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jueves, 11 de enero de 2024

"Cómo no ser esclavo del sistema", de Alexandre Lacroix (2021)

 Resumen del libro "Cómo no ser esclavo del sistema", de Alexandre Lacroix (2021)

Resumen original y actualizado en:

https://evpitasociologia.blogspot.com/2024/01/como-no-ser-esclavo-del-sistema-de.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, Economía, modernidad conectada, sociedad digital, utilitarismo, capitalismo, filosofía, felicidad

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Ficha técnica

Título: "Cómo no ser esclavo del sistema"

Título original en francés: Comment ne pas être esclave du système?

Autor: Alexandre Lacroix

Fecha de publicación en francés: 2021

Fecha de publicación en español: Arpa & Alfil Editores SL, Sant Andreu de la Barca, 2023

Número de páginas: 106

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Biografía de Alexandre Lacroix (hasta el 2023)

Alexandre Lacroix (Poitiers, 1975) es escritor, filósofo y periodista. Es licenciado en Economía y máster en Filosofía por la Sorbona, y graduado en Sciences-Po París. Actualmente, es director de Philosophie Magazine, premiada en 2010 como la "Mejor Revista del Año" por el Sindicato de Editores de Revistas de Prensa de Francia. Además, es profesor de Escritura creativa y Humanidades políticas en Sciences-Po París y confundador de la escuela de escritura Les Mots.

Ha publicado más de veinte ensayos y novelas para adultos traducidas al inglés, alemán e italiano, entre ellas Ce qui nous relie (2016), Devant la beauté de la nature (2018), La Naissance d'un père (2020) y Aprender a hacer el amor (2022). También es autor de ocho libros infantiles, entre ellos, Un asunto de dragones (2016).

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Texto de la contraportada

"Una filosofía de acción clara y concisa para ayudarnos a encontrar un sentido profundo a nuestra vida en comunidad: hallar un término medio entre la adhesión y la huida del sistema.

Cada vez somos más los que soñamos con escapar del sistema. Escapar de esa maximización del beneficio que nos rodea por todas partes, devastando nuestras sociedades y el planeta. Pero romper con la forma de vida convencional requiere sacrificios que pocos de nosotros estamos dispuestos a hacer. Entre la pertenencia plena y la fuga ¿hay un camino?

Sí, responde Alexandre Lacroix, que ahora en las raíces de nuestro malestar al desvelar la lógica de nuestra modernidad conectada. Este mundo donde el emprendimiento, el teletrabajo y las verdades alternativas de las redes sociales borran las fronteras entre lo público y lo privado, jornada laboral y tiempo libre, explotador y explotado, verdadero y falso.

Desnudar este mecanismo proporciona nuevos puntos de referencia a cada uno de nosotros y nos permite introducir un poco de juego. Al liberarnos del utilitarismo dominante y al adoptar un ideal no negociable que guíe nuestra acción, es posible retomar las riendas de nuestra existencia".

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ÍNDICE / SUMARIO

Prefacio

1. Los orígenes del sistema

2. Descodificar nuestra época

3. Dandis y crédulos

4. Dominante, dominado

5. Cuando es hora de actuar

6. Por un posutilitarismo

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RESUMEN

Lacroix dice que en cada uno de nosotros hay un capitalista y un marginal, un dominante y un dominado. Cree que la solución es el "postutilitarismo", en el que la parte marginal formula un ideal (hacer muebles o menús ecológicos) y la parte capitalista y calculadora la lleva a cabo "sin perder dinero". Afirma que cada "postutilitarista" se declara responsable de un "pedacito del mundo". El "postutilitarista" no es un héroe de película que salva el mundo sino alguien que hace mejor su parcela y, si se suman todas, "las cosas podrían avanzar". Deposita sus esperanzas en la ordinaria existencia.

El autor quiere dar una nueva visión a las críticas sobre la economía globalizada y la política contemporánea que recomiendan ralentización, sobriedad y frugalidad feliz. Afirma que todo el mundo ve que la competencia de intereses egoístas lleva al mundo al desmoronamiento, el productivismo y el consumismo hacen estragos, generan desigualdades inaceptables, provocan un sufrimiento intolerable y destrozan los ecosistemas terrestres. Pero la gente se hace esta pregunta: "Yo tengo que comer, pagar los estudios de mi hija mayor, si me voy al aire libre a producir queso de cabra pondré en peligro a mis hijos, Francia será vasalla de China e India". El autor dice que la postura del alma bella que rechaza categóricamente la economía de mercado y la tecnología no es creíble, la gente es parte del engranaje de la gigantesca maquinaria económica y social objeto de virulenta denuncia pero ignora cómo salir de ahí.  Alexandre Lacroix quiso dar la respuesta en el libro y cuya solución pasaría por el "postutilitarismo" (anteponer un objetivo ideal a uno material) y su propuesta consiste en cambiar el proyecto utilitarista y "maximizar el beneficio con sujeción a un ideal". Por ejemplo, el razonamiento actual de un carpintero es vender la mayor cantidad de muebles posible con el mayor margen de beneficio mientras que un "postutilitarista" diría: hacer los muebles más bonitos que pueda diseñar, que tengan una huella ecológica razonable (no usar maderas exóticas), destinados a una población necesitada (niños, ancianos, discapacitados), o hacer solo muebles para jardines o barcos por su amor al aire libre o el mar. El autor cree que establecido ese horizonte idealista nada le impide obtener beneficios y mejorar sus ingresos poco a poco, pero siempre con un ideal presente ya desde la línea de partida.

Lacroix insiste en que el "postutilitarismo" "nos invita a comprender que no es necesario hacer grandes renuncias ni ser un ferviente asceta para perseguir un propósito ético, para sentir el impulso de un ideal". "Cualquiera puede llevar una existencia ética, en cuanto profesional y ciudadano, sin ser ideólogo ni un santo", dice el autor. En realidad eso ya existe: el escritor de best-sellers frente al escritor de "libros de autor" (que no permiten que las búsquedas de beneficios desvirtúen las cualidades literarias de sus escritos ni su inexpugnable santuario de "ideal-sujección" [un ideal-ancla]). 

El autor culpa a Jeremmy Bentham, el filósofo del siglo XVIII creador de la "exorracionalidad" utilitarista. Durante dos siglos han gobernado las ideas del utilitarismo, desde la visión de los economistas que se decantan por la utilidad o el bienestar como "mayor número de bienes poseídos" (riqueza, comodidad, adquisición de bienes). La escuela neoclásica consideraba la "maximización del bienestar" y la "maximización del beneficio" como términos intercambiables a efectos de modelar el comportamiento, por lo que se impuso una definición material de la felicidad (el equivalente a un billete de cien euros, pues este lleva unida una cantidad fija de bienestar). Además, la acumulación de bienes no está limitada por la fisiología.

