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domingo, 29 de mayo de 2022

"La sociedad del miedo", de Heinz Bude (2014)

 Resumen del libro "La sociedad del miedo", de Heinz Bude (2014)

Resumen original y actualizado del libro en:

https://evpitasociologia.blogspot.com/2022/05/la-sociedad-del-miedo-de-heinz-bude-2014.html

Elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, clase media, 

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500 RESÚMENES DE LIBROS  DE ECONOMÍA Y SOCIOLOGÍA

"DE ADAM SMITH A LA INFLACIÓN EN POSTPANDEMIA (1776-2023)"

por E.V.Pita (2023)

Link al compendio de resúmenes:

Descargar en PDF en este enlace:
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Ficha técnica:

Título: "La sociedad del miedo"

Título original en alemán: Gesellschaft der Angst

Autor: Heinz Bude

Edición en alemán: 2014

Edición en español: Herder, Editorial SL, Barcelona, 2017 y 2019

Número de páginas: 165

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Biografía del autor Heinz Bude (hasta 2019)

Heinz Bude (1954, Wuppertal) es doctor en Filosofía y uno de los sociólogos alemanes más destacados. Trabaja en el Instituto de Investigación Social de Hamburgo y es profesor de Macrosociología en la Universidad de Kassel. Sus diagnósticos sobre temas como la pobreza y la exclusión, la Alemania reunificada con sede de gobierno en Berlín, el papel de las Iglesias o el nivel de formación gozan de muy buena acogida en la esfera pública y en los medios de comunicación alemanes a nivel nacional.

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Texto de la contraportada

"El miedo marca una época en la que están avanzando los populismos de derecha, aumentan los casos de depresión y se experimenta el capitalismo como una coyuntura crítica. El miedo es síntoma de una situación social de incertidumbre. La clase mayoritaria ve peligrar su futuro y el individuo se siente arrojado a un mundo en el que ya no se siente resguardado ni representado.

Valiéndose del concepto de miedo basado en la experiencia común de cada uno, Heinz Bude se hace eco de una sociedad marcada por una incertidumbre perturbadora, una rabia contenida y una amargura tácita, no solo en las relaciones íntimas y el mundo laboral, sino también en la relación con la esfera política y los servicios financieros.

Frente al angustioso cuadro de la hegemonía de unos sistemas tecnocráticos autonomizados que aparentemente se gestionan sin contar con los ciudadanos afectados, en muchas partes del mundo surge un nuevo tipo de político que se presenta como semejante a nosotros y se proclama valedor de nuestras identidades y restaurador de añorados órdenes salvos. Sin embargo, por muy familiar que nos resulte, suscita en nosotros tanto recelo y desconfianza como aquellas órdenes globales en los que ya no nos reconocemos.

Pero no se trata solo del miedo a una sociedad que - entre otros motivos por los imparables flujos migratorios - se nos va volviendo extraña y en la que cada vez nos cuesta más reconocernos, sino también del miedo a las posibilidades y los riesgos del desarrollo personal, que resultan prácticamente infinitos.

¿Cómo podemos afrontar el miedo y con qué ritos y discursos podemos entendernos y ponernos de acuerdo con los demás acerca de los miedos comunes?

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ÍNDICE

Observación preliminar

El miedo como principio

La nostalgia de una relación irrescindible

El malestar con el tipo social en el que uno se siente encuadrado

Cuando el ganador se lo lleva todo

El pánico por el estatus en la clase media

Luchas cotidianas en la planta baja

El yo frágil

El dominio de nadie

El poder de las emociones

El miedo de los demás

Las ciencias del comportamiento de las generaciones

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RESUMEN

El autor Heinz Bude dice que la sociedad moderna está repleta de miedos que afectan a todos los trabajadores, pero también el miedo a las cardiopatías, al empobrecimiento, el miedo a envejecer, a un atentado e incluso a la inflación. También hay miedos al futuro, presente y pasado. El miedo es el único principio que tiene una validez absoluta cuando el resto de los principios son relativos y es un tema del que todo el mundo puede hablar y ponerse de acuerdo. Pero a nadie se le puede convencer de que sus miedos son infundados, solo controlarlos y disiparlos.

