Economía Gig. Resúmenes de libros
Economía Gig es una economía colaborativa o de free-lance.
Economía GIG. Resúmenes de libros
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"El nuevo espíritu del capitalismo", de Luc Boltanski y Ève Chiapello (1999)
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"Wikinomics", de Don Tapscott y Anthony D. Williams (2006)
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"El precariado", de Guy Standing (2011)
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"Lo mío es tuyo", de Tom Slee (2016)
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"El nuevo espíritu del capitalismo", de Luc Boltanski y Ève Chiapello (1999)
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"Wikinomics", de Don Tapscott y Anthony D. Williams (2006)
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"El precariado", de Guy Standing (2011)
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"Lo mío es tuyo", de Tom Slee (2016)
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"El entusiasmo", de Remedios Zafra (2017)
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"La sociedad del descenso", de Oliver Nachtwey (2017)
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"Lo que viene", de Brad Stone (2017)
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"Capitalismo Big Tech", de Evgeny Morozov (2018)
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Resumido por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, capitalismo, economía política.
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Título: "El nuevo espíritu del capitalismo"
Título original en francés: "Le nouvel esprit du capitalisme"
Autores: Luc Boltanski y Ève Chiapello
Fecha de publicación en Francia: Ediciones Gallimard, 1999
Publicación en español: Ediciones Akal, Madrid, 2002
Número de páginas: 717
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Sociología, comunicación de masas, microeconomía
Resumen por E.V.Pita, licenciado en Derecho y Sociología
Título: "Wikinomics"
Subtítulo: "La nueva economía de las multitudes inteligentes"
Autor: Don Tapscott y Anthony D. Williams (2006)
Publicación en español: 2009
Edición: Bolsillo Paidós
Resumen de la contraportada: "En apenas unos pocos años, la colaboración tradicional (en una sala de reuniones, a través de una teleconferencia o, incluso, en un centro de convenciones) ha sido desbancada por nuevas colaboraciones de proporciones gigantescas. En este mismo momento, miles y hasta millones de equipos de personas están creando nuevas enciclopedias, aviones comerciales, sistemas operativos, fondos de inversión, y otros muchos artículos. Aunque algunos directivos temen el crecimiento fabuloso de esas ingentes comunidades en línea, Wikinomics, demuestra lo infundado que están tales miedos. Las empresas inteligentes son capaces de aprovechar esa capacidad y ese genio colectivos para emplear la innovación, el crecimiento y el éxito. Wikinomics, una brillante guía que nos adentra en uno de los cambios más importantes de nuestro tiempo, cuestiona nuestras suposiciones más arraigadas sobre el mundo empresarial"
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[Notas del lector: El interés de este libro radica en que es uno de los primeros que estudia las bases teóricas de la nueva economía basada en Internet, la Wikinomía, cuyo escenario es el siguiente: la demanda es muy alta pero la oferta es inmensamente mayor, de forma que el precio de equilibrio es cero o cercano a cero desde el punto de vista microeconomico. Esto supone un abaratamiento de los productos hasta el limite absoluto y explicaría por qué la música en Internet apenas cuesta dinero o realmente se puede bajar gratis o porque los e-books, en un futuro, costarán unos céntimos o serán casi gratis. Pero, de dónde sale esa gigantesca oferta: de los propios consumidores e internautas que la distribuyen por un canal, Internet, que permite una amplia difusión de cada copia hasta el punto de que inundan el mercado y la oferta es mayor que la demanda. Por ello, la competencia en Internet solo alcanza la rentabilidad con mercados gigantescos (como los 800 millones de amigos de Facebook) en los que los consumidores apenas pagan unos céntimos o nada]
ÍNDICE
-Wikinomía, el arte y la ciencia de la producción entre iguales
-La tormenta perfecta
-Los pioneros de la producción entre iguales
-Ideágoras
-Los prosumidores
-Los neoalejandrinos
-Plataformas para la participación
-La planta de producción global
-El lugar de trabajo wiki
-Mentes colaborativas
-El libro de las jugadas de wikinomía
Resumen
Tapscott empieza su libro con la historia de un minero que busca oro (Goldcorp) y sube a Internet unos mapas geológicos de sus minas dentro de la apertura de códigos de la filosofía de Linux y compartió datos confidenciales de la empresa, algo nunca visto en el sector. Mil colaboradores en todo el mundo analizaron el mapa a cambio de una recompensa de 75.000 dólares. Localizaron 110 objetivos que dieron 200 millones de gramos de oro y convirtió a la empresa en un gigante de 9.000 millones de dólares.
Es un cambio de mentalidad que implica una gran colaboración al mismo tiempo que aumentan las oportunidades. "Nunca hasta ahora, los individuos han tenido la capacidad de conectarse a redes flexibles de iguales para producir bienes y servicios de un modo muy tangible y continuado", dice.
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Autor del resumen; E.V.Pita (2015), licenciado en Sociología y Derecho
Sociología, empleo, precariedad, clases sociales, Economía, capitalismo
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Título: "El precariado. Una nueva clase social"
Título original en inglés: "The precariat. The new dangerous class"
Autor: Guy Standing
Edición en inglés: Bloomsbury, 2011
Edición en español: Ediciones de Pasado & Presente SL, Barcelona, 2013
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Biografía oficial del autor Guy Standing (hasta 2013)
Guy Standing es catedrático de Estudios del Desarrollo en la Universidad de Londres. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Cambridge y miembro de la Academia de Ciencias Sociales del Reino Unido, ha enseñado en la Universidad de Bath y en la de Monash, de Melbourne. Entre 1999 y 2006 fue director del Programa de Seguridad Socioeconómica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra.
El profesor Standing es miembro fundador y copresidente de BIEN (Basic Income Earth Network), una oenegé internacional que promueve la renta básica de ciudadanía. Entre sus publicaciones destacan Social Income and Insecurity (2010), Work after Globalization: Building Occupational Citizenship (2009) y Global Labour Flexibility: Seeking Distributive Justice (1999).
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Texto de la contraportada
"España podría convertirse en epicentro de la Transformación Global. Aunque el precariado se aceleró cuando el "crash" financiero de 2008 hundió al país en una sima oscura de austeridad. Desde bastante antes los sucesivos gobiernos venían aplicando políticas económicas neoliberales que el precariado no perdonará ni olvidará. En 2013 se vive una situación terrorífica en la que más de la mitad de los jóvenes españoles carece de empleo, hacinándose en la búsqueda de puestos de trabajo eventuales, y millones de ellos viven de salarios y subsidios que no les permiten alcanzar un nivel de vida mínimamente decente. Más de una cuarta parte de los españoles vive en la pobreza.
Por espantoso que resulte ese sufrimiento, no se deberían menospreciar los aspectos transformadores positivos de lo que viene sucediendo. No es momento para la autocompasión, sino para que se configure una nueva perspectiva progresista basada en la exigencia al Estado de que se aleje de una vez del neoliberalismo que ha hundido España en una inseguridad económica crónica y en desigualdades de clase sin precedente".
Prefacio de Guy Standing a la edición española
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ÍNDICE
1. El precariado
2. ¿Por qué crece el precariado?
3. ¿Quiénes forman parte del precariado?
4. Los inmigrantes ¿víctimas, villanos o héroes?
5. El trabajo pagado y no pagado y la contracción del tiempo
6. Una política de descenso a los infiernos
7. Una política de asalto a los cielos
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Prefacio sobre España
El autor, Guy Standing, cree que España podría convertirse en epicentro de la Transformación Global. Dice que el sistema político está paralizado con los achaques de un sistema podrido. Tras el crash del 2008, los sucesivos gobiernos han recortado los servicios sociales y los subsidios estatales, y aumentó la cifra de personas sin hogar. El empresariado y político hablaba de que las reformas nos llevarían por el buen camino pero el precariado se preguntaba si hablaban del mismo país. La economía se hundió pero el 19 % de la economía es sumergida y eso salvó al país de una revuelta. Las autoridades hacen la vista gorda ante la economía irregular para permitir que la gente pueda sobrevivir.
La OCDE defendió el "workfare": obliga a los desempleados a perder el tiempo en actividades prácticamente inútiles en busca de empleos inexistentes.
Dice que hay un millón de personas sin hogar y miles de apartamentos están vacíos. Muchos bancos se han desmoronado por el crash. El PIB sigue contrayéndose.
Los sindicatos cometieron un error histórico cuando enlos años 80 no se opusieron a la flexibilidad del trabajo que acompañaba la globalización.
Introducción:
Standing señala que en los años 70 surgió el neoliberalismo que consideró que los aspectos del mercado impregnaran todos los aspectos de la vida. Uno de sus temas preferidos era que los gobiernos debían fomentar la flexibilidad del mercado laboral, lo que equivalía a transferir los riesgos y las inseguridades a los trabajadores y sus familias. El resultado fue la creación del "precariado". El própio éxito de la agenda neoliberal ha creado un "monstruo" político, voces extremistas que atraen al precariado.
Guy Standing estudia al precariado, un tipo de trabajador que cobra un sueldo miserable y trabaja más de la cuenta de forma intermitente y sin aspirar a mejorar su categoría ni obtener un empleo de por vida.
Una de las cuestiones más interesantes que aborda Standing es el fin de un contrato social no escrito entre trabajadores y empresarios durante la postguerra que permitió que toda una generación disfrutase de empleo fijo y seguridad social. Un becario que entraba en una empresa hacía méritos para que lo contratasen de por vida. Ese era un poco el camino de aprendizaje para seguir, en el que se premiaba la lealtad y experiencia.
Eso ha cambiado. Ahora, el becario sabe lo que le espera: quizás tengan que pagar por aprender, sus título universitario está completamente devaluado, cuando termine sus prácticas irá directo a la calle y si aspira a un trabajo seguramente no será de lo que ha estudiado, o se le pagará menos por una función de mayor categoría. Los contratos temporales de seis meses o menos no le permitirán lograr el subsidio de desempleo.
La existencia de este ejército de reserva siempre dispuesto a trabajar en cualquier momento ha reducido los salarios de los empleados que aún conservan su empleo fijo. En una recesión, el precariado es el primero en ser despedido porque los fijos son más caros. Esto forma parte de la flexibilidad laboral para reducir costes, en la que el empresario puede despedir fácilmente a mano de obra o contratarla por pocas jornadas y a salarios baratos.
El precariado está formado por estudiantes, adolescentes, trabajadores de baja cualificación, mujeres y a sus filas se suman los trabajadores mayores de 45 años y los prejubilados.
En este ambiente de temporalidad, el precariado no tiene posibilidad de hacer planes de cara al futuro ni puede ahorrar porque su bajo salario debe dedicarlo a sus necesidades diarias. Su pensión en la vejez será de subsistencia. Quien cae en el precariado empezará a encadenar breves contratos y le será difícil regresar al empleo fijo.
Respecto a los inmigrantes, Standing señala que las leyes de inmigración alemanas primero no facilitaron la integración culturales de los trabajadores extranjeros y luego les penalizaron por no estar integrados. La cuestión es que en muchos países, las empresas necesitan a esa fuerza laboral joven y más barata que los trabajadores locales.
En Inglaterra, también hay dificultades para legalizar la ciudadanía incluso si el trabajador lleva mucho tiempo empleado en el país. Por otra parte, los trabajadores blancos ven como los inmigrantes más pobres tienen acceso prioritario a todo tipo de ayudas y ellos quedan en los últimos puestos de la lista porque son más ricos. En general, estas políticas lo que hacen es generar y mantener un subclase ilegal que cobra salarios muy bajos en condiciones de total precariedad y a los perdedores que no regresan a su país se les califica de delincuentes. Para Standing, poco a poco los trabajadores ven cómo sus derechos quedan restringidos.
Pero el principal problema del precariado está en China donde millones de trabajadores del rural se desplazan a las ciudades pero carecen de los derechos de los urbanitas. Esta es la clave del éxito de la globalización: producción masiva a precios de ganga. Los empleados rurales duermen en los barracones de las fábricas donde trabajan extensas jornadas durante los mejores años de su vida y luego regresan a sus aldeas. En la última crisis, fueron despedidos 25 millones de trabajadores rurales, que regresaron a sus pueblos. La tierra, que no se puede vender, ha servido como "colchón" para absorber a la masa sobrante de las industrias chinas. Según Standing, se trata del mayor trasvase de población que ha conocido la humanidad y sus efectos se verán reflejados en las condiciones laborales de Europa y Estados Unidos. Otros países como Vietnam y China exportan sus trabajadores precarios a fábricas de África y otros lugares donde trabajan en las mismas condiciones de precariedad. Incluso van presos en libertad condicional. Standing cree que hay casos en los que habría que hablar de "servidumbre" o esclavitud
Standing dice que el precariado desea libertad y seguridad básica. El precariado desea control sobre su vida, un resurgimiento de la solidaridad social y una autonomía sostenible a la vez que rechaza las viejas formas laboristas de seguridad y paternalismo estatal. También quiere ver el futuro asegurado en el aspecto ecológico: aire limpio, contaminación en retirada y protección de la biodiversidad.
El autor dice que el precariado es una clase en que necesita resucitar la ética de solidaridad social y universalismo, valores rechazados por los utilitarios. Para Standing, la universalidad es el único principio que puede revertir las crecientes desigualdades y la inseguridad económica.
Indica que para el precariado el laborismo del siglo XX era muy poco atractivo ya que aunque era atractivo entró en un callejón sin salida con la Tercera Vía. El autor dice que los socialdemócratas temían mencionar la desigualdad, optaron por el trabajo flexible e inseguro y minusvaloraron la libertad y promovieron el Estado "panóptico". Al descrédito del laborismo se une la bancarrota del modelo neoliberal de la globalización.
Standing dice que uno de los fallos ha sido tratar al precariado como "gente perezosa, potencial delincuente, trasgresora de la ley o egoista". Cree que la educación y el tiempo de calidad es necesario para que el precariado analice la información disponible.
No es que la gente no quiera trabajar, sino que los empleos no son de calidad,
Los precariados "malos" se enfadan porque el gobierno rescata a los bancos, ofrecen subvenciones a las élites favorecidas, lo que, según Standing, les lleva a sumarse al neofascismo populista.
El autor indica que el precariado necesita seguridad económica, que le dé cierto control sobre sus perpectivas vitales y la sensación de que los choques y peligros se pueden contrarrestar. Eso solo se puede lograr con seguridad en los ingresos.
Esta es la estrategia que propone Standing:
1 - Derechos inalienables para quienes hoy los tienen restringidos
2 - Trabajo y no solo ganarse la vida
3 - La mercantilización plena del trabajo
Se refiere a que en vez de obligar a la gente a tener empleo, reduciendo su salario y el de los demás afectados por la presión a la baja que ejerce, la gente debería sentirse atraída por auténticos incentivos. "Si hay empleos de sobra, y si nadie quiere aceptarlos, dejemos que suba su precio (salario) hasta que quien los ofrece crea que está por encima de lo que está dispuesto a pagar.
Propone eliminar los "caprichosos" subsidios a las empresas y convertirlos en prestaciones que puedan ser compradas por su valor de mercado.
Añade que las prestaciones no monetarias constituyen una fuente importante de desigualdad. Pone como ejemplo el permiso de maternidad, del que se benefician menos las mujeres precarizadas por temor a perder su empleo que a las fijas que están cubiertas por seguros de desempleo. Standing cree que todos los trabajadores deberían tener los mismos derechos.
4 - Libertad de profesión y oficio
Standing insiste en que los empleos tienen que ser considerados "instrumentales" y no como el aspecto más importante de la vida. De hecho, para el precariado su empleo no es precisamente el mejor camino hacia la felicidad.
También habla del voluntariado surgido en tiempo de crisis. Cree que la pérdida de un empleo puede ser liberadora sobre todo si es precario y un infierno.
5. Derechos del trabajo
6. Combatir los trabonos y la condicionalidad
Trabono: las agencias de empleo obligan al desempleado a aceptar las tareas que se les encargan o perder el subsidio, quedando posiblemente marcados de por vida como "parásitos" en algún sistema de vigilancia de datos.
7, Libertad de asociacion: la organización del precariado
8. Dar nueva vida a la igualdad
9. Una renta básica
10. Redistribución de la seguridad
11. Redistribución del capital financiero
12. Obtener el control del tiempo
13. Recuperación de los bienes comunes
14. Ayudas al ocio
El autor concluye que el precariado puede comprobar pronto que tiene muchos más amigos. Advierte que el precariado no debe dejarse llevar por políticos fulleros, demagogos y neofascistas. Dice que mientras el centroderecha se arrastra más a la derecha para mantener sus votantes, el centroizquierda político está cediendo terreno y perdiendo los suyos. "Corre el peligro de perder una generación de credibilidad",dice Standing. Durante mucho tiempo representó los intereses del "trabajo" a la vez que trataba de defender una forma moribunda de vida y de trabajo. La nueva clase es el precariado, a menos que los progresistas del mundo ofrezcan una "política de asalto a los cielos", o el precariado será atraído por los cantos de sirena que lleven a la sociedad al abismo. "El precariado no es víctima, ni villano, ni héroe, somos la mayoría de nosotros", termina su libro Standing.
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CRÍTICAS DE OTROS AUTORES
Oliver Natchwey, en "La sociedad del descenso" (2016)
Página 135
El autor alemán Oliver Natchwey señala que en la "modernidad social" (1945-1971) se nivelaban hacia arriba las posiciones de clase, especialmente mediante la concesión de iguales derechos cívicos. Pero en la "modernidad regresiva" (1971-2016), en cambio, con la "sociedad del descenso" se constituye una multiplicidad de estructuraciones de clase orientadas hacia abajo. La mayor parte de los trabajadores "free lance" o interinos llevan una vida precaria. El autor indica que para unos pocos (por ejemplo, los especialistas en tecnologías de la información) es una ganancia de autonomía (sin jefes ni horarios). De ahí que no se produzca (como esperaban hasta hace bien poco algunas personalidades importantes (Standing, 2011), la formación de un "precariado" como nueva clase social. El autor añade que "hasta ahora no ha surgido ni un potencial de acción ni una conciencia de clase capaces de arrastrar a las masas". Como tampoco hay un precariado, sino muchos precariados (Bude, 2006).
Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/11/la-sociedad-del-descenso-de-oliver.html
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https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/03/el-entusiasmo-de-remedios-zafra-2017.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho
Sociología, cultura, era digital, profesión académica,
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Título: "El entusiasmo"
Subtítulo: "Precariedad y trabajo creativo en la era digital"
Autora: Remedios Zafra
Méritos: Premio Anagrama de Ensayo 2017
Editorial en español: Anagrama, Barcelona, 2017
Número de páginas: 263
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Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, estructura social, clases sociales,
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Ficha técnica
Título: "La sociedad del descenso"
Subtítulo: "Precariedad y desigualdad en la era posdemocrática"
Título en alemán: "Die Abstiegsgesellschaft"
Autor: Oliver Nachtwey
Fecha de publicación: Berlín, 2017
Publicación en español: Espasa Libros, Paidós, Estado y Sociedad, Barcelona, 2017
Número de páginas: 233
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El autor dice que entre 1945 y 1971 hubo una época dorada impulsada por el Estado del Bienestar (un producto del keynesianismo económico y patriarcal) donde todos los trabajadores tenían su vida resuelta. Había un crecimiento anual del 4,8 %, un Estado del Bienestar que ofrecía educación y sanidad gratis para todos, pleno empleo, salarios en continuo aumento, un ascensor social gracias al que el obrero subía de categoría y sueldo y su hijo entraba en la universidad, empleo seguro para toda la vida, pero con algunos puntos oscuros como el hecho de que las mujeres quedaban confinadas como amas de casa y las minorías étnicas y otros colectivos quedaban marginados. Pero a efectos generales suponía un gran avance respecto a épocas pasadas porque ofrecía una gran estabilidad a los trabajadores y las familias y oportunidades de ascenso y una mayor igualdad vertical entre clases (no había igualdad horizontal, ya que las mujeres quedaban relegadas). Se llegó a decir que el sistema de clases había desaparecido pero, según el autor, siguió latente hasta que volvió a aflorar a partir de la crisis del 2008.
