sábado, 5 de enero de 2019

"Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato", de Jaron Lanier (2018)

Resumen del libro "Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato", de Jaron Lanier (2018)


Ver el resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/01/diez-razones-para-borrar-tus-redes.html

Resumen elaborado por E.V.Pita (2019), doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, Internet, redes sociales, estructura social, monopolios, conductismo

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Ficha técnica

Título: "Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato"

Título original en inglés: "Ten Arguments for Deleting Your Social Media Accounts Right Now"

Autor: Jaron Lanier

Fecha de publicación: 2018

Publicación en español: Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona, 2018

Número de páginas: 185

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Biografía del autor Jaron Lanier (hasta 2019)

Jaron Lanier es científico, músico y escritor, conocido mundialmente por acuñar el concepto "realidad virtual" y defender la importancia del humanismo y de una economía sostenible en el nuevo paradigma digital que domina nuestra sociedad. Su primera "startup", VPL Researchs, creada en los años 80, inventó los primeros productos comerciales de realidad virtual e introdujo avatares, experiencias virtuales multipersona y prototipos de dispositivos que permitían simular operaciones quirúrgicas. Sus libros "¿Quién controla el futuro? (Debate, 2014) y "Contra el rebaño digital" (Debate, 2011) son éxitos internacionales, y ha sido nombrado una de las cien personalidades más influyentes del mundo según la revista Time.

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Texto de la contraportada

Razón 1... Estás perdiendo el libre albedrío

Razón 2... Renunciar a las redes sociales es la mejor manera de resistir la locura de nuestro tiempo.

Razón 3.... Las redes sociales te están convirtiendo en un idiota

Razón 4.... Las redes sociales están socavando la verdad

Razón 5.... Las redes sociales están vaciando de contenido todo lo que dices

Razón 6.... Las redes sociales están destruyendo tu capacidad de empatizar

Razón 7.... Las redes sociales te hacen infeliz

Razón 8... Las redes sociales no quieren que tengas dignidad económica

Razón 9.... Las redes sociales hacen imposible la política

Razón 10.... Las redes sociales aborrecen el alma


"¿Te cuesta imaginar una vida sin redes sociales? ¿Y si te dieran diez razones que te convencieran de la toxicidad de sus efectos? 

En este libro, Jaron Lanier, el hombre que acuñó el concepto "realidad virtual" y uno de los padres fundadores de la web 2.0, nos explica con una contundencia abrumadora cómo las redes sociales están convirtiéndonos en personas rencorosas, tristes, asustadizas, poco empáticas, aisladas y triviales. Todo ello es debido a la tendencia de las redes a sacar lo peor de nosotros, a convertir la política en algo terrorífico, a engañarnos con ilusiones de popularidad y éxito, a cambiar nuestra relación con la verdad, a desconectarnos de la gente, aunque estemos más conectados que nunca, y a coartar nuestra libertad con implacables anuncios especialmente dirigidos.

Si quieres una vida feliz, un mundo más justo y pacífico, o simplemente la oportunidad de pensar por ti mismo sin ser monitoreado e influenciado por las corporaciones más ricas de la historia, lo mejor que puedes hacer es cancelar tus cuentas. Ahora."

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ÍNDICE

Introducción con gatos

Razón 1... Estás perdiendo el libre albedrío

Bienvenido a la jaula que te acompaña dondequiera que vayas

El científico loco se preocupa por el perro enjaulado

La zanahoria y la argucia

El atractivo del misterio

El cielo y el infierno son los otros

El bit como cebo

Adicción, te presento el efecto red

La adicción y el libre albedrío son antónimos


Razón 2... Renunciar a las redes sociales es la mejor manera de resistir la locura de nuestro tiempo.

