domingo, 7 de enero de 2018

"Decir no no basta", de Naomi Klein (2017)

Resumen del libro "Decir no no basta", de Naomi Klein (2017)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/01/decir-no-no-basta-de-naomi-klein-2017.html

Resumen realizado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, riqueza, desigualdad, neoliberalismo, historia de EE.UU., teoría política, pensamiento político

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Título: "Decir no no basta"

Título original: "No Is Not Enough"

Autora: Naomi Klein

Fecha de publicación: 2017

Edición en español: Paidós, Barcelona, 2017

Número de páginas: 312

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Biografía oficial de la autora Naomi Klein (hasta 2018)

Naomi Klein es una periodista laureada, columnista de prensa y autora de los bestsellers No logo, La doctrina del shock y Esto lo cambia todo, todos ellos publicados por Paidós.  Esto lo cambia todo, el documental inspirado en el libro, se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto de 2015.

En 2017 se unió a la prestigiosa revista digital The Intercept y sus escritos tienen amplia difusión a través de publicaciones como The Guardian, The Nation, The New York Times, The New Yorker, Le Monde y The London Review of Books. Klein forma parte de la junta directiva de 350.org, un movimiento internacional de acción climática, y es miembro de número de la Puffin Foundation en The Nation Institute. Es además una de las promotoras del Manifiesto "Dar el Salto", una declaración en favor de una restructuración rápida y justa que ponga fin al uso de combustibles fósiles. En noviembre del 2016 fue galardonada con el prestigioso Premio de la Paz de Sídney.

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Texto de la contraportada

"Esto no es más que un intento de examinar cómo hemos llegado a este momento político surrealista; cómo, de formas concretas, podría ponerse mucho peor; y cómo, si no perdemos la cabeza, aún podríamos darle la vuelta al guión y desembocar en un futuro radicalmente mejor"

¿Os acordáis de cuando se suponía que el amor iba a triunfar sobre el odio? ¿Recordáis que hubo un momento en que las petroleras y los banqueros parecían estar amilanados y batirse en retirada? ¿Qué demonios pasó? Y aún más importante, ¿qué podemos hacer al respecto?

Decir no no basta revela, entre otras cosas, que la desorientación que sentimos es un hecho deliberado. Que por todo el mundo, para generar una crisis tras otra, se está utilizando tácticas de shock diseñadas para forzar políticas que arruinan a la gente, el medio ambiente, la economía y nuestra seguridad. Que el extremismo en el que vivimos no es un hecho aberrante, sino un cóctel tóxico de nuestros tiempos.

Desde cómo desmantelar la megamarca Trump al arte de reivindicar los argumentos populistas, Naomi Klein nos enseña cómo podemos romper el hechizo y conseguir el mundo que queremos. No dejemos que se salgan con la suya.

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ÍNDICE

Primera parte... Cómo hemos llegado a esto: el auge de las supermarcas

1. Cómo ganó Trump al convertirse en la marca definitiva

2. La primera familia de marcas

3. "Los juegos del hambre" de Mar-a-Lago


Segunda parte..... En qué punto estamos: un clima de desigualdad

4. El reloj del clima da la medianoche

5. El mangante en jefe

6. La política odia el vacío

7. Aprender a amar el populismo económico


Tercera parte..... Cómo podríamos ir a peor: los shocks que se avecinan

8. Maestros del desastre: puentear la democracia

9. La lista de tareas tóxica: qué se puede esperar cuando se espera una crisis


Cuarta parte.... Cómo podrían mejorar las cosas

10. Cuando a la doctrina del shock le sale el tiro por la culata

11. Cuando no bastó con decir no

12. Las lecciones de Standing Rock: atreverse a soñar

13. El momento de dar el salto: porque a pequeños pasos no se va a acabar con esto


Conclusión: Una mayoría solidaria, al alcance

Epílogo. Manifiesto "Dar el salto": llamamiento a favor de una Canadá basada en el cuidado mutuo y de la Tierra

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RESUMEN

Naomi Klein cuenta que dedicó entre cinco y diez años de investigación, viajes y entrevistas para documentar sus libros No Logo (sobre marcas) y La Doctrina del Shock (sobre como los neoliberales aprovechan las crisis para imponer sus "recetas" económicas). Sin embargo, para este libro, que examina el ascenso a la presidencia del multimillonario Donald Trump, solo necesitó unos meses porque la mayor parte del contexto fue contado en su día.

