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lunes, 16 de diciembre de 2019

"El quinto riesgo", de Michael Lewis (2018)

Resumen del libro "El quinto riesgo", de Michael Lewis (2018)

Resumen original y actualizado del libro en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/12/el-quinto-riesgo-de-michael-lewis-2018.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, economía internacional, política internacional, Donald Trump, Gobierno americano, populismo

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Ficha técnica

Título: "El quinto riesgo"

Subtítulo: Viaje a las entrañas de la Casa Blanca de Trump

Título en inglés: The Fifth Risk

Autor: Michael Lewis

Edición en español: 2019, Deusto, Centro de Libros, Barcelona

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Biografía oficial del autor Michael Lewis (hasta 2019)

Michael Lewis (Nueva Orleans, 1960) estudió Historia en Princeton y tiene un máster en Economía por la London School of Economics. Es periodista y autor de libros de gran éxito tales como Deshaciendo errores (Debate, 2017), Flash Boys (Deusto, 2014), Boomerang (Deusto, 2012), La gran apuesta (Debate, 2013) o el Póquer del mentiroso (Alienta, 2011), varios de los cuales han sido llevados al cine.

Es columnista en Bloomberg View y sus artículos han sido publicados en revistas como Vanity Fair, The New York Times Magazine, The New Yorker, Slate o Foreing Affairs.

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Texto de la contraportada

"La fascinante crónica de cómo un gobierno fue atacado por quien debía liderarlo.

El día siguiente a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los empleados del Departamento de Energía - un ministerio que gestiona algunos de los riesgos más peligrosos a los que se enfrenta la humanidad - esperaron, como es habitual, la llegada del equipo del nuevo presidente. Sin embargo, nadie se presentó para gestionar el periodo de transición. Nadie llamó ni dio señales de vida.

El que iba a ser el próximo gobierno no parecía interesado en gobernar, y mucho menos en dejar de lado la ideología para afrontar cuestiones eminentemente pragmáticas y comprender y abordar los problemas reales del país. La administración de Trump, con una enorme arrogancia y un desprecio absoluto por el trabajo de gran parte de las instituciones, entró en la administración con la única ambición de deshacerse de las políticas implementadas por Barack Obama, denunciar a quienes creyeran en el cambio climático y lucrarse personalmente del desmantelamiento paulatino de varios servicios públicos.

En una historia tan increíble que a veces parece mentira, Michael Lewis relata, con su característico y fascinante estilo, la peligrosa combinación de ignorancia, desprecio a la ley e intereses privados que guiaron los primeros pasos del gobierno de Donald Trump.

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ÍNDICE

Perdido en la transición

1. El riesgo de cola

2. El riesgo de la gente

3. Todos los datos del presidente

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RESUMEN

Comentarios iniciales: Michael Lewis estudia cómo la improvisación del Gobierno Trump pudo generar el caos en la Administración, en temas sensibles como la predicción del tiempo meteorológico.
La historia comienza cuando Trump tiene posibilidades de salir elegido y un amigo y político le convence para hacer una lista de los posibles empleados muy cualificados del Partido Republicano que ocuparán la Administración, como una especie de gobierno listo para ocupar los puestos si ganan las elecciones. Logran 2.000 nombres pero Trump, cuando gana, despide al político y rechaza a esa gente, ya que ya se encarga él de poner a los que más le interesa. Pero la elección de su gobierno le lleva meses y mientras tanto los funcionarios de Obama siguen en sus puestos a la espera de que lleguen los nuevos para darles el relevo y explicarles cómo funciona la Administración. Ese día se pospone y pospone y, finalmente, cuando llegan los nuevos jefes inician una caza de brujas preguntando en cuestionarios quiénes creen en el cambio climático, cuestionario que muchos se niegan a responder. Muchos de los nuevos cargos eran propuestos por la camarilla de Trump, como su yerno y su hija.

Una de las cosas que tuvieron que mantener fue al empleado que sabía cómo funcionaba lo del botón rojo nuclear y lo de los maletines del arsenal nuclear y todo el sistema de misiles.

Los cinco riesgos, según John MacWilliams, son:

1- Accidente con armas nucleares

2.-Corea del Norte por su riesgo de ataques

3. Irán y sus armas nucleares, si las consigue.

4. La seguridad de la red eléctrica

5. Gestión de proyectos

Son Amenazas urgentes para la vida estadounidense que estar impidiendo que la DOE nombrada por Trump durmiera por la noche.

En el caso del quinto riesgo, es el que asume la sociedad cuando cae en el hábito de responder a los riesgos a largo plazo con soluciones a corto plazo. Es la amenaza existencial que en realidad nunca considerarías un riesgo y que se desarrollan con suma rapidez: epidemias, huracanes, ataques terroristas. Son como bombas con una mecha muy larga que en un futuro puede o no explotar. Es retrasar las reparaciones de un túnel lleno de residuos letales hasta que se derrumba. O es el personal envejecido del DOE que un día pierde la pista de una bomba nuclear, o la cesión del liderazgo científico y técnico a China, dice el autor. Es la innovación que nunca se produce y el conocimiento que nunca se crea porque "has dejado de poner las bases" para que ocurra. "Es aquello que nunca aprendiste y podía haberte salvado".

Pone ejemplos, como los riesgos radiactivos de Hanford.

Dice que hay un impulso trumpiano (el deseo de no saber). Por ejemplo Arpa-E consistía en financiar ideas que no tenían mercado ni financiación pero que fue atacado por los think tanks de derechas como la Fundación Heritage. En el primer presupuesto, Trump eliminó el dinero para financiar el Arpa-E pero luego supieron que era parecido al Darpa (el inventor del kevlar) y lo mantuvieron.

Según el autor, el presupuesto de Trump, como las fuerzas sociales que están tras él, está impulsado por un deseo perverso: permanecer en la ignorancia.

En el USDA (Departamento de Agricultura) pasó algo parecido. Se censuraron informes sobre maltrato animal e incluso se dejó de usar la expresión cambio climático. Muchos nombramientos no tenían la menor experiencia en políticas federales pero sí un "trato agradable".
Una de las mayores preocupaciones en el USDA era el programa de cupones de comida para los pobres.Y poner gente inepta al mando de los programas o gestionarlos mal harían que esa gente pasase hambre sin cargar con la culpa política. Hay que rellenar documentos de decenas de páginas para obstaculizar los programas de nutrición. El funcionario de carrera y motivado Kevin Concannon contó a Lewis cómo en los colegios se volvían a autorizar los aperitivos con sal en vez de la fruta sana. Lo que más le preocupa es la ciencia.

Muchos inmigrantes apreciaron el trabajo invisible del gobierno al subir peldaño a peldaño el ascenso social y ver cómo muchos programas gubernamentales (como el de la nutrición) le ayudaron a seguir delante.

El tercer capítulo aborda la NOAA, que es la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica. En esa agencia trabajan científicos expertos en el tiempo y en el caos climático, como oceanógrafos o matemáticos (ahora llamados "científicos de datos"). Los nuevos modelos de predicción de tornados son muy fiables y han salvado muchas vidas al alertar a la población con media hora de antelación. Esos modelos funcionan así: hacen predicciones variando pequeños valores poco a poco y luego comparan los resultados: si coinciden, hay muchas probabilidades de que haya un tornado. Si son contradictorios, hay que seguir mirando. 
Al llegar la Administración Trump, se dieron cuenta de que la NOAA tenía muchos empleados y nadie sabía para qué servían. El millonario Ross se puso al frente de Comercio sin saber que a lo que se dedicaba básicamente era a predecir el tiempo. Luego, se sumó Barry Myers, de Accu Weather, una agencia privada de predicción del tiempo que se basaba en datos gubernamentales algo mejorados para sus clientes privados.Y otros muchos datos públicos desaparecieron de la web (quejas de clientes a entidades financieras, expedientes de maltrato animal. detenciones...) Y respecto de las predicciones, creían que había que pagar por ellas. "Había una grieta en la vida estadounidense que ahora se abría paso en el Gobierno: no era entre los demócratas y los republicanos. Era entre la gente que estaba en él por cumplir su cometido y quien estaba allí por dinero", dice DJ Patil.

Algunos como el científico de datos DJ Patil obtuvo enorme información de los datos del Gobierno, de los que él era el jefe para descubrir patrones policiales o buscaba cómo reducir las muertes en carretera. Pero rápidamente se centró en calcular las probabilidades de incidentes meteorológicos que luego acordaron subir a la web para que lo mirasen las empresas de seguros y sus analistas como Friedberg, pues veía un nicho en los agricultores. Pero detrás estaba una enorme infraestructura gubernamental que los recolectó durante años.

