lunes, 25 de septiembre de 2017

"La Era del Consenso", de George Monbiot (2003)

Resumen del libro "La Era del Consenso", de George Monbiot (2003)

Resumen original y actualizado:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/09/la-era-del-consenso-de-george-monbiot.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, globalización, relaciones internacionales, consenso, nuevo orden mundial

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Título: "La Era del Consenso"
Subtítulo: Manifiesto para un nuevo orden mundial

Título en inglés: "The Age of Consent"

Autor: George Monbiot

Fecha de publicación en inglés: Londres, 2003

Edición en español: Editorial Anagrama SA, Barcelona, 2003

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Biografía oficial del autor George Monbiot (hasta 2004)

George Monbiot es columnista de The Guardian y autor de Poisoned Arrows, No Man's Land y en especial de Captive State, muy alabada por Noam Chosmky, entre otros, que tuvo una enorme repercusión. Ha sido profesor visitante o becario en las universidades de Oxford, Bristol, Keel y East London, en temas que van de la filosofía a la ciencia medioambiental. En 1995, Nelson Mandela le entregó el Premio Global 500 de las Naciones Unidas por acciones destacadas en el campo medioambiental. También ha ganado el Lloyds National Screenwriting Prize y un Premio Sony por sus emisiones radiofónicas.
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Texto de la contraportada

"Nuestra tarea, ciertamente, no es arrojar la globalización por la borda, sino aprehenderla y utilizarla como vehículo para la primera revolución democrática mundial, afirma George Monbiot en este ensayo-manifiesto: "un libro extremadamente importante" (según dice Michael Meacher, The Guardian)
En todo el planeta, los ricos se hacen más ricos, mientras que los pobres se ven abrumados por las deudas y el desastre. El mundo no es gobernado por su pueblo sino por un puñado de ejecutivos no electos e infraelectos, que toman decisiones de las que dependemos todos en relación con la guerra, la paz, la deuda, el desarrollo y la balanza comercial. Sin democracia a nivel mundial, los demás carecemos de medios para influir en esos hombres y quedamos limitados a denunciar el abuso y lanzarnos contra los frentes policiales que defienden sus reuniones y sus decisiones. ¿Tiene que ser así?
George Monbiot no solo sabe que las cosas deben cambiar, sino también que pueden cambiar. Inspirándose en décadas de pensamiento relativo a la organización y la administración política, fiscal y comercial del mundo, este autor ha desarrollado un conjunto coherente de propuestas, todas ellas propias, que intentan nada menos que una revolución a la manera de gobernar el mundo. Si estas propuestas llegan a hacerse populares, nunca más se podrá decir a los críticos del orden mundial actual: "Sabemos qué es lo que no queréis, pero no qué queréis".

Ferozmente polémico y, sin embargo, persuasivo, lo que Georges Monbiot ofrece en La Era del Consenso es una perspectiva autenticamente global, un sentido de la historia, una defensa de la democracia y una comprensión del poder y de cómo debe ser arrebatado a quienes no son dignos de retenerlo. Las ingeniosas soluciones que sugiere para algunos de los problemas más apremiantes del planeta lo señalan tal vez como el utopista más realista de nuestro tiempo y como hombre de pasión contagiosa y con ideas, como seguramente muchos convendrán, cada vez más irresistibles.

Michael Prowse, del Literary Review, reseña que "el problema no es la globalización per se, sino su naturaleza desigual: el hecho de que se aplique al terreno económico pero no al político... George Monbiot argumenta que la política se puede globalizar de una forma creíble tan solo de un modo: mediante la creación de un parlamento mundial cuyos poderes estén por encima de las naciones y de los organismos internacionales".

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ÍNDICE

Prólogo: Propuestas repulsivas

1. La mutación

2. El sistema menos malo

3. Una revolución democrática global

4. Nosotros los pueblos

5. Algo se mueve

6. La nivelación

7. La naturaleza contingente del poder

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RESUMEN 

El libro plantea cuatro proyectos:

1) un parlamento mundial democráticamente elegido,

2) una Asamblea General de Naciones Unidas democratizada, que capte los poderes de que está hoy revestido el Consejo de Seguridad,

3) una Unión Internacional de Compensación, que enjugue automáticamente los déficits comerciales e impida la acumulación de deudas,

4) y una Organización del Comercio Justo, que limite a los ricos a la vez que emancipe a los pobres.