La autora dice que la presidencia del ultraconservador Trump llegó en mal momento porque puso en marcha políticas para desmantelar los avances en protección del medioambiente y frenar el cambio climático y el aumento de las temperaturas a escala planetaria. Para Klein, las empresas petroleras como Mobil Exxon, que según dice ya sabían del cambio climático desde 1970, se han aliado con Trump para permitir el consumo de petróleo, da igual de la forma que sea, con guerras, con más coches contaminantes, lo que sea con tal de volver a relanzar la producción y el consumo, da igual que el planeta se vea azotado por la sequía. Detrás, solo está la codicia del hombre blanco.

La autora comienza examinando el triunfo de Trump como gestor de la marca de lujo Trump. Sus votantes lo votaron porque Trump representa sus ideales de éxito: pasearse en "limousine", vivir en lujosas mansiones, dirigir negocios desde fastuosas torres con vestíbulos de mármol, estar rodeado de hermosas y sofisticadas mujeres, poder mandar y despedir a quien quiera porque él es el jefe supremo. Ese es su "show", y ha representado su papel en varios concursos televisivos como uno en el que hay dos grupos: los ganadores o "montaos" viven en una mansión rodeado de todos lujos y van a buscarlos en "limousine". Los perdedores, por contra, son los "pringaos" a los que se los humilla constantemente, duermen en el patio trasero en unas tiendas de cámping sobre cartones, no tienen con qué lavarse y espían a los concursantes ricos desde el seto del jardín para conocer sus lujos y prebendas. Trump, al final de cada programa, despide a un perdedor entre insultos ante el jolgorio de la audiencia que disfruta del espectáculo al oír a Trump decir: "Tú, estás despedido".

La autora señala que estos concursos de reality-show son crueles con los perdedores y que, aunque se desarrollan en una burbuja y todos saben que son falsos, reflejan la realidad social de la economía capitalista de libre competencia como nadie. Vivimos en un mundo desigual, eso ya lo sabemos todos, pero Trump te ofrece la posibilidad de que tú sobrevivas y estés con él y el resto de los ganadores, te ofrece formar parte de ese uno 1 % que atesora la riqueza mundial y despreciar al 99 % de los perdedores restantes. Ese es el mensaje de Trump: si quieres estar entre los ganadores, tienes que pelear fuerte y pisar a los perdedores.

Dentro de este contexto, la autora dice que Trump creó un basto imperio inmobiliario, jalonado de sucesivas quiebras y recuperaciones, pero que luego se dio cuenta del valor de la marca Trump como sinónimo de lujo y millones. Al igual que otras empresas, deslocalizó su negocio y luego, aún mejor, cedió su marca sin producir nada para ganar dinero sin mover un dedo. Aunque hay muchos clubs de vacaciones Trump repartidos por el mundo así como hoteles y urbanizaciones Trump a lo largo y ancho de todo el globo, el millonario tiene una empresa hueca cuyo único activo y valor es la marca. Su apellido es su logo, lo que vende como hacen Nike o Apple, el poder e influencia de una marca sin nada que producir. El millonario vende su marca a los complejos residenciales privados que quieran usarla. Por eso, es tan importante darse a conocer a nivel mundial y generar valor para la marca, más ahora que es un triunfador que ha alcanzado la presidencia de EE.UU. y lo convierte en el hombre más poderoso del mundo. Si Donald Trump representa el sueño americano para muchos hay algo que no cuadra y es que él nació rico, heredó su riqueza y solo se dedica a amasar más millones a pesar de que dice a sus votantes que él no necesita millones ni ser corrupto como los políticos porque ya es millonario. Entonces, ¿para que hace publicidad de sus empresas siempre que puede?