Este sistema basado en el Estado del Bienestar (y los 30 años gloriosos) se comenzó a desmontar a partir de 1971, cuando el presidente Nixon renunció al sistema económico diseñado en Bretton Woods en 1945 [nota del lector: a Nixon no le quedó otro remedio para relanzar la economía] y que supuso un cambio del patrón dólar. A partir de ahí comenzó un periodo de inestabilidad financiera debido a la mayor flexibilidad de los mercados y desregulación del sector, con lo que hubo una cadena de borrascas o crisis concatenadas (1973, 1979, 1980, 1987, 1992, 1999-2000, 2008) y con un desempleo mayor, así como mayor precariedad laboral, estancamiento, falta de crecimiento económico (solo un 2 % o un 3 %), así como una mayor desigualdad entre clases.
La idea del "estancamiento secular" (parón económico entre 1971 y 2016) se remonta a Keynes (en el contexto de la Gran Depresión) pero la más reciente procede del expresidente del Banco Mundial y exsecretario del Tesoro estadounidense Larry Summers y el premio Nobel de Economía Paul Krugman. Definen así a la fase actual de desarrollo capitalista. Según el autor, temían que los Estados industrializados estuvieran sometidos a un periodo perdurable (de ahí lo de "secular") de crecimiento económico muy bajo. Por ello, un capitalismo (casi) sin crecimiento podría convertirse en la "nueva normalidad" y, de hecho, afirma el autor, "en el octavo año de la gran crisis (2008-2016), la economía no ha reflotado todavía. El banco HSBC pronostica que por ahora no va a haber un retorno al camino del crecimiento autosostenido, cree que las naciones industrializadas han llegado al final de una larga área de expansión y espera un periodo de estancamiento. "Los pasados de los pasados decenios (pensemos en la liberalización del comercio mundial, las innovaciones tecnológicas, un "capital humano" mejor formado o la integración de la mujer en el mercado laboral ya se han agotado" (King, 2013). Estamos, por tanto, ante un "capitalismo poscrecimiento".
A efectos de la mejora de vida de los trabajadores (la llamada "modernidad social"), el autor admite que en el Estado del Bienestar había un "ascensor social" en el que el rico y el pobre subían juntos en el mismo elevador (el hijo del obrero entraba en la Universidad) pero que en el nuevo sistema desrregulado actual funciona una "escalera mecánica" donde los más ricos van en la parte delantera y una vez que llegan primeros a la primera planta pueden hacer allí sus "compras" o subir a una planta más alta. En cambio, los que vienen detrás no solo nunca llegan a la planta primera sino que, encima, la escalera mecánica cambia de sentido y empieza a bajar, por lo que la movilidad social es en descenso, hacia puestos de trabajo precarios y con salarios próximos a la pobreza (el hijo del obrero que se tituló en la Universidad ahora trabaja en horario partido como cuidador en una guardería).
Respecto a las crisis, el autor dice que entre 1971 y 2016 (época de la regresión social y de estancamiento) hubo una especie de oasis de mejora económica (entre 1980 y 2008) pero sin que esto alterase la nueva estructura basada en la precariedad y el renacer de las clases y la desigualdad ya preconfigurada.
El autor habla de una "modernidad social" en referencia a que entre 1971 y el 2016 se mejoró la condición laboral de la mujer (que se reincorporó a los puestos de trabajo) y de las minorías étnicas, para las que hubo una discriminación positiva. Pero a nivel de crecimiento económico, cree que hubo un "parón" tecnológico. Señala que la revolución informática (Internet, smartphone) tuvo una incidencia e impacto mucho menor que otras tecnologías de consumo como la llegada del coche barato, la lavadora o el teléfono, que entraron en los hogares de forma masiva. Un ejemplo es que ahora aquel que es considerado un "pobre" tiene en su casa todo tipo de modernos aparatos electrodomésticos y cubre sus necesidades primarias básicas.
En las gráficas desde 1970 a 2016 se observa una tendencia a la baja que revela que el modelo está agotado por falta de crecimiento económico (es lo que llama capitalismo sin crecimiento). La solución para generar recursos fue privatizar todo el sector público, convertir en negocio la sanidad, crear nuevos "nichos" (educación, sanidad) que antes estaban gestionados por el sector público en aras de la eficiencia. Pero dice que el autor que el problema de esta ideología neoliberal es que se convirtió en "totalitaria" desde el momento en que la "ideología de mercado" se inmiscuyó e impregnó la vida privada de la gente y metió su discurso mercantilista en los hogares. Además, el contribuyente y ciudadano pasa a ser "cliente". Esto se ha generalizado tanto que incluso en la Administración Público los funcionarios deben tratar a los ciudadanos como "clientes". Al Gobierno de los mercados se le denomina ahora "posdemocracia".
En las gráficas se observa como en 1971, los salarios estaban ligados a la productividad pero, a partir de esa fecha, los salarios se quedan estancados mientras que la productividad aumenta. [nota del lector: esto podría deberse a los llamados efectos invisibles de la revolución informática: si un oficinista hacía un trabajo en una jornada, ahora lo hace en medio gracias a los ordenadores pero su salario sigue siendo el mismo o más bajo]
En una de las gráficas, se puede ver cómo el desarrollo del PIB en Alemania y la UE se desploma entre 1961 y el 2012 (a pesar de los altibajos, hay que fijarse en la progresión lineal, la línea que une ambos extremos del período, que es claramente descendente). En la OCDE, el resultado desde 1971 a 2010 es el mismo (la media de crecimiento baja del 4 % al 2 %).
En otra gráfica se ve como la tasa de beneficio empresarial también baja del 23 % al 15 %, o se mantiene estable entre el 11 y el 13 %.
A ello se suma, según otra gráfica, que el desarrollo de la tasa de inversión bruta a nivel mundial y la OCDE entre 1960 y el 2012 se hundió del 22 al 21 % (en el mundo) y del 21 al 19 (en la OCDE). En el caso de Alemania, cae del 25 % del PIB al 17.
Una de las matizaciones que hace el autor es que, aparentemente, el sector industrial disminuyó y ahora es prioritario el de servicios pero sospecha que la industria sigue ahí pero desmenuzada: antes una empresa automovilística se incluía como industrial (lo que incluía la cadena de montaje pero también las oficinas o la cantina) pero ahora la matriz se ha difuminado en miniempresas separadas (una para el I+D, otra para la cantina, otra para la contabilidad) que ya no son computadas como sector industrial sino como servicios.
En cuanto a los salarios, distingue entre salarios reales (99,1 %) y salarios del convenio (108), por lo que detecta un desfase.
Otra de las claves es la externalización y partición de una gran empresa en una miríada de sociedades, cada una sin convenio colectivo y salarios baratos, lo que supone una pérdida de estatus para los trabajadores.
El autor señala que en la "modernidad social" (1945-1971) se nivelaban hacia arriba las posiciones de clase, especialmente mediante la concesión de iguales derechos cívicos. Pero en la "modernidad regresiva" (1971-2016), en cambio, con la "sociedad del descenso" se constituye una multiplicidad de estructuraciones de clase orientadas hacia abajo. La mayor parte de los trabajadores "free lance" o interinos llevan una vida precaria. El autor indica que para unos pocos (por ejemplo, los especialistas en tecnologías de la información) es una ganancia de autonomía (sin jefes ni horarios). De ahí que no se produzca (como esperaban hasta hace bien poco algunas personalidades importantes (Standing, 2011), la formación de un "precariado" como nueva clase social. El autor añade que "hasta ahora no ha surgido ni un potencial de acción ni una conciencia de clase capaces de arrastrar a las masas". Como tampoco hay un precariado, sino muchos precariados (Bude, 2006).
Una de las cuestiones que plantea Nachtwey es si se puede dar un nuevo conflicto de clases ahora que ya no hay clases (tras finalizar la lucha obrera y canalizarla a través de los convenios de empresa creados en el Estado de Bienestar y luego alcanzar la ansiada clase media sin que apenas hubiese huelgas destacables a cambio de implantar un salario mínimo; y una vez que el debate se centró en las subidas del IPC o mejoras del convenio o cuotas políticas, el sindicalismo perdió parte de su caracter moral), o si va a haber otro tipo de conflictos ya que la afiliación a los sindicatos es muy baja. El propio concepto de clase parece trasnochado o una reliquia anacrónica pero resurge con el aumento de desigualdades entre ricos y pobres a partir del 2008. Por un lado, afirma, hay un grupo que siente rencor y resentimiento porque sabe que ya nunca más va a poder escalar socialmente y se verá relegado a puestos poco remunerados.
Por otro lado, la sociedad del descenso se caracteriza por una creciente desigualdad y los derechos sociales y económicos del ciudadano se ven una y otra vez pisoteados y no dejan de surgir nuevas estructuraciones de clase.
Añade que en la posdemocracia, los canales de articulación de los intereses se ven obstruidos por el consenso en cuanto a los condicionantes, lo que produce una "crisis de representación" de la democracia parlamentaria. Los problemas de legitimización se producen por las nuevas desigualdades sociales y democráticas que el "viejo" Estado tardocapitalista había conseguido reducir.
Menciona la Agenda 2010 como una nueva fase de la liberalización del mercado laboral en Alemania (los minijobs).
El autor señala que, a partir del 2008, hay miniconflictos, como por ejemplo, las acampadas de los indignados de España (germen del partido Podemos). En el 2015, hubo una ola de huelgas en la Administración alemana e incluso en Amazon. Las luchas obreras ahora se han trasladado al sector servicios (donde los convenios colectivos fueron "perforados"). Los sindicatos, tras las privatizaciones, quedaron muy debilitados. Ahora las protestas son "flashmobs", consignas en la ropa, campañas de Internet y además se consulta a las bases. Incluso hubo una protesta de limpiadoras (las "invisibles"), los sanitarios (por razones de una ética profesional que no es atendida) o los comerciantes minoristas, en general para que el patrono les concediese su estatus de empleado. No solo eso sino que una mujer inmigrante tiene difícil aspirar a entrar en un convenio colectivo.
El autor comenta que los conflictos laborales están aumentando de nuevo pero con un contenido añadido (por ejemplo, un reparto más equitativo de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos, la vivienda, la calidad de vida urbana). Esto se debe a que el sector que protesta es el de los servicios industriales, que están afincados en las ciudades. De ahí que también haya quejas por la "gentrificación" (la expulsión de los pobres de los barrios urbanos), o por la falta de guarderías.
Otro tipo de protestas se refieren a las acaecidas en el sur de Europa tras el colapso financiero del 2008 que incluyó drásticos programas de austeridad en los países en crisis. El Estado social quedó desmantelado y se recortaron las prestaciones en el sector sanitario y educativo. Curiosamente, un activista convocó una manifestación en Facebook contra la precariedad y fue más gente que a otra que organizaron fuerzas de izquierdas.
A todo esto se suman las revueltas urbanas en Francia o Reino Unido en barrios estigmatizados y deprimidos (las "banlieues" parisinas). Eran revueltas sin programa ni acción colectiva. Parecía más una descarga emocional o ira.
En el caso de Occupy Wall Street o los Indignados españoles, se ocuparon plazas y se hicieron acampadas a modo de laboratorios. Luchaban por los derechos civiles y la participación ciudadana. Eran movimientos urbanos que denunciaban el incumplimiento de la promesa del capitalismo moderno de garantizar tanto la igualdad en la prestación de servicios y oportunidades como el ascenso y la seguridad sociales mediante la educación y la formación. El autor dice que estos movimientos son el resultado de la "desinstitucionalización" del conflicto social y expresión del descontento porque al acabar la carrera a los estudiantes les esperaban trabajos precarios e infracualificados y el paro (es la "sublevación de los diplomados", según Kraushaar).
En el caso de la generación española, tienen un nivel de cualificación históricamente sin precedentes, domina varios idiomas extranjeros y asesora experiencias en el extranjero. Pero sus miembros, llegados a una cierta edad, no pueden fundar una familia y no tienen más remedio que seguir viviendo con sus padres, pues ni tienen derecho a prestaciones sociales ni se pueden alquilar una habitación en un piso compartido.
Posteriormente, el movimiento se reorientó (compromiso con los barrios, antidesahucios, solidaridad local con comedores) y surgió el partido populista democrático Podemos con su mensaje anti-casta, se gobierna por círculos aunque luego apostó por un liderazgo carismático, según dice el autor.
En la misma época surgieron la Primavera Árabe y Occupy Wall Street. [nota del lector: es evidente que estamos ante un conflicto generacional en varias partes del mundo debido a la presión demográfica, ya que casualmente los manifestantes de todos estos movimientos eran gente joven muy descontenta]
El autor señala que lo que aglutinaba a los manifestantes de Occupy Wall Street y a otras protestas a nivel internacional era el eslogan "somos el 99 %", ese enorme grupo de gente que quedó excluido del bienestar social y de toda posibilidad de influjo político. Pedían redistribución económica (la sociedad del descenso) y la del dominio público (la posdemocracia), así como a que esté representada la mayoría de la población.
Otro detalle es que estos nuevos movimientos sociales defendían una postura "posmaterial": para ellos, la autonomía, la participación y la autodeterminación eran tan importantes como la creatividad y la libertad. A mayores, Occupy Wall Street hizo crítica social y pidió más justicia social y una justa redistribución de la riqueza.
Estos nuevos movimientos defendían unos "proyectos en la sociedad" y no "la sociedad como proyecto" del movimiento obrero. Era un movimiento antisistémico que incluía como proyecto a toda la sociedad (criticaba el papel de los bancos en la crisis financiera como elementos relevantes del sistema, el capitalismo había experimentado un cambio sistémico y la democracia corría pareja al orden político. Surgió una especie de populismo democrático en contra del "establishment", se desmarcaban de los tradicionales partidos y sindicatos (las élites) y asociaban el conflicto social al llamamiento de una "verdadera democracia para toda la humanidad". Era un impulso radical-democrático que constituía una política antiinstitucional (la política de la primera persona y el rechazo a la figura de los delegados).
Populismos
El último capítulo está dedicado al populismo. Dice que hay una nueva figura que es el "ciudadano rabioso", entre los que abundan nostálgicos del mayo del 68 que ahora son burgueses, así como expertos (delegan las decisiones en profesionales y forman parte del proceso posdemocrático). Hay latente un "conato autoritario" que apuesta por una convivencia eficientemente conducida por expertos.
El autor añade que a esto se suma otro tipo de protesta ciudadana de los privilegiados (pone como ejemplo a Pegida, en Alemania oriental y sajona), que proclama: "somos el pueblo". Es una corriente neoautoritaria basada en el resentimiento. El autor dice que es la expresión de una clase media aquejada y radicalizada por el miedo al descenso y de una rebelión regresiva en contra de una democracia "configurada a imagen de los mercados".
En el resto de Alemania hay los llamados movimientos "pro" (pro esto, pro lo otro) que se hacían pasar por movimientos ciudadanos pero que, según el autor, en el fondo alentaban un fuerte resentimiento antiislámico y pro extrema derecha.
En el caso de Pegida se desmarca de la extrema derecha y hace hincapié en el carácter ciudadano de sus consignas derivadas de kos valores occidentales de la Ilustración, la democracia, la libertad, la autodeterminación y el Estado de Derecho. Es una variante regresiva de la nueva protesta política. Al igual que con ocupa Wall Street, los ciudadanos salen para reclamar democracia, redistribución de recursos y jerarquía social, pero ahora estás consignas las gritan "enrabietados" ciudadanos de derechas. Las críticas también son contra los de arriba (políticos, empresas, periodistas). También hay un movimiento social identitario por la integración cultural y los valores de un mundo que ha perdido el norte. No se trata tanto de una cuestión de reconocimiento o de diferencia étnica como del contenido de unos derechos consolidados.
Añade el autor que para la clase media baja, la dura competencia social y la lucha por el bienestar, así como las frustradas expectativas respecto al ascenso y a la seguridad son las principales factores que conducen a una "desnormativización" y "barbarización" de los conflictos sociales.
El autor ve detrás una reproducción del autoritarismo en la empresa que favorece la desvalorización de los demás.
Concluye que en el capitalismo poscrecimiento cada vez hay menos grupos que avanzan en el plano social pues para los buenos puestos de trabajo hay demasiados solicitantes con alta cualificación. Ahora, uno tiene algo que perder, la precariedad no delata un fracaso personal sino que es una experiencia colectiva.por otra parte, las nuevas protestas son descentralizadasus y hay mayor participación democrática. Hay protestas a favor de la democracia y la igualdad de derechos. hay un conflicto democrático-social (algunos ven un peligroso desgarro).
Para el autor, la modernidad social no va a volver. Teme que la modernización regresiva y la política posdemocracia puedan generar una corriente autoritaria que se enajene y vacíe los fundamentos liberales de nuestra sociedad. Es el gemelo malvado de la rebelión democrática, alimentado por una mezcla de resentimiento antidemocratico y de pulsión religioso-identitaria. Por eso propone buscar alternativas para hacer una modernidad solidaria.
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https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/03/lo-que-viene-de-brad-stone-2017.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, economía digital,
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Título: "Lo que viene"
Subtítulo: "Cómo Uber, Airbnb y las nuevas empresas de Silicon Valley están cambiando el mundo"
Título en inglés: "The Upstarts"
Autor: Brad Stone
Edición en español: Deusto, Grupo Planeta, Barcelona, 2018
Número de páginas: 409
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El libro trata del desarrollo de dos compañías Airbnb (fundada por los biodiseñadores Brian Chesky y Joe Gebbia y el informático Nathan Blecharcyzk) y Uber (Garret Camp y Travis Kalanick), las cuales triunfaron en San Francisco y Los Ángeles.
Estas empresas surgieron entre la fundación de Facebook en el 2004 y el lanzamiento del iPhone en el año 2007, cuando la descarga de aplicaciones abrió todo un mundo de posibilidades.
En primer cuenta la historia de los emprendedores de Airbedandbreakfast, dos recién licenciados que fueron a probar fortuna a San Francisco y a los que se les ocurrió alquilar su sofá para pagarse el alquiler durante una convención de diseñadores de San Francisco. Su primer cliente fue un oriental al que llevaron de turismo por SFC. Luego, reclutaron al informático Blecharcyzk, que era el que había montado toda la parte técnica del negocio del “spam” a nivel global. La empresa de alquilar “cochones hinchables” no les iba muy bien fuera de los eventos y convenciones, por lo que probaron suerte con los “cereales presidenciales”, unos corn-flakes con la cara del candidato presidencial. Les ayudó a pagar las facturas y les abrió las puertas a una beca de un “inversor ángel” que puso en marcha la promoción. Trabajaban en un apartamento con diez personas antes de dar el pelotazo. A diferencia de Couchsurfing cobraban una comisión.
La segunda historia es la de Uber. El joven millonario Garret Camp, que acababa de vender a eBay su empresa StumbleUpon, siempre se quejaba de lo que tardaban los taxis de San Francisco [nota del lector: sorprende que no sopesase la alternativa de tomar el tranvía o el bus] y de que las licencias estaban estancadas desde hace 35 años. Pensó en llamar con un solo botón de su móvil a una limousine, transporte que no estaba tan regulado como los taxis. Así que, junto con Travis Kalanick, ideó el servicio UberCab, en el que el usuario podía seguir desde su móvil el trayecto de los chóferes, todos equipados con un iPhone, que también funcionaba como taxímetro. El cliente lo descargaba de una aplicación de Internet. En el 2010 buscaron 160 inversores pero la práctica totalidad no se interesó por el proyecto pero Sacca se fue a cenar con ellos y les firmó un cheque de 300.000 dólares. Pero les rechazó Ron Conway, el “padrino” de Silicon Valley (famoso porque apoyó a Google, Facebook y Twitter).
En el caso de Airbnb, su guerra fue con la inmobiliaria on line Craiglist para robarle clientela o compartirla. En UberCab la guerra fue contra los taxistas, una batalla repetida en muchas ciudades. La solución fue considerar Uber como una empresa tecnológica que trabaja con datos y pone en contacto a usuarios y ofertantes de transporte. No tiene flota propia ni empleados. Solo cruza datos, su negocio es de gestión de los inmensos datos que generan los clientes y los chóferes. De lo que trata es de gestionar todo este Big Data para que los conductores acudan allí donde hay un pico de demanda y no queden clientes sin atender. Tuvieron que quitar el “Cab” del nombre.
