viernes, 21 de febrero de 2020

"El naufragio de las civilizaciones", de Amin Maalouf (2019)

Resumen del libro "El naufragio de las civilizaciones", de Amin Maalouf (2019)

Resumen original y actualizado del libro en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2020/02/el-naufragio-de-las-civilizaciones-de.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho.

Sociología, política internacional,

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Ficha técnica

Título: "El naufragio de las civilizaciones"

Título original: "Le naufrage des civilisations"

Autor:  Amin Maalouf

Fecha de publicación: 2019

Edición en español: Alianza Editorial, Madrid, 2019

Páginas: 275

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Bibliografía del autor

Amin Maalouf, nacido en Líbano en 1949, es uno de los escritores más brillantes y clarividentes de las actuales letras francesas. Novelista, periodista, ensayista... es miembro de la Academia Francesa. Desde la publicación en España de León el Africano en 1988, todo su obra ha sido editada en Alianza Editorial, además de haber sido traducida en otros cincuenta países. Entre los numerosos premios que ha recibido cabe destacar el Goncourt, por La roca de Tanios, y el Príncipe de Asturias en 2010, en reconocimiento a toda su obra y a su labor estrechando lazos entre Oriente y Occidente. El naufragio de las civilizaciones, por su parte, ha sido galardonado con el premio Aujourd'hui 2019 al mejor libro de geopolítica.

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Texto de contraportada

Cuando los espectaculares avances tecnológicos de nuestros días nos han facilitado el acceso universal al conocimiento, que vivamos más y mejor, que el "tercer mundo" se desarrolle..., y que por primera vez se podría conducir a la humanidad hacia una era de libertad y progreso, el mundo parece ir en dirección opuesta, hacia la destrucción de todo lo conseguido.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

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Texto de la solapa

Hace unos años, Amin Maalouf nos hablaba de que "nuestras civilizaciones se agotan" en El desajuste del mundo y en Identidades asesinas, y aportaba las razones: la desconfianza hacia el "Otro", la xenofobia, la intolerancia política y religiosa, el populismo, el individualismo y la insolidaridad del nacionalismo, el racismo... Hoy en día ya nos habla directamente de "naufragio inminente".

No hay añoranza de un pasado mejor en sus palabras, solo le preocupa el futuro de futuro de esta "época desconcertante", el porvenir de las nuevas generaciones, que pueda desaparecer lo que han dado sentido a la aventura humana. Tampoco se deja llevar por el pesimismo ni quiere predicar el desaliento, solo hace una llamada lúcida a la responsabilidad colectiva, dejando entreabierta la puerta de la esperanza a que el mundo vuelva a orientarse, ya que como escribió en su novela Los desorientados: "Más vale equivocarse en la esperanza que acertar en la desesperación".

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ÍNDICE

Prólogo
Un paraíso en llamas
De los pueblos que zozobran
Un mundo en descomposición

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RESUMEN

El autor inicia el libro hablando de que cuando él nació, su familia visitaba a los abuelos maternos en el protectorado británico de Egipto de los años 50, donde se podía comerciar y llevar una vida respetable, siempre vigilados por los británicos aunque había bastantes libertades, arte y teatro, y una vida intelectual y literaria bastante activa. Cuando el viejo gobernador de Egipto planteó la independencia, reclamó la devolución del Canal de Suez y empezó a molestar y atacar (discretamente) las bases de los británicos. Casualmente, poco después los militares le prepararon al gobernante un golpe de Estado y lo echaron. En las refriegas sucesivas, se alzó al poder un joven militar nacionalista y revolucionario llamado Nasser, convertido en héroe por el pueblo y muy admirado pero que pronto derivó a un Estado autoritario y alejó las esperanzas de una verdadera democracia pues le creó problemas al comercio, a la cultura y la libertad de expresión. Su familia se exilió de lo que ellos consideraban el paraíso. Es así como vio que la civilización no dura siempre y que se puede derrumbar a la mínima de cambio.

Los años siguientes fueron críticos en toda la región, desde Libano a Egipto. Dice que el año "1967" fue especialmente difícil.

Dedica dos capítulos a examinar las décadas posteriores a 1979, en la que se asentó una triple revolución conservadora: por un lado, los neoliberales Reagan y Thatcher, que crearon un nuevo orden capitalista en Occidente, y por otro, el ayatolá Jomeini, que asentó un régimen clerical en Irán y que fue la llama reaccionaria y fundamentalista que se extendió por otros países islámicos.

