lunes, 15 de mayo de 2017

"Utopía para realistas", de Rutger Bregman (2016)

Resumen del libro "Utopía para realistas", de Rutger Bregman (2016)


Resumen original y actualizado en :
 http://evpitasociologia.blogspot.com/2017/05/utopia-para-realistas-de-rutger-bregman.html

Resumen del libro por E.V.Pita, licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, renta básica, política económica

Número de páginas: 300

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Biografía oficial del autor Rutger Bregman (hasta el 2017)

Rutger Bregman nació en Westerschouwen (Países Bajos) en 1988. Está considerado uno de los jóvenes pensadores europeos más destacados. Es autor de cuatro libros, en los que se trata varias de las disciplinas que convergen en Utopía para realistas: historia, filosofía, economía y divulgación. Su History of Progress obtuvo el premio Belgian Liberales como mejor obra de no ficción del 2013. Ha sido nominado en dos ocasiones para el European Press Prize por sus contribuciones periodísticas en The Correspondent. Sus artículos se han publicado también en medios como The Washington Post, The Guardian y la BBC,

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Texto de la contraportada

"Fruto del espectacular avance de la ciencia en los últimos decenios, la globalización está transformado de forma radical el orden social y económico del siglo XXI. En un mundo más pequeño y conectado, el progreso del bienestar llegan hasta el último rincón del planeta, rescatando de la miseria a cientos de millones de personas. Sin embargo, la nueva economía virtual, sumada a la progresiva sustitución del trabajo humano por robots y computadoras, ha generado también un incremento de la desigualdad de tal dimensión que preocupa incluso a quienes no la padecen,

La distribución del trabajo y la acumulación de la riqueza se ha distorsionado, tensando a la sociedad hasta el punto de asomarse al abismo de la ruptura. La incertidumbre y el desconcierto se instalan en la gente y los políticos no ofrecen una respuesta racional sino al contrario, algunos apelan a las emociones más primarias. No la ofrecen porque no la tienen, y no la tienen, sencillamente, porque no son capaces de imaginar un sistema diferente.

Este libro, que ya provocado un impacto considerable en su versión digital abreviada, llama a encarar el desafío desde una óptica tan audaz como realista. Bregman no propone recetas milagrosas ni fórmulas magistrales. Reconoce las dificultades que entraña un cambio profundo del modelo social, y está convencido de que éste no surgirá de un genio solitario ni de ningún grupo de iluminados, sino de arraigar en la conciencia colectiva la idea de que otro modelo es posible y beneficioso para todos.

Asentado sobre el estudio de hechos históricos contrastados y el análisis de miles de trabajos de investigación, Utopía para realistas es el resultado de un ejercicio de imaginación, libre y sin prejuicios. Su publicación en varios idiomas servirá, sin duda, para avivar el debate acerca de cómo resolver la gran paradoja de nuestro tiempo: que en la era de la abundancia, millones de personas sufran escasez. Pongámonos a pensar. Soñemos con la Utopía".

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ÍNDICE

1. El regreso de Utopía

2. Por qué deberíamos dar dinero gratis a todo el mundo

3. El fin de la pobreza

4. La extraña historia del presidente Nixon y su ley de renta básica

5. Nuevas cifras para una nueva era

6. Una semana laboral de quince horas

7. Por qué no compensa ser banquero

8. Carrera contra la máquina

9. Más allá del umbral de la tierra de la abundancia

10. Cómo las ideas cambian el mundo

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RESUMEN

El autor habla de las diversas utopías que han salpicado la literatura y de cómo algunas sí se han cumplido. Dice que la vida ahora es incomparablemente mejor que el siglo XIX, que hay una gran abundancia y que los pobres del siglo XXI son pobres relativamente porque están más sanos, tienen más bienes materiales y comen mejor y más variado que cualquier rey del medievo. No obstante, la desigualdad es evidente cuando todos tienen el mismo modelo de "smartphone" caro y tú no te lo puedes permitir comprar, lo que genera una frustración. El autor dice que el sueño americano de nacer pobre y convertirte en rico gracias a tu esfuerzo no se da precisamente en Estados Unidos sino que hay más probabilidades de que se cumpla en Suecia. Pero insiste en que en términos generales hay mucha abundancia y cada generación gana más que la anterior y su salario es seis veces superior que hace un siglo. Añade que millones de pobres han salido de la pobreza en Asia en los últimos años y que el porcentaje de extrema pobreza se ha reducido mucho respecto a décadas anteriores.

