viernes, 24 de mayo de 2019

"Las consecuencias económicas de la paz", de John M. Keynes (1920)

Resumen del libro "Las consecuencias económicas de la paz", de John M. Keynes (1920)


Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/05/las-consecuencias-economicas-de-la-paz.html

Resumen elaborado por E. V. Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, economía internacional, historia económica, geopolítica

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Ficha técnica

Título: "As consecuencias económicas da paz"

Título original en inglés: "The Economic Consequences of the Peace"

Fecha de publicación: Nueva York, 1920

Autor: John Maynard Keynes

Publicación en gallego: Universidad de Santiago y Fundación BBVA, 2015,

Número de páginas: 248

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Texto de la contraportada

Traducción

"Al final de la Primera Guerra Mundial, los países vencedores, desigualmente afectados por la devastación bélica, dirigieron reclamaciones indemnizatorias contra Alemania, lo cual no era raro pues la avidez expansionista y belicismo del Reich fue determinante en la provocación del conflicto.

Pero, además de las indemnizaciones, en cantidades valoradas con absoluto exceso, el Tratado de Versalles de 1919 imponía duras limitaciones a la reconstrucción de la economía alemana, arrebatándole yacimientos, recursos, instalaciones productivas, medios de transporte e instrumentos jurídicos y políticos, que elevaban de raíz la reconstrucción del país.

John Maynard Keynes, que formaba parte del grupo de asesores del gobierno británico en las negociaciones de la Conferencia de Paz de París, advirtió a sus representantes gubernamentales de que tan excesivo comportamiento, además de romper el futuro económico de Alemania, tendría graves consecuencias para el futuro de Europa en su conjunto. Las consecuencias económicas de la paz, publicado en el mismo  año de la firma del Tratado de Versalles y que constituyó un clamoroso éxito editorial y pronto publicado a once idiomas, contenía la exposición de sus argumentos al respecto.

No se trata de un ensayo académico de lecciones de economía sino, más bien, de un alegato al sentido común, en el que se mezcla la pasión, la erudición, la crítica, la política y, sobre todo, la economía real. Keynes refleja, con elegancia, dominio de la lengua y dotes para la descripción, su malestar y preocupación sobre las duras y, en algún caso también, ambiguas disposiciones económicas del Tratado, que acabarían, según él, desmantelando la economía de Alemania y, en última instancia, socavando las perspectivas de la paz y la reconciliación.

Cuando el III Reich invade Polonia el 1 de septiembre de 1939, el valor profético de la obra de Keynes adquiere toda su trágica dimensión".

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ÍNDICE

Prólogo por Jaime  García-Lombardero y Viñas.

Las consecuencias económicas de la paz

1. Introducción

2. Europa antes de la guerra

Población

Organización

La psicología de la sociedad

La relación del Viejo Mundo con el Nuevo

3. La conferencia

4. El Tratado

5. Reparaciones

Compromisos adquiridos antes de las negociaciones de la paz

La Conferencia y las condiciones del Tratado

Capacidad de Alemania para pagar

La comisión de reparaciones

Las contrapropuestas alemanas

6. Europa después del Tratado

7. Los remedios

La revisión del Tratado

El arreglo de las deudas entre los aliados

Un préstamo internacional

Las relaciones de Europa Central con Rusia

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RESUMEN

Se cumple este año un siglo de la firma del acuerdo de paz del Tratado de Versalles, que selló mal las tensiones de la Primera Guerra Mundial entre los aliados (Francia, Inglaterra, Bélgica, Estados Unidos e Italia) y Alemania y que sentó las bases para un nuevo enfrentamiento una generación después. El Tratado de Versalles exigía fabulosas indemnizaciones a Alemania por los daños causados en sus ataques a los aliados. Fue una paz a la "cartaginesa", como señala Keynes, en referencia al tratado de paz que impusieron los romanos a los cartagineses para hundirlo comercialmente, lo que desembocó en una nueva guerra púnica.

Comentarios iniciales: La Primera Guerra Mundial supuso una enorme masacre que acabó casi en tablas y desgastó a toda Europa. Alemania, la principal potencia industrial de Europa, tuvo que pedir la paz a los aliados (Inglaterra, Francia, Italia, Benelux y Estados Unidos) a finales de 1918 al verse atrapada en una maniobra ofensiva mal calculada y para replegar a su Ejército al interior para evitar una revolución social (espartaquista) como en Rusia en 1917. El kayser Guillermo II aceptó los catorce puntos del presidente de Estados Unidos para parar la guerra mediante un armisticio e iniciar la ronda de negociaciones.

Keynes recuerda que en la sociedad prebélica de 1913, Europa ya vivía en decadencia mientras que el espíritu capitalista seguía como motor en Estados Unidos. Recuerda que alguien dijo que en Europa sobraban cien millones de bocas a las que alimentar porque la agricultura no daba para todos. Criticaba el sistema social donde el pastel se reparte desigualmente entre las élites, que se llevaban el mayor trozo, y el populacho, cuya población se había multiplicado por encima de los límites de subsistencia ya que mayoritariamente seguía siendo agrícola. A ello se unía la corruptela de los políticos que, tras la guerra y el regreso de la paz seguían con sus prácticas de saqueo, y se afanaban en mantener el status-quo en todos los países. Por tanto, cualquier conferencia de paz o tratado solo iba a seguir manteniendo el status-quo existente.

Francia era las más interesada en hundir económicamente a Alemania porque lo tenía al otro lado de la frontera. Lo ideal para París era convertir a su poderoso vecino industrial en un pintoresco país pastoril lleno de praderas donde pastasen las ovejas. Por eso, el presidente Clemenceau presionó para imponer draconianas condiciones en los tratados que no les parecieron justas a los derrotados. Alemania sufría pérdidas territoriales en la Lorena y Alsacia, Alta Silesia, el estrecho de Danzing en Polonia, parte de Chequia y debía devolver las tierras ganadas a los bolcheviques tras la firma de la paz en Brest-Litotwsky en 1917. También perdía sus colonias en África y el Pacífico. A todo ello se suma, la imposición de cuantiosas indemnizaciones de guerra y la intervención de sus minas de carbón en el Rhur e hierro, que eran la base industrial de Alemania. También perdía su mercado tradicional en Centroeuropa porque su aliado, el Imperio Austrohúngaro, se troceó en diversos países (Austria, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Checoslovaquia, Serbia...) y los hundió económicamente conformando un paupérrimo patio trasero. Además, Alemania perdía toda su flota y Ejército y solo quedaba con efectivos suficientes para mantener el control interno del país y evitar una revolución. Las enormes indemnizaciones de guerra, entre ellas al país neutral Bélgica y los pueblos franceses ocupados, hundieron a Alemania, disparó la hiperinflación y generaron protestas que fueron oportunistamente aprovechadas por Hitler y los nazis en la década de 1920.

