Resumen del libro "Colapsología", de Pablo Servigne y Raphaël Stevens (2015)
Resumen original y actualizado en el siguiente link:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2021/06/colapsologia-de-pablo-servigne-y.html
Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología
Sociología, cambio climático, colapso, calentamiento global, decrecimiento
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500 RESÚMENES DE LIBROS DE ECONOMÍA Y SOCIOLOGÍA Ficha técnica
Título: "Colapsología"
Subtítulo: El horizonte de nuestra civilización ha sido siempre el crecimiento económico. Pero hoy es el colapso
Título en francés: Comment tour peut s'effondrer
Edición francesa: 2015
Edición en castellano: Arpa Editores, Barcelona, 2020
Nota: incluye un epílogo del 2020
Número de páginas: 246
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Biografía de los autores Pablo Servigne y Raphaël Stevens
Pablo Servigne es ingeniero agrónomo y doctor en Biología, especialista en temas de transición, agro-ecología y colapsología, neologismo que creó junto con Rafhaël Stevens. Durante varios años investigó el comportamiento y la ecología de las hormigas, primero en Sudamérica y más tarde en Europa, lo que originó su pasión por los mecanismos de ayuda mutua (uno de los ejes de la colapsología). Es autor de libros como L'entraide (LLL, 2017) y Une autre fin du munde est possible (Seuil, 2018).
Rafhaël Stevens es investigador y eco-asesor. Especialista en estudios prospectivos, ciencia de la complejidad y modelado cualitativo. En 2008 cofundó la firma de investigación y consultoría Greenloop, que apoya a organizaciones y comunidades territoriales en su transición ecológica. Además, es uno de los fundadores de la oenegé Biomimicry Europa, especializada en biomimética.
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Texto de la contraportada
Hoy la utopía ha cambiado de bando: somos unos ilusos al creer que todo puede continuar como antes. El colapso es el horizonte de nuestra generación, el comiendo de nuestro futuro.
Muchas son las preguntas que surgen con solo mencionar la palabra "colapso": ¿Qué sabemos del estado global de la Tierra? ¿Y del de nuestra civilización? ¿Es comporable un colapso de las cotizaciones de la bolsa con uno de la biodiversidad? ¿Pueden arrastrarnos la convergencia y la perpetuación de las distintas "crisis" hacia una vorágine irreversible? ¿Hasta dónde puede llegar todo esto? ¿En cuánto tiempo? ¿Es posible vivir un desmoronamiento "civilizado", de manera más o menos pacífica?
Pablo Servigne, ingeniero agrónomo y doctor en Biología, y Rafhaël Stevens, investigador y especialista en transición ecológica, analizan todos los estudios científicos que han mostrado la posibilidad real de un colapso, y ofrecen una visión interdisciplinaria de un tema aún hoy tabú para muchos: la Colapsología. En este libro ponen palabras a nuestras intuiciones sobre las consecuencias de las múltiples crisis que estamos experimentando: crisis ecológica, energética, demográfica, financiera, de salud pública.
Sin embargo, para Servigne y Stevens el peor de los escenarios no tiene por qué llegar a hacerse realidad; ni se rinden, ni caen en el catastrofismo. Por el contrario, nos invitan a reaccionar, a actuar y a dar a luz una sociedad más sostenible, más amigable, más humana.
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ÍNDICE
Introducción
Algún día habrá que abordar el tema
Primera parte. Primeros indicios de un colapso
I. La aceleración del vehículo
II. La extinción del motor (los limites infranqueables)
III. La salida de la carretera (las fronteras franqueables)
IV. ¿Está bloqueada la dirección?
V. Atrapados en un vehículo cada vez más frágil.
Balance de la primera parte
Segunda parte. Y entonces, ¿cuándo?
VI. Las dificultudes de ser futurólogo
VII. ¿Podemos detectar las señales anunciadoras?
VIII. ¿Qué predicen los modelos?
Tercera parte. Colapsología.
IX. Un mosaico que explorar.
X. ¿Qué sucede con los humanos?
Conclusión. El hambre es solo el principio.
