Resumen de "La gran transformación", de Karl Polanyi (1944)
Título: "La gran transformación"
Subtítulo: Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo
Título en inglés: "The Great Transformation"
Título en inglés: "The Great Transformation"
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Resumen de la editorial S.L. FONDO DE CULTURA ECONOMICA DE ESPAÑA
"Desde la paz relativa instaurada en el siglo XIX -la cual descansaba en el equilibrio de sus instituciones- hasta nuestros días signados por guerras de baja y alta intensidad, es posible observar cómo se han privilegiado ciertas políticas que, al entronizar la economía mercantil y convertir en aleatorias las transformaciones sociales, exhiben a un hombre que pierde progresivamente su libertad y sus rasgos humanos. Karl Polanyi cuestiona en estas páginas clásicas esa subordinación del perfil social al progreso económico y propone invertir el planteamiento: encontrar primero la esencia de la convivencia histórica a través de una plena reorganización internacional de las instituciones sociales, antes de que el pragmatismo económico anule los valores esenciales de la vida humana que tan trabajosamente sobreviven en este siglo. Esta nueva edición incluye un prólogo de Joseph Stiglitz y una introducción de Fred Block, que analizan claramente el pensamiento de Polanyi y subrayan la vigencia de esta obra, a casi 60 años de su publicación, en estos tiempos de neoliberalismo y globalización".
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Comentarios de César Rendueles (Introducción de "Los fallos del mercado", de Karl Polanyi (recopilación de artículos, publicado en 2014 en editorial Capitán Swift)
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ÍNDICE
ÍNDICE Presentación
Primera parte. EL SISTEMA INTERNACIONAL
Cap. 1. La paz de los cien años
Cap. 2. Años veinte conservadores, años treinta revolucionarios
Segunda parte GRANDEZA Y DECADENCIA DE LA ECONOMÍA DE MERCADO I. «Satanic Mill» o la fábrica del diablo
Cap. 3. Moradas versus mejoras
Cap. 4. Sociedades y sistemas económicos
Cap. 5. La evolución del modelo de mercado
Cap. 6. El mercado autorregulador y las mercancías ficticias: trabajo, tierra y dinero
Cap. 7. Speenhamland, 1795
Cap. 8. Antecedentes y consecuentes
Cap. 9. Pauperismo y utopía
Cap. 10. La economía política y el descubrimiento de la sociedad 1
II. La autoprotección de la sociedad
Cap. 11. El hombre, la naturaleza y la organización de la produc.
Cap. 12. Nacimiento del credoliberal
Cap. 13. Interés de clase y cambio social
Cap. 14. El mercado y el hombre
Cap. 15. El mercado y la naturaleza
Cap.16. El mercado y la organización de la producción
Cap. 17. La autorregulación en entredicho
Cap. 18. Tensiones de ruptura
Tercera parte LA TRANSFORMACION EN MARCHA
Cap. 19. Gobierno popular y economía de mercado
Cap. 20. La historia en e1 engranaje del cambio social
Cap. 21. La libertad en una sociedad compleja
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RESUMEN
En un congreso de sociología que se celebró en Inglaterra en 1946 Polanyi sintetizó algunas de las líneas de "La gran transformación" en los tres puntos siguientes:
-El determinismo económico es primordialmente un fenómeno del siglo XIX que en la actualidad (1944) ha cesado de ser operativo en la mayor parte del mundo; únicamente funcionó en un sistema de mercado que está a punto de desaparecer rápidamente de Europa.
-El sistema de mercado ha deformado unilateralmente nuestra visión del hombre y de la sociedad.
-Esas percepciones deformadas constituyen hoy uno de los principales obstáculos que nos impiden resolver los problemas de nuestra “civilización”.
El primer capítulo arranca con un rotundo: "La civilización del siglo XIX se ha derrumbado".
Su desintegración fue mas bien el resultado de un conjunto de causas muy diferentes: las medidas adoptadas por la sociedad para no verse aniquilada por la acción del mercado autorregulador. (:348)
La tesis principal defendida por el autor es que "la idea de un mercado que se regula a sí mismo era una idea puramente utópica. Una institución como ésta no podía existir de forma duradera sin aniquilar la sustancia humana y la naturaleza de la sociedad, sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en un desierto. Inevitablemente la sociedad adoptó medidas para protegerse, pero todas ellas comprometían la autorregulación del mercado, desorganizaban la vida industrial y exponían así a la sociedad a otros peligros. Justamente este dilema obligó al sistema de mercado a seguir en su desarrollo un determinado rumbo y acabó por romper la organización social que estaba basada en él". (Polanyi: 19)
El propio Polanyi explica que su libro trata de los orígenes políticos y económicos de los regímenes del siglo XIX, la Gran Guerra, el desplome del liberalismo así como de la gran transformación que ha provocado.
El autor señala que la civilización del siglo XIX se asentaba sobre cuatro instituciones.
1) La primera era el sistema de equilibrio entre las grandes potencias que, durante un siglo, impidió que surgiese entre ellas cualquier tipo de guerra larga y destructora.
2) La segunda fue el patrón-oro internacional en tanto que símbolo de una organización única de la economía mundial.
3) La tercera, el mercado autorregulador que produjo un bienestar material hasta entonces nunca soñado.
4) La cuarta, "en fin", fue el Estado liberal.
Polanyi podemos agrupar estas instituciones señalando que dos de ellas eran económicas y dos políticas o bien nacionales e internacionales.
Pero en todo caso estas cuatro instituciones confieren a la historia de nuestra civilización sus principales características.
El patrón-oro, entre todas ellas, ha sido reconocido como de una importancia decisiva; su caída fue la causa inmediata de la catástrofe. Cuando se desplomó, la mayoría de las otras instituciones ya habían sido sacrificadas en un esfuerzo estéril para salvarlo.