Desde el punto de vista geopolítico, el mapa europeo posterior a 1918 era un puzzle salteado de estados pequeños e inestables y supuso la desaparición de cuatro imperios: el Reich alemán (que se transformó en la República de Weimar y perdió sus colonias en África, como Namibia, y el Pacífico), el imperio Austrohúngaro de los Habsburgo (dividido en una miríada de pequeños países), el Imperio Otomano (reducido a Anatolia y Constantinopla, y la liberación de Arabia, Egipto, Siria y Palestina, algunos de ellos protectorados británicos, franceses y rusos) y el Imperio Ruso (reconvertido en la URSS y sus repúblicas satélite).

Keynes, economista y diplomático, llegó con la delegación británica a París en 1919. Había grandes expectativas de cerrar un buen acuerdo de la mano del presidente Wilson. Pero Keynes prontó caló a los principales protagonistas:  Wilson parecía ser el alma mater de la paz pero estaba totalmente desorientado y parecía un aldeano retraído y perdido en medio de las intrigas europeas. A su lado, el primer ministro británico Lloyd George tenía puestos los cinco sentidos juzgando carácteres, penetrando en lo que pensaba cada uno o casi sondeando telepáticamente a cada interlocutor. Mientras Wilson paseaba como un ciego por las Conferencias, el presidente francés Clemenceau  y sus astutos consejeros movían hábilmente los hilos para infligir el mayor castigo posible a Alemania y anularla como potencia rival durante las próximas generaciones. Según Keynes, los franceses retorcían el lenguaje para que, a ojos de Wilson, pareciese un tratado justo, moral y correcto pero cada frase llevaba trampa, estaba finamente atado en los detalles y lleno de cláusulas ambiguas para hundir más a Alemania. A efectos prácticos, el tratado concluía con una frase ambigua que venía a decir que la comisión de paz podría exigir nuevas condiciones a mayores de las firmadas, lo que que creaba dudas sobre el propio tratado.

En el caso de Clemenceau, Keynes da de él da una descripción espeluznante. Lo describe de tal forma que a un lector de nuestros días le recordaría a un siniestro oficial de La Estrella de la Muerte (de la saga Star Wars). Keynes se para a describir sus guantes y frías manos, así como su personalidad engreída y soberbia. Clemenceau había vivido la guerra con Prusia de 1873 que derrotó a Napoléon III, le exigió el pago de una cuantiosa indemnización y tenía en la cabeza la revancha. Su obsesión era destruir económicamente a Alemania. Retrataba perfectamente a los militares franceses que enviaban fríamente oleadas de millones de franceses a morir en las trincheras para ganar un kilómetro de tierra. Keynes repara en que Clemenceau es un político profesional que cuenta con asesores que le están trayendo continuamente noticias de todo lo que se mueve en los salones de la Conferencia de Paz. Es un político curtido al que no se le escapa detalle pues tiene oídos en todas partes y un equipo de habilidosos consejeros que se dedican a conspirar y tramar cláusulas ventajosas para Francia, por no decir abusivas.

Otra de las grandes descripciones de Keynes es la del presidente Wilson, el artífice de la paz pero que en París aparece como un pobre predicador presbiteriano al que nadie le hace caso. A todo ello, se suma que Wilson no acudió con consejeros y fue sin preparar un plan de paz por lo que no tenía un guion. Lo dejó todo a la improvisación y la providencia. Por eso, solo se fijaba en las grandes frases del tratado pero no en las consecuencias ocultas que habían introducido los franceses. 

Keynes recoge por ejemplo que los colonos alemanes en África perdían todas sus tierras y tenían que sufragar gastos de mantenimiento. Además, analizó la produccion de carbón de Alemania antes de la guerra y después (120 millones de toneladas y 90 respectivamente). Francia y Bélgica se llevaban parte de la producción de carbón (además de explotar los yacimientos del Ruhr). Según los cálculos de Keynes, Alemania solo podrían producir para consumo interno 60 millones y no era suficiente. Sus aliados, sobre todo Austria, quedarían descolgados y arruinados. Keynes consideraba que Alemania no podría sostener su industria y que las condiciones de los aliados eran abusivas (precisamente, esa era la intención de Francia, de alejar el problema de Alemania durante varias generaciones). 

Para Keynes, las cláusulas del Tratado eran humillantes para una Alemania que tenía atadas las manos para relanzar su industria (justo lo que quería Francia). Acusó a Wilson de ser un pobre ingenuo al que le habían colado, bajo la apariencia de hermosas frases sobre la paz, unas abusivas cláusulas que volverían nuevamente inestable a Europa con una Alemania llena de tensiones. 

La clave de Keynes está en la población: Alemania era un gigante de 60 a 80 millones de habitantes (frente a los 40 o 50 de Francia), por lo que si se presionaba la caldera, podía estallar. Vio la importancia del potencial de crecimiento de la población en Alemania ligado a problemas económicos para generar un gran conflicto.

En la segunda parte del libro, Keynes calcula la indemnización que Alemania tenía que pagar realmente a cada país: aquí se incluyen los daños materiales por bombardeos (edificios, barcos, fábricas y fincas), pensiones a heridos y a viudas de caídos en combate, así como 1.000 millones de libras a entregar antes de 1921. Keynes critica a los políticos británicos porque, en período electoral, pasaron de un mensaje conciliador y solidario a otro donde se prometía a los electores exprimir hasta el último marco disponible a la potencia perdedora. Algunos candidatos exaltados incluso pedían colgar al kayser. Los políticos franceses y británicos aseguraban que Alemania tenía una enorme riqueza y que se la iba a transferir de inmediato a la población de los aliados. Pronto llovería dinero. Keynes dice que esto no era cierto: Alemania no podía hacer más esfuerzos económicos.

Por un lado, el kayser solo tenía 100 millones de libras en oro en su banco central y ya había entregado 50 a Estados Unidos e Inglaterra para comprar alimentos y provisiones. Keynes advirtió que era mala idea que Alemania entregase su oro del banco porque es con lo que respaldaba el marco y podría devaluarlo si no tenía oro con que garantizar su valor (lo que así ocurrió unos años después al desatarse una hiperinflación galopante del marco). Y señala Keynes: si Alemania pierde su comercio con el resto del mundo occidental (salvo con América del Sur), ¿con quién van a comerciar unos con otros? ¿de dónde va a salir el dinero para pagar las indemnizaciones?

Por otro, Alemania tenía sus principales mercados en el sur y este de Europa (los Balcanes, Rumanía, Bulgaria, Turquía) pero estos estarían condenados a la pobreza porque Alemania ni siquiera les podría exportar carbón, que iba destinado a los aliados. No había de dónde sacar más dinero.

En cuanto a los valores en Bolsa de Alemania y otros bonos, no ascendían a más de 100 millones de libras y el resto Alemania ya lo había vendido meses antes de que Estados Unidos se uniese a la guerra.

Keynes calcula que el coste máximo de la indemnización por daños sería de 5.000 millones de libras (500 para Bélgica, 800 para Francia, 500 para Inglaterra en cuanto a inmuebles dañados; a ello se suman otras cantidades por la guerra submarina) y otros 3.000 por pensiones y viudez. Cree que los 8.000 millones de libras es una cifra más que aceptable pero el propio tratado no la fija. Considera que hubiera sido más adecuado establecer una cifra y luego distribuirla justamente entre todos los países dañados y no esperar a que cada perjudicado enviase sus reclamaciones.

