnológicas y laborales... El precio barato del petróleo permitió hasta 1973 grandes crecimientos pero también ayudó una economía planificada con salarios pactados que permitían a los gobiernos planificar el progreso económico. La banca, dice Galbraith hijo, apenas tenía relevancia, era un mero intermediario. En este tipo de economía mixta, surgió una clase social media, representada por un trabajador con salario alto que le permitía mantener a su familia y llevar un buen nivel de vida para los parámetros de la época. Esa imagen de la clase media era lo "normal" fue la que prevaleció en las últimas generaciones pero que, tras la crisis del 2008, los trabajadores se empobrecieron y muchos quedaron en paro y descolgados de las clases medias.

¿A dónde vamos? Pues parece que el escenario se parece mucho a finales del siglo XIX. Las naciones europeas capitalistas aumentaron el crecimiento económico mediante la explotación de los recursos y mercados de las colonias. A finales del siglo XIX, los obreros habían conseguido mejores salarios y condiciones laborales pero luego aumentó la población y los salarios comenzaron a bajar a la vez que aumentaba la desigualdad (un argumento en línea con Piketty). Tuvieron que pasar dos guerras mundiales para que surgiese una verdadera clase media en un entorno de pleno empleo. Incluso la URSS se convirtió en un ejemplo de modernidad enviando astronautas al espacio pero luego entró en declive y colapsó en 1989. A partir de la Gran Crisis del 2008, el número de miembros de la clase media empezó a descender bruscamente porque los salarios volvieron a bajar. Pero eso ya era un fenómeno que se fraguó tres décadas antes. A partir de 1973, se asentó un nuevo modelo de economía, la neoliberal de libre mercado que sustituyó a la planificada. Aunque era más eficiente,

Por tanto, el autor señala que la idea de crecimiento ilimitado es bastante reciente y que desde 1973 hasta el 2000, el modelo se comenzó a agotar. Sostiene que era un concepto desarrollado por los países que implantaron el Estado del Bienestar y a medida que estos se fueron diluyendo el crecimiento también descendió hasta que en la crisis del 2008 reventó todo. Duda que vuelva a haber una época de crecimiento dorado, no solo por el agotamiento o encarecimiento de los recursos sino también porque el modelo keynesiano (de economía casi planificada) ha pasado a otra de libre mercado en la que crece la desigualdad.

Críticas a Krugman-Stiglitz-Summers
James K. Galbraith, en su libro The End of Normal (2014) (resumen en: http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/12/the-end-of-normal-el-fin-de-lo-normal.htmlcritica los argumentos de los neokeynesianos.

El autor llega a estas conclusiones: la receta keynesiana y el New Deal (gran gasto público para estimular la demanda agregada) fue decisivo para salir de la recesión en los años 30 pero esa receta no tiene por qué funcionar siempre ni en todas las circunstancias. Es la crítica que les hace al trío neokenesiano Krugman-Stiglitz-Summers, que han defendido una solución keynesiana para la salida de la Gran Crisis del 2008.

Por una parte, James Galbraith sostiene que la nueva economía tecnológica ha ido eliminando puestos de trabajo. Aunque esta generación de paro no fue patente en los 80 o 90, es evidente en el 2015. Por otra parte, las empresas tampoco van a renunciar a una reducción de costes, algo que todo el mundo acepta porque los productos salen más baratos y la informática genera una gran eficiencia. A esto se suma que la reducción de costes conlleva una reducción de beneficios, de forma que el dinero no se hace en la industria sino en las finanzas, que es un tipo de riqueza ficticia. Lo que se observa en el PIB es que este no crece, pasan los años y sigue el estancamiento. James Galbraith opina que nadie va a querer renunciar al Estado de Bienestar, porque es un seguro para todos, por lo que se van a mantener pero con unos crecimientos cero, con una combinación de altos impuestos y déficit de gasto. El autor cree que este el escenario de la economía informática: menores salarios, menores beneficios, bajo o nulo crecimiento del PIB y un Estado de Bienestar amplio para acoger a los parados que deja la tecnología. Con una clase media debilitada, aumentar la demanda agregada no tiene sentido porque la gente prefiere ahorrar que consumir ante la situación de incertidumbre y crisis cíclicas.

Otras cuestiones que comenta James Galbraith es que se están haciendo una gastos en defensa que parecen poco realistas. Pone por ejemplo, que la construcción de bombarderos estratégicos no tiene sentido en las actuales guerras pero resultan carísimos, lo mismo que el armamento nuclear. Se trata de gasto público que a lo mejor habría que recortar para rebajar el déficit.



Sostiene que las políticas que piden rebajar el déficit público en EE.UU. no tienen sentido porque es un país muy grande que necesita continuamente hacer gastos pero que este tipo de economía sí podría resultar en pequeños países (cita a España o Portugal por los ajustes de los años 80 y 90).


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Resumen del libro "La nueva lucha de clases", de Slavoj Zizek (2016)

Resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2017/02/la-nueva-lucha-de-clases-de-slavoj.html

Resumen de E.V.Pita, doctor en comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, estratificación social, refugiados
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Título: "La nueva lucha de clases"

Subtítulo: "Los refugiados y el terror"

Autor: Slavoj Zizek

Título en inglés: "Againts the Double Blackmail. Refugees, Terror and Other. Troubles with the Neighbours" / Londres, 2016

Edición en español: Editorial Anagrama, Barcelona, 2016

Número de páginas: 136

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Biografía del autor (hasta 2016)

Slavoj Zizek (Ljubliana, Eslovenia, 1949) estudió filosofía en la Universidad de Ljubliana y psicoanálisis en la Universidad de París y es filósofo y sociólogo, psicoanalista y teórico cultural. Es director internacional del Instituto Birkbecj para las Humanidades en la Universidad de Londres, investigador en el instituto de Sociología de la Universidad de Ljubliana y profesor en la European Graduate School. Es uno de los ensayistas más prestigiosos y leídos de la actualidad, y ha publicado más de cuarenta libros de filosofía, cine y psicoanálisis, entre los que figuran El sublime objeto de la ideología o Primero como tragedia, después como farsa. En esta colección se han publicado Mis chistes, mi filosofía y La nueva lucha de clases y Problemas en el paraíso.

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Texto de la contraportada (literal)

"No, el filósofo no está en su torre de marfil, elucubrando sobre abstracciones transcendentales. Este manifiesto -breve, directo, contundente- es una suerte de reflexión de emergencia sobre el presente. Una indagación en las medias verdades sobre lo que está sucediendo en Europa, donde se superponen los atentados terroristas del radicalismo islámico - como los de París - con la llegada de una multitud de emigrantes y refugiados.

Zizek, torrencial y visceral, no está para poner paños calientes, sino para poner el dedo en la llaga. Y así, plantea que no podemos quedarnos en el mero lamento compungido, en la compasión ante las víctimas inocentes, que debemos ir a las causas que generan la espiral de retroalimentación entre el islamofascismo y el racismo. Para ello es necesario superar ciertos tabúes de la izquierda y al mismo tiempo denunciar el capitalismo global que genera nuevas formas de esclavitud. así como airear la obscena corriente subterránea de las religiones ´- que amparan la pedofilia, las agresiones contra las mujeres - y su violencia divina. La solución de esta encrucijada para, en opinión del filósofo, menos por la acción militar que por el fomento de la igualdad y la recuperación de la lucha de clases".

