lunes, 18 de marzo de 2019

"Imperiofobia y leyenda negra", de María Elvira Roca Barea (2016)

Resumen del libro "Imperiofobia y leyenda negra", de María Elvira Roca Barea (2016)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/03/imperiofobia-y-leyenda-negra-de-maria.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho.

Sociología, relaciones internacionales, propaganda, imperios, civilizaciones

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Ficha técnica

Título: "Imperiofobia y leyenda negra"

Subtítulo: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español

Autora:  María Elvira Roca Barea

Edición: Siruela, Madrid, 2016

Número de páginas: 476

Méritos: Lleva 25 ediciones

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Biografía oficial de la autora

María Elvira Roca Barea ha trabajado para el Consejo Superior de Investigación Científica y enseñado en la Universidad de Harvard. Ha publicado varios libros y artículos de revistas especializadas, también ha dado conferencias dentro y fuera de España.

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Texto de la contraportada

"María Elvira Roca Barea acomete con rigor en este volumen la cuestión de delimitar las ideas de imperio, leyenda negra e imperofobia. De esta manera, podemos entender qué tienen en común los imperios y las leyendas negras que irremediablemente van unidas a ellos, cómo surgen creadas por intelectuales ligados a poderes locales y cómo los mismos imperios las asumen. El orgullo, la "hybris", la envidia, no son ajenos a la dinámica imperial. La autora se ocupa de la imperofobia en los casos de Roma, los EE.UU. y Rusia, para analizar con más profundidad y mejor perspectiva el Imperio español. El lector descubrirá cómo el relato actual de la historia de España y de Europa se sustenta en ideas basadas más en sentimientos nacidos de la propaganda que en hechos reales.

La primera manifestación de hispanofobia en Italia surgió vinculada al desarrollo del humanismo, lo que dio a la leyenda negra un lustre intelectual del que todavía goza. Más tarde, la hispanofobia se convirtió en el eje central del nacionalismo luterano y de otras tendencias centrífugas que se manifestaron en los Países Bajos e Inglaterra. Roca Barea investiga las causas de la perdurabilidad de la hispanofobia, que, como ha probado su uso consciente y deliberado en la crisis de deuda, sigue resultando rentable a más de un país. En un lugar común por todos asumido que el conocimiento de la historia es la mejor manera de comprender el presente y plantearse el futuro.

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ÍNDICE

(resumido)

PARTE I

Imperios y leyendas negras: la inseparable pareja

1. Leyenda negra: origen y significado de la expresión

2. Los imperios: del imperium al imperialismo

3. Roma y su leyenda negra

Roma como Imperio Inconsciente

4. Antiamericanismo: la leyenda negra contra EE.UU.

5. La rusofobia antes y ahora

6.La imperiofobia: modelo universal

PARTE II

1. Italia

Sangre mala y baja
Il Capitano Spavento y Lope de Vega

2. El Sacro Imperio, Países Bajos e Inglaterra: ¿guerras de religión o guerras antiimperiales?

3. Alemania: protestantismo y regresión feudal

Martín Lutero

La guerra civil del Sacro Imperio

4. Inglaterra: de las Invencibles a Tony Blair

La ley del silencio

5. Los Países Bajos: el triunfo definitivo de la propaganda

La guerra civil en los Países Bajos

La "guerra de papel": la creación del Demonio del Mediodía

6. La Inquisición y la Inquisición

El Santo Oficio

Las brujas

7. América

El estilo español de imperio: ciudad, camino y hospital

Propaganda: de fray Bartolomé a la izquierda indigenista

De las Leyes de Indias al Derecho Internacional


PARTE III

La leyenda negra desde la Ilustración a nuestros días. Asunción y negación

1. La hispanofobia en el Siglo de las Luces

Llegan las pelucas: la hispanofobia ilustrada

El fracaso imperial francés

La lucha a muerte por la administración de la moral: la destrucción de la Compañía de Jesús

La censura universal y el Index inquisitorial

El triunfo definitivo de la ley del silencio

2. El siglo XIX: nacionalismo, liberalismo y racismo científico

3. Siglos XX y XXI: Conclusiones

El Imperio Viejo y el Imperio Nuevo: de la guerra de Cuba a la revisión histórica.