Por otra parta, había que descontar los 2.000 barcos que Alemania entregó inmediatamente a Inglaterra como indemnización de guerra.

Sobre la forma de pago de Alemania, tenía que poner 1.000 millones de libras en 1921 y luego ir pagando en función de sus posibilidades entorno a 100 o 160 millones al año. El problema es que los intereses iban generando una bola de nieve de forma que en 1936 ya tendría que estar pagando el doble de lo adeudado. Keynes calcula el pago de la deuda para 50 años. [Nota del lector: la canciller Ángela Merkel pagó la última deuda de la Primera Guerra Mundial en el siglo XXI]

La conclusión de Keynes es que el tratado era tan injusto que Alemania quedaría aplastada por la deuda y que no podría crecer económicamente (justamente lo que pretendían los francesas), por lo que también se dificultaría el abono de indemnizaciones a los aliados. Además, prevé que el hundimiento del valor del marco (al quedarse Alemania sin reservas de oro) arruinaría a todos y al comercio internacional.

En concreto, Keynes calcula que Alemania no podrá pagar más de 2.000 millones de libras de las 8.000 que tendría que abonar.

Keynes también advierte del proceso hiperinflacionario que se está gestando en Europa. Recuerda que el marco vale 8 veces menos que en 1913 en el mercado interior y, 16, en el extranjero. Lo mismo ocurre con otras monedas en Francia e Italia debido a que se pusieron en circulación muchos billetes.

Alemania exporta productos por valor de 504 millones de libras e importa por 538. Con el Tratado, su producción no aumentaría. Sus principales proveedores son el Imperio Británico (98 millones) y Estados Unidos (85) y Rusia (71) mientras que sus mejores clientes son Imperio Británico (91 millones) y Austria-Hungría (55) y Rusia (44).

Por otra parte, Keynes advierte de que los países aliados están endeudados con Estados Unidos (prestó 1.890 millones de libras). Francia le debe 550 a EE.UU y otros 508 al Reino Unido, e Italia 325 y 467. Por su parte, el Reino Unido debe 842 a Estados Unidos (aunque eran préstamos que luego entregaba a los aliados). La idea de Keynes es que EE.UU. condone la deuda a sus aliados o que la cancelen entre ellos para que estos puedan empezar de cero económicamente. Veía injusto que Italia tenga que pagar una deuda de 827 millones mientras que los países perdedores, como Austria o Checoslovaquia, no paguen nada por estar en quiebra. [nota del lector: al final, EE.UU. exigió hasta el último centavo a sus aliados]. La propuesta de Keynes es que EE.UU. les vuelva a conceder créditos a la reconstrucción a estos países.

Otra de las propuestas de Keynes es convertir a Europa en un espacio libre de aduanas y eliminar las fronteras a las mercancías. La razón es que antes había cuatro imperios fronterizos y ahora hay 20 países, lo que estancará la economía, ya que cada nación mirará para su propio interés, por lo que no se fomentará el librecambio. Propone una zona de libre comercio entre Europa central y del Este, Siberia, Turquía, Reino Unido, Egito e India, que haría tanto bien a la prosperidad mundial como la propia Sociedad de Naciones.

 El autor también es partidario de que Alemania asuma la iniciativa comercial con el Este de Europa y Rusia para crear allí un mercado porque, de lo contrario, competirá con el Reino Unido en América. Ve importante que Alemania recupere pronto su producción para pagar su deuda, tener a sus trabajadores bien alimentados para que sean productivos y generar riqueza en los países vecinos, actualmente hundidos en la miseria. De lo contrario, advierte que podría haber guerras civiles y revoluciones.

En cuanto a las relaciones de Rusia con Alemania, Keynes examina la posibilidad de que ambos países creen un bloque militar común. Ve difícil que el gobierno burgués alemán se entienda con Lenin pero cabe otra posibilidad: que la reacción triunfe en Rusia y en Alemania. En concreto, advierte que un gobierno reaccionario en Brandemburgo crearía un poderoso núcleo militar en el corazón de Europa con nuevas aspiraciones imperiales y unas aspiraciones "napoleónicas" que resurgirían cual ave Fénix [nota del lector: dio en el clavo, Hitler encabezó años después ese gobierno reaccionario y militarizado, como previó Keynes]. Recuerda que Alemania aceptó las condiciones del armisticio porque quería conservar íntegro su territorio de 1870.

Respecto a Rusia (controlada por los bolcheviques) descarta el bloqueo económico porque es el gran exportador de cereales para Europa, que necesita alimentos urgentemente.

El libro finaliza con algunas propuestas: reformar el Tratado para hacerlo más benigno y proclive al librecambio para fomentar el comercio internacional entre las naciones, sustituir a la Comisión de Reparaciones por la Sociedad de Nacionales para verificar que los pagos de indemnizaciones se cumplen (aconseja 50 millones al año para dejar que Alemania se recupere).

También se muestra crítico con los actuales gobernantes de los aliados y el dinero que recibirán en préstamos e indemnizaciones: Polonia se lo gastará en ejercer el papel de policía que le encomendó Francia entre sus vecinos, las élites de Rumanía se repartirán el botín, Italia lo gastará en luchas con Yugoslavia... Cree que el único que hará algo productivo con los préstamos será Alemania, que invertirá en su industria y en recuperar su antigua prosperidad material. Por eso, proponía que los aliados le diesen abundantes créditos a Alemania durante cinco o diez años, así como barcos, materias primas y alimentos y le abriesen sus mercados para hacerla la mayor nación industrial del mundo y que así pudiese devolver todas las indemnizaciones de guerra. Otra idea era exigir el pago en oro aprovechando la devaluación de las monedas. Tampoco descarta grandes avances y progresos que eleven el nivel de vida en los siguientes años.

Lo que parece claro, dice Keynes, es que nadie tenía un conocimiento exacto de la capacidad de pago de Alemania durante muchos años pero los políticos "mentían" y decían a sus electores que podía llegar a pagar 10.000 millones de libras.

El párrafo más tétrico de Keynes es uno al final del libro que dice: "Si creemos que todos los aliados son ángeles puros y los enemigos hijos del demonio, si ansiamos año tras año ver a Alemania empobrecida y a sus hijos morir de hambre y enfermedad, rodeada de enemigos, si rechazamos las proposiciones que ayuden a Alemania a recuperar una parte de su antigua prosperidad material y de hallar medios de vida para la población industrial de sus ciudades, si esa es la manera adoptada por las democracias de Europa Occidental y respaldada financieramente por Estados Unidos, entonces ¡que el Cielo nos salve a todos! Si aspiramos deliberadamente al empobrecimiento de Europa central, no dudo en predecir que no ha de tardar la venganza. No habrá nada que pueda retrasar por mucho tiempo la guerra civil, la última, entre las fuerzas de la reacción y las convulsiones desesperadas de la revolución, ante cuyos horrores parecerán insignificantes los de la última guerra alemana y que destruirá, cualquiera que fuese el vencedor, la civilización y el progreso de nuestra generación".