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ÍNDICE

El doble chantaje

Un descenso al Maelstrom

Romper los tabúes de la izquierda

El obsceno revés de las religiones

Violencia divina

La economía política de los refugiados

De las guerras culturales a la lucha de clases y viceversa

¿De donde procede la amenaza?

Los límites del amor al prójimo

Los odiosos mil de Coloia

¿Qué hacer?

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RESUMEN

El autor estudia el fenómeno de los refugiados y cómo es su integración. Le llama la atención que los refugiados tengan mucho interés en ir a Alemania o Escandinavia, donde las prestaciones sociales son mayores y hay más democracia. En sí, esto es un refrendo de que para la mayoría de la gente del mundo Europa es un paraíso de bonanza económica y democracia.

Pero también examina el capitalismo como un creador de "burbujas", en la que Occidente disfruta de todas estas ventajas y privilegios, mientras que el resto del mundo se ve afectado por brutales guerras, caso del  Congo (que de facto ya no existe como país, sino como cinco regiones divididas por jefes locales o señores de la guerra que controlan las minas que les interesan a Francia y China). Añade el autor que el capitalismo siempre ha funcionado así y no hay más que repasar la historia colonial del siglo XIX, en la que una burguesía vivía en una burbuja de "glamour" y consumo de todo tipo de lujosos bienes mientras que el proletariado trabajaba en las fábricas en duras condiciones y privaciones. Lo mismo ocurría lejos de la metrópoli, tanto en los campos de algodón esclavistas como en la India. Estas "burbujas" de riqueza parecen inherentes al sistema y están separadas de un mundo mucho más brutal y en conflicto permanente por los recursos.

(continuará)





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Resumen de libro "La sociedad del descenso", de Oliver Nachtwey (2017)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/11/la-sociedad-del-descenso-de-oliver.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, estructura social, clases sociales,
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Ficha técnica

Título: "La sociedad del descenso"

Subtítulo: "Precariedad y desigualdad en la era posdemocrática"

Título en alemán: "Die Abstiegsgesellschaft"

Autor: Oliver Nachtwey

Fecha de publicación: Berlín, 2017

Publicación en español: Espasa Libros, Paidós, Estado y Sociedad, Barcelona, 2017

Número de páginas: 233

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Biografía del autor Oliver Nachtwey (hasta el 2017)

Oliver Nachtwey, nacido en 1975, es "fellow" del Instituto de Investigaciones Sociológicas de Fráncfort. Ha enseñado e investigado en las universidades de Jena, Tréveris, Darmstadt y Fráncfort.

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Texto de la contraportada

"El ADN político de las protestas actuales lo constituyen los derechos sociales y políticos; la democracia y la igualdad de derechos son el motor principal del nuevo conflicto democrático-social" (Oliver Nachtwey)

"El ascensor social parece haber frenado, los títulos universitarios ya no dan seguridad y los trabajos son cada vez más precarios. Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué la movilidad social ha sufrido un revés y ya no va en ascenso sino en descenso? ¿Es la nuestra una sociedad regresiva, precaria y polarizada?

El prestigioso analista Oliver Nachtwey revisa las causas de esta tendencia y analiza los conflictos que ello genera. Si bien la salida de la crisis parece estar llegando, los enfrentamientos que están afectando a toda Europa son cada vez más evidentes: nuevos movimientos de izquierda y luchas obreras por un lado y, por el otro, protestas xenófobas y populismo de derechas. Un análisis certero y agudo de la realidad social que estamos viviendo".

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ÍNDICE

1. La modernidad social

2. Un capitalismo (casi) sin crecimiento

3. La modernización regresiva

4. El descenso social

5. (Re)acciones en contra

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RESUMEN

Comentarios iniciales: Certero diagnóstico de la época 1971-2018 en el que el autor explica de forma clara y concisa cuestiones como el estancamiento del crecimiento económico, la precariedad, el desmoronamiento del Estado del Bienestar, el aumento de la desigualdad y otras cuestiones.

El autor dice que entre 1945 y 1971 hubo una época dorada impulsada por el Estado del Bienestar (un producto del keynesianismo económico y patriarcal) donde todos los trabajadores tenían su vida resuelta. Había un crecimiento anual del 4,8 %, un Estado del Bienestar que ofrecía educación y sanidad gratis para todos, pleno empleo, salarios en continuo aumento, un ascensor social gracias al que el obrero subía de categoría y sueldo y su hijo entraba en la universidad,  empleo seguro para toda la vida, pero con algunos puntos oscuros como el hecho de que las mujeres quedaban confinadas como amas de casa y las minorías étnicas y otros colectivos quedaban marginados. Pero a efectos generales suponía un gran avance respecto a épocas pasadas porque ofrecía una gran estabilidad a los trabajadores y las familias y oportunidades de ascenso y una mayor igualdad vertical entre clases (no había igualdad horizontal, ya que las mujeres quedaban relegadas). Se llegó a decir que el sistema de clases había desaparecido pero, según el autor, siguió latente hasta que volvió a aflorar a partir de la crisis del 2008.

Este sistema basado en el Estado del Bienestar (y los 30 años gloriosos) se comenzó a desmontar a partir de 1971, cuando el presidente Nixon renunció al sistema económico diseñado en Bretton Woods en 1945 [nota del lector: a Nixon no le quedó otro remedio para relanzar la economía]  y que supuso un cambio del patrón dólar. A partir de ahí comenzó un periodo de inestabilidad financiera debido a la mayor flexibilidad de los mercados y desregulación del sector, con lo que hubo una cadena de borrascas o crisis concatenadas (1973, 1979, 1980, 1987, 1992, 1999-2000, 2008) y con un desempleo mayor, así como mayor precariedad laboral, estancamiento,  falta de crecimiento económico (solo un 2 % o un 3 %), así como una mayor desigualdad entre clases.

La idea del "estancamiento secular" (parón económico entre 1971 y 2016) se remonta a Keynes (en el contexto de la Gran Depresión) pero la más reciente procede del expresidente del Banco Mundial y exsecretario del Tesoro estadounidense Larry Summers y el premio Nobel de Economía Paul Krugman. Definen así a la fase actual de desarrollo capitalista. Según el autor, temían que los Estados industrializados estuvieran sometidos a un periodo perdurable (de ahí lo de "secular") de crecimiento económico muy bajo. Por ello, un capitalismo (casi) sin crecimiento podría convertirse en la "nueva normalidad" y, de hecho, afirma el autor, "en el octavo año de la gran crisis (2008-2016), la economía no ha reflotado todavía. El banco HSBC pronostica que por ahora no va a haber un retorno al camino del crecimiento autosostenido, cree que las naciones industrializadas han llegado al final de una larga área de expansión y espera un periodo de estancamiento. "Los pasados de los pasados decenios (pensemos en la liberalización del comercio mundial, las innovaciones tecnológicas, un "capital humano" mejor formado o la integración de la mujer en el mercado laboral ya se han agotado" (King, 2013). Estamos, por tanto, ante un "capitalismo poscrecimiento".