El autor pide al lector que no rechace estas propuestas mientras no tenga otras con las cuales reemplazarlas.

Monbiot señala que, tras la globalización, es difícil buscar soluciones globales porque cada Estado es soberano y solo aporta soluciones locales. Muchos de los problemas globales se resolverán con la fuerza bruta de los poderosos. Está a favor de instituciones internacionales nuevas y de un sistema político global que pida cuentas al poder.
Sostiene que los activistas deben aprovechar el poder de la globalización y eliminar las actuales instituciones y reemplazarlas por las nuestras. Menciona a la ONU (pensada para traer la paz y controlada por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial), el Banco Mundial y el FMI (iban a ayudar a reconstruir las economías pero solo persiguen políticas que beneficien a la economía de USA y los especuladores financieros), la Organización Mundial del Comercio (OMC) (la más democrática pero las decisiones se cuecen en la Sala Verde y el mundo rico se protege mientras que los pobres deben abrir sus economías). El autor señala que quien acepte esta distribución de poder no se presente como un demócrata o tiene que reconocer forzosamente la necesidad de un cambio radical.
El autor habla de una "dictadura de intereses establecidos" junto a la corrupción y el desgobierno, "así como la desigualdad y la destructividad" de un sistema económico que, para su supervivencia, depende de la salida que se dé a la deuda interminable, la materialización de la prosperidad que el mundo rico promete a perpetuidad al mundo pobre fracasa también a perpetuidad". 
Añade que las instituciones que se han fundado para salvar a las generaciones futuras del azote de la guerra [nota del lector: se sobreentiende que también del hambre] han fracasado. 
Añade que la globalización no es el problema. "El problema está en la liberalización de la globalización que sean capaces de negociar tanto los agentes económicos como los Estados nación. Nuestra tarea no es arrojar la globalización por la borda, sino aprehenderla y utlizarla como vehículo para la primera revolución democrática mundial".

En el segundo capítulo, el autor examina tres modelos de soluciones políticas para la globalización: comunismo, anarquismo (fundamentalismo de mercado y radicalismo de izquierdas) y democracia, concluyendo que la democracia es el menos malo.

Respecto al comunismo del siglo XXI, señala que los modernos autores alegan que el programa político marxista era bueno pero que dictadores totalitarios como Stalin o Mao se apoderaron de él, masacraron a sus pueblos y arruinaron el ideal socialista (dice que en Cuba se apostó por algo más comedido). Monbiot replica que la idea original ya era mala por sí misma y que los grandes líderes se limitaron a seguir el manual de instrucciones. Cuenta que el libro El Manifiesto Comunista de Marx y Engels, escrito a mediados del siglo XIX, puso los pilares de un Estado totalitario que eliminase o tratase como parias a los que no fuesen trabajadores, y eso incluía a los agricultores, los burgueses, los mendigos, etc... La sociedad real no coincidía con el libro y que ajustarla requería eliminar de la ecuación al personal sobrante. El autor, en tono irónico, dice que él mismo leyó el Manifiesto y que acto seguido le hirvió la sangre y le entraron unas enormes ganas de salir a pegar tiros a los burgueses opresores, y que como a él, le pasa a casi cualquiera que lea el libro, lo que da una idea de su contenido. Dice que el marxismo nació como una doctrina muy cerrada que ya se veía que no iba a traer nada bueno puesto que, al estilo platónico, Marx asignaba la dirección de esa nueva sociedad a unos políticos-filósofo guardianes del legado. Su punto débil era que nadie vigilaba a los vigilantes y el resultado fue una élite que tenía a su disposición un Estado que controlaba la vida de millones de ciudadanos a los que les decía que debían vestir, leer, comer, etc...