La fuente y la matriz del sistema se encuentra sin embargo en el mercado autorregulador.
Es justamente su nacimiento lo que hizo posible la formación de una civilización particular. El patrón-oro fue pura y simplemente una tentativa para extender al ámbito internacional el sistema del mercado interior; el sistema de equilibrio entre las potencias fue a su vez una superestructura edificada sobre el patrón-oro que funcionaba, en parte, gracias a él; y el Estado liberal fue, por su parte, una creación del mercado autorregulador. La clave del sistema institucional del siglo XIX se encuentra, pues, en las leyes que gobiernan la economía de mercado.
La tesis defendida por Polany, según el mismo dice en su introducción, es que "la idea de un mercado que se regula a sí mismo era una idea puramente utópica".
Añade que una institución como ésta no podía existir de forma duradera sin aniquilar la sustancia humana y la naturaleza de la sociedad, sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en un desierto.
Inevitablemente la sociedad adoptó medidas para protegerse, "pero todas ellas comprometían la autorregulación del mercado, desorganizaban la vida industrial y exponían así a la sociedad a otros peligros. Justamente este dilema obligó al sistema de mercado a seguir en su desarrollo un determinado rumbo y acabó por romper la organización social que estaba basada en él".
Esta explicación de una de las "crisis más profundas" que han existido en la historia de la humanidad puede parecer demasiado simple.
Nada resulta más absurdo en apariencia que intentar reducir una civilización, su sustancia y su ethos, a un número inmutable de instituciones entre las cuales una sería la fundamental, así como partir de
esta comprobación para demostrar que la autodestrucción de esta civilización era un hecho ineluctable derivado de una determinada cualidad técnica de su organización económica.
Añade que las civilizaciones, como la vida misma, nacen de la interacción de un gran número de factores independientes que, por regla general, no pueden reducirse a instituciones claramente definidas. Tratar por tanto de objetivar y definir un mecanismo institucional que explique la decadencia de una civilización puede parecer una empresa disparatada. No obstante, esto es lo que el autor asegura que pretende hacer, y "al hacerlo adaptamos conscientemente nuestro objetivo a la extrema particularidad del problema a estudiar, ya que la civilización del siglo XIX fue única en el sentido de que reposaba sobre un mecanismo institucional muy determinado y específico".
Un capítulo de interés es el del "Satanic mill", una expresión que se hará popular. Polanyi dice que "en el corazón de la Revolución industrial del siglo XVIII se puede comprobar un perfeccionamiento casi milagroso de los instrumentos de producción y a la vez una dislocación catastrófica de la vida del
pueblo. Intentaremos desentrañar cuáles fueron los factores que determinaron las formas adoptadas por esta dislocación tal y como se manifestó en su peor aspecto en la Inglaterra de mediados del siglo pasado. ¿En qué consistió satanic mill, este molino del diablo, que aplastó a los hombres y los transformó en masas?" (:59)
Recalca que "el liberalismo económico fue incapaz de leer la historia de la Revolución industrial, porque se obstinó en juzgar los acontecimientos sociales desde una perspectiva económica".
Tras estudiar los "enclosed" de Inglaterra (cierre de tierras comunales para pastos de ovejas; en el caso de la España del siglo XVII nada se pudo hacer: el suelo se había erosionado por la excesiva explotación lanar), Polanyi concluye que "la creencia en el progreso espontáneo nos hace necesariamente incapaces de percibir el papel del gobierno en la vida económica, que consiste frecuentemente en modificar la velocidad del cambio, acelerándolo o frenándolo, según los casos. Si consideramos que ese ritmo es inalterable —o, aún peor, si pensamos que constituye un sacrilegio modificarlo— entonces ya no hay lugar para ningún tipo de intervención".
Señala que tanto el cierre de campos comunales como el impulso marítimo causó "desastres" en el modo de vida de las clases populares.
En este capítulo explica como los cierres causaron dos desastres en Inglaterra, entre 1490 y 1640, en los que los Tudor y Estuardo trataron de paliar la catástrofe de convertir campos comunales en pastos para ovejas altamente rentables, por lo que echaron fuera a los campesinos anclados a la tierra y generó un gran despoblamiento de las aldeas. Mientras los pobres estaban atornillados a un mismo lugar, asentados, los caballeros podían progresar e innovar. El tema del drama de los comunes sigue vivo pues lo usan autores actuales para explicar la sociedad tecnológica del siglo XXI y la economía colaborativa.
La segunda oleada de cercados robados a tierras comunales fue ya en plena Revolución Industrial, cuando los campesinos emigraron a ciudades industriales altamente contaminantes. El autor se pregunta si esto tenía que haber pasado así necesariamente, si no había otra solución.
Lo que le parece impresionante es que, por primera vez en la historia, una civilización fuese estrictamente económica, que se autorregulase sola por los precios. Cree que fue un cataclismo similar a la implantación de una gran religión porque cambió y transformó toda la sociedad. Recuerda que un mercado autorregulado contaba con instituciones como el patrón oro, libertad de comercio y los precios. Esto creó una especie de camisa de fuerza que vinculó a Inglaterra y al oro con el resto de los países.
Comenta que la división del trabajo auspiciada por Smith no era un gran descubrimiento sino que es algo tan viejo como la Edad de Piedra. Siempre ha habido división del trabajo, ya fuese por sexo, familia, localidad, o habilidades personales.
En la parte tercera, explica que todos los gobiernos socialistas que en la Gran Depresión intentaron salvar el patrón oro fracasaron.