La crisis del 2007: España y la prima de riesgo (PIGS y GIPSY)

Aquellos españoles y estos españoles

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RESUMEN

Comentarios iniciales: 

A nivel de Economía, interesa este dato que aporta: La Escuela de Salamanca (ciencia jesuita y dominica) designa a un grupo de iustnaturalistas y moralistas que desarrollaron su labor durante los siglos XVI y XVII. También se llama escuela española de Derecho Internacional, doctores en Salamanca, maestros de Salamanca. Sus iniciadores fueron Francisco de Vitoria, Diego de Covarrubias, Martín de Azpilcueta y Domingo de Soto. Algunos enseñaron fuera.

El Manual de confesores y penitentes de Martín de Azpilcueta y Jaureguizar, doctor Navarro (1492-1586) tuvo 81 ediciones. El Comentario resolutorio de cambios requirió hacer cinco cuestiones. Azpilcueta desarrolla por primera vez conceptos que solo mucho después serán estudiados, como el fenómeno de la inflación y los motivos que la provocan, así como el valor y los precios. Schumpeter dedica páginas a Azpilcueta en la Historia del Análisis Económico. Los define como los fundadores de la economía moderna. La autora dice que antes de ellos, vivían en la invisibilidad a causa de la "ley del silencio" que los hizo desaparecer de los manuales (la autora dice que no es un "despiste": cree que Adam Smith no los citó para no citar a un dominico.

Las principales ideas del libro

La autora parte de una idea principal: en tiempos de la Reforma (siglos XVI y XVII), el mundo se dividió en dos culturas antagónicas: la protestante o antiimperial (Inglaterra, Holanda, parte de Alemania, Escandinavia, Suiza) y la católica o imperio Habsburgo (España, Portugal, Irlanda, Italia, Austria, Francia, Flandes y parte de Alemania). Esta brecha que dividió a Europa se prolongó a lo largo de los siglos ante una guerra propagandística sin cuartel (sin tolerancia en ninguno de los territorios hacia los otros (salvo en Alemania, donde hubo libertad de cultos pero con los católicos relegados fuera de la Administración)) y el resultado fue que, a partir del siglo XIX, los logros católicos quedaron "silenciados" en la cultura protestante y anglosajona, que se convirtió en hegemónica. Esta propaganda anticatólica y el silencio sobre sus logros humanísticos y científicos (sobre si los autores eran religiosos, como Mendel) se prolonga hasta hoy día. El resultado del triunfo de la leyenda negra es que los países católicos son los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia (ortodoxa) y España) o los GIPSIs (Grecia, Italia, Portugal, España e Irlanda) de la crisis del 2008, los países deudores que tuvieron que pedir el rescate bancario. El otro damnificado es Rusia (ortodoxo). Es una visión del mundo hegemónica que posterga los logros de los países católicos, dice la autora, incluso hoy, y los relega a ser eternos secundarios.

La autora también reflexiona sobre la caída del imperio español en América, que se considera como un gran fracaso de la mentalidad católica frente al dinamismo y el éxito del protestantismo, lo que es fácil de ver en el auge de Estados Unidos y el subdesarrollo de América Latina, espejo del fracaso del modelo español. Pero la autora recalca que esa comparación no tiene sentido, porque el imperio español ya estaba muerto a finales del siglo XVIII (unos años antes de la Independencia de las colonias) y que, de hecho, en la misma época también sucumbieron el imperio británico en América (derrotado por sus colonos) y se hundió el imperio americano francés, en el Missisipi (imposible de mantener por falta de colonos y la presión inglesa). Además, muchos han visto el imperio español como una vieja reliquia de un imperio medieval pero la autora recuerda que se trataba de un imperio con instituciones de la Edad Moderna que duró tres siglos y controló una enorme extensión mundial en cuatro continentes. Aunque se considera que España perdió su imperio en 1898 (con la guerra d Cuba y la pérdida de las Filipinas), el imperio ya había muerto antes de la invasión napoleónica. Añade que lo que luego hicieron los gobernantes de las repúblicas americanas independientes en el siglo XIX ya no le compete a España.

