lunes, 27 de enero de 2020

"Nuestra casa está ardiendo", de Greta Thunberg y familia (2018)

Resumen del libro "Nuestra casa está ardiendo", de Greta Thuberg y familia (2018)

Resumen del libro:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2020/01/nuestra-casa-esta-ardiendo-de-greta.html


Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, ecología, calentamiento global, cambio climático, activismo
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Ficha técnica:

Título: "Nuestra casa está ardiendo"

Subtítulo: Una familia y un planeta en crisis

Título original: "Scener ur hjärtat"

Autores: Greta Thunberg, Malena Ernman, Svante Thunberg y Beata Ernman.

Publicación: 2018

Editorial en español: Lumen, Penguin Random House Grupo Editorial SA, Barcelona, 2019

Número de páginas: 299

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Biografía de autora Greta Thunber (hasta 2019)

Greta Thunberg es una joven activista climática sueca nacida en el 2003. En agosto de 2018 inició una huelga por el clima todos los viernes frente al Parlamento que se ha convertido en un fenómeno global al propagarse desde Estocolmo al resto del mundo a través del movimiento Fridays For Future. Se ha reunido con mandatarios europeos y ha pronunciado discursos ante los máximos mandatarios europeos y ha pronunciado discursos ante los máximos dirigentes mundiales en los foros de las Naciones Unidas, Davos y Bruselas, entre otros. Greta ha sido nombrada por Time una de las jóvenes más influyentes del mundo, y es Embajadora de Conciencia de Amnistía Internacional y candidata al Premio Nobel de la Paz. En el verano del 2019, cruzó el Atlántico en el velero Malizia II para asistir a la Cumbre sobre Acción Climática que tuvo lugar en Nueva York en septiembre y luego viajar a Chile y México [nota del lector: unos incidentes en Chile obligaron a trasladar la cumbre a Madrid y la joven cruzó otra vez el Atlántico en otro barco].
Sus discursos están reunidos en el volumen Cambiemos el mundo, publicados por Lumen en 2019. Junto a sus padres, la cantante de ópera Malena Ernman y el actor y productor teatral Svante Thunberg, y su hermana Beata Ernman, es autora del libro Nuestra casa está ardiendo. Una familia y un planeta en crisis.

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Texto de la contraportada

"Quiero que actúen como si nuestra casa estuviese ardiendo. Porque así es". Con estas palabras cerraba Greta Thunberg su discurso en el foro de Davos el 25 de enero de 2019, cinco meses después de iniciar su huelga por el clima. Desde entonces, la activista ha sumado millones de personas a su lucha para salvar el planeta. Pero ¿qué llevó a una adolescente de quince años a tomar la decisión de plantarse en solitario ante el Parlamento de su país y desde allí intentar cambiar el mundo?

Esta historia, escrita por la familia Thunberg y narrada por la voz de su madre, la cantante de ópera Malena Ernman, comienza cuando la pequeña Greta cae en una depresión severa y deja de comer por el impacto del documental sobre el cambio climático. Sus padres emprenden una batalla feroz por su salud hasta que le diagnostican síndrome de Asperger, autismo de alto funcionamiento y TOC. Al poco tiempo, la hija menor, Beata, muestra signos de trastornos similares. Este es el grito de auxilio de una niña para convencer, primero a los suyos y luego al mundo, de que la sociedad está tan enferma como el planeta y de que es urgente que reaccione. Una narración sobrecogedora de una familia moderna que supera su propia crisis desafiando una crisis global.

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ÍNDICE

Primera parte. Tras el telón

Segunda parte. Gente quemada en un planeta quemado.

Tercera parte. Tragedia clásica.

Cuarta parte. ¿Y si la vida va en serio y todo lo que hacemos significa algo?

