domingo, 15 de marzo de 2020

“El fatal destino de Roma”, de Kyle Harper (2019)


Resumen del libro “El fatal destino de Roma”, de Kyle Harper (2019)


Resumen elaborado por E. V. Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, historia, cambio climático, epidemias, pandemias, Imperio Romano,

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Ficha técnica

Título: “El fatal destino de Roma”

Subtítulo: “Cambio climático y enfermedad en el fin de un imperio”

Autor: Kyle Harper

Fecha de publicación en inglés: 2019

Editorial en español: Crítica, Planeta de libros, Barcelona, 2019



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Sinopsis (fuente: Google Books)

“Kyle Harper nos ofrece una nueva visión de la decadencia y caída del Imperio romano, que nos descubre el papel determinante que el cambio climático y las enfermedades infecciosas tuvieron en su ruina. Partiendo de la época feliz de Marco Aurelio, el autor nos conduce hasta el momento hasta el momento en que un imperio asediado no pudo resistir el embate conjunto de una “pequeña era glacial” y de la peste bubónica. Kyle Harper, que combina la erudición histórica con el método científico, nos conduce a una reflexión que enlaza una nueva forma de ver la historia con los problemas del presente. La recepción del libro por parte de los especialistas ha sido entusiasta: desde Peter Brown, que lo califica de “historia a lo grande”, hasta Walter Scheidel que lo valora como un auténtico hito en el estudio del mundo romano, apasionante, innovador y hasta revolucionario”.

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RESUMEN

El libro explica la decadencia de Roma desde el punto de vista del cambio climático y de las epidemias y enfermedades infecciosas que lo llevaron a la ruina. En uno de los brotes, insinúa que pudo haber sido un contagio por ébola, porque los síntomas son muy parecidos. En otro, la enfermedad solo afectaba a los habitantes del Imperio romano pero no a los imperios limítrofes, como los partos. En todos estos focos infecciones tuvo que ver el fin de la época templada que facilitó el crecimiento de Roma y la llegada de una pequeña época glacial que conllevó una sequía y arruinó las cosechas durante años. Dado que llegaron varios golpes seguidos, Roma se quedó sin población y su ejército no tenía suficiente personal. Otra de las cuestiones que señala es que la solidaridad entre los cristianos, que se comunicaban en red y se cuidaban entre sí, ayudó a fomentar la unidad de grupo y también a hacer creer al resto que los cristianos eran inmunes a las enfermedades, motivo por el que crecieron las conversiones. El fatal destino, dice el autor, lo decidieron los soldados y emperadores pero también los virus y bacterias altamente letales, los volcanes y los ciclos solares. El autor recalca que “hasta hace pocos años no contábamos con las herramientas científicas que nos permiten atisbar, a menudo fugazmente, el gran espectáculo del cambio medioambiental en Roma. Con este enfriamiento llgaron las enfermedades infecciosas y las pandemias (favorecidas por la ecología humana; por ejemplo, el urbanismo pero también las grandes rutas para buscar seda en China, especias en Asia, esclavos, marfil y oro en el Sáhara. Surcaban el Indico y el Mar Rojo). El autor recuerda que los trópicos son un “museo de la biodiversidad” (que incluye a los microorganismos) ya que en la Europa del hielo la evolución estuvo paralizada. Harper recuerda que una “chispa podía generar un infierno”. El virus convirtió a Roma en un “estado fallido” solo unos siglos después.

Períodos climáticos y enfermedades asociadas

Optimo climático romano (OCR): del 200 AC al 150 DC. Máxima expansión de Roma y época de esplendor. El Holoceno comenzó con el deshielo de los glaciares en Europa y el favorecimiento de la agricultura. Fue un período afortunado para los romanos. Es un clima cálido, húmedo y estable.

Primer período de enfermedades: Año 165: la peste antonina (enfermedad desconocida, pero que el autor sugiere que podría ser viruela). Comienza en el principado de Marco Antonio, sigue con el caos y finaliza en el reinado de Diocleciano. Es bien descrita por el médico Galeno de Pergamo que huyó de Roma a Grecia al morir su protector el emperador (del que él era el médico personal) y ver que era una enfermedad incontrolable que causó siete millones de víctimas. En el año 150 DC comienza un período de desestabilización climática (transición) y que duró tres siglos.

Segundo periodo: plaga de Cipriano (año 249-262). Patógeno desconocido que podría ser ébola.

Tercer periodo: Pequeña edad de hielo tardía (a partir del año 450 y hasta el 700). Caída de Roma.

Cuarto período: Primer brote de la plaga de Justiniano (año 541-543). Se considera que es peste bubónica (Yersina Pestis). Brotes períodicos hasta el año 769. Arruinó a Bizancio. Desde el 530 hay actividad volcánica que trajo una época más fría.

El libro examina cómo la decadencia de Roma estuvo vinculada a unas enfermedades que diezmaron a su población de forma exponencial. Una ciudad tras otra caían víctimas de la enfermedad. Mucha gente se refugió en el campo.