En cuanto al anarquismo, esta corriente ideológica es de dos tipos. El de derechas, es el fundamentalismo de mercado que no quiere que el Estado se entrometa en sus asuntos y quiere que les deje vía libre para hacer sus negocios. El de izquierdas, aboga por la eliminación del Estado como opresor de las libertades pero se preocupa, al menos, por reducir las desigualdades y hacer justicia social. El problema es llevarlo a la práctica porque si una comunidad decide vivir sin Estado siempre se arriesga a ser atacada por el vecino de al lado, que puede ser un país con un Estado militarizado y hambriento de nuevos recursos naturales. Por eso, tendría que ser un cambio global para que todos fuesen anarquistas. Y ni siquiera eso garantiza el éxito ya que el Estado también es útil al cumplir un papel de control de los más poderosos sobre los débiles. Pone como ejemplo de vida anarquista la de las tribus africanas armadas hasta los dientes que carecían de Estado pero eso no impedía atacar a pueblos vecinos si veían síntomas de debilidad y masacrar a su población. Una comunidad anarquista tendría que eliminar todas las armas y cualquier cosa que se pudiese convertir en algo peligroso. Aunque no lo dice, Monbiot viene a indicar que un mundo anarquista sería un completo caos al estilo hobbesiano, donde el hombre es un lobo para otros hombres. Incluso si hubiese reglas que todos los anarquistas acataran para convivir, esta total libertad siempre podría ser aprovechada por los más fuertes para hacer lo que quisieran y aplastar a los más débiles (y añade que, casualmente, es en lo que se basa la libre competencia y la libertad de mercado).

Finalmente, solo ve como solución la democracia en el sentido de que impone un contrapoder al poder, aunque solo sea porque los ciudadanos pueden ir a las elecciones a votar cada cuatro años y echar a un gobernante si abusa o lo hace mal. Los programas políticos más extremos desaparecerían de la agenda pública y se tendería a agradar a la mayoría y respetar a las minorías. Por otra parte, el Estado puede limitar el abuso de superioridad de los más fuertes sobre los débiles en aras de cierta justicia social. Por eso, y con todos sus defectos, el autor considera que la democracia es el sistema político menos malo y que todavía tiene un gran potencial de desarrollo en temas como la globalización.

La idea del libro es que hay que montar una especie de Estado mundial democrático (posiblemente dirigido mediante asamblea general y consorcios formados por oenegés) que resuelva los grandes problemas del mundo (calentamiento, abusos financieros, poder de las multinacionales, pobreza) y, a la vez, eliminar lo que es el Estado-nación por ser obsoleto y por tratarse de un foco continuo de tensiones y guerras. En un único estado global no habría guerras entre estados [nota del lector: pero no excluye que hubiese guerras entre facciones rivales que luchan entre sí para apoderarse del superpoder global].

Una vía rápida para crear ese superEstado global sería reformar las instituciones internacionales ya existentes pero estas, dice el autor, dejan bastante que desear, tanto en calidad democrática como en los fines para los que fueron diseñadas y los intereses a los que sirven.

El autor estudia cómo está organizado el sistema mundial actual y su grado de democracia. Por un lado, la ONU está dominada por los ganadores de la Segunda Guerra Mundial (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido), los cuales tienen derecho de veto para paralizar cualquier iniciativa con la idea de enfriar los conflictos entre los viejos aliados. Algunas veces, superpotencias como Estados Unidos ignoran los informes de la ONU y emprenden guerras en el extranjero (Irak) sin contar con la bendición del Consejo de Naciones Unidas. Por otro lado, el voto de las naciones, según Monbiot, no está bien ponderado ya que una isla diminuta del Pacífico puede tener un voto lo mismo que la India, con mil millones de habitantes. Propone pulir un poco los sistema de votación para que países como China tengan más votos, en razón a su población, pero que también se les limite por su grado de democracia (a más autocracia, menos votos).

