lunes, 11 de diciembre de 2017

"Un pequeño empujón (Nudge)", de Richard H. Thaler y Cass R. Sunstein (2008)

Resumen del libro "Un pequeño empujón (Nudge)", de Richard H.  Thaler y Cass R. Sunstein (2008)

Nota: Richard H. Thaler fue premio Nobel de Economía en 2017

Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/12/un-pequeno-empujon-nudge-de-richard-h.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, psicología social, comportamiento económico, premio Nobel de Economía

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Título: "Un pequeño empujón (Nudge)"

Subtítulo: El impulso que necesitas para tomar mejores decisiones sobre salud, dinero y felicidad

Título original en inglés: "Nudge. Improvingi Decisions About Health, Wealth and Happiness"

Autores:  Richard H.  Thaler (premio Nobel de Economía en 2017) y Cass R. Sunstein

Fecha de publicación en inglés: 2008

Edición en español: Madrid, 2009, Santillana Ediciones Generales, Taurus

Número de páginas: 332

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Biografía de los autores

Richard H.  Thaler (Hasta 2017)

Richard H.  Thaler es catedrático de Economía y Ciencia del Comportamiento. Fue galardonado con el premio Nobel de Economía en el 2017. También le concedieron el título honorífico Ralph and Dorothy Keller Distinguished Service Professor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago. Es investigador en la National Bureau of Economic Research. Ha escrito numerosos libros destinados al lector no especializado sobre el tema de las finanzas conductuales, entre ellos Quasi-rational Economics y The Winner's Curse.

Cass R. Sunstein (hasta 2008)

Cass R. Sunstein ostenta la cátedra Felix Frankfurter de Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard. Trabajó en el Departamento de Justicia de Estados Unidos y ha sido consultor en reformas legislativas y en la redacción de constituciones en numerosos temas y miembro de la American Academy of Arts and Sciences.

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Texto de la contraportada

"Somos propensos a cometer errores. Cada día tomamos decisiones sobre temas tan vitales como la educación de nuestros hijos, nuestras inversiones, nuestra dieta o nuestras hipotecas.... Desafortunadamente, muchas veces nos equivocamos. Esto se debe a que, como seres humanos, nos dejamos influir por una serie de percepciones erróneas que nos llevan al desacierto.

El concepto de "nudge", literalmente "ligero empujón", sirve de base a las originales y edificantes propuestas de Thaler y Sunstein para revertir esta tendencia. Figuras de la talla de Barack Obama ya están adoptado estas medidas. Se trata de que las personas y las instituciones, tanto privadas como públicas, se esfuercen de forma consciente en orientar nuestras decisiones de modo que mejoren nuestras vidas. Impulsos leves, a menudo invisibles, para incentivarnos sin mermar nuestra libertad de elección".

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ÍNDICE

Primera parte... Humanos y econs

1. Sesgos y errores

2. Resistir la tentación

3. Seguir al rebaño

4. ¿Cuándo necesitamos un nudge?

5. La arquitectura de las decisiones


Segunda parte.... El dinero


6. Ahorre Más Mañana

7. Invertir ingenuamente

8. Los mercados de crédito


Tercera parte..... La sociedad

9. Privatizar la Seguridad Social: el estilo smorgarbord

10. Medicamentos de prescripción: Parte D (de desanimar)

11. Cómo aumentar las donaciones de órganos

12. Salvar el planeta

13. Privatizar el matrimonio


Cuarta parte... Extensiones y objeciones 

14. Una docena de nudges

15. Objeciones

16. La verdadera tercera vía


Epílogo: la crisis financiera del 2008


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Resumen

Thaler se ha convertido en un cazador de chapuzas de los téoricos neoliberales aunque también hace de fontanero al tapar las goteras del concepto neoliberal de "libertad para elegir". Con Thaler, este concepto ideado por Milton Friedman queda "parcheado", y al menos se humaniza y suaviza. Thaler apuesta por el "paternalismo libertario" basado en sutiles influencias para que la gente elija lo más conveniente para ella (mejor salud, etc...). "Los paternalistas libertarios decimos que la gente mantenga la libertad y esa es nuestra intención literalmente. Queremos facilitar a las personas que sigan su propio camino; no queremos facilitar a las personas que sigan su propio camino, no queremos poner obstáculos a aquellos que deseen ejercer su libertad".

Aclaran que el paternalismo libertario no es de derechas ni izquierdas.

Lo primero que hay que comprender al leer el libro es el significado de la palabra "nudge", que en inglés equivale a "empujoncito, codazo", a "empujar suavamente o dar un golpecito en las costillas, sobre todo con el codo. Los autores también lo usan como "estimular, incentivar o encaminar en la toma de decisiones". Colocar la fruta de forma bien visible en los comedores infantiles es un nudge. La idea de los autores es que "desplegando tanto incentivos como nudges podemos aumentar nuestra capacidad para mejorar la vida de la gente y contribuir a resolver muchos de los grandes problemas de la sociedad. Y lo podemos hacer sin renunciar a la libertad de elección de cada uno" (pp. 23).

