lunes, 10 de febrero de 2020

"El retorno del mundo de Marco Polo", de Robert D. Kaplan (2018)

Resumen del libro "El retorno del mundo de Marco Polo", de Robert D. Kaplan (2018)

Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2020/01/el-retorno-del-mundo-de-marco-polo-de.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Sociología y Derecho.

Sociología, política internacional, realismo

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Ficha técnica

Título: "El retorno del mundo de Marco Polo"

Subtítulo: "Guerra, estrategia y los intereses estadounidenses en el siglo XXI"

Título original en inglés: "The Return of Marco Polo's World"

Autor: Robert D. Kaplan

Fecha de publicación: 2018

Editorial en español: RBA Libros SA, Barcelona, 2019

Número de páginas: 351

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Biografía del autor Robert D. Kaplan (hasta el 2019)

Robert D. Kaplan (Nueva York, 1952) es periodista, analista geopolítico, viajero y escritor. Redactor y colaborador habitual en prensa especializada y otros medios, ha trabajado como corresponsal en diversos países durante más de dos décadas, ha sido profesor de Seguridad Nacional en la Academia Naval de Annapolis y miembro del consejo asesor del Departamento de Defensa estadounidense. Gracias a sus ensayos sobre relaciones internacionales y el poder en Estados Unidos, la revista Foreign Policy lo ha incluido en la lista de los Top 100 Global Thinkers en dos ocasiones. Entre sus obras destacan Fantasmas balcánicos, La anarquía que viene y El retorno de la antigüedad, así como su fundamental La venganza de la geografía, publicada por RBA.

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Texto de la contraportada

A finales del siglo XIII, Marco Polo emprendió un largo viaje hacia Oriente, siguiendo una ruta por la que Europa extendería su influencia en Asia. Hoy, el sentido de esta vía está cambiando y nuevas potencias emergentes luchan por imponerse, mientras que los países que antiguamente dominaban el mundo se enfrentan a nuevos desafíos.

Robert D. Kaplan analiza estos grandes cambios en esta recopilación de ensayos, que hablan de las decisiones que deberá tomar Estados Unidos en un futuro próximo, los dilemas de la UE, los movimientos estratégicos de países como Irán o India, o el puente que está construyendo China hacia Europa

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ÍNDICE

ESTRATEGIA

1. El retorno del mundo de Marco Polo y la respuesta militar estadounidense.

2 El arte de evitar la guerra

3. La tragedia de la política exterior estadounidense

4. Un declive elegante: la creciente importancia de la Armada

5. Cuando caiga Corea del Norte

LA GUERRA Y SUS COSTES

1. Una relectura de la guerra de Vietnam

2. Irak: el juego de los "contrafactuales"

3. Un frente interno herido

4. No hay mayor honor


PENSADORES

1. En defensa de Henry Kissinger

2. Samuel Huntington: la audacia de mirar al mundo a los ojos

3. Por qué John Mearsheimer tenía razón en algunas cosas

REFLEXIONES

1. En política exterior, Donald Trump no es ningún realista

2. El momento posimperial

3. Destinado a liderar

4. El gran peligro de un nuevo utopismo

EL REGRESO DE MARCO POLO

1. De viaje por la nueva Ruta de la Seda de China

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RESUMEN


Comentarios iniciales: El autor analiza los intereses de Estados Unidos en un orden mundial en el Pacífico en el que juegan un gran papel Corea, China y Oriente Medio. La tesis principal es que toda la estrategia china consiste, lentamente, en ganarle terreno a EE.UU. en el Pacífico, al que considera su único rival serio.