Otra funcionaria, que trabajó para la NASA, vio como nadie escuchaba sus proyectos sobre poner satélites para recabar datos. La Administración no escuchaba ni leía sus informes.





lunes, 3 de septiembre de 2018

"Fuego y furia", de Michael Woolf (2018)

Resumen del libro "Fuego y furia", de Michael Woolf (2018)

Resumen original y actualizado:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/08/fuego-y-furia-de-michael-woolf-2018.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, política internacional, Donald Trump, política exterior de EE.UU., globalización

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Título:  "Fuego y furia"

Subtítulo: "En las entrañas de la Casa Blanca de Trump"

Título original en inglés: "Fire and Fury"

Autor: Michael Wolff

Fecha de publicación en inglés: 2018

Fecha de publicación en español: Grup Editorial 62, Barcelona, 2018 / Ediciones Península / Planeta

Número de páginas: 414

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Biografía oficial del autor Michael Woolf

(Paterson, Estados Unidos, 1953) es periodista y escritor, y ha recibido numerosos premios por su trabajo, incluidos dos National Magazine Awards. Ha publicado artículos en Vanity Fair, New York, The Hollywood Reporter, GQ, USA Today y The Guardian. Es autor de otros seis libros, entre ellos Burn Rate y The Man Who Owns the News. Vive en Manhattan y tiene cuatro hijos.
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Texto de la contraportada

"El libro que Trump no quiere que leas.
Pocos libros pueden presumir de haber puesto en peligro una carrera presidencial. Y solo uno puede decir que ha conseguido que un presidente de Estados Unidos tratara de parar su publicación, reaccionara de forma furibunda en Twitter y provocara, con todo ello, unas ventas de más de un millón de ejemplares en tres días, y que se publique en una treintena de países en todo el mundo. Este es ese libro".

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ÍNDICE

Prólogo: Ailes y Bannon

1. Día de elecciones

2. Torre Trump

3. Día uno

4. Bannon

5. El dúo Jarvanka

6. En casa

7. Rusia

8. Organigrama

9. CPAC

10. Goldman

11. Teléfonos pinchados

12. Derogar y reemplazar

13. Tribulaciones de Bannon

14. Sala de crisis

15. Medios

16. Comey

17. En casa y en el extranjero

18. Bannon ha vuelto

19. Mika... ¿quién?

20. McMaster y Scaramucci

21. Bannon y Scaramucci

22. El general Kelly

Epílogo: Bannon y Trump

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RESUMEN

El libro, basado en testimonios y cotilleos de pasillo, revela el caos reinante en la Casa Blanca de Trump, donde se crean dos bandos: los bannonistas (afines a Bannon, el ideólogo del trumpismo) y los seguidores del dúa Javarka (los familiares de Trump, Ivanka y su marido Jared, así como la fiel secretaria Hope). El autor usa un lenguaje sarcástico e irónico que hace sonreír por el disparatado ambiente que hay en la Casa Blanca de Trump, donde unos intentan disuadirle de sus locuras y otros le siguen la corriente y meten más la pata. El libro se centra en la figura de Bannon, el intrigante fundador del trumpismo, un populismo de extrema derecha, tras este olfatear un gran nicho electoral entre la clase trabajadora blanca arruinada por la globalización, lo que le dio el triunfo a Trump. Bannon, al llegar a la Casa Blanca, se convirtió en la sombra de Trump, dormía allí por si el jefe le llamaba a medianoche, y echó un pulso son la hija y el yerno de Trump por nombrar cargos. El periodista que escribió el libro relata todas las tensiones de forma tan vívida como si él mismo estuviese allí dentro. Para escribir el libro tuvo que contratar a uno de los mejores abogados de EE.UU. en litigios de difamaciones para evitar querellas. Las líneas centrales del libro son cómo lograron una inesperada victoria electoral, el caos creado al aplicar las primeras medidas contra el Obamacare y los inmigrantes, y luego el escándalo de la trama rusa y el fulminante despido del jefe del FBI que iba a investigar a Trump.

Para seguir el hilo al libro hay que analizar primero los personajes de la Casablanca y el círculo del presidente Donald Trump. Ninguno tenía experiencia política ni contactos gubernamentales a los que recurrir y como dice: "nadie del Gobierno de Trump sabía hacer nada, nadie sabía qué hacía cada uno". Este es un resumen de los perfiles que elaboró el autor del libro, Michael Woolf, a lo largo de las páginas de su libro. Hay que tener en cuenta que el autor usa mucho sarcasmo e ironía.

- Donald Trump: empresario inmobiliario y presidente de Estados Unidos. Casado con Melania Trump, de la que está orgulloso como "mujer trofeo". Le gusta tomar helado Häagen-Dazs de vainilla al tiempo que opina alegre y despreocupadamente sobre una serie de temas. Algunos colaboradores lo definen como impredecible, jugador poco serio. Entre sus neurosis, dice el libro, está el horror a la pérdida de memoria y la senilidad. Trump es Trump pero lo entiende. Gente que lo conoce lo califica de rebelde, perturbador, vivía fuera de las reglas y las despreciaba, un tipo sin escrúpulos que solo trataba de ganar sin importar cómo se hiciese. Incluso metía en líos a amigos para que sus mujeres creyesen que les eran infieles. Sus colabodores aseguran que en una hora de conversación con él en una reunión en su despacho, cuenta 50 minutos de historias repetidas una y otra vez, por lo que tienen que plantearle un asunto y repetirlo varias veces. Bannon lo definió como una máquina simple: el interruptor de encendido estaba lleno de halagos, el de apagado, de calumnias. El autor añade que Trump tiene la táctica del vendedor que te llena de halagos y adulaciones. Wolf añade que Trump era como un oráculo de Delfos o un dios Sol que era el centro absoluto de atención y dispensaba favores y delegaba favores que podía invalidar cuando quisiese. No calculaba a largo plazo y vivía el momento. El autor, por conversaciones con otros colaboradores, decía que la persona que lograba influir en Trump era "el último que llegaba". Además, no sopesaba sus respuestas (y repetía todo). Lo califica de "actor mimado, instintivo y con mucho éxito". Según el autor, la premisa de Trump: "Ser famoso es ser querido, o, por lo menos, sirve para que te adulen".

- Melania Trump: Modelo eslovaca y tercera esposa de Trump, mujeriego notorio (según el autor). El autor dice que apoyó a su marido en la campaña electoral pero que deseaba que perdiese para seguir viviendo tranquila en la torre Trump. Pasaba días sin verse, ella no sabía dónde estaba él ni de sus negocios. Tienen un hijo en común: Barron. El lema de Trump con sus esposas era: "Vive y deja vivir. Dedícate a tus cosas". A veces habla de sí mismo en tercera persona.

- Jared Kushner: De 36 años, consejero político de su suegro y auténtico jefe de campaña o designado por la familia. Pero Trump lo considera un miembro más de su séquito. Obtuvo la cartera internacional de Oriente Próximo. Heredero de una dinastía inmobiliaria judía y yerno de Trump, fue educado en Harvard. Esposo de Ivanka Trump, una hija de la primera mujer de Trump, Ivana. Jared Kushner intenta escorar el programa de Trump hacia una visión más centrista e incluso demócrata, partido al que un año antes era afín, como su hermano Óscar. El autor cuenta que el padre de Jared, Charlie, pasó algún tiempo en una prisión federal por evasión de impuestos, manipulación de testigos y donativos a campañas ilegales. Como prudente yerno, solo habla con su suegro cuando este le habla, ofreciendo siempre una visión tranquila y halagadora, cuenta el autor del libro. Para evitar un conflicto de intereses, Trump tuvo que renunciar a nombrarlo jefe de su gabinete. A nivel privado, los amigos y consejeros le aconsejaron que Trump se "suavizase" para no irritar al Partido Republicano ni a los congresistas, ni a la comunidad de inteligencia. Es cura de los unionistas de Internet.

Jared ganó influencia porque hablaba mucho con Murdoch y compró el semanario New York Observer, un capricho de ricos que no daba beneficios y que narraba la vida de la alta sociedad. El New York Observer se encargó de la cobertura mediática de Trump y creó el mito del millonario desvergonzado, teatral e instructivo. Pero cuando Trump se convirtió en un empresario fracasado, los clichés sobre él ya no hacían tanta gracia y se dejó de informar de él porque resultaba vergonzoso. Kushner, con 25 años, compró el diario en el 2006 y accedió al círculo social de Trump y a su hija Ivanka, con la que se casó en el 2009.

- Ivanka Trump: De 35 años, con tres hijos. Hija de Trump y esposa de Jared Kushner tras convertirse al judaísmo ortodoxo. Es, de facto, la primera dama de EE.UU. y le gustaría ser la primera presidenta. Con su marido Jared hacen la moneda o dúo Jarvanka. Habitual del restaurante Four Seasons, donde comen otras celebridades.