 Para apuntalar la tesis de su libro, el autor indica que algunos proyectos en Canadá y Estados Unidos en los años 60 y 70 tomaron una decisión drástica: regalar dinero a los pobres, generalmente, sin techo que vivían tirados en la calle y requerían una enorme asistencia social. En algunos casos, les ingresaron en las cuentas de los pobres hasta 3.000 o 4.000 euros sin pedir nada a cambio. Lejos de que los sin techo despilfarrasen el dinero en droga y alcohol, fueron prudentes y lo ahorraron en gran parte. En algunas versiones, les dieron alojamiento en pisos sin ningún tipo de supervisión. Pasados dos años, de 13 mendigos, había varios que ya estaban trabajando y otros que estaban siguiendo tratamientos de desintoxicación, algo impensable antes.
El experimento social se ha repetido en otras partes del mundo y con resultados similares. Algunos buscaron a los vagabundos más desastrosos y conflictivos de la calle. Todos los sermones para que buscasen trabajo resultaron infructuosos hasta que, sin pedir nada a cambio ni someterlos a supervisión, el Gobierno les dio alojamiento y dinero gratis. Pasado un tiempo, algunos ya estaban siguiendo cursos profesionales para buscar trabajo.
Este mismo programa de dinero gratis también se aplicó a un pueblo de Canadá durante cuatro años. Los críticos sostenían que si el dinero caía del cielo, nadie iba a querer trabajar. Con el cambio de Gobierno y la llegada de los conservadores, salió a la luz un informe (que luego se reveló erróneo) que decía que ahora en ese pueblo se trabajaba un 12 % menos que antes de que llegara el maná y el programa fue suspendido y perdido en un cajón. Programas similares calcularon que o bien no había reducción de jornada o esta era mínima, de un 1 % - 2 %. Quienes reducían la jornada de trabajo eran, además de las madres trabajadoras, jóvenes y estudiantes porque aprovechaban ese colchón monetario para prolongar sus estudios. Otro fenómeno que se observó es que las consultas por enfermedades mentales disminuyó.
El autor señala que estos estudios tienen una raíz keynesiana. El economista que recomendó crear demanda agregada decía que el dinero debía circular para gastarlo porque eso era lo que generaba la riqueza. Crear riqueza también era enterrar botes llenos de dinero y contratar a obreros para desenterrarlos. Por tanto, poner dinero gratis en manos de los pobres también genera riqueza porque aumenta el gasto del conjunto.
Otro punto a favor de estos programas es que el coste de regalar dinero a los sin techo es menor que el gasto de funcionarios de policía, supervisión de los asistentes sociales, y otros asuntos burocráticos. Este ahorro en los programas que regalan dinero hace que sean más baratos que las políticas basadas en la supervisión burocrática.

 Precisamente, los pobres eran los más reacios a recibir ayudas porque la Administración supervisaba su conducta, les obligaba a cubrir un gran papeleo. Solo el 30 % de las personas con derecho a recibir una ayuda social o una beca la solicitan; el resto tiene una visión de campo centrada en su propia pobreza (un ancho de banda estrecho) y sus miras no van más allá.
Respecto a este ancho de banda, el autor señala que si vives siempre en la pobreza pensando en cómo sobrevivir al día a día, no estás predispuesto a planificar a largo plazo ni ver sus ventajas (como estudiar un curso profesional para tener opciones a un empleo). Tus prioridades son otras, como ingeniártelas para comer con 20 dólares el resto del mes y llegar a fin de mes con lo justo. El campo de visión impide ver más allá del día a día y estas preocupaciones consumen todas sus energías cognitivas. Pero la situación cambia cuando hay un colchón, cuando de repente aparece en tu cuenta un dinero gratis que cae del cielo cada mes sin ningún tipo de condición, supervisión de funcionarios o engorroso trámite burócratica. Entonces, el ancho de banda se amplía y el beneficiario se libra del agobio del día a día para planificar a medio y largo plazo.