Bude dice que la opinión pública transmite miedos: índices de riesgo de pobreza, disolución de la clase media, aumento de personas con depresión o descenso de la participación electoral. Su diagnóstico es que todo esto tiene relación: el miedo. Es un concepto sobre lo que la gente siente, lo que es importante para ella, lo que ella espera y lo que le lleva a la desesperación. Y a través del miedo se puede ver hacia dónde se desarrolla la sociedad, en qué prenden los conflictos, cuándo ciertos grupos han claudicado en su interior y cómo se propagan ánimos apocalípticos y sentimientos de amargura. El miedo, siempre según Bude, nos enseña qué es lo que nos está sucediendo. Por ello, una sociología que quiera comprender su sociedad debe dirigir su mirada a la sociedad del miedo.

El autor  recuerda las palabras de F.D.Roosesevelt: "Lo único de lo que tenemos que tener miedo es del propio miedo" y que veía en sus votantes  "la mirada asustada de los niños perdidos". Destaca que con la llegada del Estado del Bienestar (entre 1945 y 1980, y su progresivo desmantelamiento hasta 2020) se eliminó el miedo a la incapacidad laboral, al paro y a la pobreza de los ancianos. y también la afiliación a sindicatos. El Estado del Bienestar actual no solo combate la pobreza. la exclusión social y el desfavorecimiento social sistemático, sino de combatir el miedo a verse marginado, privado de derechos y discriminado. 

En la segunda mitad del siglo XX, la gente sabía que si se esforzaba podía ascender socialmente pero, hoy en día, dice el autor, cualquier joven sabe que vivimos en una sociedad piramidal en la que es muy difícil escalar peldaños y que están empantanados en una "generación de las prácticas", encadenando contratos pese a sus mejores certificados, por lo que es difícil mejorar la posición social de los padres. Un error en la carrera o una toma de decisiones equivocada (no hacer las prácticas en el extranjero en el sitio adecuado puede acabar con una carrera) o la falta de contactos sociales puede ser decisivo para no ascender. Y todo esto genera angustia. Y el que se queda estancado se convierte en un "caso asistencial" y se queda fuera. A mayores surge la "relativa deprivación" (el compararse unos con otros, el destrozo que supone esa sensación de desventaja con los demás y el miedo profundo a no poder mantener el ritmo). Se trata de votantes que conforman la "muchedumbre solitaria" y la "mayoría silenciosa" que se sienten tuteladas y olvidadas.

Analiza los distintos miedos. En el de la pareja, los algoritmos de emparejamiento enlazan a personas con los mismos estudios y gustos pero el autor advierte que si se es demasiado selectivo (al buscar una "mujer trofeo" con una alta formación y otras cualidades) y buscar una pareja optimizada y más feliz se corre el riesgo de no encontrar a nadie. Y surge aquí el miedo a quedarse solo y no encontrar a nadie. A ello se añade que un vínculo supone la pérdida de la libertad porque queda asociada a la de otro.

Otro tipo de miedo es el que siente el tipo que ha ascendido socialmente a base de mucho esfuerzo regado de cadáveres (emprendedores, grandes bufetes que no ocultan que vienen de familias humildes pero que callan que su hermano pobre vive de los subsidios). El que ha ascendido socialmente siente miedo de aquellos de los que ha escapado y a los cuales también ha demostrado que su fatalismo estamental (no poder salir del hoyo) era falso. Y allí a donde ha llegado, en la cima, se siente como un extraño y no es capaz de desprenderse del olor a advenedizo y a los que los demás querrían ver postrado en el suelo.