A efectos de la mejora de vida de los trabajadores (la llamada "modernidad social"), el autor admite que en el Estado del Bienestar había un "ascensor social" en el que el rico y el pobre subían juntos en el mismo elevador (el hijo del obrero entraba en la Universidad) pero que en el nuevo sistema desrregulado actual funciona una "escalera mecánica" donde los más ricos van en la parte delantera y una vez que llegan primeros a la primera planta pueden hacer allí sus "compras" o subir a una planta más alta. En cambio, los que vienen detrás no solo nunca llegan a la planta primera sino que, encima, la escalera mecánica cambia de sentido y empieza a bajar, por lo que la movilidad social es en descenso, hacia puestos de trabajo precarios y con salarios próximos a la pobreza (el hijo del obrero que se tituló en la Universidad ahora trabaja en horario partido como cuidador en una guardería).

Respecto a las crisis, el autor dice que entre 1971 y 2016 (época de la regresión social y de estancamiento) hubo una especie de oasis de mejora económica (entre 1980 y 2008) pero sin que esto alterase la nueva estructura basada en la precariedad y el renacer de las clases y la desigualdad ya preconfigurada.

El autor habla de una "modernidad social" en referencia a que entre 1971 y el 2016 se mejoró la condición laboral de la mujer (que se reincorporó a los puestos de trabajo) y de las minorías étnicas, para las que hubo una discriminación positiva. Pero a nivel de crecimiento económico, cree que hubo un "parón" tecnológico. Señala que la revolución informática (Internet, smartphone) tuvo una incidencia e impacto mucho menor que otras tecnologías de consumo como la llegada del coche barato, la lavadora o el teléfono, que entraron en los hogares de forma masiva. Un ejemplo es que ahora aquel que es considerado un "pobre" tiene en su casa todo tipo de modernos aparatos electrodomésticos y cubre sus necesidades primarias básicas.

En las gráficas desde 1970 a 2016 se observa una tendencia a la baja que revela que el modelo está agotado por falta de crecimiento económico (es lo que llama capitalismo sin crecimiento). La solución para generar recursos fue privatizar todo el sector público, convertir en negocio la sanidad, crear nuevos "nichos" (educación, sanidad) que antes estaban gestionados por el sector público en aras de la eficiencia. Pero dice que el autor que el problema de esta ideología neoliberal es que se convirtió en "totalitaria" desde el momento en que la "ideología de mercado" se inmiscuyó e impregnó la vida privada de la gente y metió su discurso mercantilista en los hogares. Además, el contribuyente y ciudadano pasa a ser "cliente". Esto se ha generalizado tanto que incluso en la Administración Público los funcionarios deben tratar a los ciudadanos como "clientes". Al Gobierno de los mercados se le denomina ahora "posdemocracia".

En las gráficas se observa como en 1971, los salarios estaban ligados a la productividad pero, a partir de esa fecha, los salarios se quedan estancados mientras que la productividad aumenta. [nota del lector: esto podría deberse a los llamados efectos invisibles de la revolución informática: si un oficinista hacía un trabajo en una jornada, ahora lo hace en medio gracias a los ordenadores pero su salario sigue siendo el mismo o más bajo]

En una de las gráficas, se puede ver cómo el desarrollo del PIB en Alemania y la UE se desploma entre 1961 y el 2012 (a pesar de los altibajos, hay que fijarse en la progresión lineal, la línea que une ambos extremos del período, que es claramente descendente). En la OCDE, el resultado desde 1971 a 2010 es el mismo (la media de crecimiento baja del 4 % al 2 %).

En otra gráfica se ve como la tasa de beneficio empresarial también baja del 23 % al 15 %, o se mantiene estable entre el 11 y el 13 %.

A ello se suma, según otra gráfica, que el desarrollo de la tasa de inversión bruta a nivel mundial y la OCDE entre 1960 y el 2012 se hundió del 22 al 21 % (en el mundo) y del 21 al 19 (en la OCDE). En el caso de Alemania, cae del 25 % del PIB al 17.

Una de las matizaciones que hace el autor es que, aparentemente, el sector industrial disminuyó y ahora es prioritario el de servicios pero sospecha que la industria sigue ahí pero desmenuzada: antes una empresa automovilística se incluía como industrial (lo que incluía la cadena de montaje pero también las oficinas o la cantina) pero ahora la matriz se ha difuminado en miniempresas separadas (una para el I+D, otra para la cantina, otra para la contabilidad) que ya no son computadas como sector industrial sino como servicios.

En cuanto a los salarios, distingue entre salarios reales (99,1 %) y salarios del convenio (108), por lo que detecta un desfase.

Otra de las claves es la externalización y partición de una gran empresa en una miríada de sociedades, cada una sin convenio colectivo y salarios baratos, lo que supone una pérdida de estatus para los trabajadores.


El autor señala que en la "modernidad social" (1945-1971) se nivelaban hacia arriba las posiciones de clase, especialmente mediante la concesión de iguales derechos cívicos. Pero en la "modernidad regresiva" (1971-2016), en cambio, con la "sociedad del descenso" se constituye una multiplicidad de estructuraciones de clase orientadas hacia abajo. La mayor parte de los trabajadores "free lance" o interinos llevan una vida precaria. El autor indica que para unos pocos (por ejemplo, los especialistas en tecnologías de la información) es una ganancia de autonomía (sin jefes ni horarios). De ahí que no se produzca (como esperaban hasta hace bien poco algunas personalidades importantes (Standing, 2011), la formación de un "precariado" como nueva clase social. El autor añade que "hasta ahora no ha surgido ni un potencial de acción ni una conciencia de clase capaces de arrastrar a las masas". Como tampoco hay un precariado, sino muchos precariados (Bude, 2006).

Una de las cuestiones que plantea Nachtwey es si se puede dar un nuevo conflicto de clases ahora que ya no hay clases (tras finalizar la lucha obrera y canalizarla a través de los convenios de empresa creados en el Estado de Bienestar y luego alcanzar la ansiada clase media sin que apenas hubiese huelgas destacables a cambio de implantar un salario mínimo; y una vez que el debate se centró en las subidas del IPC o mejoras del convenio o cuotas políticas, el sindicalismo perdió parte de su caracter moral), o si va a haber otro tipo de conflictos ya que la afiliación a los sindicatos es muy baja. El propio concepto de clase parece trasnochado o una reliquia anacrónica pero resurge con el aumento de desigualdades entre ricos y pobres a partir del 2008. Por un lado, afirma, hay un grupo que siente rencor y resentimiento porque sabe que ya nunca más va a poder escalar socialmente y se verá relegado a puestos poco remunerados.
Por otro lado, la sociedad del descenso se caracteriza por una creciente desigualdad y los derechos sociales y económicos del ciudadano se ven una y otra vez pisoteados y no dejan de surgir nuevas estructuraciones de clase.
Añade que en la posdemocracia, los canales de articulación de los intereses se ven obstruidos por el consenso en cuanto a los condicionantes, lo que produce una "crisis de representación" de la democracia parlamentaria. Los problemas de legitimización se producen por las nuevas desigualdades sociales y democráticas que el "viejo" Estado tardocapitalista había conseguido reducir.

Menciona la Agenda 2010 como una nueva fase de la liberalización del mercado laboral en Alemania  (los minijobs).