En su ensayo, Monbiot explica que cambiar el orden mundial para hacer una especie de democracia globalizada es muy difícil debido a cómo está formado actualmente el sistema internacional financiero (FMI, Banco Mundial) y bajo el dominio del dólar y de la única superpotencia global.
El autor señala que los libros de Stiglitz dividieron la historia en una época "antes y otra después de Stiglitz" en el sentido de que el autor destapó la verdad sobre el FMI y el Banco Mundial como dos entidades internacionales que en vez de ayudar a los países pobres con préstamos se dedicaban a servir a los intereses de los países ricos y a hundir a los pobres, incluso a aquellos que seguían fielmente las directrices y recetas (apertura del comercio exterior, privatización) que les marcaban ambos organismos internacionales. Monbiot recuerda que estas entidades surgieron de la Segunda Guerra Mundial y que había alternativas mejores pero se eligió esta porque daba más ventajas comerciales a los ganadores de la guerra y también a los especuladores financieros. Los países de Asia que se enriquecieron desobedeciendo las recetas del FMI lo pasaron bastante mal en los 90 con la llamada crisis asiática con un fuerte castigo de los especuladores.
El autor recuerda que para que un país pueda salir de la pobreza debe haber un comercio justo en el que pueda obtener divisas y no endeudarse demasiado, justo lo que le pasó a los países pobres en los años 60 y 70. Recordó que la moneda más fuerte es el dólar y mientras siga así no hay posibilidades de cambiar el orden mundial dominado por la única superpotencia a la que nadie se atreve a contradecir abiertamente. Para cambiar el orden mundial, el autor cree que una premisa básica es sustituir el dolar por otra moneda mundial como el euro o el yuan pero también es cierto es que Sadam Hussein, el dictador de Irak, se le ocurrió cobrar el petróleo en euros en vez de dólares en el año 2000 y, casualmente, poco después lo defenestraron.



lunes, 18 de septiembre de 2017

"Aporofobia, el rechazo al pobre", de Adela Cortina (2017)

Resumen del libro "Aporofobia, el rechazo al pobre", de Adela Cortina (2017)

Resumen del libro original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/09/aporofobia-el-rechazo-del-pobre-de.html

Autor del resumen: E.V.Pita, doctor en Comunicación Social, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, desigualdad social, pobreza
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Título: "Aporofobia, el rechazo al pobre"
Subtítulo: Un desafío para la democracia

Autora: Adela Cortina

Fecha de publicación: 2017

Editorial: Paidós Estado y Sociedad

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Biografía oficial de la autora Adela Cortina (hasta 2017)

Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, siendo la primera mujer que ingresó en esta Academia desde su fundación en 1857. Es directora del Máster y Doctorado Interuniversitarios "Ética y Democracia" y de la Fundación ETNOR. Asimismo es doctora Honoris Causa por doce universidades nacionales y extranjeras, y en diversas ocasiones ha formado parte del jurado de los Premios Príncipe y Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades y de Ciencias Sociales. Es Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2007 y Premio Nacional de Ensayo 2014.

Entre sus obras cabe destacar Ética mínima, Ética sin moral, Ética aplicada y democracia radical, Ciudadanos del mundo, Por una ética del consumo, Ética de la razón cordial, Las fronteras de la persona, Justicia cordial, Neuroética y neuropolítica y ¿Para qué sirve realmente la ética?, este último publicado en Paidós.
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Texto de la contraportada

"En un mundo construido sobre el contrato político, económico y social, los pobres parecen quebrar el juego de dar y recibir, y por eso prospera la tendencia a excluirlos. El problema no es de xenofobia, puesto que la acogida entusiasta de turistas extranjeros contrasta con el rechazo de refugiados e inmigrantes. Hablamos de aporofobia, de rechazo al pobre. Es el pobre el que molesta, incluso el de la propia familia.

La aporofobia es un atentado diario contra la dignidad, el bienestar y el bienestar de las personas, y contra la democracia. Además, tiene un alcance universal: todos los seres humanos son aporófobos, y esto tiene raíces cerebrales y sociales que se pueden y se deben modificar si tomamos en serio las claves éticas de una sociedad democrática que pretenda ser justa.

En Aporofobia, el rechazo al pobre, Adela Cortina expone uno de los conflictos morales más arraigados y obviados de nuestro tiempo, no sólo para darle un nombre sino también para significarlo y darnos las herramientas para que nos enfrentemos a una realidad muy nuestra."

