lunes, 14 de agosto de 2017

"Inventar el futuro", de Nick Srnicek y Alex Williams (2015)

Resumen del libro "Inventar el futuro", de Nick Srnicek y Alex Williams (2015)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/08/inventar-el-futuro-de-nick-srnicek-y.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, Economía Política, neoliberalismo, postcapitalismo, capitalismo, socialdemocracia, futuro

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Título: "Inventar el futuro"
Subtítulo: "Postcapitalismo y un mundo sin trabajo"

Título original en inglés: Inventing the Future: Postcapitalism and a World Without Work

Autores: Nick Srnicek y Alex Williams

Fecha de publicación en inglés: 2015
Edición en español: Barcelona, 2017, Malpaso Ediciones

Número de páginas: 335

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Biografía oficial de los autores Nick Srnicek y Alex Williams (hasta 2017)

Nick Srnicek es autor de Postcapitalist Tecnologies (2016) y coeditor de The Speculative Turn: Continental Materialism and Realism (2011).

Alex Williams cursa un doctorado en la Universidad de East London.

En 2013, ambos lanzaron el Manifiesto aceleracionista.

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Texto de la contraportada

"El neoliberalismo no está funcionando. A lo largo de las últimas décadas, las políticas económicas neoliberales han arrastrado a millones de personas a la pobreza y a otras muchas a trabajos precarios y mal pagados. Entretanto, la izquierda se mantiene atrapada en una serie de prácticas que rara vez ofrecen un respiro y menos aún una solución a la crisis. Este libro propone, finalmente, una alternativa. Inventar el futuro es un audaz manifiesto sobre la vida después del capitalismo.

En contra de los voceros de la derecha que una y otra vez proclaman el fin de la historia, Nick Srnicek y Alex Willliams - autores del célebre manifiesto aceleracionista - demuestran en estas máginas que otro mundo es posible. Opuestos a los ideólogos de izquierda que temen irracionalmente a los avances tecnológicos, Srnicek y Williams demandan una economía postcapitalista en la que la tecnología nos libere del trabajo y amplíe nuestras libertades. Esta es una obra de radical imaginación política y una llamada a inventar el futuro antes de que se nos imponga".

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ÍNDICE

1. Nuestro sentido común político: introducción a la política folk.

2. ¿Por qué no estamos ganando? Una crítica a la izquierda contemporánea

3. ¿Por qué están ganando ellos? La edificación de la hegemonía liberal

4. Una modernidad de izquierda

5. El futuro no está funcionando

6. Imaginaros el postrabajo

7. Un nuevo sentido común

8. Construir el poder

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RESUMEN

Los autores consideran que el neoliberalismo (basado en la privatización, el libre mercado, la globalización) ha fracasado tras convertirse desde los años 70 en la única alternativa posible y después de que la izquierda copiase sus ideas y su programa. Tras la Gran Crisis del 2008, no se atisba un proyecto que vuelva a generar riqueza para las clases medias, ahora abocadas a una bajada de salarios y el temor a perder su empleo.

Nick Srnicek y Alex Williams dicen que mientras el neoliberalismo dispone de una fuerte base teórica y una estructura organizada con un programa definido (liberar el comercio y el mercado y aumentar los beneficios de las empresas), sus opositores están completamente desorganizados. Ha surgido como oposición al neoliberalismo una especie de "política folk" integrada de forma separada por los ecologistas, las feministas que luchan por una subida salarial y compaginar la vida laboral con la familiar, los defensores de los derechos de las minorías (etnias, homosexuales, etc...) e incluso los colectivos anticapitalistas y antiglobalización, o contra la excesiva burocratización. Se trata de luchas locales sin un nexo común que los agrupe a todos y por separado no constituyen un proyecto de nada. Por otra parte, la izquierda y los sindicatos han quedado desmontados desde los años 70 y son una sombra de lo que fueron sin poder para cambiar la sociedad. 