Resumen original y actualizado del libro:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/03/el-entusiasmo-de-remedios-zafra-2017.html
"La sociedad del descenso", de Oliver Nachtwey (2017)
Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/11/la-sociedad-del-descenso-de-oliver.html
"Lo que viene", de Brad Stone (2017)
Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/03/lo-que-viene-de-brad-stone-2017.html
"Capitalismo Big Tech", de Evgeny Morozov (2018)
Resumen original y actualizado del libro:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/01/capitalismo-big-tech-de-evgeny-morozov.html
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Resumen del libro "El nuevo espíritu del capitalismo", de Luc Boltanski y Ève Chiapello (1999)
Resumen original y actualizado en:https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/08/el-nuevo-espiritu-del-capitalismo-de.html
Resumido por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, capitalismo, economía política.
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Título: "El nuevo espíritu del capitalismo"
Título original en francés: "Le nouvel esprit du capitalisme"
Autores: Luc Boltanski y Ève Chiapello
Fecha de publicación en Francia: Ediciones Gallimard, 1999
Publicación en español: Ediciones Akal, Madrid, 2002
Número de páginas: 717
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Biografía de los autores Luc Boltanski y Ève Chiapello (hasta 2002)
Luc Boltanski es director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences sociales. Es uno de los fundadores de la Escuela de las convenciones. Entre sus libros se incluyen Les cadres, La formation d'un groupe social (1982), L'amour et la justice comme compétence (1990), y, en colaboración con L. Thévenot, Justesse et justice dans le travail (1989) y De la justification. Les économies de la grandeur (1991).
Ève Chiapello, socióloga y profesora de contabilidad-control en el Groupe HEC, es autora del libro Artistes vs. Managers - Le management culturel face á la critique artiste (1998), así como de numerosos artículos sobre temas de gestión empresarial, organizaciones culturales y sociología de las formas contables.
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Texto de la contraportada
"El capitalismo prospera, la sociedad se degrada. El crecimiento de los beneficios es paralelo al crecimiento de la exclusión. La verdadera crisis no es la del capitalismo, sino la de la crítica del capitalismo. Con demasiada frecuencia atada a viejos esquemas de análisis, la crítica conduce a numerosos activistas a replegarse sobre modalidades de defensa eficaces en el pasado, pero no en la actualidad ante las nuevas formas asumidas por el capitalismo tras los formidables procesos de reestructuración experimentados durante los últimos 30 años. Éve Chiapello y Luc Boltanski analizan esta crisis hasta su raíz. En este libro se trazan los contornos del nuevo espíritu del capitalismo a partir de un análisis inédito de los textos de gestión empresarial que han alimentado la reflexión de la patronal, inspirado los nuevos modos de organización de las empresas y redefinido el nuevo estatuto de la fuerza de trabajo explotada en las mismas: desde mediados de la década de 1970, el capitalismo ha renunciado al principio fordista de la organización jerárquica del trabajo para desarrollar una nueva organización en red, fundada sobre la iniciativa de los actores y de la autonomía relativa de su trabajo, todo ello al precio de su seguridad material y psicológica.
Este nuevo espíritu del capitalismo ha triunfado gracias a la formidable recuperación de la "crítica artista", la cual, tras la revolución de mayo de 1968, no había cesado de denunciar la alineación de la vida cotidiana provocada por la alianza del capital y la burocracia. Al mismo tiempo, la "crítica social", que no lograba cartografiar las inflexiones protagonizadas por las nuevas modalidades de explotación y dominación del capitalismo, permanecía atrapada en los viejos esquemas de la producción jerarquizada y experimentada una creciente parálisis cuando los años de la crisis mordieron en la estructura social. Este libro formidable invita al relanzamiento de estas dos críticas complementarias al capitalismo, contribuyendo a inspirar y enriquecer la oleada de luchas e iniciativas antisistémicas que atraviesa las sociedades actuales".
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Introducción general del espíritu del capitalismo y del papel de la crítica
1. El espíritu del capitalismo
2. El capitalismo y sus críticas
Primera parte.
El surgimiento de una nueva configuración ideológica
I. Los discursos de gestión empresarial en la década de 1990.
1. Las fuentes de información sobre el espíritu del capitalismo
2. La evolución de la problemática de la gestión empresarial entre las décadas de 1960 a 1990
3. El cambio de las formas de movilización
Conclusión: La nueva gestión empresarial en tanto que respuesta a las críticas
II. La formación de la ciudad por proyectos
1. La ciudad por proyectos
2. La originalidad de la ciudad por proyectos
3. La generalidad de la representación en red
Conclusión: Los cambios aportados por el nuevo espíritu del capitalismo en el plano de la moral
Segunda parte.
Las transformaciones del capitalismo y el desarme de la crítica
III. 1968. Crisis y renovación del capitalismo
1. Los años críticos
2. Reacciones y respuestas a las críticas.
Conclusión: El papel de la crítica en la renovación del capitalismo
IV. La deconstrucción del mundo del trabajo
1. El alcance de las transformaciones en juego.
2. Las transformaciones del trabajo.
V. El debilitamiento de las defensas en el mundo del trabajo.
1. La desindicalización
2. Las clases sociales, en tela de juicio
3. Los efectos de los desplazamientos sobre las pruebas instituidas
Conclusión: ¿El fin de la crítica?
Tercera parte.
El nuevo espíritu del capitalismo y las nuevas formas de crítica
VI. El renacimiento de la crítica social
1. El despertar de la crítica social: de la exclusión a la explotación
2. ¿Hacia dispositivos de justicia conexionistas?
VII. Ante la prueba de la crítica artista
1. Las manifestaciones de una inquietud
2. ¿Qué liberación?
3. ¿Qué autenticidad?
4. La neutralización crítica de la inautenticidad y sus efectos secundarios
Conclusión: ¿Un relanzamiento de la crítica artista?
CONCLUSIÓN: La fuerza de la crítica
1. Axiomática del modelo de cambio
2. Las etapas del cambio del espíritu del capitalismo
Postcriptum: La sociología contra los fatalismos
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RESUMEN
Luc Boltanski y Éve Chiapello se definen como sociólogos pero forman parte de la escuela de economistas franceses que están detectando una gran ruptura en el nuevo capitalismo (1970-2018) [nota del lector: yo los incluiría cercanos a Piketty]. Analizan los cambios ideológicos que han acompañado a las recientes transformaciones del capitalismo. Estudian el caso de Francia en concreto. Definen el "espíritu del capitalismo" (en referencia a la obra de Max Weber) como "la ideología que justifica el compromiso con el capitalismo" pero que actualmente sufre una "crisis de fe" a causa del desconcierto y el escepticismo social creciente. La acumulación solo logra justificarse por las leyes de la economía.
Estas leyes funcionan como una esfera autónoma, independiente de la ideología y de la moral, que obedece a leyes positivas. Su idea estrella es que la persecución del interés individual contribuye al interés general, el utilitarismo. A ello se suma que la competencia hace a las empresas más eficaces, lo mismo que la privatización y la mercantilización. Sus pilares son: progreso material, eficacia y eficiencia en la satisfacción de las necesidades y el ejercicio de las libertades económicas compatible con regímenes políticos liberales. Pero los autores replican que estas ideas no logran el compromiso del trabajador: "Es difícil que se regocije nadie con que su trabajo sirva para aumentar el PIB" porque no acaba de ver relación entre las condiciones ventajosas de ese régimen y su trabajo y vida. Por eso, el capitalismo apostó por infundir de espíritu primero a la burguesía y a los cuadros, y luego al trabajador, al que le dio "seguridad" (laboral, para el trabajador y sus hijos) para obtener ese compromiso pero, a partir de los años 70, esa seguridad está amenazada. Porque la necesidad de volver a apostar por el proceso de acumulación "choca" con la justicia social por lo que la solución es ofrecer una "zona pacificada" en el centro del sistema-mundo donde los cuadros y mandos encuentren un espacio para formarse.
Otra de las ideas de los autores es que dado que el capitalismo no tiene moral ni busca el bien común necesita coger prestados elementos ya existentes, incluso de sus enemigos, para legitimarse y, al ser externos, surgen tensiones (elementos tradicionales de protección, Estado del bienestar, consumismo frente a frugalidad protestante, productos ecológicos, etc...) Gracias a los críticos, el capitalismo a sobrevivido a todo porque asimiló parte de la crítica.
Observan que esta "gran transformación" se produjo después de que el capitalismo pudiese liberarse de los obstáculos a la acumulación que tantas demandas de justicia habían suscitado. Pero a ello se suma un cambio de los valores (de los que depende el éxito y el carácter tolerable del capitalismo). Ven ocasiones perdidas por quienes debieron detectar a tiempo el gran cambio que se estaba operando en la nueva sociedad ultracapitalista y los riesgos que entrañaban. Consideran que debe haber una acción de voluntad colectiva para hacer una crítica realista sobre esta "reintroducción" del pasado.
El libro fue concebido en 1995 y nace de la "confusión, presente en muchos observadores, suscitada por la coexistencia de una degradación económica y social de un número cada vez mayor de personas y de un capitalismo en plena expansión y profundamente reorganizado".
Añaden que la crítica social está desarmada porque manifiesta indignación sin poder acompañarla de propuestas alternativas o por denunciar una situación problemática y admitir así su fatalidad.
Señalan que en 1970 el capitalismo padecía un descenso del crecimiento y la rentabilidad (por alzas salariales), una sociedad orientada al pleno empleo y el progreso, con promoción social hacia los hijos y había una crítica procedente del mayo de 1968 que criticaba la sociedad del consumo. En cambio, en 1990, se vivía la situación inversa con débiles resistencias. Se preguntan qué técnicas se usaron para neutralizar la crítica de izquierda, la cual se acomodó y dejó paso libre a la reorganización del capitalismo durante dos décadas.
Los autores afirman que desde finales de 1970, que se llamaron "años de crisis" pero que no hubo tal, hasta casi el 2000, el capitalismo se ha regenerado, ha vivido un período floreciente, con numerosas oportunidades de inversión con tasas de beneficios muy elevadas. Fueron años favorables para quienes tenían ahorros, la renta de capital estaba de vuelta. Indican que en Francia las cotizaciones sociales crecieron al ritmo del PIB pero no los salarios netos.
En los años 80 y 90, que se consideraban "años de crisis", hubo una reorganización del capitalismo mundial. Los operadores financieros encontraron una "libertad de acción" que desconocían desde 1929 por la desregulación de los mercados financieros, su liberalización, la desintermediación y la creación de nuevos productos financieros que multiplicaron los beneficios especulativos, y mencionan los fondos de pensiones, las sicav, aseguradoras, así como las multinacionales (que controlan dos tercios del mercado mundial). Uno de los fenómenos ha sido el del crecimiento de la "inversión extranjera directa" (transferencia de derechos patrimoniales y una toma de poder local).
A todo esto se suman fuertes incitaciones al crecimiento de la flexibilidad del trabajo mediante contratación temporal, uso de mano de obra interina, horarios flexibles y reducción de costes por despido, y se recortaron las garantías sociales ganadas durante un siglo. La gestión informática ha acelerado la gestión de pedidos de forma planetaria.
Concluyen que el capitalismo mundial va bien pero las sociedades mal (aumento del paro pero mantenimiento del salario mínimo (modelo francés) o conservación del empleo para los trabajadores pero con pérdida del poder adquisitivo (modelo de EE.UU.) ).
Añaden que el número de hogares que viven por debajo del umbral de pobreza han disminuido pero la pobreza afecta menos a los ancianos y más a las personas en edad activa. Indican que el conjunto de esta evolución (empobrecimiento de la población en edad activa, crecimiento regular del número de parados y de la precariedad del trabajo) ha llevado a que crezcan las desigualdades de la distribución de la renta porque los ingresos de los rentistas sí crecen.
Estas dificultades se han concentrado en los "banlieues" (guetización, creación de hecho de zonas de no derecho en beneficio de actividades mafiosas, desarrollo de la violencia de chicos cada vez más jóvenes, dificultad de integración de las poblaciones procedentes de la emigración). En las ciudades, aumentó la mendicidad y los "sin techo" (algunos con cualificación suficiente para tener empleo).
Ven una "irrupción de la miseria" en el espacio público y acentúa la inseguridad y la amenaza de perder el empleo.
También ven cambios en la familia. Es ahora una institución más inestable y frágil, además de una haber precariedad a la del empleo y el sentimiento de inseguridad. Ven detrás cierta relación con el capitalismo porque la familia conlleva rigidez temporal o geográfica.
Explican que en los años 20 y 30, la burguesía (profesiones técnicas, cuadros) empezó a caer en el trabajo asalariado y tuvo que apoyarse en nuevos dispositivos de seguridad (jubilación, diplomas para tener salarios y hacer carrera, acceso al crédito por ascensos, mutualidades, revisión salarial según IPC, planes de promoción, comedores sociales, cooperativas de compras, colonias de vacaciones, clubes deportivos). Por su parte, las clases populares tuvieron mayor acceso al consumo y mejoraron sus poder adquisitivo, y pudieron dar a sus hijos educación secundaria.
Sin embargo, los autores dicen que desde 1980 a 2000, el diploma, la posibilidad de promoción y la jubilación "se han visto quebrantados". Antes solo afectaban a los más frágiles de las clases populares como mujeres, inmigrantes, incapacitados o jóvenes sin diploma (eran los abandonados por el progreso, luego los de los reajustes por la competencia internacional). Pero cuando esto mismo afectó a la burguesía, se asustaron (paro entre los diplomados, jóvenes talentos sin garantía de seguridad a largo plazo y sucesión de empleos precarios, jubilaciones anticipadas para mayores de 55 años).
Según los autores, el "nuevo orden de las cosas" tiene un efecto "desmoralizador" a nivel general. Hay escepticismo ante la capacidad de las instituciones de que se conserve el mismo nivel de vida de los padres.
Los autores recalcan que "el credo del progreso" no tiene sustituto, salvo "las duras leyes de la economía" (estigmatizado como "pensamiento único"). Y las críticas antisistémicas fracasan por no portar alternativas creíbles. Ven un "desconcierto ideológico" porque las últimas críticas se remontan a 1968, justo antes de comenzar la "gran transformación" cuyos efectos llegan hasta ahora. Solo queda indignación, trabajo humanitario, sufrimiento-espectáculo, huelgas por vivienda o sin papeles.
Aunque el libro fue escrito en 1999, ya suponen que el capitalismo liberalizado caerá en una de sus crisis pero dudan que lleve a un "mundo mejor". Creen que el capitalismo debe buscar buenas razones para convencer a quienes necesita para que su compromiso ayude a mantener el sistema y que este sistema social actual ya no contenta ni a la burguesía. Ven un fatalismo dominante.
Critican a los sindicatos e intelectuales porque no han tenido más alternativa que elegir entre dos soluciones a nuestro juicio insatisfactorias:
1) La utopía de un retorno a un pasado idealizado (nacionalizaciones, planificación estatal y sindicatos con voz fuerte) pero no ve lo que hace "seductor" al neocapitalismo y porque subestima la ruptura operada.
2) el acompañamiento, a veces entusiasta, de las transformaciones tecnológicas. económicas y sociales pero que minimiza los efectos destructivos.
Pero advierten que ninguna de ambas posiciones "permite resistir verdaderamente los daños ocasionados por las nuevas formas adoptadas por las actividades económicas". Solo tienen en común un sentimiento de impotencia.
Los autores, tras examinar cómo se ha transformado el capitalismo mientras sus críticos guardan silencio, resumen los acontecimientos que han afectado a la sociedad (1970-2000)
- El capitalismo necesita un espíritu para comprometer a las personas de las que dependen la producción y la marcha de negocios.
Para convencer a la gente de que trabaje, debe ofrecer algunas buenas razones.
- El espíritu del capitalismo debe incorporar una dimensión moral para ser movilizador.
Debe permitir a las personas recurrir a la justicia y aspirar a una seguridad en la vida.
- Para perpetuarse el capitalismo necesita, al mismo tiempo, estimular y frenar la insaciabilidad.
El exceso de acumulación se torna problemático y conduciría a la autodestrucción, por lo que se apoyan políticas que prohíban el robo. La acumulación sin freno ni limitaciones raya la violencia.
- El espíritu del capitalismo no puede ser reducido a una ideología entendida como una ilusión sin influencia sobre los acontecimientos del mundo.
Debe dar lo que promete.
- El capitalismo tiende perpetuamente a transformarse.
Creación de nuevos productos y servicios, destrucción creativa, ventaja competitiva.
- El operador principal de creación y de transformación del espíritu del capitalismo es la critica "voice"
Los distintos participantes en el juego denuncian a las fuerzas parasitarias y a los que hacen trampas.
- En determinadas condiciones, la crítica puede convertirse a su vez en uno de los factores de transformación del capitalismo (y no solo su espíritu).
- La crítica extrae su energía de las fuentes de indignación.
La conclusión es que dentro del capitalismo, ligado siempre a las ciudades, surgen enormes tensiones (al introducir elementos externos para legitimarse o obtener compromisos) y que la crítica puede tener un papel positivo en la transformación del sistema cuando este incorpora nuevas partes legitimadoras. Por ejemplo, la crítica a la explotación dio lugar a leyes al respecto y el capitalismo siguió evolucionando.
Luc Boltanski y Éve Chiapello se definen como sociólogos pero forman parte de la escuela de economistas franceses que están detectando una gran ruptura en el nuevo capitalismo (1970-2018) [nota del lector: yo los incluiría cercanos a Piketty]. Analizan los cambios ideológicos que han acompañado a las recientes transformaciones del capitalismo. Estudian el caso de Francia en concreto. Definen el "espíritu del capitalismo" (en referencia a la obra de Max Weber) como "la ideología que justifica el compromiso con el capitalismo" pero que actualmente sufre una "crisis de fe" a causa del desconcierto y el escepticismo social creciente. La acumulación solo logra justificarse por las leyes de la economía.
Estas leyes funcionan como una esfera autónoma, independiente de la ideología y de la moral, que obedece a leyes positivas. Su idea estrella es que la persecución del interés individual contribuye al interés general, el utilitarismo. A ello se suma que la competencia hace a las empresas más eficaces, lo mismo que la privatización y la mercantilización. Sus pilares son: progreso material, eficacia y eficiencia en la satisfacción de las necesidades y el ejercicio de las libertades económicas compatible con regímenes políticos liberales. Pero los autores replican que estas ideas no logran el compromiso del trabajador: "Es difícil que se regocije nadie con que su trabajo sirva para aumentar el PIB" porque no acaba de ver relación entre las condiciones ventajosas de ese régimen y su trabajo y vida. Por eso, el capitalismo apostó por infundir de espíritu primero a la burguesía y a los cuadros, y luego al trabajador, al que le dio "seguridad" (laboral, para el trabajador y sus hijos) para obtener ese compromiso pero, a partir de los años 70, esa seguridad está amenazada. Porque la necesidad de volver a apostar por el proceso de acumulación "choca" con la justicia social por lo que la solución es ofrecer una "zona pacificada" en el centro del sistema-mundo donde los cuadros y mandos encuentren un espacio para formarse.
Otra de las ideas de los autores es que dado que el capitalismo no tiene moral ni busca el bien común necesita coger prestados elementos ya existentes, incluso de sus enemigos, para legitimarse y, al ser externos, surgen tensiones (elementos tradicionales de protección, Estado del bienestar, consumismo frente a frugalidad protestante, productos ecológicos, etc...) Gracias a los críticos, el capitalismo a sobrevivido a todo porque asimiló parte de la crítica.
Observan que esta "gran transformación" se produjo después de que el capitalismo pudiese liberarse de los obstáculos a la acumulación que tantas demandas de justicia habían suscitado. Pero a ello se suma un cambio de los valores (de los que depende el éxito y el carácter tolerable del capitalismo). Ven ocasiones perdidas por quienes debieron detectar a tiempo el gran cambio que se estaba operando en la nueva sociedad ultracapitalista y los riesgos que entrañaban. Consideran que debe haber una acción de voluntad colectiva para hacer una crítica realista sobre esta "reintroducción" del pasado.
El libro fue concebido en 1995 y nace de la "confusión, presente en muchos observadores, suscitada por la coexistencia de una degradación económica y social de un número cada vez mayor de personas y de un capitalismo en plena expansión y profundamente reorganizado".
Añaden que la crítica social está desarmada porque manifiesta indignación sin poder acompañarla de propuestas alternativas o por denunciar una situación problemática y admitir así su fatalidad.