La autora repasa las historias de las "Invencibles" (Felipe II envió hasta tres armadas contra Inglaterra). Añade que Inglaterra ocultó el desastre de su propia ContraArmada, un fracaso estrepitoso de Francis Drake para conquistar Lisboa y sublevar a los portugueses y poner a un rey títere. Perdió a miles de hombres pero de eso no se habla. Ni de la derrota de Cartagena de Indias a manos de su defensor Blas de Lezo: un gobernador tuerto, cojo y manco.

Sobre la leyenda negra, cree que lo pasó es en Alemania (Sacro Imperio Germánico) y los Países Bajos hubo sendas guerras civiles contra el imperio de los Habsburgo (que era católico) y los protestantes captaron ese descontento como reacción a la centralización imperial. La autora recuerda que el imperio español (al igual que el romano) era homogeneizador: allí donde iba construía carreteras, ciudades, hospitales e iglesias, todo "estandarizado". El problema fue que al intentar modernizar Holanda con instituciones centralizadas, hubo una reacción por parte de los gobernantes locales que se negaban a hacer esas modernas reformas, añade la autora. La reacción de los Orange fue virulenta y ganó la batalla de la propaganda con todo tipo de pasquines y folletos con dibujos grotescos y mentiras contra los españoles. La autora reconoce que el bando católico intentó ser conciliador y contraatacó con extensos documentos jurídicos (para probar que no habían subido los impuestos) pero fue incapaz de comprender el efecto "huracán" de la propaganda de los independentistas holandeses, que no se combate con argumentos sino con otra propaganda igual de mentirosa, explica la autora. A ello se suma, que las imprentas en Holanda echaban humo imprimiendo pasquines incendiarios que tenían gran éxito en la población local. El modelo propagandístico también se extendió en Alemania (los luteranos) e Inglaterra (los anglicanos).

Otra parte de la leyenda negra procede de la brutal conquista de América por parte de los españoles.
La autora critica a Bartolomé de las Casas y dice que el monje que denunció las matanzas indiscriminadas de indios por los conquistadores españoles era un charlatán que solo decía mentiras o exageraba todo para enaltecer su causa, lo que en su época se le consintió al considerar que buscaba un bien más elevado. La autora no niega que el sacerdote tuviese buenas intenciones pero dice que De las Casas, al que poco menos que califica de renegado, no pudo ver tanta barbarie como denuncia pues apenas se movió de una zona de América donde recaló por lo que cuenta es de oídas o directamente inventado. Sin embargo, la autora dice que el testimonio de este honesto sacerdote causó un daño irreparable a la imagen de España ya que la utilizaron sus enemigos para difundir la leyenda negra de un país cruel y asesino de masas. La autora replica que mayor brutalidad fue la de los conquistadores de América del Norte, realizada por protestantes, donde apenas quedan indígenas tres siglos después, pues fueron exterminados metódicamente, y los que quedan están en los estados del Sur, territorio que antes pertenecía al imperio español (Nueva España). En cambio, en América del Sur, gobernada por españoles durante varios siglos, sigue habiendo a día de hoy millones de indígenas, prueba que refuta el genocidio. Añade que en la América colonial se intentó integrar a los indios nativos, se hicieron leyes de protección y que los religiosos y misioneros fueron la avanzadilla para establecer sistemas económicos de producción (luego obsoletos frente a la industria capitalista). Añade que América del Sur tenía cuatro universidades a plena producción antes de que se fundase Harvard y que algunos enclaves de la América hispana disponían de 40.000 libros frente a los 4.000 de los que presumía Harvard un siglo después.

La autora también habla del "ninguneo" de los autores y científicos católicos, "borrados" de las historias de Ciencia elaboradas por los protestantes porque no los tomaban en serio porque muchos de estos eran religiosos (caso de los economistas jesuitas y dominicos). Fue el caso de Balmi, el promotor de la primera vacunación mundial contra la viruela y que, solo después de su éxito, Inglaterra tomó en serio a su inventor Jenner. Gestas como esa cayeron en el olvido internacional, dice.

