domingo, 11 de octubre de 2020

"La tiranía del mérito", de Michael J. Sandel (2020)

 Resumen del libro "La tiranía del mérito", de Michael J. Sandel (2020)

Resumen original y actualizado en:

https://evpitasociologia.blogspot.com/2020/10/la-tirania-del-merito-de-michael-j.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Sociología y Derecho

Socilología, estructura social, desigualdad, meritocracia, ascenso social, estatus, capitalismo

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500 RESÚMENES DE LIBROS  DE ECONOMÍA Y SOCIOLOGÍA

"DE ADAM SMITH A LA INFLACIÓN EN POSTPANDEMIA (1776-2023)"

por E.V.Pita (2023)

Link al compendio de resúmenes:

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Ficha técnica

Título: "La tiranía del mérito"

Subtítulo: ¿Qué ha sido del bien común?

Título en inglés: "The Tiranny of Merit: What's Become of the Common Good?"

Autor: Michael J. Sandel 

Fecha de publicación en inglés: 2020

Editorial en español: Penguin Random House Grupo Editorial, 2020, Barcelona

Páginas: 364

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Biografía oficial de Michael J. Sandel (hasta 2020)

(Minneapolis, 1953) ocupa la cátedra Anne T. y Robert M. Bass de Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, y es uno de los autores de referencia en el ámbito de la filosofía política. El curso sobre justicia que imparte allí desde hace dos décadas es el más popular de la universidad. Es premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, y autor de numerosas obras. 

En Debate ha publicado Justicia, ¿hacemos que lo que debemos?, Lo que el dinero no puede comprar, Los límites morales del mercado y Filosofía pública. Ensayos sobre moral en política y La tiranía del mérito.

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Texto de la contraportada

"Las sociedades occidentales padecen dos males relacionados: la desigualdad económica y la polarización política. 

En el marasmo resultante parece que hemos perdido de vista la noción clave del bien común. En esta obra fundamental, Michael J. Sandel se plantea cómo recuperarla.

Cuando solo hay ganadores o perdedores y la movilidad social se ha atascado, resulta inevitable la combinación de ira y frustración que alimenta la polarización y la protesta populista, además de reducir la confianza en las instituciones y en nuestros conciudadanos. Y así no podemos hacer frente moralmente a los retos actuales.

Michael J. Sandel, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales y uno de los filósofos más prestigiosos de nuestra época, sostiene que para superar las crisis que asedian nuestras sociedades hemos de repensar las ideas de éxito y fracaso que han acompañado la globalización y el aumento de la desigualdad. La meritocracia genera una complacencia nociva entre los ganadores e impone una sentencia muy dura a los perdedores. Sandel defiende otra manera de pensar el éxito, más atenta al papel de la suerte, más acorde con una ética de la humildad y la solidaridad y más reivindicativa de la dignidad del trabajo. Con esos mimbres morales, La tiranía del mérito presenta una visión esperanzadora de una nueva política centrada por fin en el bien común".

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ÍNDICE

Introducción. Conseguir entrar

1. Ganadores y perdedores

2. "Grande por bueno": breve historia moral del mérito

3. La retórica del ascenso

4. Credencialismo: el último de los prejuicios aceptables.

5. La ética del éxito

6. La máquina clasificadora

7. Reconocer el trabajo

Conclusión: El mérito y el bien común

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RESUMEN

Comentarios: El libro de Sandel sigue la estela de los publicados en los últimos años (como Happycracia) donde van desmontando ladrillo a ladrillo otro de los mitos del credo neoliberal: la meritocracia. Todo el mundo estará de acuerdo en que una sociedad que premie el talento es buena pero ¿qué pasa con el 99 %  restante de perdedores o fracasados?  Los obreros sin título universitario, los que quedaron desempleados al no saberse adaptar a la globalización, etc..

El autor pone en duda el sistema meritocrático según el cual cada uno tiene lo que se merece por el gran esfuerzo que ha hecho en su vida y carrera. Sandel explica que aparentemente la meritocracia funciona cuando un humilde afroamericano que se cría en un ghetto llega a ser una superestrella de béisbol. Dice que es un error pensar eso porque entonces la única esperanza para los más humildes para triunfar es convertirse en superestrellas del deporte. En cambio, quienes heredan una fortuna de sus padres, ya empiezan a subir a escasos metros de la cima. Y eso lleva a pensar a quienes llegan arriba que se merecen lo que tienen y que quienes se quedan por el camino son unos perdedores. El autor dice que Trump se dio cuenta de eso, de que hay muchos perdedores que no han llegado a estudiar en la Universidad y que están resentidos porque los de arriba (la élite, la casta en España) los mira por encima del hombro y los considera unos fracasados que no se esforzaron bastante para triunfar. 

La teoría de Sandel es que Trump empatizó con los fracasados, no solo con los obreros desempleados del cinturón de óxido que fueron víctimas de la globalización sino también quienes no llegaron a entrar en la Universidad o son trabajadores que colgaron los estudios. Su rival es la élite, esos doctores de Harvard o esos brokers con título en prestigiosas universidades que dictaminan desde su púlpito. Haciendo un repaso a la composición del Congreso de EE.UU., la mayoría son titulados universitarios, muchos procedentes de la llamada Ivy League (Harvard, Yale, Princeton, Berkeley y Stanford). 