Señalan que en 1970 el capitalismo padecía un descenso del crecimiento y la rentabilidad (por alzas salariales), una sociedad orientada al pleno empleo y el progreso, con promoción social hacia los hijos y había una crítica procedente del mayo de 1968 que criticaba la sociedad del consumo. En cambio, en 1990, se vivía la situación inversa con débiles resistencias. Se preguntan qué técnicas se usaron para neutralizar la crítica de izquierda, la cual se acomodó y dejó paso libre a la reorganización del capitalismo durante dos décadas.
Los autores afirman que desde finales de 1970, que se llamaron "años de crisis" pero que no hubo tal, hasta casi el 2000, el capitalismo se ha regenerado, ha vivido un período floreciente, con numerosas oportunidades de inversión con tasas de beneficios muy elevadas. Fueron años favorables para quienes tenían ahorros, la renta de capital estaba de vuelta. Indican que en Francia las cotizaciones sociales crecieron al ritmo del PIB pero no los salarios netos.
En los años 80 y 90, que se consideraban "años de crisis", hubo una reorganización del capitalismo mundial. Los operadores financieros encontraron una "libertad de acción" que desconocían desde 1929 por la desregulación de los mercados financieros, su liberalización, la desintermediación y la creación de nuevos productos financieros que multiplicaron los beneficios especulativos, y mencionan los fondos de pensiones, las sicav, aseguradoras, así como las multinacionales (que controlan dos tercios del mercado mundial). Uno de los fenómenos ha sido el del crecimiento de la "inversión extranjera directa" (transferencia de derechos patrimoniales y una toma de poder local).
A todo esto se suman fuertes incitaciones al crecimiento de la flexibilidad del trabajo mediante contratación temporal, uso de mano de obra interina, horarios flexibles y reducción de costes por despido, y se recortaron las garantías sociales ganadas durante un siglo. La gestión informática ha acelerado la gestión de pedidos de forma planetaria.
Concluyen que el capitalismo mundial va bien pero las sociedades mal (aumento del paro pero mantenimiento del salario mínimo (modelo francés) o conservación del empleo para los trabajadores pero con pérdida del poder adquisitivo (modelo de EE.UU.) ).
Añaden que el número de hogares que viven por debajo del umbral de pobreza han disminuido pero la pobreza afecta menos a los ancianos y más a las personas en edad activa. Indican que el conjunto de esta evolución (empobrecimiento de la población en edad activa, crecimiento regular del número de parados y de la precariedad del trabajo) ha llevado a que crezcan las desigualdades de la distribución de la renta porque los ingresos de los rentistas sí crecen.
Estas dificultades se han concentrado en los "banlieues" (guetización, creación de hecho de zonas de no derecho en beneficio de actividades mafiosas, desarrollo de la violencia de chicos cada vez más jóvenes, dificultad de integración de las poblaciones procedentes de la emigración). En las ciudades, aumentó la mendicidad y los "sin techo" (algunos con cualificación suficiente para tener empleo).
Ven una "irrupción de la miseria" en el espacio público y acentúa la inseguridad y la amenaza de perder el empleo.
También ven cambios en la familia. Es ahora una institución más inestable y frágil, además de una haber precariedad a la del empleo y el sentimiento de inseguridad. Ven detrás cierta relación con el capitalismo porque la familia conlleva rigidez temporal o geográfica.
Explican que en los años 20 y 30, la burguesía (profesiones técnicas, cuadros) empezó a caer en el trabajo asalariado y tuvo que apoyarse en nuevos dispositivos de seguridad (jubilación, diplomas para tener salarios y hacer carrera, acceso al crédito por ascensos, mutualidades, revisión salarial según IPC, planes de promoción, comedores sociales, cooperativas de compras, colonias de vacaciones, clubes deportivos). Por su parte, las clases populares tuvieron mayor acceso al consumo y mejoraron sus poder adquisitivo, y pudieron dar a sus hijos educación secundaria.
Sin embargo, los autores dicen que desde 1980 a 2000, el diploma, la posibilidad de promoción y la jubilación "se han visto quebrantados". Antes solo afectaban a los más frágiles de las clases populares como mujeres, inmigrantes, incapacitados o jóvenes sin diploma (eran los abandonados por el progreso, luego los de los reajustes por la competencia internacional). Pero cuando esto mismo afectó a la burguesía, se asustaron (paro entre los diplomados, jóvenes talentos sin garantía de seguridad a largo plazo y sucesión de empleos precarios, jubilaciones anticipadas para mayores de 55 años).
Según los autores, el "nuevo orden de las cosas" tiene un efecto "desmoralizador" a nivel general. Hay escepticismo ante la capacidad de las instituciones de que se conserve el mismo nivel de vida de los padres.
Los autores recalcan que "el credo del progreso" no tiene sustituto, salvo "las duras leyes de la economía" (estigmatizado como "pensamiento único"). Y las críticas antisistémicas fracasan por no portar alternativas creíbles. Ven un "desconcierto ideológico" porque las últimas críticas se remontan a 1968, justo antes de comenzar la "gran transformación" cuyos efectos llegan hasta ahora. Solo queda indignación, trabajo humanitario, sufrimiento-espectáculo, huelgas por vivienda o sin papeles.
Aunque el libro fue escrito en 1999, ya suponen que el capitalismo liberalizado caerá en una de sus crisis pero dudan que lleve a un "mundo mejor". Creen que el capitalismo debe buscar buenas razones para convencer a quienes necesita para que su compromiso ayude a mantener el sistema y que este sistema social actual ya no contenta ni a la burguesía. Ven un fatalismo dominante.
Critican a los sindicatos e intelectuales porque no han tenido más alternativa que elegir entre dos soluciones a nuestro juicio insatisfactorias:
1) La utopía de un retorno a un pasado idealizado (nacionalizaciones, planificación estatal y sindicatos con voz fuerte) pero no ve lo que hace "seductor" al neocapitalismo y porque subestima la ruptura operada.
2) el acompañamiento, a veces entusiasta, de las transformaciones tecnológicas. económicas y sociales pero que minimiza los efectos destructivos.
Pero advierten que ninguna de ambas posiciones "permite resistir verdaderamente los daños ocasionados por las nuevas formas adoptadas por las actividades económicas". Solo tienen en común un sentimiento de impotencia.
Los autores, tras examinar cómo se ha transformado el capitalismo mientras sus críticos guardan silencio, resumen los acontecimientos que han afectado a la sociedad (1970-2000)
- El capitalismo necesita un espíritu para comprometer a las personas de las que dependen la producción y la marcha de negocios.
Para convencer a la gente de que trabaje, debe ofrecer algunas buenas razones.
- El espíritu del capitalismo debe incorporar una dimensión moral para ser movilizador.
Debe permitir a las personas recurrir a la justicia y aspirar a una seguridad en la vida.
- Para perpetuarse el capitalismo necesita, al mismo tiempo, estimular y frenar la insaciabilidad.
El exceso de acumulación se torna problemático y conduciría a la autodestrucción, por lo que se apoyan políticas que prohíban el robo. La acumulación sin freno ni limitaciones raya la violencia.
- El espíritu del capitalismo no puede ser reducido a una ideología entendida como una ilusión sin influencia sobre los acontecimientos del mundo.
Debe dar lo que promete.
- El capitalismo tiende perpetuamente a transformarse.
Creación de nuevos productos y servicios, destrucción creativa, ventaja competitiva.
- El operador principal de creación y de transformación del espíritu del capitalismo es la critica "voice"
Los distintos participantes en el juego denuncian a las fuerzas parasitarias y a los que hacen trampas.
- En determinadas condiciones, la crítica puede convertirse a su vez en uno de los factores de transformación del capitalismo (y no solo su espíritu).
- La crítica extrae su energía de las fuentes de indignación.
La conclusión es que dentro del capitalismo, ligado siempre a las ciudades, surgen enormes tensiones (al introducir elementos externos para legitimarse o obtener compromisos) y que la crítica puede tener un papel positivo en la transformación del sistema cuando este incorpora nuevas partes legitimadoras. Por ejemplo, la crítica a la explotación dio lugar a leyes al respecto y el capitalismo siguió evolucionando.
Resumen: "Wikinomics", de Don Tapscott y Anthony D. Williams (2006)
Ver el resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2011/12/wikinomics-de-don-tapscott-y-anthony-d.html
Sociología, comunicación de masas, microeconomía
Resumen por E.V.Pita, licenciado en Derecho y Sociología
Título: "Wikinomics"
Subtítulo: "La nueva economía de las multitudes inteligentes"
Autor: Don Tapscott y Anthony D. Williams (2006)
Publicación en español: 2009
Edición: Bolsillo Paidós
Resumen de la contraportada: "En apenas unos pocos años, la colaboración tradicional (en una sala de reuniones, a través de una teleconferencia o, incluso, en un centro de convenciones) ha sido desbancada por nuevas colaboraciones de proporciones gigantescas. En este mismo momento, miles y hasta millones de equipos de personas están creando nuevas enciclopedias, aviones comerciales, sistemas operativos, fondos de inversión, y otros muchos artículos. Aunque algunos directivos temen el crecimiento fabuloso de esas ingentes comunidades en línea, Wikinomics, demuestra lo infundado que están tales miedos. Las empresas inteligentes son capaces de aprovechar esa capacidad y ese genio colectivos para emplear la innovación, el crecimiento y el éxito. Wikinomics, una brillante guía que nos adentra en uno de los cambios más importantes de nuestro tiempo, cuestiona nuestras suposiciones más arraigadas sobre el mundo empresarial"
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[Notas del lector: El interés de este libro radica en que es uno de los primeros que estudia las bases teóricas de la nueva economía basada en Internet, la Wikinomía, cuyo escenario es el siguiente: la demanda es muy alta pero la oferta es inmensamente mayor, de forma que el precio de equilibrio es cero o cercano a cero desde el punto de vista microeconomico. Esto supone un abaratamiento de los productos hasta el limite absoluto y explicaría por qué la música en Internet apenas cuesta dinero o realmente se puede bajar gratis o porque los e-books, en un futuro, costarán unos céntimos o serán casi gratis. Pero, de dónde sale esa gigantesca oferta: de los propios consumidores e internautas que la distribuyen por un canal, Internet, que permite una amplia difusión de cada copia hasta el punto de que inundan el mercado y la oferta es mayor que la demanda. Por ello, la competencia en Internet solo alcanza la rentabilidad con mercados gigantescos (como los 800 millones de amigos de Facebook) en los que los consumidores apenas pagan unos céntimos o nada]
ÍNDICE
-Wikinomía, el arte y la ciencia de la producción entre iguales
-La tormenta perfecta
-Los pioneros de la producción entre iguales
-Ideágoras
-Los prosumidores
-Los neoalejandrinos
-Plataformas para la participación
-La planta de producción global
-El lugar de trabajo wiki
-Mentes colaborativas
-El libro de las jugadas de wikinomía
Resumen
Tapscott empieza su libro con la historia de un minero que busca oro (Goldcorp) y sube a Internet unos mapas geológicos de sus minas dentro de la apertura de códigos de la filosofía de Linux y compartió datos confidenciales de la empresa, algo nunca visto en el sector. Mil colaboradores en todo el mundo analizaron el mapa a cambio de una recompensa de 75.000 dólares. Localizaron 110 objetivos que dieron 200 millones de gramos de oro y convirtió a la empresa en un gigante de 9.000 millones de dólares.
Es un cambio de mentalidad que implica una gran colaboración al mismo tiempo que aumentan las oportunidades. "Nunca hasta ahora, los individuos han tenido la capacidad de conectarse a redes flexibles de iguales para producir bienes y servicios de un modo muy tangible y continuado", dice.
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Resumen de "El precariado", de Guy Standing (2011)
El resumen original y actualizado está en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/06/el-precariado-de-guy-standing-2011.html
Autor del resumen; E.V.Pita (2015), licenciado en Sociología y Derecho
Sociología, empleo, precariedad, clases sociales, Economía, capitalismo
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Título: "El precariado. Una nueva clase social"
Título original en inglés: "The precariat. The new dangerous class"
Autor: Guy Standing
Edición en inglés: Bloomsbury, 2011
Edición en español: Ediciones de Pasado & Presente SL, Barcelona, 2013
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Biografía oficial del autor Guy Standing (hasta 2013)
Guy Standing es catedrático de Estudios del Desarrollo en la Universidad de Londres. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Cambridge y miembro de la Academia de Ciencias Sociales del Reino Unido, ha enseñado en la Universidad de Bath y en la de Monash, de Melbourne. Entre 1999 y 2006 fue director del Programa de Seguridad Socioeconómica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra.
El profesor Standing es miembro fundador y copresidente de BIEN (Basic Income Earth Network), una oenegé internacional que promueve la renta básica de ciudadanía. Entre sus publicaciones destacan Social Income and Insecurity (2010), Work after Globalization: Building Occupational Citizenship (2009) y Global Labour Flexibility: Seeking Distributive Justice (1999).
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Texto de la contraportada
"España podría convertirse en epicentro de la Transformación Global. Aunque el precariado se aceleró cuando el "crash" financiero de 2008 hundió al país en una sima oscura de austeridad. Desde bastante antes los sucesivos gobiernos venían aplicando políticas económicas neoliberales que el precariado no perdonará ni olvidará. En 2013 se vive una situación terrorífica en la que más de la mitad de los jóvenes españoles carece de empleo, hacinándose en la búsqueda de puestos de trabajo eventuales, y millones de ellos viven de salarios y subsidios que no les permiten alcanzar un nivel de vida mínimamente decente. Más de una cuarta parte de los españoles vive en la pobreza.
Por espantoso que resulte ese sufrimiento, no se deberían menospreciar los aspectos transformadores positivos de lo que viene sucediendo. No es momento para la autocompasión, sino para que se configure una nueva perspectiva progresista basada en la exigencia al Estado de que se aleje de una vez del neoliberalismo que ha hundido España en una inseguridad económica crónica y en desigualdades de clase sin precedente".
Prefacio de Guy Standing a la edición española
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ÍNDICE
1. El precariado
2. ¿Por qué crece el precariado?
3. ¿Quiénes forman parte del precariado?
4. Los inmigrantes ¿víctimas, villanos o héroes?
5. El trabajo pagado y no pagado y la contracción del tiempo
6. Una política de descenso a los infiernos
7. Una política de asalto a los cielos
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Prefacio sobre España
El autor, Guy Standing, cree que España podría convertirse en epicentro de la Transformación Global. Dice que el sistema político está paralizado con los achaques de un sistema podrido. Tras el crash del 2008, los sucesivos gobiernos han recortado los servicios sociales y los subsidios estatales, y aumentó la cifra de personas sin hogar. El empresariado y político hablaba de que las reformas nos llevarían por el buen camino pero el precariado se preguntaba si hablaban del mismo país. La economía se hundió pero el 19 % de la economía es sumergida y eso salvó al país de una revuelta. Las autoridades hacen la vista gorda ante la economía irregular para permitir que la gente pueda sobrevivir.
La OCDE defendió el "workfare": obliga a los desempleados a perder el tiempo en actividades prácticamente inútiles en busca de empleos inexistentes.
Dice que hay un millón de personas sin hogar y miles de apartamentos están vacíos. Muchos bancos se han desmoronado por el crash. El PIB sigue contrayéndose.
Los sindicatos cometieron un error histórico cuando enlos años 80 no se opusieron a la flexibilidad del trabajo que acompañaba la globalización.
Introducción:
Standing señala que en los años 70 surgió el neoliberalismo que consideró que los aspectos del mercado impregnaran todos los aspectos de la vida. Uno de sus temas preferidos era que los gobiernos debían fomentar la flexibilidad del mercado laboral, lo que equivalía a transferir los riesgos y las inseguridades a los trabajadores y sus familias. El resultado fue la creación del "precariado". El própio éxito de la agenda neoliberal ha creado un "monstruo" político, voces extremistas que atraen al precariado.
Guy Standing estudia al precariado, un tipo de trabajador que cobra un sueldo miserable y trabaja más de la cuenta de forma intermitente y sin aspirar a mejorar su categoría ni obtener un empleo de por vida.
Una de las cuestiones más interesantes que aborda Standing es el fin de un contrato social no escrito entre trabajadores y empresarios durante la postguerra que permitió que toda una generación disfrutase de empleo fijo y seguridad social. Un becario que entraba en una empresa hacía méritos para que lo contratasen de por vida. Ese era un poco el camino de aprendizaje para seguir, en el que se premiaba la lealtad y experiencia.
Eso ha cambiado. Ahora, el becario sabe lo que le espera: quizás tengan que pagar por aprender, sus título universitario está completamente devaluado, cuando termine sus prácticas irá directo a la calle y si aspira a un trabajo seguramente no será de lo que ha estudiado, o se le pagará menos por una función de mayor categoría. Los contratos temporales de seis meses o menos no le permitirán lograr el subsidio de desempleo.
La existencia de este ejército de reserva siempre dispuesto a trabajar en cualquier momento ha reducido los salarios de los empleados que aún conservan su empleo fijo. En una recesión, el precariado es el primero en ser despedido porque los fijos son más caros. Esto forma parte de la flexibilidad laboral para reducir costes, en la que el empresario puede despedir fácilmente a mano de obra o contratarla por pocas jornadas y a salarios baratos.
El precariado está formado por estudiantes, adolescentes, trabajadores de baja cualificación, mujeres y a sus filas se suman los trabajadores mayores de 45 años y los prejubilados.
En este ambiente de temporalidad, el precariado no tiene posibilidad de hacer planes de cara al futuro ni puede ahorrar porque su bajo salario debe dedicarlo a sus necesidades diarias. Su pensión en la vejez será de subsistencia. Quien cae en el precariado empezará a encadenar breves contratos y le será difícil regresar al empleo fijo.
Respecto a los inmigrantes, Standing señala que las leyes de inmigración alemanas primero no facilitaron la integración culturales de los trabajadores extranjeros y luego les penalizaron por no estar integrados. La cuestión es que en muchos países, las empresas necesitan a esa fuerza laboral joven y más barata que los trabajadores locales.
En Inglaterra, también hay dificultades para legalizar la ciudadanía incluso si el trabajador lleva mucho tiempo empleado en el país. Por otra parte, los trabajadores blancos ven como los inmigrantes más pobres tienen acceso prioritario a todo tipo de ayudas y ellos quedan en los últimos puestos de la lista porque son más ricos. En general, estas políticas lo que hacen es generar y mantener un subclase ilegal que cobra salarios muy bajos en condiciones de total precariedad y a los perdedores que no regresan a su país se les califica de delincuentes. Para Standing, poco a poco los trabajadores ven cómo sus derechos quedan restringidos.
Pero el principal problema del precariado está en China donde millones de trabajadores del rural se desplazan a las ciudades pero carecen de los derechos de los urbanitas. Esta es la clave del éxito de la globalización: producción masiva a precios de ganga. Los empleados rurales duermen en los barracones de las fábricas donde trabajan extensas jornadas durante los mejores años de su vida y luego regresan a sus aldeas. En la última crisis, fueron despedidos 25 millones de trabajadores rurales, que regresaron a sus pueblos. La tierra, que no se puede vender, ha servido como "colchón" para absorber a la masa sobrante de las industrias chinas. Según Standing, se trata del mayor trasvase de población que ha conocido la humanidad y sus efectos se verán reflejados en las condiciones laborales de Europa y Estados Unidos. Otros países como Vietnam y China exportan sus trabajadores precarios a fábricas de África y otros lugares donde trabajan en las mismas condiciones de precariedad. Incluso van presos en libertad condicional. Standing cree que hay casos en los que habría que hablar de "servidumbre" o esclavitud
Standing dice que el precariado desea libertad y seguridad básica. El precariado desea control sobre su vida, un resurgimiento de la solidaridad social y una autonomía sostenible a la vez que rechaza las viejas formas laboristas de seguridad y paternalismo estatal. También quiere ver el futuro asegurado en el aspecto ecológico: aire limpio, contaminación en retirada y protección de la biodiversidad.
El autor dice que el precariado es una clase en que necesita resucitar la ética de solidaridad social y universalismo, valores rechazados por los utilitarios. Para Standing, la universalidad es el único principio que puede revertir las crecientes desigualdades y la inseguridad económica.
