Ciudad global, periferia y la España vaciada. Resumen de libros


Ciudad global y periferia. Selección y resumen de libros


1) "Muerte y vida de las grandes ciudades", de Jane Jacobs (1961)

****. Obra maestra. La autora indaga en el motivo porque  no funciona la nueva planificación urbanística (de grandes torres de viviendas rodeadas de inmensos campos de césped y rodeados de grandes avenidas), que convierte las calles en sitios desolados e inseguros. Jacobs cree que el dinamismo de un barrio depende de que en las calles haya tiendas, bares y un sentimiento de comunidad, lo que aporta seguridad y genera un espacio público para los vecinos.

Resumen original y actualizado del libro:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/09/muerte-y-vida-de-las-grandes-ciudades.html


2) "Una sociología de la globalización", de Saskia Sassen (2007)

**. Interesante. Saskia Sassen es la socióloga que estudió la "ciudad global" como un tipo de ciudad especializada en finanzas, puertos, (Tokio, Londres, Ámsterdam), intercomunicadas entre sí y que hacen negocios globales al margen del resto de su territorio o periferia.

Resumen actualizado y original en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/10/una-sociologia-de-la-globalizacion-de.html


3) "El triunfo de las ciudades", de Edward Glaeser (2011)

***. Interesante. Estudia ejemplos como los fracasos para relanzar Detroit como una ciudad de servicios creando grandes centros comerciales o cómo se gestó el modelo de "suburbio residencial" con un centro comercial y autopista al centro.

El resumen completo y actualizado está en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/09/el-triunfo-de-las-ciudades-de-edward.html


4) "La España vacía", de Sergio del Molino (2016)

***. Buena. El autor estudia cómo los pueblos de Castilla y Extremadura se han vaciado de población (que emigró a las ciudades y no recibió los mismos servicios). Menciona cómo la imagen del rural se ha distorsionado en el cine, por ejemplo, con la película "Las Hurdes" de Buñuel, que presenta un escenario tercermundista y de extrema miseria. También comenta varios crímenes en pueblos de la montaña, a veces protagonizados por vecinos urbanitas que llegan ilusionados, pero luego se sienten aislados y caen en la depresión o dirigen su hostilidad hacia el alcalde por cuestiones nimias.

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/10/la-espana-vacia-de-sergio-del-molino.html


5) "No society", de Christophe Guillouy (2018)

***.Bueno. El geógrafo francés Christophe Guillouysigue la estela de Saskia Sassen y ahonda en la diferencia de clases entre ciudad y periferia, ahora desde el punto de vista de las clases altas, instaladas en los centros gentrificados de las grandes ciudades globales,

Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/06/no-society-de-christophe-guillouy-2018.html


6) "Construir y habitar", de Richard Sennett (2018)

***. Interesante. Richard Sennett hace una historia crítica de la arquitectura social y de cómo los grandes planificadores (en especial Le Corbusier y su plan Le Voin) hicieron grandes barrios de torres que crearon guetos incomunicados al no dejar espacio para la vida social en la calle.

Resumen original y actualizado en el siguiente link;
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/08/construir-y-habitar-de-richard-sennett.html

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Resumen del libro "Muerte y vida de las grandes ciudades", de Jane Jacobs (1961)

Resumen original y actualizado del libro:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/09/muerte-y-vida-de-las-grandes-ciudades.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, urbanismo, ciudades, paisajismo, vida social

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Ficha técnica

Título: "Muerte y vida de las grandes ciudades"

Título original en inglés: The Death and Life of Great American Cities

Autora: Jane Jacobs

Fecha de publicación: 1961

Edición en español: Hay de los años 70 y 80.
Capitán Swing Libros SL lo reeditó, Madrid, 2011, 2013

Número de páginas: 487

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Biografía oficial de la autora Jane Jacobs (fallecida en el 2006)

"Jane Jacobs nació en Scranton en 1916 y falleció en Toronto en el 2006. Fue una divulgadora científica, teórica del urbanismo y activista político-social, su obra más influyente fue Muerte y Vida de las grandes ciudades (1961), en la que critica duramente las prácticas de renovación urbana de los años 50 en EE.UU., cuyos planificadores asumieron modelos esquemáticos ideales que condujeron a la destrucción del espacio público. Con métodos científicos innovadores e interdisciplinares, Jacobs identificaba las causas de la violencia en lo cotidiano de la vida urbana, según estuviera sujeta al abandono o, por el contrario, a la seguridad y calidad de vida.

Paralelamente, la autora destacó por su activismo en la organización de movimientos sociales autodefinidos como espontáneos (grassroots), encaminados a paralizar los proyectos urbanísticos que entendía que destruían las comunidades locales. Primero en EE.UU., donde consiguió la cancelación del Lower Manhattan Expressway; y posteriormente en Canadá, a donde emigró en 1968 y donde consiguió la cancelación del Spadina Expressway y la red de autopistas que pretendían construirse.

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Texto de la contraportada

"Cincuenta años después de su publicación, Muerte y Vida de las grandes ciudades es , según el New York Times, "probablemente el libro más influyente en la historia de la planificación urbana". Jane Jacobs, columnista y crítica de arquitectura de principios de los años 60, afirmaba que la diversidad y la vitalidad de las ciudades estaban siendo destruidas por algunos arquitectos y urbanistas muy influyentes.

Popular no solo entre profesionales, el libro es una fuente crítica de las políticas de renovación urbanística de los años 50, que destruían comunidades y creaban espacios urbanos aislados y antinaturales. Jacobs defiende la abolición de los reglamentos de ordenación territorial y el restablecimiento de mercados libres de tierra, lo que daría como resultado barrios densos y de uso mixto. Frecuentemente cita a Greenwich Village neoyorquino como ejemplo de una comunidad urbana dinámica. Riguroso, lúcido y deliciosamente epigramático, Muerte y vida es un programa para la gestión humanista de las ciudades. Sensato, documentado, ameno e indispensable".

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ÍNDICE

Apuntes sobre Jane Jacobs de Zaida Muxí y Blanca Gutiérrez

Prólogo de M. Delgado

1. Introducción

Primera parte. La peculiar naturaleza de las ciudades

2. Usos de las aceras: seguridad

3. Usos de las aceras: contacto

4. Usos de las aceras: incorporación de los niños

5. Usos de los parques vecinales

6. Usos de los barrios


Segunda parte. Las condiciones para la diversidad urbana

7. Los generadores de diversidad

8. Necesidad de la combinación de usos primarios

9. Necesidad de manzanas pequeñas

10. Necesidad de edificios antiguos

11. Necesidad de concentración

12. Algunos mitos sobre la diversidad


Tercera parte. Fuerzas de decadencia y fuerzas de regeneración

13. La autodestrucción de la diversidad

14. La maldición de los vacíos fronterizos

15. Subiendo y bajando barrios

16. Dinero gradual y dinero cataclísmico


Cuarta parte. Tácticas diferentes

17. Viviendas subvencionadas

18. Erosión de las ciudades o sacrificio de las ciudades

19. Orden visual: sus limitaciones

20. Salvemos el conjunto

21. Gobernar y urbanizar distritos

22. Qué tipo de problema es una ciudad


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RESUMEN

Según explican Muxí y Gutiérrez, Jane Jacobs defiende un modelo de seguridad basado en la confianza del vecindario, en el conocimiento mutuo frente al diseño de ciudades con suburbios residenciales, la simplificación que hace Le Corbusier de las callas como meras cintas transportadoras sin obstáculos ni vida y por las que solo pasan coches y las ciudades jardín de Ebenezer Howard donde los espacios verdes son espacios vacíos que tienden a degradarse. Jane Jacobs defiende una planificación basada en la experiencia cotidiana de las personas que les capacita para decidir qué tipo de espacio urbano quieren y necesitan.

Donde la existencia de espacios de socialización y encuentro ayudan a la creación de vínculos entre las personas. Ese sentimiento de comunidad hace que un sitio sea seguro. Por el contrario, se impone un modelo de ciudad donde impera la anomia social, donde se prima el individualismo y es la "autoridad" la encargada de mantener el orden. Añaden que para Jacobs, las cuestiones clave eran la importancia de la relación de las personas con el espacio público, considerar y apreciar las redes creadas por los diversos usos, entender la manzana como la unidad básica de la ciudad y la primacía de la calle como aglutinador de la vida en los barrios. Frente a ello, los planificadores hacen lugares de paso, mobiliario urbano que no se usa (no hay fuentes, son bancos para sentarse una sola persona...), donde hay una falta de conexión entre diseño y realidad, y donde prima el coche, por lo que los espacios para peatones quedan supeditados al coche. Jacobs también le da importancia al comercio

La autora escribe sobre los tipos de calle que son seguros y cuáles no, los parques urbanos que son maravillosos y otros son cepos y trampas mortales, los barrios bajos que siguen siendo bajos y otros se rehabilitan solos a pesar de resistencias oficiales y financieras, explica por qué el centro de una ciudad y las áreas comerciales se desplazan, qué es lo que hace una vecindad auténtica y qué labores hace. Escribe sobre "cómo funcionan las ciudades en la vida real" para conocer los principios urbanísticos y qué prácticas de rehabilitación pueden estimular la vitalidad social y económica de las ciudades.

Jacobs menciona los desastres del urbanismo en su época: barrios de viviendas baratas que se han vuelto centros de delincuencia, vandalismo y desesperanza social, promociones de viviendas de renta media sin vitalidad, barrios residenciales de lujo con insulsa vulgaridad, centros culturales sin librería, centros cívicos frecuentados por indigentes (porque es un sitio con techo), paseos que no van a ninguna parte y sin paseantes, vías rápidas que cruzan la ciudad. Añade que los barrios se etiquetan, se les pone un precio, se crean "islas hostiles" y los centros comerciales monopolistas y los centros culturales monumentales esconden la sustracción del comercio, la cultura, la vida cercana y relajada de las ciudades.

Cita barrios de Nueva York, como Morningside Heights, rodeados de campus universitarios y césped, con apartamentos espaciosos, "en los que la gente teme caminar por la noche" y se convirtió en un barrio bajo. Planificaron con más teoría de la urbanización y construyeron promociones de viviendas oficiales, salpicadas de luz y aire, sol y paisajismo, y con un centro comercial. Se vendió como un ejemplo de salvamento urbano pero se precipitó en la decadencia.

Por contra, barrios bajos de Boston,  como North End, que tenían mala fama (por tapar las ventanas con colchones) tenían las casas rehabilitadas, la salud era mejor que la media y la delincuencia más baja que en el resto de la ciudad. Los urbanistas (iban los profesores de Harvard y del MIT con sus alumnos a estudiarlo y elaborar proyectos para crear superbloques y avenidas arboladas) abogaban por tirar todo y sanear el barrio pero lo cierto era que se trataba de un espacio vivo y dinámico. Uno de los secretos es que, en los bajos de estas viviendas irregulares, había tiendas de comida, talleres, carpinterías, etc... y las calles rebosaban de vida con los niños alborotando, gente comprando, paseando y conversando. "La atmósfera callejera, dinámica, amable y sana, era tan contagiosa que empecé a preguntar direcciones a la gente solo por el gusto de charlar un poco", dice la autora. Incluso llamó a un urbanista y a un banquero para preguntarles su opinión.







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Resumen del libro "Una sociología de la globalización", de Saskia Sassen (2007)

Resumen actualizado y original en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/10/una-sociologia-de-la-globalizacion-de.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, globalización, economía internacional

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Ficha técnica

Título: "Una sociología de la globalización"

Subtítulo:

Título original: A sociology of globalization

Autora: Saskia Sassen

Edición en inglés: Nueva York, 2007

Edición en español: Katzeditores, Madrid, 2007

Número de páginas: 323

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Biografía oficial de la autora Saskia Sassen (hasta el 2012)

Saskia Sassen (La Haya, Holanda, 1949) nació en Holanda pero creció en Buenos Aires, ciudad a la que su familia se trasladó en 1950. Parte de su juventud transcurrió en Italia y, en 1966, se instaló en Francia, donde estudió durante un año en la Universidad de Poitiers, luego en la Universidad de "La Sapieza", de Roma, y más tarde en la Universidad de Buenos Aires, donde se tituló en Filosofía y en Ciencias Políticas. Desde 1969 estudió Sociología y Economía en la Universidad de Notre Dame, Indiana (Estados Unidos), donde obtuvo un master y un doctorado en 1971 y en 1974, respectivamente. También en 1974 obtuvo un master en filosofía en Francia. Realizó un postdoctorado en el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard. Ha desempeñado diversas posiciones académicas en universidades de los Estados Unidos y de Europa y actualmente es profesora de sociología en la Universidad de Chicago y profesora visitante en la London School of Economics.