La máquina de Incordio

Las partes que forman la máquina Incordio

El problema es limitado, por lo que podemos contenerlo


Razón 3.... Las redes sociales te están convirtiendo en un idiota

Nieve tiznada

Conociendo a mi trol interior

La misteriosa naturaleza de la tecnología de amplificación de los idiotas

El más principal de los interruptores principales

Ve allí donde eres más amable


Razón 4.... Las redes sociales están socavando la verdad

Todo el mundo lo sabe

Cuando las personas son falsas, todo es falso

Incordio mata


Razón 5.... Las redes sociales están vaciando de contenido todo lo que dices

Significado entreabierto

El mundo de los pódcats


Razón 6.... Las redes sociales están destruyendo tu capacidad de empatizar


Insensibilidad social impuesta digitalmente

La teoría perdida en nuestro cerebro


Razón 7.... Las redes sociales te hacen infeliz


¿Por qué tantos tuits famosos acaban con la palabra "triste"?

El lado malo de Incordio

El castillo elevado


Razón 8... Las redes sociales no quieren que tengas dignidad económica

Doble Incordio

Incordio de bebé

Incordio contradictorio

Anteojeras de Incordio

Mejor que Incordio

La perspectiva corporativa

La perspectiva del usuario


Razón 9.... Las redes sociales hacen imposible la política

Quemaduras de arco

La Primavera Árabe

Gamegate

LGBTQ

Ni de izquierdas ni de derechas, sino de abajo

"Black Lives Matter"

Ojalá este juego hubiese acabado ya


Razón 10.... Las redes sociales aborrecen el alma

 Conocí una metáfora metafísica

Los cuatro principios de la espiritualidad, según Incordio

La fe en Incordio

El cielo en Incordio

La existencia sin Incordio

La antimagia de Incordio

Conclusión: Los gatos tienen siete vidad

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RESUMEN

Comentarios iniciales: Lanier, uno de los gurús de Silicon Valley, lleva varios años desenmascarando el lado oscuro de las redes sociales. En este libro aborda el lado más tóxico: la adicción a las redes y la supuesta manipulación conductista de la conducta de los usuarios a través de filtros y burbujas y el usuario adicto sin libre albedrío se convierte en un zombi con su cerebro cansado con el piloto automático puesto y a merced de los manipuladores ocultos y de algoritmos indiferentes y aleatorios (ransomware). Dice que todos proporcionamos datos e información porque estamos enganchados y atrapados por el efecto red y nos estamos convirtiendo en "idiotas".

Lanier advierte que las plataformas no tiene otra manera mejor de ganar dinero que consiguiendo que les paguen por modificar el comportamiento del usuario (son hinoptizadores que trabajan para unos clientes que están ocultos y cuya identidad es desconocida, lo que genera desconfianza). El autor recomienda borrar las cuentas de las redes sociales en base a diez argumentos, al menos hasta que las plataformas cambien su sistema de servicio gratuito (donde tú eres el producto) por uno de pago. Dice que se ha convertido en algo normal la vigilancia generalizada y la manipulación sutil y constante, lo que considera "inmoral, cruel, peligroso e inhumano". Se pregunta quién podía usar ese poder y para qué (por ejemplo, plantea la hipótesis de que los datos de los usuarios caigan en poder de una dictadura digital que controla a sus súbditos). El autor también aclara que las empresas de las redes sociales se han dado cuenta de la situación, tienen remordimientos, entonaron el "mea culpa" (Parker y Palihapitiya) e intentan solucionarlo.

El autor arranca el libro explicando por qué los vídeos y "memes" en la Red de gatos (semidomesticados e imprevisibles) tienen más éxito que los perros (domesticados y previsibles). La gente se queda a la expectativa de lo que va a hacer el gato, totalmente imprevisible (siguen siendo ellos mismos). Los usuarios tienen miedo de ser "perros" en Facebook, de hacer algo desagradable cuando suena el "silbato" que los controla. A Facebook y Google los define como "imperios de modificación de la conducta".