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RESUMEN

Comentarios iniciales: El libro es narrado por la madre de Greta Thunberg y su hermana Beata. Su madre es una cantante de ópera que se hizo famosa en un concurso televisivo de voces en Suecia. Su marido, Svante, dejó su trabajo de actor para seguirla por el mundo y cuidar de las dos niñas y de la casa. La madre tiene uno de los mejores oídos del mundo, es capaz de reconocer las notas de todos los instrumentos que suenan en la orquesta; su oído es total y solo conoce a una persona aún mejor: su hija Beata, la hermana de Greta. La madre fue diagnosticada de TDAH a los 45 años, lo que explicaba su "superpoder" si se canaliza por el contexto adecuado y entornos que encajen a la perfección con ella. Tenía tal capacidad de memoria fotográfica que, cuando la llamaban urgentemente para hacer una sustitución, se aprendía las partituras que jamás había visto de memoria en media hora desde que bajaba del avión o el tren e iba en taxi a la ópera, donde minutos después iba a actuar ante miles de espectadores sin un solo fallo. La madre se desmayó justo antes de dar un concierto delante de miles de espectadores pero con gran esfuerzo salió al escenario y cantó con un recital histórico, tras lo cual se retiró agobiada por el estrés familiar y profesional.

La madre inició el libro de forma autobiográfica pero referenciado a su preocupación por el clima. El libro tuvo que ampliarse cuando Greta Thunberg comenzó su protesta en el Parlamento sueco, haciendo una huelga estudiantil los viernes por el clima global. La madre, al ver a su hija hablando ante los micrófonos, se alegró de que esta superase su silencio asociado al síndrome de Asperger.

La historia empieza cuando Greta se niega a comer carne, pues ve en el plato "animales muertos", y luego empieza a olisquear la comida, darle vueltas, mirarla de arriba a abajo, como si fuese un ritual. Para tomar un plátano a lo mejor tarda dos horas. La madre se preocupa cada vez más y tiene que ingresar en un hospital a su hija tras pasar días sin comer nada. Allí la van sacando de peligro y le diagnostican un trastorno de Asperger y autismo. Finalmente, Greta da los primeros pasos para comer y va saliendo del peligro. Al final del libro, aunque come lo mismo (pan con frambuesas o fruta) ya está mucho más recuperada. Antes del diagnóstico, Greta tenía problemas de acoso en el colegio, razón por la que los padres la quitaron ya que los profesores no le hacían caso. Si no fuera por una profesora que le daba clases a Greta a escondidas todas las tardes, no habría superado el curso. Su madre luchó mucho por conseguir un diagnóstico oficial y una vez que los médicos lo firmaron, la familia tuvo todo tipo de ayudas institucionales y educativas, algo que la madre agradece al sistema sueco. Durante todos estos trastornos alimentarios, Greta se entusiasmó con los documentales climáticos. Hay que recordar que su tatarabuelo, otro Thunberg, fue premio Nóbel en 1886 por haber descubierto las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera aunque previó que el planeta tardaría 2.000 años en alcanzar las actuales concentraciones que hay ahora mismo.

Por su parte, la otra hija, Beata, la menor, llevaba una vida normal aunque se empezó a quejar de que solo le hacían caso a Greta. Pronto cambió de actitud. Mientras en el colegio se mostraba amable con la profesora, al llegar a casa profería todo tipo de insultos hacia su familia, daba portazos y protestaba si alguien hacía ruido porque no le dejaba pensar (tuvo la mala suerte de que el vecino emprendió dos meses de obras de reforma del baño en su vivienda con el consiguiente ruido). Beata se convirtió en una tirana que se quejaba por todo y le diagnosticaron TDAH. La madre cuenta que ella tenía las mismas peleas con su hija. Hasta el perro Moses se esconde cuando ve aparecer a Berta. Su gran actitud era la música y se convirtió en una fan de grupos de rock alternativos. Para que no estuviese tan nerviosa, su padre la llevó a Cerdeña pero el primer día en el hotel, tras pasar por la piscina, se encaprichó con que quería volver a Suecia urgentemente a su casa y su padre tuvo que llevarla al aeropuerto para coger un avión a Suecia. Al llegar, Greta les riñó por haber ido en avión, un gran emisor de gases. Posteriormente, en un segundo viaje con el padre, viajaron en un coche eléctrico a Londres, al estadio The O2 Arena, para oír a unos rockeros Little Mix de los que Beata era fan y como regalo de Navidad para ella. El padre vio que su hija era una "crack" que tatareaba sin ningún fallo y la única capaz de seguir sin errores todos los tonos de la banda rockera. Poco a poco, Beata estaba obsesionada con la música, bailar y cantar es lo único que le hace feliz, y como tiene TDAH, eso le impulsa a hacer solo lo que le gusta y evitar el resto.