- Stephen K. Bannon, el "loco" Steve: De 63 años. Estratega jefe de Trump, cenaba con él a diario, algo que los demás colaboradores eludían por su pesadez. De clase obrera, hecho a sí mismo, el autor sugiere que se arrimaba a los ricos. Fue teniente en un barco, trabajó como banquero para Goldman Sachs, fundó una asesoría financiera orientada al espectáculo. El autor dice que estaba siempre tramando y decepcionando. Participó en proyectos fallidas como Biosfera 2, y el proyecto virtual de Videojuego de Rol Multijugador Masivo en Línea (MMORPG o MMO) que se llamaba Internet Gaming Entertaiment (IGE). En el 2000, se convirtió en proveedor de libros a los conservadores. Finalmente, los nerds Bob Mercer y su hija (de los fondos Renaissance Technologies) lo ficharon para crear un Tea Party privado, un movimiento político ultraliberal, antiestatista, pro educación privada, antiprogresista, pro patrón oro, pro pena de muerte, antimusulmán, procristiano, monetarista y contrario a los derechos civiles en Estados Unidos. Algunos los tildan de "fanáticos" ideológicos. Bannon tomó el control de Breitbart News (de los Mercer) y usó Gamergate (dedicado a dañar la imagen de las mujeres en Hollywood) para conseguir enorme tráfico a través de memes políticos virales. Bannon se convirtió en el consigliere del movimiento Tea Party. Breitbart trató a Trump como su tótem. Bannon fue el hombre que hizo coherente el discurso de Trump y lo encaminó hacia una idea política concreta: el camino de la victoria radicaba en el mensaje cultural y económico que se dirigiera a los trabajadores blancos de Florida, Ohio, Michigan y Pensilvania. A favor de Bannon, dice el autor, es que, era el único del equipo que se había leído uno o dos libros. La fórmula de Breitbart era noticias inmediatas que horrorizaban tanto a los progresistas como a los conservadores, un conflicto que generaba una cascada de clics de disgusto y aprobación. Su idea que la nueva política no era el arte del compromiso sino el arte del conflicto.

La ambición de Bannon era convertirse en el líder del movimiento Tea Party. Es un empresario metido a organizar campañas y actos para los republicanos y el Tea Party. Sin experiencia política ni en gobierno, verdadero ideólogo detrás del programa de Trump, del que dice que su única virtud política es ser un macho alfa, sacado de Mad Men.  Fue desde el principio, la mano derecha de Trump, al que le sorprendía su discurso lleno de palabrería histórica, insultos, perspectivas de los medios, comentarios derechistas y tópicos motivacionales. Fue el único capaz de ofrecer una visión coherente del populismo trumpista. En su día, fundó Breitbart News. En el glosario de Breitbart se barajaban nociones como el Estado "profundo", la idea de la derecha y de la izquierda de una red de inteligencia permanente y conspiración del Gobierno. Su mensaje caló en el momento adecuado: el mundo necesitaba fronteras o debía regresar a una época en las que la tenía. Cuando Ámerica era grande. Trump entendía la causa populista de los trabajadores. Dentro del programa también estaba trasladar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén. Uno de sus fallos era que era desorganizado, centraba su atención en cualquier cosa que atrajera su mente obtusa, parecía incapaz de devolver una llamada telefónica, respondía a los correos con una sola palabra y era controladoramente críptico, según el autor. Nadie lo contrataría para un trabajo que requiriese que los trenes saliesen con puntualidad. Bannon se casó tres veces y llevaba una vida de soltero en Capitol Hill y oficina de Breitbart. Consideraba que Trump jamás cambiaría e intentar hacerlo dañaría su estilo, a los partidarios de Trump no les importaba, a la prensa no les iba a gustar y era mejor jugar contra los medios que para los medios, y era un engaño que los medios fuesen los protectores de la honradez factual y que la revolución de Trump era un ataque a las asunciones convencionales y a los expertos, por lo que Trump era incontrolable porque nunca se iba a ajustar al guión. Aseguraba que Trump no entendía los hechos correctamente ni tampoco iba a admitir que los hubiera entendido mal. Tras ocupar el Ala Oeste de la Casa Blanca, Bannon se distanció de sus compañeros, incluido Jared. Alentó al equipo a leer The Best and the Brightest, de David Halberstam, para comprender a todos los hombres del presidente durante la guerra de Vietnam y que malinterpretaron las claves del conficto y guía o lista de recomendaciones para llegar al poder.

Una vez en la Casa Blanca, Bannon no usaba ordenador. Katie Walsh llegó a decir que "el caos era la estrategia de Steve".

La campaña electoral se apoyó en tres personas: Corey Lewandowski (director de campaña despedido), la portavoz-asistente-interna Hope Hicks, y el propio Trump. La organización de su equipo presidencial fue complicada porque, según el autor, a Trump le costaba entender la importancia de los cargos, por lo que quería que los ocupasen familiares y amigos, y la estructura del gabinete de Washington para soportar la feroz oposición. Si el presidente ya era un "outsider", lo más probable es que se rodee de gente peculiar.

[nota del lector: Bannon en el 2018 se trasladó a Europa para fundar The Movement y agrupar a los euroescépticos, los ultranconservadores y contrarios a la UE]

- Hope Hicks: eficiente secretaria de 26 años y ayudante de Trump. Este siempre preguntaba por ella: "¿Dónde está Hope?". Fue la auxiliar de relaciones públicas que Ivanka Trump agregó a la campaña electoral, fue la primera en entrar en  el equipo electoral de Trump. Trump despidió a su amante y le dijo a Hope en una reunión: "Tú eras el mejor trasero que él va a tener nunca". Ella se marchó escandalizada.

- Corey Lewandowski: ayudante. Fue el primer director de campaña de Trump pero en el 2016 Trump lo despidió por "perdedor". Lo mismo pasó con su segundo director, Paul Manafort.


- John Kelly: jefe de gabinete. General retirado.

- Reince Priebus: De 45 años, de clase trabajadora. Era un recaudador de fondos. Jefe del Comité Nacional Republicano (CNR), herramienta de la clase dirigente republicana y que no apoyó a Trump. Le ayuda su compañera Katie Walsh y su publicista Sean Spicer. Su fama la logró al aplacar al Tea Party en el 2011 en Wisconsin. Apostó por el candidato Trump cuando casi estaba desahuciado y no lo abandonó por completo. Su cargo como jefe de gabinete fue nominal porque los demás (Bannon, Krushner, Barrack) lo puenteaban para hablar directamente con Trump, quien así seguía siendo el jefe mientras los otros se disputaban su atención. Según el autor, Priebus tenía que organizar reuniones y horarios, contratar a los miembros de la plantilla y supervisar las funciones individuales de los departamentos pero Bannon, Kushner, Conway e Ivanka carecían de responsabilidades específicas, hacían lo que se les ocurría sobre la marcha.

-Kellyanne Conway:  jefa de campaña de Donald Trump. Personalidad central y destacada en el mundo de Trump. Aspiraba a ser una estrella de las noticias por cable. Antes había estado a cargo de una agencia de encuestas de poca importancia. Durante la campaña, también lidió contra la prensa, a la que acusó de verter noticias falsas en montañas de arena, y su derecho a decir "hechos alternativos" o, más concretamente, "información alternativa".

- Sean Spicer: secretario de prensa, profesional serio que se vio obligado a defender a Trump ante los medios, sobre todo cuando Trump dijo que había un millón de personas en su investidura, algo claramente exagerado cuando se vieron las imágenes de televisión. Spicer dijo que a Trump no podías contradecirlo porque él sabía lo que sabía y no creía nada de lo demás. El autor dice que su trabajo consistía en explicar qué hacía la gente y porqué fracasaba a menudo en su labor porque nadie tenía una ocupación de verdad.

- Stephen Miller: antiguo ayudante de Jeff Sessions, conservador entregado a la causa, redactaba órdenes ejecutivas y hacía discursos, pero según el autor,  solo hacía enumeraciones esquemáticas y "era incapaz de construir oraciones".

- Mika Brzezinski y Joe Scarborough: pareja y presentadores del programa Morning Joe de la MSNBC. Confidentes de Jared y amigos de Trump, se sorprendieron al saber que nadie le había dicho que su primera semana de gobierno fue un desastre.

- Roger Ailes: viejo amigo de Trump. Anterior director de Fox News y la figura más importante en los medios de derecha. De 76 años y recién jubilado tras ser acusado de acoso sexual y destituido de la Fox.

- Bob Mercer, un patrocinador de Ted Cruz, y su hija Rebekah, recaudaron fondos para Trump. Introdujeron en la campaña electoral a sus tenientes Steve Bannon y Kellyanne Conway.

 -Alexandra Preate: ayudante y lugarteniente de Bannon. Recaudadora de fondos y encargada de las relaciones públicas. Tan desorganizada como Bannon.

- Rudy Giuliani: exalcalde de Nueva York, que obtuvo un importante cargo gubernamental.

- Chris Christie: gobernador de Nueva Jersey, y exfiscal del mismo estado que mandó a la cárcel al padre del yerno de Trump. Por eso mismo, posiblemente fue descartado como jefe de gabinete.


- Anna Coulter: diva de la derecha y partidaria de Trump, le aconsejó que no contratase a sus hijos ni familiares en la Casablanca porque eso no se podía hacer.

- Sam Nunberg: explicó la Constitución a Trump cuando era candidato.

- Roger Stone: asesor político de Trump durante tiempo.

- Mike Flynn: telonero de la campaña y consejero de Seguridad Nacional de Trump. Al parecer, captó 45.000 dólares de los rusos por dar un discurso.

- Paul Manafort: cabildero internacional y agente político que participó en la campaña de Trump. Representó durante 30 años, según el autor, a dictadores y déspotas corruptos y cuyo rastro de dinero atrajo la atención. Un oligarca ruso le reclamó 17 millones de una supuesta estafa inmobiliaria.