[nota del lector: sorprende que estos autores no hayan citado a Anthony Giddens, el autor de La Tercera Vía, porque dice exactamente lo mismo: la izquierda se ha fragmentado para hacer peticiones concretas como el feminismo, el medioambiente o los derechos de los gays]

Los autores hacen un recorrido por las distintas políticas dominantes desde la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, se impuso el modelo keynesiano-fordista en el que Estado invertía dinero en proyectos públicos y las empresas actuaban de forma paternalista con los empleados. La amenaza de ser adelantados por la URSS y la presión de los fuertes sindicatos hizo que el trabajador viviese moderadamente bien en el Estado de Bienestar de Occidente y ascendiese la clase media. El sistema funcionó hasta los años 60 cuando surgieron las primeras protestas para reclamar derechos civiles y subvertir el orden establecido, demasiado encorsetado. La reacción en los años 70 fue doblemente brutal: por un lado, la grave crisis energética empobreció a las clases medias y por otro, la ideología neoliberal surgió como única fuerza capaz de continuar con el crecimiento económico, que se consideró el único medidor de la felicidad y bonanza de un país. Poco a poco fue desmantelado el Estado de Bienestar y privatizados los bienes públicos en aras a agilizar el libre mercado a la vez que los sindicatos eran desmantelados y desmontados hasta convertirlos en comparsas. La izquierda, dicen los autores, se limitó a minimizar los efectos devastadores del neoliberalismo e incluso asumió su programa, razón por la cual el votante empezó a sospechar que no había grandes diferencias entre ambas corrientes. Incluso la participación en las elecciones democráticas se redujo a mínimos históricos al ver el votante que perdía derechos y la izquierda no luchaba por ellos.

En los años 90, la globalización era imparable y pese a las promesas del neoliberalismo de que iba a llover riqueza para todos, lo que ocurrió es que el trabajador se sintió cada vez más presionado, vio reducido su salario y tenía miedo a perder su empleo precario si el crecimiento económico se reducía o había una deslocalización. Los autores perciben una gran desilusión en un trabajador "quemado" por la atmósfera altamente competitiva y unos horarios largos y extenuantes a cambio de un salario que apenas le llega para pasar el mes o a veces ni llega. En el siglo XXI, no hay visos de cumplirse ningún progreso prometido y el neoliberalismo tampoco ha sido capaz de poner en marcha grandes proyectos revolucionarios que hagan más feliz a la Humanidad ni que les permita trabajar menos y cobrar más. Todo lo contrario, en el mundo resultante se cobra menos y se trabaja más, en parte por la competencia de las máquinas, que han tirado el salario hacia abajo.

A su vez, las grandes empresas amasaban fortunas hasta que en el 2008 estalló la Gran Crisis y se llevó a numerosos bancos por medio. Los economistas empezaron a denunciar la desigualdad económica y social que generaba el neoliberalismo y, a día de hoy, se considera que ha fracasado como opción política porque lo único que ha conseguido es concentrar la riqueza en unas pocas manos y excluir a la mayoría del reparto del pastel. 

Los autores creen que la tecnología brinda oportunidades para hacer un nuevo proyecto político y ven posibilidades de una alternativa real [nota del lector: a primera vista no está claro si es una refundación de la izquierda o un tecnoliberalismo más eficaz y distributivo].

En los primeros capítulos, los autores abordan el fracaso de los movimientos de las plazas, siendo el principal el de Ocuppy Wall Street, seguido por el 15-M de España o las primaveras árabes en Egipto y otros países. Aunque los movimientos movilizaron a enormes masas de descontentos, se disolvieron como azucarillos sin lograr ningún objetivo, al menos en EE.UU.

Uno de los problemas de Ocuppy era que funcionaban como asambleas abiertas, dicen los autores, dentro del modelo "horizontalista" sin jerarquías. Pero la realidad es que algunas decisiones a debatir partían de tres o cuatro personas y otras arrastraban un largo y penoso debate por cuestiones nimias.

Los autores creen que la falta de una élite o jerarquía impidió que el movimiento alcanzase más objetivos ni que contactase con otros movimientos afines para ejercer mayor presión. Sostienen que las propias asambleas abiertas donde todo el mundo hablaba de lo que quería y debían llegar a un consenso sobre cualquier cuestión (incluso por el ruido de los tambores brasileños que tocaban en la plaza) socavó el principio democrático al impedir tomar cualquier decisión mayoritaria, pues primero debía lograrse un consenso. Finalmente, las reformas que planteaban insistían en reclamar una democracia directa y otras eran meras reformas liberales cuando, en opinión de los autores, lo que estaba en juego era crear alternativas viables que reemplazasen al neoliberalismo.

En el caso de las primaveras árabes, las protestas en los países con dictadores lograron muchos apoyos de la clase media, que deseaban un cambio de régimen, pero la falta de organización del movimiento popular  fue aprovechada por los yihadistas para sus propios intereses.

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