lunes, 16 de enero de 2017

"Internet no es la respuesta", de Andrew Keen (2015)

Resumen del libro "Internet no es la respuesta", de Andrew Keen (2015)

Resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2017/01/internet-no-es-la-respuesta-de-andrew.html

Resumen por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, Internet,

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Título: "Internet no es la respuesta"

Título original en inglés: No figura

Autor: Andrew Keen

Edicion en inglés: 2105

Editorial: Barcelona, 2016, Casa Catedral

Páginas:379

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Biografía oficial del autor Andrew Keen

Andrew Keen es un controvertido periodista especializado en el mundo de Internet que ha publicado otros títulos como "Cult of the amateur" (publicado en 17 idiomas) y "Digital Vertigo". Es el director ejecutivo del Salón de Innovación de Silicon Valley Futurecast, columnista de la CNN y uno de los especialistas de Internet más reconocidos del mundo.
La web del autor es www.ajkeen.com

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Texto de la contraportada

"Imaginemos un mundo en el que los productos se fabriquen sin coste, en el que los empleados trabajen sin cobrar, en el que los empresarios no tengan que someterse a trabas legales y que, además, sean reverenciados como líderes sociales. Parece una caricatura pero Internet lo ha hecho posible.

Instagram solo tenía 13 empleados a jornada completa cuando Facebook la compró por mil millones de dólares. Mientras, Kodak cerraba 13 fábricas, 130 laboratorios de revelado y despedía a 47.000 trabajadores.

Le cedemos nuestra intimidad a Google o a Instagram y es como la fábula del traje nuevo del emperador, pero al revés: los que estamos desnudos somo nosotros.

La vigilancia es el principal modelo de negocio en Internet.

El periodista británico Andrew Keen es una de las voces más desafiantes y provocadoras contra esta distopía que nos venden como utopía, y señala que nuestro futuro en la web no es deseable ni inevitable.

Trabajamos gratis para Facebook, Instagram o Google. proporcionándoles los datos personales que hacen que estas empresas valgan tanto".


Texto interior contrasolapa

"Internet no es la respuesta es el primer título de no ficción de Catedral. Pero la historia que nos cuenta Andrew Keen es muy literaria. Es una historia de intriga, con conspiraciones, engaños, estafas y algunas pinceladas de ciencia ficción. Y la sombra de 1984, de George Orwell, planea sobre todo el libro.

Pero es ante todo una historia que habla de nosotros como sociedad, de nuestro planeta y nuestro futuro. Y de nuestra responsabilidad a la hora de decidir qué mundo queremos.

El libro está lleno de afirmaciones polémicas porque el autor nos pide, nos exige, que reflexionemos. De todas las ideas que nos presenta, hay una que nos gusta especialmente: quiere hacernos creer que que esta es la única manera de hacer las cosas, que todo lo que está pasando en Internet es lo que tiene que pasar, que los avances nos llevan aquí inevitablemente. Andrew Keen piensa que las cosas se pueden hacer de otra manera. Estamos de acuerdo con él.

Que nadie nos diga que es imposible.

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ÍNDICE

Prefacio. La pregunta

Introducción. El edificio es el mensaje

1. La red

2. El dinero

3. El centro maltrecho

4. La revolución personal

5. La catástrofe de la abundancia

6. La economía del uno por ciento

7. El hombre de cristal

8. Fracaso épico

Conclusión: la respuesta

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RESUMEN

Lectura: rápida y amena. Te haces una idea de cómo funciona Silicon Valley y de quienes son los personajes y empresarios más característicos de la nueva economía.

Observaciones generales: El libro se encuadra dentro de una corriente de autores (Janier, Carr...) que critican la economía colaborativa de Internet por la explotación a la que se somete al usuario. También entronca con las ideas promovidas por Stiglitz de la existencia de un 1% ultrarrico y la consiguiente desigualdad respecto al 99 %. También explica cómo se ha llegado a estos monopolios como Facebook, Google, Amazon, Uber, Instagram o WhatsApp y qué fondos de inversión los financia.

Resumen: 

El autor comienza su texto hablando del club social The Battery que montaron en San Francisco los gurús de Silicon Valley Michale y Xochi Bird (Bebo) pensado como un "No-Club" sino más bien como un "bar del pueblo". Pero la realidad es que dicho no-club es en realidad un selecto club de multimillonarios que disfrutan de una bodega de 3.000 botellas de vino. Y no puede entrar cualquiera. Es un ejemplo que pone Keen para describir el régimen semifeudal en el que se ha convertido Silicon Valley donde empresarios de todo tipo han alcanzado la cima.