El autor señala que el propio Nixon quiso pasar por ser un presidente progresista y aprobó una generosa ley de renta básica que iba disfrazada como subsidio porque solo ponía como condición firmar que se había anotado al paro. Un pequeño trámite que levantó grandes protestas al ser comparada con la ley de vagos y maleantes del siglo XIX, donde obligaban a los vagabundos a realizar trabajos forzados y a su internamiento en centros, caso de los niños huerfanitos y los ancianos. El autor dice que para comprender esa oposición hay que remontarse a los estudios sobre renta básica de finales del siglo XVIII en Inglaterra, un país donde los mercantilistas apostaban por dejar a los pobres al nivel de subsistencia para que trabajasen más, Hubo intentos de aumentar la renta a los pobres para que no hubiese una sublevación como la Revolución Francesa entre los más desfavorecidos que estuviesen descontentos, sobre todo cuando había una guerra abierta contra las máquinas que hacían reducir los salarios. Algunos gobernantes  regalaron dinero a varios pueblos para compensar su caída salarial hasta alcanzar el nivel de subsistencia, en lo que iba a ser el primer proyecto de ley de los pobres de Inglaterra, La idea se aplicó a más villas más afectadas por la pobreza y entorno a 1815 se reunieron 13.000 páginas de entrevistas y estudios que hacían una evaluación de los resultados de esta renta básica. Pero el organismo encargado de difundir los resultados reveló que el experimento había sido un desastre porque con una renta básica nadie quería trabajar, lo que fomentaba la holgazanería, Al creer que el plan de renta básica fue un desastre, se aparcó definitivamente (por no decir que se demonizó) e Inglaterra instauró una ley de pobres estricta por no decir "cruel" que reducía al pobre a la condición de "esclavo" del Estado que debía ser reeducado con trabajo duro y salario bajo. Un siglo después, se supo que el redactor del informe de 13.000 páginas tenía prejuicios contra la renta básica y que ya había formado su opinión antes de leer el informe. El resultado es que el plan sí había tenido un desastre y contuvo el hambre y las sublevaciones largo tiempo.

En capítulos posteriores, el autor examina la jornada de quince horas semanales como una utopía. Recuerda que en el siglo XIX la industria tenía unas jornadas maratonianas por salarios de subsistencia (un campesino del siglo XIV vivía mejor que un obrero de una fábrica inglesa del siglo XIX) y  las clases altas consideraban que los pobres no debían tener vacaciones porque tenían que trabajar lo máximo posible para ganar dinero y el ocio era envilecedor (caían en vicios como la bebida o la delincuencia). Los canteros de Australia fueron los primeros en conseguir una jornada de ocho horas. En una conferencia en Madrid en 1930, Keynes hizo una predicción: en 2030 solo trabajaríamos quince horas a la semana y la riqueza se habría multiplicado por cuatro (lo segundo lo acertó, lo primero no). El autor señala que una jornada de pocas horas permitiría a la gente llevar una vida mejor.

También cuestiona el Producto Interior Bruto (PIB) que mide la actividad económica y la producción de un país (incluso con la economía sumergida para corregirlo al alza hasta un 20 %). El PIB fue inventado por Kutsnez para medir la economía norteamericana en la Gran Depresión y se convirtió en la forma de evaluar la capacidad de un país durante la guerra. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que el PIB era sesgado: la inversión en contratar policías para atajar la delincuencia subía el PIB lo mismo que tirar piedras y romper un escaparate (aumentaba la actividad económica de los cristaleros), lo mismo que una industria que contaminaba el medioambiente porque tenía que haber otra para limpiar lo ensuciado. En cambio, el trabajo doméstico (quizás la mitad del trabajo de un país) era ignorado a pesar de ser una actividad económica. Países con un elevado PIB tenían una alta inestabilidad social o eran infelices (pone como ejemplo EE.UU.). El rey dragón de Buthan inventó el concepto de índice de felicidad para incluir en el PIB factores positivos y el nivel de vida.