El autor concluye con pesimismo que el Tratado de Versalles no incluye ninguna disposición para lograr la rehabilitación económica de Europa: nada para colocar a los imperios centrales, derrotados, entre los vecinos, nada para darles estabilidad a los nuevos Estados de Europa, nada para levantar a Rusia. Tampoco promovió ninguna forma de solidaridad económica entre los propios aliados. En París no se logró ningún arreglo para restaurar la desorganizada Hacienda de Francia e Italia ni para hacer concordar los sistemas del Viejo y el Nuevo Mundo.

Añade que el Consejo de los Cuatro no prestó atención a estos problemas por estar preocupado por otros: Clemenceau, con ahogar económicamente a su enemigo Alemania; Lloyd George, con hacer algo y llevar para casa algo que durase una semana; el presidente Wilson con no hacer nada que no fuese justo y correcto. A Keynes le parece un "hecho sorprendente" que nadie tratase de la cuestión clave ante sus ojos: una Europa hambrienta y deshecha. Las reparaciones de guerra era su única cuestión económica y la resolvieron como un problema de teología, de política, de táctica electoral, menos resolver el porvenir de los Estados que tenían en sus manos.

 Incluye también una premonición del conde Brockdorff-Rantzau, de la comisión alemana, quien advirtió que Alemania no podría alimentar a toda su población si se les privaba a 15 millones de la navegación (la flota había sido entregada a Inglaterra) y el comercio y auguraba una catástrofe y muertes en masa si retrocedían medio siglo. El Tratado sentenciaría a muerte a millones de alemanes, hombres, mujeres y niños.


lunes, 13 de mayo de 2019

"Miedo. Trump en la Casa Blanca", de Bob Woodward (2018)

Resumen del libro "Miedo. Trump en la Casa Blanca", de Bob Woodward (2018)

Resumen original y actualizado del libro en:

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, política, Estados Unidos, populismo

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Ficha técnica

Título: Miedo

Subtítulo:  en la Casa Blanca

Título en inglés: Fear. Trump in the White House

Autor: Bob Woodward

Año de publicación: 2018

Edición en español: Roca Editorial, Barcelona, 2018

Páginas: 454

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Biografía oficial del autor Bob Woodward (hasta 2019)

Bob Woodward es editor adjunto de The Washingtong Post, donde ha estado trabajando durante 47 años. Ha conseguido dos Premios Pulitzer, uno por la cobertura del escándalo Watergate para el Post junto a Carl Berstein, y otro, en 2003, como principal reportero que cubrió los ataques terroristas del 11 de septiembre. Es autor y coautor de 18 libros y todos ellos han llegado a ser best-sellers de no ficción. Doce de ellos han llegado al primer puesto de los más vendidos en Estados Unidos.

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Texto de la solapa

"La historia del presidente Trump desde dentro, como solo Bob Woodward podría contarla. Con ese forma de comunicar tan autoritaria, perfeccionada durante ocho presidencias desde Nixon a Obama, el autor Bob Woodward revela con una minuciosidad sin precedentes la tormentosa vida del presidente Donald Trump dentro de la Casa Blanca, así como los detalles intrínsecos sobre la toma de decisiones en política nacional e internacional.

Miedo es el retrato más íntimo que se haya publicado sobre un presidente en el poder durante su primer año de mandato.

Woodward extrae su información de cientos de horas de entrevistas con fuentes de primera mano, anotaciones de reuniones, diarios personales, archivos y documentos. Lleno de detalles del día a día, diálogos y documentación, Miedo hace un recorrido por las decisiones trascendentales en asuntos de ámbito internacional y nacional, y nos ofrece vívidos detalles de las negociaciones entre los abogados de Trump y Robert Mueller, el fiscal especial en las investigaciones sobre Rusia, exponiendo públicamente por primera vez las discusiones y estrategias que se fueron planteando reunión tras reunión. Revela cómo los altos cargos de la Casa Blanca de Trump tuvieron que organizarse para robar proyectos de decreto del Despacho Oval del presidente para que no creara normativas que pusieran en jaque operaciones de inteligencia cruciales.

"Era, prácticamente, un golpe de Estado administrativo - escribe Woodward-, una crisis nerviosa del poder ejecutivo en el país más poderoso del mundo"

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ÍNDICE

El libro tiene 42 capítulos pero no constan sus títulos

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RESUMEN

El autor recalca que todas sus fuentes fueron verificadas y se amparan en el anonimato. Cuenta lo ocurrido en la Casa Blanca, incluidas conversaciones privadas del presidente Trump, con sumo detalle. El propio presidente señala en múltiples comentarios qué bien lo hace el New York Times al conseguir informaciones de 32 fuentes distintas.

El libro arranca cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca, exige a sus subordinados que redacten un borrador para abandonar el acuerdo de protección y comercio de Corea del Sur porque Estados Unidos tiene que pagarlo todo y los asiáticos son protegidos gratis. En un despiste, un ayudante retira el borrador de la mesa y lo destruye. Trump no se da cuenta y se olvida del tema.

El autor se pregunta si los colaboradores de Trump han dado un golpe palaciego con el objetivo de salvar el país de la ruina económica, al retirarse de tratados clave como los acuerdos Nafta (tratado comercial de EE.UU,, Canadá y México), el Tratado de París sobre el Cambio Climático o bien de otros como el de Corea del Sur, la retirada de Afganistán.

El libro arranca con la campaña electoral en la que Trump, a punto de arrojar la toalla decide seguir adelante, después de meter la pata con unos comentarios machistas y vejatorios hacia las mujeres, lo que le costó una bronca de su esposa, la cual lo defendió en público diciendo que ese no era el marido que conocía. Es ahí cuando sus colaboradores ven que él no quiere retractarse jamás porque lo ve como signo de debilidad. Echó la bronca a un ayudante porque se disculpó por él en la televisión: "Te has mostrado débil". Y lo echó del equipo. El estratega Steve Bannon logró la victoria de Trump animándole a seguir y centrándose solo en tres cuestiones: hacer América más grande, el problema de la inmigración y el muro y el regreso de las manufacturas. Sorprendentemente, Trump ganó las elecciones contra Hilary Clinton, algo que él ni se esperaba.

Uno de los personajes clave y que aparece como el más sensato es Cohn, un antiguo directivo de Goldman Sachs. El colaborador le intenta convencer de que la economía de Estados Unidos ha cambiado: donde antes había una sastrería en el centro de Nueva York ahora hay una cafetería de Starbucks, las manufacturas se han ido a países más baratos porque a cambio producen bienes más baratos a los estadounidenses. Al irse las manufacturas, ahora hay más empleos en el sector servicios (y EE.UU. se ha convertido en una nación posindustrial). Cohn aparece retratado como un globalista que está en contra del proteccionismo y que intenta convencer al presidente de que retirarse de los tratados internacionales les hará perder comercio.

Otro frente de los colaboradores es Corea del Sur, importante socio comercial y aliado de Estados Unidos. Trump quiere retirarse del tratado comercial porque pierden dinero pero sus generales le convencen de que es necesario que EE.UU. siga en Corea porque sus bases detectaría el envío de misiles continentales desde Corea del Norte a Estados Unidos y podrían destruirlos a tiempo. Estar en Corea del Sur saldría más barato que enviar tres portaaviones a hacer el mismo trabajo. Del mismo modo, Trump argumenta que su amigo el presidente de China le está ayudando a controlar al dictador de Corea del Norte.