Para los niños
Epílogo: cinco años después
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RESUMEN
Si usted está leyendo ahora este resumen, es que el mundo todavía no ha colapsado y la electricidad sigue funcionando. La conclusión del libro es que, tras un colapso de la civilización actual, la Humanidad se arreglará para seguir adelante pero vivirá en un mundo que ni de lejos recordará a la gloria del actual. Ya ha pasado otras veces, tras la caída del Imperio Romano, la civilización Maya o la URSS. Creen que lo que salvará a nuestros nietos es que la "ayuda mutua" les ayudará a sobrevivir en un mundo con tres grados más de calor en el 2100. Recuerdan que hasta ahora lo único que se confirma un año tras otro es que las peores predicciones científicas sobre el calentamiento global son acertadas o incluso peores de lo esperado y que el desastre se adelanta unos años. Dice que no son catastrofistas ni hacen escatología milenarista "porque lo que saben hacer los humanos por su cuenta da suficiente de qué hablar". También advierte que no hay que tener en cuenta solo los factores climáticos o de recursos, sino también su distribución entre la población (por lo que un reparto desigual, es preocupante).
Los autores recuerdan que el Antropoceno es el nombre de la época geológica de nuestro presente. Los humanos venimos del Holoceno (una era de estabilidad climática de 12.000 años y que permitió la aparición de la agricultura y las civilizaciones). Pero desde hace algunas décadas, los humanos han sido capaces de trastocar los grandes ciclos biogequímicos del sistema Tierra, creando una nueva época de cambios profundos e imprevisibles.
Critican el libro Colapso de Jared Diamond, que se conforma con la arqueología, la ecología y la biogeografía de civilizaciones antiguas pero deja en el tintero cuestiones esenciales de la situación actual.
La "colapsología" (una autoburla de los autores) pretende aclarar qué nos pasa y podría pasarnos. Dar sentido a los acontecimientos y analizar serenamente qué política deberíamos poner en marcha frente a tal perspectiva.
Los autores parten de la base de que viajamos a bordo de un coche que arrancó en el siglo XVIII, al inicio de la era industrial y que cogió gran velocidad a partir de la Segunda Guerra Mundial, en una época que se llama la "gran aceleración". Ahora hay señales de sobrecalentamiento y la aguja del motor empieza a vacilar: ¿Seguirá escalando? ¿Se estabilizará? ¿Descenderá?
Uno de los problemas es que la mente no está acostumbrada a imaginarse un crecimiento exponencial (la ecuación de nenúfares, el tablero de ajedrez). Por ejemplo, en 50 años, China, si mantiene su crecimiento del 7 % anual, tendría un PIB equivalente a cuatro economías mundiales adicionales. Los autores se preguntan: ¿Alguien cree sinceramente que eso es posible en el estado actual de nuestro planeta?
Los autores estudian tres patrones de la ecología política:
1) La aproximación al equilibrio (sigmoideo)
Se ve una curva de población que crece en forma de S hasta tocar el límite de la capacidad de carga del medio y la población se estanca al final
2) Traspaso y fluctuaciones
En este caso, hay un aumento exponencial con picos y estancamientos en torno a la capacidad de carga del medio, que cada vez es menor.
3) Traspaso y colapso
La capacidad de carga hace tiempo que se superó, y cada vez cae más. La población se dispara por encima de los recursos y luego se desploma sin poder recuperarse aunque haya recursos suficientes para todos (es el caso de la civilización maya; la selva se recuperó pero los mayas no).
Luego, pasan a estudiar las tendencias socioeconómicas (pib mundial, consumo de energía, consumo del agua, uso de fertilizantes) y todo sube exponencialmente. Lo mismo pasa con el cuadro de indicadores del Antropoceno (concentración de CO2 y NO2, temperatura de la superficie, acidificación de los oceános, captura de peces, biogeoquímica costera, pérdida de selvas tropicales, terrenos domésticos y degradación de la bioesfera terrestre). Todo se dispara a partir de 1950.
El autor indica que en el Antropoceno (la era industrial) los niveles de confort han aumentado globalmente de manera progresiva. En 1830 había 1.000 millones de personas; en 1930, dos mil millones; en 1970 eran 4.000 millones y 50 años después, 7.800 millones. El consumo de energía se multiplicó por diez, la extracción de minerales industriales por 27 y los de la construcción, por 34. Ha habido tres aceleraciones (Hartmund Rosa): la comunicación (la reducción del espacio), el cambio social y reducción del presente (más gente entra y sale de nuestras vidas) y la aceleración del ritmo de vida (intentamos vivir más deprisa). La falta de tiempo es un estado permanente de las sociedades modernas: Adiós a la felicidad, trabajadores quemados y depresión en masa.