Según Polanyi, la verdadera crítica que se puede formular a la sociedad de mercado no es que se funde en lo económico -en cierto sentido, toda sociedad, cualquier sociedad, lo hace-, sino que su economía descanse en el interés personal. Una organización semejante de la vida económica es totalmente no-natural, en el sentido estrictamente empírico de que es excepcional. Los pensadores del siglo XIX suponían que el hombre, en su actividad económica, buscaba el beneficio, que su propensión materialista lo empujaba a optar por el menor esfuerzo y a esperar una remuneración por su trabajo, en suma, que en su actividad económica el hombre debía tender a adaptarse a lo que ellos describían como una racionalidad económica.
De aquí se deducía que los mercados eran instituciones naturales, susceptibles de surgir espontáneamente con tal de que se dejase libertad de acción a los hombres. Nada, por tanto, más normal que un sistema económico constituido por mercados gobernados únicamente por los precios, y una sociedad humana fundada en ellos que aparecía como el objetivo del progreso. Lo importante
no era tanto si esta sociedad era o no deseable desde el punto de vista moral. Pero, apunta Polanyi, el comportamiento del hombre ya sea en estado primitivo o en las distintas fases históricas de nuestra cultura, ha sido prácticamente lo opuesto de lo que los pensadores del siglo XIX creían. Poco trueque había, los mercados nacionales no surgieron de actividades económicas espontáneas sino por una acción del Estado, a veces violenta.
" La debilidad congénita de la sociedad del siglo XIX no radica en que ésta fuese industrial, sino en que era una sociedad de mercado. La civilización industrial continuará existiendo cuando la experiencia utópica de un mercado autorregulador ya no sea más que un recuerdo", dice (:350). Y añade: "La humanidad está lejos aún de haberse adaptado a la utilización de las máquinas y quedan por acontencer grandes cambios; sin embargo, resulta tan imposible restaurar el pasado, como trasladar nuestras actuales dificultades a otro planeta".
Respecto al modo de gobierno del siglo XIX, el autor señala que "el sistema funcionaba por mediación de estas grandes potencias, en primer lugar Gran Bretaña, que constituían el centro de las finanzas mundiales y que pedían insistentemente que se estableciesen gobiernos representativos en los países menos desarrollados. Estos gobiernos eran necesarios para controlar las finanzas y las monedas de los países deudores, ya que éstos últimos necesitaban presupuestos bien administrados que únicamente podían controlar cuerpos responsables". Considera clave el hecho de que "esta situación confirió actualidad a dos principios de la vida internacional del sigo XIX: la soberanía anárquica (obligación de ceñirse a las reglas de la economía internacional y establecer una uniformidad en todos los regímenes) y la intervención «justificada» en los negocios de otro país". [nota del lector: estas líneas escritas hace 70 años recuerdan a la presión que sufrió Grecia por parte de la UE para cumplir las "normas"]
De seguida, entra a examinar las libertades individuales que puede alcanzar la sociedad industrial. En el siglo XIX, "La cooperación económica se limitaba a instituciones privadas, tan mal fijadas y tan ineficaces como el libre-cambio, mientras que nunca se planteó la colaboración real entre los pueblos, es decir, entre gobiernos, ni tan siquiera se llegó a pensar en semejante cooperación".
Tras la Segunda Guerra Mundial, Polanyi señala que "de las ruinas del viejo mundo se puede contemplar la emergencia de las piedras angulares del nuevo: la colaboración económica entre los Estados y la libertad de organizar a voluntad la vida nacional". En las siguientes páginas defiende la idea de aumentar las libertades individuales y dejarle un poco de aire a los disidentes para que también puedan vivir. "La quiebra de la economía de mercado puede suponer el comienzo de una era de libertades sin precedentes. La libertad jurídica y la libertad efectiva pueden ser mayores y más amplias de lo que nunca han sido. Reglamentar y dirigir puede convertirse en una forma de lograr la libertad, no sólo para algunos sino para todos", añade. El autor recalca que en esa época hay espacio para mayor libertad de ocio y seguridad y que la nueva sociedad industrial puede permitirse ser a la vez libre y justa. (:358)
El autor considera que en el siglo XIX, las libertades se ciñeron solo a las necesidades de la empresa y de quienes ya tenían libertad y que cualquier intento de planificación fue visto como una esclavitud [nota del lector: quizás se refiera al libro del ultraliberal Hayek "Camino de servidumbre" publicado en 1943].
Añade que: "El socialismo es ante todo la tendencia inherente a una civilización industrial para transcender el mercado autorregulador subordinándolo conscientemente a una sociedad democrática. El socialismo es la solución que surge directamente entre los trabajadores, quienes no entienden por qué no ha de estar la producción directamente regulada, ni por qué los mercados no han de ser un elemento útil, pero secundario, en una sociedad libre".
Señala este autor que "desde el punto de vista de la comunidad en su conjunto, el socialismo es simplemente una forma de continuar el esfuerzo para hacer de la sociedad un sistema de relaciones realmente humanas entre las personas que, en Europa occidental, ha estado siempre asociado a la tradición cristiana. Desde el punto de vista del sistema económico, supone, por el contrario, una ruptura radical con el pasado inmediato, en la medida en que rompe con la tentativa de convertir los beneficios pecuniarios privados en el estímulo general de las actividades productivas y, también en la medida en que no reconoce a las personas privadas el derecho a disponer de los principales instrumentos de producción".
Recalca que "he aquí la razón por la que, en resumen, los partidos socialistas tienen dificultades para reformar la economía capitalista, incluso cuando están dispuestos a no tocar el sistema de propiedad. La simple posibilidad de que estén dispuestos a hacerlo mina el tipo de confianza que es vital en la economía liberal: la confianza absoluta en la continuidad de los títulos de propiedad. Si bien es cierto que el contenido real de los derechos de propiedad puede ser redefinido por el cuerpo legislativo,
la seguridad de una continuidad formal es esencial para el funcionamiento del sistema de mercado".