En su célebre libro The global city: New York, London, Tokio publicado en 1991 (edición en español: La ciudad global, Buenos Aires, 1999) Saskia Sassen desarrolla el concepto de ciudad global, categoría novedosa para estudiar la ciudad como lugar de intersección entre lo local y lo global. Otro aspecto fundamental de la obra de Sassen reside en los estudios sobre las cuestiones del poder y la desigualdad derivados de los procesos de globalización.

A mayores, en el 2013 obtuvo el Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales.

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Texto de la contraportada y solapa

"Procesos transnacionales como la globalización política, económica y cultural enfrentan a las ciencias sociales con una serie de desafíos teóricos y metodológicos, que surgen debido a que lo global (ya sea una institución, un proceso, una práctica discursiva o un imaginario) transciende el marco exclusivo del Estado-nación y al mismo tiempo habita parcialmente los territorios y las instituciones nacionales. Es así que aun cuando la mayoría de los procesos y las entidades que se encuentran en el interior de lo nacional son nacionales, cada vez resulta más necesaria la investigación empírica para determinar si todos ellos lo son, pues cada vez existen más casos de localización de lo global y de desnacionalización de lo nacional. Vista de esta manera, la globalización no se limita ya a la noción convencional que la define como un proceso de formación de instituciones exclusivamente globales y de interdependencia creciente entre los estados-nación del mundo.

En el marco de ese horizonte de reflexión, esta obra de Saskia Sassen aborda el análisis de dos dinámicas diferenciadas. Por un lado, la formación de procesos e instituciones explícitamente globales. Por otro lado, los procesos que no pertenecen necesariamente a la escala global y que, sin embargo, forman parte de la globalización porque, aun inmersos en territorios y dominios institucionales que en gran parte del mundo se consideran nacionales, incorporan redes o entidades transfronterizas que conectan múltiples procesos y actores locales o "nacionales".

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ÍNDICE

1. Elementos para una sociología de la globalización

2. El Estado frente a la economía global y las redes digitales

3. Ciudades globales: la recuperación del lugar y las prácticas sociales

4. La conformación de los movimientos migratorios internacionales

5.  Nuevas clases globales

6. Los actores locales en la política global

7. Nuevas formaciones sociales

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RESUMEN

El libro arranca explicando que lo global (una institución, un proceso, una práctica discursiva o un imaginario) trasciende el marco exclusivo del Estado-nación y al mismo tiempo habita parcialmente los territorios y las institucionales nacionales. Lo global no es solo la interdependencia y la formación de instituciones exclusivamente globales. Afirma que el hecho de que un proceso o entidad se encuentre dentro del territorio de un Estado soberano no necesariamente supone que sea un proceso o entidad nacional sino que puede ser una localización de lo global (una entidad nacional que fue desnacionalizada).

Por un lado estudia la globalización desde el punto de vista de las instituciones (OMC, mercados financieros, cosmopolitismo, tribunales internacionales) y por otro los procesos que no necesariamente pertenecen a la escala global pero están inmersos en territorios de todo el mundo (están incorporados en redes transfronterizas de activistas como las oenegés, la organización de defensa del medio ambiente o de los derechos humanos, así como las políticas  monetarias y fiscales impuestas por el FMI o el uso de leyes internacionales por los tribunales nacionales).

La autora estudia la noción de jerarquía de escalas con el objetivo de desestabilizar, a la luz de las nuevas dinámicas y tecnologías, la jerarquía tradicional centrada en el Estado-nación. Aquí se refiere a poderosos actores económicos como el mercado global de capitales, el régimen mundial del comercio o la internacionalización de la producción industrial. Se está produciendo una multiplicación de actores no estatales y de procesos transfronterizos que generan cambios en el alcance, la exclusividad y la competencia de la autoridad estatal sobre el territorio nacional. También ve un proceso "multiescalar" (una entidad local forma parte de un mercado electrónico perteneciente a la escala global).

Sassen define el modelo de ciudad global, la cual cuanto más se globalizan y digitalizan las operaciones y los mercados empresariales, más complejas y estratégicas se vuelven las funciones de gestión centralizada y de servicios especializados, con lo que las empresas se benefician de las economías de aglomeración.

Luego, examina el significado de lo subnacional en un mundo global y parcialmente digitalizado.

Luego, analiza el modo en que las entidades subnacionales pueden superar el modelo de jerarquía anidada que se organiza en torno del Estado-nación y su función como único actor en las relaciones internacionales (el análisis se concentra en las redes de transacciones que conectan a las 40 ciudades globales; estas redes interurbanas tienen filiales de la empresa, redes transnacionales de inmigrantes y redes del terrorismo internacional).

Finalmente, señala las consecuencias que tiene para los Estados-nación  la articulación de lo global en el interior de lo nacional y lo subnacional. Por un lado, el Estado se limita a reducir su autoridad (con la privatización, la desregulación y la disminución de la intervención gubernamental) a la vez que produce nuevos reglamentos y leyes (menciona el derecho anglosajón, la autonomía de los bancos centrales). Además, los estados se están des-nacionalizando (dando paso a un orden institucional privado). Teme que estas tendencias agraven el déficit democrático en el interior del Estado y fortalezca la "legitimidad"  de normas y reclamos de grandes actores económicos globales.

Ve una tensión entre la inserción necesaria, si bien parcial, de la globalización en los territorios y las instituciones nacionales y el complejo sistema jurídico y administrativo que ha construido la autoridad exclusiva de los estados soberanos sobre su territorio nacional, ha sido en parte negociada mediante procesos de desnacionalización institucional parcial en el interior del Estado y de la economía nacional. Además, alerta de la formación de un orden institucional privado intermediario que se ubica solo parcialmente dentro del sistema interestatal y que se está transformando en un ámbito institucional paralelo donde se manejan las operaciones transfronterizas.

También estudia el Estado frente a la economía global y las redes digitales. Señala que el Estado puede concebirse como la representación de una facultad técnica administrativa que posibilita la implantación de la economía global corporativa. Recalca que solo dos estados, EE.UU. y el Reino Unido, están diseñando las nuevas normas y la nueva legalidad necesaria para garantizar los derechos y la protección de las empresas y los mercados globales (normas que derivan del derecho comercial y las prácticas contables angloamericanas).

Respecto a la división del trabajo entre naciones (Wallerstein), la autora cree que la diferencia entre centro y periferia ya no se refiere a la cadena de producción sino a una diferenciación "funcional". Dice que el centro está en el Atlántico Norte (en menor medida China y Japón), y en núcleos tecnológicos como Silicon Valley.

Indica que la inversión extranjera directa (fusiones y adquisiciones transfronterizas) y el mercado global de capitales y el comercio conforman el núcleo de los cambios estructurales constitutivos de la globalización y de las actividades tendentes a regularla.

Recalca que "hoy se ve un nuevo mapa de transacciones económicas que se superpone a los modelos geoeconómicos anteriores".

Señala que la digitalización ha posibilitado el fortalecimiento tanto de viejos actores y espacios no-estatales como de la formación de otros nuevos, capaces de competir con la autoridad estatal en materia de jurisdicción, alcance y exclusividad. La digitalización ha cumplido una función transformadora pero puede estar inmersa en otras dinámicas. Recuerda que Internet tiene la capacidad de mejorar la democracia pero también de ejercer un control importante o imponer límites al acceso. Recuerda que está regulada por leyes, por empresas de software o el ICANN. Las redes ayudaron a situar el mercado global de capitales en una posición distintiva respecto de otros componentes de la economía global. Recuerda que la desregulación de los mercados financieros nacionales, la integración global de un número cada vez mayor de centros financieros, las computadoras y las telecomunicaciones han contribuido al crecimiento explosivo de los mercados financieros. Se pregunta si el mercado global de capitales, como concentración de poder, tiene el poder de "disciplinar" a los gobiernos nacionales y de someter al menos a algunas políticas fiscales y monetarias a criterios que antes no se aplicaban y hacer lo "adecuado". Destaca que los mercados electrónicos (el espacio supranacional del mercado financiero global) operan en parte fuera de la jurisdicción exclusiva de los estados y, en realidad, constituye solo uno de los espacios de este sector digitalizado (el otro espacio es el real a nivel nacional donde operan los centros financieros).

Indica que el espacio digital privado del mercado global de capitales se intersecta al menos de dos maneras específicas en el ámbito de la autoridad estatal (con nuevas normas que reflejan la lógica del mercado global) y con el derecho.

La autora se pregunta si realmente se están formando nuevas configuraciones en medio de las viejas condiciones sociales. El poder, la movilidad del capital, las desventajas económicas y políticas, el desamparo de los sin techo y las pandillas son fenómenos que son antiguos o si han mutado. La autora se centra en estudiar la ciudad porque resurge como espacio estratégico para entender tendencias críticas en la reconfiguración del orden social (la globalización, el auge de las nuevas tecnologías informáticas, la intensificación de las dinámicas transnacionales y translocales y una mayor presencia y voz de instancias específicas de diversidad sociocultural).

Menciona a ciudades como Nueva York, Londres, Tokio, París, Frankfurt, Zurich, Amsterdam, Los Angeles, Sidney, Hong Kong, así como Shanghai, Bangkok, Taipei, Sao Paulo y México DF. Se ha registrado un aumento considerable en la intensidad y magnitud de las transacciones entre estas ciudades (a través de los mercados financieros, el comercio de servicios y las inversiones), así como un aumento de la desigualdad. Paralelamente a estas nuevas redes jerárquicas globales y regionales existe un vasto territorio que se vuelve más periférico y más excluido de los procesos que alimentan el crecimiento económico de la nueva economía global. Se observa una decadencia y una pérdida de funciones en los centros industriales y en las ciudades portuarias que antes eran importantes. Y en el empleo se sobrevaloran servivios especializados frente a otros trabajadores "innecesarios". Los habitantes marginados van ganando presencia política en estas ciudades y hacen sus demandas, por lo que las ciudades se polarizan.

Añade que el espacio formado por la red mundial de ciudades globales es un nuevo espacio estratégico para la formación de nuevos tipos de identidades y comunidades, incluso transnacionales.

También estudia los movimientos migratorios internacionales, que relaciona con los lazos económicos creados por la internacionalización económica, los vinculos coloniales y neocoloniales, la contratación directa de mano de obra extranjera por redes internacionales de inmigrantes, gobiernos o empresas, así como la exportación organizada de mano de obra y tráfico de hombres, mujeres y niños.

Además, analiza las nuevas clases sociales globales como fuerzas sociales emergentes (aunque están ligadas al ámbito nacional). Por un lado, está la nueva clase profesional transnacional. Luego, hay una clase compuesta por la fusión de distintos sectores desfavorecidos. También hay redes de funcionarios públicos especializados. Las tres clases son cosmopolitas y confluyen en las ciudades porque demandan tanto altos profesionales especializados como trabajadores de bajo salario. Los gobiernos tienen dos marcos normativos desconectados: una cultura política neoliberal para atraer a los profesionales y otra inmigratoria que cierra la puerta a los circuitos inferiores del mercado global. Estas desigualdades generan una segmentación en la sociedad del capitalismo avanzado.

Los activistas políticos han encontrado en las redes digitales un aumento de su potencial escala y generan comunidades globales. Hay también prácticas locales (micropolítica) que se repiten en otras partes del mundo.

Finalmente, concibe la digitalización como un medio para aumentar la movilidad del capital y cambiar la relación entre las empresas móviles y los estados-nación territoriales. Por ello, hay una desmaterialización de muchas actividades económicas (adquiere hipermovilidad). La autora sostiene que la hipermovilidad del instrumento financiero es algo "producido" que requiere capital fijo: profesionales de primera línea en el lugar del trabajo, computadoras, sistemas jurídicos y autopistas y aeropuertos. A esto se suman las lógicas sociales que lo organizan (las tecnologías digitales están marcadas por los intereses financieros). Hay cuatro dinámicas financieras que no las han creado las redes digitales pero sí las han favorecido.

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Resumen de "El triunfo de las ciudades", de Edward Glaeser (2011)


El resumen completo y actualizado está en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/09/el-triunfo-de-las-ciudades-de-edward.html

Resumen y anotaciones por E.V.Pita, licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, urbanismo, crecimiento económico, desarrollo sostenible

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Título: "El triunfo de las ciudades"

Subtítulo: Como nuestra mejor creación nos hace más ricos, más inteligentes, más ecológicos, más sanos y más felices.