Por otra parte, añade el autor, en Internet hay una especie de "hipocresía" al fundar no-clubes (que son superelitistas), no-oficinas donde los trabajadores trabajan de sol a sol y comen incluso allí, no-trajes y todos los directivos visten camiseta y vaqueros, etc...

Todo esto se ha  conseguido gracias a la investigación pública que desde los años 40 del siglo XX, a través de los trabajos del primer "geek" Wiener, y después Licklider (del MIT, autor del clásico "Man-Computer Symbiosis, de 1960) desarrolló un sistema informático interconectado, lo que dio lugar a la red de defensa descentralizada militar Arpanet, luego extendida a las universidades y centros de investigación, y que explosionó con la invención de la web y más tarde de la Web2. A mediados de los años 90, las bolsas se dispararon con exitosos lanzamientos como el navegador Netscape que hicieron vivir subidas frenéticas

Cuenta que jóvenes como el fundador de Facebook, Mark Zuckemberg, ha creado una red social de amigos siendo él casi un autista social, razón por la que en Facebook no se hacen amistades reales. En todo caso, ha creado un gigantesco imperio que monopoliza el resto de las redes.

Este mismo monopolio se extiende a otros sectores como Amazon, donde se ha eliminado a mucha competencia de librerías a base de implantar una agresiva política de bajar los precios. Funciona el sistema monopolístico de "el ganador se lo queda todo". El resultado es que un puñado de jóvenes millonarios están arrasando la vieja economía y dejando una montaña de cadáveres a su paso: librerías y tiendas, taxis, hoteles... Apenas crean empleo pero atesoran millones en ventas y clientes mientras que destruyen millones de empleos en una tormenta perfecta. La razón es que estas empresas funcionan como "tiburones" de Wall Street que se aprovechan de la desregulación en torno a Internet para crear negocios donde los propios usuarios trabajan gratis y ceden sus datos.

La lista no estaría completa sin Google, Uber o Instagram. El autor recalca que la mayoría de los creadores responden a un perfil similar: son jóvenes y blancos, muchos con dinero y con titulaciones universitarias. Sus ideas geniales obtienen financiación de fondos de inversión destacando entre ellos KPCB (el ideólogo del mercado Tom Perkins), propietarios de numerosas acciones en todas estas grandes corporaciones surgidas de la nada. En cinco años, una "app" exitosa puede dar el pelotazo y sus creadores vender una red social por cientos o miles de millones de dólares (caso de Instagram, creada en tres meses cuando el fundador oyó comentar a su novia en unas vacaciones en México que le gustaría mostrar sus fotos pero que no tenían la calidad suficiente. La solución fue poner unos filtros e Instagram despegó en solo tres meses).

Otro de los factores decisivos es la incorporación de tiburones de las finanzas a las redes sociales para "monetizar" estas redes. La principal crítica es que, al igual que Uber, no crean empleo (o lo precarizan) y destruyen a todo un sector entero como el de los taxis. No solo eso, sino que encarecen los precios y el coste de un taxi, fijado por la alta demanda a determinada hora, se dispara con Uber frente al tranvía de San Francisco (que cuesta menos de un dólar para los ancianos y discapacitados).

El autor se pregunta qué valor pueden tener estas empresas de Internet para que su cotización se dispare en Bolsa y la respuesta es: "nosotros": El valor está en el número de usuarios y los datos que manejan, los cuales son "monetarizados" a través del análisis de Big Data,

Por otro lado, estas empresas tienden a la automatización, lo que elimina miles de empleos en aras de la eficiencia. Instagram solo tenía 13 empleados a tiempo completo cuando fue comprada por mil millones por Facebook. El botín consistía en un banco de miles de millones de fotos subidas inocentemente por sus usuarios y libres de derechos de autor que, según explica el autor, pasan a engrosar los bancos de imágenes de otras empresas que las usan gratuitamente y sin pedir permiso para carteles de publicidad o sus proyectos.
Un caso similar es WhatsApp. Es una economía que destruye empleo de manera aterradora amparada en la libre competencia, que deriva en monopolio al acabar con las pymes. Lo mismo ocurre con la web Abrn que, creó de la nada, una red de hoteles "pirata" de particulares que ofrecen habitaciones en su casa por todo el mundo sin contratar a nadie y llevándose una módica comisión. El principal problema es que hunde al sector hotelero que paga todos sus impuestos. Lo mejor es que Abrn cuenta con una voluntarista plantilla que no cobra salario sino que es la "mano invisible" del mercado la que ordena todo automáticamente.

