lunes, 16 de abril de 2018

“24/7. El capitalismo al asalto del sueño” de Jonathan Crary (2015)

Resumen del libro “24/7. El capitalismo al asalto del sueño” de Jonathan Crary (2015)


Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/04/247-el-capitalismo-al-asalto-del-sueno.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctorado en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, capitalismo, horarios, tiempo, estructura económica, trabajo, ocio, sueño

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Título: “24/7. El capitalismo al asalto del sueño”

Título en inglés: “24/7. Late Capitalism and the End of Sleep”

Autor:  Jonathan Crary

Editorial en español: Ariel, Editorial Planeta, Barcelona, 2015

Páginas: 138

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Biografía del autor Jonathan Crary (hasta 2015)

Es profesor de Historia del Arte Moderno en la Universidad de Columbia, critico de arte y cofundador de la editorial Zone Books. Entre sus libros destacan Las técnicas del observador y Suspensiones de la percepción, dos títulos de referencia en el campo de los estudios culturales.

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Texto de la solapa

“La libido sexual, el amor, la amistad. En pleno siglo XXI, prácticamente todas las actividades del ser humano han sido asoladas por la vía neoliberal que todo lo mercantiliza. Nos queda el sueño. Ningún otro acto ha logrado esquivar la ocupación capitalista de nuestra vida cotidiana, que empezó en los albores de la industrialización y se ha adueñado prácticamente del ser humano en el último medio siglo, en especial con la irrupción de Internet y las redes sociales.

No obstante, son numerosas las embestidas que padecemos contra ese reducto de privacidad y libertad y, para el capitalismo y su desmedido afán de conquista, el sueño no es más que un tiempo improductivo cuyas posibilidades de rentabilizar son inmensas. Para ello se invierte dinero en estudios científicos destinados a reducir la necesidad fisiológica de reposo, se mandan satélites reflectores al espacio para iluminar artificialmente zonas en penumbra o se comercializa con somniferos que alteran los ciclos naturales y oscilaciones rítmicas con las que el hombre ha estado siempre en armonía. El objetivo es claro, extraer un beneficio de todas las actividades del hombre eliminando la línea que separa lo público de lo privado y logrando que consuma y trabaje las 24 horas del día, los siete días de la semana.

Este es un libro escrito a contracorriente, lúcido y enérgico, dispuesto a desmontar mitos y creencias y sobre todo a provocar en el lector una reflexión profunda sobre un devenir asumido como inalterable, una realidad social que se nos impone como si de un hecho natural se tratara”.


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ÍNDICE

Consta de 4 capítulos que están numerados pero carecen de título

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RESUMEN

Comentarios iniciales: El libro es un estudio cultural que analiza la tendencia a trabajar 24 horas los 7 días de las semana, en la sociedad del todo abierto las 24 horas. Para entenderlo, ese horario es el de las máquinas inertes que trabajan sin pausa ni límites. Ya no hay restricciones al consumo. Un dato importante que señala es que el adulto pasó de dormir 10 horas en la era agrícola a 9 a principios del siglo XX, a ocho y ahora a 6 y media. La razón es que ahora nuestra vida está plagada de oscilaciones rítmicas de luz y oscuridad, actividad y descanso, trabajo y recuperación. La prueba es que muchos trabajadores se despiertan por la noche para leer mensajes. El modo de vida predominante es ahora el "sleep mode" (modo de espera). Hay que recordar que el sueño es de los pocos espacios que aún no han sido invadidos por el consumismo y el capitalismo.

Otra idea básica que introduce es la "fuerza homogeneizante" del capitalismo, incompatible con cualquier diferenciación: sagrado/profano, carnaval/día laboral, naturaleza/cultura, máquina/organismo, etc... La noción de sueño como algo natural se considera inaceptable y existe la creencia de que se puede manejar.

El libro arranca con el estudio de la emigración de gorriones de corona blanca en la Costa Oeste de Estados Unidos que vuelan siete días sin dormir. Según cuenta el autor, el Ejército se ha interesado por descubrir el sistema de actividad cerebral que usan dichas aves para mantenerse despiertas. Es un conocimiento que se puede aplicar al combate, con soldados que permanezcan despejados y alerta durante 48 o 72 horas. Jonathan Crary cree que, como otras aplicaciones militares adaptadas a la vida civil. En su día, los ejércitos de la Segunda Guerra Mundial vencieron el sueño con las anfetaminas. Ahora, a pesar de los drones y los robots, todavía se necesita actuar sobre el propio terreno con comandos que operen despiertos varios días. Detrás del guerrero insomne vendría el trabajador insomne que trabaje de forma eficiente y productiva y consumidor que no descanse. Todo esto de evitar el sueño sería "todo un estilo de vida" que se conseguiría con una agresiva campaña publicitaria. Esta tendencia de trabajar sin parar no es una anormalidad sino una tendencia que se prolonga a lo largo del tiempo porque, según dice, el capitalismo nunca cuelga el cartel de "cerrado" pues siempre hay tiempo para los negocios. "

Se hicieron otros experimentos como generar luz nocturna mediante satélites que reflejasen el sol hacia zonas de penumbra. Se intentó en la URSS pero hubo protestas y también defensores. Luego, durante las guerras que siguieron al 2011, algunas prisiones secretas hacían la vida más difícil a los detenidos poniéndoles luz todo el día en la celda para no dejarles dormir y desorientarles. Detrás había teoría psicológica conductista. La NKVD soviética hacía algo parecido. Pero el autor indica que al final la gente sin dormir no daba información fiable y se lo inventaba todo.

