Resumen del libro "El declive del capital social", de Robert D. Putnam (2002)
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Autor del resumen: E.V.Pita, licenciado en Sociología y Derecho
Sociología, comunidad social, política, redes sociales, participación ciudadana
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Título: "El declive del capital social"
Subtítulo: "Un estudio internacional sobre las sociedades y el sentido comunitario"
Autor: Robert D. Putnam
Edición en español: Barcelona, 2003, Editorial Galaxia Gutenberg / Círculo de lectores
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Texto de la contraportada
En el preciso momento del máximo triunfo de la sociedad liberal, tras la caída del comunismo, paradójicamente parece crecer la insatisfacción sobre el funcionamiento de las democracias representativas. Existen razones para sospechar que el compromiso de los ciudadanos, una de las condiciones fundamentales para la salud de las democracias, se ha debilitado en las últimas décadas.
Con el objetivo de contribuir a la investigación de este fenómeno de erosión del capital social, la Fundación Bertelsmann de Alemania solicitó al reputado teórico social Robert D. Putnam la coordinación de un equipo internacional con el fin de estudiar el cambio social en ocho democracias consolidadas: Alemania, Australia, España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Japón y Suecia. Los análisis reunidos en El declive del capital social aportan conocimientos fundamentales sobre las transformaciones que ha experimentado la sociedad civil en estos países y demuestran la necesidad creciente de estimular y cuidar el capital social, es decir las redes sociales y las normas de reciprocidad asociadas a ellas.
El resultado de los diversos estudios, a cargo de prestigiosos teóricos sociales, da lugar a la presente publicación, que ofrece una panorámica del capital social en naciones postindustriales avanzadas. De especial interés para España resulta el trabajo del sociólogo Víctor Pérez-Díaz, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, que analiza las transformaciones del capital social desde la guerra civil española hasta la década del noventa del siglo XX.
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Biografía del autor (hasta 2002)
Robert D. Putnam ha sido presidente del departamento del Gobierno de la Universidad de Harvard, director del Centro de Asuntos Internacionales y decano de la John F. Kennedy School of Government.
Actualmente, es profesor de la cátedra de Administración Pública "Peter and Isabel Malkin" en la Universidad de Harvard y dirige el Seminario Saguaro, que reúne a renombrados teóricos y profesionales con la finalidad de desarrollar conceptos pàra el fortalecimiento de los vínculos sociales entre los ciudadanos de las democracias occidentales.
Putnam estudió en el Searthmore y Estocolmo. Es autor y coautor de una decena de libros y de más de treinta artículos académicos publicados en diversas lenguas. En el año 2000, publicó "Solo en la bolera" - editado en España por Galaxia Gutenberg / Círculo de lectores en 2002 -, obra en la que expone las causas y efectos de la pérdida de los vínculos sociales entre los ciudadanos de Estados Unidos. Este análisis, realizado a partir de 500.000 entrevistas y estadísticas que recogen en detalle el comportamiento de los norteamericanos a lo largo de un cuarto de siglo, fue celebrado como un hito dentro de los estudios sociológicos.
A la luz de su enorme impacto, Robert D. Putnam fue invitado por la Fundación Bertelsmann de Alemania para coordinar el trabajo de un equipo internacional al que fue encomendado investigar el estado y la solidez de los vínculos sociales en Alemania, Australia, España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Japón y Suecia.
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ÍNDICE
Introducción, por Robert D. Putnam y Kristin A. Goss
1. El capital social en Gran Bretaña, por Peter A. Hall
2. El capital social en el estado socialdemócrata. El modelo sueco y la sociedad civil, por Bo Rothstein
3. El capital social en Australia, por Eva Cox
4. El capital social en Japón, por Takashi Inoguchi
5. Viejos y nuevos vínculos cívicos en Francia, por Jean-Pierre Worms
6. ¿Se halla en declive el capital social? El caso alemán, por Claus Offe y Susanne Fuchs
7. De la guerra civil a la sociedad civil: el capital social en España entre los años 30 y los años 90 del siglo XX
8. América cívica, pasado y presente, por Theda Skocpol
9. El carácter cambiante del capital social en Estados Unidos, por Robert Wuthnow
10. Conclusiones, por Robert D. Putnam
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Resumen
Al tratarse de una obra colectiva, es de especial interés el capítulo sobre el capital social en España, escrito por el profesor de Sociología en la UCM Víctor Pérez-Díaz.