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ÍNDICE

1. Una lacra sin nombre
  
1. De la xenofobia a la aporofobia
2. Historia de un término

2. Los delitos de odio al pobre

1. La clave del odio: ¿el que desprecia o el despreciado?
2. Delitos de odio, discurso del odio: dos patologías sociales
3. La fábula del lobo y el cordero
4. Miseria del discurso del odio
5. El pobre es, en cada caso, el que no resulta rentable

3. El discurso del odio

1. Un debate ineludible
2. ¿Libertad de expresión o derecho a la autoestima?
3. La construcción de una democracia radical
4. Miseria del discurso del odio
5. La libertad se construye desde el respeto activo

4. Nuestro cerebro es aporófobo

1. Tenemos un sueño
2. Un abismo entre declaraciones y realizaciones
3. Tres versiones del mal radical
4. Las neurociencias entran en acción
5. El mito del auriga
6. Somos biológicamente xenófobos
7. Breve historia del cerebro xenófobo
8. Aporofobia: los excluidos

5. Conciencia y reputación

1. La necesidad de educar la conciencia
2. El anillo de Giges
3. El origen biológico de la conciencia moral
4. El sentimiento de vergüenza y la agresión moralista
5. El jardín de Edén natural
6. ¿Qué dice la voz de la conciencia?
7. La fuerza de la reputación
8. Educar para la autonomía y la compasión

6. Biomejora moral

1. El problema de la motivación moral
2. El nuevo Frankenstein
3. Transhumanistas y bioconservadores
4. Biomejora moral sin daño a terceros
5. Un imperativo ético
6. ¿Es realmente un camino prometedor?

7. Erradicar la pobreza, reducir la desigualdad

1. El pobre en La Sociedad de la Información
2. ¿Es un deber de la justicia erradicar la pobreza económica?
3. La pobreza es falta de libertad
4. La pobreza es evitable
5. No sólo proteger a la sociedad, sino sobre todo empoderar a las personas
6. ¿Limosna o justicia?
7. El derecho a una vida en libertad
8. Reducir la desigualdad. Propuestas para el siglo XXI

8. Hospitalidad cosmopolita

1. La crisis del asilo y refugio
2. Un signo de civilización
3. Una virtud de la convivencia
4. La hospitalidad como derecho y como deber
5. Acogida: una exigencia ética incondicionada
6. Lo urgente e importante
7. Hospitalidad cosmopolita: justicia y compasión

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RESUMEN

El libro "Aporofobia, el rechazo al pobre" muestra una realidad y es que los habitantes de países turísticos como España tratan distinto a los extranjeros en función de si tienen mucho o algo de dinero para gastar o no tienen nada y están buscando empelo. Si es un turista que veranea en España se le trata a cuerpo de rey, con todas las cortesías y halagos por parte de los trabajadores y los propios ciudadanos, que no dudan en acompañar a un forastero a una dirección que pregunte, ya que parte del país depende de que sigan llegando masivamente turistas. Este trato cordial al visitante se atribuye a la proverbial hospitalidad de los españoles con los forasteros. Y no solo en España sino en toda Europa se recibe con una alfombra rojo al turista y a su dinero.
Sin embargo, si el extranjero no es un turista sino un inmigrante pobre que busca empleo o compite por un trabajo con los locales o es un refugiado de una guerra, entonces se le excluye y se le trata de forma inmisericorde e incluso se levantan alambradas en el Mediterráneo o en el Canal de la Mancha. La presencia del pobre molesta, el ciudadano se siente incómodo o es un tema tabú porque gran parte de la población ve a los extranjeros pobres como una fuente de problemas por el mero hecho de la pobreza en sí ya es vista como un problema. Dice la autora que la actitud con los refugiados en Europa no se le puede llamar xenofilia ni amor y amistad al extranjero sino que tiene otro nombre: xenofobia (odio al extranjero) y racismo, que califica de una "patología social" que hay que acabar como exigencia de respeto a personas concretas que tienen dignidad. En vez de arropar al pobre, hay una tendencia a excluirlo porque la mente calculadora de los ciudadanos prevé problemas con ellos.