El autor parte de la idea de que China y Rusia tienen un poder de influencia imperial creciente pese a que están debilitados internamente por tensiones económicas profundas y estructurales, y los hace frágiles (intrigas palaciegas) y a la vez agresivos en el exterior que pueden provocar incendios en Occidente.
Dice que los chinos, con sus inversiones en puertos del Índico (Birmania, Bangladesh, Sri Lanka, Pakistán, Yibuti y Tanzania) están propiciando en la actual era posmoderna lo mismo que los portugueses propiciaron en el medievo y era moderna y estas escalas se parecen a la ruta de regreso de Marco Polo. Entre China y África ya se desarrolla la mitad del comercio mundial. Y, según el autor, China está creando un "verdadero imperio marítimo chino" limitado al litoral. Irán o Pakistán quieren conectar sus puertos con China dentro del proyecto de la Ruta de la Seda (por un lado, los estados del interior se debilitan pero por otro se interconectan; las dos tendencias son ciertas: anarquía y conectividad).

China también ha creado una Ruta de la Seda Transíndica (a partir de Pakistán) que unirá con la Ruta de la Seda Transeuroasíatica, pues hará superautopistas, vías férreas de alta velocidad hasta el mar Árabigo hacia Baluchistán, Karakórum y Sinkiang. Habría además un Intermarium (bordes territoriales) desde Estonia a Rumanía y Bulgaria y el Cáucaso (una zona de conflicto continuo entre grandes potencias). Europa ya no está protegida de Rusia (tras las invasiones de Georgia o Crimea) ni el Levante mediterráneo ni el norte de África. El Mar Negro es la gran zona de conflicto y Asia Central es el lugar donde convergen las grandes potencias.

Un gran problema para EE.UU. es que la red comercial de la Ruta de la Seda cree una superpotencia (o una especie de alianza) euroasiática manifiestamente hostil con el mismo nivel de influencia en el hemisferio oriental que el de EE.UU. en el occidental. Cree que el poder marítimo en el Pacífico sería suficiente para evitarlo sin entrar las fuerzas terrestres. EE.UU. debería ocupar un espacio intermedio entre el neoaislacionismo y el intervencionismo de estilo imperial (más drones, más cibermisiles y más fuerzas de operaciones especiales). Añade que las tropas terrestres son caras pero disuaden a Estados expansionistas y autocráticos como Rusia, China e Irán en el mar Báltico, Negro y la China meridional. Cree que el control central de los sistemas autoritarios de Rusia y China irá degenerando mientras que Europa está cada vez más fracturada "y es menos fiable" y se ve sometida a "un asedio" de refugiados de África y Oriente Próximo y Medio. "Por desgracia, Eurasia está dejando atrás aquel escenario de Estados burocráticos y fronteras bien definidas que caracterizó a la era moderna", dice Kaplan. Sigue a Manent, y cree que quizás  estamos volviendo a la ciudad-Estado, el imperio y la tribu, una especie de nuevo medievalismo con ciudadanos de estados debilitados que quieren entrar en Europa. Si EE.UU. mantiene un control marítimo en el hemisferio oriental "el país estará a salvo".

Kaplan dice que EE.UU. es una "potencia de fiar" en Asia porque allí está tan lejos que no tiene ambiciones territoriales. Cree que esa influencia no debe solo abarcar a Asia oriental sino también al Pacífico occidental, el océano Indico y los contornos de la ruta de regreso por mar de Marco Polo desde China a Venecia. El poder marítimo sería la fuerza compensatoria para influir en la geopolítica cuando la situación es compleja e inabordable en el interior continental. Se trataría de fusionar la presencia en el Golfo, con el aliado de la India y con China (una cadena de Omán, Diego García, India y Singapur).

El autor comenta que EE.UU. cometió un error al terminar la II Guerra Mundial y desguazar su Armada. Se quedó con pocos barcos, su ejército se volvió muy burocrático para construir nuevos navíos y ahora su lentitud le genera un problema de vulnerabilidad respecto a una China supertecnológica (con mecanismos de precisión y ocultación). EE.UU. responde con barcos dotados de cañones láser para interceptar misiles, con torpedos antitorpedo contra la supercavitación (el torpedo genera una cámara de aire que casi multiplica por diez su velocidad), y con catapultas eléctricas para lanzar VANT que neutralicen a los drones. A todo ello, China responde usando submarinos casi indetectables y disparando misiles a satélites espaciales (todo ello limita el poder naval estadounidense) o poniendo "hidrófonos" en el mar para captar información de los barcos de la zona. El autor propone que se gaste más dinero en defensa para que EE.UU. siga dominando los mares y que alcance los 150 buques de guerra en un mundo de múltiples potencias en competencia.