Comentarios de Donatella della Porta sobre la obra de Polanyi
Comentarios de Donatella della Porta a la Gran Transformación, extraídos de la página 75, 76 y 77 de "El Gran Retroceso" (2017):
"El neoliberalismo y su crisis se pueden entender dentro de un marco que el economista político Karl Polanyi ha descrito como un doble movimiento en el desarrollo del capitalismo. Tras la expansión de los mercados apareció un contramovimiento que busca la protección de la sociedad. Polanyi advirtió contra la transformación de la mano de obra, la tierra y el dinero en mercancías (mercantilización), tendencia que sin un contrato adecuado podría destruir la sociedad"
"En su análisis, Polanyi se centró en algunas de las formas más específicas que pueden asumir los contramovimientos (movimientos de gente que se siente traicionada por cambios como los producidos por el neoliberalismo). Esos contramovimientos - afirmó Polanyi - son en realidad movimientos reactivos, es decir, tienen una actitud defensiva y orientada al pasado. De hecho, a menudo se establecen como resistencia contra una ideología que predica el predominio del mercado sobre cualquier otro aspecto de la sociedad. Por poner solamente dos ejemplos: en muchos casos estallaron rebeliones campesinas cuando los trabajadores del campo sintieron que el contrato social implícito que les ofrecía por lo menos una protección mínima contra los caprichos del mercado había sido quebrantado; del mismo modo, los llamados motines del pan (food riots) se han interpretado a menudo como reacciones ante la destrucción de una economía moral cuando se cercan las tierras comunales y se desregula el mercado de productos básicos, como el pan. La historia nos enseña que los contramovimientos que buscan el restablecimiento de derechos tradicionalmente garantizados pueden proponer narrativas progresistas y ofrecer visiones incluyentes y participativas, pero también pueden inspirarse en modelos regresivos y en ideas excluyentes y plebiscitarias".
"La implementación política de los dogmas económicos neoliberales ha revelado algunos paralelismos con la "gran transformación" descrita por Polanyi. Cuando el éxito de la resistencia contra el fundamentalismo rampante del mercado había hecho posible una expansión de la protección social dentro de algunas naciones-Estado (socialdemocracias y "socialismo real").
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Link al resumen original y actualizado:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/01/la-era-del-capitalismo-de-vigilancia-de.html
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Richard Baldwin, en "La convulsión globótica" (2019)
Link al resumen original y actualizado:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2020/06/la-convulsion-globotica-de-richard.html
Según cuenta Rendueles "En La gran transformación Polanyi plantea que la difusión del mercado condujo, paradójicamente, a niveles de poder gubernamental centralizado sin precedentes en la historia". (Rendueles, Polanyi, 2014:21), "En La gran transformación intentó comprender tanto las causas profundas de la crisis económica y los enfrentamientos políticos como las respuestas a ellas. Es decir, no sólo el derrumbe del ideal del mercado libre generalizado, sino la apareción de distintas alternativas políticas, como el fascismo, el socialismo autoritario o las reorganizaciones del capitalismo europeas y norteamericanas". (Rendueles, Polanyi, 2014:11),
Rendueles añade que "La gran transformación" "es una historia social del desmoronamiento de los pilares ideológicos del liberalismo. El fundamento normativo de la doctrina liberal es la tesis de que la extensión de la lógica mercantil a distintos ámbitos de la vida social permite a las sociedades complejas eludir conflictos políticos que, de otro modo, resultarían desgarradores. El mercado proporciona una herramienta de coordinación espontánea que descarga a las sociedades de masas de la obligación de alcanzar consensos acerca de sus ideales de vida buena. Si la educación se mercantiliza, no hace falta llegar a un acuerdo acerca del modelo educativo idóneo, cada cual eligirá el que prefiera y pueda pagar. El resultado ha sido una sociedad excepcional en la historia de la humanidad, que ha confiado a la competencia mercantil la organización de ámbitos de la vida común (especialmente el trabajo, la tierra y el dinero) que hasta entonces habían estado regulados por normativas conservadoras que garantizaran su estabilidad". (Rendueles, Polanyi, 2014:11).
Añade Rendueles que en La gran transformación Polanyi analiza históricamente el modo en que este modelo social se impuso a través de un proceso convulso y muy violento para las clases populares. "En muy poco tiempo vieron como saltaban por los aires sus condiciones materiales de subsistencia que hasta entonces entreveraban su vida familiar y cultural. En cambio, para las élites del siglo XIX, fue un periodo inusitadamente próspero y tranquilo, apenas alterado por enfrentamientos y conflictos menores. Pero a principios del siglo XX esa paz secular se transformó en la mayor crisis de origen social que ha conocido la humanidad: una depresión económica mundial sin precedentes, conflictos políticos entre los estados nacionales, guerras atroces, enfrentamientos de clase... Por todo el mundo surgieron reacciones o "contramovimientos" a esta situación, entre ellas el nazismo y el socialismo democrático. (Rendueles, Polanyi, 2014:12).
"Para Polanyi, estas alternativas constituyen tentativas de retorno a una normalidad histórica en la que el mercado sólo puede desempeñar un papel subordinado. Creía que las características sociales de la especie humana eran incompatibles con ciertas formas extremas de institucionalización de la economía, como el mercado libre generalizado. No todas las materializaciones de ese frenazo a la locomotora capitalista tienen por qué ser reaccionarias. El objetivo político de Polanyi era precisamente buscar un cóctel que combinara cierto conservadurismo antropológico con los ideales ilustrados de autonomía individual y emancipación política y la complejidad social y cultural características de la modernidad. [..] En esta obra muy innovadora, el objetivo de Polanyi es reconstruir el proceso histórico a través del cual la mercantilización ha llegado a establecer la agenda de nuestros desafíos políticos y morales más urgentes". (Rendueles, Polanyi, 2014:12).