No obstante, Adela Cortina no se quiere centrar en su libro de Aporofobia, el rechazo al pobre, en la xenofobia sino en el desprecio al pobre. [nota del lector: hay un libro que habla de lo mismo, del británico Owen Jones sobre la Demonización de la clase obrera en Inglaterra, donde los medios se burlan o fustigan a la clase baja, los chavs].
 Considera que el hecho de que los pobres molesten no es un tema novedoso sino que se remonta a la Antigüedad y está incrustada en nuestras raíces cerebrales. Cree que hay que aplicar la compasión y el respeto al igual a la dignidad para evitar el sufrimiento de otros. Reconocer e identificar la aporofobia es clave para superarla ya que es un "atentado diario, casi invisible, contra la dignidad, el bienser y el bienestar de personas concretas hacia las que se dirige" (Cortina, pp. 15)

La autora señala que la Historia le pone nombre a las cosas para evitar que sigan haciendo daño de forma invisible. Es el caso de la aporofobia, donde unos muestran su superioridad sobre otros con menos recursos. Recuerda que en los países democráticos se lucha contra la xenofobia, el racismo, la homofobia y el maltrato pero nadie ha movido un dedo contra la aporofobia porque es la gran desconocida dentro de los delitos de odio y no se le puede señalar con el dedo.

Pone como ejemplo que los ingleses, tras el Brexit, no sintieron ninguna necesidad de expulsar a los médicos españoles (inmigrantes altamente cualificados) ni que España va a expulsar a los jubilados ingleses de las lujosas urbanizaciones de la Costa del Sol. No hay ninguna aversión. Ni tampoco repugnan los asiáticos que compran equipos de fútbol occidentales ni los inversores del "petrodólar" ni los extranjeros que quieren montar Casinos y dejar fumar dentro pese a que lo prohíbe la ley. La autora añade: "Por el contrario, se cierran las puertas ante los refugiados políticos, inmigrantes pobres que no tienen más que perder que sus cadenas, gitanos que venden papelinas en barrios marginales y rebuscan en los contenedores [..] Las puertas de la conciencia se cierran ante los mendigos sin hogar, condenados mundialmente a la invisibilidad".

 De fondo, la autora ve un profundo problema de odio. Para examinar la cuestión primero se pregunta si ese malestar hacia lo foráneo viene insertado en los circuitos cerebrales humanos. Primero, la autora reflexiona sobre la dualidad entre los principios morales elevados (ejercidos por la ONU, por ejemplo, que defienden los Derechos Humanos y la Justicia, y otros principios rectos) y el nivel más bajo de conciencia moral de quienes dirigen o trabajan en esas instituciones solidarias (y más proclives a hacer prevalecer sus propios intereses egoístas). Gracias a estos principios morales asentados como nobles principios de estas grandes instituciones la civilización occidental ha eliminado la esclavitud y luego la discriminación a los negros o las mujeres, dice la autora, lo cual ha sido un avance. Sin embargo, la "aporofobia" sigue vigente en nuestros días, relacionada con lo que ella llama la "cultura del odio".

Cita a diversos autores como Séneca, San Agustín o Kant que reflexionan sobre esta doble moral, este querer hacer una cosa porque es buena pero hacer realmente otra peor, Es lo que Platón ilustró con el ejemplo de un auriga en un carro volador que debe dominar a un caballo blanco y otro negro. Todo apunta a que la naturaleza humana es evaluadora y lo que puntúa positivo o negativo es si cualquier acción que realice beneficia a su propia supervivencia. Por otro lado, hay un conflicto interior, una competición, entre el razonamiento lógico y elevado (la moral) y los intereses más cercanos. Esto nos sitúa ya en posición para debatir si la xenofobia va insertada "de fábrica" en los circuitos neuronales. La autora sostiene que el cerebro "solo piensa en sí mismo y en su propia existencia" por lo que tiende a asociarse con los más cercano y parecido a él y a admirar a quienes emprenden largas aventuras por países desconocidos.

La autora incide también en la biología del cerebro humano que tiene programado la defensa de los cercanos y del territorio y el rechazo al extranjero o al extraño. Esto es algo que se retrotrae a cientos de miles de años y va fijado al ADN del humano pero que la sociedad, al hacerse más grande, ha ampliado ese "nosotros" a la ciudad, la región, el país, el equipo de fútbol, el partido, la religión o la civilización. En este capítulo, parece como que la xenofobia forma parte de los patrones cerebrales pero que es necesario atemperar esos bajos impulsos una vez que se ha visto que es más efectiva la cooperación entre personas, que es lo que ha hecho grande al "homo sapiens".