El autor señala que la reducción de horas de sueño "ha dado lugar a las paradojas de la vida incesante en el mundo capitalista del siglo XXI: paradojas que son inseparables de los cambios de los cambios en las configuraciones de sueño y la vigilia, la iluminación y la oscuridad, la justicia y el terror, y también, en las formas de exposición, desprotección y vulnerabilidad". Añade que "el eslogan 24/7 implica un esquema semanal arbitrario y sin flexiones, arrancado de cualquier despliegue de experiencia abigarrada o acumulativa". Añade que es el 24/7 es un modelo no social de rendimiento propio de máquinas y una suspensión de la vida que no revela el coste humano que se necesita para mantener su eficacia. La novedad está en que el tiempo ya no se acopla a cualquier proyecto a largo plazo ni a fantasías de progreso o desarrollo. "Un mundo sin sombras, iluminado las 24 horas, los 7 días de la semana es el espejismo capitalismo de la poshistoria, del exorcismo de la alteridad, que es el motor del cambio histórico". Insiste en que "en nuestro cuerpos e identidades asimilan un exceso" de servicios, imágenes, procedimientos y productos químicos "en cantidades tóxicas y a menudo fatales". Añade el autor que la interrupción sin concesiones del sueño es un "robo de tiempo" que sufrimos por parte del capitalismo y de su voracidad. Recuerda que ahora hasta se ha mercantilizado la amistad mientras que el sueño todavía no puede ser "colonizado" ni aprovechado para la rentabilidad.

En cuanto a la apuesta por el gasto continuo, "el interminable derroche necesario para su sustento y la interrupción permanente de los ciclos y estaciones de los cuales dependen la integridad ecológica, el 24/7 conlleva la catástrofe ambiental".

El sueño está mal visto desde la Era Moderna, cuando Descartes, Hume y Locke lo devaluaron porque ni era trabajo ni raciocinio. En la era digital, hay un término, la "biodesregulation" de Teresa Brennan que describe las "brutales" discrepancias entre la operación temporal de los mercados desregulados y las limitaciones físicas inherentes a los seres humanos para responder a estas demandas. El cuadro de la fábrica iluminada de Arkwright sería otro ejemplo de la transición desde lo rural a lo fabril, algo que no se transformó de inmediato sino que requirió más de un siglo de cambios para pasar del campo a la fábrica.

El autor continúa con que el asalto el sueño es un movimiento más de una sociedad controlada (citando a Deleuze), todavía más que las disciplinadas de los siglos XIX y XX. Allí los espacios controlados eran los públicos como la escuela, el trabajo, la casa pero fuera de eso, en esos huecos intermedios, uno estaba libre de ser monitorizado. Deleuze también habla de un mundo lleno de prisiones "panópticas" donde el individuo está hipervigilado.

A mayores, explica el autor, el individuo de la sociedad consumista se ve empujado a consumir las 24 horas y que la construcción del sí, la reinvención de nosotros mismos todo el tiempo y administrar nuestras intrincadas identidades es "nuestro trabajo". Zygmunt Bauman añade que la gente no entiende que "rechazar este trabajo sin fin no es una opción posible". Por su parte, Debord, en Comentarios a la sociedad del espectáculo, dice que la vida cotidiana se evaporó en los años 80 y ahora vivimos en una sociedad del espectáculo integral. A día de hoy, se han mercantilizado las esferas de la actividad social antes autónomas y esto avanza sin control ninguno. "El sueño es la única barrera que queda, la única condición natural que el capitalismo no puede eliminar", dice. El objetivo de Facebook, Google y otros es "normalizar y hacer indispensable, como sintetiza Deleuze, la idea de un interfaz continuo" con una serie de pantallas que exigen un interés continuo o respuesta". Cada vez hay menos vestigios de la vida cotidiana (lo anónimo) que no estén al alcance de la intrusión corporativa. Es lo que llama la "economía de la atención".

Ahora existe una nueva forma de racionalización de los hábitos y de la estandarización de los ciudadanos que han convergido. Aparecen formas de hábito que inevitablemente son 24/7 y que "están atadas de manera recíproca a mecanismos de poder que son igualmente continuos y carentes de fronteras".

También incide en la importancia "disruptiva" de la televisión porque reorganizó de forma bastante repentina y ubicua en el tiempo la actividad humana. Los individuos quedaron fijados a un lugar y separados. Inicialmente, los canales organizaban sus emisiones según los patrones de sueño con una carta de ajuste. La televisión pasó a ser una máquina-virus de influencia hacia espectadores pasivos. Finalmente, surgieron aparatos inteligentes con capacidad para integrar a los usuarios de forma completa en las rutinas 24/7. A pesar de las teorías de convergencia de medios, la televisión sigue siendo un medio muy importante porque "engancha" a pesar de hacer sentirse mal o culpable a la gente que se ve convertida en una adicta.

Menciona a Jean Paul Sartre y su teoría de lo inerte.

Finalmente, recalca que el sueño implica desconexión y falta de productividad mientras que el capitalismo 24/7 es incompatible con cualquier conducta social que tenga un patrón de actividad y pausa, lo que incluye el intercambio de social que implique reciprocidad o consentimiento. Por contra, se estimula la competitividad (y pone como ejemplo los blogs, que son monólogos en vez de generar debate político ni tienen la paciencia de escuchar al otro).

Termina el libro diciendo que "en el siglo XXI, la inquietud del sueño tiene una relación más problemática con el futuro". Añade que el capitalismo no se puede autolimitar y la idea de preservar el sueño no entra en sus planes ni tampoco la conservación del planeta. El sueño del autor es regenar esto en un futuro compartido.











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