Otro miedo tiene que ver con "el ganador se lo lleva todo", esa despiadada selección de los mejores que se ha visto frecuentemente en Silicon Valley: Facebook, Google o Amazon son los grandes triunfadores que se quedan todo el mercado y los pequeños competidores se quedan con las migajas o con nada. Quién conoce a los otros 100 corredores de Jamaica que no han ganado un torneo o a la mejor actriz secundaria de Francia (pues Angelina Jolie acapara todas las portadas). El ganador se pone en escena, hace una "perfomance" para presentarse ante el público y con combinaciones inusuales (un carpintero universitario y hipster). Eso te coloca entre los mejores pero, dice el autor, para ser el mejor hay que tener un rendimiento que además sea reconocido y alabado por los críticos. El autor concluye que hay una pequeña trampa para el éxito: lo decide la mejor "perfomance" que haga aplaudir al público y no el rendimiento. El problema es que esta filosofía de "el ganador se lo lleva todo" se ha extendido de los mercados a todos los ámbitos: el público decide quién es el mejor cantante, el mejor superviviente y los mensajes con "autoencomio" de las redes sociales. Se trata de una sociedad de "grandes primas" por el rendimiento (Frank y Cook), taquillazos y superventas que ha destrozado la sociedad de clases medias. El autor añade algo más: los afortunados ganadores y ganadoras tienen miedo a perder el control sobre el campo de la competencia (esos jóvenes ambiciosos que andan rondando por la cima, en la penumbra, preparados para darle la zancadilla). Y los perdedores, por su parte, están resentidos, tienen sensación de agravio y propicios a quejarse.

El siguiente paso que da el autor es el miedo que siente la clase media por perder su estatus y su miedo a tener algo que perder, si hacen una elección equivocada, están inseguros en su escala social. El autor se pregunta si el miedo es un "lujo" de las sociedades donde las cosas van mejor. Hoy, dice el autor, el conflicto de clases ya no es un problema, y la clase mayoritaria es apoyada por el poder y es posible lograr sus propósitos vitales dentro de su estatus. 

Pero el autor observa que en Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, España, Estados Unidos o Rusia, la clase media está en proceso de disolución y sus barrios son ocupados ahora por la "clase creativa" y "jóvenes urbanos profesionales" (la clase de las tres C: competencias, contactos y conceptos) que inflan los precios inmobiliarios. El autor recuerda que una titulación de Medicina hoy ya no protege a uno de caer en una situación apurada porque no está escrito que la bonanza será eterna y la educación ya no garantiza nada. Y la clase media empieza a compartir una misma angustia y amenaza: el pánico a perder su estatus.

En la clase trabajadora baja, también hay miedo, hay una lucha por descargarse de trabajo y dar mejor imagen pero también hay miedo a hacerlo todo mal. Los mayores que ya no rinden tanto tienen que ir pensando en arreglárselas solas. Acepta trabajo adicional por miedo al despido. Otras veces, el miedo es cómo imponerse a mandos intermedios, jóvenes sin experiencia o "viejos zorros". Sin organización sindical, el empleado debe defenderse por su cuenta y a veces acaba un escupitajo del camarero resentido en el plato de sopa o el bocadillo del cliente o en la taza del jefe.

El autor también estudia la crisis financiara del 2008 donde no faltó dinero para salvar a los grandes bancos "que no podían caer" ni a países enteros a los que se les prestó dinero en muy buenas condiciones o se les compró deuda. Sin embargo, el ciudadano medio vio cómo a él nadie lo rescataba y se veía abocado a perder su piso tras quedar desempleado y no abonar las hipotecas. Las palabras mágicas del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, diciendo "haremos todo lo posible y más" era lo que quería esperar oír el mercado, por lo que tranquilizó a los mercados.

El autor examina además la labor del político y el miedo, la inmigración, el terrorismo nazi y luego islámico, y, finalmente, ve una clave en la angustia del "yo", cuando es separado de la comunidad a través del trabajo y otros aspectos. Propone volver a las raíces comunitarias.