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ÍNDICE
ÍNDICE Presentación
Primera parte. EL SISTEMA INTERNACIONAL
Cap. 1. La paz de los cien años
Cap. 2. Años veinte conservadores, años treinta revolucionarios
Segunda parte GRANDEZA Y DECADENCIA DE LA ECONOMÍA DE MERCADO I. «Satanic Mill» o la fábrica del diablo
Cap. 3. Moradas versus mejoras
Cap. 4. Sociedades y sistemas económicos
Cap. 5. La evolución del modelo de mercado
Cap. 6. El mercado autorregulador y las mercancías ficticias: trabajo, tierra y dinero
Cap. 7. Speenhamland, 1795
Cap. 8. Antecedentes y consecuentes
Cap. 9. Pauperismo y utopía
Cap. 10. La economía política y el descubrimiento de la sociedad 1
II. La autoprotección de la sociedad
Cap. 11. El hombre, la naturaleza y la organización de la produc.
Cap. 12. Nacimiento del credoliberal
Cap. 13. Interés de clase y cambio social
Cap. 14. El mercado y el hombre
Cap. 15. El mercado y la naturaleza
Cap.16. El mercado y la organización de la producción
Cap. 17. La autorregulación en entredicho
Cap. 18. Tensiones de ruptura
Tercera parte LA TRANSFORMACION EN MARCHA
Cap. 19. Gobierno popular y economía de mercado
Cap. 20. La historia en e1 engranaje del cambio social
Cap. 21. La libertad en una sociedad compleja
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RESUMEN
En un congreso de sociología que se celebró en Inglaterra en 1946 Polanyi sintetizó algunas de las líneas de "La gran transformación" en los tres puntos siguientes:
-El determinismo económico es primordialmente un fenómeno del siglo XIX que en la actualidad (1944) ha cesado de ser operativo en la mayor parte del mundo; únicamente funcionó en un sistema de mercado que está a punto de desaparecer rápidamente de Europa.
-El sistema de mercado ha deformado unilateralmente nuestra visión del hombre y de la sociedad.
-Esas percepciones deformadas constituyen hoy uno de los principales obstáculos que nos impiden resolver los problemas de nuestra “civilización”.
El primer capítulo arranca con un rotundo: "La civilización del siglo XIX se ha derrumbado".
Su desintegración fue mas bien el resultado de un conjunto de causas muy diferentes: las medidas adoptadas por la sociedad para no verse aniquilada por la acción del mercado autorregulador. (:348)
La tesis principal defendida por el autor es que "la idea de un mercado que se regula a sí mismo era una idea puramente utópica. Una institución como ésta no podía existir de forma duradera sin aniquilar la sustancia humana y la naturaleza de la sociedad, sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en un desierto. Inevitablemente la sociedad adoptó medidas para protegerse, pero todas ellas comprometían la autorregulación del mercado, desorganizaban la vida industrial y exponían así a la sociedad a otros peligros. Justamente este dilema obligó al sistema de mercado a seguir en su desarrollo un determinado rumbo y acabó por romper la organización social que estaba basada en él". (Polanyi: 19)
El propio Polanyi explica que su libro trata de los orígenes políticos y económicos de los regímenes del siglo XIX, la Gran Guerra, el desplome del liberalismo así como de la gran transformación que ha provocado.
El autor señala que la civilización del siglo XIX se asentaba sobre cuatro instituciones.
1) La primera era el sistema de equilibrio entre las grandes potencias que, durante un siglo, impidió que surgiese entre ellas cualquier tipo de guerra larga y destructora.
2) La segunda fue el patrón-oro internacional en tanto que símbolo de una organización única de la economía mundial.
3) La tercera, el mercado autorregulador que produjo un bienestar material hasta entonces nunca soñado.
4) La cuarta, "en fin", fue el Estado liberal.
Polanyi podemos agrupar estas instituciones señalando que dos de ellas eran económicas y dos políticas o bien nacionales e internacionales.
Pero en todo caso estas cuatro instituciones confieren a la historia de nuestra civilización sus principales características.
El patrón-oro, entre todas ellas, ha sido reconocido como de una importancia decisiva; su caída fue la causa inmediata de la catástrofe. Cuando se desplomó, la mayoría de las otras instituciones ya habían sido sacrificadas en un esfuerzo estéril para salvarlo.
La fuente y la matriz del sistema se encuentra sin embargo en el mercado autorregulador.
Es justamente su nacimiento lo que hizo posible la formación de una civilización particular. El patrón-oro fue pura y simplemente una tentativa para extender al ámbito internacional el sistema del mercado interior; el sistema de equilibrio entre las potencias fue a su vez una superestructura edificada sobre el patrón-oro que funcionaba, en parte, gracias a él; y el Estado liberal fue, por su parte, una creación del mercado autorregulador. La clave del sistema institucional del siglo XIX se encuentra, pues, en las leyes que gobiernan la economía de mercado.
La tesis defendida por Polany, según el mismo dice en su introducción, es que "la idea de un mercado que se regula a sí mismo era una idea puramente utópica".
Añade que una institución como ésta no podía existir de forma duradera sin aniquilar la sustancia humana y la naturaleza de la sociedad, sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en un desierto.
Inevitablemente la sociedad adoptó medidas para protegerse, "pero todas ellas comprometían la autorregulación del mercado, desorganizaban la vida industrial y exponían así a la sociedad a otros peligros. Justamente este dilema obligó al sistema de mercado a seguir en su desarrollo un determinado rumbo y acabó por romper la organización social que estaba basada en él".