Título original: "Triumph of the City. How Our Greastest Inventions Makes Us Richer, Smarter, Greener, Healthier and Happier

Autor: Edward Glaeser

Fecha de publicación: 2011

Editorial en España: Santillana Ediciones Generales, SL, 2011

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Texto de la contraportada:

Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. En un planeta con enormes extensiones de espacio y en el que los avances tecnológicos han suprimido las distancias, 3.300 millones de personas han elegido concentrarse en estas densas aglomeraciones de altos edificios, marañas de calles y atiborrados autobuses. Las ciudades ejercen mayor atracción que nunca. Y no obstante, a menudo, se las acusa de ser lugares poco ecológicos y saludables, caros y asolados por la delincuencia.

Edward Glaeser, uno de los más reconocidos expertos internacionales en Economía Urbana, rompe en este libro los mitos que rodean a las ciudades demostrando cómo estas son en realidad los lugares más "verdes", sanos y ricos (en términos culturales y económicos) en los que podríamos vivir. Residir en una gran ciudad es estar permanentemente expuesto a una avalancha de ideas, gentes y experiencias extraordinarias.

Glaeser viaja alrededor del planeta - desde los bulevares de París a las calles de Nueva York o los suburbios de Bombay - adentrándose en la historia urbanística y el día a día de aquellos que viven y trabajan en estas bulliciosas metrópolis, para revelar cómo piensan las ciudades y por qué se han convertido en las puertas de acceso a nuestro mundo globalizado".

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Biografía del autor Edward Glaeser (hasta 2012)

Edward Glaeser es profesor de Economía en la Universidad de Harvard, donde también dirige el Taubman Center for State and Local Gobernment y el Rappaport Institute for Greater Boston. Es senior fellow en el Manhattan Institute y colaborador de City Journal. Estudia la economía de las ciudades y los problemas relacionados con la vivienda, la segragación, la obesidad, la delincuencia y la innovación, entre otros temas, y escribe sobre gran parte de ellos en el blog de The New York Times Economix.

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ÍNDICE

Introducción: Nuestra especie urbana

Capítulo 1: ¿Qué fabrican en Bangalore?

Puertos de entrada intelectual: Atenas

La Casa de la Sabiduría de Bagdad

Aprender en Nagasaki

Cómo se produjo el boom de Bangalore

Estudios y éxito urbano

El auge de Silicon Valley

Las ciudades del mañana

Capitulo 2: ¿Por qué decaen las ciudades?

Cómo surgió el "cinturón de óxido"

Detroit antes del automóvil

Henry Ford y el Detroit industrial

El por qué de los disturbios

Reinvención urbana: Nueva York desde 1970

La rabia justiciera de Coleman Young

El efecto Curley

El complejo de edificación

Permanecer en el "cinturón de óxido"

Menguar para llegar a la grandeza


CAPÍTULO 3 ¿Qué tienen de bueno los barrios deprimidos?

Las favelas de Río

Movilidad social ascendente

El éxodo urbano de Richard Wright

Auge y caída del gueto estadounidense

Los centros urbanos

Cómo la política agrava la pobreza


CAPÍTULO 4 ¿Cómo se domestican las barriadas?

La difícil situación de Kinshasa

Cuidar de las ciudades enfermas

Limpieza de calles y corrupción

¿Más vías públicas y menos tráfico?

Aumentar la seguridad urbana

Prestaciones sanitarias


CAPÍTULO 5. ¿Es Londres un centro turístico de lujo?

Las economías de escala y el Globe Theatre

La división del trabajo y el cordero "vindaloo"

Calzado y ciudad

Londres como mercado matrimonial


CAPÍTULO 6. ¿Qué tienen de estupendo los rascacielos?

La invención del rascacielos

La ambición ilimitada de A.E. Lefcourt

Regular Nueva York

Miedo a las alturas

Los peligros de la conservación

Repensar París

Mala gestión en Bombay

Tres reglas sencillas


CAPÍTULO 7 ¿Por qué se ha extendido la dispersión urbana?

La dispersión urbana antes del automóvil

Arthur Levitt y las viviendas producidas en masa

Reconstruir Estados Unidos entorno al coche

Bienvenidos a The Woodlands

Explicar los gustos: por qué un millón de personas se mudaron a Houston

¿Por qué es tan barata la vivienda en los estados del sur y del suroeste?

¿Qué tiene de malo la dispersión?


CAPÍTULO 8 ¿Hay algo más verde que el asfalto?

El sueño de la vida en el jardín

Huellas sucias: comparando las emisiones de carbono

Las consecuencias no deseadas del ecologismo

Dos visiones verdes: el príncipe y el alcalde

La mayor batalla: el ecologismo en la India y China

En busca de un ecologismo más inteligente


CAPÍTULO 9. ¿Cómo prosperan las ciudades?

La ciudad imperial: Tokio

La ciudad bien administrada: Singapur y Gaborone

La ciudad inteligente: Boston, Minneápolis y Milán

La ciudad del consumo: Vancouver

La ciudad en expansión: Chicago y Atlanta

Demasiadas cosas buenas en Dubái


CONCLUSIÓN: Mundo plano, ciudad alta

Ofrezcamos igualdad de condiciones a las ciudades

Urbanización por medio de la globalización

Un impulso al capital humano

Ayudemos a los pobres, no a las ciudades pobres

El desafío de la ciudad consumista

La maldición del NIMBYismo

La predilección por la dispersión

Ciudades verdes

Ofrendas en la ciudad

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Comentarios previos:

En el último siglo, el número de ciudades con más de un millón de habitantes se ha disparado, hay un éxodo del rural a las ciudades porque en estas urbes hay más posibilidades y oportunidades (pero también más competidores).

El libro recoge una tradición que ensalza la ciudad como lugar de oportunidades para prosperar y un lugar ecológico en el sentido de que la distribución de agua, alimentos, transporte es más eficiente que si la población y sus casas estuviesen dispersas. El gasto es menor porque el consumo se hace al por mayor. En cuanto a las oportunidades no tiene discusión: no es lo mismo vivir en una cabaña aislada que en el centro de Manhattan, donde puedes ir al teatro, a ver cine, buscar empleos atractivos y bien pagados, cenar en restaurantes de todo tipo.

Uno de los argumentos de Glaeser es que las ciudades con pobreza atraen a más pobres porque los alquileres y precios de las viviendas son muy bajos. La gente se resiste a marcharse de la ciudad porque quiere amortizar su inversión en vivienda. Dice que las subvenciones y otras ayudas también atraen a los pobres mientras que el apoyo a la inversión (por ejemplo mediante desgravaciones fiscales) es positivo si esas inversiones se destinan a infraestructuras útiles y no proyectos faraónicos sin sentido.

Ciudades como Bangalore en la India se han convertido en un polo de atracción para jóvenes con talento en la informática. Otros, como Detroit, dentro del llamado "cinturón de óxido", han perdido la mitad de su población por el declive de su industria automovilística y todos los planes para reflotarlos (mediante grandes construcciones urbanísticas y centros comerciales) han resultado fallidas porque representa una época pasada.

Un ejemplo de cómo se ha intentado reflotar ciudades industriales en decadenrcia del "cinturón de óxido" ha sido la construcción de grandes centros comerciales o museos de arte contemporáneo, para hacer más atractivas esas ciudades y atraer turistas. Glaeser pone como ejemplo a Detroit, Liverpool y Bilbao. Sobre esta última urbe, el autor señala que la construcción del museo Guggemheim disparó de uno a tres millones el número de turistas de Bilbao. Pero en otros casos, el resultado para reinventar una ciudad ha sido fallido: Detroit cuenta con uno de los mayores centros comerciales de Estados Unidos pero eso no ha sido suficiente para reflotar una ciudad que se muere y vacía de gente, con un centro derruido y abandonado (Detroit tuvo su auge en el siglo XIX porque estaba en una zona en la que era fácil transportar mercancías en tren o río a Nueva York y luego esa ciudad se convirtió en innovadora porque congregó a su alrededor a ingenieros, inventores y empresarios que desarrollaban un motor por combustión; de ahí salió Ford y General Motors). Pero esa economía basada en el transporte barato y las ciudades estratégicamente colocadas pasó a segundo término cuando todas las ciudades quedaron bien comunicadas. Al perder esa ventaja del transporte barato, muchas ciudades, como Detroit, dejaron de ser imprescindibles y las empresas buscaron otras localizaciones más baratas.

Fenómenos como este, que surgieron a partir de 1950 y continuaron hasta los años 70 y 80, conllevaron la decadencia de Detroit o Nueva York pero esta última ciudad supo reinventarse. La razón es que, cuando dejó de ser un importante polo textil, la ciudad de los rascacielos mantuvo su liderato gracias a otro sector afianzado en Manhattan: las finanzas. La desregulación financiera llenó los bolsillos de una clase de ejecutivos adinerados y grandes corporaciones que continuaron generando riqueza para la ciudad.

El autor también investiga los efectos de la segregación racial en las ciudades, sobre todo en el caso de Estados Unidos. Los ciudadanos de color que prosperaron y quisieron asentarse en barrios de blancos a principios del siglo XX fueron boicoteados y amenazados para marcharse. Incluso se instauraron leyes para impedir alquilar un piso en un barrio blanco a un afroamericano pero los activistas lo pararon al lograr que el Gobierno no interviniese y la ley fuese papel en blanco. Finalmente, quienes prosperaron salieron del "guetto" y este siguió sumido en la pobreza.

Por ejemplo, en el caso de Detroit, la clase blanca adinerada se construyó su propio cinturón de urbanizaciones a 12 km del centro de la decadente ciudad, a la que ya no tenían que ir a nada.

Una de las razones clave de que el centro de una ciudad en decadencia atraiga a los pobres es un buen servicio de transporte público que les permite ahorrar dinero a costa de su tiempo. Mientras, la gente rica usa el coche para todo.

En cuanto a las favelas de Río de Janeiro, Glaeser sostiene que, pese a la miseria y la delincuencia, estos lugares ofrecen mayores oportunidades para sus habitantes que el rural. Añade que, en su día, alrededor de ciudades como Nueva York también se crearon poblados chabolistas porque muchos inmigrantes eran atraídos a aquel lugar.

Graeser también analiza las ciudades disfuncionales como Kinsasa, capital de la R.D. del Congo, (hasta 1966 conocida como Leopoldville) fue fundada por dos explotadores coloniales: el aventurero Stanley y el rey belga Leopoldo II. Tras la independencia, el dictador Mobuto convirtió la capital del Zaire en un lugar inseguro y corrupto, que atraían a más corruptos que querían negociar con el dictador. A día de hoy, Kinsasa sigue siendo una de las ciudades más inseguras y peligrosas del mundo, lo que no impide que atraiga a más población, pues ya hay más de diez millones de habitantes. En Kinsasa, cuenta el autor, nada funciona.

En otro capítulo, Glaeser estudia cómo las grandes ciudades se protegieron de los estragos de la peste y la delincuencia. Un ejemplo es Nueva York, preocupada en el siglo XIX en obtener agua limpia tras un brote de cólera que se propagaba desde un pozo. Un banquero propuso una iniciativa privada que resultó poco eficiente por lo que el municipio invirtió un montón de dinero en alcantarillado y redujo la mortalidad por enfermedades. La ciudad volvió a ser castigada en 1918 con la gripe española y en 1980 con el sida.
El segundo reto fue la delincuencia; en el siglo XIX la policía neoyorquina era corrupta y la delincuencia escalaba a 5 crímenes por 100.000 habitantes en 1930, en la época del gansterismo. Ciertas reformas permitieron reducir la violencia entre 1930 y 1960 pero, a partir de entonces, se disparó hasta los 22 muertos por 100,000 habitantes. La situación era tan mala que la esperanza de vida en NYC era dos años menor que en el resto del país. En los años 80, se aplicaron políticas más duras con severas penas en la cárcel y se aumentó la plantilla de policías, por lo que la delincuencia bajó mucho. Graeser sostiene que las medidas progresistas para mejorar las condiciones de vida de los barrios pobres no redujo la delincuencia y lo único que funcionó fue meterlos a todos en la cárcel, con lo que ya no podían delinquir.
En otros sitios, con mucha miseria, como Bombay, apenas hay delincuencia porque los vecinos vigilan en favor de su comunidad.

