domingo, 22 de noviembre de 2020

“Contra los zombis”, de Paul Krugman (2020)

 
Resumen del libro “Contra los zombis”, de Paul Krugman (2020)


Resumen original y actualizado en el siguiente link:

https://evpitasociologia.blogspot.com/2020/11/contra-los-zombis-de-paul-krugman-2020.html


Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología


Sociología, estructura económica, finanzas, desigualdad, crisis


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Ficha técnica


Título: “Contra los zombis”


Subtítulo: Economía, política y la lucha por un futuro mejor


Título en inglés: “Arguing with zombies: economics, politics, and the fight for a better future”


Autor: Paul Krugman


Publicado en el 2020


Editorial en español: Editorial Crítica, Planeta, Barcelona, 2020


Páginas: 463


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Biografía


Paul Krugman es ganador del premio Nobel de Economía en el 2008 y autor de numerosos best sellers: ha sido columnista en The New York Times durante veinte años. Catedrático de la City University of New York , reside en la ciudad de Nueva York.


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Texto de la contraportada


“Una introducción accesible y rigurosa a los principales retos de la política de hoy de la mano del premio Nobel de Economía Paul Krugman”.


Nadie como Paul Krugman para acercarnos a los principales conceptos económicos y a las ideas que mueven gran parte de nuestras políticas públicas y para explicar con lucidez problemas económicos a menudo confusos.


En “Contra los zombis” Kruman reúne más de 90 artículos – muchos publicados en The New York Times – en 18 secciones organizadas temáticamente y enmarcadas en el contexto de un debate más amplio. En ellas aborda cuestiones como la seguridad social, la atención médica, la crisis financiera de 2008 y sus secuelas, los mitos de la autoridad, la economía europea, los recortes de impuestos, las guerras comerciales, la desigualdad, el cambio climático y, sobre todo, el daño infligido por Donald Trump. Muchas de las piezas son argumentos contundentes contra la economía zombi, “una idea que debería haber sido desterrada por la realidad, pero que se niega a morir”.


Contra los zombis es Krugman en estado puro y una guía indispensable para entender el discurso político y económico a lo largo de dos décadas, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. Con pinceladas rápidas y vívidas, Krugman aporta a sus lectores las claves necesarias para desbloquear los conceptos ocultos tras los principales problemas de la política económica de nuestro tiempo”.


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ÍNDICE


  1. Salvar la Seguridad Social

    Después de las “elecciones caquis”


  1. El camino hasta el Obamacare

          La elaboración de un programa positivo


  1. El ataque contra el Obamacare

          El Caucus de la crueldad


  1. La burbuja y su estallido

          La suma de todos los miedos


  1. La gestión de la crisis

    El triunfo de la macroeconomía


  1. La crisis en la Ciencia Económica

    El coste de las malas ideas


  1. Austeridad

    Gente muy seria


  1. El euro

    Un puente lejano


  1. Impostores fiscales

          La credulidad de los gruñones del déficit


  1. La rebaja de impuestos

          El zombi por excelencia


  1. Guerras comerciales

    Las globobadas y la reacción en contra


  1. Desigualdad

    El sesgo de Estados Unidos


  1. Los conservadores

    El movimiento conservador


  1. ¡Ah! ¡Socialismo!

           Acoso al rojo en el siglo XXI


  1. El clima

         Lo más importante


  1. Trump

    ¿Por qué no lo peor?


  1. Sobre los medios

    Más allá de las noticias falsas


  1. Pensamientos económicos

    La ciencia lúgrube.


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RESUMEN


Recopila textos posteriores al 2004, después de que Bush fuera reelegido. Más de un tercera parte de este libro está dedicada a diferentes aspectos de la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias. Uno de sus primeros artículos data de 1998 y habla del estancamiento japonés cuando el interés cero no era suficiente para restablecer el pleno empleo, algo que luego se extendió al mundo occidental.


“Este libro tiene que ver con cosas malas que han hecho personas básicamente malas”, dice.