La Inquisición también forma parte de la leyenda negra de España. Sin embargo, la autora dice que apenas condenaron a muerte a herejes (serían unos cientos o miles de víctimas) frente a los decenas de miles de brujas que ardieron en los países protestantes (recuerda que los calvinistas quemaron al refugiado Servet por hereje). En España, dice, ni siquiera se tomaban en serio a las brujas y los casos se archivaban como supercherías. Además, la Inquisición también acabó siendo un género de novela "gótica", donde se mezclaban sectas, lujuria... tradición que llega hasta libros como El Códice Da Vinci.

Otra cuestión es que se dice que España era intolerante pero la autora recuerda lo que le pasaba a los católicos que vivían en países protestantes, donde eran masacrados como chivos expiatorios o relegados fuera de trabajos o cargos en la Administración. Pone por ejemplo el caso de Irlanda, gobernada con puño de hierro por Inglaterra, pero también la discriminación de los católicos en el poder en Alemania, que se prolongó hasta el siglo XIX. Los ilustrados también criticaron la intolerancia católica pero en su propio país, Francia, había censura y libros prohibidos. Realmente, no había mucha libertad de expresión en las monarquías absolutas, que se diga.

La leyenda negra contra España siguió incluso en la Guerra de Cuba, donde el magnate de prensa Hearts se encargó de fabricar una guerra acusando de todo tipo de tropelías a los españoles en esas islas y que, según la autora, eran patrañas para vender más periódicos y convencer al público de la necesidad de entrar en guerra por una buena causa. Recuerda que los filipinos pronto se dieron cuenta de que habían cambiado a un dueño blanco por otro aún peor.

La autora también lamenta que algunos historiadores anglosajones (Kramer) sigan diciendo que Castilla tuvo "suerte" al conquistar América y montar un Imperio, que nadie entiende cómo lo pudo lograr ya que no se lo merecía. La autora replica que Colón visitó varios reinos en busca de patrocinadores y nadie tenía dinero para esa expedición salvo Castilla, que además disponía de experiencia de guerra de frontera y sabía como "integrar" nuevos territorios en sus dominios imponiendo las mismas leyes e instituciones. Otros países como Inglaterra o Francia intentaron copiar a España en América pero con poco éxito. Solo la irrupción de un nuevo país capitalista como Estados Unidos, con un nuevo modelo productivo, cambió la balanza pero eso fue ya en el siglo XIX, cuando España ya no estaba allí. Añade que ya en 1800, con la expedición Humbolt, el Imperio estaba en declive pues nadie vigiló de cerca al expedicionario y científico, que se llevó planos de ciudades americanas para ganarse el favor del nuevo presidente Jefferson, lo que prueba que el imperio americano ya estaba sin control efectivo y el gobierno hispano tenía una clara falta de reflejos al no prever la jugada del alemán. Este, en su ancianidad, reflexionó sobre cómo Estados Unidos estaba masacrando a sus indígenas e intercedió en vano por ellos; recordó que en las colonias españolas eran respetados.

La autora añade que todo Imperio ha sido vilipendiado por los conquistados, empezando por los griegos que tildaban de incultos y nuevos ricos a los romanos. Luego, le tocó a España pasar como país intolerante y cruel, mestizo, indolente... y luego a Rusia (que en el siglo XVIII se sacó de la manga un imperio que asombró a Francia), al que menospreciaban por rudos y bárbaros. Finalmente, ahora los europeos se burlan de los norteamericanos por horteras e incultos. La historia se repite.

La conclusión del libro es "y tú más", un argumento que ya ha sido criticado por autores norteamericanos que estudiaron el genocidio americano. Estos dicen que la explicación de los historiadores españoles es que los colonizadores hispanos fueron muy malos pero los ingleses en América del Norte aún fueron más malos y exterminadores. Ese decir, el "y tú más".

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