- Rupert Murdoch: multimillonario amigo de Trump, al que considera un charlatán, y accionista que controla Fox News. Presiona a Trump a moderarse y controlarse. Se opuso a que Bannon fuese jefe de gabinete por ser una elección "peligrosa". También se quejó de que Trump aceptase de buena fe buscar una solución para las visas H-1B que le pidieron los empresarios de Silicon Valley porque eso iba contra el enfoque liberal sobre inmigración. Murdoch se quejaba de que Trump lo tenía todo el rato al teléfono.

- Tom Barrack: amigo millonario libanés, dueño del rancho Neverland de Michael Jackson, rechazó sumarse al gabinete de Trump para no separar sus empresas de sus intereses. Hombre en la sombra de la Casa Blanca, recaudó dinero para organizar la investidura como presidente de Trump. Murió un año después, tras sufrir una caída en el baño.

- Henry Kissinger: de los tiempos de Nixon, aconsejó a Jared Kushner.

- James Comey: director del FBI. Once días antes de las elecciones, dijo que iba a reabrir la investigación sobre los correos electrónicos de Hillary Clinton. Luego, cuando también propuso investigar la trama rusa, Trump lo despidió fulminantemente.

- Brennan: Director de la CIA

- Fusión GPS: empresa de investigación de la oposición demócrata que destapó la supuesta trama rusa.

- Christopher Stele: antiguo espía británico que ayudó a Fusión a investigar las relaciones de Trump con Putin y el Kremlin. En un informe de septiembre del 2016, un mes antes de las elecciones,, sugirió que Trump fue chantajeado por el Gobierno de Putin y avisó a la prensa pero nadie publicó nada aunque la CNN dejó escapar algunos detalles del dosier pero BuzzFeed lo publicó completo. La teoría decía que los rusos sobornaron a Trump en un tosco montaje de chantaje en el que lo grabaron, supuestamente, con prostitutas haciendo la lluvia dorada. La conclusión era que Trump aceptaba sumarse a la conspiración rusa para robar las elecciones e instalarse en la Casa Blanca como marioneta de Putin, siempre según relata Michael Woolf en su libro. Trump lo negó todo y replicó que los medios estaban tan cegados con expulsarlo de la presidencia que se inventaban cualquier calumnia.

- Jeff Bezos: dueño de Amazon y del Washington Post.

- Stephen Schwarzman: director del grupo Blackstone y amigo de Kushner.



El libro arranca un año antes de las elecciones. Nadie creía que Trump ganaría las elecciones, ni él mismo. Trump fue torpedeado por los medios, los demócratas y el "pantano" de Washington.

Entre su propio partido republicano y en los que apoyaban su candidatura, opinaban que Donald Trump no sería presidente ni debería serlo. Un colaborador dijo que la configuración psíquica de Trump hacía imposible que se evaluase él mismo en profundidad, no era capaz de soportar que alguien pudiese saber tanto sobre él y que tampoco hacía falta examinar el pasado de sus colaboradores ni el conflicto de intereses de sus negocios y sus participaciones inmobiliarias porque tenía nulas posibilidades de ganar. El autor señala que Trump pasó de ser candidato de chiste a encantador de una base demográfica desafecta, a nominado risible y a presidente electo que inmediatamente se creyó inevitable y que ahora quería que los medios de comunicación le mostrasen una deferencia desmesurada.

Durante las elecciones, su propio partido le abandonó a su suerte pero Trump sobrevivió a todo: a la publicación de la grabación con el presentador de la NBC Billy Bush donde hacía comentarios sexistas, el CNR le presionó para que abandonase la carrera. La gente se preguntaba si Trump realmente quería ser presidente o solo obtener ser el hombre más famoso del mundo, ganar en renombre y fama, reforzar su marca y montar una cadena de TV propia. Ya se daba por ganador aunque no ganase las elecciones. Trump decía que su campaña electoral era un desastre y sus colaboradores unos "perdedores" y que todos los que le rodeaban eran idiotas. El propio Bannon calificó de "patética" la campaña e incluso Trump rechazaba invertir dinero en su propia elección aunque luego prestó diez millones con la condición de recupèrar todo. El autor señala que la campaña de Trump no estaba diseñada para ganar nada. Y el propio Trump convenció a su esposa Melania de que no ganaría las elecciones. Pero tras ganar (por tres millones de votos menos que la demócrata Hillary Clinton), Trump parecía haber visto un fantasma y su mujer lloraba desconsolada. Pero en una hora, el Trump estupefacto se convirtió en un hombre que creía que merecía ser presidente y que estaba capacitado para ello. Tras ganar, muchos de los que lo habían desdeñado intentaron comprender su éxito pese a que creían que su cerebro era incapaz de realizar las tareas esenciales de su nuevo trabajo de presidente pues era incapaz de relacionar causa y efecto. Tras ganar las elecciones, Trump quiso pasárselo a todo el mundo por la cara.

La Torre Trump se convirtió, tras las elecciones, en el cuartel general de la Revolución Populista,  una cara sede donde se preparó la transición de la presidencia y no en Washington y la "ciénaga". Uno de las primeras medidas de Trump fue organizar el "paseo de los perpetradores", donde todos los que le iban a visitar aceptaban el gobierno de un advenedizo, según el autor.

El autor señala que Trump y su clan de alguna forma sustentaron sus negocios en el flujo de efectivo internacional y el "dinero gris" y que al ser un foco tan visible en la presidencia, se dieron cuenta del lío en el que se habían metido.

Se centra sobre todo en la figura de Bannon, al que el autor define como un ejecutivo a la busca de millonarios que sufraguen sus proyectos. Tras meterse en política, apostó por una versión ultra del Tea Party, que incluía expulsión de inmigrantes, poner la embajada de EE.UU. en Jerusalem y otras cuestiones que el propio Trump asumió más tarde. Además, Bannon había tenido éxito con el marketing digital. Trump entró en campaña pensando que no iba a ganar pero que le iba a hacer famoso en todo el mundo y, por tanto, generaría un incremento de valor de la marca Trump. Era una buena idea para promocionarse y todo el mundo pensó que estaba acabado tras las declaraciones machistas en una televisión pero no fue así. Ni siquiera las sospechas de que Rusia financió su campaña acabaron con él, entre otras cosas porque no lo creían con capacidad intelectual para montar una conspiración, ni esa ni ninguna, por su completa falta de organización. El autor está convencido de que ni el propio Trump esperaba ganar y que solo cuando ganó asumió que eso era lo "lógico". Cuenta que la esposa del candidato, Melania, era la única que confiaba en que iba a ser presidente pero cuando salió elegido se quedó de piedra al darse cuenta de que su mundo perfecto en la Torre Trump se desmoronaba.

El autor cuenta que otros presidentes, que habían hecho carrera política, se quedaban impresionados al entrar en la Casa Blanca y ser recibidos por un séquito de mayordomos y sirvientes, una corte de asesores y un avión privado. Donald Trump no solo no se quedó impresionado, pues ya tenía su propio séquito de sirvientes, sino que además la Casa Blanca era un caserón con 200 años de antigüedad, un edificio viejo y con cucarachas que palidecía ante el lujo de la Torre Trump. Para el presidente, dejar sus negocios por el despacho oval le salía caro, salvo por la promoción que iba a obtener. 

Michael Woolf se basa en sus fuentes para describir a la Casa Blanca como un lugar gobernado por el "jefe" de un clan familiar y amiguetes de confianza, donde todo lo guisan Trump, su yerno (el marido de Ivanka y, al parecer, el único del clan que lee libros) y Bannon. Describe el palacio presidencial como un completo caos sin un programa meditado y donde todo está improvisado. Añade que Trump está completamente desorientado y un día dice una cosa y al rato otra distinta, y así, sucesivamente. Tuvieron que nombrar asesores oficiales pero estos se vieron "puenteados" por la familia de Trump, por ser ellos los que tenían el monopolio del acceso a Trump. Woolf cuenta que una vez que entrabas a trabajar a la Casa Blanca, la gente hacía apuestas de cuántos meses iba a aguantar, pero pasados unos días, lo reducía a cuántas semanas duraría allí, tal era el caos.

El autor cuenta que el presidente se enfadó porque la prensa ponía imágenes vacías del público que acudió a la toma de posesión. Los cálculas más realistas sitúan la asistencia en 200.000 personas pero Trump se empeñó en que allí había un millón. Otra de las cosas que preocupó fue el discurso de Trump, de tono belicista y totalmente caótico, y que se cree que fue escrito por Bannon y luego Trump añadió cosas de su propia cosecha o las inventó directamente improvisando.

Del tema de las supuestas charlas con los rusos, Trump y los suyos se quedaron estupefactos. El autor está convencido de que no tenían ni idea de lo que estaban hablando en televisión. Pero, según el escritor del libro, luego Trump cayó en la cuenta de que si la prensa tiraba del hilo pòdría llegar a los negocios ocultos del millonario, esos que tendría a nombre de testaferros de compañías del Este. Pero eso, de momento, se ha quedado en el terreno de la especulación. Mientras el tema de los espías rusos le parecía increíble, lo que le inquietó era que llegasen a detectar su telaraña de empresas fantasma y otros entramados, si es que existían.