El autor señala que, a partir del 2008, hay miniconflictos, como por ejemplo, las acampadas de los indignados de España (germen del partido Podemos). En el 2015, hubo una ola de huelgas en la Administración alemana e incluso en Amazon. Las luchas obreras ahora se han trasladado al sector servicios (donde los convenios colectivos fueron "perforados"). Los sindicatos, tras las privatizaciones, quedaron muy debilitados. Ahora las protestas son "flashmobs", consignas en la ropa, campañas de Internet y además se consulta a las bases. Incluso hubo una protesta de limpiadoras (las "invisibles"), los sanitarios (por razones de una ética profesional que no es atendida) o los comerciantes minoristas, en general para que el patrono les concediese su estatus de empleado. No solo eso sino que una mujer inmigrante tiene difícil aspirar a entrar en un convenio colectivo.

El autor comenta que los conflictos laborales están aumentando de nuevo pero con un contenido añadido (por ejemplo, un reparto más equitativo de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos, la vivienda, la calidad de vida urbana). Esto se debe a que el sector que protesta es el de los servicios industriales, que están afincados en las ciudades. De ahí que también haya quejas por la "gentrificación" (la expulsión de los pobres de los barrios urbanos), o por la falta de guarderías.

Otro tipo de protestas se refieren a las acaecidas en el sur de Europa tras el colapso financiero del 2008 que incluyó drásticos programas de austeridad en los países en crisis. El Estado social quedó desmantelado y se recortaron las prestaciones en el sector sanitario y educativo. Curiosamente, un activista convocó una manifestación en Facebook contra la precariedad y fue más gente que a otra que organizaron fuerzas de izquierdas.

A todo esto se suman las revueltas urbanas en Francia o Reino Unido en barrios estigmatizados y deprimidos (las "banlieues" parisinas). Eran revueltas sin programa ni acción colectiva. Parecía más una descarga emocional o ira.

En el caso de Occupy Wall Street o los Indignados españoles, se ocuparon plazas y se hicieron acampadas a modo de laboratorios. Luchaban por los derechos civiles y la participación ciudadana. Eran movimientos urbanos que denunciaban el incumplimiento de la promesa del capitalismo moderno de garantizar tanto la igualdad en la prestación de servicios y oportunidades como el ascenso y la seguridad sociales mediante la educación y la formación. El autor dice que estos movimientos son el resultado de la "desinstitucionalización" del conflicto social y expresión del descontento porque al acabar la carrera a los estudiantes les esperaban trabajos precarios e infracualificados y el paro (es la "sublevación de los diplomados", según Kraushaar).

En el caso de la generación española, tienen un nivel de cualificación históricamente sin precedentes, domina varios idiomas extranjeros y asesora experiencias en el extranjero. Pero sus miembros, llegados a una cierta edad, no pueden fundar una familia y no tienen más remedio que seguir viviendo con sus padres, pues ni tienen derecho a prestaciones sociales ni se pueden alquilar una habitación en un piso compartido.

Posteriormente, el movimiento se reorientó (compromiso con los barrios, antidesahucios, solidaridad local con comedores) y surgió el partido populista democrático Podemos con su mensaje anti-casta, se gobierna por círculos aunque luego apostó por un liderazgo carismático, según dice el autor.

En la misma época surgieron la Primavera Árabe y Occupy Wall Street. [nota del lector: es evidente que estamos ante un conflicto generacional en varias partes del mundo debido a la presión demográfica, ya que casualmente los manifestantes de todos estos movimientos eran gente joven muy descontenta]

El autor señala que lo que aglutinaba a los manifestantes de Occupy Wall Street y a otras protestas a nivel internacional era el eslogan "somos el 99 %", ese enorme grupo de gente que quedó excluido del bienestar social y de toda posibilidad de influjo político. Pedían redistribución económica (la sociedad del descenso) y la del dominio público (la posdemocracia), así como a que esté representada la mayoría de la población.

Otro detalle es que estos nuevos movimientos sociales defendían una postura "posmaterial": para ellos, la autonomía, la participación y la autodeterminación eran tan importantes como la creatividad y la libertad. A mayores, Occupy Wall Street hizo crítica social y pidió más justicia social y una justa redistribución de la riqueza.

Estos nuevos movimientos defendían unos "proyectos en la sociedad" y no "la sociedad como proyecto" del movimiento obrero. Era un movimiento antisistémico que incluía como proyecto a toda la sociedad (criticaba el papel de los bancos en la crisis financiera como elementos relevantes del sistema, el capitalismo había experimentado un cambio sistémico y la democracia corría pareja al orden político. Surgió una especie de populismo democrático en contra del "establishment", se desmarcaban de los tradicionales partidos y sindicatos (las élites) y asociaban el conflicto social al llamamiento de una "verdadera democracia para toda la humanidad". Era un impulso radical-democrático que constituía una política antiinstitucional (la política de la primera persona y el rechazo a la figura de los delegados).

Populismos

El último capítulo está dedicado al populismo. Dice que hay una nueva figura que es el "ciudadano rabioso", entre los que abundan nostálgicos del mayo del 68 que ahora son burgueses, así como expertos (delegan las decisiones en profesionales y forman parte del proceso posdemocrático). Hay latente un "conato autoritario" que apuesta por una convivencia eficientemente conducida por expertos.

El autor añade que a esto se suma otro tipo de protesta ciudadana de los privilegiados  (pone como ejemplo a Pegida,  en Alemania oriental y sajona), que proclama: "somos el pueblo". Es una corriente neoautoritaria basada en el resentimiento. El autor dice que es la expresión de una clase media aquejada y radicalizada por el miedo al descenso y de una rebelión regresiva en contra de una democracia "configurada a imagen de los mercados".
 En el resto de Alemania hay los llamados movimientos "pro" (pro esto, pro lo otro) que se hacían pasar por movimientos ciudadanos pero que, según el autor, en el fondo alentaban un fuerte resentimiento antiislámico y pro extrema derecha.

En el caso de Pegida se desmarca de la extrema derecha y hace hincapié en el carácter ciudadano de sus consignas derivadas de los valores occidentales de la Ilustración, la democracia,  la libertad, la autodeterminación y el Estado de Derecho. Es una variante regresiva de la nueva protesta política. Al igual que con ocupa Wall Street, los ciudadanos salen para reclamar democracia, redistribución  de recursos y jerarquía social,  pero ahora estás consignas las gritan "enrabietados" ciudadanos de derechas. Las críticas también son contra los de arriba (políticos,  empresas, periodistas). También hay un movimiento social identitario por la integración cultural y los valores de un mundo que ha perdido el norte. No se trata tanto de una cuestión de reconocimiento o de diferencia étnica como del contenido de unos derechos consolidados.

Añade el autor que para la clase media baja, la dura competencia social y la lucha por el bienestar, así como las frustradas expectativas respecto al ascenso y a la seguridad son las principales factores que conducen a una "desnormativización" y "barbarización" de los conflictos sociales.

El autor ve detrás una reproducción del autoritarismo en la empresa que favorece la desvalorización de los demás.

Concluye que en el  capitalismo poscrecimiento cada vez hay menos grupos que avanzan en el plano social pues para los buenos puestos de trabajo hay demasiados solicitantes con alta cualificación. Ahora, uno tiene algo que perder, la precariedad no delata un fracaso personal sino que es una experiencia colectiva.por otra parte, las nuevas protestas son descentralizadas y hay mayor participación democrática. Hay protestas a favor de la democracia y la igualdad de derechos. hay un conflicto democrático-social (algunos ven un peligroso desgarro).