Posteriormente, Glaeser examina el triunfo de Londres, ciudad en la que viven 32 multimillonarios. La razón por la que estos ultrarricos eligen Londres es porque hay una gran oferta de entretenimiento y porque tienen muchas tiendas en las que gastar su riqueza, caso de las calles Bond Street, Arcade y Picadilly. Salir a cenar también es una atracción mejor que el teatro. Los grandes autores de teatro ponen sus funciones en la ciudad porque hay un gran público potencial.

Otros ejemplos que analiza es el éxito de ciudades como la canadiense Vancouver que cuando dejó de tener importancia como puerto aprovechó la energía de sus emprendedores de la escuela de ingeniería que montaron sus propios negocios. En el caso de Boston, también dejó de ser un puerto importante cuando el transporte se abarató pero aprovechó su excelencia y formación superior de sus escuelas y prestigiosas universidades (Harvard, MIT) para reinventarse.
También estudió el caso de Dubai, que invirtió en ladrillo para generar ingresos a parte del petróleo pero el autor considera que algunos proyectos fueron desmesurados y la ciudad se endeudó por encima de lo que podía soportar y necesitó un rescate de un país vecino.

Por otro lado, examina casos de fracaso como el de la ciudad alemana de Leipzig, que tiene muchos edificios abandonados y han fracasado los intentos de reflotarla.

También estudia los intentos de mejorar la educación en los barrios pobres de Nueva York. Las iniciativas han sido fracasos, tanto cuando intentaron mezclar a alumnos ricos en barrios pobres como cuando ocurrió lo contrario. Los ricos siempre acabaron escapando a zonas de urbanización con mejores escuelas. Otro plan fue inyectar fondos a las escuelas pobres pero tampoco funcionó. Alguna iniciativa de alto nivel de exigencia a los alumnos pobres empezó a dar resultados y ese modelo ha funcionado mejor y se han repetido experiencias. Pero Glaeser recalca que el éxito de las ciudades radica en que atraiga a mentes privilegiadas y que estas contacten entre sí para generar nuevas ideas como ocurrió con Ford y otros emprendedores de la industria automovilística en Detroit o luego en Silicon Valley, donde la universidad de Stanford atrajo a numerosos ingenieros que a su vez crearon start ups, Parte de las ciudades que han sabido reinvertarse lo han podido hacer porque acumulaban un babaje cultural de varios siglos, como aquellas ciudades, caso de Boston, que contaban con universidades centenarias. Toda esa concentración de talento ha permitido que salgan adelante nuevas iniciativas empresariales.

La parte final del libro examina las ventajas de edificar a lo alto y en vertical, frente al modelo de casas bajas y de la protección del centro. Sostiene que la gente huye de los centros históricos, en los que no se puede construir, y se afinca en los suburbios. Su idea es que si una ciudad quiere abaratar su suelo tiene que permitir levantar grandes edificios que son más baratos y permiten que la ciudad sea más competitiva.

Relata cómo ciudades como Nueva York crecieron a lo alto gracias al esqueleto de acero que permite elevar la estructura rápido y sencillo. Hubo pioneros que empezaron en la industria textil, que levantaron grandes rascacielos hasta que la Gran Depresión hundió el negocio inmobiliario. El Empire Estate Building pudo terminarse incluso más barato porque, debido a la crisis, había abundancia de hierro barato.

El autor sostiene que las ciudades deben ser competitivas y que no deben rescatarse ni enterrar ayudas en ciudades que no son viables económicamente. Pone el caso de Nueva Orleáns, que fue un puerto prominente en el siglo XIX pero que lleva más de un siglo en decadencia, lo que se agravó con el huracán Katerinne. Los intentos de reconstruir esta ciudad y las grandes inversiones realizadas no ayudarán a reflotar la economía de la ciudad, que no ha sabido reinventarse ni hacerse competitiva. Sería el típico ejemplo de ciudad barata y pobre que atrae a más pobres porque su suelo es barato. Por eso, considera que el libre mercado es el gran árbitro que decide qué ciudad es competitiva y tiene futuro y cual no, y por eso cree que debe haber mayor movilidad entre sus habitantes para trasladarse allí a donde haya oportunidades de llevar una vida mejor, ganar más e intercambiar ideas.


(continuará)

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Resumen del libro "La España vacía", de Sergio del Molino (2016)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/10/la-espana-vacia-de-sergio-del-molino.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, sociología rural, población, estructura social, urbanismo, distribución poblacional, demografía
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Título: "La España vacía"

Subtítulo: "Viaje por un país que nunca fue"

Autor: Sergio del Molino

Fecha de publicación: Madrid, 2016

Editorial Turner Publicaciones SL

Número de páginas: 292

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Biografía de Sergio del Molino  (hasta 2017)

Sergio del Molino nació en Madrid en 1979. Es autor de La hora violeta, novela por la que recibió el Premio Ojo Crítico de Narrativa 2013 y el Premio Tigre Juan 2013, entre otros, y que ha sido traducida a varios idiomas. Desde su debut literario, en 2009, ha publicado la colección de relatos Malas Influencias (2009), el ensayo literario Soldados en el jardín de la paz (2009), una antología de sus textos periodísticos más personales. El restaurante favorito de Nina Hagen (2011), la que fue su primera novela No habrá más enemigo (2012) y Lo que a nadie le importa (2014), que anticipa en clave narrativa algunos temas que aparecen en La España vacía, su primer gran ensayo.

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Texto de la contraportada

"Hay dos Españas: una urbana y europea, y una España interior y despoblada. La comunicación entre ambas ha sido y es difícil. A menudo, parecen países extranjeros el uno del otro. Y, sin embargo, la España urbana no se entiende sin la vacía.

Esa España interior del Quijote, la que divisamos desde la autovía, la de los pueblos que para algunos son la feliz aldea de los veranos infantiles y para otros el paisaje de la leyenda negra, es la España vacía de este ensayo.

Buñuel, Azorín o Almodóvar la convirtieron en escenario. Los políticos la visitan en campaña electoral o la olvidan en cuanto llegan al gobierno. Los urbanitas vuelven a ella soñando con una vida más fácil. Y los que la viven bajan a Madrid a gritar que existen.

Un ensayo originalísimo y emocionante, escrito por una voz joven, con mirada política y sensibilidad literaria. Un libro imprescindible, que le hará pensar en su familia, en sus raíces y en su forma de vivir".

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ÍNDICE

El misterio de las casas quemadas

Primera parte. El Gran Trauma

I. La historia del tenedor

II. El Gran Trauma


Segunda parte. Los mitos de la España vacía

III. La ciencia del aburrimiento

IV. Tribus no contactadas

V. Marineros del entusiasmo

VI. La belleza de Maritornes

VII. Manos blancas no ofenden.


Tercera parte. El orgullo

VIII. Los hijos de la tierra

IX. Una patria imaginaria.

Coda: explicaciones no pedidas

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RESUMEN:

Comentarios iniciales: Estamos ante una gran obra de Sociología, del estilo "La primavera silenciosa", un ensayo que también es útil para los economistas para comprender y visualizar la estructura económica de España con grandes polos industriales concentrados y rodeados de "desiertos" despoblados. 

El autor recuerda sus tiempos mozos, cuando sus padres de Madrid quisieron irse a vivir a un pueblo castellano. A pesar de su vida idílica, los inviernos cortaban las carreteras por la nieve y pronto se mudaron a Alicante. Es la forma de arrancar este libro sobre el abandono del rural, un declive que Delibes ya describió en 1978 en El Disputado Voto del Señor Cayo.

A medida que se avanza por las páginas del libro, el lector toma conciencia del desolador panorama del interior de España, que abarca las dos Castillas, Aragón, La Rioja, Extremadura y (en una extensión que hace el autor) las provincias gallegas de Ourense y Lugo. Estas provincias y regiones se caracterizan por tener pueblos vacíos en zonas desérticas, sin apenas población, con el rural abandonado o explotado por grandes compañías pero que no generan trabajo. Compara los pueblos franceses, italianos o alemanes enclavados a lo largo de carreteras con verdes e idílicos paisajes que siguen vivos y llenos de alegría y rebosantes de niños al otro lado de los Pirineos frente a los pueblos "zombies" castellanos. Mientras Europa ha logrado hacerlos económicamente viables y cada semana celebran una feria con quesos y otros productos locales, en Castilla y Aragón, no hay nadie por las calles y sus paisajes son desolados. [nota del lector: la imagen de los pueblos europeos contiguos siguiendo el trazado de la carretera también es típica de la Galicia costera].

En primer lugar, señala que lo que él llama la España Vacía cuenta con 7 millones de habitantes, aunque solo hay tres ciudades importantes: Madrid, Zaragoza (700.000 habitantes) y Valladolid (300.000) y el resto son capitales de provincia. Su extensión es similar a Bélgica, que tiene el doble de habitantes. Fuera de la capital, todo es un páramo, con una densidad de población de 8 habitantes por kilómetro cuadrado, similar a la de Laponia. En sí, España, con una superficie similar a la de Francia, que duplica a Inglaterra, y por encima de Italia y Alemania, es un país vacío, con poca población respecto a los estados más occidentales. Pone como ejemplo que en todo el Levante agrupa a 17 millones de habitantes y que Andalucía suma otros siete.

El éxodo del rural tiene su origen entre 1945 y 1950, cuando los jóvenes empezaron a emigrar del pueblo a la ciudad en busca de una vida mejor ante la falta de empleo en el campo y por la industrialización en las ciudades, que duplicaron o triplicaron su población en 30 años. Primero se fueron a la ciudad los jóvenes y luego los viejos, en busca de servicios médicos.
 La película "Surcos" relata las míseras condiciones de los campesinos que viven en descampados de Lavapiés, en Madrid, y los jóvenes se dedican a robar y las chicas a prostituirse con los señorones de la capital. La novela "Tiempo de Silencio" aborda la misma cuestión. La pobreza no se podía esconder pero se hizo más humana con el humor de Paco Martínez Soria, el prototipo de "paleto" que se va a vivir a la capital. El autor dice que nadie, en 50 años, hizo nada por resolver el abandono del campo. Explica que el general Franco expresaba su gran admiración por los valores agrarios y ganó la Guerra Civil con la ayuda campesina pero luego siguió representando al capitalismo de siempre. El régimen militar dirigió una política de inundación de valles para construir embalses y generar electricidad para las ciudades y apostó por la creación de polos industriales en Madrid, Bilbao y Barcelona, que se llenaron de inmigrantes del rural. En 30 años, el campo se vació y la mitad de la población estaba viviendo en una gran ciudad. Fue un crecimiento descontrolado, propio del brutal desarrollismo de los años 60, y la estructura económica se vio completamente descompensada, con pueblos muertos en el interior y la costa superpoblada. Recuerda al crecimiento espectacular de China. Del interior no volvió a tenerse noticias hasta que se movilizaron los de "Teruel también existe".

Otra de las cuestiones que llama la atención al autor es que a nivel político el campo está sobre-representado, su voto vale más que el de la ciudad a la hora de obtener escaños, lo que ha llevado a que los grandes partidos inflen su número de escaños a costa de los pequeños partidos que aunque consiguen muchos votos están dispersos por todo el territorio rural. El reparto de escaños por la Ley de D'Hont fue instaurado para dar "estabilidad" a la política pero, según el autor, se hizo para evitar que el partido comunista lograse muchos escaños y, a la vez, favorecer el bipartidismo. El caso es que el voto de un habitante de Soria vale 5,6 veces más que otro de Madrid. De ahí, que los políticos que comprendieron la ley de D'Hont comprendieron que el voto nacionalista y regionalista resultaba mucho más valioso y rentable que el de otros partidos minoritarios. Nadie ha querido cambiar el sistema porque los opositores que llegaron al poder, lo mantuvieron para seguir en el poder.

Más adelante analiza sitios que simbolizan el rural como Fago (en Huesca) o Las Hurdes (en Extremadura). En el primer caso, Fago era un pueblo de 30 habitantes, la mayoría regresados de la ciudad para buscar tranquilidad, algunos de los cuales se volvieron paranoicos y uno de ellos asaltó al alcalde cuando volvía por carretera en medio de la nieve y lo asesinó con tiros de escopeta. Los vecinos se quejaban de que el alcalde ponía multas "injustas" cuando ellos lo que querían en el pueblo era vivir con tranquilidad y no fijarse en dónde aparcaban el coche. El asesino resultó ser un vecino descontento con la supuesta "tiranía" del alcalde. Fago se había convertido en un infierno administrativo. Los periodistas, incluido el autor, tropezaron con el silencio de los vecinos y del único bar que había. El autor señala que el pueblo más cercano estaba a muchos kilómetros y que el resto era desierto aragonés. Los inviernos eran realmente duros y solitarios, como si te aislasen en una celda de castigo. Hasta Internet iba lento.

