lunes, 22 de abril de 2019

"Jugarse la piel", de Nassim Nicholas Taleb (2018)

"Jugarse la piel", de Nassim Nicholas Taleb (2018)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/04/criticas-piketty-de-nassim-nicholas.html

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Ficha técnica

Título: "Jugarse la piel"

Subtítulo: Asimetrías ocultas en la vida cotidiana

Título original en inglés: "Skin in the game"

Autor:  Nassim Nicholas Taleb

Edición en español: Paidós, Editorial Planeta, Barcelona, 2019

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RESUMEN

Comentarios iniciales: Hay que tener en cuenta que en este libro Taleb (el exejecutivo de Bolsa que habló del azar, las probabilidades y el Cisne Negro) arremete contra los intelectuales que hacen sus teorías sin salir del campus ni haberse jugado la vida nunca en el campo de batalla ni las chabolas. Su lenguaje parece medio resentido con la clase intelectual que no le reconoce sus aportaciones económicas. Se queja de que él, un emigrante que vivió en la guerra del Líbano, trabajaba duro durante el día en Wall Street y por la noche estudiaba y escribía sus libros hasta caer extenuado mientras que esos "estúpidos" académicos redactan sus teorías mirando al jardín de rosas desde la ventana de su cómodo despacho del campus. El problema, dice, es que si luego esas teorías no valen para nada, ellos se enfadan y llaman "incultos" a los demás.

En el libro, el autor examina numerosos casos prácticos, en los que viene a decir que quienes se enriquecen con el riesgo también se arruinan con el riesgo. 

En el libro arremete contra los teóricos universitarios de Economía, a los que denomina IPI (intelectuales pero idiotas), y no habla contra algún petulante sino contra los gurús de Harvard y la Ivy League y destacados premios Nobel. También le da caña a Hillary Clinton, a la que menciona como la "cabildera" Hillary Monsanto-Malmaison (Monsanto es un gigante de las semillas modificadas genéticamente y Malmaison, una cadena de hoteles de lujo francesa). Taleb cree que Hillary Clinton representa al "cabildeo de Washington", a la vieja clase política y, por extensión, a ese grupillo de intelectuales (los IPI) que "te dicen lo que tienes que comer, hacer, pesar y cómo hacerlo". Dice que apenas son el 1 % pero se escandalizan o atacan a todo el mundo que no les da la razón o no sigue sus sabios consejos. 

Define al IPI como el intelectualoide que lee el New Yorker y marca tendencia de forma farisea. Se trata de gente que jamás se ha ensuciado las manos ni bajado al mundo real y que teoriza desde su burbuja académica estrecha de miras. Ellos triunfan porque son los únicos capaces de ocupar los selectos puestos en Harvard. Ridiculiza a Pinker (el que dice que la violencia está disminuyendo) y a Thale (el Nobel del "empujoncito"). Lógicamente, dice Taleb, estos señores destacan por saber estudiar y moverse por el mundo académico pero jamás han ido a una zona pobre, ni pisado un frente de guerra ni hablado con los oprimidos que estudian en sus teorías psicológicas o económicas por las que reciben el Nobel.

En sus páginas, Taleb resume sus ideas con este ejemplo: a usted le dan a elegir a dos cirujanos: uno es un médico de gafas de pasta, pose pensativa y traje y corbata, el típico actor que escogeríamos para hacer una película de cirujanos. El otro es un tipo con cara de carnicero, desaliñado, con el cuello mal puesto, que habla a gritos con acento neoyorkino y dice tacos (sería el típico doctor House). ¿A cuál elegiría? Según Taleb, el médico-actor es el que más da el pego pero él se fiaría más del cirujano-carnicero, precisamente porque no tiene nada que demostrar, ninguna apariencia que presentar pues él es un cirujano eficiente que habla por sus propios méritos e historial profesional. 

El autor dice que hay muchos más ejemplos de profesionales eficientes que no tienen que demostrar una apariencia: cuenta que los "brokers" que hacen compras de valores son una atracción para los visitantes de un fondo de inversiones porque no paran de decir groserías y tacos por teléfono sentados ante su ordenador. Ellos no necesitan aparentar, son rentables. Y esa es la clave, según Taleb: mientras seas rentable, la empresa tolerará tu independencia. Pero como dice Taleb, eso es jugar con riesgo y cuando se te acaba la suerte, al día siguiente estarás despedido. Ser independiente es jugarse la piel y eso solo sirve mientras la ruleta de la fortuna gire a tu favor.

Entre sus múltiples ejemplos, pone el caso de los fabricantes de productos "kosher" (comida pura, que sigue un ritual de pureza) que han puesto la "U" a todos los productos posibles (hasta los zumos de naranja llevan la "U") porque la idea es abarcar a un público muy amplio (absorbiendo a los que quieren productos khoser).

También dice que la escena de Diógenes (el filósofo que vivía en un barril) diciéndole a Alejandro Magno que se apartase porque le daba sombra "es una leyenda".


Críticas a Piketty de Nassim Nicholas Taleb

Nicholas Taleb, en las páginas 191-196 de su libro "Jugarse la piel" (2019), hace una crítica  a Piketty y su libro El capital del siglo XXI. Dice que el texto plantea unas "agresivas afirmaciones" sobre el "alarmante" aumento de la desigualdad en el mundo y una teoría que explica por qué el capital tiende a exigir una tasa de retorno tan elevada con relación al trabajo y cómo la falta de redistribución y de expropiaciones puede hacer que el mundo se venga abajo. Taleb cree que la teoría  del aumento de la "tasa de retorno del capital con relación al trabajo es "manifiestamente errónea", "como sabe cualquiera que haya observado lo que se da en llamar la economía del conocimiento (o cualquiera que haya invertido en Bolsa)".

Según Taleb, "resulta evidente que si uno afirma que la desigualdad cambia de un año para otro habrá que demostrar que quienes ocupan la parte superior del escalafón social son siempre las mismas personas", algo que Piketty no hace. "Pronto descubrí que no solo extraía conclusiones de unos parámetros que únicamente medían la desigualdad estática sino que además aplicaba métodos erróneos: con esas herramientas era imposible demostrar el aumento de la desigualdad". Asegura que el rigor matemático brillaba por su ausencia.

Naleb escribió dos artículos de crítica a Piketty (uno con Raphael Douady y otro con Andrea Fontanari y Pasquale Cirillo) para ver cómo se mide la desigualdad a partir del 1 % más rico y ver sus variaciones. "El error está en que si se aplica este criterio a Europa en su conjunto, resulta que la desigualdad en el continente es superior a la desigualdad media de cada uno de los países que lo integran y el sesgo aumenta cuando hay algún proceso que en sí mismo entraña un elevado grado de desigualdad.

El autor asegura que los economistas no entendieron los fallos de Piketty porque no están familiarizados con la desigualdad (lo ve como la desproporción entre los primeros de la cola, los ricos y mayor posibilidad hay de que el ganador se lo lleve todo).

Según el autor, los "mandarines" (en referencia a los profesores universitarios que viven cómodamente pero envidian a los más ricos pero menos inteligentes que ellos; sin embargo, a los profesores no les afecta el riesgo como a un empresario porque tienen su plaza docente asegurada de por vida) se opusieron a cualquier crítica a Piketty, al que consideraban un erudito por citar a Jane Austen y a Balzac. Asegura que quienes ensalzan a Piketty "son esas personas que adoran teorizar y que muestran su falsa solidaridad con los oprimidos mientras consolidan sus propios privilegios".

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