Para el autor,  la modernidad social no va a volver.  Teme que la modernización regresiva y la política posdemocracia puedan generar una corriente autoritaria que se enajene y vacíe los fundamentos liberales de nuestra sociedad. Es el gemelo malvado de la rebelión democrática, alimentado por una mezcla de resentimiento antidemocratico y de pulsión religioso-identitaria. Por eso propone buscar alternativas para hacer una modernidad solidaria.


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Resumen del libro "La trampa de la diversidad", de Daniel Bernabé (2018)

Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/12/la-trampa-de-la-diversidad-de-daniel.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, diversidad, género, pensamiento político, neoliberalismo, estructura social, clases

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Ficha técnica:

Título: "La trampa de la diversidad"

Subtítulo: Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora

Publicación en español: Ediciones Akal, SA, colección A Fondo,  Madrid, 2018

Páginas: 249 páginas

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Biografía del autor Daniel Bernabé (hasta 2018)

Daniel Bernabé (Madrid, 1980) es diplomático en Trabajo Social, aunque desde hace unos años trabaja lo más cerca que puede, o le dejan, en el mundo de la literatura y el periodismo. Ha sido librero casi diez años en Madrid, pero actualmente escribe para la revista La Marea, donde tiene una columna semanal y realiza reportajes, crónicas y entrevistas. Se deja caer también por medios como Público, CTXT o El Salto. Ha hecho radio en El Estado Mental y publicado dos libros de relatos, De derrotas y victorias, y Trayecto en noche cerrada.

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Texto de la contraportada

"Llegaron a España las guerras culturales, conflictos en torno a derechos civiles y representación de colectivos que situaban lo problemático no en lo económico o lo laboral y mucho menos en lo estructural, sino en campos meramente simbólicos. El matrimonio homosexual, la memoria histórica, el lenguaje de género o la educación para la ciudadanía empezaron a copar portadas de los medios y a crear polémica.
¿Estamos afirmando que los ejemplos mencionados carecen de importancia? En absoluto. Es importante que un grupo social pueda tener los mismos derechos civiles que el resto o reconocer desde las instituciones nuestra historia y la dignidad de los republicanos olvidados. Lo que decimos es que estos conflictos culturales tenían un valor simbólico en tanto que permitían a un gobierno que hacía políticas de derechas en lo económico validad frente a sus votantes su carácter progresista al embarcarse en estas cuestiones".

"Extraña paradoja la que plantea este libro: ¿son los sistemas de privilegios, opresiones y revisiones una forma efectiva de enfrentarse a la desigualdad?; ¿dónde quedó, entonces, el conflicto capital-trabajo? Sin embargo, debemos dar una respuesta urgente a estas preguntas, si no queremos que la fuerza de lo colectivo se acabe diluyendo en el irremediable individualismo de lo identitario.
En un mundo donde lo ideológico se ha convertido en una coartada para afirmar nuestra personalidad aislada, el activismo se esfuerza en buscar las palabras adecuadas para marcar la diversidad, creando un entorno respetuoso con nuestras diferencias mientras el sistema nos arroja por la borda de la Historia. Ya no se busca un gran relato que una a personas diferentes en un objetivo común, sino exagerar nuestras especificaciones para colmar una angustia de un presente sin identidad de clase.
Ha llegado el momento de tener unas palabras con la trampa de la diversidad...."

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ÍNDICE

1. Las antorchas de la libertad


La segunda venida de Frida Kahlo

Theresa May, el gigante y los extraterrestres


2. Las ruinas de la modernidad


La modernidad. Una nueva esperanza

La modernidad. Auge y caída.

Posmodernismo. El gran arrepentimiento

Posmodernismo. La gran deconstrucción


3. Robots, mascotas y mendigos


De la revolución hippie al sentimiento del individualismo

El regreso del capitalismo salvaje

Un logro apócrifo: los años de Clinton y Blair


4. El mercado de la diversidad


Diversidad competitiva. Yo soy más especial que tú


5. La trampa de la diversidad


Políticamente correctos. La trampa de la diversidad en el socioliberalismo

Un lío con mucha gente. El mercado de la diversidad en el activismo

La diversidad como coartada, necesidad y producto

Un laberinto inacabable. La trampa de la diversidad en el activismo


6. Ultraderecha

La ultraderecha favorecida por la diversidad como trampa

La ultraderecha favorecida por la diversidad como mercado


7. Atenea destronada

¿Qué es la cultura?

Cultura como arma política

Multiculturalismo


8. Jóvenes papas, viejos comunistas

Desactivando la trampa

La muerte y la palabra


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RESUMEN

Comentarios iniciales: Estas ideas fueron sugeridas en los años 90 por el sociólogo británico Anthony Giddens que señalaba que, a mayores de la tradicional izquierda y derecha (esencialmente patriarcales, que solo funcionaban para un modelo de sociedad industrial de obra de mano masculina), había surgido una Tercera Vía (Giddens), que tenía en cuenta la irrupción masiva de la mano de obra femenina en los años 70 en el mercado laboral. Los discursos de derecha e izquierda, patriarcales, se habían quedado obsoletos e incapaces de funcionar en la nueva sociedad postindustrial, marcada por el sector servicios y con un alto componente femenino. La solución del autor es recuperar la acción colectiva y de grupo y sacar las luchas de la diversidad de su tendencia a la atomización, fraccionamiento y el individualismo. Recalca que las políticas de diversidad resultan inoperantes para resolver conflictos intergrupales, cada vez más habituales en un escenario de escasez y ultracompetitividad.

El autor Bernabé establece la tesis de que la unificación identitaria de toda la sociedad en torno al concepto de clase media provocó una ansiedad por diferenciarse en los individuos, una búsqueda de su identidad perdida, una necesidad de ser alguien en la competición de especificidades. Las reivindicaciones de izquierdas de los trabajadores, dentro de una lógica de clases, fueron sustituidas y fragmentadas por la diversidad (de género, de preferencia sexual, religiosa, étnica y racial...). Considera que, esencialmente, el movimiento de izquierdas cayó en una "trampa" al permitir disgregarse en una diversidad de corrientes, cada una con sus intereses. Dichos intereses y valores coinciden con los de la clase media.

El autor señala que la política se ha convertido en objeto de consumo y explica cómo el espíritu de época de la posmodernidad "fue el sustrato perfecto para mutilar la naturaleza emancipadora de la izquierda". Además, recalca que el proyecto neoliberal, hostil a la mayoría de la sociedad, logró hacerse pasar por algo benéfico para todos (casi revolucionario y liberador). También aborda la  sociedad poscrisis en el mundo occidental en el que estudia el impacto de las políticas norteamericanas desde la reacción neoliberal (a finales de los 70) y la globalización capitalista (en los 80). Resalta que la diversidad se ha convertido en un mercado competitivo al servicio del neoliberalismo y ese mercado ha afectado a la política de izquierda de forma institucional como activista (la gente anónima que monta eventos).

Sostiene que lo que hizo el neoliberalismo (a partir de Thatcher) fue defender el individualismo y romper la unidad de acción colectiva, según explica el autor. No es lo mismo negociar un convenio con un grupo obrero unido que con individuos, cada uno con sus peculiaridades (religiosas, feministas, gays, étnicas...), por lo que cada uno reclama sus propios derechos, de forma que es difícil que se pongan de acuerdo en líneas comunes de acción porque cada uno defiende sus propios intereses [nota del lector: la línea común de acción a todas estas corrientes es exigir una política de tolerancia, aunque ni tan siquiera eso porque ninguna parte debe ofender la sensibilidad de la otra, lo que se llama corrección política].