El autor recuerda que Rusia y China tendrán capacidad para seguir luchando aunque pierdan un choque con misiles.

Ve díficil la situación de una Gran Corea. Por un lado, si el régimen de Corea del Norte se desmorona por sí solo generaría un caos y que es mejor que Estados Unidos mantenga  en Corea del Sur a 10.000 hombres para no dejar al país en manos de Japón, que se disputará Corea con China. Cree que los surcoreanos no desean que se desintegre Corea del Norte porque tendrían que sacrificarse económicamente para sacarla del subdesarrollo y unificarse. Por otra parte, una Gran Corea sería un contrapeso con el que equilibrar la amenaza más significativa para Japón: una China en auge.




También analiza la dureza de la guerra de Vietnam a través del testimonio de héroes de guerra que fueron capturados por los "vietcons", a los que califica de brutales y despiadados.


Especial interés tiene el análisis que Kaplan hace de tres teóricos políticos: Kissinger, Huntington y John Mearsheimer.

Respecto a Kissinger, el autor dice que era un realista (búsqueda amoral del interés nacional; sería lo contrario del idealista Wilson) que actuó siempre en función de los intereses de EE:UU. durante la Guerra Fría, para salir de la guerra de Vietnam (tras unos polémicos bombardeos), negociar la reapertura de China y luego para atajar los gobiernos de izquierda en Lationoamérica. El periodista dice que Allende era un político incompetente y que Pinochet logró relanzar la economía pero a costa de miles de asesinatos de ciudadanos, lo que ve moralmente reprobable. Kissinger estuvo detrás de esas políticas y en muchos países latinos tiene orden de detección por sus decisiones. El autor defiende que tomó decisiones duras pero convenientes para su propio país durante la Guerra Fría. Dice que su fama legendaria la alcanzó porque triunfó frente al destino.

En el caso de John Mearsheimer, este escribió en el 2001 The Tragedy of Great Power Politics (La tragedia de la política de las grandes potencias), donde niega la posibilidad de la paz perpetua pues hay una lucha perpetua, ya que las grandes potencias están incentivadas para tomar la ofensiva ya que nunca saben con certeza cuánta capacidad militar necesitarán para sobrevivir a largo plazo. "Las grandes potencias son como bolas de billar que solo difieren en el tamaño", dijo John Mearsheimer. Dice que da igual que China sea democrática o no democrática ya que ambas se preocupan lo mismo por su seguridad. Se denomina un "realista defensivo". Los estados deben comportarse de acorde con los valores de un mundo anárquico, dice el autor. Escribe varias palabras: "anarquía", "la incertidumbre de las intenciones", así como el "equilibrio transoceánico" (país que está a resguardo del mar). Acertó de pleno en sus respectivas valoraciones de las dos guerras del Golfo (primero dijo que sería fácil derrotar a Sadam Husseim y luego que intervenir en el 2003 era un colosal error porque ya no era una potencia hegemónica ) y añadía que el despliegue de soldados americanos iba a ser largo.


Robert D. Kaplan indica que Huntington explicaba en su libro que mientras Occidente había generado ideologías, Oriente había generado religiones, que es ahora la fuerza más amenazadora en la escena internacional. Añadía que el comunismo era una ideología centroeuropea, la URSS estaba filosóficamente más próxima que la Rusia cristiana ortodoxa que le acababa de suceder. Y que la Guerra Fría fue un acontecimiento fugaz comparado con la intemporal lucha entre Occidente y el Islam. "Los peligrosos choques del futuro surgirán probablemente de la interacción entre la arrogancia occidental, la intolerancia islámica y la autoafirmación sínica (china)", dijo Huntington.