Indica que para el precariado el laborismo del siglo XX era muy poco atractivo ya que aunque era atractivo entró en un callejón sin salida con la Tercera Vía. El autor dice que los socialdemócratas temían mencionar la desigualdad, optaron por el trabajo flexible e inseguro y minusvaloraron la libertad y promovieron el Estado "panóptico". Al descrédito del laborismo se une la bancarrota del modelo neoliberal de la globalización.
Standing dice que uno de los fallos ha sido tratar al precariado como "gente perezosa, potencial delincuente, trasgresora de la ley o egoista". Cree que la educación y el tiempo de calidad es necesario para que el precariado analice la información disponible.
No es que la gente no quiera trabajar, sino que los empleos no son de calidad,
Los precariados "malos" se enfadan porque el gobierno rescata a los bancos, ofrecen subvenciones a las élites favorecidas, lo que, según Standing, les lleva a sumarse al neofascismo populista.
El autor indica que el precariado necesita seguridad económica, que le dé cierto control sobre sus perpectivas vitales y la sensación de que los choques y peligros se pueden contrarrestar. Eso solo se puede lograr con seguridad en los ingresos.
Esta es la estrategia que propone Standing:
1 - Derechos inalienables para quienes hoy los tienen restringidos
2 - Trabajo y no solo ganarse la vida
3 - La mercantilización plena del trabajo
Se refiere a que en vez de obligar a la gente a tener empleo, reduciendo su salario y el de los demás afectados por la presión a la baja que ejerce, la gente debería sentirse atraída por auténticos incentivos. "Si hay empleos de sobra, y si nadie quiere aceptarlos, dejemos que suba su precio (salario) hasta que quien los ofrece crea que está por encima de lo que está dispuesto a pagar.
Propone eliminar los "caprichosos" subsidios a las empresas y convertirlos en prestaciones que puedan ser compradas por su valor de mercado.
Añade que las prestaciones no monetarias constituyen una fuente importante de desigualdad. Pone como ejemplo el permiso de maternidad, del que se benefician menos las mujeres precarizadas por temor a perder su empleo que a las fijas que están cubiertas por seguros de desempleo. Standing cree que todos los trabajadores deberían tener los mismos derechos.
4 - Libertad de profesión y oficio
Standing insiste en que los empleos tienen que ser considerados "instrumentales" y no como el aspecto más importante de la vida. De hecho, para el precariado su empleo no es precisamente el mejor camino hacia la felicidad.
También habla del voluntariado surgido en tiempo de crisis. Cree que la pérdida de un empleo puede ser liberadora sobre todo si es precario y un infierno.
5. Derechos del trabajo
6. Combatir los trabonos y la condicionalidad
Trabono: las agencias de empleo obligan al desempleado a aceptar las tareas que se les encargan o perder el subsidio, quedando posiblemente marcados de por vida como "parásitos" en algún sistema de vigilancia de datos.
7, Libertad de asociacion: la organización del precariado
8. Dar nueva vida a la igualdad
9. Una renta básica
10. Redistribución de la seguridad
11. Redistribución del capital financiero
12. Obtener el control del tiempo
13. Recuperación de los bienes comunes
14. Ayudas al ocio
El autor concluye que el precariado puede comprobar pronto que tiene muchos más amigos. Advierte que el precariado no debe dejarse llevar por políticos fulleros, demagogos y neofascistas. Dice que mientras el centroderecha se arrastra más a la derecha para mantener sus votantes, el centroizquierda político está cediendo terreno y perdiendo los suyos. "Corre el peligro de perder una generación de credibilidad",dice Standing. Durante mucho tiempo representó los intereses del "trabajo" a la vez que trataba de defender una forma moribunda de vida y de trabajo. La nueva clase es el precariado, a menos que los progresistas del mundo ofrezcan una "política de asalto a los cielos", o el precariado será atraído por los cantos de sirena que lleven a la sociedad al abismo. "El precariado no es víctima, ni villano, ni héroe, somos la mayoría de nosotros", termina su libro Standing.
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CRÍTICAS DE OTROS AUTORES
Oliver Natchwey, en "La sociedad del descenso" (2016)
Página 135
El autor alemán Oliver Natchwey señala que en la "modernidad social" (1945-1971) se nivelaban hacia arriba las posiciones de clase, especialmente mediante la concesión de iguales derechos cívicos. Pero en la "modernidad regresiva" (1971-2016), en cambio, con la "sociedad del descenso" se constituye una multiplicidad de estructuraciones de clase orientadas hacia abajo. La mayor parte de los trabajadores "free lance" o interinos llevan una vida precaria. El autor indica que para unos pocos (por ejemplo, los especialistas en tecnologías de la información) es una ganancia de autonomía (sin jefes ni horarios). De ahí que no se produzca (como esperaban hasta hace bien poco algunas personalidades importantes (Standing, 2011), la formación de un "precariado" como nueva clase social. El autor añade que "hasta ahora no ha surgido ni un potencial de acción ni una conciencia de clase capaces de arrastrar a las masas". Como tampoco hay un precariado, sino muchos precariados (Bude, 2006).
Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/11/la-sociedad-del-descenso-de-oliver.html
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Resumen del libro "Lo mío es tuyo", de Tom Slee (2016)
El resumen original y actualizado está en la siguiente página:
Autor del resumen: E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociólogo
Sociología, Internet, economía colaborativa
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Título: "Lo mío es tuyo"
Subtítulo: Contra la economía colaborativa
Título original en inglés: What's your is Mine. Againts the Sharing Economy, 2016.
Autor: Tom Slee
Edición en español: Penguin Random House Grupo Editorial SAU, Taurus, Pensamiento, Barcelona, 2016
Número de páginas: 270
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Biografía de Tom Slee
Es un autor canadiense volcado en temas como tecnología, política y economía. Doctor en química y con una larga carrera en la industria del "software", se ha convertido en uno de los más relevantes críticos de la economía colaborativa.
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Texto de la contraportada
La idea de la economía colaborativa se nos ha contado como una forma alternativa a la economía convencional que no solo resulta más sostenible sino que además permite al individuo convertirse en un microemprendedor con mayor control de su vida. Pero esta nueva ola de empresas está en realidad financiada y dirigida por capitalistas de la más vieja escuela.
Tom Slee muestra cómo la economía colaborativa extiende las más duras prácticas del libre mercado a áreas de nuestras vidas previamente protegidas, y ofrece la oportunidad a unas pocas personas de enriquecerse perjudicando a su comunidad y empujando a individuos vulnerables a asumir riesgos insostenibles.
Esta investigación brillante, original y repleta de datos y ejemplos de lo más concluyentes demuestra que tras un lenguaje amigable basado en las ideas de confianza y compartir se oculta una realidad más oscura.
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ÍNDICE
1. La economía colaborativa
2. El panorama de la Economía Colaborativa
3. Un lugar donde alojarse con Airbnb
4. En marcha con Uber
5. Vecinos que ayudan a sus amigos
6. Desconocidos que confían en otros desconocidos
7. Una breve historia de la apertura
8. Abierto de par en par
9. Lo tuyo es mío
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RESUMEN
Comentarios iniciales: El gran crítico de Internet y de las prácticas de Silicon Valley es Evgeny Morozov y Tom Slee sigue ese camino, más enfocado a Uber y Airbnb, sobre los que también se han interesado los autores que estudian la automatización y la robotización.
Tom Slee no niega que la economía colaborativa, a nivel individual, sea buena porque permite ahorrar dinero y tiempo, conecta a personas distantes para intercambiarse servicios y acerca el mercado a todos. Son promesas que no se han cumplido. El problema es que este trabajo sin afán de lucro ha sido apropiado por grandes monopolios y empresas dirigidos por despiadados "tiburones" de Wall Street que solo piensan en amasar una fortuna. Estos directivos son parte esencial para que el negocio funciona pero a Tom Slee no se le pasa desapercibido que mientras a unos participan de forma voluntaria y de forma desinteresada, los directivos de la cúpula amasan fortunas con el esfuerzo de los demás. A ello se suma que estas plataformas están creando una especie de "trabajillos extra" para los colaboradores que recuerdan los salarios extra para el hogar que aportaban las mujeres tras la postguerra y que no se consideran verdaderos trabajos. Lo mismo ocurre ahora, con la salvedad de que los empleos "de verdad" destruidos por Airbnb y Uber son sustituidos por estos "trabajillos extra".
Recordemos que Uber es la plataforma que agrega (y el autor recalca que "agrega") conductores con coche propio que hacen de "chófer de todos" y compite con los taxistas. Por su parte, Airbnb agrega alojamientos privados por lo que es la red más grande del mundo. Supone una clara competencia con los hoteles tradicionales.
El autor señala que una de las claves de estas webs de Economía Colaborativa (pone como ejemplo a eBay) es que los clientes y compradores puntúen los servicios con 1 a 5 estrellas. Casualmente, las puntuaciones son altas y los comentarios son elogiosos. La razón, dice el autor, es que en público es de cortesía hacer comentarios elogiosos y evitar hacer críticas, que se reservan para el cara a cara y en privado. Y, en general, en la Economía Colaborativa la gente confía en los extraños. Eso no quita que haya habido casos de Airbnb en los que los inquilinos aprovechaban la casa para ejercer la prostitución, hacer fiestas, robar a la dueña o usar sus tarjetas y otros incidencias.
A lo largo del libro, el autor examina otros métodos de economía colaborativa y se centra en el caso de Long Tail propuesta por Anderson. Esta teoría sostiene que los vendedores de Internet tienen infinitos nichos de mercado y que aunque venden pocas cantidades de cada producto marginal, cuando lo suman la cifra que genera la "larga cola" (de una curva de distribución normal) es enorme. Prueba de ello sería iTunes, por ejemplo, ya que un millón de personas compra el éxito de moda pero otro millón compra 500.000 canciones del catálogo que a pocos interesan. Pero Slee es crítico con la "Long Tail" y replica que el tiempo ha llevado a Internet a aumentar la concentración de éxitos en unas pocas manos, a promover lo de "el ganador se lo lleva todo" y a agigantar aún más los grandes best-sellers y superventas, amplificados por Internet. El resultado es que en Internet solo subsisten grandes grupos mientras que los pequeños tienden a desaparecer porque las ventas que obtienen de la "long tail" no son suficientes para vivir. Entusiastas de la "Long Tail" cambiaron de opinión al ver cómo crecía todavía más la influencia de las "majors" y se disparaban las ventas de los superéxitos.
Esta idea se traslada al resto del libro. Al final, triunfa Airbnb porque es una plataforma que acapara las reservas, lo mismo que Uber. Nadie puede hacerles sombra y sus competidores quiebran o pasan a captar las ventas marginales.
Otro problema añadido es el pago de impuestos: la idea era que estas compañías que facturan tantos millones pagasen muchos impuestos pero están diseñadas para no gastar nada y recoger todo el beneficio para ellos: no tienen empleados sino "colaboradores" por lo que no tienen que pagarle Seguridad Social ni un salario fijo. Tampoco adquieren ninguna responsabilidad sobre lo que ocurra entre el cliente y el taxista o el dueño del apartamento. Tampoco gastan nada en infraestructuras, ya que el taxi o el apartamento lo pone el cliente. Su riqueza es crear comunidad.
Precisamente, ese ideal de comunidad que tanto promovieron estas plataformas inicialmente solidarias ha desaparecido y sido sustituido por un espíritu de obtención de beneficios al más puro estilo Wall Street. Por ejemplo, Uber cobra más los días de tormenta, algo que nada tiene que ver con ese espíritu solidario que promocionó en los inicios. Otros como Couchsourfing (alojar a gente en el sofá) tenía animadas reuniones de amigos para fomentar el espíritu comunitario pero fue vendido a un fondo inversor y mucha gente empezó a ver que el lenguaje informal era sustituido por mensajes que fomentaban la eficacia y otros valores en busca del beneficio.
También habla de los mapas en la India que iban a ayudar a la gente a legalizar la propiedad de sus fincas y al final han visto como las grandes empresas se valían de los mapas volcados en Internet para reclamar la propiedad frente a la tradición oral de los vecinos.
Lo mismo ocurre con otras iniciativas de transparencia gubernativa que si bien presta un servicio al ciudadano, esos datos acaban por ser volcados en los servidores de las grandes corporaciones, que tienen más medios para explotarlos.
El autor es escéptico sobre la economía colaborativa porque al poco tiempo de crearse la comunidad esta es apropiada por fondos inversores que buscan dinero y beneficios y para ello eliminan la cultura informal existente y se escudan en la cultura de la eficacia. El mayor problema es que muchos voluntarios que metieron horas en ayudar a construir la comunidad ve como su esfuerzo se lo quedan las grandes corporaciones que comprar la plataforma (lo que incluye el contenido).
Existe la sospecha de que la creación de comunidades ha hecho aflorar un mercado de intercambio de favores, trabajos voluntarios en los que no se cobra, etc... y luego las grandes compañías lo han privatizado y mercantilizado. Lo que era un espacio informal de ayuda mutua es "cosificado", "mercantilizado", empaquetado, privatizado y vendido como un producto.
El autor señala que una de las claves de estas webs de Economía Colaborativa (pone como ejemplo a eBay) es que los clientes y compradores puntúen los servicios con 1 a 5 estrellas. Casualmente, las puntuaciones son altas y los comentarios son elogiosos. La razón, dice el autor, es que en público es de cortesía hacer comentarios elogiosos y evitar hacer críticas, que se reservan para el cara a cara y en privado. Y, en general, en la Economía Colaborativa la gente confía en los extraños. Eso no quita que haya habido casos de Airbnb en los que los inquilinos aprovechaban la casa para ejercer la prostitución, hacer fiestas, robar a la dueña o usar sus tarjetas y otros incidencias.
A lo largo del libro, el autor examina otros métodos de economía colaborativa y se centra en el caso de Long Tail propuesta por Anderson. Esta teoría sostiene que los vendedores de Internet tienen infinitos nichos de mercado y que aunque venden pocas cantidades de cada producto marginal, cuando lo suman la cifra que genera la "larga cola" (de una curva de distribución normal) es enorme. Prueba de ello sería iTunes, por ejemplo, ya que un millón de personas compra el éxito de moda pero otro millón compra 500.000 canciones del catálogo que a pocos interesan. Pero Slee es crítico con la "Long Tail" y replica que el tiempo ha llevado a Internet a aumentar la concentración de éxitos en unas pocas manos, a promover lo de "el ganador se lo lleva todo" y a agigantar aún más los grandes best-sellers y superventas, amplificados por Internet. El resultado es que en Internet solo subsisten grandes grupos mientras que los pequeños tienden a desaparecer porque las ventas que obtienen de la "long tail" no son suficientes para vivir. Entusiastas de la "Long Tail" cambiaron de opinión al ver cómo crecía todavía más la influencia de las "majors" y se disparaban las ventas de los superéxitos.
Esta idea se traslada al resto del libro. Al final, triunfa Airbnb porque es una plataforma que acapara las reservas, lo mismo que Uber. Nadie puede hacerles sombra y sus competidores quiebran o pasan a captar las ventas marginales.
Otro problema añadido es el pago de impuestos: la idea era que estas compañías que facturan tantos millones pagasen muchos impuestos pero están diseñadas para no gastar nada y recoger todo el beneficio para ellos: no tienen empleados sino "colaboradores" por lo que no tienen que pagarle Seguridad Social ni un salario fijo. Tampoco adquieren ninguna responsabilidad sobre lo que ocurra entre el cliente y el taxista o el dueño del apartamento. Tampoco gastan nada en infraestructuras, ya que el taxi o el apartamento lo pone el cliente. Su riqueza es crear comunidad.
Precisamente, ese ideal de comunidad que tanto promovieron estas plataformas inicialmente solidarias ha desaparecido y sido sustituido por un espíritu de obtención de beneficios al más puro estilo Wall Street. Por ejemplo, Uber cobra más los días de tormenta, algo que nada tiene que ver con ese espíritu solidario que promocionó en los inicios. Otros como Couchsourfing (alojar a gente en el sofá) tenía animadas reuniones de amigos para fomentar el espíritu comunitario pero fue vendido a un fondo inversor y mucha gente empezó a ver que el lenguaje informal era sustituido por mensajes que fomentaban la eficacia y otros valores en busca del beneficio.
También habla de los mapas en la India que iban a ayudar a la gente a legalizar la propiedad de sus fincas y al final han visto como las grandes empresas se valían de los mapas volcados en Internet para reclamar la propiedad frente a la tradición oral de los vecinos.
Lo mismo ocurre con otras iniciativas de transparencia gubernativa que si bien presta un servicio al ciudadano, esos datos acaban por ser volcados en los servidores de las grandes corporaciones, que tienen más medios para explotarlos.
El autor es escéptico sobre la economía colaborativa porque al poco tiempo de crearse la comunidad esta es apropiada por fondos inversores que buscan dinero y beneficios y para ello eliminan la cultura informal existente y se escudan en la cultura de la eficacia. El mayor problema es que muchos voluntarios que metieron horas en ayudar a construir la comunidad ve como su esfuerzo se lo quedan las grandes corporaciones que comprar la plataforma (lo que incluye el contenido).
Existe la sospecha de que la creación de comunidades ha hecho aflorar un mercado de intercambio de favores, trabajos voluntarios en los que no se cobra, etc... y luego las grandes compañías lo han privatizado y mercantilizado. Lo que era un espacio informal de ayuda mutua es "cosificado", "mercantilizado", empaquetado, privatizado y vendido como un producto.
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Resumen del libro "El entusiasmo", de Remedios Zafra (2017)
Resumen original y actualizado del libro:https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/03/el-entusiasmo-de-remedios-zafra-2017.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho
Sociología, cultura, era digital, profesión académica,
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Título: "El entusiasmo"
Subtítulo: "Precariedad y trabajo creativo en la era digital"
Autora: Remedios Zafra
Méritos: Premio Anagrama de Ensayo 2017
Editorial en español: Anagrama, Barcelona, 2017
Número de páginas: 263
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Biografía oficial de la autora Remedios Zafra (hasta 2017)
Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973) es escritora y profesora de la Universidad de Sevilla. Es autora, entre otros libros, de Netianas, N(h)acer mujer en internet, Un cuarto propio conectado, (Ciber)espacio y (auto)gestión del yo; #Despacio, (h)adas. Mujeres que crean, programan, prosumen, teclean; Ojos y Capital, y Los que miran. Su obra ensayística ha sido traducida al italiano y al inglés, y ha logrado importantes reconocimientos.
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Texto de la contraportada
"En nuestro actual mundo en red guiado por la agenda neoliberal, la precariedad laboral se ha convertido en norma. Este ensayo con vocación de alegato aborda cómo la combinación de ambos factores - conectividad y precariedad - afecta al desarrollo profesional y a la expectativa vital de aquellos que se mueven en el ámbito cultural, académico y creativo.
Ante precariedad, la única respuesta posible parece ser la vocación impertérrita y la hipermotivación: el entusiasmo al que hace referencia el título. Pero este entusiasmo voluntarista acaba siendo instrumentalizado por el sistema, y el resultado es la inestabilidad permanente, la desesperada búsqueda de becas, ayudas y visibilidad y una inquietante incerteza sobre el futuro.
Este libro analiza las formas cotidianas de opresión y vulnerabilidad que padecen a diario los trabajadores culturales, académicos y creativos. Es una radiografía contundente de la realidad en la que se mueven becarios, interinos, autónomos, colaboradores, investigadores y figuras diversas de la gestión cultural, en la que la autora presta una especial atención a la presión redoblada que sufren las mujeres de estos colectivos.
Zafra plasma la paradoja de una generación que cuenta por un lado con todas las ventajas - y también todos los peligros - de la conectividad de la red y por otro sufre la realidad diaria, silenciada y silenciosa, de la corrosiva precariedad. Y al mérito de abordar este tema lacerante se añade el de hacerlo con unos planteamientos formales que rompen el corsé de ensayo e incorporan recursos propios de la ficción.
Un libro, pues, especialmente ambicioso tanto por el asunto que explora como por la estimulante imaginación y libertad con que lo hace. Una reflexión certera sobre la incierta realidad social que se esconde tras las fachadas y los escaparates, y sobre cómo las fallas del entorno laboral acaban afectando a la buena salud del sistema cultural de un país".
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ÍNDICE
Parte I. Pobreza y entusiasmo. Cuando el trabajo no vale dinero.