Respecto a Afganistán, Trump quiere retirar las tropas porque el Ejército no está ganando dinero allí. Los militares le convencen de que no se puede ir porque parecería que los talibanes han ganado la guerra (un empate técnico, en realidad) y por otra que no pueden permitir que el país se vuelva a convertir en un nido de terrorismo internacional. Trump acepta el argumento de evitar que Afganistán se desestabilice, por lo que manda un aviso a los talibanes para decirles que ni ellos han ganado la guerra ni los americanos tampoco.

En cuanto a Siria, una de las primeras órdenes de Trump fue eliminar al ISIS en Siria. Acusa a Obama de ser demasiado blando, lo que generó 400.000 fallecidos por no haber intervenido antes. Trump bombardea una base siria cuando el presidente sirio ataca con gas letal a unos bebés, según unas fotos que le mostró indignada su hija Melania. Un congresista (Graham) le recomienda a Trump: "Diles que tampoco tolerarás que lancen bombas de barril a los niños".

Sobre Oriente Medio, el yerno de Trump convenció al presidente para organizar una cumbre con el favorito de Arabia Saudí, conocido como MSB, el príncipe heredero del trono. La cumbre se organizó en un tiempo récord y reforzó el papel del delfín. Los sauditas compraron armamento americano por millones de dólares, lo bastante espectacular para contentar a Trump. El papel de los saudíes era crear un contrapoder a Irán en Oriente Próximo y aislar más a este competidor, potencia rival en la zona que además intenta dotarse de armamento nuclear, según las acusaciones de EE.UU. De todos modos, Trump no tiene claro por qué EE.UU. debe estar metido en el avispero de Oriente Medio.

En el libro se refleja la personalidad de Trump, que no da su brazo a torcer y que nunca admite estar equivocado, ni siquiera cuando el ataque racista de Charlotville, en la que un supremacista atropelló a unos manifestantes progresistas. El presidente escribió en Twitter que hubo violencia entre los dos bandos pero sus colaboradores le convencieron para retractarse apelando a la unión del país. Al leer el comunicado, parecía un rehén leyendo a punta de pistola el comunicado. Luego, intentó retractarse otra vez.

Otro de los detalles que se da de Trump es que vive permanentemente conectado a la televisión en su dormitorio mientras examina las tertulias, lo que dicen de él y luego larga su opinión y críticas por Twitter, atacando a los tertulianos desafectos.

El autor también menciona la preocupación de Trump por la trama rusa y cómo intentó echar a los fiscales que le estaban investigando. Se obsesionó con el tema y llamó al mejor abogado de la ciudad, que le cobraba un precio de amigo de 100.000 dólares al mes. En el libro, se narra como el letrado intenta que Trump no declare a las preguntas del Congreso porque "miente más que habla" y se cansaría de contestar las preguntas al cabo de un rato, para ocultar que ignora algún dato lo camuflaría improvisando respuestas (generalmente, más mentiras), por lo que además de ser un metepatas podría incurrir en perjurio al Congreso sin quererlo. El abogado intentó negociar con el fiscal un acuerdo escrito en el que Trump respondía en un documento a las preguntas (para no tener que hablar y meter la pata) pero el presidente, tras muchos dimes y diretes, se negó. Finalmente, el fiscal se olió que había algo podrido y decidió continuar con el caso, por lo que incluso el libro se pregunta si el abogado de Trump cayó en una trampa.

Otro aspecto de Trump es su falta de empatía con sus colaboradores. Cuando no lograron aprobar la derogación del Obamacare, despidió sin tapujos al responsable. Pasado un tiempo, lo llamó a ver qué tal le iba como si hubiera pasado nada. El autor supone que Trump no tenía conciencia de haber herido a su ayudante debido a su egoísmo y total falta de empatía hacia los demás.

En cuanto al círculo más cercano de Trump, los que han visitado la Casa Blanca definen a cuatro personas (Ivanka Trump, Steve Bannon y otros dos) como depredadores naturales. "Es como meter un tiburón y una foca o a una serpiente y un ratón en un zoo sin paredes", dice un ayudante. Los familiares son asesores que entran y salen del despacho del presidente o se quedan a oír las conversaciones sin que nadie les pueda decir nada. Tras el cambio de personal y la llegada de Kerry, no se cortó esta anomalía pero se intentó dejarles claro a Ivanka y Jared que ellos no eran nadie.

El autor también se refiere al gatillo fácil de Trump respecto al envío de "tuits", incluso informando de destituciones un minuto después de hablar con el interesado y nombrando a su sucesor sin avisarle. Sus comentarios han causado dolor de cabeza.

El autor incluso empatiza con Trump al ver que se trata de una persona sensata cuando hay que tomar decisiones militares al estudiar acciones muy proporcionadas y que no causen víctimas. Por ejemplo, culpabla a Obama de no haber actuado en Siria y haber generado un caos que propició el ISIS. Trump ordenó eliminar al ISIS como una de sus primeras órdenes y luego tomó represalias por un ataque químico a niños, presuntamente, ordenado por el presidente sirio y con armas prohibidas por la ONU; Trump se decantó por un ataque a una base aérea siria por la noche para minimizar las bajas, llamaron a los rusos para avisarles una hora antes del ataque y hubo daños materiales pero parece que no hubo muertes. Fue la forma de Trump de lanzar su mensaje a Siria: si vuelve a haber ataques, da igual si es con agentes químicos o con barriles explosivos, volverá a haber represalias.

Respecto a Afganistán e Irak, Trump quería retirar a todas las tropas pero los militares le convencieron de que eso supondría irse derrotados y, además, dichos países entrarían en el caos. Trump aprobó el envío de más militares, los justos para mantener el orden. Poco a poco en el libro se empieza a perfilar que los muhaidines y talibanes han luchado duro y Trump asimila que están en un momento de "empate técnico". Aunque el libro no lo cuenta, apunta a que el presidente estaría atisbando un arreglo o negociación de algún tipo con los talibanes para zanjar el conflicto que se prolonga desde hace 18 años.

Trumop también aprobó misiones ultrasecretas en Yemen en las que algo salió mal y hubo muertes de comandos americanos. Trump era una buena persona y llamó personalmente a las familias de los fallecidos para darles sus condolencias, agradecer sus servicios al país y comentar qué guapos eran los hijos que veía en las fotos del expediente, fuera real o no, y su mensaje de condolencias fue convincente. A medida que pasaba su mandato, Trump tuvo que hacer muchas llamadas para reconfortar a las familias, un trabajo muy duro pero que sobrellevó.