Fago representaba la soledad paranoica del mundo rural, del aislamiento invernal que hacía perder la cabeza a sus habitantes, que se peleaban por minucias ridículas y vergonzosas como los niños. Pero el autor replica que hay miles de pueblos casi vacíos y solo se han producido un puñado de crímenes. En todo caso, algunos, el crimen de Puerto Hurraco, con nueve asesinados y los dos culpables huidos al monte perseguidos por la Guardia Civil, despertaron a España en 1990 del sueño de modernidad que parecía vivir con el AVE, la Expo 92 y las Olimpiadas de Barcelona.

Otro caso que analiza es el de Las Hurdes, considerada la imagen de la miseria rural azotada por pobreza, brutalidad y enfermedades infecciosas. En los años 20 del siglo XX, Luis Buñuel rodó allí un pseudodocumental, llenos de monstruo y deformes de feria, bebés flotando en el río, que el doctor Gregorio Marañón rechazó por irreal. La película no pasó la censura y apenas fue vista pero se convirtió en un mito. Hasta el propio Unamuno viajó desde Salamanca a Extremadura para verificar si la parte alta de Las Hurdes era la jungla, sin libros ni nada. Lo desmintió, no le pareció más pobre que otras zonas montañosas que había recorrido antes.

El autor Sergio del Molino concluye que Buñuel quiso seguir la estela de la literatura del momento, estilo Tarzán o El Corazón de las Tinieblas, donde el explorador occidental se adentra en territorio indígena, como es el caso de Las Hurdes. La mala fama de Las Hurdes siguió durante décadas y el Franquismo y luego la Junta de Extremadura se volcaron en esta región para ponerla como escaparate del progreso en el rural, con mucha tienda "delicatessem", etc...

En posteriores capítulos examina el paisaje de Castilla-La Mancha, descrito en El Quijote, y los relatos de los viajeros franceses e ingleses que visitaron España en el siglo XIX atraídos por los tópicos y que estaban aterrorizados con la miseria que veían, por el árido paisaje de Castilla y por la inseguridad de los caminos. El propio cuentista Arthur Andersen no se atrevía a salir más allá de unas manzanas de su alejamiento en Madrid por temor a ser asaltado por bandoleros.

Una idea destacable es que el autor considera que el romanticismo contribuyó a fijar la idea de un paisaje vacío y lleno de pedruscos en Castilla, sobre todo con las traducciones de autores franceses que eran más neutrales pero que la versión española traducía con mayor mordacidad. Los extranjeros sin embargo sí se asombraron de que el país estuviese vacío. Añade que aunque no hayamos leído a Antonio Machado, tenemos una imagen clara y precisa de la ancha Castilla y cuando la visitamos en coche por la autopista la reconocemos al instante. Ese imaginario ha pasado de los libros y poemas al cine y la televisión, de forma que existe en nuestra imaginación la idea de Castilla plana y solitaria.

 Sin embargo, en pleno romanticismo, el poeta y escritor Becquer logró hacerse un hueco en el panorama periodístico de la capital al enviar sus crónicas desde Moncayo y describir sus paisajes de forma totalmente asombrosa para los capitalinos.

Otra de las cuestiones de interés es que Del Molino niega la famosa leyenda que dice que en la Hispania Romana las liebres y ardillas saltaban de árbol en árbol de un extremo al otro del país. No halla ningún testimonio similar en los textos clásicos y los dibujos y grabados y textos del siglo XVIII reflejan un país sin un árbol aunque luego en el XX comenzaron las repoblaciones aunque el paisaje, en esencia, siguió siendo plano y sin sombra.

También se detiene en la ruta de El Quijote. Cree que la mayor parte fue inventada por Cervantes y que no se corresponde con la realidad porque el escritor escribía deprisa y no se fijaba mucho en los detalles (al mismo personaje le ponía nombres distintos o le hacía cenar tres veces seguidas en el mismo capítulo). Además, Cervantes buscaba la risa tabernaria y era muy cruel con los personajes, ridiculizándolos para chanza del público embrutecido. Sin embargo, se ha montado una industria en los pueblos de La Mancha respecto al Quijote diciendo que si pasó por allí o por allá, sin tener en cuenta que era una chanza más del Cervantes, un tipo socarrón en exceso por no decir burlón y que solo buscaba la risa de la taberna. Pero en el imaginario colectivo quedó como un honor que este o el otro pueblo fuesen mencionados en el libro porque creaba una identidad.



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Resumen del libro "No society", de Christophe Guillouy (2018)

Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/06/no-society-de-christophe-guillouy-2018.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, clases sociales, estratificación social, desigualdad

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Ficha técnica:

Título: "No Society"

Subtítulo: El fin de la clase media occidental

Título original en francés: "No Society"

Publicado en 2018 (Francia)

Edición en español: Barcelona, 2019, Penguin Random House Grupo Editorial SAU

Número de páginas: 218

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Biografía oficial del autor Christophe Guillouy (hasta el 2019)

Christophe Guillouy (Montreuil, 1964) es un geógrafo que se alejó del mundo universitario para dedicarse a un trabajo de investigación aplicada. Es autor, entre otros, de L'Atlas des nouvelles fractures sociales en France (2004) y La France périphérique (2015), considerados libros de referencia. No Society es su primer libro dedicado a estudiar tendencias mundiales

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Texto de la contraportada

"El polémico ensayo que ha irrumpido con fuerza en el debate internacional.

"There is no society", dijo Margaret Thatcher en 1987. El mensaje caló en las clases dominantes occidentales y se ha producido una secesión entre la gente de arriba -que, abandonando el bien común, sumerge los países occidentales en el caos - y la más desfavorecida. Como resultado, se descompone la sociedad.

Crisis de la representación política, atomización de los movimientos sociales y gentrificación de las ciudades son algunos de los signos del agotamiento de un modelo que ya no construye sociedades. La ola populista que atraviesa el mundo occidental no es más que la parte visible de un "soft power" ejercido por las clases populares que obligará al mundo de los arriba o bien a unirse al movimiento real de la sociedad o bien a desaparecer.

Hace algunos años Christophe Guilluy acuñó el concepto de "Francia periférica", empleado hoy de manera muy generalizada, e hizo hincapié en el peligro del desprecio por parte del mundo mediático a las clases populares, y en la importancia del descontento de estas. Con este libro amplía su reflexión a un ámbito internacional: el Brexit, la elección de Trump o Bolsonaro y el auge de Vox en España dan cuenta del caracter internacional del fenómeno".

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ÍNDICE

Primera parte

Sobre las ruinas de la clase media, ha emergido el mundo de las periferias

1. Ha emergido el mundo de las periferias

2. El tiempo de la salida de la clase media

3. ¿Quién quiere ser deplorable?

Segunda parte

No Society

1. El repliegue de una burguesía asocial

2. El abandono del bien común

3. El caos tranquilo o la sociedad relativa

Tercera parte

El "soft power" de las clases populares

1. Un heartland popular o la inversión de los conceptos de potencia y poder

2. Ni guerra ni paz: la resistencia a la negación de las culturas

Conclusión: ¡Ayudémoslos a volver a la comunidad nacional!

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RESUMEN

La socióloga Saskia Sassen (Premio Príncipe de Asturias) lanzó en los 90 el concepto de ciudad global. París, Tokio, Londres, Nueva York o Barcelona son nodos cosmopolitas que atraen a las élites. Estos espacios urbanos de éxito están conectados con otras metrópolis que funcionan al margen de su periferia, más pobre y donde quedan atrapados los perdedores de la globalización. En la misma línea, Sergio del Molino destapó la crisis de la España vacía y el hundimiento del rural. Ahora, el geógrafo francés Christophe Guilluy, que acuñó la “Francia periférica”, acaba de publicar “No society”, un ensayo que denuncia cómo París se ha convertido en una ciudad global que agrupa a las élites, las cuales gentrifican el centro urbano y desplazan a los más humildes a la periferia.

 Mientras París y las grandes ciudades concentran el empleo y los negocios con otros nodos internacionales y disfrutan de las ventajas de la "globalización feliz", las provincias se hunden en el paro y pierden población. Guilluy concluye que estas ciudades globales aspiran a la autosuficiencia (una especie de ciudades-estado) y se desligan de la periferia marginada. Si los perdedores de la globalización reaccionan con un voto populista, la élite urbana les tilda de brutos, ignorantes, racistas o fascistas, como ocurrió con los votantes del cinturón de óxido de Trump, del Brexit, la ultraderecha europea o los chalecos amarillos, dice el autor.

Dado que la ciudad global atrae a los ganadores y a la clase dominante (los llamados "bobos", de bohemios y burgueses, en francés), estos la conforman a su gusto, lo que hace de efecto llamada a nuevos ricos. La subida del precio del alquiler en los centros urbanos expulsa a los habitantes humildes (la llamada gentrificación), que se deben acomodar en la periferia, así como a los "ghetos" y los "banlieues" y otros territorios disfuncionales. Los pobres se mudan a los barrios más alejados del centro, que se convierte en un distrito "chic" y bohemio solo asequible para personas de alto poder económico, y que suele coincidir con los mismos afortunados que se han enriquecido con la globalización. El nuevo modelo ya no integra a las clases populares, a los que un presidente francés llamó "desdentados".

Así, el autor sostiene que los de arriba se están separando de los de abajo y advierte que eso es peligroso en el sentido de que la alta burguesía siempre ha necesitado tener a un aliado de otra clase (normalmente, la clase media) como pegamento de cohesión social. Pero ahora, a causa de la precarización y el desempleo ocasionados por la globalización, la clase social se disgrega y diluye o, directamente, se hunde en las clases más bajas. Y esto no afecta a países en desarrollo sino al propio corazón de Occidente, como Francia o Estados Unidos, dice, cuya clase media ve cómo se pierden los valores del American Way of Life (el sueño americano) y su versión europea. Entre los perdedores no están solo los marginales de los suburbios, sino también los obreros, empleados, pequeños asalariados y jubilados modestos. Estas categorías,. antes opuestas, se reúnen poco a poco en una misma oposición, "unidas por el mismo sentimiento de relegación cultural y geográfica".

 Según señala Guillouy, poco a poco se van distinguiendo dos extremos: por un lado, los ultrarricos y triunfadores de la globalización, que se han "bunkerizado" en ciudades gentrificadas, y, por otro, los pobres y perdedores de la mundialización, que se quedan atrapados en la periferia. Este pegamento social constituía antes la sociedad por lo que ahora hay una "no society", el desentendimiento y abandono de los de arriba hacia los de abajo. No solo se sacrificó a la clase obrera, como pretendía Margareth Thatcher en 1978 al decir: "This is no society", sino a la propia sociedad. "Esta ruptura de la relación, aunque fuese conflictiva, entre arriba y abajo y el abandono del bien común, nos hunde en la asociedad", dice el autor.

Entre los factores que contribuye a la "no more society" incluye la crisis de la representación política, la atomización de los movimientos sociales, las burguesías que se encierran en sus fortalezas, las clases populares que se asilvestran y el comunitarismo ("segregacionismo étnico"). Estos son los síntomas del agotamiento de la sociedad. De ahí surge la secesión de los ricos, el hundimiento del Estado del Bienestar, las paranoias y tensiones identitarias. El autor añade que las clases populares reaccionan preservando su capital social y cultural.

El autor explica que los políticos mantienen el mito de la clase media como clase social mayoritaria e integrada que se beneficia de las ventajas del progreso y de un capitalismo en permanente mutación (a pesar de que los investigadores alertan desde hace décadas de la pulverización de la clase media). Según el autor, los políticos, los medios y los académicos transmiten este mensaje tranquilizador. Aquellas minorías excluidas y marginadas se benefician de unas políticas benignas. Pero bajo este mito subyace otra realidad secreta disimulada desde hace décadas: el progresivo alejamiento y desvinculación política y cultural masiva de la mayoría de las clases populares. Aunque las clases dominantes elogian la multiculturalidad, no la sufren porque van a colegios privados y viven en elegantes barrios, dan sermones desde sus cómodas burbujas alejadas de los conflictivos suburbios. Y este huir de las minorías es algo general, de forma que solo quedan barrios con "mayorías", ya que el resto se ha marchado por miedo a la inseguridad (todo esto genera inestabilidad demográfica). Se ha optado por la convivencia, pero separada.