Esta explicación de una de las "crisis más profundas" que han existido en la historia de la humanidad puede parecer demasiado simple.
Nada resulta más absurdo en apariencia que intentar reducir una civilización, su sustancia y su ethos, a un número inmutable de instituciones entre las cuales una sería la fundamental, así como partir de
esta comprobación para demostrar que la autodestrucción de esta civilización era un hecho ineluctable derivado de una determinada cualidad técnica de su organización económica.
Añade que las civilizaciones, como la vida misma, nacen de la interacción de un gran número de factores independientes que, por regla general, no pueden reducirse a instituciones claramente definidas. Tratar por tanto de objetivar y definir un mecanismo institucional que explique la decadencia de una civilización puede parecer una empresa disparatada. No obstante, esto es lo que el autor asegura que pretende hacer, y "al hacerlo adaptamos conscientemente nuestro objetivo a la extrema particularidad del problema a estudiar, ya que la civilización del siglo XIX fue única en el sentido de que reposaba sobre un mecanismo institucional muy determinado y específico".
Un capítulo de interés es el del "Satanic mill", una expresión que se hará popular. Polanyi dice que "en el corazón de la Revolución industrial del siglo XVIII se puede comprobar un perfeccionamiento casi milagroso de los instrumentos de producción y a la vez una dislocación catastrófica de la vida del
pueblo. Intentaremos desentrañar cuáles fueron los factores que determinaron las formas adoptadas por esta dislocación tal y como se manifestó en su peor aspecto en la Inglaterra de mediados del siglo pasado. ¿En qué consistió satanic mill, este molino del diablo, que aplastó a los hombres y los transformó en masas?" (:59)
Recalca que "el liberalismo económico fue incapaz de leer la historia de la Revolución industrial, porque se obstinó en juzgar los acontecimientos sociales desde una perspectiva económica".
Tras estudiar los "enclosed" de Inglaterra (cierre de tierras comunales para pastos de ovejas; en el caso de la España del siglo XVII nada se pudo hacer: el suelo se había erosionado por la excesiva explotación lanar), Polanyi concluye que "la creencia en el progreso espontáneo nos hace necesariamente incapaces de percibir el papel del gobierno en la vida económica, que consiste frecuentemente en modificar la velocidad del cambio, acelerándolo o frenándolo, según los casos. Si consideramos que ese ritmo es inalterable —o, aún peor, si pensamos que constituye un sacrilegio modificarlo— entonces ya no hay lugar para ningún tipo de intervención".
Señala que tanto el cierre de campos comunales como el impulso marítimo causó "desastres" en el modo de vida de las clases populares.
En este capítulo explica como los cierres causaron dos desastres en Inglaterra, entre 1490 y 1640, en los que los Tudor y Estuardo trataron de paliar la catástrofe de convertir campos comunales en pastos para ovejas altamente rentables, por lo que echaron fuera a los campesinos anclados a la tierra y generó un gran despoblamiento de las aldeas. Mientras los pobres estaban atornillados a un mismo lugar, asentados, los caballeros podían progresar e innovar. El tema del drama de los comunes sigue vivo pues lo usan autores actuales para explicar la sociedad tecnológica del siglo XXI y la economía colaborativa.
La segunda oleada de cercados robados a tierras comunales fue ya en plena Revolución Industrial, cuando los campesinos emigraron a ciudades industriales altamente contaminantes. El autor se pregunta si esto tenía que haber pasado así necesariamente, si no había otra solución.
Lo que le parece impresionante es que, por primera vez en la historia, una civilización fuese estrictamente económica, que se autorregulase sola por los precios. Cree que fue un cataclismo similar a la implantación de una gran religión porque cambió y transformó toda la sociedad. Recuerda que un mercado autorregulado contaba con instituciones como el patrón oro, libertad de comercio y los precios. Esto creó una especie de camisa de fuerza que vinculó a Inglaterra y al oro con el resto de los países.
Comenta que la división del trabajo auspiciada por Smith no era un gran descubrimiento sino que es algo tan viejo como la Edad de Piedra. Siempre ha habido división del trabajo, ya fuese por sexo, familia, localidad, o habilidades personales.
En la parte tercera, explica que todos los gobiernos socialistas que en la Gran Depresión intentaron salvar el patrón oro fracasaron.
Según Polanyi, la verdadera crítica que se puede formular a la sociedad de mercado no es que se funde en lo económico -en cierto sentido, toda sociedad, cualquier sociedad, lo hace-, sino que su economía descanse en el interés personal. Una organización semejante de la vida económica es totalmente no-natural, en el sentido estrictamente empírico de que es excepcional. Los pensadores del siglo XIX suponían que el hombre, en su actividad económica, buscaba el beneficio, que su propensión materialista lo empujaba a optar por el menor esfuerzo y a esperar una remuneración por su trabajo, en suma, que en su actividad económica el hombre debía tender a adaptarse a lo que ellos describían como una racionalidad económica.
De aquí se deducía que los mercados eran instituciones naturales, susceptibles de surgir espontáneamente con tal de que se dejase libertad de acción a los hombres. Nada, por tanto, más normal que un sistema económico constituido por mercados gobernados únicamente por los precios, y una sociedad humana fundada en ellos que aparecía como el objetivo del progreso. Lo importante
no era tanto si esta sociedad era o no deseable desde el punto de vista moral. Pero, apunta Polanyi, el comportamiento del hombre ya sea en estado primitivo o en las distintas fases históricas de nuestra cultura, ha sido prácticamente lo opuesto de lo que los pensadores del siglo XIX creían. Poco trueque había, los mercados nacionales no surgieron de actividades económicas espontáneas sino por una acción del Estado, a veces violenta.