El autor dice que entre las transformaciones capitales que trajeron consigo las revoluciones
conservadoras surgieron estas: la tela en juicio del papel del Estado, la creciente exasperación de los sentimientos identitarios, cuya combinación "explica en muy gran medida la deriva que aqueja a la humanidad en el presente siglo". Añade que las "tempestades identitarias han empozoñado el ambiente del planeta entero y de todas y cada de unas los sociedades". Hay un discurso violento del "nosotros" y "los demás". Dice que las grandes religiones no unen a nadie más allá de tener un mismo referente cultural, pues se asientan sobre múltiples comunidades enfrentadas entre sí y se aborrecen por razones confusas perdidas en la noche de los tiempos, así que al enarbolar el estandarte de la religión no zanja los conflictos, "sino que los atiza" con lógicas como la de la "partición" ilimitada producto de perseguir a las minorías y a la gente con sentido común que la defiende pues la "homogeneidad es una quimera costosa y cruel". Pone como ejemplo, Pakistán y Bengala (islámicos) y la India (hindú). La unión y solidaridad solo se logra en las pequeñas comunidades, el llamado "espíritu del clan" (por eso fueron pequeñas familias las que controlan los ejércitos en países como Siria o Irak).

Se pregunta el autor si el extravío actual de los hombres, se debe a fragmentar los conjuntos donde vivían varias naciones y añade que esa idea de que los imperios son "cárceles para los pueblos" y que hay que liberarse para vivir en la propia casa "es la más mortífera" de los tiempos.

Un párrafo clave es  la fragmentación a la que dio lugar la Primera Guerra Mundial : la caída del Imperio Austrohúngaro dio lugar a una explosión de decenas de millones de víctimas y propició la aparición de las peores tiranías: y la disolución del Imperio Otomano, "cuyo desmembramiento continúa aún en nuestros días haciendo que el fantasma del terror y del retroceso sobrevuele la humanidad entera". No sueña con ver restaurados a los Habsburgo, los zares o los sultanes pero lamenta la desaparición de un estado de ánimo de unos pueblos que vivían en la misma entidad política sin tener forzosamente la misma religión, la misma lengua ni la misma historia. No ve claro que la etnia, la religión o la raza sean cimientos legítimos para edificar naciones. "¿Cuántos fracasos, carnicerías y "purificaciones" habrá que presenciar antes de que ese enfoque bárbaro deje de ser normal, realista y conforme a la naturaleza humana?".

Siente "tristeza" por los paraísos que vivió en su infancia en Egipto, por los pueblos de Levante y que se están ahogando en el mismo pantano sin dejar de maldecirse mutuamente. Tristeza, dice, por las sociedades árabes que intentan despegar. Ahora, una de sus tristezas es Europa. Aunque ha habido grandes acercamientos y supresión de fronteras en Europa, y todo el mundo puede andar libremente, no se puede decir que las cosas están mal. ¿No? Cree que Europa debería ser la brújula para el resto de la humanidad para que evitase descomponerse en tribus, comunidades, facciones y clanes. Dice que EE.UU. lo tenía todo, la única superpotencia planetaria e indiscutible, pero no ha sabido mostrarse a la altura de esa tarea de dar esperanza porque su supremacía es incoherente.

Dice Maalouf que al dejar hundirse a la URSS, cuando Gorbachov quiso hacer las reformas, tomaron la ventaja de su debilidad y lo que hicieron fue desmembrarla. Solo la voz del politólogo Kennan (autor de la "teoría de la contención" contra la URSS) dijo que "queríamos que triunfase la democracia sobre la dictadura y lo hemos logrado" y decía que había que tratar como antaño a los viejos enemigos pues humillarlos sin escrúpulos iba a favorecer las corrientes nacionalistas y militaristas y torpedear el avance democrático del país. Hasta Clinton preguntó si no se estarían pasando a lo que le dijeron sus consejeros que los rusos aceptarían todo porque no tenían elección. El autor dice que EE.UU. no supo aprobar el difícil examen que les puso la Historia para acabar con la guerra fría y fueron incapaces de fijar un nuevo orden mundial.