La periferia estaría conformada por las zonas suburbanas castigadas, las rurales, las residenciales pero poco dinámicas, las ciudades medias, las ciudades grandes desindustrializadas (y que acogen a la antigua clase media y modesta y que desde hace 20 años es la base del voto populista) mientras que la zona dominante incluye las metrópolis y las zonas turísticas privilegiadas gracias a la burguesía metropolitana.

Frente al populismo, las clases dominantes califican a sus votantes de irracionales, marginales, minoría de deplorables (los hillbillis), obreros o analfabetos funcionales. El autor cree que el terremoto populista de quienes votaron al Brexit, a Le Pen o Trump son algo más que "resentidos" de la vieja clase obrera desindustrializada. No son marginales, sino la sociedad entera del American Way of Life que reacciona ante otro modelo que está finiquitando la clase media occidental. El autor menciona a Marcek Gauchet como el primero que, en los años 80, acuñó el concepto de "fractura social" justo cuando comienza a despegar Le Pen. Guillouy dice que la clave populista consiste en combinar una doble inseguridad: la social (los efectos del modelo económico) y la cultural (la aparición de la sociedad multicultural). Recuerda que las clases populares siempre estarán ahí (el obrero que hace la carretera) y que estas siempre defienden la comunidad y el bien común porque es la garantía de protección que tienen frente a la adversidad.

En este sentido, ya no hay derechas e izquierdas, sino ganadores o protegidos de la globalización contra los perdedores o debilitados, los nómadas contra los sedentarios, las nuevas clases altas contra las nuevas clases populares, los de un sitio contra los de ninguno.

El modo de reaccionar de las clases altas contra el populismo es el miedo y la llamada al "guerracivilismo", una pose de estar al borde de la conflagración nacional aunque solo pretende ahuyentar a los posibles votantes moderados de la tentación populista o antisistema. Y lo cierto es que las clases populares rehuyen el conflicto y prefieren la paz porque saben que los perdedores de cualquier guerra son siempre los humildes, por lo que su estrategia es reducir los territorios de contacto entre otras etnias. El autor añade que la inmigración nunca fue un tema tabú, ni para la izquierda, cuando, hace unas décadas, estudiaba sin complejos el desafío demográfico y el número de inmigrantes que había que acoger. Dice que mientras la población reclama una regulación de la inmigración, las élites hacen oídos sordos (pues apuesta por la desaparición de las identidades y el multiculturalismo). El autor añade que el destino de los nuevos inmigrantes no es integrarse sino amontonarse en barrios donde ya ya hay más inmigrantes y altas cifras de desempleo pero es igual porque los hijos de la alta burguesía (que apuesta por la eliminación cultural) no irán a esos colegios de los suburbios.

Las zonas afectadas por el populismo son el Rust Belt (cinturón de óxido) americano, el Yorkshire británico (zona de York), las cuencas industriales de Alemania del Este y el rural francés, entre otros. Cada vez se agranda la grieta entre las metrópolis y las ciudades de más de 500.000 habitantes se enriquecen cada vez más y atraen empleo (y suben los precios) y la periferia donde no para de reducirse el empleo (y bajan los precios). El problema no solo es la creciente desigualdad sino que los más modestos queden atrapados en la periferia para siempre. Y ocurre otro fenómeno: las grandes ciudades están empezando a dar señas de agotamiento y perder población (que huyen de los precios; las "deseconomías de escala") mientras se repuebla la periferia.

El autor concluye que el actual modelo ha fallado en lo esencial: en crear sociedad. Ante esta "regresión social", el mundo de arriba está sin referentes sociales ni culturales, atrapado en un callejón (es una clase egoísta y asocial) y tendrá que aprender a convivir con los de abajo.

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Resumen del libro "Construir y habitar", de Richard Sennett (2018)

Resumen original y actualizado en el siguiente link;
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/08/construir-y-habitar-de-richard-sennett.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología.

Sociología, urbanismo, vida en la ciudad, hábitat urbano, cultura urbana

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Ficha técnica

Título: "Construir y habitar"

Subtítulo: Ética para la ciudad

Título original en inglés: "Building and Dwelling. Ethics for the City"

Autor: Richard Sennett

Fecha de publicación en inglés: 2018

Publicación en español: Editorial Anagrama SA, Barcelona, 2019

Número de páginas: 431

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Biografía oficial del autor Richard Sennett (hasta el 2019)

Richard Sennett es sociólogo, profesor de la London School of Economics y de la Universidad de Nueva York, creador de Theatrum Mundi, una fundación de investigación sobre cultura urbana, y consultor de la ONU. Ha recibido numerosos premios y honores, entre ellos el Premio Hegel en el 2006, el Gerda Henkel en el 2008 y el Spinoza en el 2010, además del doctorado honoris causa de la Universidad de Cambridge y la Centennial Medal de la de Harvard. En Anagrama se han publicado El declive del hombre público, La corrosión del carácter, El respeto, La cultura del nuevo capitalismo, El artesano, Juntos y El extranjero.
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Texto de la contraportada

"¿Cómo deberían ser las ciudades del futuro? ¿Cómo ha evolucionado su planificación a lo largo de la historia? ¿Cómo afecta a nuestra vida el entorno urbano en el que vivimos? ¿Qué valores urbanísticos se deberían potenciar? ¿Qué lastres se deberían desterrar?

Repensar la ciudad es el objetivo último de este libro que hace un recorrido por su evolución partiendo de los dos ámbitos en los que trabaja el autor, el de la sociología y el del urbanismo, y tomando como base tanto reflexiones de arquitectos y urbanistas como de filósofos.

Construir y habitar recorre la historia de las ciudades desde el ágora griega hasta las urbes del siglo XXI como Shanghái. Repasa las propuestas de los grandes innovadores de la planificación urbana en el siglo XIX - Haussmann y Cerdá-, la creación de la ciudad del siglo XX en Europa y Estados Unidos de la mano de arquitectos como Le Corbusier y su evolución en el siglo XXI en países emergentes como China, India, México o algunos africanos. Y aborda ejemplos concretos, que van del diseño de Central Park de Nueva York a la sede de Google, el Googleplex, pasando por las bibliotecas de Medellín, el desarrollo urbanístico de Delhi.

Este libro cierra la trilogía del Homo faber de Richard Sennett, cuyas dos entregas anteriores, El artesano y Juntos, también están publicadas en esta colección. Son tres obras independientes pero que, leídas en conjunto, proporcionan una de las reflexiones más lúcidas y estimulantes sobre la sociedad contemporánea".

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ÍNDICE


1. Introducción: defectuosa, abierta, molesta

I. Las dos ciudades

2. Fundamentos inestables

3. Cité y ville se separan

II. La dificultad de habitar

4. El Ángel de Klee se marcha de Europa

5. El peso de los otros

6. Tocqueville en Tecnópolis

III. Cómo abrir la ciudad

7. El urbanita competente

8. Cinco formas abiertas

9. El vínculo de hacer

IV. Ética para la ciudad

10. Sombras del tiempo.

Conclusión: Uno entre muchos

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RESUMEN

Richard Sennett es un autor preocupado por los cambios sociales, por ejemplo, sobre cómo han desaparecido los artesanos debido a la automatización. En este libro, analiza los espacios abiertos de las ciudades (espacios vivos que invitan a la socialización en el barrio, como los bulevares parisinos, las calles de tiendas hindúes o las tiendas bohemias de Greenwich Village) y los espacios cerrados (que ahuyentan a los peatones como el Googleplex, los barrios-colmena de Shangái o las ciudades inteligentes surcoreanas). El libro puede servir como guía exprés de la historia contemporánea de la arquitectura urbana y la generación de espacios para la convivencia.

Distinción entre "cité" y "ville"
El autor parte de la distinción francesa entre "cité" y "ville", pues en una es la ciudad como estructura urbana y la otra como "forma de vivir" o "cultura urbana". Para el autor, un espacio está abierto y vivo si los oficinistas de Google van a tomar café al bar de la esquina, al que también acuden los taxistas del barrio a cotillear.

La "ville" se refiere a la ciudad en su conjunto mientras que la cité designaba un lugar en particular. "Cité" vino a significar en el siglo XVIII la naturaleza de la vida de un barrio, los sentimientos que la gente albergaba acerca de los vecinos y los extraños, así como su apego al lugar. Pero esta distinción se perdió y hoy en día "cité" alude casi siempre, según el autor, a esos lúgubres espacios que dan cobijo a los pobres en las afueras de las ciudades. El autor rescata el término antiguo porque distingue entre el medio construido y cómo vive la gente. Por ejemplo, los atascos de los túneles defectuosamente diseñados de Nueva York pertenece a la "ville" y los neoyorquinos locos que hacen carreras por esos túneles al amanecer pertenece a la "cité". O sea, la "cité" son las percepciones que tienen sus ciudadanos de la ciudad (tiendas,...) y la "ville" es cómo está construida.

La cité abierta es un lugar más de hacer que de ser pero no despierta simpatía por los demás.

En palabras de Sennett, una ville abierta está marcada por cinco formas que hacen posible la complejidad de una ciudad. El espacio público promueve actividades sincrónicas. La ville privilegia el linde a la frontera y tiende a hacer porosas las relaciones entre las distintas partes de la ciudad. Marca con modestia la ciudad con el empleo de materiales simples y la colocación arbitraria de marcadores a fin de destacar lugares anodinos. Utiliza las formas-tipo en su edificación para crear una versión urbana de lo que en música es el tema con variaciones. Y a través de la planificación seminal se permite que los temas (dónde ubicar escuelas, viviendas, tiendas, parques) se desarrollen de modo independiente en la ciudad, lo que produce una imagen compleja del conjunto urbano.

El autor ve cinco formas abiertas:

1) El centro es sincrónico: dos espacios centrales. El bazar, el ágora griega o la plaza Nehru de Delhi serían sincrónicos (el apretado gentío hace muchas cosas a la vez pero necesitan un principio de coordinación) mientras que un estadio o un teatro son un espacio secuencial (la multitud se concentra en una única cosa).
El autor menciona el diseño fallido del arquitecto Henry Cobb al diseñar un extremo inferior del paisaje del National Mall de Washintong DC, que era un parque demasiado solitario. Sennet le asesoró para hacer un espacio sincrónico (atraer a gente con puestos y casetas e iluminación nocturna) pero el exceso de estímulos hizo que el cliente no aprobase la idea.

2) Signos de puntuación. Marcadores monumentales y mundanos. Pone por ejemplo el Obelisco de Roma, en el que convergían varias calles y servía como punto de referencia e invitaba al viaje religioso. Otros puntos de exclamación son las altas agujas de las iglesias. También hay puntos y comas, como las calles que se cortan o las esquinas de las oficinas para distintas actividades. Las comillas urbanas se refieren a bancos, pequeños árboles o fuentes que mejoran los espacios públicos pobres, lo mismo que las macetas de las casas que embellecen la ciudad, así como los jardines "shinto" y zen.

3) Porosidad y membrana. Menciona al mapa de Nolli (que permite ver cómo el Panteón de Roma s se convierte en un gran espacio poroso). Se refiere a la distinción entre frontera y linde (las murallas, plazas de aparcamiento, lugares de intercambio tenso), está la membrana de una célula viva (es una separación más "light" de la entrada de un edificio y la calle; al crear grandes espacios abiertos o eliminar ruidos ambientales mediante superficies irregulares. También se pueden amplificar los sonidos sociales en pasadizos subterráneos que atraen a la gente, como los gritos de los vendedores ambulantes).

4) Lo incompleto. La forma cáscara y la forma-tipo. Se trata de distintos proyectos donde los espacios arquitectónicos quedan incompletos y los lugareños los completan "a su manera". Otra idea es la llamada "caja georgiana" (edificios de la época georgiana que proliferan en Londres), que ha sido pervertido por divisiones interiores, neones de las tiendas, lo mismo que muchos "lofts" de Nueva York que han sido deformados. La idea de Sennett es crear formas-tipo (una pieza de ADN urbano que adopta diferentes configuraciones en distintas circunstancias; el encaje de forma y funció es flexible). Pone como ejemplo apartamentos recargados de estructuras eléctricas o tuberías que permiten instalar nuevos cuartos de baño. Mientras la cáscara está vacía, la forma-tipo es el caracol dentro de ella (en este sentido critica los nuevos planes para peatonilizar las manzanas de Cerdá).

5) Lo múltiple y planificación seminal. Se refiere a usar mercadillos al aire libre para animar un espacio pero también poner "semillas", como por ejemplo la biblioteca del Cerro de Medellín.