En el primer argumento, el autor señala que desde hace cinco o diez años todo el mundo lleva un teléfono inteligente apto para la modificación algorítmica de la conducta. También hay altavoces inteligentes que nos siguen el rastro, miden lo que hacemos y nos devuelven reacciones prediseñadas. "Unos ingenieros a los que no vemos nos van hipnotizando con intenciones que desconocemos. Somos animales de laboratorio", dice Lanier. Recaban datos sobre el usuario a escala colosal, lo monitorizan y evalúan, y las estadísticas revelan patrones de conducta ocultos para los que no tenemos explicación. Una vez que la máquina "sabe" si el usuario está triste puede influir con otros mensajes que han funcionado en otras personas. 

El autor relaciona esta modificación publicitaria de la conducta con el "conductismo" (hace referencia a la caja de Skinner, una jaula donde recompensaba a animales que hacía algo en particular). Añade que hoy se puede adiestrar a alguien usando técnicas conductistas y que la persona ni siquiera es consciente de ello.

Uno de los trucos para atraer al usuario es darle "chutes" de dopamina si alguien le da un "like" a una foto o publicación. Hay un bucle de retroalimentación de validación social. Entre las recompensas figuran caramelos brillantes en "Candy Crush" o tesoros en los videojuegos o respuestas halagadoras cuando publica algo, por lo que publica más. Además de premios, hay castigos (desprecio, ostracismo). Es como el palo y la zanahoria. Otra de las claves es que la "captación" funciona mejor cuando el algoritmo es deliberadamente aleatorio e impredicible porque nuestro cerebro es un buscador innato de patrones y es incapaz de resistirse al reto de encontrar "otro truco" ante un patrón sin sentido o incongruente (misterio que lo hace más fascinante). Además, los algoritmos son "adaptativos" y hace cálculos modificando pequeños cambios y ajustes temporales para ver si mejoran los resultados por ejemplo en la probabilidad de la compra (introduce rutinariamente altas dosis de aleatoriedad para ir ajustándose; son como saltos o mutaciones). Esto es lo que engancha a la mente porque busca un patrón donde no lo hay (este es el sistema de las tragaperras digitales o las apuestas en Internet). El problema del conductismo es que una herramienta de aprendizaje instrumental en vez de creativo. Califica a los anunciantes de "manipuladores" porque, habrá gente que solo quiera vender un jabón pero otros, más oscuros, buscan socavar la democracia, dice el autor.

El autor aclara que la modificación de la conducta es un efecto estadístico de forma que no se manifiesta en todos los individuos de una población (el acierto o predicción es difusa aplicada a un individuo pero exacta a escala poblacional).

Además de los patrones aleatorios, también influye la presión social (sensibilidad hacia el estatus, la opinión y la competición social). Por ello, dice el autor, en las redes sociales, la manipulación de las emociones sociales ha generado recompensas (solidaridad, camaradería, compasión, respeto) y castigos (ansiedad, acoso, miedo, ira; son fácilmente desbordables y generan respuestas reflejas que nos embargan más tiempo). Los castigos son más baratos, desde el punto de vista empresarial y, además, los algoritmos, amplifican las emociones negativas porque detecta que aumentan las visitas. Hay un sesgo hacia "abajo" (es más fácil montar un conflicto que resolver el hambre en el mundo).
Recalca que las emociones negativas son una fuerza superior que influye en la conducta personal, política, económica, social o cultural.

Otro factor es el "efecto de red", que influye en que la gente se quede atrapada en las redes (Uber, etc...) porque otros también la usan por sus beneficios, por lo que carecemos de capacidad real para usar otras diferentes. El idealismo libertario (una Internet libre y gratuita, accesible a todos) degeneró en "monopolios globales" (los usuarios son el producto y no el cliente de las redes sociales, lo que se llama "monopsonios").

En el capítulo 2, habla de la máquina estadística (difusa pero real) que llama INCORDIO (conductas de usuario modificadas y convertidas en un imperio de alquiler). Se basa en seis piezas:

A) Adquisición de la Atención que lleva al dominio de los Idiotas

    Genera agresividad entre los usuarios, que se comportan de forma desagradable.

B) Buitrear en la vida de todo el mundo

     Los algoritmos correlacionan todos los datos de una persona con las del resto y elaboran sus teorías. El nivel de vigilancia y espionaje roza lo distópico.