En el último tramo del libro se centra en buscar argumentos éticos (siguiendo principalmente los razonamientos de Kant) que establezcan una obligación ética de ayudar al pobre o a paliarla. Aunque algo se hizo en su día al respecto, generalmente se quedan en buenas intenciones, por lo que la autora cree que hay que abordar esto desde distintos frentes. Por un lado, hacer hincapié en que el precepto a favor de la igualdad de todas las personas ha de ser efectivo, de forma que a los pobres no se les silencie ni se les reste respetabilidad al ser atendidos por ejemplo, por funcionarios públicos, cuando van a pedir ayudas (y se les estigmatiza por vivir de las ayudas sociales). Lo mismo ocurre para los extranjeros, mujeres, gasy, etc... a quienes se les ha ayudado a mejorar en sus derechos, pero no así a los pobres, a quienes la Administración les da limosna despectivamente en vez de hacer programas efectivos que erradiquen la pobreza, no por pena, sino porque tal objetivo ha de formar parte esencial de las sociedades actuales.


Pobreza como "falta de libertad"

Otro de los puntos clave del libro es que da un mazazo importante a uno de los grandes argumentos del neoliberalismo que defiende la "libertad de elegir" (Friedman). Ese razonamiento se ha criticado hasta la saciedad al entender que esa libertad se refiere al consumidor adinerado que puede elegir entre un colegio privado de élite y otro público en los suburbios pero la autora da en el clavo: "la pobreza es falta de libertad". Falta de libertad de todo: de elegir, de comprar, de mudarse a un mejor barrio, de pagarse una educación...

También aborda la obligación de la hospitalidad universal que proponía Kant, unas líneas en las que el filósofo alemán no se refiere a un gobierno mundial donde todo el mundo pertenece a la misma tribu global sino donde todos los países del mundo practiquen la hospitalidad (y que se aplicaría ahora a los refugiados).




lunes, 4 de septiembre de 2017

"El filtro burbuja", de Eli Pariser (2011)

Resumen del libro "El filtro burbuja", de Eli Pariser (2011)


Resumen original y actualizado del libro en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/08/el-filtro-burbuja-de-eli-pariser-2011.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, red social, audiencia, público, Internet,

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Título: "El filtro burbuja"
Subtítulo: Cómo la Red decide lo que leemos y lo que pensamos

Título original en inglés: The Filter Bubble

Autor: Eli Pariser

Fecha de publicación en inglés: 2011

Fecha de publicación en español: 2017; Barcelona; Penguin Random House Grupo Editorial (Taurus)

Número de páginas: 289

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Biografía oficial del autor Eli Pariser (hasta 2017)

Eli Pariser nació en 1980 en Maine (Estados Unidos), Es consejero delegado de Upworthy, un portal para contenido viral "significativo". Activista liberal, es presidente del consejo de MoveOn, la plataforma online de activismo político y cofundador de Avaaz.

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Texto de la contraportada

"En diciembre del 2009, Google comenzó a personalizar los resultados de las búsquedas de todos los usuarios y arrancó así una nueva era en la que las webs que visitamos se adaptan a nosotros como por arte de magia. El filtro burbuja revela lo que hay detrás de esa ubicua personalización, no solo en Google sino también en Facebook y cualquier portal de noticias.

La recopilación de datos personales - desde la orientación política hasta las últimas zapatillas que hemos buscado - y el ajuste de nuestra navegación a estos es el nuevo campo de batalla de los gigantes de Internet. Vivimos en universos de información personalizada, burbujas a las que solo acceden las noticias que coinciden con nuestros intereses y preferencias, lo que limita nuestra exposición a ideas, opiniones y realidades ajenas, y afecta al funcionamiento de la democracia.