Sobre el carácter de Trump, se vierten todo tipo de descripciones. La principal es que vive en una realidad paralela, en su propio mundo. Por ejemplo, no sabía que tenía que dejar sus negocios si era presidente, una alto cargo de los republicanos se lo tuvo que comentar en privado en un cóctel. Otra idea es que se mete en la cama con una hamburguesa de McDonalds y mira tres canales de televisión: si algo no le gusta, tuitea un mensaje de queja.

También le señalan que dentro de Nueva York, las grandes fortunas lo consideran un empresario de medio pelo, un nuevo rico, pero él se ve como un gran amigo de Murdoch, el dueño de la prensa. Sin embargo, hasta que fue presidente nadie del círculo más vip lo tomó en serio.

Aseguran que cuando le explicaron la constitución, no entendió más allá de la cuarta página.Y que en los conflictos internacionales, no se entera de nada, según cuenta el autor.

En el libro, se detallan las luchas internas en la Casablanca entre judíos y gentiles, como las definió jocosamente Kissinger (creo). En el grupo judío figuran Kushner, el yerno de Trump, y su esposa (e hija de Trump)  Ivanka, convertida por matrimonio, y que serían el ala "demócrata". En el grupo de los gentiles estarían Bannon y otros, que vendrían a representar los intereses extremistas y el programa del Tea Party. Dichas luchas por el control de la Casablanca salieron a relucir cuando comenzaron los primeros nombramientos, ya que cada grupo se esforzaba por colocar a su candidato y desprestigiar al del grupo rival. Entre los fichajes estaba Priebus, un general independiente que pronto se vio arrinconado por dichas fuerzas.

A los pocos meses, Trump estuvo ocupado con dos temas importantes: el escándalo ruso, que el no veía por ninguna parte, y la supresión del programa sanitario Obamacare. En el tema sanitario, la propuesta de Ryan fue "derogar y reemplazar": derogar el programa, lo que gustaría a los republicanos, y poner otro para satisfacer las promesas que Trump había hecho por su cuenta. Según cuenta el autor en este libro, cuando a Trump le explicaban las tesis republicanas sobre sanidad se despistaba y se ponía a hablar de golf.

Sobre el tema ruso, Bannon intentó convencer a Ailes de que "¿Tan mala es Rusia? Son malos, pero el mundo está lleno de tipos malos". Ailes le replicó: "Pero es bueno saber que los malos son los malos. Donald quizás no lo sepa". Para Bannon, el verdadero enemigo era China, nueva fuente de una guerra fría. Cree que Obama lo malinterpretó todo. Cree que el Estado hipernacionalista chino va a perder los estribos y no se va a poder meter al genio otra vez en la botella. Según le contó Bannon a Ailes, dice el autor del libro, Donald fue a Rusia y creyó que iba a reunirse con Putin pero este no parece interesado. El autor señala que Trump era tan incapaz de atar cabos que aunque no hubiese conspirado personalmente con los rusos para amañar el resultado, sus esfuerzos para conseguir el favor de Putin habían dejado un rastro de palabras y actos preocupantes que tendrían un coste político enorme. Tras conocer el informe Christopher Stele sobre la lluvia dorada, Trump lo negó todo, dijo que mientras China hackeaba 22 millones de cuentas americanas, Rusia era más respetuoso.

En cuanto al tema de la inmigración, el autor señala que Bannon comprendió que el "nativismo" y el etnocentrismo tenía adeptos y además sacaba de quicio a los progresistas, a los que tildaba de hipócritas. Para los "privilegiados" progresistas, opinaba Bannon, la diversidad era un bien absoluto pero él pensaba que cualquier persona que no estuviese cegada podía ver las olas de inmigrantes llegaban con un montón de problemas y que recaían en los ciudadanos más expuestos del otro extremo de la escala económica, como se podía ver en Europa. Esa es la visión que recoge el autor. Y los progresistas se negaban a ver los problemas y dificultades que generaba la inmigración descontrolada. La tesis de Bannon es que los globalizadores progresistas habían extendido el mito de una inmigración libre (a pesar de que Obama había sido muy agresivo en materia de deportación de inmigrantes, dice el autor). Las ideas de Bannon de prohibir la entrada a los musulmanes fue "recortada" por Priebus.

Una de las primeras medidas para gobernar fueron las OE (órdenes ejecutivas) o decretos, lo que iba a generar conflicto. El nuevo Gobierno, cuenta el autor, se complicó la vida al replantear procedimientos ya existentes en términos incendiarios, agresivos y con  argumentos ad hominem. El problema, dice el autor, es que presentaron OE para limitar los viajes (lo que desató una ola de terror en los aeropuertos) sin pasar el visto de abogados y reguladores, ni las agencias responsables de aplicarlas y "Trump firmó lo que le pusieron delante". Los amigos de Trump le llamaron por teléfono para abroncarlo. De esta forma, Bannon trazó una línea entre los EE.UU. progresistas y los EE.UU. de Trump. Sin embargo, esta medida draconiana y esa forma de hacer las cosas preocupó a los nuevos moradores de la Casa Blanca.

En cuanto a su disputa con los medios, Trump sufría desde los años 90 burlas de los medios de Nueva York, por lo que decidió triunfar en Hollywood con su propio reality show: "The Aprrentice".

La  parte final del libro se centra en Bannon en su lucha contra el dúa Jaranka y los errores cometidos en la gestión del escándalo de los espías rusos. Por un lado, saltó a la luz que durante la campaña electoral uno de los hijos del presidente, Don Jr, invitó al despacho principal de la Torre Trump a toda una delegación de supuestos agentes rusos porque estos le dijeron que tenían secretos que implicaban a Hillary Clinton. En la reunión estarían Jared e Ivanka, así como Don Jr, y Trump se libró porque nadie lo mencionó entre los presentes. Al poco tiempo, salieron en Wikileaks publicados los correos comprometedores de Hillary Clinton y que supusieron que el fiscal se pusiese a investigar y que, a la postre, hiciese peligrar su carrera presidencial.
Tras saltar el escándalo, en el era tan cantoso como que la reunión se organizó en la torre Trump, las culpas cayeron sobre Don Jr. El autor del libro señala que tanto él como el otro hermano eran gente sensata que llevaban bien los negocios inmobiliarios del padre pero que cayeron en la novatada. El autor comenta que estaba empezando la carrera electoral y nadie daba nada porque Trump saliese presidente, ni él mismo. Jared y Don pensaron echarse unas risas jugando sucio sin pensar que eso les iba a costar un buen escándalo tiempo después.

El segundo error de esta crisis fue que Trump decidió despedir al director del FBI porque quería investigar la trama rusa y, al parecer, los fiscales también empezaron a interesarse en los negocios familiares de Trump con los rusos, lo que el presidente les prohibió investigar sin mucho éxito. El autor cuenta que Bannon consideró que Jared e Ivanka estaban detrás de la destitución del director del FBI, lo que era ir contra toda la institución, algo de lo que luego el propio presidente se avergonzó. Bannon consideró que Jared e Ivanka habían ido demasiado lejos. Dado que la trama rusa y el despido del jefe del FBI no fue bien llevado por los jefes de prensa, empezaron a despedir a cargos como el del jefe del gabinete, sustituido por el general Kelly. Jared e Ivanka incluso metieron a un jefe de prensa, un yuppie llamado  Scaramucci y apodado El Gorrón, que estuvo mendigando un puesto en la Casa Blanca (para obtener desgravaciones fiscales, sugiere el autor) y que solo duró diez días en el cargo tras sus meteduras de pata, conducta inapropiada para el cargo y su palabrería. Tuvieron que nombrar a un nuevo jefe de gabinete para que echase al Gorrón, ya que el anterior había dimitido en protesta por dicho nombramiento. Bannon creyó que era hora de echar a Jared e Ivanka, algo que también se planteó el general Kelly, pero Trump dio largas.

Una de las quejas de Trump es que tras dimitir un fiscal (del que se habían aprovechado de uno de sus informes para echar al jefe del FBI), el presidente nombró a otro y este continuó con la investigación de la trama rusa. Trump se enfadó porque consideraba que el fiscal había sido un empleado desleal pero le explicaron que el problema no eran las personas, sino las instituciones. Cambiaban las personas pero la maquinaria seguía funcionando.

Otra crisis fue la de Afganistán. Un general pidió refuerzos de 50.000 hombres en ese país pero Trump se negó a mandar a nadie más, tras 16 años en un atolladero. Consideró que bastaba con enviar 5.000, los justos para no perder la guerra.

También hubo otra crisis con Corea del Norte, cuando Trump dijo que si ese país no se atenía a las normas, caería sobre él una tormenta de fuego. También hubo un escándalo cuando un grupo neonazi se manifestó contra el traslado de una estatua del general confederado Lee de Charlotteville y hubo una pelea con contramanifestantes de izquierdas. Un extremista de derechas lanzó su coche contra la multitud y causó un muerto y 20 heridos. Trump dijo que “todos” debían ser pacíficos sin condenar expresamente el racismo y el segregacionismo, razón por la que tuvo que rectificar en un conmovedor discurso en favor de la igualdad racial aunque todos sabían que no se creía nada de lo que decía. La prueba es que poco después volvió a ser el Trump de siempre y echó la culpa también a los manifestantes de izquierdas que habían ido allí a montarla. El autor sugiere que ancestros de Trump pertenecieron a un grupo racista contra los afroamericanos.