Según el autor, al disgregarse las fuerzas de izquierda en una miríada de diversidades y salir triunfante el egoísmo individual, perdieron fuerza las políticas colectivas y de interés general. A todo ello se une que, a partir de los años 80, los sindicatos comenzaron a decaer, por lo que el aglutinador de la clase social y laboral fue reemplazado por corrientes diversas que defendían intereses individuales. Así un trabajador cayó en la "seducción identitaria" y ya no tenía conciencia de clase sino que se veía así mismo como feminista, si era mujer, del colectivo LTB, en función de sus elecciones sexuales, del movimiento negro si era afroamericano, musulmán, judío ortodoxo o ultracristiano, según su adscripción religiosa o étnica, o activista antiglobalización en vez de político de izquierdas, veganos y antisespecistas (defienden a los seres no humanos, o sea, el resto de los animales que también son seres sintientes), o los antinatalistas (no quieren procrear para no arruinar el planeta), o los revisionistas (personas aisladas que reclaman privilegios o reciben opresiones)... La clase obrera se diversificó y atomizó en muchos intereses dispersos y perdió conciencia de sí misma.

Según el autor, la política ultraderecha también hizo distinciones pero en vez de diversificar como la izquierda (que transformó la diversidad en un producto identitario), lo que hizo fue construir un grupo: el honrado trabajador varón, blanco y nacional ya no lucha contra las empresas que hacen despidos masivos para contratar a personal precario y barato sino contra el inmigrante que viene a quitarle el trabajo. La familia se contrapone a las feministas, gays, etc... Los ultras y nuevos reaccionarios aprovecharon, dice el autor, los diferentes estilos de vida, aficiones y tendencias para colar su mensaje, para normalizar (sus conflictos llegaron a los videojuegos, el medievalismo, feminismo, animalismo, así como las teorías de la conspiración, machismo, tradicionalismo).

El autor lo resume en esta frase: "Hoy, multinacionales de la distribución que sobreexplotan a sus trabajadores tienen en sus comedores menús respetuosos con las prohibiciones religiosas alimentarias. Poderosas marcas cuya ropa es fabricada en Bangladés en régimen de semiesclavitud celebran las diferencias raciales en su publicidad. A la par que la brecha salarial de género permanece en la llamada Europa de los derechos, se celebra el aumento de ejecutivas en los consejos de administración.", etc... y concluye, citando a Eagleton: "La sociedad capitalista relega a sectores enteros de su ciudadanía al vertedero, pero muestra una delicadeza exquisita para no ofender sus convicciones".

El autor insiste en que su libro no es una lucha contra la pluralidad de las sociedades ni la diversidad, ni contra los colectivos de minorías y mujeres por sus derechos civiles pero su libro sí desvela una transformación de la identidad en un producto aspiracional que compite en un mercado.

Afirma que en el siglo XXI, el discurso del político es un cascarón vacío para portar una serie de valores que coincidieran con los apreciados en sociedad, o sea, los de la clase media (su ideología ha colonizado a toda la sociedad, no solo es la hegemónica sino también la única percibida). Todos quieren ser clase media, los trabajadores y los ricos, y el neoliberalismo los acoge. A través del mercado de la diversidad se crean una serie de identidades individualistas y competitivas "que impiden nuestra acción colectiva y nuestra percepción como clase trabajadora para sí misma".
Además, los políticos dulcificaron su discurso y aunque asumían programas económicos neoliberales lo maquillaban con adjetivos como obvio, esperable, único sensato y posible, así como investigación y desarrollo, nuevas tecnologías y economía verde. Y, por arte de magia, del consenso del Estado de Bienestar se pasó al consenso del neoliberalismo (la aspiración de todos a tener presencia en la clase media).
A esto se sumaron lo "políticamente correcto" y la "representación simbólica" (una política de derechas luce una pulsera con la imagen de la comunista Frida Khalo, a la que ahora se vincula al feminismo). A pesar de los derechos legales y formales, sigue habiendo clasismo, según el autor, pero se disimula con lo "políticamente correcto" (si ahora no se puede decir "niger" (negrata) pero sí vagabundo sin especificar su raza, desaparece por arte de magia el conflicto racial y el debate se centra solo en lo económico).

El autor dice que las políticas simbólicas o representativas funcionaron en los años 70 (porque nombraban a los demás como querían ser nombrados y se les otorgaban los mismos derechos) pero luego hubo una sobreexplotación y se divorciaron de las políticas materiales y cambió la mentalidad hacia el individualismo. "El resultado es que el racismo, la homofobia y el machismo se están constituyendo como parte de la identidad general del que quiere ser diferente, no correcto, rebelde y no pertenece a ninguno de estos grupos". Advierte que la izquierda debería recordar que "no se trata de pensar como hablamos sino de hablar como pensamos".
Recalca que hasta el irrupción de la nueva ultraderecha en el escenario poscrisis, la diversidad era un consenso social, un valor positivo (un grupo multicultural alegre). En cambio, lo homogéneo, en sociedad y política, nos retrotraía a la oscuridad de la peor cara de la modernidad (que pretendía imponer un sistema cerrado, uniforme y acabado, provocando graves afrentas a los derechos humanos).

El autor da una clave interesante: manifestaciones como la del 15-M buscaban reconocimiento y redistribución. Ya que el neoliberalismo imposibilita la apropiación de la propiedad privada, actuó frontalmente contra las políticas materiales de redistribución pero reconoció las políticas de diversidad (excluyó la vertiente de desigualdad y lo desvió hacia lo específico e individual, y tuvo un compromiso simbólico y cultural hacia lo aspiracional, como un producto de mercado).


El autor dice que la preeminencia del individualismo es visible en los gimnasios (el culturismo, el fitness) y en Internet a través del "tecnooptimismo". También analiza el fenómeno de los youtubers como ejemplo de "ascenso social" y emprendimiento juvenil pero es una cultura basura (autorreferencial y cerrada, replicando sus propios esquemas). También señala que el activismo de la diversidad derivó en un producto de negocio que compite en el mercado (tiendas veganas que ofrecen experiencias y servicios pero no dejan de ser tiendas).

Modernidad y posmodernidad

Un capítulo interesante es en el que aborda la modernidad, que asocia a la Ilustración, la capacidad de cambiar la historia y fomentar el progreso, frente a la posmodernidad, que asocia al cinismo y el neoliberalismo. Indica que la posmodernidad rompió la noción de historicidad, de granuevo relato, de horizonte y dejo


Una de sus tesis es que el neoliberalismo no defiende el libre mercado sino la supremacía de la élite que perdió sus privilegios tras las dos guerras mundiales. Aunque la dicha élite, acostumbrada a gobernar el mundo, tuvo que claudicar en 1945, enseguida se reorganizó para tomar el poder en las siguientes décadas.  Su influencia se deja notar en el Mount Pelerin, Suiza,  donde desde los años 50 se organizar cumbres de economistas neoliberales como Hayek o Friedman, y cuyo testigo recogieron Reagan y Thatcher. Pero el autor recalca que la agenda oculta del neoliberalismo no es económica (ya que esa doctrina atribuye el mérito a sus políticas económicas si hay crecimiento y culpa al gobierno si algo va mal) sino política (recortes del estado de Bienestar y gasto solo para seguridad policial y defensa ). Poco a poco se han ido anulando muchos derechos obtenidos con las revoluciones y el Estado de Bienestar,  dice el autor.