1. Los pobres crean
2. Trabajos creativos y formas de valor
3. El entusiasmo íntimo y el entusiasmo inducido
La apropiación de la maquinaria entusiasta
4. Precariedad y movilización de la pasión creadora
5. Érase una vez.... (Sibila y el futuro)
Parte II. Solos y conectados. Los vínculos con los otros.
1. Obligados a competir.
2. Elogio del fracaso.
3. Definirse por el trabajo
Pagar por trabajar
Trabajadores con cuerpo
El trabajo público
Parte III. Objetivar como única forma "aceptable" de valorar
1. La cultura indexada y el declive de la academia
2. Un hombre fotocopiado
3. Los datos y la "postverdad" en huida hacia adelante
Cuando la velocidad y el exceso repiten mundo
4. El Scopus de la señora Spring
Parte IV. Solapar la virtualidad. La pantalla como realidad suficiente
1. Sueños y ficciones.
2. La imaginación como parte de la subjetividad política
3. La vida entusiasta y el marco de la fantasía
4. Sobre clasificaciones, imágenes y museos
5. El privilegio de un retrato y las imágenes precarias
Parte V. Espacios y cuerpos, eso adjunto
1. La vida material del entusiasta.
2. Las habitaciones de Sibila
Una mujer sentada
La casa que fue de un rico
(No) Ser de un lugar
3. Frágiles psicoesferas o el señor Spingel trabaja en casa
4. Sujetos encarnados. ¿Tiene cuerpo un científico?
Parte VI. Precariedad y deseo. La sensibilidad digitalizada
1. Frente a las imágenes, oler los cuerpos, tocar los cuerpos.
2. La lógica exponencial del deseo.
3. El entusiasmo y la intimidad de lejos
El sonido de los cuerpos de al lado
Los cuerpos que van escritos
4. Creer al otro (fantasear con el cuerpo inventado)
Parte VII. La cultura feminizada y el valor del empleo
1. La profesión y la afición transgredida en las redes
2. La vocación que punza y arrastra
3. Formación, trabajo y empleo feminizados
4. Nunca el poder comienza en la guerra
5. Sibila cuida
6. La adicción y el entusiasmo artificial
Parte VIII. Cultura y precariedad
1. Sujetos desechables, futuros aplazados
2. Creaciones que incomodan
3. Cuando el entusiasmo no es fingido.
4. Vínculos (im)prescindibles y disentimiento
5. Visión y ceguera creativas
El ser y la visibilidad
La educación, el arte y el mejorable valor cuantificado
La luz cegadora y la creactividad
Fuera de obra: Después del entusiasmo
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RESUMEN
Comentarios iniciales: La precariedad digital ha sido estudiada por autores como Guy Standing y algunos gurús de Silicon Valley, como Lanier. En general, se trata de creadores de contenidos (Users Generated Contents (UGC), contenidos generados por usuarios) que vuelcan con entusiasmo sus creaciones gratuitamente en las plataformas de Internet, un esfuerzo que no revierte en ellos sino en el portal que reúne a creadores y usuarios. Puede tratarse de una simple ley económica porque el negocio no está en la creación sino en unir a creadores y consumidores.
La autora Remedios Zafra centra su ensayo en los investigadores académicos. Se trata de creadores científicos, comisarios de exposiciones de arte o cultura que malviven de becas, trabajos interinos que solo les permiten sobrevivir sin tener estabilidad. Trabajan a destajo por su entusiasmo, como si viviesen una fiebre del oro, pero viven con dificultad, solo centrados en sus tareas. La autora considera que el sistema se aprovecha de la ilusión de estos expertos y desprecia su trabajo o no lo valora bien. Finalmente, dice la autora, el entusiasmo se convierte en frustración.
Además, la autora señala que hay una especie de "disciplina" en el mundo académico que obliga a presentar los trabajos con citas y números, lo que aparta a los espíritus "libres" o poéticos. Esta queja se repite en otros autores que ven excesiva burocracia en el mundo académico.
La autora cuenta la historia de un profesor de una universidad de una ciudad cosmopolita que inventó los MOOC y puso mucho empeño y entusiasmo en desarrollarlos para evitar tener que ir dar clases presenciales. Incluso daba clases por vídeo a sus alumnos. Lo hacía todo gratuitamente sin que el campus le dedicase mucha atención pero la autora resalta que pronto algunos empezaron a hacer negocio al vender por tres euros los diplomas acreditativos del curso sin que el profesor recibiese ninguna contraprestación. Como curiosidad, el profesor era tan raro que, según se sintiese, en encogía o agrandaba, de forma que podía saber por encima de qué gente se sentía superior e inferior, curiosa diferencia que los demás aprovechaban para pedirle cosas según veían su estado de ánimo.
También señala que muchas eternas becarias tuvieron que acomodarse en un mini-apartamento en el centro de la ciudad extranjera para poder sobrevivir con la beca. No era vida, en un lugar muy reducido, con apenas espacio para una mesa y la cama. Estas condiciones empiezan a recordarle que muchas de estas becarias surgieron de un entorno humilde en un pueblo y que todos los esfuerzos de años de estudio no le valieron para mucho. Tras un periplo por muchas capitales del mundo, algunas se rinden y regresan al pueblo para trabajar en lo que sea, a la espera de una nueva oportunidad.
Por otra parte, la autora resalta que esta "precariedad" se da mayoritariamente en el sector femenino, lo que resulta sospechoso. No sabe si es porque el hecho de ser mujer las convierte en precarias o simplemente que en estas becas es donde "varan" las mujeres. Casualmente, los hombres dedicados a ingenierías, que serían la contraposición a las becarias postdoctoras, perciben altos salarios y un buen puesto.
También hace mención a la lucha femenina emprendida por mujeres en las redes sociales contra la censura de la exposición voluntaria del propio cuerpo.
La autora cuenta la historia de un profesor de una universidad de una ciudad cosmopolita que inventó los MOOC y puso mucho empeño y entusiasmo en desarrollarlos para evitar tener que ir dar clases presenciales. Incluso daba clases por vídeo a sus alumnos. Lo hacía todo gratuitamente sin que el campus le dedicase mucha atención pero la autora resalta que pronto algunos empezaron a hacer negocio al vender por tres euros los diplomas acreditativos del curso sin que el profesor recibiese ninguna contraprestación. Como curiosidad, el profesor era tan raro que, según se sintiese, en encogía o agrandaba, de forma que podía saber por encima de qué gente se sentía superior e inferior, curiosa diferencia que los demás aprovechaban para pedirle cosas según veían su estado de ánimo.
También señala que muchas eternas becarias tuvieron que acomodarse en un mini-apartamento en el centro de la ciudad extranjera para poder sobrevivir con la beca. No era vida, en un lugar muy reducido, con apenas espacio para una mesa y la cama. Estas condiciones empiezan a recordarle que muchas de estas becarias surgieron de un entorno humilde en un pueblo y que todos los esfuerzos de años de estudio no le valieron para mucho. Tras un periplo por muchas capitales del mundo, algunas se rinden y regresan al pueblo para trabajar en lo que sea, a la espera de una nueva oportunidad.
Por otra parte, la autora resalta que esta "precariedad" se da mayoritariamente en el sector femenino, lo que resulta sospechoso. No sabe si es porque el hecho de ser mujer las convierte en precarias o simplemente que en estas becas es donde "varan" las mujeres. Casualmente, los hombres dedicados a ingenierías, que serían la contraposición a las becarias postdoctoras, perciben altos salarios y un buen puesto.
También hace mención a la lucha femenina emprendida por mujeres en las redes sociales contra la censura de la exposición voluntaria del propio cuerpo.
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Resumen de libro "La sociedad del descenso", de Oliver Nachtwey (2017)
Resumen original y actualizado en:https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/11/la-sociedad-del-descenso-de-oliver.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, estructura social, clases sociales,
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Ficha técnica
Título: "La sociedad del descenso"
Subtítulo: "Precariedad y desigualdad en la era posdemocrática"
Título en alemán: "Die Abstiegsgesellschaft"
Autor: Oliver Nachtwey
Fecha de publicación: Berlín, 2017
Publicación en español: Espasa Libros, Paidós, Estado y Sociedad, Barcelona, 2017
Número de páginas: 233
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Biografía del autor Oliver Nachtwey (hasta el 2017)
Oliver Nachtwey, nacido en 1975, es "fellow" del Instituto de Investigaciones Sociológicas de Fráncfort. Ha enseñado e investigado en las universidades de Jena, Tréveris, Darmstadt y Fráncfort.
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Texto de la contraportada
"El ADN político de las protestas actuales lo constituyen los derechos sociales y políticos; la democracia y la igualdad de derechos son el motor principal del nuevo conflicto democrático-social" (Oliver Nachtwey)
"El ascensor social parece haber frenado, los títulos universitarios ya no dan seguridad y los trabajos son cada vez más precarios. Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué la movilidad social ha sufrido un revés y ya no va en ascenso sino en descenso? ¿Es la nuestra una sociedad regresiva, precaria y polarizada?
El prestigioso analista Oliver Nachtwey revisa las causas de esta tendencia y analiza los conflictos que ello genera. Si bien la salida de la crisis parece estar llegando, los enfrentamientos que están afectando a toda Europa son cada vez más evidentes: nuevos movimientos de izquierda y luchas obreras por un lado y, por el otro, protestas xenófobas y populismo de derechas. Un análisis certero y agudo de la realidad social que estamos viviendo".
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ÍNDICE
1. La modernidad social
2. Un capitalismo (casi) sin crecimiento
3. La modernización regresiva
4. El descenso social
5. (Re)acciones en contra
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RESUMEN
Comentarios iniciales: Certero diagnóstico de la época 1971-2018 en el que el autor explica de forma clara y concisa cuestiones como el estancamiento del crecimiento económico, la precariedad, el desmoronamiento del Estado del Bienestar, el aumento de la desigualdad y otras cuestiones.
Comentarios iniciales: Certero diagnóstico de la época 1971-2018 en el que el autor explica de forma clara y concisa cuestiones como el estancamiento del crecimiento económico, la precariedad, el desmoronamiento del Estado del Bienestar, el aumento de la desigualdad y otras cuestiones.
El autor dice que entre 1945 y 1971 hubo una época dorada impulsada por el Estado del Bienestar (un producto del keynesianismo económico y patriarcal) donde todos los trabajadores tenían su vida resuelta. Había un crecimiento anual del 4,8 %, un Estado del Bienestar que ofrecía educación y sanidad gratis para todos, pleno empleo, salarios en continuo aumento, un ascensor social gracias al que el obrero subía de categoría y sueldo y su hijo entraba en la universidad, empleo seguro para toda la vida, pero con algunos puntos oscuros como el hecho de que las mujeres quedaban confinadas como amas de casa y las minorías étnicas y otros colectivos quedaban marginados. Pero a efectos generales suponía un gran avance respecto a épocas pasadas porque ofrecía una gran estabilidad a los trabajadores y las familias y oportunidades de ascenso y una mayor igualdad vertical entre clases (no había igualdad horizontal, ya que las mujeres quedaban relegadas). Se llegó a decir que el sistema de clases había desaparecido pero, según el autor, siguió latente hasta que volvió a aflorar a partir de la crisis del 2008.
Este sistema basado en el Estado del Bienestar (y los 30 años gloriosos) se comenzó a desmontar a partir de 1971, cuando el presidente Nixon renunció al sistema económico diseñado en Bretton Woods en 1945 [nota del lector: a Nixon no le quedó otro remedio para relanzar la economía] y que supuso un cambio del patrón dólar. A partir de ahí comenzó un periodo de inestabilidad financiera debido a la mayor flexibilidad de los mercados y desregulación del sector, con lo que hubo una cadena de borrascas o crisis concatenadas (1973, 1979, 1980, 1987, 1992, 1999-2000, 2008) y con un desempleo mayor, así como mayor precariedad laboral, estancamiento, falta de crecimiento económico (solo un 2 % o un 3 %), así como una mayor desigualdad entre clases.
La idea del "estancamiento secular" (parón económico entre 1971 y 2016) se remonta a Keynes (en el contexto de la Gran Depresión) pero la más reciente procede del expresidente del Banco Mundial y exsecretario del Tesoro estadounidense Larry Summers y el premio Nobel de Economía Paul Krugman. Definen así a la fase actual de desarrollo capitalista. Según el autor, temían que los Estados industrializados estuvieran sometidos a un periodo perdurable (de ahí lo de "secular") de crecimiento económico muy bajo. Por ello, un capitalismo (casi) sin crecimiento podría convertirse en la "nueva normalidad" y, de hecho, afirma el autor, "en el octavo año de la gran crisis (2008-2016), la economía no ha reflotado todavía. El banco HSBC pronostica que por ahora no va a haber un retorno al camino del crecimiento autosostenido, cree que las naciones industrializadas han llegado al final de una larga área de expansión y espera un periodo de estancamiento. "Los pasados de los pasados decenios (pensemos en la liberalización del comercio mundial, las innovaciones tecnológicas, un "capital humano" mejor formado o la integración de la mujer en el mercado laboral ya se han agotado" (King, 2013). Estamos, por tanto, ante un "capitalismo poscrecimiento".
A efectos de la mejora de vida de los trabajadores (la llamada "modernidad social"), el autor admite que en el Estado del Bienestar había un "ascensor social" en el que el rico y el pobre subían juntos en el mismo elevador (el hijo del obrero entraba en la Universidad) pero que en el nuevo sistema desrregulado actual funciona una "escalera mecánica" donde los más ricos van en la parte delantera y una vez que llegan primeros a la primera planta pueden hacer allí sus "compras" o subir a una planta más alta. En cambio, los que vienen detrás no solo nunca llegan a la planta primera sino que, encima, la escalera mecánica cambia de sentido y empieza a bajar, por lo que la movilidad social es en descenso, hacia puestos de trabajo precarios y con salarios próximos a la pobreza (el hijo del obrero que se tituló en la Universidad ahora trabaja en horario partido como cuidador en una guardería).
Respecto a las crisis, el autor dice que entre 1971 y 2016 (época de la regresión social y de estancamiento) hubo una especie de oasis de mejora económica (entre 1980 y 2008) pero sin que esto alterase la nueva estructura basada en la precariedad y el renacer de las clases y la desigualdad ya preconfigurada.
El autor habla de una "modernidad social" en referencia a que entre 1971 y el 2016 se mejoró la condición laboral de la mujer (que se reincorporó a los puestos de trabajo) y de las minorías étnicas, para las que hubo una discriminación positiva. Pero a nivel de crecimiento económico, cree que hubo un "parón" tecnológico. Señala que la revolución informática (Internet, smartphone) tuvo una incidencia e impacto mucho menor que otras tecnologías de consumo como la llegada del coche barato, la lavadora o el teléfono, que entraron en los hogares de forma masiva. Un ejemplo es que ahora aquel que es considerado un "pobre" tiene en su casa todo tipo de modernos aparatos electrodomésticos y cubre sus necesidades primarias básicas.
En las gráficas desde 1970 a 2016 se observa una tendencia a la baja que revela que el modelo está agotado por falta de crecimiento económico (es lo que llama capitalismo sin crecimiento). La solución para generar recursos fue privatizar todo el sector público, convertir en negocio la sanidad, crear nuevos "nichos" (educación, sanidad) que antes estaban gestionados por el sector público en aras de la eficiencia. Pero dice que el autor que el problema de esta ideología neoliberal es que se convirtió en "totalitaria" desde el momento en que la "ideología de mercado" se inmiscuyó e impregnó la vida privada de la gente y metió su discurso mercantilista en los hogares. Además, el contribuyente y ciudadano pasa a ser "cliente". Esto se ha generalizado tanto que incluso en la Administración Público los funcionarios deben tratar a los ciudadanos como "clientes". Al Gobierno de los mercados se le denomina ahora "posdemocracia".
En las gráficas se observa como en 1971, los salarios estaban ligados a la productividad pero, a partir de esa fecha, los salarios se quedan estancados mientras que la productividad aumenta. [nota del lector: esto podría deberse a los llamados efectos invisibles de la revolución informática: si un oficinista hacía un trabajo en una jornada, ahora lo hace en medio gracias a los ordenadores pero su salario sigue siendo el mismo o más bajo]
En una de las gráficas, se puede ver cómo el desarrollo del PIB en Alemania y la UE se desploma entre 1961 y el 2012 (a pesar de los altibajos, hay que fijarse en la progresión lineal, la línea que une ambos extremos del período, que es claramente descendente). En la OCDE, el resultado desde 1971 a 2010 es el mismo (la media de crecimiento baja del 4 % al 2 %).
En otra gráfica se ve como la tasa de beneficio empresarial también baja del 23 % al 15 %, o se mantiene estable entre el 11 y el 13 %.
A ello se suma, según otra gráfica, que el desarrollo de la tasa de inversión bruta a nivel mundial y la OCDE entre 1960 y el 2012 se hundió del 22 al 21 % (en el mundo) y del 21 al 19 (en la OCDE). En el caso de Alemania, cae del 25 % del PIB al 17.
Una de las matizaciones que hace el autor es que, aparentemente, el sector industrial disminuyó y ahora es prioritario el de servicios pero sospecha que la industria sigue ahí pero desmenuzada: antes una empresa automovilística se incluía como industrial (lo que incluía la cadena de montaje pero también las oficinas o la cantina) pero ahora la matriz se ha difuminado en miniempresas separadas (una para el I+D, otra para la cantina, otra para la contabilidad) que ya no son computadas como sector industrial sino como servicios.
En cuanto a los salarios, distingue entre salarios reales (99,1 %) y salarios del convenio (108), por lo que detecta un desfase.
Otra de las claves es la externalización y partición de una gran empresa en una miríada de sociedades, cada una sin convenio colectivo y salarios baratos, lo que supone una pérdida de estatus para los trabajadores.
El autor señala que en la "modernidad social" (1945-1971) se nivelaban hacia arriba las posiciones de clase, especialmente mediante la concesión de iguales derechos cívicos. Pero en la "modernidad regresiva" (1971-2016), en cambio, con la "sociedad del descenso" se constituye una multiplicidad de estructuraciones de clase orientadas hacia abajo. La mayor parte de los trabajadores "free lance" o interinos llevan una vida precaria. El autor indica que para unos pocos (por ejemplo, los especialistas en tecnologías de la información) es una ganancia de autonomía (sin jefes ni horarios). De ahí que no se produzca (como esperaban hasta hace bien poco algunas personalidades importantes (Standing, 2011), la formación de un "precariado" como nueva clase social. El autor añade que "hasta ahora no ha surgido ni un potencial de acción ni una conciencia de clase capaces de arrastrar a las masas". Como tampoco hay un precariado, sino muchos precariados (Bude, 2006).
Una de las cuestiones que plantea Nachtwey es si se puede dar un nuevo conflicto de clases ahora que ya no hay clases (tras finalizar la lucha obrera y canalizarla a través de los convenios de empresa creados en el Estado de Bienestar y luego alcanzar la ansiada clase media sin que apenas hubiese huelgas destacables a cambio de implantar un salario mínimo; y una vez que el debate se centró en las subidas del IPC o mejoras del convenio o cuotas políticas, el sindicalismo perdió parte de su caracter moral), o si va a haber otro tipo de conflictos ya que la afiliación a los sindicatos es muy baja. El propio concepto de clase parece trasnochado o una reliquia anacrónica pero resurge con el aumento de desigualdades entre ricos y pobres a partir del 2008. Por un lado, afirma, hay un grupo que siente rencor y resentimiento porque sabe que ya nunca más va a poder escalar socialmente y se verá relegado a puestos poco remunerados.
Por otro lado, la sociedad del descenso se caracteriza por una creciente desigualdad y los derechos sociales y económicos del ciudadano se ven una y otra vez pisoteados y no dejan de surgir nuevas estructuraciones de clase.
Añade que en la posdemocracia, los canales de articulación de los intereses se ven obstruidos por el consenso en cuanto a los condicionantes, lo que produce una "crisis de representación" de la democracia parlamentaria. Los problemas de legitimización se producen por las nuevas desigualdades sociales y democráticas que el "viejo" Estado tardocapitalista había conseguido reducir.
Menciona la Agenda 2010 como una nueva fase de la liberalización del mercado laboral en Alemania (los minijobs).