Tras estas meteduras de pata, Bannon veía siempre la mano de Jared, Ivanka y la eficiente secretaria Hope, que obedecía todas las órdenes de Trump a rajatabla sin pararle los pies. El autor dice que llegó un momento en que parte del equipo de la Casa Blanca se dio cuenta de que el presidente no estaba bien y algunos hicieron las maletas. Otros cayeron. Finalmente, también cayó Bannon, que tampoco había asistido a las vacaciones de Trump en un club de golf, después de comentar que China era el único problema y que vendrían guerras comerciales, un legado que soportaría la próxima generación. Estas declaraciones le obligaron a marcharse de la Casa Blanca y él volvió a la sede de Bravetbart junto a su secretaria. Su idea era convertirse en líder del populismo trumpista, pero sin Trump, y ser presidente de EE.UU. en el 2020, ya que aún contaba con el apoyo de sus mentores millonarios. El libro concluye con que Bannon cree que la revolución del trumpismo rompió las instituciones y que al extremismo de derecha surgirá otro extremismo de izquierda, lo que romperá aún más las instituciones, lo que creará un gran conflicto. Se trata de una destrucción de las instituciones. Dice que aún no sabemos la que se nos va a venir encima. [nota del lector: Bannon en el 2018, se mudó a Europa para agrupar a los grupos antiUnión Europea y los euroescépticos y montar una alternativa ultraconservadora, la alt-right].

lunes, 23 de abril de 2018

"Abuelo, ¿cómo habéis consentido esto?", de Joaquín Estefanía (2017)

Resumen del libro "Abuelo, ¿cómo habéis consentido esto?", de Joaquín Estefanía (2017)

Resumen original y actualizado en:

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, pensamiento político, Economía, neoliberalismo, Donald Trump

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Título: "Abuelo, ¿cómo habéis consentido esto?"

Subtítulo: "Los graves errores que nos han llevado a la era Trump"

Autor: Joaquín Estefanía

Editorial: Planeta, Barcelona, 2017

Número de páginas: 318
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Biografía del autor Joaquín Estefanía (hasta 2017)

"Joaquín Estefanía es licenciado en Ciencias Económicas y en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Ha ejercido desde 1974 como periodista en distintos medios de comunicación aunque la mayor parte de su vida profesional se ha desarrollado en el diario El País, del que fue director, además de llevar la sección de Opinión. 

Durante 21 años ha estado al frente de la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid / El País. Entre sus libros destacan Contra el pensamiento único (Taurus, 1977), Aquí no puede ocurrir (Taurus, 2000), Hij@, ¿qué es la globalización? (Aguilar, 2002), La cara oculta de la prosperidad (Taurus, 2003), La larga marcha (Península, 2007), La economía del miedo (Galaxia Gutenberg, 2011), Los años bárbaros (Galaxia Gutenberg, 2015) y el más reciente, Los Tyrakis: una saga familiar para entender la crisis de Grecia (Galaxia Gutenberg), escrito con Ana R. Carril."

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Texto de la contraportada

"Este libro es un emocionado y razonado diálogo de Joaquín Estefanía con las jóvenes generaciones, representadas aquí por sus nietas, en el que el autor se hace y nos hace a todos preguntas de gran calado, que se resumen en la idea que da título al libro: ¿cómo hemos consentido llegar a esto?".

"Economista, periodista, autor de más de una docena de libros, Estefanía asume la responsabilidad de su generación en el retroceso social acontecido tras la gran crisis financiera global y parte de una constatación: no es que los hijos vayan a vivir peor que sus padres, es que quizá no alcancen ni siquiera el grado de bienestar de sus abuelos".

"¿De quién es la responsabilidad? ¿Pueden convivir eternamente la democracia y el capitalismo? ¿Qué fue del Estado de Bienestar? ¿Qué se hizo de los ideales europeístas? ¿Donde está la socialdemocracia de antaño? ¿Qué ha sido de la globalización? ¿Existe alguna fórmula para gobernarla?"

"¿Qué mundo estamos dejando a nuestros descendientes? ¿Se puede hacer algo? La respuesta está en estas páginas: lo primero, informarse, a continuación, pelear. Ante todo, no resignarse".

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ÍNDICE

Prólogo para nietos. Como flores en la basura


Parte primera: La brecha generacional


1. ¿Van a vivir los hijos peor que los padres?

2. ¿Cuáles son los demás grupos perjudicados?

3. ¿Qué ha sido de aquel proyecto de Europa?

4. ¿Quiénes han sido los principales responsables?

5. ¿Quiénes mandan en el siglo XXI?


Parte segunda: Las trampas del sistema

6. Cuando la democracia y el capitalismo no son capaces de convivir.

7. En el extremo, ¿qué sobreviviría, la democracia o el capitalismo?

8. La teoría de los silencios sociales y otras artimañas

9. Conservadores y progresistas han aplicado las mismas políticas

10. ¿Queremos volver al pasado?


Parte tercera: La restauración conservadora

11. ¿Por qué esta vez es diferente?

12. ¿Qué distingue a las crisis mayores de las crisis cíclicas?

13. Había muchos avisos, pero no se tuvieron en cuenta

14. Analogías y diferencias entre la Gran Depresión y la Gran Recesión

15. ¿No existen distintos modos de ser austero?


Parte cuarta: La globalización, lo justo es malo y lo malo es justo

16. ¿Qué ha sido de la globalización?

17. ¿Quién decide entre las políticas nacionales y las globalizadoras?

18. ¿Por qué se detuvieron las globalizaciones anteriores?

19. ¿Existe alguna fórmula para gobernar la globalización?

20. Abuelos, padres y nietos

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RESUMEN

El autor recuerda que en torno al año 2000 le encargaron explicar la globalización a sus hijos. Ahora se ve en la obligación de volver a la palestra para explicar a sus nietas las razones por las que se ha caído en una involución conservadora. Dice que se ha detenido la escalera del progreso y que no puede decir que la generación actual viva mejor que la de sus padres, lastrada por la precariedad y el paro. "Estamos ante la mayor oleada reaccionaria que ha conocido el mundo desde los años 30 del siglo pasado, de infausta memoria, y los estados de excepción comienzan a normalizarse. Hay una brecha creciente entre las expectativas creadas y las posibilidades de cubrir esa expectativa. Así ha nacido la era Trump. Mis nietas van a vivir y crecer en ella", dice el autor en su introducción.

El autor recuerda que desde el 2008 se ha sufrido la crisis económicas más larga y profunda en 80 años y detuvo la marcha del progreso. Dice que la próxima generación se enfrentará al terrorismo indiscriminado, el cambio climático, el poder de los mercados financieros o de las multinacionales tecnológicas, las epidemias incontroladas, los conflictos territoriales, los nacionalismos excluyentes, estados fallidos, guerras regionales, la desigualdad brutal, la pobreza, la precarización generalizada, la reducción de la protección social, la desconfianza, la falta de calidad de la democracia... 

Recuerda que los "millenials" (de 19 y 35 años) y los "centennials" (recién nacidos hasta los 18 años) suman 4.400 millones de personas (de 7.000) y en el 2020 serán el 60 % de la fuerza total pero, según un instituto fiscal de EE.UU., "corren el riesgo de ser más pobres que sus padres y disfrutan de unos niveles materiales de bienestar más bajos". En su mundo, se están implantando la cultura de lo barato, de Uber y Airbnb y la economía colaborativa. Estas nuevas generaciones (millenials y centennials) no quieren ser adictos al trabajo, ni vivir endeudados, ni llegar tarde a ver a sus hijos: no quieren trabajar toda su existencia, ya que imaginan otro tipo de vida.

Luego menciona el libro de John Kenneth Galbraith, La era de la incertidumbre, y el de J.M. Keynes, Las posibilidades económicas de nuestros nietos. El autor resalta que ahora mismo hay una sensación de "vulnerabilidad" que quiebra resistencias y genera miedo, sobre todo a los mercados que quieren reducir el bienestar social.

Recuerda el libro de "Algo va mal" de Tony Judt. Dice que el autor teoriza sobre la enfermedad social del miedo y rebate la tópica idea de que el miedo es libre y analiza cómo cualquier tipo de crisis lo multiplica por mil. Estefanía dice que se tiene miedo al terrorismo, al otro, al que viene a competir por nuestro puesto de trabajo y nuestro Estado de Bienestar, a la inseguridad económica, a la incontrolable velocidad de los cambios, a quedar atrás en la redistribución de la renta y la riqueza cada vez más desigual. Añade que los padres que llevan al niño al colegio en verano se sienten estigmatizados pero además tienen miedo de que no superen los requisitos sociales.

Luego, comenta cómo el lema "Si estudias y te esfuerzas podrás llegar a lo que quieras" es una falacia pues muchos que intentan progresar acaban marginados. De ahí que haya surgido una ola de indignados con el 15-M en España, Occupy Wall Street, primavera árabe....