Este sociólogo analiza la situación previa en España en los años 30 del siglo XX, antes de la guerra civil, en la que ambos bandos tenían un fuerte capital social: los nacionales, con asociaciones vinculadas a la iglesia, al Ejército, a la acción católica y a Falange. Los republicanos, con los ateneos, los sindicatos, clubs universitarios, otras organizaciones profesionales así como los partidos socialista, republicacano, nacionalista, comunista y anarquistas. Cada bando contaba con miles de personas adscritas a una asociación o ente civil y a los que se podía movilizar en favor de su respectiva causa.
Tras la Guerra Civil, la represión eliminó los últimos rescoldos de las asociaciones de izquierda, llenó las cárceles con miles de presos hasta 1950, y no sería hasta los años 60 cuando se empezaron a reconstruir los sindicatos a partir de ramificaciones de Falange y se aprobaron los primeros convenios. Incluso los jueces eran sensibles con los derechos de los trabajadores. En los años 60 y 70, el Régimen también empieza a tener más manga ancha y hacer la vista gorda hasta que en 1978 se aprueba la nueva constitución democrática.
Según el autor, los partidos políticos se han convertido en la gran institución cívica en España y ha tenido el apoyo de los ciudadanos, en 25 años casi todos mantuvieron intacto su prestigio. En las elecciones hubo un 26 % de abstención. Sin embargo, solo el 24 % de los ciudadanos siente que el hombre de la calle puede influir en la política y que los políticos no se preocupan de lo que piensa la gente. En 1990, solo el 9 % hablaba de política. Pero la sociedad está implicada porque hay un elevado número de votantes, la relativa estabilidad del voto partidista y el apoyo expreso y permanente a la democracia "constituyen pruebas de la implicación regular de la sociedad en el funcionamiento del sistema político". (Pérez-Díaz, 2002:466).
Pérez-Díaz también habla de una sociabilidad blanda: vecindades, comunidades de vecinos, organizadores de fiestas, así como las pandillas que organizan fiestas (carnavales, movida). El alto número de bares por habitante (9.000 por cada 100.000 personas) sugieren el alto grado de sociabilidad.
Por su parte, las familias reducen los efectos del paro y es uno de los pilares del bienestar en España. Cita el fenómeno de los hijos que no se marchan de casa.
"Podemos concluir que estamos ante una sociedad muy social o gregaria, en la que los sentimientos de aislamiento y soledad parecen raros". Añade que las redes sociales y familiares sugiere un tejido social relativamente denso, que se traduce en tasas de suicidios muy bajas y tasa de homicidios también baja. [nota del lector: no menciona nada del fenómeno creciente de la violencia de género].
CONCLUSIONES DEL ESTUDIO (PUTNAM)
Sobre Gran Bretaña, Peter Hall dice que la afiliación a asociaciones voluntarias se mantuvo estable con un retroceso a partir de 1960. Han perdido importancia los grupos feministas tradicionales, los sindicatos, las iglesias y los partidos políticos. Otros, como los ecologistas y caritativas, se han expandido. Ve una creciente desconfianza de los jóvenes en la política y un declive en la confianza social (porque la sociedad pasó de relaciones colectivistas a individualistas.
Peter Hall ve una nación dividida entre un grupo de ciudadanos bien conectados y muy activos, con vidas prósperas, y otro cuya vida participativa y política es limitada (trabajadores, jóvenes). La base clasista podría ir en aumento. [nota del lector: véase a Owen, 2011: La demonización de la clase obrea: los chavs]
En Suecia, Bo Rothstein dice que el "descontento democrático" está en alza. Hay insatisfación de los suecos con sus instituciones políticas. Hubo un "colapso del capital social organizado" (organizaciones obreras y empresariales).
Hay compromiso organizativo, participación política y confianza social y las organizaciones formales e informales tienen vitalidad. Hay un creciente individualismo entre los jóvenes (que incrementan su compromiso con actividades más móviles).
Una de las novedades son los "círculos de estudios" (pequeños grupos que se reúnes semanalmente para debatir temas formativos).
Niega que la intervención estatal reduzca el capital social.
En Australia, Eva Cox dice que descendió la afiliación tanto a la iglesia como al sindicato y los australianos dedican más horas a ver la tele.