Alcantarillado de Londres
El autor hace un repaso histórico a los modelos de ciudad. Por ejemplo, cita a Joseph Bazalgette, como el mejor ingeniero de la ciudad moderna, porque creó un gran alcantarillado en Londres en torno a 1860. Formaba parte de una red más densamente conectada y eficiente que en las calles de la superficie. Hay que tener en cuenta que por la misma época un inspector londinense descubrió que, tras trazar un mapa con puntos de casas donde había fallecimientos, las muertes por cólera se localizaban alrededor de una fuente contaminada. Tras clausurarla y cortar el agua, cesó la epidemia. Fue el inicio de la importancia de la salud pública en la ciudad.


Bulevares de París
Otro ejemplo de ciudad moderna es la del barón Haussmann, que rehizo el París medieval y abrió grandes avenidas llenas de boulevares y grandes edificios nobles para evitar que los revolucionarios levantasen barricadas en las calles estrechas. Lo que no podía imaginar es que en esas avenidas se abriesen cafés y la gente los abarrotase para disfrutar de las tardes. Sennett explica que las barricadas planteaban una amenaza política y Haussmann construyó amplios bulevares por los que, en tiempos de agitación, pudieran desplazarse dos filas de cañones tirados por caballos y disparar sobre las calles interiores. Por otra parte, la solución de Haussmann a los problemas del transporte público dividió París en tres "réseaux" o redes de bulevares. En las nuevas calles que trazó Haussmann la gente se mezclaba socialmente y circulaba con comodidad. El autor se pregunta si se trató de un progreso al precio de la represión.

Manzanas de Cerdà de Barcelona
El autor también estudió el proyecto de Idelfons Cerdà en Barcelona. A diferencia de Haussmann, se centró más en los edificios que en el espacio público, dice Sennett. Las manzanas de viviendas se agregaban según un patrón geométrico cuadricular en malla. Pero la idea inicial de Cerdà era crear un amplio espacio interior abierto por los flancos con bloques paralelos de pisos de 2 o 3 plantas. Luego, se construyeron cinco o seis plantas y se profundizaron las manzanas en la década de 1870. Después, se empezó a construir el interior, en 1920 se cerró la manzana, se aumentó la altura, en 1970 se agregaron áticos y en el 2014, incluso había torres dentro de los patios. Lo que ocurrió es que, en 150 años, se rellenaron las manzanas de viviendas.

El autor señala que Barcelona intenta reinventar en el Eixample el concepto de "manzana abierta" de Cerdà y crear una supermanzana (la super-illa, en catalán), lo que considera un "engaño" porque en este nuevo plan no hay nada que vaya de abajo hacia arriba ya que estos nuevos grandes espacios deberían estar coordinados a gran escala. La idea sería peatonalizar un grupo de nueve manzanas y hacer que el tráfico la rodee, dando valor a las grandes esquinas que se generen en los lados de la megamanzana. Una idea sería generar espacios libres de turistas para los propios barceloneses. El autor se hace eco de los problemas con los turistas, una población flotante que apenas deja dinero, salvo al sector hostelero, pero que hace uso de calles y carreteras que no contribuyen a pagar. Sennett, sobre las megamanzanas, dice que primero habría que estudiar si los viales viejos serán suficientes para absorber el tráfico de nueve manzanas o generaría un  nuevo problema al crear atascos.

Central Park en Nueva York
Sennett también menciona un tercer ejemplo de construir ciudad: se refiere a Central Park en Nueva York. Inicialmente, Frederick Law Olmsted creó refugios de la calles en parques públicos como Central Park. La idea era que se mezclaran de manera sociable gentes de diferentes razas, clases sociales y origen étnico. Sin embargo, el parque era como una especie de oasis fuera de sus bordes, donde predominaba una desolada realidad urbana.

El autor sostiene que Central Park fue una inmensa construcción destinada a dar placar al hacer posible que la gente escapara de la ciudad hacia una elaboradísima versión artificial de paisaje natural con divertidos puentes, pasos subterráneos, lagos y glorietas puestos de forma arbitraria y de factura humana. Recuerda que el artificio humano es la línea recta de árboles plantados en los bordes de las aceras para separar al peatón del tráfico.


El Plan Voisin de Le Corbusier
El autor menciona otro proyecto famoso: el Plan Voisin de Le Corbusier de 1924. Lo define como un "hijastro perverso" del plan de Cerdà de construir la ciudad en manzanas uniformes. Su objetivo es la ausencia de vida en la calle. Más o menos funciona así: se trata de torres de vecinos muy altas sin tiendas en las plantas bajas y aceras estrechas. El residente se siente en un lugar inhóspito y no hace vida social de barrio. Según explica Sennet, el Plan Voisin se convirtió en un modelo para agrupar y segregar a los pobres, e inspiró un desolador proyecto en la ciudad de Nueva York en la década de 1950.

El Plan Voisin tuvo una versión para ricos: las ciudades jardín. El autor habla de Ebenezer Howard y su idea de un grupo de ciudades sin suburbio y sin humo. Lewis Mumford respondió al Plan Voisin con su propia idea de la ciudad jardín, cuyo plano interrelacionaba todos los aspectos de la vida en una ciudad. Por ejemplo, un área central reunía a 58.000 habitantes rodeada de granjas, bosques, un gran canal y un tren interurbano circular. Alrededor, había municipios de 32.000 habitantes, o de 8.000, casas industriales, asilos, hospitales, cementerio, colegios para discapacitados. El autor menciona que Mumford trabajó en distintos proyectos de ciudad jardín, como el de Sunnyside, en Queens, en Nueva York (había casas unifamiliares, apartamentos y adosados).


La apropiación de espacios
Otro arquitecto, Aldo van Eyck, creó en Ámsterdam espacios abiertos a partir de una intersección de tráfico, lo que se llama "apropiación de espacios". El parque tiene un borde peligroso donde los niños juegan cerca del tráfico porque el arquitecto pensaba que los niños debían aprender a gestionar los riesgos, lo que no harían de estar físicamente aislados.

Otra idea de apropiarse espacios es usar el espacio bajo las vigas metálicas de una autopista de Manhattan, que era un espacio vacío lleno de traficantes de heroína y toxicómanos,  en una zona de tiendas que atrajo a la población negra de Harlem como a la comunidad blanca de la Columbia University.

El mapa de Nolli de Roma de 1748 mostraba una ciudad porosa en dos dimensiones y orientadas norte-sur y no en 3D y al este como hacían antes.

Jane Jacobs
El autor también cita el trabajo de la urbanista Jane Jacobs, que planteó soluciones para un espacio urbano muerto como Greenwich Village, Nueva York. Su idea fue volver a una vuelta al París de Haussmann y llenar los bajos comerciales de tiendas de bares, antigüedades, discos, teatros, para crear una cultura urbana y atraer gente al barrio. Sennett dice que, a diferencia de Olmsted (el de Central Park), Jacobs prefería los espacios sociales vinculados a la vida de la calle. Pone por ejemplo la White Horse Tavern, en Greenwich Village, donde los clientes podían charlar distendidamente en la barra sin preocuparse por los borrachos.

En este sentido, siguiendo las ideas de Jacobs, el autor menciona la típica calle de Bombay, en la India, en la que los peatones transitan por espacios donde la gente mezcla trabajo y habitación en el mismo espacio y tiempo. Lo mismo ocurre en Nápoles, donde calles "muertas" recuperan la vida social por el tránsito de forasteros y turistas.

Ciudades modernas asiáticas
Sennet examina otras soluciones aplicadas en India o China. Por ejemplo, en Nueva Delhi, la plaza Nehru es un espacio abierto y mítico. Se llenó de tiendas de lujo y empresas emergentes por el día, pero por la noche regresan los sin techo, los vendedores ambulantes de productores electrónicos robados y los vendedores de saris. El autor dice que aunque la arquitectura moderna pretendía crear un espacio cerrado, una vez que se van los vigilantes jurados, la plaza recupera su espacio abierto.

Todo lo contrario ocurre en Shanghái, donde se han creado multitud de espacios cerrados con altas torres, que Sennett define como "una versión lujosa del Plan Voisin". Recuerda que el "shikumen" (patios vecinales comunicados entre sí donde había talleres y pequeñas tiendas) era una forma habitacional organizada en los que la gente se mezclaba estrechamente. Ahora se ha hecho una versión moderna del "shikumen" como un espacio cerrado y saneado: expulsaron a los antiguos habitantes y crearon tiendas y una imitación que se cierra fuera de horario laboral.

El autor también examina el cambio en Moscú, desde la visión de Walter Benjamin, con un pasado cerrado (grandes avenidas decimonónicas con calles casi despobladas) y una solución de futuro con modernos edificios que según el autor "parecen encarnar la apertura y la esperanza".


Ciudades jardín y cabañas
Sennet estudia la visión de Martin Heidegger como la vida en la cabaña en la Selva Negra nevada como fuga de la ciudad en la Alemania hitleriana (y así evitar el contacto con otras etnias). El autor alerta de que la sencilles de la construcción se combina con la exclusión social. Según Heidegger, doméstico significa seguro.

Otra manera de cerrar una ciudad, afirma el autor, es, en lugar de la fuga a ciudades jardín o cabañas en la selva, es la segregación. Cita como ejemplo el caso de la Venecia del Renacimiento, en la que se obligaba a los extranjeros a vivir en edificios aislados de los ciudadanos. Había ghetos, como el famoso de los judíos, situados en la periferia norte y el cual estaba conectado por un único puente abierto por el día, cerrado por la noche y siempre con vigilancia de las autoridades. Los griegos también tenían su gheto en una isla así como los dálmatas, armenios, albaneses, los alemanes, persas y turcos.

Tocqueville y las tecnópolis

El autor dice que Tocqueville fue profético en términos como la "posverdad" de los medios de comunicación de masas y el populismo. Se basa en este autor para describir el aislamiento social y los guetos tecnológicos de Googleplex y las ciudades inteligentes asiáticas.

El primer volumen de Democracia en América, publicado en 1835, muestra al joven escritor todavía obsesionado por el pasado, por las pasiones destructivas de la multitud, y en la tiranía de la mayoría que universalida su voluntad una vez instalada en el poder. Pero en el segundo volumen, de 1840, Tocqueville comparaba América con su propio país en su propia época, una Francia que él consideraba una sociedad burguesa ávida de dinero, un país indulgente donde regían el confort y la complacencia y donde la gente había perdido el interés por compromisos de mayor enjundia. En vez de peligrosas turbas, veía una masa de individuos desconectados de la sociedad y cerrados en sí mismos. Sennett ve ese "individualismo" desconectado como una igualdad de condición (desea los mismos bienes de consumo, educación, vivienda, estatus, lo que Adorno definió como la masificación del gusto del consumidor) y un presagio de los usos actuales de la tecnología. Se trata de individuos egocéntricos que desean una vida agradable y fácil, en contraste con el individualismo duro de los pioneros norteamericanos. Uno carga su mochila y el otro prefiere los tours guiados, uno va al Starbucks y el otro al café local.

Googleplex
Otro de los análisis que hace Sennett se refiere al Googleplex, el moderno edificio de oficinas de Google en Silicon Valley pero también en su sede de Nueva York. Sennett lo define como un gueto corporativo y autoimpuesto, aislado de la vida exterior de la calle. Son comunidades cerradas y diseñadas para veinteañeros solteros que forman parte de la élite, de las llamadas "clases creativas" (una idea de Richard Florida). El autor recuerda que en Googleplex no hay ningún motivo para dejar el edificio porque se combinan el placer recreativo y el trabajo. La empresa proporciona en su interior servicio de limpieza, gimnasio, atención médica, así como cómodos sillones y sofás para dormir por la noche, toboganes, pantallas gigantes de plasma. Minimiza las distracciones fuera del recinto. Cuando los trabajadores se casan, la empresa les proporciona autobuses blancos que los lleva a casa desde la oficina y los trae, trayecto en el que pueden seguir trabajando gracias a los megaconexiones wifi del autocar. Al autor Googleplex le recuerda a ciudades fabriles como Pullman, en Illinois, y Port Sunlight, en Gran Bretaña.

El autor rechaza Googleplex porque es "una forma de retiro interior que puede traducirse en la forma construida". Recalca que el calor de la comunidad puede ser el antídoto de la indiferencia. Advierte que la indiferencia de tipo tocquevilleano "es un mal en la cité, que se manifiesta en los silos raciales y racistas de comunidades cerradas".

Comenta que en las oficinas del Googleplex no prevé en su planta espacios distintos para diferentes actividades (no se pone el acento en las esquinas o intersecciones, como habría hecho el diseñador de oficinas Frank Duffy).