El autor comienza con el ejemplo de una directora de comedor escolar que decide operar como "arquitecta de las decisiones", con la responsabilidad de organizar el contexto en el que tomamos decisiones. Se plantea el siguiente dilema: si sirve unos platos primero, los niños comen más sano que en otro orden. El problema está en quién es la Administración para entrometerse en la vida de los niños y "programar" comida más sana para ellos, a pesar de que cualquier persona estaría a favor de que los niños comiesen más sano salvo que fuese un director corrupto de un comedor infantil que aceptase sobornos de grandes compañías azucareras para introducir una dieta escolar con alto consumo de azúcar.

El autor concluye que el diseño "neutral" no existe pues la ordenación de pequeños detalles en un edificio puede restar funcionalidad a todo el conjunto y tener un importante efecto en la conducta de las personas. Así que "todo importa". La cuestión está en que el "arquitecto de decisiones" que escoge una colocación de elementos en todo contexto puede dar "nudges" (codazos) para que los individuos elijan lo que más le favorece. Él lo denomina "paternalismo libertario". Por una parte, las personas deben ser libres para hacer lo que deseen y para desvincularse de los acuerdos desventajosos. Según Friedman, la gente "es libre para elegir". Por otra, está a favor de que los arquitectos de las decisiones traten de influir en la conducta de la gente para hacer su vida más larga, más sana y mejor. Aprueba que las instituciones se esfuercen en orientar las decisiones de las personas en direcciones que mejoren sus vidas. Dan nudges. 

Señala que este paternalismo es débil y blando y no supone una intromisión porque las opciones no se gravan (penalizan) ni se eliminan ni bloquean.

Los autores consideran que los empresarios pueden actuar como paternalistas libertarios en cuestiones de seguros, medioambientales, a la vez que ganar dinero y hacerlo bien. El mismo argumento sería aplicable a los gobiernos.

Otra diferencia que hacen Thaler y el coautor atacan las raíces profundas del neoliberalismo al hundir el concepto de "homo economicus", la idea de que cada uno de nosotros siempre piensa y escoge bien y por tanto encaja en la imagen de los seres humanos que presentan los libros de texto de los economistas. Estos suponen que el ciudadano medio "piensa como Einstein, tiene tanta memoria como el ordenador de mayor capacidad y la voluntad de Mahatma Gandhi". Thaler advierte que "la gente que conocemos no es así, la gente real tiene dificultades para dividir por más de una cifra sin calculadora, a veces olvida el cumpleaños de su pareja y tiene resaca el día de Año Nuevo. No es un homo economicus; es homo sapiens". El autor divide a la Humanidad en "econs" y "humanos".

Pone como ejemplo la plaga de obesidad, que sube el riesgo de sufrir enfermedades del corazón y diabetes y muerte prematura. Está claro que no todo el mundo está escogiendo la dieta adecuada. Lo mismo pasa con el alcohol, fumar y beber...

La conclusión de Thaler y otros es que hay serias dudas de la racionalidad de muchos de nuestros juicios y decisiones. Añaden que las previsiones humanas son sesgadas y defectuosas y la toma de decisiones tampoco es gran cosa. Y añade que tendemos a preferir el "status quo" o la opción por defecto (caso de los teléfonos móviles nuevos).

Añade que los "econs" también responden a los incentivos pero no les influye el orden en que se muestren las opciones.

Consideran que la gente que cree que hay que desplegar las distintas opciones y que la gente elija la mejor para él caen en varios errores y equivocaciones. 
Un primer error es que es posible evitar influir en las decisiones de la gente (pero es eludir los efectos de la neutralidad). Pone como ejemplo que varía mucho si una empresa paga a sus empleados cada 15 o 30 días (el pago quincenal incentiva el ahorro). Admiten que la idea es aplicable a los Gobiernos, que deben tener algún tipo de partida.
Un segundo error es creer que el paternalismo siempre implica coerción pero qué tiene de malo colocar los platos del comedor infantil de forma que los niños elijan voluntariamente tomar más fruta.

Los autores dicen que esto se aplica a cosas tan variadas como la donación de órganos, el matrimonio y la atención sanitaria. Añaden que la libertad de elección es la mejor salvaguardia contra una mala arquitectura de las decisiones.

Una de las ideas de la arquitectura de decisiones es crear "entornos amigables", caso del iPhone por su fácil manejo.

Señalan que el paternalismo libertario es una base prometedora para una política común. Apuestan por una mejor gobernanza en la protección ambiental, el derecho familiar y la elección de colegio, porque requiee menos en el sentido de coerción y limitación gubernamental y más de libertad de elección. Si las exigencias y prohibiciones son sustituidas por incentivos y nudges, el gobierno será más pequeño y más modesto. Dicen: "No propugnamos un gobierno más grande, sino solo mejor gobernanza".

Otro de los temas que aborda son los dos sistemas cognitivos con los que opera el pensamiento humano: a uno lo llama el "Planificador" (que es el controlador, premeditado y autoconsciente y que piensa en ahorrar en el futuro; se trata de un sistema reflexivo pero bastante lento) y el otro el automático o "Compulsivo" (muy rápido y que actúa como si no hubiese un mañana). Dice que los votantes se fían más del sistema automático y desconfían de los candidatos que muestran estadísticas.




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