Dentro de esta lógica, el hombre moderno supercomputerizado e interconectado se ve obligado a maximizar sus comportamientos de producción y consumo y sus relaciones sociales a fin de maximizar su bienestar material.
El autor considera que su estrategia de ruptura del sistema va dirigida a los que se levantan por la mañana para trabajar para que aplique su "teoría de la acción" a su propia escala sin adoptar un discurso extremo o sacrificado. Ideas simples que dé libertad para hacer cambios que tengan efecto en la vida.

La maximización del beneficio siempre se realiza con sujeción a algo, generalmente el capital y el trabajo. Propone cambiar la perspectiva y maximizar el beneficio en función de la "aspiración personal fundamental".

Dice que los utilitaristas quieren maximizar la utilidad pero discrepan sobre si es una cierta cantidad de placer o bienestar, una cualidad del ser. La propuesta de Lacroix es jerarquizar las utilidades y anteponer una a la otra. Su método del "postutilitarismo" consiste en proponerse un objetivo ideal primero y un objetivo material después.

El autor admite que el trabajador de una cadena de palitos de pescado automatizada y cronometrada no es precisamente un artista o un artesano que buscan el trabajo bien hecho y quizás tenga que buscarse otra motivación. Lacroix dice que la pertenencia a la comunidad es fuente de satisfacción y que las relaciones sociales pueden alegar al trabajador de la fábrica de palitos de pescado y hacer deporte o tener aficiones (autorrealización) o apoyar a los recién llegados o el compromiso sindical para escapar del asilamiento y la tragedia.

Lacroix recalca que trabajar en una ONG o en una escuela Montessori, que parecer oficios de propósito de acción virtuosa, no tiene porqué ser mejor. No  niega que en estas nobles entidades haya luchas de poder, espíritu de competición, carrera por la financiación o hacer expedientes falsos para lograr mayores subvenciones. El autor incide que el "postutilitarismo" es individual y que cada uno debe poner su ideal-límite, que será innegociable y no se podrá renunciar a él porque da sentido a tu búsqueda de beneficio.

El autor busca los orígenes del Sistema en los inicios de la modernidad, en Descartes, quien inició una "desconexión radical" que separa el mundo de los sentidos del de la mente pero también promueve "ideas claras y distintas", o sea, el blanco y negro de toda la vida, un "régimen de separación" que influyó en la civilización occidental, pues le siguió la desconexión de poderes (Montesquieu y "El Espíritu de las Leyes") en 1748 (origen de las actuales constituciones). Descartes también inauguró el antiecologismo al insistir en la necesidad de dotarnos de una ciencia y técnica capaces de "convertirnos en dueños y señores de la naturaleza" (un anuncio de un programa que desembocó en una crisis ecológica y que define a los seres humanos como animales desconectados de la naturaleza). A pesar de la alerta de Rousseau sobre la nefasta "desconexión del estado de naturaleza", esa fue la tendencia de los pensadores modernos y es la base de la propia modernidad.
 
A esta separación mente-cuerpo le siguió después la división del trabajo (Adam Smith, 1776), Condorcet (1791) con la distinción de la instrucción (verdades de hechos, cálculo) y la educación (se desconecta la adquisición de competencias y el cuestionamiento del sentido de la vida), Jonh Stuart Mill (1859) disoció la esfera pública y la esfera privada (soy yo el único que juzga lo que está bien), y Karl Marx (1844), propone la alineación del trabajador por la barrera de clase infranqueables y "vampirizado" por la mercancía, y la posterior experiencia política del materialismo desembocó en nuevas divisiones.

Esta "lógica de la desconexión" es propia de la primera modernidad y generó múltiples divisiones bipolares en la metafísica (yo/los demás, etc..), la ciencia (verdadero/falso...), la política (estado/ciudadano...) y la economía (trabajo/ocio, división del trabajo, productor/producto, capital/salario, burgués/proletario).
 
El autor dice que esta primera modernidad separadora, compartimentada y segregacionista concluyó en 1989 y "hemos de repensar el mundo bajo nuevos auspicios". El autor dice que el régimen de separación merecía ser rechazado porque "apostaba excesivamente por la independencia soberana de juicio". Lejos de ser un yo aislado, la sociedad digital del siglo XXI es una "telepatía asistida por las máquinas" (recibes mensajes constanmente de otros por WhatsApp, móvil, email...), lo que se llama la "intersubjectividad", que se ha convertido en nuestra condición existencial porque somos un nodo entroncado en una red inmensa. Es la segunda modernidad, la modernidad "conectiva", que tiene un razonamiento en árbol, en hipertexto, un viaje al conocimiento en más de dos dimensiones, una lectura multidimensional.

Como ejemplos de la modernidad "conectiva" cita la Naturaleza (civilizada por los humanos, por el Antropoceno y la propia naturaleza humana modificada por la manipulación genética), o la división del trabajo (reemplazada por el "multitasking"; trabajar mientras se leen los emails auxiliado por la telepatía de las máquinas). A ello se suma que muchos empleados son ahora propietarios de sus herramientas de producción (el ordenador, el smartphone porque el trabajo ya no es cautivo), y el producto ahora es inmaterial (interfaces que conectan al usuario).

Afirma que oponerse a la conexión es hipócrita (dandismo de desconexión) porque para los trabajadores el teléfono es una herramienta indispensable para vivir, como se vio en el confinamiento. Pero cree que la "ofensiva conectiva" podría conducir a la pérdida de pensamiento crítico y de la independencia de juicio, al fin del tiempo libre, a la imposibilidad de escapar del control, etc... Atisba un horizonte de "totalitarismo digital" (espionaje masivo, sistemas de crédito social en algún país de Asia).

Cree que apoltronarse en la modernidad separativa es un error por ser algo ya nostálgico pero que aferrarse a la modernidad conectiva es "dar carta blanca a las peores dominaciones del porvenir". Para colmo, las tensiones externas se juegan en nuestro interior (ahora eres un emprendedor, deseas compartir en las redes para tener publicidad). El hecho de que aún nos quede algo de control supone que todavía podemos inclinar la balanza hacia una tercera vía, dice el autor.

lunes, 8 de julio de 2019

"La rebelión de Atlas", de Ayn Rand (1957)

Resumen del libro "La rebelión de Atlas", de Ayn Rand (1957)

Resumen original y actualizado:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/07/la-rebelion-de-atlas-de-ayn-rand-1957.html

Resumen realizado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, capitalismo, política económica, empresa, emprendimiento, individualismo

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Ficha técnica

Título: "La rebelión de Atlas"

Título en inglés: "Atlas Shrugged"

Autora: Ayn Rand

Fecha de publicación: 1957

Primera edición en español: Editorial Marin SA, Barcelona, 1961, 1972

Número de páginas: 1260

Nota: en el 2019, Deusto publicó una edición revisada.