El autor arremeta ya en las primeras páginas contra las personas que sostienen que habría que bajar los impuestos a los ricos podrían haber concluido eso examinando las pruebas: pero no es cierta, no existen pruebas que pudieran hacerles cambiar de opinión. Dice que las pruebas que predijeron que la subida de impuestos de Bill Clinton iba a provocar una depresión, ahora afirman que el boom de la época de Clinton formó parte del resultado a largo plazo de la rebaja fiscal aplicada por Ronald Reagan en 1981. “O simplemente mienten, inventándose las cifras y otros supuestos datos”.


El autor dice que debatir las teorías con buena fe no basta, hay que informar a los lectores de que hay argumentos que no solo no son correctos sino de mala fe. Avisa de una red bien interconectada entre los medios de comunicación y los laboratorios de ideas que defienden los intereses de multimillonarios de derechas [nota del lector: probablemente se refiere a los hermanos Koch, uno ya fallecido] y se han apropiado hábilmente del partido republicano. “Este movimiento conservador es el que mantiene vivas las ideas zombis, como la creencia en la magia de las rebajas fiscales”, dice.


Sobre la crisis del 2008 dice que “nadie predijo realmente esta crisis, salvo algunas personas que también habían pronosticado otras muchas que nunca sucedieron”. Él mismo reconoció que tenía una enorme burbuja inmobiliaria pero le sorprendió el daño que causó el estallido de la burbuja, porque se percató de lo vulnerable que se había vuelto el sistema financiero por culpa del crecimiento de una “banca paralela” no regulada. Dice que sus artículos del 2008-2013 fueron intensos pero la época fue mala porque los políticos se negaron a utilizar los conocimientos económicos e insistieron en obsesionarse con los déficits fiscales, sostenidos de mala fe y causando un sufrimiento innecesario.


En el 2004, ganó Bush y las televisiones declararon la muerte del “progresismo” estadounidense. Bush anunció que quería privatizar la Seguridad Social para convertirla en un sistema de cuentas para la mayoría de los estadounidenses, lo que dañaría a los jubilados que no tengan un plan de pensiones privado con cotizaciones definidas en las que se depositaba dinero en una cuenta de inversión. Krugman vio que había un nivel de riesgo en los planes privados que obligaba a tener unos ingresos estables si algo salía mal. Hubo oposición. Krugman insistió en que las pensiones es algo que debe llevar el Gobierno y que la crisis de la Seguridad Social no era real.


En el segundo capítulo, explica que los demócratas, tras el fallido intento de Bill Clinton de reformar la sanidad, había que prestar atención básica a todo el mundo (en EE.UU. había problemas para conseguir un seguro médico). Lo intentaron con la Ley de Protección del Paciente y Atención Sanitaria Asequible (ACA o PPACA), un sistema híbrido público-privado más conocido como el Obamacare. Que fue imperfecta pero extendió el seguro a más personas. A los pobres los cuidaba Medicare o Medicaid. Quedaban las lagunas de los demasiado jóvenes o los “no lo bastante pobres”. La solución fue mantener la cobertura sufragada por el empleador y añadir unas normas y subsidios para extender la cobertura a los no asegurados (como Suiza, con un sistema descentralizado para lograr cobertura universal).


En el capítulo 3, cuenta que el Obamacare sobrevivió en junio del 2012 tras el veredicto del Tribunal Supremo, que lo aprobó con matices, pero abrió la puerta a muchos (14) estados republicanos a no dar ayuda médica básica a los ciudadanos vulnerables a pesar de que no le costaría nada. Rechazaban dinero gratis para ayudar a los pobres: “Era pura crueldad”. En la ampliación del Medicaid, se trataba de perjudicar a los beneficiarios, los más pobres, dice el autor. Finalmente, los Republicanos tuvieron la oportunidad de revocar el Obamacare pero dejarían a millones de personas sin cobertura y optaron por el “sabotaje” de la ley, a la que arrojaron arena en los engranajes, pero la ley estaba bien construida y fue sólida.