El autor señala que los romanos crearon un imperio mediterráneo gigantesco y con 75 millones de habitantes (un crecimiento desmesurado sin mejoras agrarias ni energéticas aunque soportó la lógica malthusiana de aumento de población y agotamiento de recursos seguido de enfermedad y hambre como mecanismo para regular la población) aprovechando el buen tiempo del Holoceno, que fue suspendido por un tremendo cambio climático natural. El problema es que Roma tenía tentáculos hasta las zonas tropicales, donde capturaban fieras para llevar al circo, lo que favorecía la llegada de patógenos exóticos (las llamadas enfermedades infecciosas emergentes) debido a la interconexión. Es un aviso de que la naturaleza es astuta y caprichosa y el gran poder de evolución puede cambiar la historia en un instante. La sorpresa y la paradoja acechan en el epicentro del progreso, dice el autor.

Arranca con la llegada del emperador a Roma para celebrar el milenio de su fundación en el año 400 y cómo solo unos pocos años después fue saqueada por los bárbaros, en el 410. Muchos se preguntaron cómo pudo ocurrir esto pero, según el autor, el destino de Roma estaba sellado desde el año 165 cuando comenzó un enfriamiento de Europa que puso fin a la bonanza de Roma. A partir del 450, coincidiendo con la caída de Roma, se entró en una Pequeña Edad de Hielo para la que el imperio, basado en una agricultura mediterránea, no estaba preparado.

El autor Harper explica lo siguiente: “Para entender la caída del Imperio romano debemos examinar más de cerca un gran acto de autoengañado que anida en el corazón mismo de las ceremonias triunfales de Roma: la inmerecida seguridad, plasmada en el sangriento ritual de la caza de animales, teatralizada de que los romanos habían domesticado las fuerzas de la naturaleza”. Añade que, a nivel microscópico y que ellos no podían comprender, Roma cayó, al contrario, por las fuerzas de la naturaleza frente a las ambiciones humanas.

La situación higiénica no era la mejor: estaba infectada de ratas y moscas, y aunque había alcantarillas y desagües eso era un “dique exiguo” contra las plagas. La gente casi no se lavaba las manos, había diarreas y los alimentos estaban contaminados. En el rural, la invasión de espacios naturales provocó la expansión de la malaria. La propia Roma estaba situada en unas colinas sobre una ciénaga y el río era un refugio y vector para los mosquitos. Se convirtió en un foco de malaria permanente. A través de sus caminos, también circulaban los gérmenes. Pero durante la expansión de Roma solo hubo epidemias locales y no pandémicas (que empezaron a partir del reinado de Marco Aurelio).

Menciona estos giros:

  1. Crisis multifacética que se produjo en la época de Marco Antonio, desencadenada por una enfermedad pandémica y que interrumpió la expansión económica y demográfica. Después, no se produjo una caída o desintegración del imperio romano , sino que recuperó su forma anterior sin la misma capacidad de dominación que antes, cuando era un imperio casi global con presencia en tres continentes: Europa, Asia y África.
  1. A mediados del siglo III, hubo una concatenación de sequías, pestilencias y cambios políticos que precipitó la primera caída. El autor dice que Roma era una “superviviente” y pudo reconstituir su imperio por un margen muy reducido y con un nuevo tipo de emperador, un nuevo tipo de gobierno, otro tipo de dinero y un nuevo tipo de fe religiosa.

  1. El nuevo imperio solo sobrevivió desde finales del siglo IV a principios del V. La mitad del Imperio, Occidente, se derrumbó por las presiones procedentes de la Estepa euroasiática (godos, hunos).

  1. En Oriente, Roma volvió a resurgir pero se vio frenado por una brutal catástrofe medioambiental: el doble golpe de la peste bubónica (que equipara a una bomba de neutrones) y una pequeña Edad de Hielo. La sacudida demográfica desmoronó lo que quedaba del Imperio a manos del Islam entre 690 y 720. Solo sobrevivió un estado bizantino residual.

Harper recuerda la fuerza del medioambiente pues un virus llegado de fuera del Imperio lo derribó.

El autor examina documentos como los procedentes de diversas aras que piden protección al tempo de Apolo de Claros en lo que ahora es Turquía y la zona de Siria. Estas aras fueron trasladadas por los legionarios a confines tan lejanos del Imperio como Britania (el muro de Adriano), Volubilis (Marruecos), Numidia (África) o Brigantium (Hispania, Galicia). La leyenda dice que unos legionarios entraron en un templo dedicado a Apolo en una ciudad del desierto sirio y, pese a la prohibición de no tocar nada, abrieron un arca y unos polvos maléficos invadieron toda la Tierra. Los legionarios invocaban a Apolo que les librase de la peste antonina (posiblemente viruela, por la descripción precisa que hizo Galeno en sus libros). Algunas de estas aras fueron relacionadas con una enfermedad para pedir por la salud del emperador Caracalla en el 212 pero otros lo relacionan con la peste antonina.
Es una prueba de cómo las noticias de la pandemia (y posiblemente el virus) alcanzó los lugares más lejanos del imperio, debido a la movilidad que había en todas estas regiones.

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