Sobre la clase media, dice que es una ficción útil para la estabilidad y control social y que la alta tecnología como bien popular de consumo o el acceso a las redes sociales a partir del 2008 ha permitido al obrero mantener la ilusión de que pertenece a la clase media. Lo destacable es que la clase trabajadora como tal ha desaparecido del mapa de la representación.

El autor comenta que  la modernidad trajo la conciencia de que el ser humano tenía capacidad de cambiar la historia para su beneficio mediante la razón (el progreso) pero la posmodernidad rompió la noción de historicidad dejando a la izquierda desmarcada. Según dice, el proyecto del neoliberalismo destruyó la acción colectiva y fomentó el individualismo de una clase media que ha colonizado culturalmente a toda la sociedad. El resultado, según el autor, es que "hemos retrocedido a un tiempo premoderno donde las personas compiten en un mercado de especificidades para sentirse, más que realizadas, representadas".
El resultado es que este mercado de la diversidad ha ocupado el mundo del trabajo. De ahí surgen programas competitivos como Operación Triunfo, La Voz o Masterchef.

Entre las nuevas "tribus empresariales" se encuentran, casi como una burla, los becarios ambiciosos, gerentes millenials, gurús de la administración o conferenciantes principiantes. La categoría de trabajador (en Fiverr) desaparece a nivel de contrato y se convierte en una unidad de producción independiente que además compite con otros para lo cual él mismo se autoexplota (trabajas 12 horas porque eres un emprendedor y no un vulgar trabajador).

También menciona el estudio Vals que califica a los consumidores en innovadores,  pensadores, creyentes,  triunfadores, luchadores,  experimentadores, creadores y supervivientes.

Indica que el modernismo revolucionario fue la respuesta de la clase trabajadora a través de la ideología socialista (lo que dio lugar al electoralismo y el Estado de Bienestar, de forma que los ricos desaparecían de la escena para visibilizar a la clase media. Dice que la prensa rosa daba una visión amable y cosmopolita de la riqueza pero, según el autor, mientras la clase media caía en una especie de sueño narcoléptico "la burguesía conspiraba en secreto con sus "thinks tanks", sus grupos de presión, sus académicos para tener todos los resortes de poder bajo su mando".

El autor concluye que "no necesitamos más victimización, agitación de la condición de ofendidos, ni deconstrucción de opresiones". Lo que propone es "análisis sobre la explotación y las discriminaciones, medirlas, comprobar sus relaciones con el ámbito real". Dice que cualquier reinvidicación de la diversidad debe tener objetivos materiales y hacia cuestiones económicas.


Respecto a la trampa de la diversidad dice que la diversidad puede implicar desigualdad e individualismo  (coartada para hacer éticamente aceptable un sistema injusto de oportunidades y formentar la ideología que nos deja solos ante la estructura económica apartandonos de la acción colectiva. Y añade que la diversidad también es una cuestión de clase (la diversidad entre quien se ve obligado a emigrar en patera y quien no).

(en elaboración)

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Resumen del libro "No society", de Christophe Guillouy (2018)

Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/06/no-society-de-christophe-guillouy-2018.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, clases sociales, estratificación social, desigualdad

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Ficha técnica:

Título: "No Society"

Subtítulo: El fin de la clase media occidental

Título original en francés: "No Society"

Publicado en 2018 (Francia)

Edición en español: Barcelona, 2019, Penguin Random House Grupo Editorial SAU

Número de páginas: 218

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Biografía oficial del autor Christophe Guillouy (hasta el 2019)

Christophe Guillouy (Montreuil, 1964) es un geógrafo que se alejó del mundo universitario para dedicarse a un trabajo de investigación aplicada. Es autor, entre otros, de L'Atlas des nouvelles fractures sociales en France (2004) y La France périphérique (2015), considerados libros de referencia. No Society es su primer libro dedicado a estudiar tendencias mundiales

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Texto de la contraportada

"El polémico ensayo que ha irrumpido con fuerza en el debate internacional.

"There is no society", dijo Margaret Thatcher en 1987. El mensaje caló en las clases dominantes occidentales y se ha producido una secesión entre la gente de arriba -que, abandonando el bien común, sumerge los países occidentales en el caos - y la más desfavorecida. Como resultado, se descompone la sociedad.

Crisis de la representación política, atomización de los movimientos sociales y gentrificación de las ciudades son algunos de los signos del agotamiento de un modelo que ya no construye sociedades. La ola populista que atraviesa el mundo occidental no es más que la parte visible de un "soft power" ejercido por las clases populares que obligará al mundo de los arriba o bien a unirse al movimiento real de la sociedad o bien a desaparecer.

Hace algunos años Christophe Guilluy acuñó el concepto de "Francia periférica", empleado hoy de manera muy generalizada, e hizo hincapié en el peligro del desprecio por parte del mundo mediático a las clases populares, y en la importancia del descontento de estas. Con este libro amplía su reflexión a un ámbito internacional: el Brexit, la elección de Trump o Bolsonaro y el auge de Vox en España dan cuenta del caracter internacional del fenómeno".

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ÍNDICE

Primera parte

Sobre las ruinas de la clase media, ha emergido el mundo de las periferias

1. Ha emergido el mundo de las periferias

2. El tiempo de la salida de la clase media

3. ¿Quién quiere ser deplorable?

Segunda parte

No Society

1. El repliegue de una burguesía asocial

2. El abandono del bien común

3. El caos tranquilo o la sociedad relativa

Tercera parte

El "soft power" de las clases populares

1. Un heartland popular o la inversión de los conceptos de potencia y poder

2. Ni guerra ni paz: la resistencia a la negación de las culturas

Conclusión: ¡Ayudémoslos a volver a la comunidad nacional!

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RESUMEN

La socióloga Saskia Sassen (Premio Príncipe de Asturias) lanzó en los 90 el concepto de ciudad global. París, Tokio, Londres, Nueva York o Barcelona son nodos cosmopolitas que atraen a las élites. Estos espacios urbanos de éxito están conectados con otras metrópolis que funcionan al margen de su periferia, más pobre y donde quedan atrapados los perdedores de la globalización. En la misma línea, Sergio del Molino destapó la crisis de la España vacía y el hundimiento del rural. Ahora, el geógrafo francés Christophe Guilluy, que acuñó la “Francia periférica”, acaba de publicar “No society”, un ensayo que denuncia cómo París se ha convertido en una ciudad global que agrupa a las élites, las cuales gentrifican el centro urbano y desplazan a los más humildes a la periferia.

 Mientras París y las grandes ciudades concentran el empleo y los negocios con otros nodos internacionales y disfrutan de las ventajas de la "globalización feliz", las provincias se hunden en el paro y pierden población. Guilluy concluye que estas ciudades globales aspiran a la autosuficiencia (una especie de ciudades-estado) y se desligan de la periferia marginada. Si los perdedores de la globalización reaccionan con un voto populista, la élite urbana les tilda de brutos, ignorantes, racistas o fascistas, como ocurrió con los votantes del cinturón de óxido de Trump, del Brexit, la ultraderecha europea o los chalecos amarillos, dice el autor.