Además, montar un Googleplex (basado en la idea del campus universitario de estructura flexible) en un barrio no aporta nada a los residentes y encima atrae a tiendas, lo que encarece los precios de los alquileres. No tiene nada que ver con las empresas emergentes de Silicon Valley que olían a pizza de peperoni, Coca-Cola light y calcetines sudados, con aire acondicionado y ventanas cerradas. Pero esa cultura habría conexiones cara a cara y los competidores comentaban entre sí sus fracasos. Luego, dice el autor, el capitalismo monopolista compró esas firmas y las cerró. Paradójicamente, Googleplex está pensado para el intercambio de ideas en su interior mientras fuera cierra el libre mercado, dice Sennett. Se trata de un entorno interior "absorbente", una especie de oficina abierta sin estímulos donde los empleados trabajan callados aunque hay espacios como las oficinas-paisaje con máquinas de café expresso donde los empleados charlan y propician encuentros creativos gracias a este diseño de informalidad (billares, sofás bajos, carritos de comida junto al lavabo) y que hace una especie de hermandad de clase alta. Lo llaman "choques fortuitos de trabajo" y los fomentan con esquinas redondeadas. Se pregunta si un entorno replegado sobre sí mismo estimula realmente la creatividad. El autor visitó con una alumna el lugar y se sintió aliviado al salir y tomarse un café barato en el bar de la esquina.

Googleplex de Nueva York fue diseñado por Bjarke Ingels y Thomas Heatherwick. Hicieron un jardín acristalado y techado para aliviar a los trabajadores de Google de la exposición a su entorno físico pues la calle es un "sucio envoltorio".



Ciudades inteligentes
El autor maneja conceptos como "friction-free" (libre de fricción) para describir la tecnología fácil de usar (lo que genera igualdad de condiciones para el usuario al usar un programa informático o un móvil), así como la sobreexposición (o saturación). A partir de ellos, estudia las ciudades inteligentes, como la de Masdar en los Emiratos Árabes Unidos o la de Songdo, en Corea del Sur. En el caso de Masdar, Sennett la ve como ejemplo de ciudad inteligente cerrada porque un único centro de control regula todos los aspectos de la vida de la ciudad. Le recuerda la descripción de Le Corbusier del Plan Voisin porque concibe la ciudad como "una máquina para vivir".
La otra ciudad inteligente es Songdo, en Corea del Sur. Sennett dice que sus espacios sociales cuidadosamente diseñados (con largos ríos y paseos fluviales) son un fracaso: los residentes prefieren lugares que han surgido informalmente y no se ajustan de manera lógica al plan urbano. En las imágenes se ve como esos parques idílicos quedan alejados de las viviendas, más bien situados en zonas de oficinas y palacios de congresos, en medio de grandes avenidas. Sus alumnos estaban entusiasmados el primer día al ver una ciudad regida por algoritmos pero luego se sintieron controlados y vigilados por dicha ciudad llena de sensores y la calificaron de "homogénea, pesada, vigilada y centralizada, espectral, árida, inerte". Temen el azar. Vivir en estas ciudades es demasiado fácil y son condescendientes con el usuario. No ven muchas señales de la democracia de las polis. El autor cree que Songdo "no es en absoluto inteligente" porque está gestionada de un modo "entontecedor". Carecía de los efectos de abducción, generación y atención focal.

El autor dice que la "ville" tecnológica puede dividirse en ciudad inteligente prescriptiva (una ciudad cerrada, un Googleplex ampliado) o coordinadora.

La ciudad inteligente prescriptiva no es una forma urbana de coproducción con el ciudadano, pues tanto las formas como las funciones de los lugares se fijan de antemano y los ciudadanos las utilizan de acuerdo con la atractiva pero entontecedora regla de hacer lo más fácil. Es una "ville" cerrada.


En cambio, la ciudad inteligente coordinadora es coproductora, pues sus datos en tiempo real permiten a la gente no solo pensar en la manera de usar la ciudad, sino también, como en Lyon o Curitiba, en cómo diseñar distintas formas de edificios y planes de calles. Las formas alternativas proporcionan el modelo de una "ville" abierta moderna. Se trata de ciudades con un control centralizado desde una cabina con operarios que usan los macrodatos para hacer una retroalimentación con la que gestionan la dinámica urbana y reajustar los servicios a la manera en que un piloto conduce un avión. Todo está calculado para la eficiencia medioambiental y el ahorro. Un ejemplo sería Songdo y otro Masdar (cerca de Abu Dabi, y la cual funciona con fuentes de energía renovables como la solar y que tiene vehículos autónomos).

Comenta que la tecnología punta de la ciudad inteligente también es abierta cuando coordina las complejidades cambiantes en lugar de reducirlas a un único patrón de eficiencia. Lo que es válido para la ville también lo es para la cité.


Bermas para frenar el cambio climático
El cambio climático también ha obligado a idear proyectos para proteger las zonas urbanas. Uno de los más aclamados es la propuesta del Bjarke Ingels Group (BIG), tras el paso del huracán Sandy en el 2012, de crear una inmensa berma (colina de arena urbanizada llena de árboles y jardines) en torno al extremo sur de Manhattan. La berma estaría destinada a bloquear los efectos adversos del cambio climático y mitigar la potencia de las futuras tormentas que la gente pueda continuar con sus actividades normales (como hacer tai-chi en unos pabellones cubiertos).
El MIT hizo otra versión más abierta y de mayor adaptabilidad para generar una berma de tierras húmedas a través de Manhattan, que surgiría y decaería según el aumento o disminución de las tormentas, así como al altura de las mareas. Lo que se busca es que la berma cambie de forma en vez de quedarse como una construcción fija (que sería el caso del proyecto BIG).

Medellín
El autor ha buscado más casos de ciudades abiertas. Un ejemplo es Medellín, en Colombia, que logró que comunidades aisladas de la ciudad (como las chabolas pobres de El Cerro) tuviesen acceso al centro a través de un funicular que rompió su incomunicación. A ello se suma una biblioteca gestionada por residentes que sirve de espacio común para vecinos que antes tenían miedo entre sí. El hecho de poner en Medellín una maceta en una ventana marca un espacio abierto.

Hay, por contra, ejemplos de espacios cerrados, como el duro contraste entre las favelas y, a su lado, separadas por un muro, gigantescas urbanizaciones con pistas de tenis y torres de apartamentos con piscina y jardín en Sao Paulo, en Brasil. Sennett añade que en las distintas ciudades el "río de tráfico" por las grandes avenidas es una frontera tan infranqueable como una muralla sólida.


Espacios porosos
También hay espacios intermedios, como en Bombay, donde la vía del tren se convierte en un espacio peligroso pero, a escasos metros, las calles multifuncionales se llenan de gente a todas horas (tiendas con toldos en cada edificio).

Otros espacios "porosos" es el linde abierto en Borough Market, en Londres. Aquí se ve un centro comercial repleto de puestos por el que transitan los peatones bajo una cubierta de cristal.

Hay muchas soluciones para hacer más sociable el cemento: poner bancos de madera sobre las gradas y escaleras de hormigón, decorar con macetas las ventanas, o simplemente poner unas sillas y mesas de color con flores en una acera de cemento (le añade valor).

También se han hecho desaguisados como crear modernos apartamentos que imitan el estilo Manhattan pese a que sus residentes llevan una vida familiar y laboral distinta a la actual. También se plantea el resultado de la Tour Montparnasse en París, que rompe el tejido histórico de su entorno. El autor admite que la torre es un pegote "horrible" pero es fiel a nuestra época. Se pregunta cómo conciliar el diseño urbano la nostalgia y la realidad.

La interacción de expertos y usuarios
El autor comenta que él mismo ha hecho intentos de intercambiar ideas entre expertos y usuarios sobre cómo debía ser un edificio o un barrio sobre todo a la hora de que los planificadores trabajen y cooperen los urbanistas y urbanitas. Prefiere que los usuarios manejen y corten bloques de poliespán para hacer sus propuestas mejor que programarlo en 3D (le parece un método demasiado automático en el que el usuario no tiene ningún control). En el estilo abierto de diseño, la gente debería tener libertad para escoger los materiales.

Pone como ejemplo el incendio con 69 muertos en una torre de viviendas sociales en Londres (cubierta con un sandwich de planchas de aluminio y un polispán altamente inflamable pero unas libras más baratas que otros más seguros). La comisión de investigación no quiso reconocer que los constructores pusieron el material más barato por ser residentes pobres y que si a ellos se les hubiese preguntado no habrían querido el material barato pero peligroso.

Se han hecho otras soluciones para intercambiar ideas entre diseñadores y usuarios, como en la estación ferroviaria parisina Gare de Lyon.

Otros experimentos para crear espacios abiertos son a pie de obra, como el de Iquique, en Chile, por el arquitecto Alejandro Arivena, que construye el esqueleto de una estructura y sus residentes pobres pueden finalizarla (el autor dice que cuando se terminan las casas es un desastre arquitectónico pero un éxito sociológico). Sennet insiste en que "abierto" no quiere decir estético.

El autor critica las soluciones dadas a la Ciudad de México con 25 millones de habitantes, la mayoría pobres que deben trasladarse 2 o 3 horas al dia en transporte urbano a sus trabajos. La solución que se les ha dado es mejorar el transporte pero que han fracasado porque la ciudad necesita un gran cambio.

La ciudad cosmopolita kantiana
El autor considera una especie de "cité" kantiana. El filósofo Kant dijo que un cosmopolita no debía indentificarse profundamente con ningún lugar ni con ningún pueblo. Pensó en un habitante cosmopolita no comprometido que, según Sennet, podría servir hoy para describir a los ciudadanos globales y las fuerzas globalizadoras que transforman ciudades. Menciona a los inversores en "core" que dominan la inversión urbana moderna y que fácilmente podrían parecer hoy unos sujetos kantianos que mueven el capital por todo el mundo ajenos al lugar, por encima de cualquier afecto o vinculación personal en relación a los sitios en los que invierten. Pero también serían sujetos kantianos los migrantes más pobres de Medellín que solo sobreviven porque son capaces de adaptarse mirando más allá de los límites de la costumbre y la tradición local.

El crítico social Ash Amin describió al cosmpolita kantiano como una persona que se ha vuelto indiferente a la indiferencia, con la consecuencia práctica de que puede practicar la tolerancia.

Sennet menciona la Kantstrasse, una calle larga, ancha y recta, bombardeada durante la guerra, en el distrito comercial de Berlín Occidental, que sirvió de escaparate del consumismo durante la Guerra Fría, y que atraviesa una zona más elegante. Es una calle hospitalaria con la diversidad y viva que rebosa de vida comunal, y lleno de cafés y bares, y en los que hay una zona asiática que llegó recientemente y a la que el barrio absorbió. En su entorno viven mucha gente sola, por lo que surgen negocios para surtir a estos solitarios. Como "ville", la Kantstrasse es "abierta" en la forma.

La planificación
Sennett trabajó como planificador, como consultor de pequeñas comunidades y para una organización internacional [nota del lector: entiendo que la ONU] . Quiso salvar la brecha entre los construido (la cité) y lo vivido (la ville). Ve varias maneras de cooperar: mediante la coprodución, no como consulta, trabajando con formas abiertas. Ve tres técnicas de coprodución: los usuarios trabajan con la espuma de poliestireno para dar sus ideas, así como transparencias y porfolios que la gente puede tocar y reunir. Los exhibía en caballetes situados en iglesias por ser sitios seguros. Otra idea es que se vayan los expertos.

El autor dice que ningún planificador puede prever, décadas después, quienes ocuparán un barrio o una calle porque esta puede cobrar vida prueba. "Las propias formas adquieren con el tiempo la capacidad de autogestión: no se limitan a las intenciones de sus autores originales. Como la cité, con el tiempo las formas de esta ville devienen formas abiertas", afirma. Añade que, debido a la porosidad y una antigua planificación, la ville abierta rebosa carácter debido a sus marcadores, sus irregularidades, sus estructuras incompletas. "Calles como los bulevares de Haussmann han adquirido esa torcedura kantiana pese a que él las proyectó para que fuesen monumentales e imponentes. Las calles han adquirido un virus de autoeliminación a gran escala", dice.
Añade que los planificadores pueden contribuir a que las calles sean espacios abiertos proponiendo formas y oponiéndose a las personas que no vivan de manera abierta. Pero el problema del urbanismo, dice, es el énfasis autodestructivo en el control y el orden. Critica la Carta de Atenas y dice que la ética de una ciudad abierta es "vivir entre muchos hace posible (Venturi) la riqueza de significado antes que la claridad del significado".






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