Después, el autor critica a Trump por su intento de dejar sola a Corea del Sur porque le salía muy caro la protección militar a ese país y subvencionarlo con tratados comerciales ventajosos para Seúl. Los asesores le intentaron convencer de que era más barato tener tropas en Corea del Sur para detectar a tiempo un lanzamiento de misiles intercontinentales desde Corea del Norte que la base estadounidense de Seúl podría detectar en 12 segundos e interceptarlo a tiempo. La otra opción, si Trump se retiraba del acuerdo comercial con los surcoreanos, era detectar el paso del misil en Hawai diez minutos más tarde y esperar a que explotase en la costa de Los Ángeles. Dado que Trump pedía continuamente un borrador para irse del acuerdo comercial con Sur Corea, que él calificaba de "estafa", sus colaboradores le escondían el borrador entre una montaña de papeles para que se olvidase de ello o "birlaban" el papel discretamente del escritorio confiando en que Trump no se diese cuenta hasta días después y volviese a preguntar.

El autor considera que había un grupo en la Casa Blanca que estaba haciendo algo parecido a un "golpe de Estado" al hacer desaparecer documentos del presidente para que no adoptase cierta línea de gobierno con Corea del Sur contraria a los intereses de los actuantes, aunque estos dijesen que lo hacían por el bien del país.

La última parte del libro se centra en los intentos de su colaborador Cohn, un alto ejecutivo de Golman Sachs, que logró hacer una rebaja fiscal al gusto de Trump. Sin embargo, ambos estaban en desacuerdo en el proteccionismo y la globalización. Cohn, al igual que el yerno de Trump, Yared, (un demócrata infiltrado en la Casa Blanca), estaba a favor de la globalización y el libre comercio e intentó convencer a Trump de cómo funcionaba el mundo y de por qué no era tan rentable subir los aranceles ni entablar guerras comerciales. La razón es que la globalización abarata muchos productos: si subía el arancel del acero para favorecer a las industrias metalúrgicas del Cinturón de Óxido (Rust Belt), otras empresas del país se verían perjudicadas por los altos precios del acero. Por este criterio, las pérdidas netas para las empresas del país podrían ser mayores que las ganancias de la industria local. [nota del lector: recordemos que la globalización se basa en los principios ricardianos de la ventaja comparativa; un país se especializa en lo que mejor sabe hacer y compra el resto a otro país especializado en vez de producirlo porque le sale más barato].

Tras diversas tensiones, Cohn acabó dimitiendo pero, al contrario que otros colaboradores que salieron despedidos a patadas, Trump le agradeció sus servicios y le abrió la puerta a que volviese cuando quisiese.

El libro termina con la marcha del abogado del presidente después de que el fiscal que investiga la trama rusa decida seguir adelante con el caso. Trump despide al letrado con elogiosas palabras pero el autor del libro cierra su investigación periodística con una conclusión: Trump es un "mentiroso compulsivo".






lunes, 6 de mayo de 2019

"El fin de la banca", de Jonathan McMillan (2014)

Resumen del libro "El fin de la banca", de Jonathan McMillan (2014)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/04/el-fin-de-la-banca-de-jonathan-mcmillan.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, finanzas, capitalismo, riesgo sistémico, sistema financiero, banca

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Ficha técnica

Título: "El fin de la banca"

Subtítulo: El dinero, el crédito y la revolución digital

Título en inglés: "The End of Banking"

Autor: Jonathan McMillan (nombre ficticio)

Fecha de publicación: 2014

Edición en español: Barcelona, 2018, editorial Penguin Random House Grupo Editorial

Páginas: 315

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Biografía del autor Jonathan McMillan (nombre ficticio)

Jonathan McMillan (nombre ficticio) es un seudónimo detrás del cual hay una extraña pareja. Uno trabaja para un gran banco global. Es un experto en finanzas a quien nada le gusta tanto como bucear entre balances, diagramas de flujo y datos de transacciones. En el desempeño de sus cargos ha obtenido información de primera mano sobre el funcionamiento de los centros financieros de Londres y Nueva York. El fin de la banca se publica bajo un seudónimo para proteger su identidad.

El otro autor es Jürg Müller, que optó por una trayectoria académica. Tiene un M.Phil. en Economía por la Universidad de Cambridge y es doctor en Económicas por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Su investigación ha abarcado el impacto de la regulación bancaria sobre la estabilidad macroeconómica y el bienestar. Actualmente es redactor de Economía en el Neue Zürcher Zeitung.

Se conocieron en la universidad, pero perdieron contacto al tomar distintos caminos. En 2011, volvieron a encontrarse en un pub londinense. Decepcionados ante el modo en que sus pares, desde la banca y el mundo académico, habían lidiado con la crisis, se decidieron a emprender juntos este libro, en el que comparten sus puntos de vista, complementarios, sobre el funcionamiento de la banca.

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Texto de la contraportada

"Hay vida más allá de los bancos.
En este revelador libro, Jonathan McMillan sortea la complejidad de las finanzas modernas para explicar cómo la banca ha estado a punto de acabar con nuestro sistema financiero. La banca ya no funciona, y la revolución digital es el elemento que permitirá dejarla atrás. Basándose en una profunda investigación y con un enfoque riguroso pero accesible, proporciona una alternativa a la banca innovadora y realista.

Jonathan McMillan, seudónimo de dos autores que conocen de primera mano los vericuetos de la banca, protagonizó un impresionante fenómeno de autopublicación y tienen el don de volver abordable y divertida la complejidad de los mecanismos financieros. El fin de la banca identifica la raíz de los problemas actuales y presenta un plan de acción valiente, original y adaptado al futuro".

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ÍNDICE

Primera parte. La banca en la era industrial

1. La necesidad de la banca

2. La mecánica de la banca tradicional

3. Los problemas de la banca

Segunda parte. La banca en la era digital

4. La actividad bancaria no es solo asunto de los bancos

5. La mecánica de la banca en la sombra

6. La crisis financiera de 2007-2008

7. El sistema financiero después de 2008

Tercera parte. Un sistema financiero para la era digital

8. La banca ha dejado de ser necesaria

9. Una contabilidad para el futuro: acabemos con la banca

10. El papel del sector público

11. Un panorama general

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RESUMEN

Comentarios iniciales: El libro estudia las tres fases de la banca: la banca tradicional de la era industrial, la desrregulada que conllevó la "banca en la sombra" o "banca paralela" mediante la creación de dinero con el crédito interno y que desembocó en la crisis del 2008, y finalmente, la banca digital.

La banca tradicional consiste en prestar dinero y guardarlo a salvo. La banca facilitó la creación de préstamos para el desarrollo industrial (que necesitaba una intensidad de capital cada vez mayor). El defecto de esta banca tradicional es que en un momento de crisis surge el pánico bancario y generan grandes recesiones como la de 1907 y 1929. Finalmente, el Estado estableció un marco regulador y establecía garantías para evitar pánicos y se establecieron requisitos de capital.

En la era digital, la banca se descontroló. El crédito fue registrado electrónicamente a partir de la década de 1970 y los bancos encontraron maneras de eludir las normas reguladoras. Se crearon fondos mutuos de inversión del mercado monetario (money market mutual fund, MMMF) que hicieron operaciones bancarias mediante una compleja red de balances lejos de la vigilancia de los reguladores. Esta banca no regulada se denomina "banca en la sombra" o "banca parelela" y, según los autores, en cuestión de decenios la banca paralela superó en importancia a la banca tradicional. Esta incapacidad para regular desembocó en la crisis financiera del 2007 y 2008.