" La debilidad congénita de la sociedad del siglo XIX no radica en que ésta fuese industrial, sino en que era una sociedad de mercado. La civilización industrial continuará existiendo cuando la experiencia utópica de un mercado autorregulador ya no sea más que un recuerdo", dice (:350). Y añade: "La humanidad está lejos aún de haberse adaptado a la utilización de las máquinas y quedan por acontencer grandes cambios; sin embargo, resulta tan imposible restaurar el pasado, como trasladar nuestras actuales dificultades a otro planeta".
Respecto al modo de gobierno del siglo XIX, el autor señala que "el sistema funcionaba por mediación de estas grandes potencias, en primer lugar Gran Bretaña, que constituían el centro de las finanzas mundiales y que pedían insistentemente que se estableciesen gobiernos representativos en los países menos desarrollados. Estos gobiernos eran necesarios para controlar las finanzas y las monedas de los países deudores, ya que éstos últimos necesitaban presupuestos bien administrados que únicamente podían controlar cuerpos responsables". Considera clave el hecho de que "esta situación confirió actualidad a dos principios de la vida internacional del sigo XIX: la soberanía anárquica (obligación de ceñirse a las reglas de la economía internacional y establecer una uniformidad en todos los regímenes) y la intervención «justificada» en los negocios de otro país". [nota del lector: estas líneas escritas hace 70 años recuerdan a la presión que sufrió Grecia por parte de la UE para cumplir las "normas"]
De seguida, entra a examinar las libertades individuales que puede alcanzar la sociedad industrial. En el siglo XIX, "La cooperación económica se limitaba a instituciones privadas, tan mal fijadas y tan ineficaces como el libre-cambio, mientras que nunca se planteó la colaboración real entre los pueblos, es decir, entre gobiernos, ni tan siquiera se llegó a pensar en semejante cooperación".
Tras la Segunda Guerra Mundial, Polanyi señala que "de las ruinas del viejo mundo se puede contemplar la emergencia de las piedras angulares del nuevo: la colaboración económica entre los Estados y la libertad de organizar a voluntad la vida nacional". En las siguientes páginas defiende la idea de aumentar las libertades individuales y dejarle un poco de aire a los disidentes para que también puedan vivir. "La quiebra de la economía de mercado puede suponer el comienzo de una era de libertades sin precedentes. La libertad jurídica y la libertad efectiva pueden ser mayores y más amplias de lo que nunca han sido. Reglamentar y dirigir puede convertirse en una forma de lograr la libertad, no sólo para algunos sino para todos", añade. El autor recalca que en esa época hay espacio para mayor libertad de ocio y seguridad y que la nueva sociedad industrial puede permitirse ser a la vez libre y justa. (:358)
Pasa a estudiar los tres sistemas de los años 30: el liberalismo (libertad de empresa), el fascismo (sin libertades) y el socialismo (regulación estatal pero con amplias libertades para todos).
Añade que: "El socialismo es ante todo la tendencia inherente a una civilización industrial para transcender el mercado autorregulador subordinándolo conscientemente a una sociedad democrática. El socialismo es la solución que surge directamente entre los trabajadores, quienes no entienden por qué no ha de estar la producción directamente regulada, ni por qué los mercados no han de ser un elemento útil, pero secundario, en una sociedad libre".
Señala este autor que "desde el punto de vista de la comunidad en su conjunto, el socialismo es simplemente una forma de continuar el esfuerzo para hacer de la sociedad un sistema de relaciones realmente humanas entre las personas que, en Europa occidental, ha estado siempre asociado a la tradición cristiana. Desde el punto de vista del sistema económico, supone, por el contrario, una ruptura radical con el pasado inmediato, en la medida en que rompe con la tentativa de convertir los beneficios pecuniarios privados en el estímulo general de las actividades productivas y, también en la medida en que no reconoce a las personas privadas el derecho a disponer de los principales instrumentos de producción".
Recalca que "he aquí la razón por la que, en resumen, los partidos socialistas tienen dificultades para reformar la economía capitalista, incluso cuando están dispuestos a no tocar el sistema de propiedad. La simple posibilidad de que estén dispuestos a hacerlo mina el tipo de confianza que es vital en la economía liberal: la confianza absoluta en la continuidad de los títulos de propiedad. Si bien es cierto que el contenido real de los derechos de propiedad puede ser redefinido por el cuerpo legislativo,
la seguridad de una continuidad formal es esencial para el funcionamiento del sistema de mercado".
Comentarios de Donatella della Porta sobre la obra de Polanyi
Comentarios de Donatella della Porta a la Gran Transformación, extraídos de la página 75, 76 y 77 de "El Gran Retroceso" (2017):
"El neoliberalismo y su crisis se pueden entender dentro de un marco que el economista político Karl Polanyi ha descrito como un doble movimiento en el desarrollo del capitalismo. Tras la expansión de los mercados apareció un contramovimiento que busca la protección de la sociedad. Polanyi advirtió contra la transformación de la mano de obra, la tierra y el dinero en mercancías (mercantilización), tendencia que sin un contrato adecuado podría destruir la sociedad"
"En su análisis, Polanyi se centró en algunas de las formas más específicas que pueden asumir los contramovimientos (movimientos de gente que se siente traicionada por cambios como los producidos por el neoliberalismo). Esos contramovimientos - afirmó Polanyi - son en realidad movimientos reactivos, es decir, tienen una actitud defensiva y orientada al pasado. De hecho, a menudo se establecen como resistencia contra una ideología que predica el predominio del mercado sobre cualquier otro aspecto de la sociedad. Por poner solamente dos ejemplos: en muchos casos estallaron rebeliones campesinas cuando los trabajadores del campo sintieron que el contrato social implícito que les ofrecía por lo menos una protección mínima contra los caprichos del mercado había sido quebrantado; del mismo modo, los llamados motines del pan (food riots) se han interpretado a menudo como reacciones ante la destrucción de una economía moral cuando se cercan las tierras comunales y se desregula el mercado de productos básicos, como el pan. La historia nos enseña que los contramovimientos que buscan el restablecimiento de derechos tradicionalmente garantizados pueden proponer narrativas progresistas y ofrecer visiones incluyentes y participativas, pero también pueden inspirarse en modelos regresivos y en ideas excluyentes y plebiscitarias".