En Japón, Inoguchi dice que son comunes los "grupos de barrio" pero han perdido apoyo mientras que aumentan sustancialmente las organizaciones al servicio de niños, personas mayores y desfavorecidos. Japón parece ser una sociedad "de poca confianza". Con un extraño, tienden a colaborar menos y desentenderse.
En Francia, Jean-Pierre Worms (2002:630) ve dos crisis entrelazadas: una crisis de desigualdad socioeconómica en la que una minoría de víctimas de exclusión social cada vez más desesperadas (inmigrantes, musulmanes concentrados en barriadas suburbiales) se halla "desvinculada de una mayoría preocupada e inquieta". La otra crisis es de representación política en la que la población se desentiende cada vez más de las instituciones del Estado republicano francés clásico. La afiliación a sindicatos, partidos políticos e iglesia sigue estable.
Han surgido organizaciones de defensa de intereses sectoriales y organizaciones altruistas y oenegés, así como de desarrollo personal y ocio.
Cree que hay más afiliaciones informales e inestables. Tampoco ve una forma de vincular la sociabilidad privada con el terreno público: ve una desavencia entre una sociedad civil relativamente saludable y las instituciones "enfermas" del Estado francés.
En Alemania, Offe señala que tras la inscripción forzosa en asociaciones del nazismo y luego del comunismo, la gente acabó por decir: "no cuenten conmigo". Pero a partir de 1990, la generación más joven se ha enrolado en asociaciones menos formales, salvo en sindicatos, partidos e iglesia (fenómeno general en Occidente) y una pérdida de compromiso de los jóvenes comn las organizaciones políticas y sociales.
En España, Putnam destaca del artículo de Pérez-Díaz la distinción entre capital civil e incivil (capital social que tiende puentes y vinculante). También resalta la importancia de las formas blandas de capital social: redes familiares y colaboración informal debido al gregarismo mediterráneo. Ve un "extraordinario éxito español" porque los esfuerzos para una reconciliación de ambos bandos tras la Guerra Civil (se refiere a los años 50 y 60) y la mejora económica ayudó a la dinámica del capital social.
En Estados Unidos, hablan Theda Skocpod y Robert Wuthnow: por un lado, el compromiso cívico norteamericano fue estimulado y no desplazado por las actividades del Gobierno. Skocpod dice que las asociaciones con afiliaciones masivas e interclasistas fueron sustituidas por grupos politicos de defensa de intereses dirigidos profesionalmente. Lo atribuye a cambios en los medios de comunicación, nuevas fuentes de apoyo económico para los grupos de presión política, el abandono por parte de los hombres y mujeres con formación de sus funciones tradicionales como dirigentes de la comunidad y el debilitamiento de las instituciones tradicionales de movilización cívica. Por tanto, dice que la estructura de Estados Unidos es más oligárquica, está más dominada por profesionales y tenderá probablemente menos puentes entre clases y lugares (Putnam, 2002:636).
Por su parte Wuthnow ve un declive de la confianza social. Dice que el cambio más importante de los últimos años en la vida comunitaria norteamericana no es la desaparición de los vínculos sociales sino una transformación de unas relaciones estables y a largo plazo hacia otras más flexibles y "menos rígidas".
TEMAS COMUNES
Hay varios temas que se repiten en los países occidentales:
1) -Descenso en la participación electoral
Empieza ya en los años 60 y 70 en Estados Unidos y luego siguió en otros países. Es llamativo porque ha ido acompañando un aumento de los niveles educativos. Por eso, se suele ligar el descenso de los votantes a un debilitamiento de los sindicatos, los partidos políticos de masas y de otras organizaciones de masas.
2) Descenso del compromiso público con los partidos políticos
3) Descenso de la afiliación sindical
4) Descenso en la asistencia en la iglesia (a partir de 1990)
Atribuyen estos cambios en el trabajo, la política y la fe a la industrialización porque destruyó algunas formas de capital social.
Este declive parece compensarse por un aumento de la importancia relativa de las formas personales, fluidas e informales de vinculación social, lo que Rothstein denomina "individualismo solidario" y Wuthnow llama "vinculaciones flexibles".
Las formas más recientes de participación social son más limitadas, tienden menos puentes y se centran menos en objetivos colectivos o de interés público. Hay una especie de privatización del capital social.
Los autores creen que el papel del ciudadano va a definirse más como espectador que como participante. [nota del lector: no pensaron en la capacidad de Internet como herramienta de participación de las audiencias].
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