Sandel señala que este credo de la meritocracia no es algo antiguo sino que surgió con el individualismo neoliberal en los años 80 del siglo XX y, al contrario que en otras sociedades anteriores más preocupadas por el bien común, se impone la creencia de que hay que competir para triunfar y que la gente te va a medir por el dinero que ganas. Ese lema de "si quieres, tú puedes" lo han coreado emocionados muchos presidentes, incluido Clinton y Obama, y proclamaron la idea de que en el país de las oportunidasdes con el esfuerzo y el sudor se llega a todos los sitios y se gana dinero, lo cual resulta ser engañoso y la gente ya se ha dado cuenta, explica el autor. Los "yuppies" de Wall Street sería el mejor ejemplo de llegar a la cumbre con un máster bajo el brazo y que no dudan en proclamar que su riqueza se la merecen por su trabajo. Es la clave oscura de la meritocracia: sirve para justificar la riqueza de la élite económica y política: están allí porque se lo merecen y no le deben nada a nadie.

[Nota del lector: supongamos que el mayor mérito para ser político o director de un gran banco no fuese tener un título de Harvard si no haber marcado más de cien goles en la Liga de fútbol. Los padres adinerados contratarían a carísimos entrenadores privados para convertir a sus hijos en un émulo de Ronaldo o Messi mientras que los padres humildes animarían a sus hijos a entrenar con los amigos en un callejón del barrio. La composición de ese Congreso ficticio volvería a tener la misma proporción alta de adinerados y baja de humildes, entre los cuales estarían Ronaldo, Messi y alguno más, suponiendo que decidiesen presentarse a la política].

El problema, continúa Sandel, es que no es fácil entrar en la Universidad, sobre todo en las que graduarse equivale a tener trabajo fijo y un salario astronómico. Los estudios universitarios son muy caros, hay exámenes dificilísimos para acceder y los humildes con beca son pocos. La mayoría provienen de familias de clase media-alta o alta, con profesiones liberales, que inculcan desde pequeños el valor del estudio, les pagan clases particulares y hacen actividades extraescolares para mejorar su currículum. Al llegar el día del examen, tienen en su expediente hasta campamentos de ayuda humanitaria en África. La competencia es muy alta y solo unos pocos entran. Y algunos padres que no se fían de las capacidades de sus hijos, sobornan a los profesores o entrenadores de equipos en deportes en los que los candidatos o candidatas no conocen.

El autor dice que es cierto que hasta el más humilde americano, con esfuerzo y tesón, y logrando generosas becas o trabajando en cafeterías, puede llegar a cumplir el sueño de estudiar en la Ivy League y pagarse los estudios carísimos. Pero es uno entre un millón. La inmensa mayoría se queda en la estacada, amargado porque las televisiones lo ven como un fracasado. No tener un título universitario en EE.UU. es síntoma de fracaso y eso aflora en los debates políticos donde unos se reprochan a otros las calificaciones que sacaron. Estamos hablando de un país gobernado por políticos con título universitario y con un congreso con poca gente sin estudios o donde la clase obrera está infrarrepresentada. Es decir, el país es gobernado por la élite, la cual presta gran atención a temas que les interesan como la educación, que es la que les ha llevado hasta allí.

Sandel señala que esta competencia desmedida por entrar en las universidades, incluso haciendo trampas y pagando sobornos, evidencia el problema de la meritocracia. 

De trasfondo, la meritocracia nos conduce a la igualdad de oportunidades. El autor advierte de que no hay que concentrarse exclusivamente en el ascenso social ni tampoco hay que esperar que la igualdad de resultados equivalga a una igualdad de oportunidades. Lo correcto sería, dice el autor, "una amplia igualdad de condiciones que permita que quienes no amasen una gran riqueza o alcancen puestos de prestigio lleven vidas dignas y decentes". O sea que es mejor una igualdad práctica que tener "oportunidades" de prosperar.

El autor advierte que "la convicción meritocrática de que las personas se merecen la riqueza (cualquiera que sea) con la que el mercado premia sus talentos hace de la solidaridad un proyecto casi imposible". El autor dice que los ganadores han de ser humildes y admitir que si están arriba no es porque nos hayamos hecho a nosotros mismos sino por la suerte de que la sociedad premia nuestros talentos particulares. Es una suerte, no es que nos lo merezcamos. La tiranía del mérito puede vencerse con humildad, dice Sandel, y es el paso para hacer una vida pública con menos rencores y más generosidad.

El autor recuerda en el capítulo 7 que el bien común consiste en, por un lado, en maximizar el bienestar de los consumidores, pero por otro consiste en algo a lo que podemos llegar deliberando con nuestros conciudadanos sobre los propósitos y los fines de nuestra comunidad política. La primera es una especie de democracia de mercado privatizado (la "mano invisible" ya se encarga de reordenar todo) y la segunda, una de espacios comunes y de lugares públicos, donde no es exactamente igualitaria ni perfecta.

1 comentario:

  1. te agradezco el tremendo esfuerzo por crear este medio y compartir tu acervo, muchas gracias saludos

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