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Biografía de la autora

Ayn Rand nació en San Petersburgo, donde estudió en la Universidad de Leningrado. Emigró a Estados Unidos para escribir con libertad. Fue guionista de Hollywood. Escribió Los que vivimos, La hora 25, El Manantial (llevada al cine) y La rebelión de Atlas, entre otros, que se convirtieron en superventas en los años 40 y 50. Murió en los años 80. Se le considera la filósofa del Objetivismo.

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ÍNDICE

Primera parte. No contradicción

I. El tema

II. La cadena

III. La cumbre y el abismo

IV. Los motores no movidos.

V. El momento culminante de D'Anconia

VI. Los no comerciales

VII. Explotadores y explotados

VIII. La línea "John Galt"

IX. Lo sagrado y lo profano

X. La antorcha de Wyatt


Segunda parte. Una alternativa u otra

I. El ser que pertenecía a la tierra

II. La aristocracia de la violencia

III. Chantaje blanco

IV. La sanción de la víctima

V. Cuenta con saldo excesivo

VI. El metal milagroso

VII. La moratoria sobre el cerebro

VIII. Por nuestro amor

IX. El rostro sin dolor, sin temor y sin culpa

X. El signo del dólar

Tercera parte. A es A

I. La Atlántida

II. La utopía de la codicia

III. Antiegoísmo

IV. La antivida

V. Protectores de sus hermanos

VI. El concierto de la salvación

VII. "John Galt" al habla

VIII. El egoísta

IX. El generador

X. En nombre de lo mejor de nuestro ser

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Resumen

Comentarios iniciales: La obra tiene interés porque ha inspirado a algunos de los gurús de Silicon Valley, al menos en la necesidad de competir y emprender por parte de los hombres de negocios. Según dice la propia autora, su filosofía es el concepto del hombre como un ser heroico, con su propia felicidad como el propósito moral de su vida, con el logro productivo como su labor más noble y con la razón como su único absoluto. Es admiradora de Aristóteles.

El libro arranca con la pregunta : "¿Quién es John Galt?", que se repite numerosas veces a lo largo del libro, incluso en ocasiones aparece sin venir mucho a cuento. A todo ello, la protagonista tiende una línea ferroviaria llamada John Galt. Es una frase que se repite en un contexto en el que parece que "todo el mundo se derrumba alrededor" y en una economía lastrada en la que los salarios no alcanzan para vivir y los sindicatos preparan huelgas del transporte. Cada persona cuenta su versión sobre John Galt, al que dicen conocer: que si es un nuevo Prometeo que cambió de actitud y se llevó el fuego hasta que los hombres se llevasen a los buitres que le picoteaban. Otros dicen que era un líder de principios de siglo.

La heroína es la dura directora ferroviaria de Tággart Transcontinental, Dagny Tággart, que mantiene un idilio primero en sus veranos adolescentes con un joven aristócrata latino llamado Francisco d'Anconia y luego un apasionado romance con un empresario del acero casado y llamado Hank Rearden. Dagny está obsesionada con oír el Quinto Concierto de Halley, un músico que se retiró en lo más alto de su éxito.

El libro arranca cuando Dagny contrata un tendido de raíles de acero especial (luego bautizado como Metal Milagro) comprados al empresario Rearden sin permiso de su hermano Jim, al que ella culpaba de no hacer nada por remediar los atrasos en la línea ferroviaria a causa de un proveedor incompetente.  Además, el hermano hacía tan malos negocios que México le expropió su línea en el país vecino. Y para colmo el hermano Jim aprobó con el resto del trust ferroviario la expulsión de un competidor en Colorado, al que arruinaron.
Así que ella siguió por su cuenta en sus proyectos ferroviarios y se alió (y algo más) con Rearden para tender una novedosa línea con un acero de gran calidad. Ambos eran grandes emprendedores y se marcharon una semana de vacaciones a visitar viejas fábricas de la familia, ruinas donde encontraron los planos de un revolucionario motor de regeneración que consumía muy poco combustible. Buscan al inventor del motor de la "Twentieth Century Motor Company" que está desaparecido y para pedirle que lo reconstruya.

Los problemas surgen cuando la despechada esposa de Rearden descubre que Dagny luce un brazalete de acerías Rearden y sospecha que le es infiel. Intenta desenmascarles varias veces sin éxito, tanto en una fiesta de gala como en la estación de tren.
Además, Rearden se convierte en objeto de ira de los pobres, ancianos desesperados que se quejan de la falta de oportunidades, que culpan a los ricos.

En el libro se adivina una intensa competencia entre los empresarios del ferrocarril, unos conspirando contra otros y otros innovando y trayendo nuevos proyectos, lo mismo que dos mujeres (esposa y amante) que compiten por un poderoso hombre de negocios.

Posteriormente, Rearden regala la licencia del "Metal Milagro" al verse obligado por sus competidores. Pero, poco después, un saqueador de oro danés reconvertido en Robin Hood le devuelve unos lingotes suyos en medio de la noche.

Debido al mal funcionamiento de los trenes, algunos plantean nacionalizar los ferrocarriles. También hay muchos problemas con los saqueadores que se llevan todo lo que pueden de las vías y las minas.

Mientras surgen todos los problemas, Dagny retoma su relación con su amante juvenil Frisco d'Anconia, que se plantea dejar sus minas de cobre para que nadie se las saquee. A todo ello se suma que un brutal accidente hunde la Taggart Transcontinental al desplomarse un túnel de las Rocosas sobre el tren de lujo Comet. Dagny contacta con Rearden para que fabrique nuevos rieles urgentemente. Finalmente, Rearden abofetea a d'Anconia al enterarse de que es amante de Dagny, y luego la posee a ella.

En los siguientes capítulos, el misterioso John Galt contacta con Dagny, a la que le hace llegar a su guarida en las montañas tras un accidente aéreo. Allí encuentra a viejos conocidos, como un empleado de la compañía (Ellis Wyatt) que se había marchado de la empresa sin explicaciones. También encuentra la inventor del motor novedoso que quería reconstruir. Junto al campamento de  la Quebrada de Galt hay varios empresarios del automóvil, negociantes del petróleo, el músico Halley, otros innovadores arruinados de la aviación, un proveedor de raíles, un médico que se quejaba de la supervisión del Estado, un profesor de Economía y otro de Historia expulsados por sus escritos, así como una novelista. Todos eran aristócratas que ahora hacían trabajos modestos. Ahora, todos asumen humildes funciones en bien de la comunidad. Prefieren extraer poco petróleo para sus necesidades que regalárselo a los "explotadores", por lo que se sienten ricos y no trabajan para el mercado sino para el uso, sin permitir que sus días se marchasen por el desagüe para el beneficio de otros. Todo el campamento era un ejemplo de austeridad y destacaba una inscripción: "Juro por mi vida y mi amor a la misma que jamás viviré para nadie ni exigiré de nadie que viva para mí". Ella le dice a Galt: "Ese es el lema de mi vida" pero él le responde: "Quizás no haya sido el modo correcto de practicarlo", a lo que contesta: "Veremos quién tiene razón".