El autor también examina la Guerra de Afganistán. Dice que el presidente Carter, a pesar de tener fama de indolente e ineficaz hizo mucho tras la trastienda, como aprobar las ayudas a los "muhaidines" de Afganistán para obligar a los soviéticos a invadir el país y meterse en su propio Vietnam, que les supuso 10 años de guerra. Uno de los consejeros de Carter fue un polaco que le convenció de hablar con la oposición en Polonia, entonces en el bloque del Este, a raíz de lo cual, surgió el sindicato Solidaridad, el inicio de las grietas en la URSS. También acusa a los enviados de Reagan de hacer trampas y convencer al ayatolá Jomeini para demorar la liberación de los rehenes de la embajada de EE.UU. hasta después de las elecciones (Reagan decía en los debates electorales que Carter era un flojo y un fracasado por no rescatar a los rehenes). El mismo día en que Reagan salió elegido, los rehenes casualmente fueron liberados. A partir de ahí salió la teoría de que Irán y EE.UU. estaban confabulados secretamente (de ahí, el escándalo Irangate). Amin Maalouf  dice que esto formaba parte de una reacción ultraconservadora a escala mundial.

Por otra parte, dice que en 1979 nadie podía sospechar que la URSS se iba a desplomar y que los "muhaidines" iban ser el enemigo número 1 de Occidente. Pero el autor admite que cuando comenzó la guerra de Afganistán, EE.UU. pidió ayuda a sus socios árabes para que mandasen guerreros a ayudar a los talibanes contra los soviéticos, a los que financiaron muchos piadosos musulmanes bien intencionados para ayudar a sus hermanos contra el peligro soviético. Poco después, alguien se dio cuenta de que había surgido un "guerrero internacional", al que primero veían en Kabul, luego en Crimea y después en Sarajevo. Era gente que iba de un lado a otro, que atentaba contra los sagrados lugares para reclamar un mayor seguimiento estricto de las leyes religiosas islámicas (de la que paradójicamente Arabia era ya el mayor cumplidor) y del que surgirían figuras como Bin Laden, luego cerebro de los atentados del 11-S en las torres de Wall Street. El autor señala que ese fundamentalismo se extendió y generó nuevos grupos terroristas, cada uno más radical y violento, siendo el ejemplo más extremo el ISIS o Estado Islámico.

De estas revoluciones conservadoras, iniciadas por Reagan, Thatcher y Jomeini surgió un nuevo mundo donde se redujo al Estado y se dio riendas sueltas a la "mano invisible", una teoría olvidada de Adam Smith que resurgió en 1970. Thatcher se convirtió en la derechista sin complejos que arremetió contra los huelguistas, los mineros, y tras el desmoronamiento de la URSS, la socialdemocracia quedó muy tocada. Reagan encontró la fórmula para justificar ante los votantes la creciente desigualdad entre pobres y ricos: el problema eran las "welfare queen" (la reina de los subsidios, una persona imaginaria que vivía de las ayudas sociales sin trabajar) pero que en los Estados del Sur identificaron como una "mujer negra" que parasitaba a los trabajadores blancos que pagaban sus impuestos. Los votantes compraron el discurso y eligieron a Reagan, lo mismo ahora con Trump.

En los años 70, también fue asesinado Aldo Moro (democracia cristiana) por las Brigadas Rojas. Al parecer, la democracia cristiana sondeaba crear una fórmula mixta que integrase a las izquierdas y el comunismo con el cristianismo de base social y demócrata. Según Amin Maalouf , era la única salida que le quedaba al comunismo, cuyo "socialismo científico" estaba desprestigiado porque los países subdesarrollados que intentaron ponerlo en marcha fracasaron ya que se trataba de un modelo excesivamente burocrático y centralizado que no podía tomar decisiones en tiempo real. Le superaba con mucho el modelo de mercado, que estaba generando riqueza en los países occidentales. Tras el asesinato de Moro, que nunca se aclaró, se cerró esa vía. Por su parte, China, que demostró en Asia que la URSS ya no vendría a rescatar a ningún país díscolo, emprendió su propia vía intermedia hacia el capitalismo y se convirtió en un gigante.