El autor repasa los acontecimientos que llevaron a esta situación. Menciona el pensamiento único qe dominó los años 80 y 90, primero con Thatcher y Reagan y luego con Bush y Trump. Una crítica que le hace a la izquierda es que asumieron las políticas neoliberales, lo que hizo más daño aún. Se asumieron varios programas: reducción del Estado del Bienestar, se desmantelaron los sindicatos y el capitalismo del bienestar pasó a ser el capitalismo popular. Fue una revolución conservadora en la que el pensamiento único interpretaba la realidad política y social en clave económica, identifica la democracia con el mercado, convertía la solidaridad en subsidiaria del valor supremo, la eficacia; reducía al ciudadano a mero recurso humano. "Fue la ideología que predicó el fin de las ideologías y el fin de la historia", dice el autor. Hubo una purga en las facultades y revistas.

Las únicas protestas alternativas que se toleraron fueron las de la antiglobalización para criticar la ampliación de las brechas de desigualdad entre los países pobres y ricos. Tras el 11-S, llegaron al poder los "neocons" (una camarilla de Bush), que pretendió acabar con los logros sociales del siglo XX (el New Deal de F.D. Roosevelt y la Great Society de Jhonson)

En los siguientes capítulos, el autor estudia la era de los "amos del universo" de los años 80 y 90, del poquer del mentiroso, de la nueva economía, las punto.com, y de cómo se resolvió la crisis, y todas las estafas "Ponzi" que lo surtieron (caso Madoff), y cómo se rescataron los bancos, con una inyección de todo el dinero que hizo falta, mientras que no hubo esa sensibilidad para el ciudadano medio. Señala que nadie vio venir la crisis (salvo Steve Keen y "La economía desenmascarada"), la forma de resolver la crisis, con el Gobierno interviniendo y nacionalizando los bancos y chiringuitos (como Lehman Brothers), desprestigió el neoliberalismo. Pero, a día de hoy, no hay modelo alternativa, salvo parches y el triunfo de Syriza. Considera que la Gran Recesión se ha quedado corta y que, en un futuro, los historiadores la llamarán Segunda Gran Depresión por los efectos devastadores que tuvo.

Es curioso las posibles salidas de la crisis L, V, U o W. La "V" era fuerte caída de la economía y luego recuperación rápida (el segundo tramo) /// La "U" era una bajada intensa, un tiempo en el infierno y recuperación fuerte /// La "L" era el peor escenario porque era muy depresivo seguido de un estancamiento /// La "W" caía estrepitosamente, se recuperaba y volvía a caer (Este fue el escenario de la Gran Depresión, que duró más de una década). En el caso de la Gran Recesión, el problema fue global. Hubo que actuar rápido con una política monetaria expansiva, con liquidez e intereses próximos a cero. Además, dice el autor que no hay alternativa al actual sistema y había que salvarlo porque no había nada para sustituirlo.

Posteriormente habla de la austeridad como idea peligrosa y de la globalización como eliminación de las políticas locales. De ahí una especie de trinomio, que no permite meter a la vez democracia, globalización y crecimiento (el resultado es que ahora la ONU no toma las decisiones sino el G-20).









domingo, 7 de enero de 2018

"Decir no no basta", de Naomi Klein (2017)

Resumen del libro "Decir no no basta", de Naomi Klein (2017)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/01/decir-no-no-basta-de-naomi-klein-2017.html

Resumen realizado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, riqueza, desigualdad, neoliberalismo, historia de EE.UU., teoría política, pensamiento político

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Título: "Decir no no basta"

Título original: "No Is Not Enough"

Autora: Naomi Klein

Fecha de publicación: 2017

Edición en español: Paidós, Barcelona, 2017

Número de páginas: 312

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Biografía oficial de la autora Naomi Klein (hasta 2018)

Naomi Klein es una periodista laureada, columnista de prensa y autora de los bestsellers No logo, La doctrina del shock y Esto lo cambia todo, todos ellos publicados por Paidós.  Esto lo cambia todo, el documental inspirado en el libro, se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto de 2015.

En 2017 se unió a la prestigiosa revista digital The Intercept y sus escritos tienen amplia difusión a través de publicaciones como The Guardian, The Nation, The New York Times, The New Yorker, Le Monde y The London Review of Books. Klein forma parte de la junta directiva de 350.org, un movimiento internacional de acción climática, y es miembro de número de la Puffin Foundation en The Nation Institute. Es además una de las promotoras del Manifiesto "Dar el Salto", una declaración en favor de una restructuración rápida y justa que ponga fin al uso de combustibles fósiles. En noviembre del 2016 fue galardonada con el prestigioso Premio de la Paz de Sídney.

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Texto de la contraportada

"Esto no es más que un intento de examinar cómo hemos llegado a este momento político surrealista; cómo, de formas concretas, podría ponerse mucho peor; y cómo, si no perdemos la cabeza, aún podríamos darle la vuelta al guión y desembocar en un futuro radicalmente mejor"

¿Os acordáis de cuando se suponía que el amor iba a triunfar sobre el odio? ¿Recordáis que hubo un momento en que las petroleras y los banqueros parecían estar amilanados y batirse en retirada? ¿Qué demonios pasó? Y aún más importante, ¿qué podemos hacer al respecto?

Decir no no basta revela, entre otras cosas, que la desorientación que sentimos es un hecho deliberado. Que por todo el mundo, para generar una crisis tras otra, se está utilizando tácticas de shock diseñadas para forzar políticas que arruinan a la gente, el medio ambiente, la economía y nuestra seguridad. Que el extremismo en el que vivimos no es un hecho aberrante, sino un cóctel tóxico de nuestros tiempos.

Desde cómo desmantelar la megamarca Trump al arte de reivindicar los argumentos populistas, Naomi Klein nos enseña cómo podemos romper el hechizo y conseguir el mundo que queremos. No dejemos que se salgan con la suya.

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ÍNDICE

Primera parte... Cómo hemos llegado a esto: el auge de las supermarcas

1. Cómo ganó Trump al convertirse en la marca definitiva

2. La primera familia de marcas

3. "Los juegos del hambre" de Mar-a-Lago


Segunda parte..... En qué punto estamos: un clima de desigualdad

4. El reloj del clima da la medianoche

5. El mangante en jefe

6. La política odia el vacío

7. Aprender a amar el populismo económico


Tercera parte..... Cómo podríamos ir a peor: los shocks que se avecinan

8. Maestros del desastre: puentear la democracia

9. La lista de tareas tóxica: qué se puede esperar cuando se espera una crisis


Cuarta parte.... Cómo podrían mejorar las cosas

10. Cuando a la doctrina del shock le sale el tiro por la culata

11. Cuando no bastó con decir no

12. Las lecciones de Standing Rock: atreverse a soñar

13. El momento de dar el salto: porque a pequeños pasos no se va a acabar con esto


Conclusión: Una mayoría solidaria, al alcance

Epílogo. Manifiesto "Dar el salto": llamamiento a favor de una Canadá basada en el cuidado mutuo y de la Tierra

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RESUMEN

Naomi Klein cuenta que dedicó entre cinco y diez años de investigación, viajes y entrevistas para documentar sus libros No Logo (sobre marcas) y La Doctrina del Shock (sobre como los neoliberales aprovechan las crisis para imponer sus "recetas" económicas). Sin embargo, para este libro, que examina el ascenso a la presidencia del multimillonario Donald Trump, solo necesitó unos meses porque la mayor parte del contexto fue contado en su día.

La autora dice que la presidencia del ultraconservador Trump llegó en mal momento porque puso en marcha políticas para desmantelar los avances en protección del medioambiente y frenar el cambio climático y el aumento de las temperaturas a escala planetaria. Para Klein, las empresas petroleras como Mobil Exxon, que según dice ya sabían del cambio climático desde 1970, se han aliado con Trump para permitir el consumo de petróleo, da igual de la forma que sea, con guerras, con más coches contaminantes, lo que sea con tal de volver a relanzar la producción y el consumo, da igual que el planeta se vea azotado por la sequía. Detrás, solo está la codicia del hombre blanco.

La autora comienza examinando el triunfo de Trump como gestor de la marca de lujo Trump. Sus votantes lo votaron porque Trump representa sus ideales de éxito: pasearse en "limousine", vivir en lujosas mansiones, dirigir negocios desde fastuosas torres con vestíbulos de mármol, estar rodeado de hermosas y sofisticadas mujeres, poder mandar y despedir a quien quiera porque él es el jefe supremo. Ese es su "show", y ha representado su papel en varios concursos televisivos como uno en el que hay dos grupos: los ganadores o "montaos" viven en una mansión rodeado de todos lujos y van a buscarlos en "limousine". Los perdedores, por contra, son los "pringaos" a los que se los humilla constantemente, duermen en el patio trasero en unas tiendas de cámping sobre cartones, no tienen con qué lavarse y espían a los concursantes ricos desde el seto del jardín para conocer sus lujos y prebendas. Trump, al final de cada programa, despide a un perdedor entre insultos ante el jolgorio de la audiencia que disfruta del espectáculo al oír a Trump decir: "Tú, estás despedido".