Galt explica a Dagny que todos los empresarios que están en el campamento están en "huelga": "Solo existe una clase de hombres que nunca estuvieron en huelga en toda la historia". Dice que a lo largo de la historia quienes intentaron formular cuestiones racionales fueron perseguidos pero algunos continuaron pensando y la Humanidad avanzó. Se quejan de que les obligan a adorar la incompetencia y bajo directrices de quienes son incapaces de producir nada. "Esta es la huelga de las víctimas. Estamos en huelga contra el martirio y contra el código moral que nos lo exige". Galt dice que se critica a los empresarios por ser parásitos pero "¿qué sucedería si abandonasen el negocio?". Por eso propone al mundo enseñar "quién depende de quién".
Recuerdan que el hermano de Dagny ha logrado parte de los beneficios gracias a los saqueadores: subvenciones del Gobierno, subsidios.

Una de las escenas clave del libro es cuando Galt se dirige por radio a todo el país y lanza su mensaje de indignación.

Intentan reclutar a Dagny, la única persona del mundo exterior que conoce su existencia.

Finalmente, otros empresarios contactan con Galt por emisora de radio y unos militares lo llevan a un hotel Wayne-Falkland para aceptar sus condiciones y su dirección como dictador económico y cerebro.. a cambio de no cambiar nada del gobierno. Galt lo rechaza porque él solo desea la libertad. Al final, acuerdan hacer una campaña mediática para dar forma a la nueva política de Galt con los esfuerzos unidos de altos dirigentes del país. Los empresarios, incluida Tragatt, le imploran para que salve el mundo debido a una carestía de alimentos por la huelga patronal. Galt se niega y, como lo tienen prisionero, lo torturan con electricidad para doblegarlo. Finalmente, Galt se reúne con sus amigos (Reander, Frisco y Dagny), que lo rescatan tras encañonar a sus guardianes, Ya libres tienen nuevos planes, ayudado por Dagny, cuya mano descansa sobre su hombro. Desde las colinas ven las ruinas de un mundo.
El libro termina diciendo Galt: "El camino queda expedito. Hemos de regresar al mundo". Y levantando la mano sobre la desolada tierra, trazó en el espacio  el signo del dólar [nota del lector: curiosamente, la autora llevaba en la solapa un "pin" de oro del signo del dólar].

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CRÍTICAS A "LA REBELIÓN DEL ATLAS" POR OTROS AUTORES

"La mente reaccionaria", de Corey Robin (2011)

Corey Robin escribió en el 2011 "La mente reaccionaria", ensayo en el que examinó el libro La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, al que incluye entre otros autores conservadores como Burke, Scalia o incluso reaccionarios. En su niñez en San Petersburgo, Rand (seudónimo de Rosebound) vivía en una familia pobre en el ghetto y su madre no le podía comprar camisas blancas (es posible que estuviese prohibido), por lo que se llevó un disgusto y se prometió a sí misma que tendría dinero para comprarse lo que quisiera. De adolescente, mientras sus padres pasaban hambre ella se iba al teatro. Robin viene a decir que la joven era egoísta que se ponía como meta salirse con la suya, al igual que sus personajes.

 Dice que la autora emigrada rusa ni era novelista ni filósofa pero pretendía ser ambas cosas. La acusa de ser un fraude intelectual. Añade que ella se definía como heredera de Aristóteles y su lógica (A=A) pero el autor señala que el filósofo griego sí que era un filósofo de verdad y se tomó su tiempo en reflexionar sobre los aspectos éticos, algo de lo que carece Rand, demasiado egoísta e individualista. Sospecha que la autora ni siquiera se leyó la obra de Aristóteles y si lo hizo no entendió nada. Aunque Aristóteles fue la base del cristianismo medieval, la religión no es mencionada en las obras de Rand; directamente no se habla del tema.

Robin añade que la autora tiene una gran deuda con el filósofo alemán Nietzsche, si es que no copió directamente sus ideas, en las que señala que hay dos clases de personas: tipos como Galt o el arquitecto de El Manantial, que son los que hacen avanzar el mundo gracias a sus proyectos de emprendimiento e ideas, y luego la plebe ignorante, que disfruta del trabajo que hicieron otros. Este pensamiento elitista hunde sus raíces en el siglo XIX. Al llegar a Estados Unidos, el primer libro que ella leyó fue el de Nietzsche y, aunque le influyó  mucho al principio, luego fue perdiendo fuelle. En sus guiones intentaba dar dramatismo pero las tramas eran inverosímiles y pese a ello le llovían los fans y admiradores. Se dice que La rebelión del Atlas es el libro más influyente del siglo XX en Estados Unidos (detrás de La Biblia) pero Robin lo duda aunque es verdad que vendió millones de ejemplares.

 En esencia, sus personajes son héroes cotidianos que están en conflicto con las masas. Pero Robin ve una contradicción porque Galt se dirige durante horas por radio a millones de oyentes que lo aplauden y no parece que haya mucho conflicto. Por eso, parece que el conflicto está entre el héroe y los intermediarios que se interponen para comunicarse con las masas. Y, eso, dice Robin nos lleva directamente a algún tipo de fascismo.











lunes, 7 de agosto de 2017

"Lo único exacto", de Alain Finkielkraut (2015)

Resumen del libro "Lo único exacto",  de Alain Finkielkraut (2015)

Resumen del libro original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/07/lo-unico-exacto-de-alain-finkielkraut.html

El resumen fue realizado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, filosofía, Europa, Francia, política

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Título: "Lo único exacto"

Título original en francés: "La seule exactitude"

Autor: Alain Finkielkraut

Fecha de publicación en francés: 2015, Editions Stock

Fecha de publicación en español: 2017, Madrid, Alianza Editorial, Anaya

Número de páginas: 319

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Biografía del autor Alain Finkielkraut (hasta el 2017)

Alain Finkielkraut, filósofo y ensayista francés, es profesor de Historia de las Ideas en la Escuela Politécnica de París. En los años setenta también ejerció la docencia en la universidad norteamericana de Berkeley. Es uno de los intelectuales franceses más implicados en los problemas sociales actuales, en denunciar la "barbarie del mundo moderno". Lleva un programa radiofónico en France Culture e interviene muy a menudo en los medios de comunicación de su país. Autor de una obra muy amplia, muchos de sus libros, como En el nombre del otro: reflexiones sobre el antisemitismo que viene o La derrota del pensamiento, han sido traducidos en España. En Alianza Editorial están publicados Y si el amor durara, Un corazón inteligente y La dentidad desdichada. Desde abril del 2014, Alain Finkielkraut es miembro de la Academia Francesa.