El autor dice que el comunismo cometió muchos crímenes y genocidios pero que los de occidente nadie habla de ellos: menciona los bombardeos contra civiles en Dresde y Hirosima, las dictaduras de Chile y Argentina, y la poco conocida "limpieza" en los años 70 y 80 en Indonesia de profesores y artistas y sus familias, políticos progresistas y cualquiera de izquierdas. Se habla de medio millón de asesinados. Lo que quedó fue un estado con educación religiosa pero sin capacidad de innovación, ya que sus élites fueron borradas del mapa. El autor entiende que el comunismo era el enemigo en esa época y que EE.UU. hizo todo lo posible por erradicarlo del mundo.

El autor también habla de la política ante el cambio climático. Dice que Carter avisó, tras la crisis del petróleo, también en 1979 (y 1973) que habría que apretarse los cinturones pero Reagan vendió otro discurso que los votantes querían oír: que todos vivirían como antes sin perder calidad de vida, podrían consumir todo el petróleo que quisiesen y si alguien se lo impedía, usarían la fuerza si fuese necesario. Es un poco nuevamente que lo que se le oye a Trump, ya que nadie quiere rebajar su nivel de vida por culpa del clima. Los países de la OPEP que montaron la crisis del petróleo al subir los precios de manera sorpresiva no tuvieron mucha suerte: Irán e Irak se vieron involucrados en golpes y guerras durante décadas, Venezuela o Nigeria pasaron dificultades, Arabia se tuvo que convertir en un Estado ultrafundamentalista... Es la llamada "maldición" de los países ricos en recursos naturales.

Amin Maalouf finaliza el libro analizando cómo va a evolucionar el mundo aunque ve difícil una unión global ya que ocurre justo lo contrario: la URSS, Europa del Este y Oriente se fraccionan en minipaíses, por no hablar ya de las aspiraciones independentistas de Escocia y Cataluña, que también menciona. Considera que la UE tuvo la oportunidad de convertirse en un estado federal pero que nadie dio ese paso y ahora es un continente gobernado por los burócratas de Bruselas que ni siquiera han sido elegidos directamente por los votantes como en un Parlamento normal y que tampoco puede llegar a acuerdos de unanimidad porque hay que poner de acuerdo a 28 miembros. La fuga de Reino Unido ha agravado la crisis. Amin Maalouf  dice que Europa, por su larga tradición internacional y colonial era el mejor candidato porque, tras las cicatrices de incontables guerras, había mutado su arrogancia conquistadora por una sabiduría respetuosa con los otros pueblos del mundo, algo que no tenían ni EE.UU. ni URSS ni China. Pero Europa se debilita cada vez más y se fracciona, así que el autor no le ve mucho futuro al continente como líder global.

Amin Maalouf  también reflexiona sobre el futuro "orweliano" después del 11-S que espera a la Humanidad, una especie de mundo controlado por la tecnología y la vigilancia masiva y que ya estamos empezando a ver aunque no de forma tan hostil como en el Gran Hermano de la obra "1984" de Orwell. El autor dice que una vez que una tecnología nace, la Ciencia desarrolla todas las posibilidades y descarta las menos rentables. Por ello, dice el autor, si una tecnología puede rastrear los fondos de los terroristas también puede, ya que estamos, controlar lo que gasta cada persona y en lo que lo invierte. Y si puede vigilar con cámaras las calles y las tiendas para que no haya robos, también puede vigilarte cuando vas por allí y lo que haces.

Hay una frase importante de Amin Maalouf. Dice que el mundo democrático y occidental actual es como un coche que circula con un minúsculo agujero en el depósito de aceite, del que caen pequeñas gotitas de libertad, una tras otra, hasta que un día el motor se avería y se para. El autor dice que los ciudadanos de Occidente están perdiendo cada día un poco de libertad sin que nadie se rasgue las vestiduras. Cree que el hecho de obligarse a quitarse los zapatos y el cinturón habría soliviantado a la generación de 1970 pero que ahora nadie se inmuta. Cree que la sociedad orweliana avanza hacia una vigilancia masiva con todas las personas "monitorizadas" hasta en los más minúsculos detalles de su vida. No era eso lo que aspiraban los ciudadanos, hace décadas. A ello se suma la automatización y la robotización, que está avanzando hasta el punto de poner en peligro los trabajos más humildes. ¿Qué pasará con toda esa gente sin trabajo?, se pregunta Amin Maalouf.  Quizás no haya solución para los desbancados por la automatización pero los ricos sí buscarán su felicidad a cobijo tras murallas más altas y ciudades fortificadas donde sigan disfrutando de sus riquezas con total seguridad.













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