La autora señala que la llegada de Trump a la Casa Blanca trajo consigo prácticas inadmisibles como no deshacerse de sus negocios privados, con lo que está confundiendo lo privado y lo público, y dirige el país como si fuese una empresa colocando en puestos de confianza a sus amigotes y parientes. Eso no parece preocuparle al magnate, que en sus discursos presidenciales o entrevistas cuela entre las frases anuncios publicitarios elogiando sus productos o de los de su hija, según cuenta el libro. Una de las prácticas peores fue eliminar el teléfono para recibir las quejas de los ciudadanos en la Casa Blanca. Las consecuencias fueron inesperadas para Trump: los afectados telefonearon a sus hoteles y clubs contando sus problemas, lo que devaluó la marca Trump, y el teléfono de quejas de la Casa Blanca fue repuesto.

Naomi Klein considera que Trump solo es un peón más de una ideología neoliberal que intenta imponerse en todo el planeta de todas las maneras posibles, sobre todo aprovechando las crisis y los shocks (como la elección inesperada de Trump). Por ello, todo apunta a que las prácticas neoliberales seguirán avanzando en EE.UU. con un pleno desmantelamiento de la burocracia estatal, reducción de impuestos para los ricos y las multinacionales, mayor desigualdad y pobreza, menor sanidad y educación para los más pobres. Es un programa neoliberal que se comenzó a implantar con Ronald Reagan en los años 80, para desmantelar el Estado de Bienestar, y que ahora, 40 años después, prosigue con Trump sin ningún miramiento.

Klein sitúa el auge  del neoliberalismo en los años 70 y critica a la demócrata Hilary Clinton de no haber hecho nada en serio para generar políticas alternativas, motivo por el que fue abandonada por parte de sus votantes que prefirieron a Trump. La autora señala que Sanders conocía mejor lo que pasaba en el país y Clinton también prometía cambiarlo todo pero nadie la creyó porque con Obama pudo haberlo hecho y no hizo nada.

En los siguientes capítulos, Klein recuerda que el neoliberalismo suele aprovechar los shocks (como los huracanes como el Katrina o el miedo a la crisis) para aprovechar la confusión y "colar" por medio sus fórmulas impopulares de privatización del sector público, eliminación de servicios básicos sanitarios o educativos. La idea es siempre la misma: convencer a la población sumida en el miedo y la parálisis de que no hay otra alternativa que estas políticas que, según la autora, fomentan la desigualdad social y benefician a los super-ricos de forma extrema.

Dice que un ejemplo es lo que ocurrió en 1975 en Nueva York. La ciudad estaba a punto de quebrar, con importantes recortes públicos, cuando Donald Trump aprovechó para adquirir un rascacielos a buen precio y sacar beneficio. Lo mismo hizo Goldman Sachs, dice la autora, cuando ganó dinero con la crisis mientras sus clientes se arruinaban. Para la auditora, los clientes solo eran objetos y fue multada con miles de millones por sus malas praxis. La autora continúa con la externalización de servicios militares durante la guerra de Irak de Bush, en la que "las nuevas empresas con cristales tindados" florecieron como en la burbuja de las punto.com.

Otro caso es el del huracán Katrina, donde las crisis se aprovecharon para derribar barrios de pobres y privatizar colegios, sin dar solución a las personas hacinadas en los pabellones. Esta imagen de Nueva Orleans se volverá a repetir en otros lugares a medida que avance el cambio climático que algunas empresas niegan (pero a la vez se preparan para tomar posiciones y sacar ventaja en la exportación de recursos del Ártico).