El autor señala que, a partir del 2008, hay miniconflictos, como por ejemplo, las acampadas de los indignados de España (germen del partido Podemos). En el 2015, hubo una ola de huelgas en la Administración alemana e incluso en Amazon. Las luchas obreras ahora se han trasladado al sector servicios (donde los convenios colectivos fueron "perforados"). Los sindicatos, tras las privatizaciones, quedaron muy debilitados. Ahora las protestas son "flashmobs", consignas en la ropa, campañas de Internet y además se consulta a las bases. Incluso hubo una protesta de limpiadoras (las "invisibles"), los sanitarios (por razones de una ética profesional que no es atendida) o los comerciantes minoristas, en general para que el patrono les concediese su estatus de empleado. No solo eso sino que una mujer inmigrante tiene difícil aspirar a entrar en un convenio colectivo.
El autor comenta que los conflictos laborales están aumentando de nuevo pero con un contenido añadido (por ejemplo, un reparto más equitativo de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos, la vivienda, la calidad de vida urbana). Esto se debe a que el sector que protesta es el de los servicios industriales, que están afincados en las ciudades. De ahí que también haya quejas por la "gentrificación" (la expulsión de los pobres de los barrios urbanos), o por la falta de guarderías.
Otro tipo de protestas se refieren a las acaecidas en el sur de Europa tras el colapso financiero del 2008 que incluyó drásticos programas de austeridad en los países en crisis. El Estado social quedó desmantelado y se recortaron las prestaciones en el sector sanitario y educativo. Curiosamente, un activista convocó una manifestación en Facebook contra la precariedad y fue más gente que a otra que organizaron fuerzas de izquierdas.
A todo esto se suman las revueltas urbanas en Francia o Reino Unido en barrios estigmatizados y deprimidos (las "banlieues" parisinas). Eran revueltas sin programa ni acción colectiva. Parecía más una descarga emocional o ira.
En el caso de Occupy Wall Street o los Indignados españoles, se ocuparon plazas y se hicieron acampadas a modo de laboratorios. Luchaban por los derechos civiles y la participación ciudadana. Eran movimientos urbanos que denunciaban el incumplimiento de la promesa del capitalismo moderno de garantizar tanto la igualdad en la prestación de servicios y oportunidades como el ascenso y la seguridad sociales mediante la educación y la formación. El autor dice que estos movimientos son el resultado de la "desinstitucionalización" del conflicto social y expresión del descontento porque al acabar la carrera a los estudiantes les esperaban trabajos precarios e infracualificados y el paro (es la "sublevación de los diplomados", según Kraushaar).
En el caso de la generación española, tienen un nivel de cualificación históricamente sin precedentes, domina varios idiomas extranjeros y asesora experiencias en el extranjero. Pero sus miembros, llegados a una cierta edad, no pueden fundar una familia y no tienen más remedio que seguir viviendo con sus padres, pues ni tienen derecho a prestaciones sociales ni se pueden alquilar una habitación en un piso compartido.
Posteriormente, el movimiento se reorientó (compromiso con los barrios, antidesahucios, solidaridad local con comedores) y surgió el partido populista democrático Podemos con su mensaje anti-casta, se gobierna por círculos aunque luego apostó por un liderazgo carismático, según dice el autor.
En la misma época surgieron la Primavera Árabe y Occupy Wall Street. [nota del lector: es evidente que estamos ante un conflicto generacional en varias partes del mundo debido a la presión demográfica, ya que casualmente los manifestantes de todos estos movimientos eran gente joven muy descontenta]
El autor señala que lo que aglutinaba a los manifestantes de Occupy Wall Street y a otras protestas a nivel internacional era el eslogan "somos el 99 %", ese enorme grupo de gente que quedó excluido del bienestar social y de toda posibilidad de influjo político. Pedían redistribución económica (la sociedad del descenso) y la del dominio público (la posdemocracia), así como a que esté representada la mayoría de la población.
Otro detalle es que estos nuevos movimientos sociales defendían una postura "posmaterial": para ellos, la autonomía, la participación y la autodeterminación eran tan importantes como la creatividad y la libertad. A mayores, Occupy Wall Street hizo crítica social y pidió más justicia social y una justa redistribución de la riqueza.
Estos nuevos movimientos defendían unos "proyectos en la sociedad" y no "la sociedad como proyecto" del movimiento obrero. Era un movimiento antisistémico que incluía como proyecto a toda la sociedad (criticaba el papel de los bancos en la crisis financiera como elementos relevantes del sistema, el capitalismo había experimentado un cambio sistémico y la democracia corría pareja al orden político. Surgió una especie de populismo democrático en contra del "establishment", se desmarcaban de los tradicionales partidos y sindicatos (las élites) y asociaban el conflicto social al llamamiento de una "verdadera democracia para toda la humanidad". Era un impulso radical-democrático que constituía una política antiinstitucional (la política de la primera persona y el rechazo a la figura de los delegados).
Populismos
El último capítulo está dedicado al populismo. Dice que hay una nueva figura que es el "ciudadano rabioso", entre los que abundan nostálgicos del mayo del 68 que ahora son burgueses, así como expertos (delegan las decisiones en profesionales y forman parte del proceso posdemocrático). Hay latente un "conato autoritario" que apuesta por una convivencia eficientemente conducida por expertos.
El autor añade que a esto se suma otro tipo de protesta ciudadana de los privilegiados (pone como ejemplo a Pegida, en Alemania oriental y sajona), que proclama: "somos el pueblo". Es una corriente neoautoritaria basada en el resentimiento. El autor dice que es la expresión de una clase media aquejada y radicalizada por el miedo al descenso y de una rebelión regresiva en contra de una democracia "configurada a imagen de los mercados".
En el resto de Alemania hay los llamados movimientos "pro" (pro esto, pro lo otro) que se hacían pasar por movimientos ciudadanos pero que, según el autor, en el fondo alentaban un fuerte resentimiento antiislámico y pro extrema derecha.
En el caso de Pegida se desmarca de la extrema derecha y hace hincapié en el carácter ciudadano de sus consignas derivadas de kos valores occidentales de la Ilustración, la democracia, la libertad, la autodeterminación y el Estado de Derecho. Es una variante regresiva de la nueva protesta política. Al igual que con ocupa Wall Street, los ciudadanos salen para reclamar democracia, redistribución de recursos y jerarquía social, pero ahora estás consignas las gritan "enrabietados" ciudadanos de derechas. Las críticas también son contra los de arriba (políticos, empresas, periodistas). También hay un movimiento social identitario por la integración cultural y los valores de un mundo que ha perdido el norte. No se trata tanto de una cuestión de reconocimiento o de diferencia étnica como del contenido de unos derechos consolidados.
Añade el autor que para la clase media baja, la dura competencia social y la lucha por el bienestar, así como las frustradas expectativas respecto al ascenso y a la seguridad son las principales factores que conducen a una "desnormativización" y "barbarización" de los conflictos sociales.
El autor ve detrás una reproducción del autoritarismo en la empresa que favorece la desvalorización de los demás.
Concluye que en el capitalismo poscrecimiento cada vez hay menos grupos que avanzan en el plano social pues para los buenos puestos de trabajo hay demasiados solicitantes con alta cualificación. Ahora, uno tiene algo que perder, la precariedad no delata un fracaso personal sino que es una experiencia colectiva.por otra parte, las nuevas protestas son descentralizadasus y hay mayor participación democrática. Hay protestas a favor de la democracia y la igualdad de derechos. hay un conflicto democrático-social (algunos ven un peligroso desgarro).
Para el autor, la modernidad social no va a volver. Teme que la modernización regresiva y la política posdemocracia puedan generar una corriente autoritaria que se enajene y vacíe los fundamentos liberales de nuestra sociedad. Es el gemelo malvado de la rebelión democrática, alimentado por una mezcla de resentimiento antidemocratico y de pulsión religioso-identitaria. Por eso propone buscar alternativas para hacer una modernidad solidaria.
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"Lo que viene", de Brad Stone (2017)
Resumen original y actualizado en:https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/03/lo-que-viene-de-brad-stone-2017.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, economía digital,
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Título: "Lo que viene"
Subtítulo: "Cómo Uber, Airbnb y las nuevas empresas de Silicon Valley están cambiando el mundo"
Título en inglés: "The Upstarts"
Autor: Brad Stone
Edición en español: Deusto, Grupo Planeta, Barcelona, 2018
Número de páginas: 409
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Biografía oficial del autor Brad Stone (hasta 2018)
Brad Stone es periodista y el responsable de la sección de tecnología de Bloomberg News. Especializado en narrar la crónica de Silicon Valley, ha escrito durante más de quince años sobre las principales compañías tecnológicas, las startups y las tendencias globales en Internet.
Su anterior libro, La tienda de los sueños. Jeff Bezos y la era de Amazon (Anaya, 2014) fue un gran éxito que se tradujo a 26 idiomas y ganó el premio Business Book of the Year del Financial Times y Goldman Sachs en 2013.
Se graduó en 1993 en la Universidad de Columbia y vive en San Francisco
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Texto de la contraportada
"El libro definitivo sobre la economía digital.
El fundador de Uber se inspiró en una película de James Bond para crear este revolucionario servicio de taxis. Los jóvenes empresarios de San Francisco que idearon la aplicación para el alquiler de apartamentos turísticos, que hoy se conoce como Airbnb, lo hicieron para poder pagar su piso.
En sus inicios, modestos e improvisados, las dos empresas tuvieron dificultades para convencer a los inversores de su viabilidad y conseguir capital. Se enfrentaron, y se siguen enfrentando, a una oposición férrea por parte de los medios de transporte y de turismo tradicionales, que en ocasiones cuentan con el apoyo de los gobiernos locales o nacionales. Pero con el tiempo ambas empresas han superado las trabas inmovilistas y la resistencia al cambio, han conseguido transformar sus respectivos sectores económicos y la vida cotidiana de millones de personas, y se han convertido en un espejo para otros emprendedores que aspiran a transformar el mundo.
Pero no fueron las únicas que lo intentaron. Este libro cuenta, con un extraordinario ritmo narrativo y a partir de información privilegiada, cómo muchas otras nuevas compañías quisieron ocupar su lugar pero fracasaron por falta de osadía para enfrentarse a los intereses creados, por tratar de expandirse demasiado rápido o por creer que ciertas reglas eran inquebrantables.
"Lo que viene", escrito por el premiado periodista Brad Stone, narra el momento disruptivo en el que Silicon Valley marca el futuro, y supone una lección sobre cómo emprender tu negocio y superar las dificultades constantes. Un libro magistral que define nuestro tiempo y el que está por llegar. "
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Texto de la solapa
La salida a bolsa de Facebook en 2012 cambió el rumbo de las empresas emergentes y de todo Silicon Valley. Aunque fue accidentada, un año después sus acciones subieron y la red social demostró su viabilidad. Muchos críticos creían que éste era un sector sobrevalorado, pero el optimismo tenía razón de ser.
Las empresas de inversión tomaron nota e inyectaron muchísimo dinero en compañías que sólo eran una promesa: así nacieron Uber y Airbnb. A principios de 2014, la primera se valoró en 3.500 millones de dólares y recaudó 310 millones; la segunda, se valoró en 2.500 millones y consiguió 320 millones.
Los jóvenes emprendedores que pusieron en marcha ambos proyectos soñaron en reducir el tráfico en nuestras ciudades, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, ahorrarles tiempo y proporcionarles un servicio eficaz.
Sus objetivos, cumplidos o no, y los aciertos y errores cometidos en el intento son el material de esta fascinante crónica. Un relato optimista que refleja la enorme capacidad de adaptación que tienen las empresas emergentes y cómo éstas deben asumir la inmensa responsabilidad que conlleva cambiar el mundo."
Texto de la solapa
La salida a bolsa de Facebook en 2012 cambió el rumbo de las empresas emergentes y de todo Silicon Valley. Aunque fue accidentada, un año después sus acciones subieron y la red social demostró su viabilidad. Muchos críticos creían que éste era un sector sobrevalorado, pero el optimismo tenía razón de ser.
Las empresas de inversión tomaron nota e inyectaron muchísimo dinero en compañías que sólo eran una promesa: así nacieron Uber y Airbnb. A principios de 2014, la primera se valoró en 3.500 millones de dólares y recaudó 310 millones; la segunda, se valoró en 2.500 millones y consiguió 320 millones.
Los jóvenes emprendedores que pusieron en marcha ambos proyectos soñaron en reducir el tráfico en nuestras ciudades, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, ahorrarles tiempo y proporcionarles un servicio eficaz.
Sus objetivos, cumplidos o no, y los aciertos y errores cometidos en el intento son el material de esta fascinante crónica. Un relato optimista que refleja la enorme capacidad de adaptación que tienen las empresas emergentes y cómo éstas deben asumir la inmensa responsabilidad que conlleva cambiar el mundo."
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ÍNDICE
Primera parte: Proyectos secundarios
1. El valle de las lamentaciones
2. Sesiones improvisadas
3. Las que no emergieron
4. El estratega del posicionamiento
5. Sangre, sudor y ramen
Segunda parte: la construcción de un imperio
6. El presidente de los tiempos de guerra
7. El manual de estrategia
8. La ley de Travis
9. Demasiado grande para ser regulado
Tercera parte: Las startups a juicio
10. God View
11. Velocidad de escape
12. ¡Combate global a muerte de los megaunicornios!
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RESUMEN
El libro trata del desarrollo de dos compañías Airbnb (fundada por los biodiseñadores Brian Chesky y Joe Gebbia y el informático Nathan Blecharcyzk) y Uber (Garret Camp y Travis Kalanick), las cuales triunfaron en San Francisco y Los Ángeles.
Estas empresas surgieron entre la fundación de Facebook en el 2004 y el lanzamiento del iPhone en el año 2007, cuando la descarga de aplicaciones abrió todo un mundo de posibilidades.
En primer cuenta la historia de los emprendedores de Airbedandbreakfast, dos recién licenciados que fueron a probar fortuna a San Francisco y a los que se les ocurrió alquilar su sofá para pagarse el alquiler durante una convención de diseñadores de San Francisco. Su primer cliente fue un oriental al que llevaron de turismo por SFC. Luego, reclutaron al informático Blecharcyzk, que era el que había montado toda la parte técnica del negocio del “spam” a nivel global. La empresa de alquilar “cochones hinchables” no les iba muy bien fuera de los eventos y convenciones, por lo que probaron suerte con los “cereales presidenciales”, unos corn-flakes con la cara del candidato presidencial. Les ayudó a pagar las facturas y les abrió las puertas a una beca de un “inversor ángel” que puso en marcha la promoción. Trabajaban en un apartamento con diez personas antes de dar el pelotazo. A diferencia de Couchsurfing cobraban una comisión.
La segunda historia es la de Uber. El joven millonario Garret Camp, que acababa de vender a eBay su empresa StumbleUpon, siempre se quejaba de lo que tardaban los taxis de San Francisco [nota del lector: sorprende que no sopesase la alternativa de tomar el tranvía o el bus] y de que las licencias estaban estancadas desde hace 35 años. Pensó en llamar con un solo botón de su móvil a una limousine, transporte que no estaba tan regulado como los taxis. Así que, junto con Travis Kalanick, ideó el servicio UberCab, en el que el usuario podía seguir desde su móvil el trayecto de los chóferes, todos equipados con un iPhone, que también funcionaba como taxímetro. El cliente lo descargaba de una aplicación de Internet. En el 2010 buscaron 160 inversores pero la práctica totalidad no se interesó por el proyecto pero Sacca se fue a cenar con ellos y les firmó un cheque de 300.000 dólares. Pero les rechazó Ron Conway, el “padrino” de Silicon Valley (famoso porque apoyó a Google, Facebook y Twitter).
En el caso de Airbnb, su guerra fue con la inmobiliaria on line Craiglist para robarle clientela o compartirla. En UberCab la guerra fue contra los taxistas, una batalla repetida en muchas ciudades. La solución fue considerar Uber como una empresa tecnológica que trabaja con datos y pone en contacto a usuarios y ofertantes de transporte. No tiene flota propia ni empleados. Solo cruza datos, su negocio es de gestión de los inmensos datos que generan los clientes y los chóferes. De lo que trata es de gestionar todo este Big Data para que los conductores acudan allí donde hay un pico de demanda y no queden clientes sin atender. Tuvieron que quitar el “Cab” del nombre.
(en elaboración)
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https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/01/capitalismo-big-tech-de-evgeny-morozov.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, sociedad de la información, tecnología, Internet, redes sociales, capitalismo, fin-tech
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Título: "Capitalismo Big Tech"
Subtítulo: "¿Welfare o neofeudalismo?"
Autor: Evgeny Morozov
Nota: son artículos publicados en The Guardian (desde el 2011)
Publicación en español: Madrid, 2018 / Editorial Enclave de libros
Páginas: 272
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Biografía del autor Evgeny Morozov hasta el 2018
Evgeny Morozov nació en 1984 en Soligorks, en Bielorrusia. Es escritor e investigador de las implicaciones políticas y sociales de la tecnología. Editor y colaborador de The New Republic y autor de The Net Desilusion: The Dark Side of Internet Freedom (premio Notable Book del NYT 2011 y del Kennedy School de Harvard). Otros libros son To Save Everything click here, La locura del solucionismo tecnológico (2013).
Los escritos de Morozov han aparecido en revistas y periódicos como NYT, Wall St. Journal, FT, The Economist, The Guardian, The New Yorker, New Scientist, The New Republic, Corriere della Sera, El País, Newsweek International, International Herald Tribune, San Francisco Chronicle, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Folha de S. Paulo
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El autor estudia la nueva tendencia de dotar a todo de Inteligencia Artificial avanzada una vez que todos los datos del mundo ya están conseguidos (mantener servicios gratis a cambio de datos ya no ayudaría a obtener nuevos datos por lo que ya no tiene sentido). La siguiente fase sería de pago, que cada usuario pague por búsquedas concretas. El autor dice que se necesitan empresas gigantes para amasar esos datos y reordenarlos mediante IA y construir nuevos servicios pero el problema es que no tiene porque ser necesario que esa empresa sea Google (Alphabet) sino una empresa de un país o continente (Europa) para facilitar un entorno competitivo y no monopolístico (pues ahora la Ley de Competencia no está frenando la transición a un feudalismo de datos, donde el recurso clave es propiedad de una o dos corporaciones).
El autor dice que los intelectuales que reflexionaron en los inicios de Internet (y auguraron la emancipación cibercultural y la soberanía popular sobre la tecnología) eran unos ingenuos, dice que los sueños utópicos que impulsaron la visión de Internet como una red cosmopolita, democratizadora y antagónica con el poder constituido han perdido hacía tiempo su atractivo universal. La aldea global nunca se materializó, "pero obtuvimos un feudo completamente parcelado entre las corporaciones tecnológicas y los servicios de inteligencia".
El autor señala que Europa se quedó atrás (al no montar una superplataforma como Facebook) y ahora le han comido su parte del pastel. Mientras en EE.UU. el sector tecnológico estaba montado desde "arriba" (e integrado en un capitalismo New Age, un capitalismo más inteligente e integrador, como los Ted Talks, así como el empoderamiento del consumidor; el Whole Earth Catalog y Stewart Brand). En cambio, en Europa, se vinculó más a movimientos "hackers" contraculturales que luego se esfumaron. El resultado es que Silicon Valley ofrece servicios creados por ellos mismos: Uber, Amazon, Airbnb, etc... Para el autor "somos peces muertos que seguimos nadando en el acuario".
Hay dos tendencias: una posmoderna (sospecha de las imposiciones) y la ideología neoliberal que hizo que triunfase la identidad del consumidor sobre el ciudadano. Según dice el autor, Silicon Valley se aprovechó de que los lazos de solidaridad de la sociedad ya estaban disueltos y ofreció una retórica de la movilidad social (todo a precios más bajos). Wipikepia se puede ver con una doble lenta: la gente abandonada a su suerte es capaz de hacer grandes proyectos públicos o bien, no hace falta gastar en cultura pública porque ya se puede hacer sola y de forma más eficiente (a través del crowdfunding). Y respecto a la economía colaborativa no se sabe si es un poscapitalismo auténtico y cooperativo o capitalismo que convierte todo en mercancía. El problema, dice el autor, es que para entender Internet (y sus efectos en el empleo, la automatización y la financiarización), hay que tener una visión "desde fuera" y no los "cuentos de hadas" del complejo industrial de Silicon Valley (ligado a gigantes como Goldman Sachs y a tratados comerciales como Tisa, Ttip, Tpp que abogan por el libre flujo de datos (y capitales)).