Tras la crisis, el Estado rescató a los bancos "demasiado grandes para caer". Sin embargo, las entidades financieras siguen buscando agujeros en la regulación para escapar del control estatal. El autor considera que "en la era digital, la banca se ha descontrolado" y mientras el Estado ofrece garantías la regulación bancaria ya no es eficaz. Cree que la banca es un proyecto público-privado "disfuncional". "Las instituciones bancarias obtienen inmensos beneficios a base de asumir riesgos excesivos cuando las cosas van bien y los Estados absorben las pérdidas cuando llegan los malos tiempos".

En una tercera parte, el autor dice que la banca digital también permite otras salidas de "destrucción creativa" [nota del lector: en referencia al impulso emprendedor e innovador, como lo denominó Schumpeter] respecto al crédito y el dinero. Cita por ejemplo, los préstamos entre particulares (peer-to-peer, P2P), los mercados virtuales y las monedas digitales (que satisfacen la demanda doméstica de liquidez y de préstamos seguros) y proporcionan crédito a largo plazo para proyectos arriesgados. "La banca ya no es necesaria", dice el autor. "La tecnología de la información permite que el sistema financiero sostenga una economía descentralizada y del capital intensivo sin necesidad de recurrir a los bancos. Prescindir de ellos no pone en peligro la comodidad que supone para los particulares y las empresas no financieras administrar sus propios asuntos. En la era digital, la banca no solo se ha descontrolado, sino que ha perdido su razón de existir". dice el autor. Considera que la banca está obsoleta.

A ello se suman otros problemas como la asimetría de la información (la banca está mejor informada que el cliente que le pide un préstamo). Y hay intereses contrapuestos: el prestatario quiere grandes préstamos que venzan a largo plazo mientras que el prestamista prefiere dejar pequeños importes que venzan a corto plazo para arriesgarse lo menos posible. El "milagro de la banca" consiste en crear dinero interno con los depósitos que custodian de sus clientes, a los que también pagan intereses.

El autor insiste en que un Estado que de garantías totales a la banca es demasiado rentable pero caro para la sociedad. Por ello, propone acabar con la banca y liberalizar el préstamo. Las herramientas clave para liberarse de la banca y sostener un sistema de precios funcional serían la cuota de liquidez y la renta incondicional (renta básica). Explica que las funciones del dinero y del crédito (proporcionar un medio de pago instantáneo y uno aplazado) están relacionadas en un sistema bancario y las esferas pública y privada tampoco están separadas; lo que distorsiona los precios y provoca asignaciones erróneas de recursos en la economía real.

El autor insiste en que en un sistema financiero sin banca, las funciones del dinero y del crédito están separadas y corresponden al ámbito público (dinero) y al privado (crédito). Así, el sistema financiero podrá alimentar un sistema de precios funcional y sostener una economía descentralizada y de capital intensivo.

La creación de dinero interno

Una de las piezas clave de la banca es la creación del dinero interno. Por un lado, los prestatarios presta dinero a la banca y obtienen un interés a cambio; por otro, tienen rápido acceso a él. La cuenta corriente parece equivalente al dinero. La esencia de la banca, que funciona con una contabilidad doble (activo y pasivo) es diversificar sus inversiones; reciben el dinero de los impositores y conceden créditos a los prestatarios que cubren con ese dinero depositado. Pero, recalca el autor, también pueden conceder préstamos sin haber recibido antes dinero de ningún impositor pues al conceder un crédito, crean dinero.

El Estado crea al dinero externo y la banca, el dinero interno (y se puede utilizar como instrumento de cambio o como reserva de valor y tiene la misma unidad de cuenta que el dinero externo). El dinero interno son los depósitos, las cuentas bancarias pero con la transformación de activos los bancos pueden ofrecer unos depósitos que tienen el mismo valor que el dinero.

El autor explica este mecanismo con este ejemplo: Un banco abre una cuenta de 80 dólares de dinero externo (el real) con sus propios fondos y lo anota en el activo y como capital en el pasivo. Una clienta pide prestados 60 dólares y el banco expande el balance (en activos, un depósito y una cuenta de 60 euros a nombre de ella). Según el autor, esta es la forma de crear crédito de la nada pues pone dos contratos de crédito en la misma dimensión (un depósito y un préstamo de 60 dólares en las dos columnas del balance). Al pagar una compra, la clienta lo hace con un cheque a otro cliente del mismo banco, de forma que solo se hacen anotaciones sin que realmente circule dinero real. Poco a poco, el banco está transformando un crédito que había creado de la nada en dinero.

 El autor señala que en el actual sistema bancario, el dinero no es externo (el metálico) sino interno (fiduciario), lo que genera graves efectos secundarios (cuando no hay liquidez a causa de un pánico o estampida bancaria /  una crisis crediticia al no poder financiar la misma cantidad de crédito / la deflación o la destrucción de dinero interno). La solución ha sido las garantías del Estado, que a su vez tienen inconvenientes como el "riesgo moral" (asumir grandes riesgos sabiendo que el Estado va a ser el prestamista de última instancia y que va a ir al rescate con dinero público) por lo que los gobiernos tuvieron que hacer una regulación bancaria para evitar que nadie se aprovechase. Entre las regulaciones están los acuerdos de capital de Basilea I (requisitos de capital con ponderación de riesgos y fondos propios que establecen una cuota de capital para evitar la falta de liquidez pero fracasaron porque regulaban a los bancos pero no la actividad bancaria). El problema es que al regulador le cuesta ponderar si un banco tiene más riesgos y debe aportar más capital.

El Estado también puede hacer operaciones de mercado abierto como "reportos" (acuerdos de recompra con los bancos; es similar a un préstamo avalado a corto plazo) y se beneficia con el "señoreaje" (un beneficio de la creación de dinero externo).

La banca en la sombra

La banca en la sombra surgió con la revolución digital, que permitió diseccionar, desmenuzar y redistribuir el crédito en una cadena de balances con un coste mínimo.
El autor define la banca en la sombra como una serie de instituciones y redes financieras distintas pero solo la emplea para hablar de la creación de dinero a partir del crédito fuera del sector bancario tradicional y cuya actividad se ejerce fuera de la vista de los reguladores bancarios. En 1970, la banca en la sombra era inexistente pero en el 2007-2008 ya superaba a la banca tradicional.

La banca en la sombra surgió con los MMMF (dichos entes no eran considerados bancos porque no ofrecían depósitos y se dedicaban a emitir contratos similares a los del depósito (en pasivos) y contratos de crédito de bajo riesgo y vencimiento a corto plazo (en activos). Creaban dinero a partir del crédito sin estar sujetas a regulación. El truco, para eludir al regulador, era que los bancos transferían sus activos a hojas de balance separadas y mantenían el riesgo económico y sin someterse a los requisitos de capital sin jugarse más fondos propios (arbitraje regulatorio del capital).

El autor explica que con la tecnología digital se ha creado un sistema financiero virtual en el que es posible pasar los contratos financieros de una entidad a otra con unos cuantos de golpes de ratón o de pantalla generando dinero líquido.