Otra de las cuestiones que aborda es la libre inmigración, pues considera que la apertura de fronteras contribuiría a duplicar o triplicar el PIB mundial y sacaría a millones de personas de la pobreza, Un paso que nadie quiere dar pero con un solo edicto de apertura de fronteras se acabaría el hambre en el mundo, señala. Argumenta que EE.UU. es una especie de país de Cucaña donde un trabajador medio cobra tres veces más que un boliviano por hacer el mismo trabajo con la misma categoría y ocho o diez más que un africano, como mínimo. El problema es que ese paraíso está blindado y solo disfrutan de sus altos sueldos los residentes allí. Hay una discriminación económica pero no es por razón de sexo, raza, clase social, familia de origen o religión sino por el país de nacimiento. Si naces en EE.UU. puedes darte por afortunado aunque cobres un poco menos que un hombre o un blanco; si naces en un paupérrimo país de África devastado por la guerra, tienes un problema además de cobrar un salario extremadamente bajo. ¿Cómo eliminar esta discriminación salarial? Eliminando la frontera y permitiendo la total movilidad de las personas. La globalización permite el total tránsito de mercancías y capitales pero las fronteras están cerradas para las personas. Además, se produce una concentración de talento y el conocimiento: personas con estudios de licenciatura tienden a trasladarse a países y ciudades donde hay esa gente.

 El autor sostiene que la llegada de inmigrantes genera más demanda de bienes en un país y por lo tanto aumenta su riqueza. Refuta que los inmigrantes sean propensos al terrorismo, a bajar los sueldos de los obreros nativos o a aumentar la delincuencia en los barrios. Todo lo contrario: los estudios que cita revelan que la presencia de inmigrantes en una ciudad es neutral: lo que aumenta la delincuencia es la situación de miseria o pobreza en un barrio pero no los individuos por separado. Respecto a la bajada de sueldos, no se observa un efecto concreto en el país de acogida pero sí cuando se deslocaliza la producción a otros países. También desmonta un estudio del sociológo Putman del 2007 que asegura que la variabilidad de etnias en la comunidad contribuye a aislar al individuo de las comunidades.
El hecho de que las fronteras estén abiertas permite que la población inmigrante entre y salga, lo que evita que se estanque en el mismo país. Ve contraproductiva la creación de muros en las fronteras vigilados por cámaras porque lo que hace es que los inmigrantes ilegales que ya están dentro del país de acogida no regresen a su patria por temor a que luego ya no puedan entrar de nuevo.


CRÍTICA A SACHS Y APOYO A DUFLO

El autor también cuestiona la ayuda internacional tal y como se plantea y que asciende a 134.000 millones anuales (lo mismo que el presupuesto público de Sanidad de Holanda, según dice). Cuestiona las propuestas de Sachs en su libro El fin de la pobreza (2005), prologado por el cantante Bono, porque no se basan en pruebas experimentales: por ejemplo, valorar el efecto de regalar o vender mosquiteras. Rutger Bregman sostiene que la "randomnista" Duflo ha sido la única que ha dado en el clavo al estudiar cómo erradicar la pobreza mediante estudios experimentales con grupos de control (dice que quizás no sea ético dejar a un grupo sin medicinas o dinero al azar y favorecer a otro cuando está en riesgo la salud pero lo justifica con que estos estudios ayudan a plantear un instrumento estructural que se aplicaría de forma masiva). La economía experimental revela verdades incómodas sobre los microcréditos, que no han dado resultado, y a la vez demuestra cada vez más que recibir una importante suma de dinero en tu cuenta sin pedir nada a cambio te ayuda a salir de la pobreza.

Señala que a Esther Duflo no le interesa vender teorías (como hacen Sachs o Easterly). Lo que hizo fue investigar sobre las mosquiteras y concluyó que el 90 % las usaba porque eran útiles, no porque se las regalasen o les cobrasen dos o tres dólares. "La gente no se acostumbra a los regalos -dice Duflo de manera concisa-. Se acostumbra a las mosquiteras", dice Duflo.
Considera que Duflo es una "randomista" porque no piensa en términos de modelos ni creen que los humanos actúen como seres racionales. Por el contrario, nos consideramos criaturas quijotescas, necias o astutas, temerosas, altruistas o egocéntricas. Desde este enfoque, se pueden producir resultados mejores. Duflo realizó un test RCT demoledor en Hyderabad, en la India, al probar que no hay pruebas fehacientes de que el microcrédito sea eficaz para combatir la pobreza y la enfermedad. Repartir dinero en efectivo funciona mucho mejor y parece el mejor método para luchar contra la pobreza tanto a largo plazo como corto, como a pequeña o larga escala.









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