Lo mismo pasó con el 11-S y la sucesiva cadena de guerras en Oriente Próximo, casualmente donde ahora hay más sequía y guerras con drones, posiblemente por el cambio climático. La gente huye por la falta de agua seguida de la guerra y las migraciones de refugiados se expanden como fichas de dominó hacia otros países. A lo largo del conflicto, algunos han sacado beneficio, como han sido los contratistas privados. Por otro, algunos han visto que una buena guerra y la desestabilización siempre sube los precios del petróleo, algo que está muy bien para los vendedores.

Lo más notorio, dice la autora, es que en la ocupación de Irak se creó un modelo de cómo podían ir las cosas en el futuro, a medida que el cambio climático se agrave. Pone como ejemplo en Bagdad las dos zonas en las que se dividió la ciudad: la Zona Roja (donde vivía la mayor parte de la población y corrían peligro de atentados, sufrían la falta de agua corriente y padecían otros riesgos y amenazas) y la Zona Verde (un lugar residencial y de confort, un oasis de paz blindado las 24 horas donde vivían los occidentales, con tiendas, restaurantes de McDonalds y centro comerciales, Internet, y seguridad privada inaccesible para el resto de los habitantes del país). La Zona Roja y Zona Verde o McZona suenan a ecos de una novela de ciencia ficción distópica (caso de Elysium o Los Juegos del Hambre, con una élite rica que vive en una burbuja de prosperidad y el resto de la Humanidad sumida en la pobreza, el caos y la violencia). Pero este es un escenario real y puede repetirse a lo largo del globo, como por ejemplo con los campos de refugiados, siendo Europa el bastión rico que vive en su burbuja de riqueza.

La autora cita dos ejemplos basados en la memoria histórica, en España y Argentina, como forma de lo que se debe hacer para contrarrestar la implantación de políticas impopulares de Trump que fomentan el racismo, la xenofobia, la marginación de colectivos femeninos, o niegan el cambio climático. Estas políticas se implantan aprovechando que surge una crisis y los neoliberales aprovechan la confusión de la gente para aplicar sus recetas de privatización de bienes púbicos, introducir recortes y bajadas de impuestos a los ricos, meterse en guerras ilegales y añadir sufrimiento a los más pobres. El mensaje es el mismo: No hay alternativa. Pero la autora replica que la gente que conserva su memoria histórica de los desastres a los que llevaron estas políticas cree que sí hay alternativas.

Uno de los ejemplos de reacción populista es Argentina: tras años de bonanza en los 90 y ser citado como ejemplo de milagro económico, en el 2002, el presidente De la Rúa tuvo que aplicar recortes brutales y propuso una especie de restricciones a la democracia y un toque de queda que recordó a la gente los golpes de la junta militar en los años 70 y 80. La reacción de la gente no fue sufrir en silencio sino salir enfurecida a la calle a protestar y el presidente se vio obligado a escapar en helicóptero del palacio residencial. Con los Kristner, los políticos captaron el mensaje populista de que los recortes enfadan a la gente. Pero esa reacción popular se basaba en que la gente tenía memoria de los gobiernos militares que aprovechaban las crisis para instaurar el orden dejando tras de sí una estela de muertes.

El otro ejemplo es España en 2004, tras los atentados del 11-M. Aznar salió en la tele echando la culpa a ETA de los ataques a los trenes a la vez que insistía en seguir en guerra en Irak pero, según la autora, su tono recordó a los españoles con memoria al régimen de Franco del ordeno y mando. A la gente le recordó aquello de el que no esté conmigo mí está contra mí, ecos que ahora resuenan con Trump. Lo que hizo la gente en España, añade la autora, fue votar contra el partido de Aznar y elegir de presidente a Zapatero, que prometió sacar al país de la guerra ilegal de Irak. Naomi Klein que esto fue posible porque los ciudadanos aún tenían presentes la vida bajo la dictadura franquista y no querían volver.









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