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Texto de la contraportada

"Se dice que han vuelto los años treinta. La derecha fundamentalista y facciosa toma las calles, el orden moral sale de las catacumbas, la crisis económica crece buscando un chivo expiatorio y la islamofobia toma el relevo del antisemitismo. Esta analogía histórica pretende esclarecernos, pero nos ciega. El querer leer lo que sale a la luz de lo que ocurrió nos oculta la inquietante actualidad. Mostrar que vivimos un momento crítico e histórico, paradójicamente enmascarado por las referencias incesantes a la Historia; enfrentarnos a este momento crucial en lo que tiene de irreductible para el repertorio de nuestras vicisitudes: ese es el objetivo del libro. Lo que está en juego es tan existencial como intelectual. Si, como escribe François Mauriac, "la prueba nunca vuelve hacia nosotros la imagen que esperamos", nos incumbe ser precisos y mirar de frente a lo inesperado. En una época que tiende a tomarse por otra, la exactitud se convierte en el objetivo principal del pensamiento".

"Alain Finkielkraut, con el rigor que le caracteriza, toma una serie de hechos políticos, sociales, filosóficos, mediáticos..., de los últimos años y, apoyándose en otros pensadores como Hannah Arendt, Albert Camus o Milan Kundera, los analiza y reflexiona buscando entender lo que está pasando, comprender el desequilibrio permanente al que nos empuja el presente.

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ÍNDICE

La prueba del presente

2013

La libertad contra la finitud
Las nuevas misiones de la escuela
La palma del desastre
Viaje por Francia
El adiós de Benedicto XVI
Stéphane Hessel y su librito
Oídos sordos
Los 80 años de Philip Roth en Newark
Nuestra laicidad
¿Es así como viven los hombres?
La discordancia de los tiempos
La moral laica en la escuela
La libertad maltratada por sus propios beneficiarios
La abrogación del mundo real
La urgencia de combates en la retaguardia
¿Qué es la teoría del género?
¿Es reaccionaria Francia?
El desconcierto de la moral
La salida de la religión y de la laicidad
El nuevo frente
La prosa y la pausa
La rebelión de los ángeles
El presente que desconcierta y el pasado que obliga
Las mejores intenciones
El homenaje a Mandela
La casa vacía
Intermerzzo
¿Puede ser uno heideggeriano?

2014

¿Es demasiado tarde?
La regla del tercero
El metapoder
La confusión de las memorias
El réquiem por la indiferencia
"La gran mudanza del mundo"
Los lobos conectados
¡El fascismo no morirá!
La izquierda ya sabe que es mortal
Las salpicaduras de la guerra de Gaza en Francia
La incuriosidad periodística
El crimen perfecto
Si yo fuera François Hollande
El eterno regreso de los años treinta
El equívoco democrático
Las verdades y divagaciones de Éric Zemmour
El anacronismo de los modernos
Memoria judía, memoria polaca
El futuro cruce de los judíos que van con los que vienen
La metamorfosis de Lunel
El precio de la nada
El corazón y la razón
¿Reconocer Palestina?

Enero-junio 2015

El choque
Fractura francesa
Después de Charlie
El atolladero moral de Auschwitz
El espíritu de la penitencia
Lo trágico de la repetición
El nombre que enfada
"El oso y el amante de los jardines"
La buena muerte
Cuando el antirracismo pierde la cabeza
La revocación de la promesa
El "polémico Todd"
Después de la victoria, sigue la lucha

Para concluir

El dreyfusismo intempestivo de Charles Péguy
Grandeza y añagaza de la redención alemana
El final del final de la historia
La noche de Colonia

Epílogo

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RESUMEN

El libro está muy orientado a hechos concretos de actualidad de Francia y sus fantasmas como las dos guerras mundiales, la inmigración, el ascenso electoral de los partidos ultraderechistas, las relaciones con Alemania, pero que, en conjunto, también sirven para el resto de Europa para interpretar los acontecimientos actuales.

El primer capítulo abordan la aprobación en Francia del matrimonio homosexual, como una consecuencia más de la libertad del individuo y la igualdad. El autor señala que en el "matrimonio para todos" se invocó el derecho a la diferencia en nombre de la democracia y ahora nos zambullimos democráticamente en la indiferenciación.  Algunos pesimistas recuerdan que la boda da acceso al derecho a la adopción, a la procreación asistida para las parejas lesbianas, el levantamiento de la prohibición de gestar para otro (las madres de sustitución), lo que daba lugar a hijos con dos padres o dos mamás. El autor no lo ve nada natural y "algo en mí se revela contra esa evicción de la alteridad en la filiación". Una evicción surgida de "un monstruo de la voluntad": el derecho al hijo, el derecho a dar la vida, ahora una libertad individual y no de una obra común entre un hombre y una mujer.
"Al haberse convertido ea creencia secreta que es la tecnociencia en su programa explícito, empieza a manifestarse una oposición; es el rechazo de ver que la libertad se revuelve contra la finitud", dice el autor. En el segundo capítulo, se preocupa de que el Estado esté evangelizando a los jóvenes en un nuevo mundo para convertirlos en la vanguardia de la modernización de las costumbres: no los trata de integrar en una civilización antigua sino de hacer tabla rasa y convertirlos en civilizados.

Luego,  Alain Finkielkraut habla de la película sobre la esclavitud "Django", dirigida por Tarantino, en la que "se congratula maltratando la Historia para vengar a las víctimas". El héroe parece un rapero con los músculos de Rambo y presenta a las plantaciones no como una civilización en decadencia sino como un campo de concentración y las escenas de acción parecen sacadas de un videojuego. Considera que es un ejemplo de "infantilismo" del siglo XXI, burlón, esnob, tontos engreidos con una sonrisita en los labios, con un guiño para dejar ver que no nos engañan. "A modo de realidad solo queda una devastación socarrona", dice  Alain Finkielkraut.

El siguiente caso aborda la globalización y la inmigración y el miedo en Francia a los extranjeros.  Alain Finkielkraut se pregunta si el miedo al otro es un diagnóstico correcto. Periodistas que visitaron "hasbash" en barrios franceses no se siente en su casa, hay desconfianza, se encuentran en un país extraño en su propio país. Es una "reedición" del malestar francés, una recaída del caso Dreyfus y de los años 30: proteccionismo, nacionalismo, todo lo tenemos de nuevo aquí (dice Pierre Rosanvallon en "La sociedad de los iguales"). El autor rechaza esta comparación:" ¿donde estaba el equivalente a los yihadistas o al-Qaeda en los años 30? ¿Había caricaturistas o novelistas amenazados de muerte?". Cree que ahora se tiene miedo a la realidad y solo la comparan desaforadamente para huir de ella.