C) Colmar de contenido la mente de todo el mundo

     Los algoritmos generan para cada usuario un "hilo de contenido", un "motor de recomendación" o personalización. Cada persona ve cosas diferentes, nadie entiende porque otros actúan de otra forma y se reduce la empatía.


D) Dirigir el comportamiento de las personas de la manera más sibilina posible

Las plataformas usan efectos sutiles y acumulativos que pueden hacer que la gente se sienta "triste", alterar la participación electoral  o reforzar la fidelidad a una marca. Los algoritmos optimizan la felicidad, emociones, fidelidad...

E) Embolsarse dinero para dejar que los peores idiotas Engañen disimuladamente a todo el mundo

   La máquina de modificación de conductas se alquila por dinero o debe suministrar un combustible de datos para la plataforma (los periódicos crearon "ciberanzuelos" para entrar en el hilo de noticias de Facebook y sobrevivir al cambio).

F) Falsas muchedumbres y una sociedad Falsaria

  Los usuarios malintencionados que usan la máquina INCORDIO obtienen beneficios. Todo vale: desde poner falsos bots, IA, reseñas, perfiles falsos, todo automatizado... (hay un vandalismo social invisible). Se genera un altavoz a las personas falsas.


En el capítulo 3, el autor dice que en las redes sociales hay una especie de interruptor por el que la gente funciona en modo "lobo solitario" (reflexivo) o "manada" (irreflexivo). Recomienda no caer en este juego y no alimentar la agresividad y negatividad en las redes con vídeos con insultos ni tuitear como "represalia".

En el capítulo 4, aborda la falsedad de mucha información que circula por la red (a veces creada por bots falsos que generan millones de contenidos, "likes", ciberanzuelos, terroríficas historias falsas que aparecen en los hilos de contenido de Facebook...). Da igual si eres de izquierda o derechas, el algoritmo te cataloga dentro del grupo de "paranoicos". Lo preocupante, dice el autor, es que también divulgan falsedades médicas o sanitarias (como el desprecio a las vacunas) que pueden revivir enfermedades olvidadas y erradicadas.

En el capítulo 5, aborda la falta de contexto del contenido (texto, imagen y vídeo) publicado en las redes sociales, lo que genera conflictos por los malentendidos que surgen. Dice que Internet hay "nula o poca" capacidad para conocer el contexto (conversaciones de mujeres se remezclan, se manipulan groseramente, se incorporan a un marco violento o se sexualizan).
Por su parte, los periodistas se ven obligados a "optimizar" los resultados de audiencia de sus noticias para sacarle el mayor partido. De todos modas, muchas de estas cifras son falsas (la audiencia son "bots")
El autor recalca que los "podcats" han sobrevivido a la manipulación del contenido.

En el capítulo 6, Lanier alerta de la falta de empatía que generan las redes sociales. Indica que si lo que decimos deja de tener sentido, tampoco lo tiene para el resto del público. Señala que no podemos saber en qué medida la máquina Incordio sesga y moldea la manera de ver el mundo a través de búsquedas, hilos de contenido, anuncios personalizados o flujos, pues todos son distintos y privados, y personalizados (las señales que nos mandamos unos a otros dejan de tener sentido; nuestro mundo es invisible para quienes nos malinterpretan y viceversa debido a la opacidad). Además se reducen los espacios públicos y hay una mayor insensibilidad social impuesta digitalmente. No hay ya una teoría de la mente, el "no juzgues a la gente hasta ponerte en su lugar".