El autor menciona tres tipos de transformaciones: del importe nocional, del riesgo crediticio (mediante diversificación, estructuración, avales y coberturas de seguro) y del vencimiento (mediante la oferta de liquidez contractual). Usando seis técnicas financieras de la banca (la puesta en común, la diversificación, la estructuración, la presentación de avales, la protección del seguro y la liquidez contractual) cualquier empresa con una hoja de balance puede crear dinero a partir del crédito. La banca en la sombra consiste en ejercer la actividad bancaria en una serie de balances interconectados. Había una serie de pasos en los balances para crear dinero interno.

Uno de los trucos fue la titulación (que combina la puesta en común, la diversificación y la estructuración). Primero, los  bancos crean una sociedad de responsabilidad limitada (entidad de cometido especial ECE), la cual no produce nada, solo es un balance separado que compra una cartera variada de préstamos sin liquidez a la institución patrocinadora. La ECE emite deuda en forma de bonos de titulación de activos (BTA) respaldados por una cartera diversificada de préstamos. Luego, los BTA se dividen en tramos para evitar riesgos por mala calidad y es puntuada con éxito por una agencia de calificación. Luego, el ECE emite otro título de obligación de deuda garantizada (CDO). Los BTA están respaldados por préstamos y las CDO están respaldados por BTA. Las CDO luego pueden volver a titulizarse (CDO2, CDO3...). Poco a poco, se diluye el riesgo del banco real y debe tener una cuota menor de liquidez. Todo esto se usa como aval y los "reportos" (recompras) transforman el riesgo crediticio.
El autor resume todo este proceso así: Los préstamos sin liquidez se titulizan para convertirlos en BTA y en CDO, que pueden emplearse como avales en los reportos. Los préstamos de riesgo a largo plazo se financian con créditos prácticamente sin riesgo y con liquidez contractual. Es casi crear dinero a partir del crédito.

En general, la banca en la sombra funciona como un multiplicador de dinero que depende de la percepción del riesgo crediticio que tengan los participantes en el mercado financiero. Por un lado, hay un colchón de capital necesario para la titulación y en el recorte aplicado por los prestamistas del reporto. Hay una rápida expansión del crédito y del dinero interno. Por otro lado, el círculo virtuoso de creación de dinero puede volverse vicioso pues la banca en la sombra tiene los mismos puntos débiles que la banca tradicional (pánico bancario, lo que pasó con la crisis del 2007-2008).

Las propuestas de un sistema financiero sin banca en la era digital

El autor define un sistema financiero sin actividad bancaria como un sistema financiero sin dinero interno, lo que no implica que un sistema financiero sin instituciones financieras que presten servicios de pago, asesoramiento sobre inversiones y gestión de activos. También debe haber instituciones que procesen las solicitudes de préstamos y ofrezcan a las empresas el acceso a los mercados de capital.

El autor explica cómo evitar la reaparición de la banca, cómo cambiar la política monetaria en un mundo sin dinero interno y cómo afectarán esos cambios a la economía.

Sostiene que la banca ya no es necesaria para emparejar a los prestatarios y los prestamistas a través del préstamo sin intermediarios (desintermediado). Sostiene que en la era digital se pueden emitir créditos por valores muy pequeños (diversificando los riesgos) y además los clientes pueden tener una relación crediticia con muchos acreedores.

 El autor argumenta que las plataformas de préstamos entre particulares P2P (peer-to-peer) demuestran que el préstamo desintermediado permite la puesta en común y la diversificación de riesgos para las personas y las pequeñas empresas. Los particulares pueden repartir sus ahorros en pequeñas cantidades y prestarlos a miles de prestatarios y tanto las pequeñas empresas como las personas pueden reunir dinero de miles de prestamistas. No se puede controlar a todos los prestatarios (lo que excluye el riesgo moral de la asimetría de la información).

Para vigilar la calidad de los solicitantes del crédito, dado que estos son individuos sin capacidad para emitir informes corporativos de una agencia de calificación, se puede usar la puntuación crediticia (que se realiza con antecedentes de pago, datos sobre ingresos) y son más fiables que la sensación basada en relaciones personales (el director del banco).

Otra posibilidad es que Internet coloca a los prestamistas en una posición todavía mejor para evaluar y comparar a los controladores delegados. Algunas plataformas de Internet dan datos sobre el rendimiento expost de los préstamos, los modelos de puntuación de crédito utilizados y los datos empleados para esos modelos. Estas asimetrías de la información se resuelven al igual que las plataformas de viajes donde los clientes puntúan la calidad y el servicio de hoteles, restaurantes o destinos turísticos.
"En la era digital, la actividad bancaria ya no aporta valor añadido en la resolución de las asimetrías de información y de los conflictos de intereses", dice el autor.

Otra ventaja es la liquidez de mercado de bienes y servicios (por ejemplo, ahora es fácil vender rápidamente en Internet un regalo que no gusta porque la red social funciona como un mercado virtual), Lo mismo podría funcionar para los bonos. Y además Internet disminuye la información privilegiada.

Respecto al sistema de pagos, Internet es muy cómodo porque permite hacer anotaciones contables sin dinero físico o a través de las monedas digitales (dinero externo virtual).

Otra figura que sustituye al banco (depósito) es el custodio (por ejemplo, un asesor financiero) que centraliza los pagos e inversiones.

El hecho de que la banca siga dominando el panorama financiero se debe a varios factores. Por ejemplo, está subsidiada y para las instituciones no bancarias es difícil competir. Los gobiernos han planteado alternativas a la banca como la "banca estrecha" (narrow banking), que las reduciría a solo guardar dinero. Otra idea es la banca de uso limitado que revisa las instituciones financieras (funcionan como fondos mútuos). Habría otras restricciones a las prácticas anteriores de la banca y propone instaurar una norma de solvencia sistémica.

Por parte del sector público, este tendría que inyectar dinero de forma incondicional a todos los ciudadanos (en vez de rescatar a los bancos, que tienen acceso privilegiado a los fondos públicos y que luego usan para comprar activos financieros en vez de dedicarlos a la economía real). El concepto de renta incondicional (da igual edad, sexo, empleo o desempleo) se parece a la renta básica garantizada pero es mucho menor y no es fija, solo se emite de forma constante y generalizada para que la gente consuma. A mayores, la política monetaria debería ser independiente del Gobierno para evitar que el dinero se dirija hacia a algún sitio en concreto.

Cree que hay que separar la banca del sector público para que esta no tenga que cargar con sus riesgos y no puede dedicarse a garantizar dinero interno porque así no es creíble la estabilidad de precios. El autor concluye que el riesgo debe asumirlo quienes también disfrutan de los posibles beneficios.

En resumen, el autor propone unos mínimos cambios legales para acabar con la banca, como una norma de solvencia sistémica al derecho de sociedades y ajustar la política monetaria. Dice que esto es más fácil de hacer que desenmarañar el complejo viejo sistema bancario, el cual está descontrolado y lleno de interdependencias financieras. La actual regulación es un desperdicio de recursos, según el autor. "Sí hay una alternativa", dice.