Kaplan añade que según la teoría de Huntington, EEUU debe unir más estrechamente a las naciones de Occidente y tratar de entender de un modo más realista cómo se ve el mundo a través de los ojos de otros pueblos. Huntington añade que el mundo actual es peligroso, donde gran número de personas se sienten ofendidas por nuestra riqueza, nuestro poder y nuestra cultura y se oponen enérgicamente a nuestros intentos de persuadirlas o de obligarlas a aceptar nuestros valores de derechos humanos, democracia y capitalismo. En un mundo así, EE.UU. debe aprender a distinguir quiénes son nuestros amigos de verdad, los aliados oportunistas, los socios estratégicos y competidores, los antagonistas y rivales con los que es posible negociar y los enemigos irreductibles.

El argumento de El Choque de Civilizaciones es el siguiente. Está produciendo una colisión entre los sistemas occidentales, islámico y asiático de pensamiento y de gobierno.

- El mundo se está modernizando pero eso no significa que ese esté occidentalizando. El impacto de la urbanización y las comunicaciones de masas, combinado con la pobreza y las divisiones étnicas, no hará que los pueblos de todo el mundo terminen pensando como nosotros.

- Asia, pese a sus altibajos, se está expandiendo militar y económicamente. El islam se halla en plena explosión demográfica. La influencia relativa de Occidente se encuentra muy posiblemente en declive.

- La consciencia cultural, lejos de debilitarse, se está fortaleciendo y es posible que los Estados o los pueblos tiendan a agruparse unos con otros en función de sus similitudes culturales, más que por sus afinidades ideológicas como hicieron en el pasado.

- La creencia occidental de que la democracia parlamentaria y el libre mercado son apropiadas para todo el mundo hará que Occidente entre en conflicto con civilizaciones que no lo creen así (en especial, el Islam y China)

- En un mundo multipolar basado de forma aproximada en civilizaciones más que en ideologías, los estadounidenses deben reafirmarse en su identidad occidental.

Posteriormente, Kaplan analiza la política de Trump. Dice que el presidente no es un realista, pues estos saben que, como los valores van por detrás de los intereses, saben el valor del "status quo", saben que aunque el equilibrio de poder no es una panacea, mantener un equilibrio de poder ventajoso con sus rivales beneficia a una nación. Añade que Putin alteró ese equilibrio en Europa del Este, Oriente Medio y "eso es algo que necesitamos corregir a la mayor brevedad" pero Trump "no entiende nada de esto" y lo califica de "peligroso ingenuo".
Dice que el régimen de libre comercio en Asia contrarresta la influencia de China que Trump quiere reducir pero sin saber cómo. Tampoco se puede abandonar a los aliados a su suerte.

Kaplan también advierte que el desorden mundial está creciendo por las alteraciones económicas, medioambientales y sociales. Añade que el delibitamiento y la disolución de ciertos Estados pequeños y medianos en África y Oriente Próximo y Medio progresará hasta alcanzar niveles de cuasianarquía en otros Estados más grandes sobre los que gira la organización geográfica de Eurasia: Rusia y China. "Y es que la agresividad externa de estas nuevas potencias hegemónicas regionales viene motivada en parte por su debilidad interior; se valen del nacionalismo pues así tratan de suavizar la desintegración de las economías nacionales sobre las que descansa la estabilidad de sus sociedades", afirma. La UE no se está desmoronando pero se está debilitando, lejos de convertirse en un super-Estado unificado y coherente.

 Añade que T.X.Hammes dice que el uso de drones, la guerra cibernética y la impresión 3D alentará la dispersión del poder entre muchos Estados y grupos no estatales, más que en manos "imperiales".