Esta especie de "libertarismo" recuerda las tesis de la novelista Ayn Rand, defensora del egoísmo racional, el individualismo y, en esencia, el "laissez-faire" a ultranza. Sus novelas, dice Keen, han inspirado a muchos empresarios de Silicon Valley.

Una de las principales críticas y más expresivas del autor está en el último capítulo es que gigantes como Google (que valen más de los 10,000 millones calculados al inicio de su andadura) usan las autopistas públicas y las paradas de bus público para recoger en autobuses privados con cristales tintados a sus trabajadores. Están aprovechándose de recursos públicos para amasar fortunas, señala el autor, mientras a su alrededor acrecentan la desigualdad. Sobre todo, porque muchas de estas empresas recurren a políticas de pago de impuestos mínimos.
En el caso de Google, sus múltiples servicios de mapas, imágenes, buscador, etc... han conquistado al público. El siguiente paso es crear coches inteligentes que circulen sin conductor, lo que podría ser muy útil para el sector del reparto y el transporte (y eliminando más puestos de trabajo de camioneros y repartidores).

Otro problema que ve Keen es la seguridad de los datos. Resulta que ahora vivimos en una sociedad supervigilada en plan 1984 o Gran Hermano donde las empresas de Internet acumulan millones de datos de cada usuario de móvil y red social y nos conocen mejor que a nosotros mismos, señala el autor. Unos datos que, se supone, acaban en las manos de agencias de inteligencia o estas recopilan sus propios bancos. El resultado es que se ha cumplido el viejo sueño de la Stasi de Alemania del Este de tener una ficha detallada de la vida de cada alemán; solo que ahora esto se produce a escala planetaria y los propios usuarios se encargan de rellenar la ficha informativa.
No obstante, el autor señala que el jefe de Facebook se queja de que muchos usuarios de cuentas no ponen su nombre real.

En el último capítulo, el autor Andrew Keen lanza su propuesta: establecer regulaciones antimonopolio como se hizo en tiempos del gran capital de Rockefeller y el petróleo. Al obligar a los gigantes del petróleo a fragmentar sus empresas se pudo crear un mercado más competitivo [nota del lector: si luego no montan un cártel].

El autor señala que "en lugar de ser la respuesta a los problemas de nuestro tiempo, Internet, esa simbiosis hombre-ordenador que J.C.R.Licklider creía que salvaría a la humanidad, está reduciendo en realidad muchos aspectos de nuestras vidas. En lugar de generar más transparencia, tenemos dispositivos que hacen visible lo invisible. En lugar de un ciudadano online conectado a nivel planetario, ahora tenemos un selfie. En lugar del bar de pueblo, tenemos The Battery. En lugar de un cuerno de la abundancia cultural, tenemos una Berwick Street posterior a la milla de oro del vinilo. En lugar de una economía próspera, tenemos el centro de Rochester en el centro de Nueva York". (Keen, 2015:269). Señala que el verdadero fracaso es una industria de 36.000 millones de dólares que en una década se ha visto reducida a 16.000 millones porque "macarras libertarios" como Travis Kalanick inventaban productos que destruían su valor fundamental. El verdadero fracaso, dice Keen, son los 12.500 millones en ventas anuales, los más de 71.000 empleos y los 2.700 millones de dólares en ingresos anuales que han perdido en la industria musical de EE.UU por la aparición de productos "innovadores" como Napster y Scour. "El verdadero fracaso es el descenso del 55 % en las ventas de música en España entre el 2005 y 2010 debido al robo por Internet. El verdadero fracaso es tal aniquilación del talento musical español que hace que un país que históricamente ha producido estrellas internacionales como Julio Iglesias lleva desde el 2008 sin tener un artista que venda un millón de copias de un álbum en España. No es de extrañar que Fail Con vaya a celebrarse en España", dice el autor.

En definitiva, Keen cree que Internet "no es la respùesta" y que ha fracasado. Empezó como un proyecto público colaborativo y descentralizado pero se ha convertido en un insolidario destructor de empleo y "ladrón" de datos íntimos que no aporta grandes ventajas al usuarios salvo disponer de un amplio catálogo de compras y de viajes, Aboga por incrementar la regulación legal y antimonopolio para ordenar el mercado salvaje surgido de la economía de Internet y evitar que se creen gigantescos monopolios donde los ganadores se lo llevan todo. Sostiene que el actual mercado es una jungla donde nadie paga impuestos, no se crea empleo y se destruye el que hay, además de "robar" impunemente los datos privados de los usuarios.





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