Poco a poco, Greta y sus padres empezaron a informarse del cambio climático. La madre cuenta que fueron a una montaña y, viendo fotos antiguas, un guía les explicó que los arbustos estaban siguiendo a mayor altura del monte que hace décadas porque el aire estaba más caliente y podían sobrevivir allí. La madre relata que ella es la primera que gasta mucho CO2 con sus viajes a Japón por trabajo y otros países, a cantar ópera. Son muchos los que viajan en este medio contaminante pero lo que dice es que las pequeñas acciones individuales no servirán de mucho ya que el arreglo ha de ser mundial y a gran escala. Los adelantos tecnológicos ni siquiera están en marcha y tardarían décadas en funcionar y, a lo mejor, eran inoperativos. Creen que hay que ponerse ya a reducir las emisiones de CO2 o el planeta empezará a hervir pues el planeta corre el riesgo de alcanzar los 2 grados centígrados del Acuerdo de París (antes de tiempo), pues ese es el borde para poner en marcha una reacción catastrófica en cadena muy alejada de nuestro control. "O bien lo cumplimos o no", dice la autora.

"Cada vez que decidimos volar, comer carne o comprar ropa nueva, ello implica una reducción en el presupuesto de carbono necesario para aumentar el bienestar en las partes del mundo menos afortunadas que la nuestra", cuenta en el libro Malena. Repite las palabras de Kevin Anderson (consejero para el Gobierno británico para la cuestión climática): "El verdadero fanatismo es pensar que podemos seguir viviendo como lo hacemos, con los estándares de la pequeña élite que representamos. De modo que dejar de volar es más bien lo contrario". Solo el 3% de la población mundial viaja. "El verdadero problema es que lo hacemos todo a la vez. a la mayor velocidad posible. El ser humano es un meteorito con conciencia", dice Anderson. En resumen, reducir la temperatura global exigiría un cambio de vida inmediato para los más privilegiados (los ciudadanos occidentales) y nadie quiere eso.

Avanzado el libro, Greta empieza ya a meditar sobre el clima. Dice que el feminismo, el humanismo, el antirracismo, los animalistas, los pro-refugiados, los de enfermedades psíquicas o los de desigualdades económicas tienen cada uno la llave de una puerta cerrada pero el movimiento climático tiene una llave que abre todas las puertas y nadie quiere aceptar su ayuda. O no quieren prescindir de todos los privilegios a los que se opone la cuestión climática.

La madre también habla del efecto "greenwashing" (conflicto entre las bellas palabras y la acción real). Ve un conflicto de intereses entre las empresas (emiten el 30 % de los gases de efecto invernadero) y su voluntad de encontrar soluciones sostenibles y no es buena idea dejar en sus manos toda la responsabilidad. Sospecha que los lobbies tratan de obstaculizar una política climática eficaz. Algunos como Branson quisieron ayudar en el tema del clima y financiaron proyectos y ofrecieron recompensas para dar con una solución técnica para absorber una determinada cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera. El premio sigue sin concederse. Sin embargo, montó en los mismos años tres compañías aéreas y un equipo de Fórmula 1. Lo que quiere decir Malena y su familia es que por cada coche eléctrico que circula por Europa, habrá otros muchos que se compren todoterrenos. Hay que cambiar todo el sistema, dicen.

Por su parte, Greta va afinando su pensamiento climático: "Todos los profesores nos dicen lo mismo. Será vuestra generación la que salvará el mundo. Sois vosotros los que tendréis que limpiar lo que dejemos nosotros y arreglarlo todo" y luego cuando termina todo se van en avión de vacaciones. Estaría bien que ayudáseis un poquito. Aunque renunciar a viajar en avión sería algo así como una revolución, la más grande de la historia de la Humanidad, lo cierto es que ni ha empezado ni se le espera.