Recalca que la globalización y la revolución de las comunicaciones han reforzado la importancia de la geopolítica en vez de anularla. El mapa del mundo es ahora claustrofóbico y cualquier territorio es un recurso en disputa y un conflicto regional interactúa con los demás. Añade Kaplan que los imperios multinacionales han desaparecido pero también la mayoría de los regímenes totalitarios instaurados en Estados trazados artificialmente (con choques de etnias y religiones). Por ello, hay una virulenta competencia y la geopolitica se desarrolla dentro de los Estados y no solo fuera. No es tanto un choque de civilizaciones sino  un choque de civilizaciones reconstruidas artificialmente (por ejemplo, el Estado Islámico). Recalca que la invención postmoderna de las identidades no hace más que endurecer las divisiones geopolíticas.

Recalca que la globalización no va necesariamente unida a crecimiento o estabilidad sino solo a formidables interconexiones económicas y culturales que pueden amplificar el desorden geopolítico en caso de desaceleración económica (el problema es que las comunicaciones están introduciendo el islam milenarista en unos Estados débiles o fallidos en África). Todo  está interconectado pero justo ahora que el "vigilante nocturno" (USA) va difuminando su autoridad en el mundo.

Dice que en esta época que sigue a la era del imperialismo y a la Guerra Fría, acertar el diagnóstico de las situaciones que se presenten será más difícil que nunca.

También critica el "utopismo". Señala que el siglo XX fue el de la grandeza: grandes Estados Industrializados con grandes maquinarias militares que monopolizaban el uso de la fuerza y eran capaces de grandes males. El leitmotiv del siglo XXI, es la "pequeñez": la erosión del poder estatal que están provocando las herramientas cibernéticas e informacionales posindustriales, herramientas que trasladan el poder a manos de organizaciones no estatales y que aminoran el dominio de los Estados. El horror del totalitarismo fue sustituido por el horror del caos (dice que la anarquía posterior a Sadam Husein fue aún peor). Dice que ahora las nuevas élites ultratecnológicas pueden analizar cualquier cosa pero "no creen en nada y sienten una lealtad cada vez menor hacia los países que expiden sus pasaportes y están desconectados de las masas plebeyas, que ansían un nuevo catecismo que llene su vacío y la soledad de sus almas".

Añade que la globalización ha dado rienda a ideologías utópicas porque diluye los lazos tradicionales concretos con el territorio y la etnia. Por su parte China está mutando en un "Estado de seguridad nacional" que podría adoptar formas híbridas de nacionalismo y control central ante posibles dificultades económicas. Lo mismo en Rusia, escorada hacia la derecha.

Finalmente, el autor presta atención a China como potencia marítima. El autor explica que la etnia han ocupa los valles fértiles del centro del país y que el terreno ganado y colonizado en los últimos siglos (Mongolia, Tibet y los uigures) está en un territorio polvoriento y desértico que le sirve de muralla. Por tanto, teniendo las espaldas cubiertas, China tiene potencial para desarrollar su armada y extender su influencia hacia el mar, hacia el Pacífico, lo que la enfrenta a Japón, Corea, India y Estados Unidos.
Por otro lado, la Ruta de la Seda se extiende más allá de las tierras de los uigures (una etnia turca que está en territorio chino colonial) por el que ya pasan las autopistas, los trenes de alta velocidad y los gasoductos y parques eólicos en las estepas, y ricas urbanizaciones de chinos ricos. Lo que ha hecho China es ampliar el alcance hasta sus periferias desérticas a través de una modernidad impuesta. El autor augura un "duro choque" en la Ruta de la Seda en la que confluyen varias civilizaciones (persa, china, árabe).
El autor cree que China creció mucho en los últimos 30 años pero que ahora el crecimiento se ha ralentizado y el liderazgo se ha ido centralizando de forma autocrática. China se va extendiendo hacia el Índico con un transporte hacia el puerto pakistaní de Gwadar, más allá de su última frontera en Kasgar (pueblo rural que podría convertirse en el centro mismo del mundo de la geopolítica). Augura caos en Asia Central (los viejos líderes de las ex repúblicas soviéticas abandonarán pronto la escena política y nadie sabe quiénes les sustituirán).

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