Dado que la ciudad global atrae a los ganadores y a la clase dominante (los llamados "bobos", de bohemios y burgueses, en francés), estos la conforman a su gusto, lo que hace de efecto llamada a nuevos ricos. La subida del precio del alquiler en los centros urbanos expulsa a los habitantes humildes (la llamada gentrificación), que se deben acomodar en la periferia, así como a los "ghetos" y los "banlieues" y otros territorios disfuncionales. Los pobres se mudan a los barrios más alejados del centro, que se convierte en un distrito "chic" y bohemio solo asequible para personas de alto poder económico, y que suele coincidir con los mismos afortunados que se han enriquecido con la globalización. El nuevo modelo ya no integra a las clases populares, a los que un presidente francés llamó "desdentados".

Así, el autor sostiene que los de arriba se están separando de los de abajo y advierte que eso es peligroso en el sentido de que la alta burguesía siempre ha necesitado tener a un aliado de otra clase (normalmente, la clase media) como pegamento de cohesión social. Pero ahora, a causa de la precarización y el desempleo ocasionados por la globalización, la clase social se disgrega y diluye o, directamente, se hunde en las clases más bajas. Y esto no afecta a países en desarrollo sino al propio corazón de Occidente, como Francia o Estados Unidos, dice, cuya clase media ve cómo se pierden los valores del American Way of Life (el sueño americano) y su versión europea. Entre los perdedores no están solo los marginales de los suburbios, sino también los obreros, empleados, pequeños asalariados y jubilados modestos. Estas categorías,. antes opuestas, se reúnen poco a poco en una misma oposición, "unidas por el mismo sentimiento de relegación cultural y geográfica".

 Según señala Guillouy, poco a poco se van distinguiendo dos extremos: por un lado, los ultrarricos y triunfadores de la globalización, que se han "bunkerizado" en ciudades gentrificadas, y, por otro, los pobres y perdedores de la mundialización, que se quedan atrapados en la periferia. Este pegamento social constituía antes la sociedad por lo que ahora hay una "no society", el desentendimiento y abandono de los de arriba hacia los de abajo. No solo se sacrificó a la clase obrera, como pretendía Margareth Thatcher en 1978 al decir: "This is no society", sino a la propia sociedad. "Esta ruptura de la relación, aunque fuese conflictiva, entre arriba y abajo y el abandono del bien común, nos hunde en la asociedad", dice el autor.

Entre los factores que contribuye a la "no more society" incluye la crisis de la representación política, la atomización de los movimientos sociales, las burguesías que se encierran en sus fortalezas, las clases populares que se asilvestran y el comunitarismo ("segregacionismo étnico"). Estos son los síntomas del agotamiento de la sociedad. De ahí surge la secesión de los ricos, el hundimiento del Estado del Bienestar, las paranoias y tensiones identitarias. El autor añade que las clases populares reaccionan preservando su capital social y cultural.

El autor explica que los políticos mantienen el mito de la clase media como clase social mayoritaria e integrada que se beneficia de las ventajas del progreso y de un capitalismo en permanente mutación (a pesar de que los investigadores alertan desde hace décadas de la pulverización de la clase media). Según el autor, los políticos, los medios y los académicos transmiten este mensaje tranquilizador. Aquellas minorías excluidas y marginadas se benefician de unas políticas benignas. Pero bajo este mito subyace otra realidad secreta disimulada desde hace décadas: el progresivo alejamiento y desvinculación política y cultural masiva de la mayoría de las clases populares. Aunque las clases dominantes elogian la multiculturalidad, no la sufren porque van a colegios privados y viven en elegantes barrios, dan sermones desde sus cómodas burbujas alejadas de los conflictivos suburbios. Y este huir de las minorías es algo general, de forma que solo quedan barrios con "mayorías", ya que el resto se ha marchado por miedo a la inseguridad (todo esto genera inestabilidad demográfica). Se ha optado por la convivencia, pero separada.

La periferia estaría conformada por las zonas suburbanas castigadas, las rurales, las residenciales pero poco dinámicas, las ciudades medias, las ciudades grandes desindustrializadas (y que acogen a la antigua clase media y modesta y que desde hace 20 años es la base del voto populista) mientras que la zona dominante incluye las metrópolis y las zonas turísticas privilegiadas gracias a la burguesía metropolitana.

Frente al populismo, las clases dominantes califican a sus votantes de irracionales, marginales, minoría de deplorables (los hillbillis), obreros o analfabetos funcionales. El autor cree que el terremoto populista de quienes votaron al Brexit, a Le Pen o Trump son algo más que "resentidos" de la vieja clase obrera desindustrializada. No son marginales, sino la sociedad entera del American Way of Life que reacciona ante otro modelo que está finiquitando la clase media occidental. El autor menciona a Marcek Gauchet como el primero que, en los años 80, acuñó el concepto de "fractura social" justo cuando comienza a despegar Le Pen. Guillouy dice que la clave populista consiste en combinar una doble inseguridad: la social (los efectos del modelo económico) y la cultural (la aparición de la sociedad multicultural). Recuerda que las clases populares siempre estarán ahí (el obrero que hace la carretera) y que estas siempre defienden la comunidad y el bien común porque es la garantía de protección que tienen frente a la adversidad.

En este sentido, ya no hay derechas e izquierdas, sino ganadores o protegidos de la globalización contra los perdedores o debilitados, los nómadas contra los sedentarios, las nuevas clases altas contra las nuevas clases populares, los de un sitio contra los de ninguno.

El modo de reaccionar de las clases altas contra el populismo es el miedo y la llamada al "guerracivilismo", una pose de estar al borde de la conflagración nacional aunque solo pretende ahuyentar a los posibles votantes moderados de la tentación populista o antisistema. Y lo cierto es que las clases populares rehuyen el conflicto y prefieren la paz porque saben que los perdedores de cualquier guerra son siempre los humildes, por lo que su estrategia es reducir los territorios de contacto entre otras etnias. El autor añade que la inmigración nunca fue un tema tabú, ni para la izquierda, cuando, hace unas décadas, estudiaba sin complejos el desafío demográfico y el número de inmigrantes que había que acoger. Dice que mientras la población reclama una regulación de la inmigración, las élites hacen oídos sordos (pues apuesta por la desaparición de las identidades y el multiculturalismo). El autor añade que el destino de los nuevos inmigrantes no es integrarse sino amontonarse en barrios donde ya ya hay más inmigrantes y altas cifras de desempleo pero es igual porque los hijos de la alta burguesía (que apuesta por la eliminación cultural) no irán a esos colegios de los suburbios.

Las zonas afectadas por el populismo son el Rust Belt (cinturón de óxido) americano, el Yorkshire británico (zona de York), las cuencas industriales de Alemania del Este y el rural francés, entre otros. Cada vez se agranda la grieta entre las metrópolis y las ciudades de más de 500.000 habitantes se enriquecen cada vez más y atraen empleo (y suben los precios) y la periferia donde no para de reducirse el empleo (y bajan los precios). El problema no solo es la creciente desigualdad sino que los más modestos queden atrapados en la periferia para siempre. Y ocurre otro fenómeno: las grandes ciudades están empezando a dar señas de agotamiento y perder población (que huyen de los precios; las "deseconomías de escala") mientras se repuebla la periferia.

El autor concluye que el actual modelo ha fallado en lo esencial: en crear sociedad. Ante esta "regresión social", el mundo de arriba está sin referentes sociales ni culturales, atrapado en un callejón (es una clase egoísta y asocial) y tendrá que aprender a convivir con los de abajo.




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