El autor señala que aplicando esta lógica de las lentes "post Internet" (de poner cara a quién está detrás de la "libre circulación de datos") se empiezan a interpretar algunos fenómenos como las "smart cities" (nuestra infraestructura urbana es entregada a gigantes tecnológicos poco transparentes y luego es imposible remunicipalizar a Google)
Otra clave es que la crisis impidió destinar dinero a la innovación (lo que concedió ventaja a las tecnológicas de Silicon Valley) ni generar alternativas públicas (un futuro tecnológico no liberal). Por contra, no ve esperanza en un Internet ligado al capitalismo global que aboga por un papel dominante del mercado en la vida social pues los nuevos valores que Internet lleva implícitos "quedarán aplastados por la fuerza de la subjetividad neoliberal". Sería el "fin de la historia" pero el autor tampoco descarta que los ciudadanos recuperen la soberanía popular sobre la tecnología (una vez recuperada la soberanía sobre la economía y la política).
El autor señala que el recurso más importante del siglo XXI es la inteligencia artificial (concentrado en Silicon Valley) y las empresas se dedican a "extraer rentas" (monopolios buscadores de rentas) en un entorno no competitivo. De esta forma, las empresas monopolísticas (tipo Microsoft) idean nuevos métodos de extraer rentas (ingresos adicionales de sus usuarios) en materia de ciberseguridad (en vez de hacer más seguro su software) o los servicios en la nube. El autor cree que Silicon Valley es un obstáculo para el resto de la economía porque no se dedica a producir la abundancia digital infinita que promete.
Respecto a las noticias falsas (fake news), el autor dice que son el subproducto del capitalismo digital lo mismo que el cambio climático del capitalismo de la energía fósil. El problema, dice el autor, es que gigantes como Google o Facebook están monopolizando la resolución del problema cuando debería ser una tarea de las democracias.
Otro problema es el "derecho a desconectarse", que todo el mundo tiene pero nadie ejerce. Parece contradictorio que usemos el correo electrónico para ahorrar tiempo y luego lo perdamos viendo Facebook. Al final, no es posible salirse de las redes sociales.
Resumen del libro "Capitalismo Big Tech", de Evgeny Morozov (2018)
Resumen original y actualizado del libro:https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/01/capitalismo-big-tech-de-evgeny-morozov.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, sociedad de la información, tecnología, Internet, redes sociales, capitalismo, fin-tech
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Título: "Capitalismo Big Tech"
Subtítulo: "¿Welfare o neofeudalismo?"
Autor: Evgeny Morozov
Nota: son artículos publicados en The Guardian (desde el 2011)
Publicación en español: Madrid, 2018 / Editorial Enclave de libros
Páginas: 272
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Evgeny Morozov nació en 1984 en Soligorks, en Bielorrusia. Es escritor e investigador de las implicaciones políticas y sociales de la tecnología. Editor y colaborador de The New Republic y autor de The Net Desilusion: The Dark Side of Internet Freedom (premio Notable Book del NYT 2011 y del Kennedy School de Harvard). Otros libros son To Save Everything click here, La locura del solucionismo tecnológico (2013).
Los escritos de Morozov han aparecido en revistas y periódicos como NYT, Wall St. Journal, FT, The Economist, The Guardian, The New Yorker, New Scientist, The New Republic, Corriere della Sera, El País, Newsweek International, International Herald Tribune, San Francisco Chronicle, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Folha de S. Paulo
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Texto de la contraportada
"Las grandes empresas tecnológicas se encuentran en una posición envidiable: durante casi dos décadas han utilizado las más extravagantes fórmulas de extracción de datos a bajo precio, y en este momento pocas instituciones, incluidas las gubernamentales, pueden competir con ellas. Paradójicamente, han recibido numerosas ayudas gubernamentales así como fondos militares del Pentágono e instituciones similares y ahora van a vender el fruto de esas ayudas a los gobiernos y a los contribuyentes a precios elevados. No parece precisamente una transición a algún modelo de poscapitalismo.
La industria tecnológica en su conjunto está pasando de una economía basada en bienes y servicios gratuitos y fuertemente subvencionados a una economía que cobra cada bien y servicio e incluso tenderá a personalizar el precio según la capacidad de pago. Es decir, una economía en la que nuestra infraestructura rica en sensores puede cobrarnos precios flexibles dependiendo de cuánto hayamos utilizado un determinado recurso y, tal vez, incluso de cuánto nos haya satisfecho, supone que los consumidores actuales tienen el dinero para pagar estos bienes y servicios - y que el dinero no sólo proviene de más deuda. Desde la perspectiva de los inversores de capital riesgo de Silicon Valley, la agenda de una renta básica universal (RBU), asociada con una economía dominada por rentistas que controlan gran parte de la infraestructura que impulsa la vida cotidiana, es una fantástica subvención encubierta para Silicon Valley.
El libro recoge una selección de artículos publicados en The Guardian y dos ensayos inéditos".
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ÍNDICE
Facebook y Twitter son lugares frecuentados por revolucionarios
Reseña de Free Ride, de Robert Levine
Reseña de La Catedral de Turing, de George Dyson
¿Quién paga para que podamos navegar por la Red? Cuidado con la última solución de Google.
¿Quién es el verdadero enemigo de la libertad en Internet: China, Rusia o Estados Unidos?
Facebook no es una organización benéfica. Los pobres pagarán con datos.
Google puede cambiar de nombre, pero el juego sigue siendo el mismo
¿Anuncia el reinado de Silicon Valley el final de la socialdemocracia?
¿Por qué envejecer? La solución de Silicon Valley es una receta contra la soledad
Silicon Valley explota el tiempo y el espacio para expandir los límites del capitalismo
Cuidado, los forofos de Silicon Valley quieren hacer de ti un rebelde disruptivo
¿Carrera barata en taxi? Tal vez no te hayas enterado del auténtico precio de Uber
Silicon Valley parlotea sobre "ingresos básicos", pero son palabras vacías
El Estado ha perdido el control, ahora son las empresas tecnológicas las que dirigen la política occidental
Los gigantes tecnológicos están muy ocupados privatizando nuestros datos
La privacidad de los famosos como ejemplo de la hipocresía de los sectores poderosos de Silicon Valley
Cuidado con el "blanqueo empático" de los que quieren hacerse pasar por "capitalistas solidarios"
Silicon Valley iba a transformar al capitalismo. Por ahora solo lo está potenciando
Solo a un sector público carente de liquidez le puede parecer atractiva la tecnología "inteligente"
Rockefeller donó dinero en subvenciones no reintegrables ¿Podemos decir lo mismo de los barones tecnológicos actuales?
Los populistas de los datos deben aprovechar nuestra información... por el bien de todos nosotros
El pánico moral en torno a las noticias falsas está ocultando al verdadero enemigo: los gigantes digitales
¿De verdad quieres salirte del mundo digital? Me temo que te va a costar...
Al desmantelar las leyes nacionales de privacidad, Estados Unidos va a perder el control de la red mundial de Internet.
¿Por qué necesitamos "héroes por accidente" para lidiar con los ataques cibernéticos globales?
La inseguridad cibernética es un regalo para los "hackers", pero son nuestros propios gobiernos quienes la crean
Para controlar el poder de Google, los reguladores tienen que perseguir su propiedad de los datos
Internet como ideología
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RESUMEN
Comentarios iniciales: El autor arremete contra los gigantes tecnológicos al considerar que se están aprovechando del usuario para extraer sus datos. Ahora que la minería de datos ya está completa (lo saben todo de cada usuario y nuevos datos no van a aportar nada), cree que ha llegado la hora de cobrar por el servicio. Para pagarlo, la solución es instaurar una Renta Básica Universal (RBU) para que todos cobren una renta mínima. Por un lado, se compensa económicamente a los perdedores de la automatización (un gurú tecnológico propone poner a esos desdichados que quedaron sin empleo por la robotización unos cascos virtuales para que sean felices todo el día). Por otro, el dinero de la renta básica volverá a Silicon Valley porque los ciudadanos tendrán que abonar sus servicios en las redes sociales e Internet. El autor concluye que Internet no abrirá un mundo de posibilidades en una sociedad postcapitalista (altruista y medioambiental) sino que, cínicamente, seguirá explotando a los usuarios aún más por unos gigantes tecnológicos (las plataformas Big Tech) convertidos en señores neofeudales que lo controlan todo gracias a una tecnología fuera del alcance del común y establecen los términos del debate político y social. Ve un sistema problemático con muchas desigualdades, aletoriedad y arbitrariedad.
Otros están usando los datos para otras cosas: por ejemplo, dice que Google está usando a los internautas que hacen búsquedas para entrenar a una Inteligencia Artificial, que es el producto que sí va a dar mucho dinero [nota del lector: es la tesis final de "Superficiales. Cómo Internet está cambiando nuestras mentes", de Nicolas Carr]. Otros como Uber no se sabe muy bien para qué quieren los datos de los pasajeros, que es algo que interesa a países ricos de Arabia, pues están invirtiendo mucho.
El autor señala que las Big Tech se consideran una solución a la crisis económica mundial, el debilitamiento de las leyes antimonopolio y la privatización de los servicios públicos. La esperanza de una revolución digital estructuralmente transformadora son compartidas por diversos autores.
Sostiene que aunque el auge del sector big tech ha logrado mantener la economía global a flote sin provocar transformaciones políticas sistémicas (las élites compraron tiempo), a largo plazo solo multiplicarán las contradicciones del sistema actual y habrá prácticas más jerárquicas.
En la izquierda, Paul Mason piensa que la digitalización no solo alimentaría una nueva clase de identidad político-cosmopolita en los ciudadanos, sino que también fomentaría distintos modelos económicos, flexibles, descentralizados (un socialismo no determinado que subsanaría los inconvenientes de la planificación central).
En el centro, Jeremy Rifkin cree que la aparición de Internet de las Cosas promoverá la apareción de productos y servicios producidos a un coste marginal cero, lo que alterará de forma considerable la economía de los acuerdos comerciales y señalará el comienzo de un futuro descentralizado, humano y amigable con el medio ambiente.
Los libertarios pospolíticos Ray Kurzweil y Peter Diamandis (impulsores de la Singularity University) consideran que las tecnologías digitales afectarán de manera radical a muchos sectores económicos ahora mismo estancados (educativo y sanitario) mediante nuevos modelos de negocio y la redifinición de instituciones viejas y anticuadas, como el Estado de bienestar.
En todos los casos, el autor duda que aunque no domine la lógica de la acumulación de capital, tampoco habrá el nirvana igualitario, ecológico y poscapitalista que esperan Mason, Rifkin o Kurzweil.
El autor estudia la nueva tendencia de dotar a todo de Inteligencia Artificial avanzada una vez que todos los datos del mundo ya están conseguidos (mantener servicios gratis a cambio de datos ya no ayudaría a obtener nuevos datos por lo que ya no tiene sentido). La siguiente fase sería de pago, que cada usuario pague por búsquedas concretas. El autor dice que se necesitan empresas gigantes para amasar esos datos y reordenarlos mediante IA y construir nuevos servicios pero el problema es que no tiene porque ser necesario que esa empresa sea Google (Alphabet) sino una empresa de un país o continente (Europa) para facilitar un entorno competitivo y no monopolístico (pues ahora la Ley de Competencia no está frenando la transición a un feudalismo de datos, donde el recurso clave es propiedad de una o dos corporaciones).
El autor dice que los intelectuales que reflexionaron en los inicios de Internet (y auguraron la emancipación cibercultural y la soberanía popular sobre la tecnología) eran unos ingenuos, dice que los sueños utópicos que impulsaron la visión de Internet como una red cosmopolita, democratizadora y antagónica con el poder constituido han perdido hacía tiempo su atractivo universal. La aldea global nunca se materializó, "pero obtuvimos un feudo completamente parcelado entre las corporaciones tecnológicas y los servicios de inteligencia".
El autor señala que Europa se quedó atrás (al no montar una superplataforma como Facebook) y ahora le han comido su parte del pastel. Mientras en EE.UU. el sector tecnológico estaba montado desde "arriba" (e integrado en un capitalismo New Age, un capitalismo más inteligente e integrador, como los Ted Talks, así como el empoderamiento del consumidor; el Whole Earth Catalog y Stewart Brand). En cambio, en Europa, se vinculó más a movimientos "hackers" contraculturales que luego se esfumaron. El resultado es que Silicon Valley ofrece servicios creados por ellos mismos: Uber, Amazon, Airbnb, etc... Para el autor "somos peces muertos que seguimos nadando en el acuario".
Hay dos tendencias: una posmoderna (sospecha de las imposiciones) y la ideología neoliberal que hizo que triunfase la identidad del consumidor sobre el ciudadano. Según dice el autor, Silicon Valley se aprovechó de que los lazos de solidaridad de la sociedad ya estaban disueltos y ofreció una retórica de la movilidad social (todo a precios más bajos). Wipikepia se puede ver con una doble lenta: la gente abandonada a su suerte es capaz de hacer grandes proyectos públicos o bien, no hace falta gastar en cultura pública porque ya se puede hacer sola y de forma más eficiente (a través del crowdfunding). Y respecto a la economía colaborativa no se sabe si es un poscapitalismo auténtico y cooperativo o capitalismo que convierte todo en mercancía. El problema, dice el autor, es que para entender Internet (y sus efectos en el empleo, la automatización y la financiarización), hay que tener una visión "desde fuera" y no los "cuentos de hadas" del complejo industrial de Silicon Valley (ligado a gigantes como Goldman Sachs y a tratados comerciales como Tisa, Ttip, Tpp que abogan por el libre flujo de datos (y capitales)).
El autor señala que aplicando esta lógica de las lentes "post Internet" (de poner cara a quién está detrás de la "libre circulación de datos") se empiezan a interpretar algunos fenómenos como las "smart cities" (nuestra infraestructura urbana es entregada a gigantes tecnológicos poco transparentes y luego es imposible remunicipalizar a Google)
Otra clave es que la crisis impidió destinar dinero a la innovación (lo que concedió ventaja a las tecnológicas de Silicon Valley) ni generar alternativas públicas (un futuro tecnológico no liberal). Por contra, no ve esperanza en un Internet ligado al capitalismo global que aboga por un papel dominante del mercado en la vida social pues los nuevos valores que Internet lleva implícitos "quedarán aplastados por la fuerza de la subjetividad neoliberal". Sería el "fin de la historia" pero el autor tampoco descarta que los ciudadanos recuperen la soberanía popular sobre la tecnología (una vez recuperada la soberanía sobre la economía y la política).
El autor señala que el recurso más importante del siglo XXI es la inteligencia artificial (concentrado en Silicon Valley) y las empresas se dedican a "extraer rentas" (monopolios buscadores de rentas) en un entorno no competitivo. De esta forma, las empresas monopolísticas (tipo Microsoft) idean nuevos métodos de extraer rentas (ingresos adicionales de sus usuarios) en materia de ciberseguridad (en vez de hacer más seguro su software) o los servicios en la nube. El autor cree que Silicon Valley es un obstáculo para el resto de la economía porque no se dedica a producir la abundancia digital infinita que promete.
Respecto a las noticias falsas (fake news), el autor dice que son el subproducto del capitalismo digital lo mismo que el cambio climático del capitalismo de la energía fósil. El problema, dice el autor, es que gigantes como Google o Facebook están monopolizando la resolución del problema cuando debería ser una tarea de las democracias.
Otro problema es el "derecho a desconectarse", que todo el mundo tiene pero nadie ejerce. Parece contradictorio que usemos el correo electrónico para ahorrar tiempo y luego lo perdamos viendo Facebook. Al final, no es posible salirse de las redes sociales.
Por otro lado, dice que las tecnologías "revolucionarias" de Silicon Valley ya no lo son (sus productos, incluido, el blockchain) son tan reaccionarios que les encantan a las compañías de seguros para tener todos nuestros datos. El autor teme que la tecnología sea la puerta de entrada para el capitalismo mafioso (en referencia a grandes grupos inversores globales, farmacéuticas, aseguradoras) que se apodera de nuestros datos y crea una estructura de la que luego es dificil salir ya que para que funcione un coche autónomo se necesita IA, todo el negocio está conectado.
A mayores de la "cháchara" innovadora de Silicon Valley, la economía basada en datos masivos está arruinando la asignación eficiente de recursos (suena a planificación; recuerda a un Gosplan 2.0 soviético en el que las élites despilfarran sus enormes recursos en proyectos moonshot, inútiles, por capricho o para favorecer a amigos). El gran problema que subyace es que Google o Facebook acaben gestionando la infraestructura básica mundial. El autor dice que el coste real es mucho mayor que el que paga el usuario (se supone, que todo se financia con la publicidad pero se entiende que hay unos costes ocultos que, en condiciones de libre mercado, dispararían el coste al usuario pues ahora muchas empresas tecnológicas están perdiendo dinero mientras los inversores inyectan capital con esperanza de recuperarlo con creces). El siguiente paso es "cobrar" por los servicios de las plataformas, cuando todos dependan de ellas, y por ello se está mejorando el servicio de micropagos con bitcoins y blockchain. Y los balances son ficticios ya que los datos recopilados pueden carecer de valor para el sector publicitario.
También habla de las "minieconomías de mando" (conglomerados financieros con subvenciones cruzadas) y que no pagan impuestos (porque ello socavaría la "innovación"). Ve una posible mutación desde el Estado de Bienestar a un "feudalismo hipermoderno" (las personas atrapadas en su infraestructura tendrán que pagar por todos los servicios).
Cuando llega un momento en que las aseguradoras tienen tus datos y te "recomiendan" hacer más deporte para estar más sano, ¿qué pasa si te tumbas el sofá a leer? El autor dice que es difícil retirarse de este tipo de economía en la que el valor está en la interacción de datos masivos propios de un futuro distópico donde prolongan nuestra existencia para sacarnos todavía más datos. "El neoliberalismo prometió liberarnos a todos pero hoy es más difícil que nunca escapar de sus garras", dice el autor.
Morozov explica que mientras la socialdemocracia se desmorona, la gente tiene fe en unos dispositivos móviles y plataformas pero no hay más que ver cómo es el modelo de Uber (condiciones draconianas para sus empleados no-contratados)
(continuará)A mayores de la "cháchara" innovadora de Silicon Valley, la economía basada en datos masivos está arruinando la asignación eficiente de recursos (suena a planificación; recuerda a un Gosplan 2.0 soviético en el que las élites despilfarran sus enormes recursos en proyectos moonshot, inútiles, por capricho o para favorecer a amigos). El gran problema que subyace es que Google o Facebook acaben gestionando la infraestructura básica mundial. El autor dice que el coste real es mucho mayor que el que paga el usuario (se supone, que todo se financia con la publicidad pero se entiende que hay unos costes ocultos que, en condiciones de libre mercado, dispararían el coste al usuario pues ahora muchas empresas tecnológicas están perdiendo dinero mientras los inversores inyectan capital con esperanza de recuperarlo con creces). El siguiente paso es "cobrar" por los servicios de las plataformas, cuando todos dependan de ellas, y por ello se está mejorando el servicio de micropagos con bitcoins y blockchain. Y los balances son ficticios ya que los datos recopilados pueden carecer de valor para el sector publicitario.
También habla de las "minieconomías de mando" (conglomerados financieros con subvenciones cruzadas) y que no pagan impuestos (porque ello socavaría la "innovación"). Ve una posible mutación desde el Estado de Bienestar a un "feudalismo hipermoderno" (las personas atrapadas en su infraestructura tendrán que pagar por todos los servicios).
Cuando llega un momento en que las aseguradoras tienen tus datos y te "recomiendan" hacer más deporte para estar más sano, ¿qué pasa si te tumbas el sofá a leer? El autor dice que es difícil retirarse de este tipo de economía en la que el valor está en la interacción de datos masivos propios de un futuro distópico donde prolongan nuestra existencia para sacarnos todavía más datos. "El neoliberalismo prometió liberarnos a todos pero hoy es más difícil que nunca escapar de sus garras", dice el autor.
Morozov explica que mientras la socialdemocracia se desmorona, la gente tiene fe en unos dispositivos móviles y plataformas pero no hay más que ver cómo es el modelo de Uber (condiciones draconianas para sus empleados no-contratados)