Otro de los capítulos examina la dimisión del papa Benedicto XVI por razones de salud, un hecho insólito desde 1415. Era un intelectual de casta pero mal actor y pésimo comunicador que ejerció su poder de abdicar. El Papa buscaba la respuesta a las respuestas fundamentales pero criticó el fundamentalismo del Islam que promueve su religión con la espada y, tras un clamor internacional, lo tildaron de "metepatas" pero el autor se pregunta si el metapatas dijo la verdad al no estar preocupado por moderar la susceptibilidad de unos y otros.

En el siguiente capítulo aborda la historia de Stéphane Hessel, el autor del manifiesto "Indignados". El autor de "Lo único exacto",  Alain Finkielkraut (2015), no está de acuerdo con Hessel; la resistencia no es la indignación, es el valor. Dice que Hessel (ya fallecido pero que fue un adolescente hasta su muerte con casi cien años) les ahorra a los jóvenes ese miedo y esas blasfemias: no hay que ser heroico, con la indignación ya basta e inventa el turismo de la indignación: un paseo ético y sin marearse mucho la cabeza. Nos invita a tomar partido por el crucificado, el sin techo, el sin papeles, el sin defensa. El autor también critica a Hessel por cebarse con Israel, como ejemplo del conflicto entre Occidente y el Islam. Recuerda que los palestinos también tienen defectos, que en muchos sitios también se pisotean los derechos humanos y que no se puede comparar la ocupación de los territorios palestinos con la ocupación nazi.

Posteriormente, el autor aborda el aniversario de dos tiroteos en Montauban y Toulouse pero cree que se conmemoraron "haciendo oídos sordos" en un clima tan caldeado que no hay espacio para una reflexión sobre el nuevo antisemitismo. Los políticos consideraron que el discurso político había alcanzado un grado de violencia y estigmación. El autor Finkielkraut vuelve a sacar en el libro a colación el conflicto de Israel. Cita a varios autores que creen que los judíos dejaron de ser la voz crítica de Occidente en el siglo XIX y XX para ser los defensores a ultranza de Occidente sacrificando su ética y conciencia por defender el estado de Israel, motivo por el que surge un nuevo antisemitismo, según la opinión de Finkielkraut. "Ya no es la policía del zar la que fabrica falsedades, es la universidad americana", dice.

Otro capítulo está dedicado a Philip Roth, escritor amigo de Milan Kundera y de Hannah Arendt, de la que dijo que tenía que llevarse bien porque iban a ser enterrados ambos en Bard College. El autor reflexiona luego sobre el comunismo y sus múltiples rostros bajo modos feministas que convierten cada año a Roth en el no-ganador del premio Nobel de Literatura.

En los siguientes capítulos vuelve a abordar el conflicto islamista en Francia, como el despido de una empleada de una guardería que se negó a quitarse el velo y que  Finkielkraut ve como una "derrota para el campo laico". Cree que los defensores del velo no alegan a la tradición sino a los derechos subjetivos, al "I know I what and I want it now". La mayoría de las sociedades democráticas apoyan esa reivindicación y Francia se queda sola. El autor matiza que Francia siempre apostó por la coexistencia de los dos sexos y de la visibilidad femenina y que eso debe poder seguir siendo el hecho de nuestra civilización (pp. 45).

También deja espacio para abordar la corrupción en Francia, con un exministro de Hacienda, Jèrôme Cahuzac, que tenía 600.000 euros en una cuenta en el extranjero. Finkielkraut califica estos hechos de "inapropiados e insoportables". Detrás ve un problema moral: empresarios ricos metidos a políticos que deben parecer virtuosos: "el problema no es la corrupción de los políticos, es la corrupción del sentimiento público que tiende a abandonar lo serio de los asuntos comunes por el sensacionalismo de los asuntos". Y recuerda otros hechos graves: la proliferación de carteristas en el museo del Louvre, un ministro ha enviado refuerzos a un barrio para que los vecinos vayan y vengan con seguridad y una orden que permite dar clases en inglés en Francia. Detrás de la persecución a la corrupción ve un afán de vigilancia y castigar de forma feroz e injusta.

Otros asuntos que aborda son el asesinato de un conductor de una autopista apaleado delante de sus hijos tras verse implicado en un accidente en la autopista cuando iban de vacaciones y que exigió hacer un parte. En el juicio, la familia de los acusados fue protegida. Dice que barbaries como esta no tienen precedentes.

También examina la introducción de una asignatura de moral en las clases de primaria de Francia. El autor coincide con Mara Goyet en que el colegio se ha convertido en brutal y ha fracasado la esperanza libertaria de los años 60 [mayo de 1968]. Dice que el mal no procede siempre de la dominación, un dogma de la crítica social. Dice que los alumnos se convierten en sociólogos de sus propias torpezas: justifican la violencia, la insolencia o la indolencia por racismo, exclusión, precariedad, paro, el ascensor social averiado.

Además examina el caso de un periodista que insultó en el tablón de anuncios del sindicato de la magistratura, lo que abre la cuestión de la libertad de pensamiento y libertad de información en un régimen democrático donde el poder no controla la información pero los portadores de malas noticias ideológicas siguen exponiéndose a duras represalias por sus propios compañeros. Ve que hay cierta precaución por velar por el poderoso y las grandes organizaciones más que defender el derecho positivo de los desfavorecidos: las esposas, los desahuciados, los morosos... Pobre del que diga simplemente la verdad y ose mirar en la mala dirección.

Estudia otro caso violento: 30 heridos en la celebración del PSG del título de campeón de Francia. El autor dice que el culpable de la muerte de la princesa encerrada por su padre no es el padre sino los bandidos que la asesinaron para robarle cuando huía con su enamorado. En ese caso, ocurre lo mismo. Los culpables no son el jefe de policía ni la alcaldesa, sino los vándalos violentos pero se hizo la vista gorda y se permitió a los alborotadores volver tranquilamente a sus barrios. Y señala que el antirracismo integral en el que vivimos no es un ataque contra los abusos específicos del racismo sino contra la realidad. Y añade: "Estamos condenados a batirnos constatemente en dos frentes: contra la abrogación antirracista del mundo real y contra el desencadenamiento racista de los bajos instintos".

Retoma la enseñanza en inglés en las universidades como modo de competir a nivel mundial ante el proceso de uniformización planetaria y anglicanización. El autor cree que es importante que profesores americanos enseñen su lengua inglesa (reservada para cuestiones técnicas) en Francia pero es más urgente velar por el francés empobrecido.