Los autores se preguntan cuánto tiempo nos queda para llegar al colapso. Distinguen entre límites (son infranqueables porque se topan con las leyes físicas; impuestos por los recursos o "stock") y las fronteras (son invisibles y no nos damos cuenta si las traspasamos).
En el capítulo 2, explican que los recursos "flujo" como el agua, madera o alimentos son renovables pero los consumimos a un ritmo demasiado rápido como para que tengan tiempo a regenerarse. Y aunque el motor sea más eficaz, llegará un tiempo en que se acabe el combustible y deje de funcionar.
En el capítulo 3, aborda las fronteras que la civilización no debe traspasar para no desestabilizar y destruir los sistemas que mantienen a la civilización con vida: el clima, los grandes ciclos del sistema Tierra, los ecosistemas... pero el vehículo abandona la carretera señalizada sin previo aviso y entra en un mundo peligroso.
El autor avisa de que chocamos contra varios limites simultáneamente y que ya hemos traspasado varias fronteras.
En el capítulo 4, advierte de que este coche no solo es incapaz de reducir la velocidad o girar, el pedal del acelerador se ha fijado al suelo y la dirección se ha bloqueado.
En el capítulo 5, desvela que el habitáculo del coche se ha vuelto extremadamente frágil.
Respecto a los límites infranqueables, el autor alerta del pico de producción desarrollado por el geofísico Marion King Hubbert en 1956 para la producción de petróleo convencional. En la primera parte hay crecimiento y al llegar al pico hay descenso (porque es más difícil de encontrar combustible barato y accesible).
Los autores advierten que imaginar que la electrificación del sistema de transportes podrá sustituir al petróleo no es nada realista (usan materiales raros y consumen energías fósiles). Tampoco es imaginable sustituir el petróleo por gas natural, ni carbón, ni madera ni uranio porque no tienen la densidad energética del petróleo, son más difíciles de transportar y además también se agotarían pronto porque su "pico" también está cercano. Hay "picos" también de fósforo (necesario para la agricultura), agua potable y explotaciones pesqueras.
"Podemos esperar un descenso inminente de la disponibilidad de las energías fósiles y de los materiales que alimentan la civilización industrial. Nos acercamos al "peak everything" (pico de todo), propuesto por Richard Heinberg. Esa es la razón porque las industrias energéticas se toman en serio las arenas butiminosas, el petróleo de esquisto, los biocarburantes, las placas solares y los aerogeneradores. A ello se suma el problema de la Tasa de Retorno (TRE o ERoEI Energy Return on Energy Invested), que es la relación entre la energía invertida y la energía extraída (debe haber una ganancia, un excedente de energía). El petróleo estaba en 1900 a una ganancia de 100:1 TRE pero ahora es de 10 o 20:1 y las arenas bituminosas, son de un ridículo 2:1 o 4:1. Los biocarburantes están en un 1:1 y el carbón ronda el 50:1 (en China, el 27:1) y el gas natural es de 10:1. La energía fotovoltaica genera rendimientos del 2,5:1 y los aerogeneradores, un 18:1. Pero las renovables tienen un caracter intermitente. La hidroelectricidad llega al 35:1 o 49:1 pero amenaza los hábitats naturales y los proyectos actuales solo aumentarían la producción eléctrica en un 2 %.
La mala noticia es que las energías renovables no tienen potencia suficiente como para compensar el descenso de las energías fósiles y tampoco se pueden desarrollar en masa energías renovables. Las renovables no es esperable que pasen del umbral de 12:1 TRE.
Las gráficas muestran que la tasa de crecimiento del petróleo sigue en paralelo al PIB. Una crisis energética precede a una crisis económica grave. Las recesiones tienen que ver sospechosamente con el precio del petróleo. Sin enetgía accesible, adiós a los transportes rápidos, las cadenas de abastecimiento largas y fluidas y recalcan: "las sociedades se desequilibran rápidamente cuando rugen los estómagos".