En el capítulo 7, indica que las redes sociales nos "entristecen" (al establecer unos estándares de belleza, estatus social inalcanzable o la vulnerabilidad ante los troles). Si las redes maximizan nuestra capacidad de atención, lo que amplifica las emociones negativas como si fuese un imán, "la máquina tenderá a encontrar la manera de hacernos sentir mal" sin necesitar saber cuál es el motivo que nos ha hundido. Según el autor, él está enfadado porque la máquina Incordio lo sitúa en una posición "subordinada" y "humillante" al sentirse juzgado (y desencadenar su "trol interior"). No le gusta que Facebook le diga que tiene pocos amigos o de si no gusta (lo que es "incordiante") porque lo clasifica y categoriza (como si fuesen signos del zodíaco o el horoscopo) pues esto puede determinar si nos conceden un préstamo, un empleo o un seguro. A mayores de estos niveles de valoración superficiales y visibles, hay otros opacos que nadie conoce (mediante correlaciones matemáticas que nadie sabe interpretar, la llamada interpretación de capa intermedia).

En el capítulo 8, aborda la inseguridad económica que genera el algoritmo Incordio (al fomentar los trabajos esporádicos mientras solo un puñado de emprendedores se hace rico). Dice que el movimiento que creó Internet cometió un error inocente:  se adoptó como dogma el software libre y abierto, con el código fuente bien visible pero esta teoría, al ser inviable económicamente, no llegó a funcionar. Sin embargo, las compañías con máquinas Incordio tienen software hipersecreto y oculto, inaccesible a los háckers por lo que "el código secreto con el que nos manipulan está protegido como las joyas de la corona". El segundo error, dice el autor, es permitir que los servicios fuesen gratuitos (el único modelo que funcionó fue el de la publicidad a costa de los músicos, traductores y periodistas). El problema es que ahora alguien paga para manipularnos y que genere trabajos precarios en Uber mientras espía a los pasajeros, dice Lanier. No hay sitio más que para unas pocas superestrellas.

La posibilidad que contempla Lanier es "monetizar directamente servicios como la búsqueda y las redes sociales". El usuario pagaría una cuota mensual por usarlos pero si contribuyese con contenidos, ganaría algo de dinero "en vez del simbólico cinco estrellas actual". Hay un precedente y son las televisiones por Internet como Netflix o HBO. Dice que cuando los usuarios paguen por las plataformas, estas servirán a sus usuarios y clientes (a su vez, dueños de sus datos, con los que puedan ganar dinero si son valiosos).

Añade que Google y Facebook están "muy enganchados" a la máquina Incordio.

En el capítulo 9, aborda la imposibilidad de generar política porque la red se ha llenado de insultos y vídeos violentos y la manipulación de los votantes para que disminuyan su participación electoral (por ejemplo, para provocar la derrota de Hillary Clinton, según sugiere el autor). Menciona que muchos votantes se sintieron desdeñosos y desesperanzados para no ir a votar, lo que explica con la expresión "redlining" (manera disimulada mediante la cual los bancos estadounidenses, supuestamente, han manipulado históricamente los algoritmos con los que evaluaban la solvencia crediticia para discriminar a los barrios negros). Se pregunta dónde está lo espontáneo y lo premeditado en algunas reacciones de los votantes de Clinton que se vieron impelidos a ridiculizarla.

En el capítulo 10, analiza las cuestiones "espirituales" de la red (libre albedrío, sentido de la vida frente al objetivo actual de "optimizar"). Google incluso trabaja para el "más allá", casi como una religión. Además, algunos ingenieros no sirven a la Humanidad sino que trabajan para futuras máquinas de Inteligencia Artificial que herederán la Tierra (la singularidad). El autor replica que la IA es un "cuento" inventado por los informáticos para conseguir financiación hace años, una fantasía que oculta una ingeniería de código chapucera. Añade que la religión de la máquina Incordio está conectada a un negocio que otorga empatía a programas de ordenador (la IA) para soslayar que eso degrada la dignidad, el estatus y los derechos humanos de seres reales (con los que no se tiene ninguna empatía y a los que se silencia). Recalca que todos somos una humilde célula en un superorganismo que es la plataforma.

La forma de resistirse es abandonar esas redes sociales tóxicas (incluye a WhatsApp, Instagram) que espían al usuario y crear las propias web. Dice que a medida que haya más gente consciente, abandonarán esas redes.







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