Otro tema que aborda es la introducción de la teoría de género en la ley de orientación escolar en Francia. Señala que los teóricos del género dicen que la diferencia de sexos y sus distintos roles tienen que ver con la cultura. Los postmodernos dicen que todo debe deconstruirse  (formatear) y remodelarse según nuestros deseos. Niñas que juegan al rugby y niños con muñecas. El autor ve una alianza del culturalismo (que describe la multiplicidad del ser) con el tecnicismo (que se hechiza con su plasticidad) permite reducir hasta abolir la parte no elegida de la existencia para que no haya alineación constitutiva. Al reino de las alternativas impuestas debe sucederlo el de las combinaciones libres. "La escuela ha recibido la misión de liquidar la herencia que tenía el encargo de transmitir", concluye Alain Finkielkraut.

También estudia el hecho de que Durao Barroso (UE) calificase de "reaccionarios" a los artistas franceses por querer excluir al sector audiovisual de las negociaciones del tratado trasatlántico y que ve como una campaña de "antimundialización" reaccionaria. Para el progresista Barroso, dice Alain Finkielkraut, la cultura debe disolverse en el mercado mundial sin fronteras pero detrás está la idea de que este mundo ya no se puede llamar "moderno" sino "capitalista", que es su verdadero nombre, y no cabe una dualidad.

Otro tema de interés es el ataque con gas en Guta en Siria y que Obama calificó de "línea roja que se ha cruzado". El autor ve necesaria una respuesta militar cada vez que se trasgreda la prohibición pero mientras los Estados actúan la ciudadanía permanece silenciosa. El autor cita a Pierre Manent, quien sospecha que tras el 11-S, las guerras de Afganistán e Irak, la islamización de las primaveras árabes, y los yihadistas influyendo en la rebelión siria, "nos hemos dado cuenta de que la humanidad está surcada por separaciones mucho más profundas, mucho más intratables de lo que pensamos". Hay levantado un muro entre el mundo árabe-musulmán y el nuestro y la ciudadanía es escéptica.

El tema de la laicidad en los centros escolares vuelve a la palestra. En 1989 fueron expulsadas dos alumnas por llevar velo y comienzan las protestas por la "estigmatización del Islam". En el 2004, una comisión abogó por atajar el problema de la "pérdida de territorio francés" con la prohibición de signos religiosos en la escuela porque el velo es el árbol que oculta el bosque ya que hay un movimiento de alcance muy distinto en los barrios periféricos y cada vez más gente cuestiona las leyes de la República (incluidas las ciencias o las letras o la educación física). El comunitarismo islamista ha abierto una brecha. El autor recuerda que la laicidad es la solución que la Europa moderna ha encontrado para salir de las guerras civiles religiosas pero es una solución que la Europa materialista no sabe respetar y que está más preocupada por un conflicto entre poseedores y desposeídos.

El fascismo del Frente Nacional es otra de las preocupaciones del autor. Dice que nuestra época invoca incesantemente el cambio y niega al mismo tiempo el que está desarrollándose ante sus ojos. Ahora se les llama populistas cuando siguen siendo lo mismo de siempre en busca de presas.

Los levantamientos de campamentos ilegales de "roms" y la obligación de la izquierda de salir en defensa de la justicia es otro tema que aborda el autor, lo mismo que la expulsión de una alumna kosovar junto a su familia. Los reproches tras el tiroteo a los caricaturistas del Charlie y el ataque a la sala Bataclan o la noche de Colonia también le impulsan una reflexión, lo mismo que el cuerpo del niño refugiado sirio Aylan Kurdi en una playa.

Finalmente, el autor concluye citando a Jean-Denis Bredin que, desde el caso Dreyfus en 1899, hay dos mentalidades antagonistas en Francia: "los que hacen del individuo humano la medida de todas las cosas, de la Patria, Familia, Propiedad, Humanidad, Dios y los que plantean y sirven a valores superiores al individuo: Dios, Patria, Estado, Ejército, Partido; los que luchan por la justicia, ideal indefinible de libertad, verdad, generosidad y los que luchan por los prejuicios: orden establecido, organizaciones consagradas, cosas juzgadas..." (página 277). El autor añade que el nazismo arrastró en su apocalipsis el honor de la raza, es decir, la obligación con los muertos. Las naciones democráticas, para estar seguras de volver al mismo camino recto del humanismo de las Luces, le han cedido, sin desenvainar siquiera, su nobleza obliga. No han comprendido que ese abandono es su verdadera victoria, su maleficio próspero.

El autor finaliza diciendo que el final del final de la historia no ha llegado pues hay una lucha contra la islamización de Francia y la dirección del islamismo y la recuperación de los territorios perdidos por la República sin caer en la trampa de una guerra civil. Añade que Occidente no está pagando por sus crímenes coloniales sino que detrás hay un afán universalista del islamismo porque busca la expansión total de su fe (la yihad).



sábado, 20 de diciembre de 2014

"La sociedad del cansancio", de Byung-Chul Han (2010)

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500 RESÚMENES DE LIBROS  DE ECONOMÍA Y SOCIOLOGÍA

"DE ADAM SMITH A LA INFLACIÓN EN POSTPANDEMIA (1776-2023)"

por E.V.Pita (2023)

Link al compendio de resúmenes:

Descargar el PDF en este enlace:
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Resumen: "La sociedad del cansancio", de Byung-Chul Han (2010)




Autor del resumen: E.V.Pita, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, cambio social, estructura social

Título: "La sociedad del cansancio"

Título original: "Die Müdigkeitsgesellschaft"

Autor:  Byung-Chul Han

Fecha de publicación: Berlín, 2010
Editorial original: MSB Matthes & Seitz

Editorial en español: Herder Editorial SL, Barcelona, 2012

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Biografía oficial del autor (hasta 2012)

Byung-Chul Han, de origen coreano, estudió Filosofía en la Universidad de Friburgo y Literatura alemana y Teología en la Universidad de Múnich. En 1994, se doctoró por la primera de dichas universidades con una tesis sobre Martin Heidegger. En la actualidad es profesor de Filosofía y Teoría de los medios en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe. Autor de más de una decena de títulos.

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ÍNDICE

El Prometeo cansado

La violencia neuronal

Más allá de la sociedad disciplinaria

El aburrimiento profundo

Vita activa

Pedagogía del mirar

El caso Bartleby

La sociedad del cansancio

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Idea general: Byung-Chul Han parte de la idea de que el individuo de las sociedades actuales está sometido a una gran presión para obtener el mejor rendimiento posible en el trabajo [nota del lector: Lipovesky diría también que en el entorno personal y amoroso]. El obrero ya no es explotado sino que se autoexplota él mismo para mejorar su eficiencia, incluso con dopaje, lo que le lleva a una situación de cansancio permanente e infinito. "El sujeto del rendimiento se cree en libertad pero está tan encadenado como Prometeo", dice.

Aunque el autor es filósofo, su idea es una gran proeza sociológica porque a nadie se le había ocurrido entender la actual sociedad como generadora de cansancio  e incluso depresión aunque muchos empleados lo vean a diario cuando se tumban "fritos" sobre el sofá al llegar a casa. Lipovesky se había acercado mucho a esta idea al señalar en uno de sus libros que la actual sociedad exigía un gran rendimiento al individuo, obligado a ser feliz en ámbitos tan dispares como el trabajo, la moda, la familia o incluso la cama, lo que le generaba "stress" si fallaba algo para lograr sus estándares de felicidad.