Toman como referencia el quinto informe IPCC (2014) que prevé un aumento de temperaturas del 8 al 12 grados en 2.300 [nota: faltan tres siglos], lo que sería un mundo inhabitable, ni siquiera el sudor lograría mantener el cuerpo a 37 grados. Eso pasaría si quemásemos todo el petróleo que queda. Antes habría riesgo de anoxia (falta de oxígeno) y habría un "océano Canfield" lleno de bacterias productoras de sulfuro de hidrógeno (destructor de la capa de ozono).
A ello se suman las "interacciones ecológicas", en las que una especie se lleva por delante a otras que se extinguen sin que nadie se dé cuenta. Las más amenazadas son las especies indirectamente relacionadas con otras amenazadas. Son extinciones con "efecto dominó". Por contra, la biodiversidad garantizan una agricultura resilente y productiva y mantiene las funciones de regulación de los ecosistemas.
Las nueve fronteras que no se deben traspasar son: el cambio climático, disminución de la biodiversidad (integridad de la biosfera) [estas dos pueden acabar con el ser humano por sí mismas], acidificación de los océanos, destrucción del ozono estratosférico, alteración del ciclo del fósforo y del nitrógeno, la carga de aresoles atmosféricos, el consumo de agua dulce, cambios de uso de la tierra y la contaminación química.
Por otro lado, el ecosistema está al límite y los autores se preguntan cuándo los humanos asesinarán al último animal del planeta porque el estado de la biodiversidad sigue empeorando.
Advierten que la Revolución Verde ayudó a crecer la población pero el margen de maniobra se reduce con el calentamiento global (pérdida de glaciares), aumento demográfico y actividad agrícola. La zona de seguridad que queda para cubrir las necesidades futuras de agua de la humanidad es muy pequeña.
Una vez que se traspasa un límite se llega a un "tipping point" o punto de ruptura en el que ya no queda capacidad para recuperarse (la famosa resilencia). Es ese umbral invisible a partir del cual el ecosistema colapsa de manera brutal e imprevisible. (ya hay una ciencia que se denomina la ciencia de los cambios catastróficos). Un ejemplo es cuando la selva del Sáhara se convirtió en un desierto hace 5.000 años. Hay otros ejemplos de "inflexión climática": el permafrost de Siberia, las corrientes oceánicas atlánticas, la selva amazónica, los casquetes glaciares... y todos por separado pueden acelerar de manera catastrófica el cambio climático y activar a los demás (el cambio no será lineal; más allá de los 2 grados y de los 4 grados, habrá riesgo de traspasar los puntos de inflexión).
El autor recuerda en el capítulo 7 que los puntos de inflexión se deben a la enorme conectividsd y a la homogeneidad de los sistemas, asociados a efectos dominó y a bucles de retroalimentación (como así está cualquier ser vivo). [nota: es lo que dice Bill Gates de la primera gota que rebosa de la bañera]
El problema es que en una sociedad compleja como la actual y que entra en fase de rendimientos decrecientes, se han intensificado sus bloqueos sociotécnicos donde los países compiten entre sí (global lock in): el sistema financiero, el sistema energético basado en el carbono y el crecimiento económico. El "sistema deuda" se basa en el futuro crecimiento mundial sin el cual el mundo actual no puede funcionar y reembolsar los préstamos.
A todo esto se suma la interconexión global para hacer todo tipo de productos como una sociedad en red que se comporta como un organismo multicelular y cada órgano se vuelve más vital. Eso hace que la organización industrial sea muy vulnerable (como así ocurrió con el sistema financiero del 2008). Las cadenas de abastecimiento se convierten en el filo de la navaja. Y hay que recordar que todas las transaciones bancarias mundiales pasan por el organismo Swift (código Bic) con sedes en Estados Unidos, Países Bajos y Suiza.
Los autores ignoran cuándo será el colapso entre otras cosas porque los "cisnes negros" son impredecibles y además el fenómeno catastrófico se vive como algo banal e incluso convertirse en algo normal. Por eso, es necesario describir exactamente donde estamos ahora y detectar las "señales anunciadoras". la respuesta estaría en la respuesta de las redes complejas ante alteraciones.
Por otra parte, el modelo HANDY predice tres escenarios: una sociedad igualitaria, una sociedad equitativa y una sociedad desigual (consume muchos recursos y se hunde).