La autora señala que estos concursos de reality-show son crueles con los perdedores y que, aunque se desarrollan en una burbuja y todos saben que son falsos, reflejan la realidad social de la economía capitalista de libre competencia como nadie. Vivimos en un mundo desigual, eso ya lo sabemos todos, pero Trump te ofrece la posibilidad de que tú sobrevivas y estés con él y el resto de los ganadores, te ofrece formar parte de ese uno 1 % que atesora la riqueza mundial y despreciar al 99 % de los perdedores restantes. Ese es el mensaje de Trump: si quieres estar entre los ganadores, tienes que pelear fuerte y pisar a los perdedores.

Dentro de este contexto, la autora dice que Trump creó un basto imperio inmobiliario, jalonado de sucesivas quiebras y recuperaciones, pero que luego se dio cuenta del valor de la marca Trump como sinónimo de lujo y millones. Al igual que otras empresas, deslocalizó su negocio y luego, aún mejor, cedió su marca sin producir nada para ganar dinero sin mover un dedo. Aunque hay muchos clubs de vacaciones Trump repartidos por el mundo así como hoteles y urbanizaciones Trump a lo largo y ancho de todo el globo, el millonario tiene una empresa hueca cuyo único activo y valor es la marca. Su apellido es su logo, lo que vende como hacen Nike o Apple, el poder e influencia de una marca sin nada que producir. El millonario vende su marca a los complejos residenciales privados que quieran usarla. Por eso, es tan importante darse a conocer a nivel mundial y generar valor para la marca, más ahora que es un triunfador que ha alcanzado la presidencia de EE.UU. y lo convierte en el hombre más poderoso del mundo. Si Donald Trump representa el sueño americano para muchos hay algo que no cuadra y es que él nació rico, heredó su riqueza y solo se dedica a amasar más millones a pesar de que dice a sus votantes que él no necesita millones ni ser corrupto como los políticos porque ya es millonario. Entonces, ¿para que hace publicidad de sus empresas siempre que puede?

La autora señala que la llegada de Trump a la Casa Blanca trajo consigo prácticas inadmisibles como no deshacerse de sus negocios privados, con lo que está confundiendo lo privado y lo público, y dirige el país como si fuese una empresa colocando en puestos de confianza a sus amigotes y parientes. Eso no parece preocuparle al magnate, que en sus discursos presidenciales o entrevistas cuela entre las frases anuncios publicitarios elogiando sus productos o de los de su hija, según cuenta el libro. Una de las prácticas peores fue eliminar el teléfono para recibir las quejas de los ciudadanos en la Casa Blanca. Las consecuencias fueron inesperadas para Trump: los afectados telefonearon a sus hoteles y clubs contando sus problemas, lo que devaluó la marca Trump, y el teléfono de quejas de la Casa Blanca fue repuesto.

Naomi Klein considera que Trump solo es un peón más de una ideología neoliberal que intenta imponerse en todo el planeta de todas las maneras posibles, sobre todo aprovechando las crisis y los shocks (como la elección inesperada de Trump). Por ello, todo apunta a que las prácticas neoliberales seguirán avanzando en EE.UU. con un pleno desmantelamiento de la burocracia estatal, reducción de impuestos para los ricos y las multinacionales, mayor desigualdad y pobreza, menor sanidad y educación para los más pobres. Es un programa neoliberal que se comenzó a implantar con Ronald Reagan en los años 80, para desmantelar el Estado de Bienestar, y que ahora, 40 años después, prosigue con Trump sin ningún miramiento.

Klein sitúa el auge  del neoliberalismo en los años 70 y critica a la demócrata Hilary Clinton de no haber hecho nada en serio para generar políticas alternativas, motivo por el que fue abandonada por parte de sus votantes que prefirieron a Trump. La autora señala que Sanders conocía mejor lo que pasaba en el país y Clinton también prometía cambiarlo todo pero nadie la creyó porque con Obama pudo haberlo hecho y no hizo nada.

En los siguientes capítulos, Klein recuerda que el neoliberalismo suele aprovechar los shocks (como los huracanes como el Katrina o el miedo a la crisis) para aprovechar la confusión y "colar" por medio sus fórmulas impopulares de privatización del sector público, eliminación de servicios básicos sanitarios o educativos. La idea es siempre la misma: convencer a la población sumida en el miedo y la parálisis de que no hay otra alternativa que estas políticas que, según la autora, fomentan la desigualdad social y benefician a los super-ricos de forma extrema.

Dice que un ejemplo es lo que ocurrió en 1975 en Nueva York. La ciudad estaba a punto de quebrar, con importantes recortes públicos, cuando Donald Trump aprovechó para adquirir un rascacielos a buen precio y sacar beneficio. Lo mismo hizo Goldman Sachs, dice la autora, cuando ganó dinero con la crisis mientras sus clientes se arruinaban. Para la auditora, los clientes solo eran objetos y fue multada con miles de millones por sus malas praxis. La autora continúa con la externalización de servicios militares durante la guerra de Irak de Bush, en la que "las nuevas empresas con cristales tindados" florecieron como en la burbuja de las punto.com.

Otro caso es el del huracán Katrina, donde las crisis se aprovecharon para derribar barrios de pobres y privatizar colegios, sin dar solución a las personas hacinadas en los pabellones. Esta imagen de Nueva Orleans se volverá a repetir en otros lugares a medida que avance el cambio climático que algunas empresas niegan (pero a la vez se preparan para tomar posiciones y sacar ventaja en la exportación de recursos del Ártico).

Lo mismo pasó con el 11-S y la sucesiva cadena de guerras en Oriente Próximo, casualmente donde ahora hay más sequía y guerras con drones, posiblemente por el cambio climático. La gente huye por la falta de agua seguida de la guerra y las migraciones de refugiados se expanden como fichas de dominó hacia otros países. A lo largo del conflicto, algunos han sacado beneficio, como han sido los contratistas privados. Por otro, algunos han visto que una buena guerra y la desestabilización siempre sube los precios del petróleo, algo que está muy bien para los vendedores.

Lo más notorio, dice la autora, es que en la ocupación de Irak se creó un modelo de cómo podían ir las cosas en el futuro, a medida que el cambio climático se agrave. Pone como ejemplo en Bagdad las dos zonas en las que se dividió la ciudad: la Zona Roja (donde vivía la mayor parte de la población y corrían peligro de atentados, sufrían la falta de agua corriente y padecían otros riesgos y amenazas) y la Zona Verde (un lugar residencial y de confort, un oasis de paz blindado las 24 horas donde vivían los occidentales, con tiendas, restaurantes de McDonalds y centro comerciales, Internet, y seguridad privada inaccesible para el resto de los habitantes del país). La Zona Roja y Zona Verde o McZona suenan a ecos de una novela de ciencia ficción distópica (caso de Elysium o Los Juegos del Hambre, con una élite rica que vive en una burbuja de prosperidad y el resto de la Humanidad sumida en la pobreza, el caos y la violencia). Pero este es un escenario real y puede repetirse a lo largo del globo, como por ejemplo con los campos de refugiados, siendo Europa el bastión rico que vive en su burbuja de riqueza.

La autora cita dos ejemplos basados en la memoria histórica, en España y Argentina, como forma de lo que se debe hacer para contrarrestar la implantación de políticas impopulares de Trump que fomentan el racismo, la xenofobia, la marginación de colectivos femeninos, o niegan el cambio climático. Estas políticas se implantan aprovechando que surge una crisis y los neoliberales aprovechan la confusión de la gente para aplicar sus recetas de privatización de bienes púbicos, introducir recortes y bajadas de impuestos a los ricos, meterse en guerras ilegales y añadir sufrimiento a los más pobres. El mensaje es el mismo: No hay alternativa. Pero la autora replica que la gente que conserva su memoria histórica de los desastres a los que llevaron estas políticas cree que sí hay alternativas.

Uno de los ejemplos de reacción populista es Argentina: tras años de bonanza en los 90 y ser citado como ejemplo de milagro económico, en el 2002, el presidente De la Rúa tuvo que aplicar recortes brutales y propuso una especie de restricciones a la democracia y un toque de queda que recordó a la gente los golpes de la junta militar en los años 70 y 80. La reacción de la gente no fue sufrir en silencio sino salir enfurecida a la calle a protestar y el presidente se vio obligado a escapar en helicóptero del palacio residencial. Con los Kristner, los políticos captaron el mensaje populista de que los recortes enfadan a la gente. Pero esa reacción popular se basaba en que la gente tenía memoria de los gobiernos militares que aprovechaban las crisis para instaurar el orden dejando tras de sí una estela de muertes.

El otro ejemplo es España en 2004, tras los atentados del 11-M. Aznar salió en la tele echando la culpa a ETA de los ataques a los trenes a la vez que insistía en seguir en guerra en Irak pero, según la autora, su tono recordó a los españoles con memoria al régimen de Franco del ordeno y mando. A la gente le recordó aquello de el que no esté conmigo mí está contra mí, ecos que ahora resuenan con Trump. Lo que hizo la gente en España, añade la autora, fue votar contra el partido de Aznar y elegir de presidente a Zapatero, que prometió sacar al país de la guerra ilegal de Irak. Naomi Klein que esto fue posible porque los ciudadanos aún tenían presentes la vida bajo la dictadura franquista y no querían volver.