Byung-Chul Han sigue esa línea de razonamiento. 
En el capítulo 1 sobre la violencia neuronal, señala que en épocas pasadas las enfermedades eran virales pero esa época quedó atrás gracias a las vacunas y antibióticos inmunológicos. En esas épocas, se luchaba contra un enemigo externo como en la Guerra Fría y se repelía ciegamente todo lo extraño con discursos negativos sobre la amenaza del "otro" para provocar una reacción inmunitaria.
Pero desde hace tiempo se lleva "de manera inadvertida", dice Byung-Chul Han, un cambio de paradigma que surgió tras el fin de la Guerra Fría y, por lo que se deduce de su texto, llegó con el auge de la globalización que disolvió las fronteras. En vez de extrañeza, ahora hay "diferencia", que no produce reacción inmunitaria. Ni siquiera los inmigrantes serían extraños, sino una "carga" económica, dice el autor.
Según el autor, la patología del siglo XXI sería neuronal con enfermedades e "infartos psíquicos" como la depresión, el trastorno límite de personalidad (TLP), el transtorno límite de personalidad (TDAH) y el síndrome del desgaste ocupacional (SDO), lo que vulgarmente se conoce como "estar quemado". El colapso del yo se produce por un "sobrecalentamiento" de lo positivo como la hiperactividad.
Detrás de estas enfermedades ve un exceso de positividad por la sobreabundancia de lo "idéntico".
Y añade: "La violencia de la positividad, que resulta de la superproducción, el superrendimiento o la supercomunicación ya no es viral, lo que genera rechazo, agotamiento, fatiga y asfixia ante la sobreabundancia. Es una violencia neuronal".
Dice que Braudrillard se equivoca al interpretar la violencia de la positividad en clave inmunológica cuando dice que la "comunicación generalizada y la superinformación amenaza todas las defensas humanas". Pero para Byung-Chul Han, la violencia de la positividad no presupone ninguna enemistad sino que se despliega en una sociedad permisiva y pacífica. Dado que se generan dentro del propio sistema y es inmanente al sistema, no hay resistencia inmunológica porque la violencia neuronal carece de negatividad.

 Byung-Chul Han también dice que hemos dejado atrás la sociedad disciplinaria de Foucault (llena de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas), una sociedad del control, la prohibición y la negatividad, y ha sido sustituida por una sociedad de gimnasios, oficinas, bancos, aviones, centros comerciales y laboratorios genéticos. "La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria sino una sociedad de rendimiento, los súbditos son ahora sujetos de rendimiento, emprendedores de sí mismos". Es una sociedad de un poder sin límites, del "Yes, we can" [nota del lector: y en España el "Podemos"]. Los proyectos, iniciativas y motivación reemplazan a la prohibición. En vez de locos y criminales, ahora se generan depresivos y fracasados.
Lo único que tienen en común ambas sociedades es que se empeñan en "maximizar la producción", pero llega un punto en que la sociedad disciplinaria se topa con un límite a su crecimiento por lo que el inconsciente social pasa del "deber" al "poder" para aumentar mucho más la productividad. Y añade Byung-Chul Han: "El sujeto de rendimiento es más rápido y más productivo que el de obediencia". Hay una mera continuidad. Quienes no están a la altura,... se deprimen (cita a Alain Ehrenberg). Para el autor confluyen otros factores como la carencia de vínculos y, sobre todo, la presión por el rendimiento, que es el nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardomoderna. El obligarse a sí mismo a rendir genera exceso de trabajo y rendimiento, "lo que se convierte en autoexplotación" y encima es muy eficaz porque va acompañada de un "sentimiento de libertad". [nota del lector: Vuelve al mismo punto de partida de Lipovesky en "La Felicidad Paradójica": es una libertad paradójica porque las obligaciones inmanentes a ella se convierten en violencia y su manifestación patológica son las enfermedades psíquicas".

En el tercer capítulo, sobre el aburrimiento, Byung-Chul Han habla del exceso de estímulos que dispersan la atención como, por ejemplo, los juegos de ordenador o las tareas "multitasking", una habilidad para la que están capacitados tanto el hombre actual como los animales salvajes (estresados por los ruidos "raros" en la selva y en permanente estado de vigilancia para sobrevivir). Ninguno de los dos está inmerso en lo contemplativo. De la preocupación por una buena vida, el ego hiperactivo actual pasa a una preocupación por la superivivencia, lo que no es un buen ambiente para generar cultura o incluso bailar, que son fruto de la vida contemplativa y el aburrimiento.

Luego, el autor Byung-Chul Han cuestiona el concepto de "animal laborans" moderno de Hanna Arendt en La Condición Humana. Sostiene él que el animal laborans moderno no renuncia a su individualidad ni a su ego para consumarse trabajando en el proceso vital anónimo de la especie. "La sociedad del trabajo se ha individualizado y convertido en la sociedad del rendimiento y la actividad histérica del trabajo. Es un hiperneurótico, con un gran nivel de agitación nerviosa", dice. 
Añade que en las sociedades tardomodernas el "yo" está aislado porque su vida sin religión es ahora efímera y le falta la narración que le daba la religión y nos reduce a todos a una "vida desnuda" o un "homo sacer" (un excluido de la sociedad totalmente aniquilable como el preso de Guantanamo, un sinpapeles, un enfermo vegetal enchufado a una máquina). Dice que el hombre moderno sería un "muerto viviente". "En esta sociedad de obligación actual, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados, la depresión actual se parece a la de los presos muselmänner de los campos de concentración debilitados y apáticos aunque el actual enfermo está bien nutrido y obeso", añade.

En los últimos capítulos, Byung-Chul Han viene a concluir que el ser humano y la sociedad se ha transformado en una "máquina de rendimiento autista".

El último capítulo, La sociedad del cansancio, arroja más luz sobre el asunto al añadir el efecto del dopaje que se considera admisible para aumentar el rendimiento de, por ejemplo, un cirujano que salva vidas. Se busca un cuerpo que funcione sin alteraciones y maximice su rendimiento. Pero el exceso de actividad y de rendimiento provoca un "infarto del alma". 
Añade que el cansancio de la sociedad del rendimiento es un cansancio a solas que aísla y divide. Lo contrapone al cansancio de Handke, que es inspirador como el domingo pensado para no hacer nada y disfrutar de un tiempo de paz, que se contrapone al cansancio del Yo agotado, que se debe a un exceso de positividad e incapacita para hacer algo. La comunidad del Pentecostés, del sabbath o el domingo libre, se opone a la sociedad activa.