Añaden que se creó una sociedad basada en la idea de desenterrar los restos fósiles para después, lo más rápido posible, quemarlos en la atmósfera altamente sensible del planeta.

Recalca la gran ignorancia que tiene la gente sobre los "forcings" o los "feedbacks" y tampoco de cómo un desplazamiento de las corrientes marinas bajo las plataformas de hielo flotante de la Antártida puede acelerar el proceso de deshielo. También hay desforestación en los bosques boreales.

Cree que la gente no es capaz de asimilar los informes negativos. "Nos aproximamos a una frontera invisible, más allá de la cual no hay vuelta posible. Lo que estamos haciendo ahora pronto no podrá deshacerse", dice. "Casi nadie se da cuenta de que ya estamos metidos en la crisis. Permanecemos a la espera de que los jefes del rebaño digan que nos detengamos, de que eludan el peligro y nos pongan a salvo", afirma. Añade que desde que en 1988 se dio la primera alerta de que el calentamiento global era obra humana, "las emisiones no se han reducido, al contrario, han subido un 68%  y pese a las energías renovables el mundo utiliza ahora más las fósiles que antes. Seguimos moviéndonos en la dirección equivocada", añade Malena.

La madre cuenta que durante la crisis de su familia descubrieron que tenían "superpoderes". La propia crisis es la solución a la crisis porque cambian nuestros hábitos y nuestra conducta.

Señalan que en Factfulness ni siquiera aparece la crisis climática y de sostenibilidad como algo muy urgente. Les critican por calificar de "cháchara" la preocupación por el cambio climático y que hay que pasar a la acción pero con datos y fríos análisis para resolver el problema pero añaden que la fundación Gapminder ni los tres Rosling no son los únicos, ni mucho menos, que defienden esas ideas. Es una especie de "mainstream". No hay conciencia para actuar y si la hay, no se hace nada.

La autora señala una visita de Greta y su familia a la montaña, en un bar de una cadena rápida paran y los turistas se atiborran de productos cárnicos como si no hubiese un mañana, con kepchut esparcido por el suelo y envases rotos de papel o plástico. Eso le lleva a pensar que vivimos en una planeta limitado pero de una forma ilimitada.

La última parte del libro se refiere a la huelga estudiantil de Greta iniciada el 20 de agosto del 2018 ante el Parlamento con un cartel que ponía "En huelga escolar por el clima". Aunque su padre la vigila tras una columna, ella está sola y, dado que ya es una activista conocida en medios locales, pronto acuden a entrevistarla. Su número de "followers" en Twiter se dispara en los días siguientes. Su huelga es de 9 a 15.00 horas y luego vuelve a casa en bicicleta. Una señora le reprende porque debería ir al colegio y un comercial de una cadena de comida rápida intenta que posen con sus hamburguesas y refrescos pero ella se niega porque no quiere que ninguna marca publicitaria o político se aproveche de su situación. Al comercial les dice que intenta vender sus vacas muertas y ganar dinero, lo que nada tiene que ver con niños que hacen huelga en favor del clima. Concede muchas entrevistas, sus amigos la retuitean, y la madre está orgullosa de que Greta haya superado su bloqueo y pueda hablar ante las cámaras. Su familia también le advierte de que la atacarán sus "haters".

El razonamiento que hace contra los que dicen que Greta tiene que estar en la escuela es que los niños de hoy serán ingenieros dentro de 15 o 20 años y "será demasiado tarde" para que salven el mundo. Los "haters" dicen que el tipo de crisis climática que exige acción o cambio no existe, por lo que les parece "provocadora" la huelga escolar. Los más afectados son los que menos posibilidades tienen de influir a no ser que se hagan oír en los medios de comunicación.

El libro termina con una nueva crisis en la familia, cuando Beata dice que ha descubierto que tiene misofonía. La madre anima a la gente a que salga al "escenario".

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