El cuarto capítulo lo dedica a la crisis. Dice que nadie se acordaba de la crisis de los 90 y que se pensaba que no habría más Gran Depresión tras las lecciones de Keynes. Sin embargo, Japón se quedó atrapada en una década perdida de estancamiento y deflación. Luego, siguieron las crisis asiáticas. Los economistas alertaron pero nadie quiso oírlos. En 1999, Krugman escribió “El retorno de la economía de la depresión”. En los años siguientes se inquietaron por una “enorme burbuja inmobiliaria” que resultó ser “peor de lo que casi todos creían” motivada por años de desregulación e “innovación”. En este capítulo describe el miedo creciente a que estuviera ocurriendo algo terrible. Krugman avisó de que en el 2005 los precios inmobiliarios se estaban desinflando y cree que la crisis financiera empezó en el verano del 2006.


En el capítulo 5 reconoce que nadie vio la magnitud de la crisis del 2008, aunque sí vio avecinarse los problemas. Explica que la macroeconomía advierte que una economía profundamente deprimida no se estimula ni con tipos de interés cero. Dice que por eso los déficits fiscales son beneficiosos y que hacer demasiado poco es peor que hacer demasiado y que algunas medidas que parecen responsables (como contener el gasto público) agravan la depresión. El tiempo les dio la razón: los masivos déficits presupuestarios no empujaron al alza los tipos de interés, la impresión de moneda a escala enorme no fue inflacionista y los gobiernos prudentes y recortaron gastos lo pasaron peor.


En el capitulo 6 habla de las escuelas de economistas de “agua salada” (neoyorquinos, progresistas y keynesianos) y “agua dulce” (Chicago, neoliberales). Friedman fue el que propuso inyectar dinero poco a poco para evitar las depresiones aunque convenía no llegar al pleno empleo porque provocaría una inflación. Pero a los partidarios del libre mercado, les parecía excesivo y crearon una enorme confusión además de que los hechos no les dieron la razón. También aborda la teoría monetaria moderna.


En el capítulo 7 habla de la austeridad promulgada por “gente muy seria” que se despreocupó del desempleo masivo y se obsesionó por el peligro de los déficits presupuestarios y pedían sacrificios para reducirlos (“a otras personas, naturalmente”). Estos, en vez de luchar contra el desempleo, se empecinaron en aplicar la “austeridad fiscal”. Krugman inventó el concepto de “el hada de la confianza” porque los austericidas decían que los recortes daban confianza al inversor (Alesina y Ardagna decían tener pruebas de los beneficios de los recortes por un lado y Reinhart y Rogoff por otro dijeron que si la deuda traspasa el umbral mágico del 90 % de deuda del PIB le suceden cosas terribles). Cuando en el 2013 se vio que reducir el déficit no funcionó, la “gente muy seria” le echó la culpa del paro al “déficit de cualificaciones”.


El capítulo 8 aborda la crisis del euro. El autor dice que Europa creó una sociedad próspera y decente tras la II Guerra Mundial. La UE era muy burócrata pero luego llegó el euro y eso lleva que la moneda compartida tiene sus ventajas y sus inconvenientes (los “choques asimétricos”). Antes se podía dejar caer la moneda para mejorar la competitividad pero en el 2008 las cosas se pusieron difíciles para Finlandia y España que ya no tenían moneda propia y tuvieron que hacer un doloroso proceso de reducción de salarios para frenar el alto desempleo. De ahí surge la teoría de las “zonas monetarias óptimas” que dice que el euro es una mala idea. El euro era una moneda única que necesitaba una red de seguridad compartida para los bancos. Era un camino empedrado de buenas intenciones que llevaba al... infierno.

En este capítulo incluye un artículo sobre “El prisionero español” escrito en noviembre del 2010, en referencia a que España era prisionera del euro y no le dejaba otra salida que la devaluación interna.


En los últimos capítulos ataca a los halcones del déficit y otras ideas zombis que blandieron los republicanos contra los demócratas durante el mandato de Obama, el cual quiso inyectar capital público para reflotar la economía, pero lo hizo menos de lo esperado por la presión republicana. Krugman intenta demostrar que el gasto público en nada perjudicó a Estados Unidos. También critica las "ilusiones" neoliberales de que la rebaja fiscal a los ricos y rebajarle los impuestos contribuirá a crear más empleo y, por tanto, beneficiará a los más pobres, lo que no parece ajustado a la realidad.





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