"La implementación política de los dogmas económicos neoliberales ha revelado algunos paralelismos con la "gran transformación" descrita por Polanyi. Cuando el éxito de la resistencia contra el fundamentalismo rampante del mercado había hecho posible una expansión de la protección social dentro de algunas naciones-Estado (socialdemocracias y "socialismo real").
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Referencias a Polanyi de otros autores
Shoshana Zuboff, en "La era del capitalismo de la vigilancia" (2019)
Link al resumen original y actualizado:
La autora Shoshana Zuboff hace una referencia a "La gran transformación", de Karl Polanyi (1944), el cual describe en su ensayo el advenimiento de una economía de mercado autorreguladora mediante el advenimiento la invención de tres "mercancías ficticias": 1) La vida humana subordinad a las dinámicas de mercado (trabajo que se compra y se vende) 2) la naturaleza que pasa a ser propiedad territorial 3) el intercambio convertido en comercial y resucitado en dinero.
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Richard Baldwin, en "La convulsión globótica" (2019)
Link al resumen original y actualizado:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2020/06/la-convulsion-globotica-de-richard.html
La Gran Transformación (una secuencia de dos siglos progresivos) cambió una sociedad estancada con reducidos mercados y derogó la perversa ley de Malthus. Europa pasó de ser una economía feudad dirigida por un monarca a otra industrial y democrática.
La Gran Transformación empezó con un potente impulso tecnológico que abrió un proceso de cuatro pasos: transformación, convulsión, reacción contraria y resolución. Primero llegó la mecanización o automatización.
Antes, los peones abundaban y la oferta variaba según el crecimiento de la población. Al llegar a las fábricas, el capital llegó a ser el rey. La desigualdad aumentó en la primera parte de la Gran Transformación y luego disminuyó en 1970.
Como señala Piketty en El capital en el siglo XXI, las causas que provocan estas oleadas de desigualdad son “controvertidas”: afecta al sistema económico, educación, tecnología, globalización, urbanización, derecho al voto o el imperialismo. El 5% más rico es el único que más ahorra y el resto, al consumo inmediato y los salarios crecían más lentos que la productividad.
La Gran Transformación cambió la estructura de creación de valor (ingresos) junto con diversas formas de controlar y capturar ese valor.
Durante la Gran Transformación se generó un dúo disruptivo (automatización y globalización). En la Gran Transformación, los servicios estaban protegidos de la globalización porque casi todos requieren interacción personal (los empleos de “pensar” estaban protegidos de la automatización, que sustituía a empleos de fabricar cosas). En 1700, el trabajo desde el 19 % hasta el 49 % (1870).
Entre 1815 (Congreso de Viena) y 1848, hubo gran estabilidad pero generó inseguridad económica generalizada que se agravó con una crisis alimentaria. En 1848 hubo levantamientos en toda Europa pero pocos gobiernos cayeron, fue la encrucijada en la que la historia moderna fue incapaz de tomar la dirección correcta y la sociedad tardó otro siglo en tomar la dirección correcta. Según Karl Polanyi, el fascismo y el comunismo fueron las reacciones violentas más revolucionarias contra la transformación. A ello se unió la economía del New Deal. [nota del lector: y la socialdemocracia sueca].
Dice que el dúo dinámico de la automatización y la globalización generaron convulsión económica, social y política, así como cambios sociales. Se propusieron tres soluciones contra el laissez-faire: comunismo y capitalismo del New Deal y el fascismo.
Laissez-faire: fue criticado porque no era la forma de dirigir el progreso de la Gran Transformación. Dejar las trascendentales decisiones en manos del mercado no eran la mejor manera. Los trabajadores eran “fuerza laboral”, el trabajo una “mercancía” y había inseguridad salarial. Surgieron preguntas: “¿cómo se puede proteger al trabajador de la implacable fuerza de unos mercados sin control?”.
Comunismo (1848): las decisiones no las tomarían unos individuos en base a su interés personal y guiados por la “mano invisible” del mercado sino que pensarían en el interés de la gente y estarían guiadas por la mano visible del partido. Un plan y no el mercado protegería a la gente del efecto pernicioso del progreso. Requería un control absoluto político (que derivó en dictadura).
New Deal: las 3R : “reparación” para los pobres y desempleados, “restablecimiento” del empleo en los niveles previos a la crisis y “reforma” de la economía para eliminar las causas del colapso y la desesperación social. Incluían leyes sindicales favorables a los trabajadores, más impuestos para los ricos y una regulación rigurosa de los bancos y las prácticas anticompetitivas. La vulnerabilidad de los trabajadores se redujo mucho. El gasto del Gobierno pasó del 5 al 20 %.
Fascismo italiano: se perfiló como “alternativa” real al comunismo para suavizar los efectos más perniciosos del capitalismo del “laissez-faire” al tiempo que se evitaban los cambios radicales del comunismo. Eliminaban la certidumbre del mercado mediante la cooperación y no en la competencia: capitalistas, trabajadores y el gobierno colaborarían por el bien de todos, lo que se conoció como modelo “corporativista” sin conflicto de clases. Promovió el gasto social y las obras públicas. Derivó en dictadura. Con Hitler, derivó en un horror para la Humanidad.
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