Internet, que nació para facilitar el flujo de ideas e información, se está cerrando sobre sí mismo bajo la presión del comercio y la monetización. Pero no es demasiado tarde para corregir el rumbo. Pariser expone una nueva visión que explote los beneficios de la tecnología sin caer en sus peores efectos, para lograr que Internet alcance su potencial transformador".

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ÍNDICE

1. La contienda por la relevancia

2. El usuario es el contenido

3. La sociedad del Adderall

4. El bucle sobre tí mismo

5. El público es irrelevante

6. ¡Hola, Mundo!

7. Lo que quieres, tanto si lo quieres como si no

8. Escapa de la ciudad de los guetos

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RESUMEN

Comentarios iniciales: el presente libro estaría encuadrado dentro de la corriente crítica sobre Internet aunque se distingue porque no recomienda el pago de dinero a las personas que colaboran en crear estas redes (los prosumidores): la razón es que el autor Eli Pariser considera que los internautas ya han recibido suficiente pago al tener acceso a servicios y "apps" gratuitos.

El autor comienza hablando de los inicios de Internet, cuando se creía que iba a ser una red que lo iba a cambiar todo para bien. Los propios creadores de Google hicieron una apuesta por la búsqueda "neutral" como forma de saber todo pero pronto cayeron en la realidad de que si querían ganar montañas de dinero habría que ir de la mano de las empresas de publicidad. Incluso así, el consumidor podría verlo como un mal menor: a cambio de un montón de servicios gratuitos, el anunciante insertaría "cookies" en su programa de navegación para perseguirle por las páginas y publicitarle los productos que podrían ser de su interés. Como señalan los autores, en el 2009, Google dio un paso más allá e incluso personalizó las búsquedas, de forma que el internauta encuentra justo lo que andaba buscando y nada más.

Para Pariser, con las búsquedas personalizadas desaparece la "serendipia" (el arte de buscar algo y encontrar algo mucho más valioso; caso de Fleming, que descubrió por azar las cepas que permitieron crear la vacuna de la penicilina). Y por otra parte, solo recibimos aquellas noticias que queremos ver y escuchar, las que refuerzan nuestro propio pensamiento y creencias, lo que nos impide pararnos a sopesar otras opiniones diferentes y confrontarlas con las nuestras. Las búsquedas personalizadas parecían en principio muy valiosas al permitirnos ir al grano pero acabaron por funcionar como unas anteojeras que nos impide ver más allá de nuestro mundo y creencias.

Esto tiene otra consecuencia y es que las grandes plataformas han creado un perfil de cada usuario con miles de datos sobre él (acumulan datos hasta de dónde se para el ratón y si hace clic o no). lo que define a unos mejor que se conocen ellos mismos: de derechas, izquierdas, gustos, aficiones, lecturas, etc...

Facebook incluso empezó a hacer invisibles los comentarios de amigos de derechas de los de izquierdas al entender que no le iban a interesar pero eso es precipitarse mucho ya que mucha gente está interesada en saber qué traman los partidos rivales, etc...

De la acumulación de datos de cada usuario (el Big Data) se ha creado un perfil y muchas empresas ya negocian con él. El autor menciona a las empresas Acxiom y BlueKai, que tienen hasta 1.200 datos de cada persona (un 90 % de los estadounidenses) en base a sus búsquedas, enlaces, etc.. lo que llevó al FBI a solicitar su colaboración para conocer más sobre la identidad y costumbres de uno de los terroristas del 11-S. Todos estos datos circulan por la red y alguien se encarga de acumularlos y clasificarlos.

El autor también explica el concepto de tecnología "push" (televisión, email: la información aparece en el buzón de tu casa sin que hagas nada) y "pull" (navegador red, introduces un dato y el ordenador extrae información del servidor). Pariser señala que el problema de la tecnología "pull" acarrea un montón de trabajo porque hay que gestionar la información que nos interesa. La solución es codificar al usuario para brindarle solo la información que desea, información que no recopila un humano sino un robot o un programa informático que trabaja con códigos. Aquí desaparece el redactor de carne y hueso como "filtro" de las noticias. No hay que olvidar que antes el derecho de libertad de expresión lo podía ejercer cualquiera que tuviese una rotativa mientras que ahora lo hace cualquier bloguero con acceso a Internet.