Opinión: Este trabajo tiene ecos de "Solo en la bolera", donde el autor reflexiona sobre la pérdida de la vida en comunidad, en iglesias, sindicatos y boleras.







lunes, 6 de mayo de 2019

"El fin de la banca", de Jonathan McMillan (2014)

Resumen del libro "El fin de la banca", de Jonathan McMillan (2014)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/04/el-fin-de-la-banca-de-jonathan-mcmillan.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, finanzas, capitalismo, riesgo sistémico, sistema financiero, banca

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Ficha técnica

Título: "El fin de la banca"

Subtítulo: El dinero, el crédito y la revolución digital

Título en inglés: "The End of Banking"

Autor: Jonathan McMillan (nombre ficticio)

Fecha de publicación: 2014

Edición en español: Barcelona, 2018, editorial Penguin Random House Grupo Editorial

Páginas: 315

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Biografía del autor Jonathan McMillan (nombre ficticio)

Jonathan McMillan (nombre ficticio) es un seudónimo detrás del cual hay una extraña pareja. Uno trabaja para un gran banco global. Es un experto en finanzas a quien nada le gusta tanto como bucear entre balances, diagramas de flujo y datos de transacciones. En el desempeño de sus cargos ha obtenido información de primera mano sobre el funcionamiento de los centros financieros de Londres y Nueva York. El fin de la banca se publica bajo un seudónimo para proteger su identidad.

El otro autor es Jürg Müller, que optó por una trayectoria académica. Tiene un M.Phil. en Economía por la Universidad de Cambridge y es doctor en Económicas por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Su investigación ha abarcado el impacto de la regulación bancaria sobre la estabilidad macroeconómica y el bienestar. Actualmente es redactor de Economía en el Neue Zürcher Zeitung.

Se conocieron en la universidad, pero perdieron contacto al tomar distintos caminos. En 2011, volvieron a encontrarse en un pub londinense. Decepcionados ante el modo en que sus pares, desde la banca y el mundo académico, habían lidiado con la crisis, se decidieron a emprender juntos este libro, en el que comparten sus puntos de vista, complementarios, sobre el funcionamiento de la banca.

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Texto de la contraportada

"Hay vida más allá de los bancos.
En este revelador libro, Jonathan McMillan sortea la complejidad de las finanzas modernas para explicar cómo la banca ha estado a punto de acabar con nuestro sistema financiero. La banca ya no funciona, y la revolución digital es el elemento que permitirá dejarla atrás. Basándose en una profunda investigación y con un enfoque riguroso pero accesible, proporciona una alternativa a la banca innovadora y realista.

Jonathan McMillan, seudónimo de dos autores que conocen de primera mano los vericuetos de la banca, protagonizó un impresionante fenómeno de autopublicación y tienen el don de volver abordable y divertida la complejidad de los mecanismos financieros. El fin de la banca identifica la raíz de los problemas actuales y presenta un plan de acción valiente, original y adaptado al futuro".

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ÍNDICE

Primera parte. La banca en la era industrial

1. La necesidad de la banca

2. La mecánica de la banca tradicional

3. Los problemas de la banca

Segunda parte. La banca en la era digital

4. La actividad bancaria no es solo asunto de los bancos

5. La mecánica de la banca en la sombra

6. La crisis financiera de 2007-2008

7. El sistema financiero después de 2008

Tercera parte. Un sistema financiero para la era digital

8. La banca ha dejado de ser necesaria

9. Una contabilidad para el futuro: acabemos con la banca

10. El papel del sector público

11. Un panorama general

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RESUMEN

Comentarios iniciales: El libro estudia las tres fases de la banca: la banca tradicional de la era industrial, la desrregulada que conllevó la "banca en la sombra" o "banca paralela" mediante la creación de dinero con el crédito interno y que desembocó en la crisis del 2008, y finalmente, la banca digital.

La banca tradicional consiste en prestar dinero y guardarlo a salvo. La banca facilitó la creación de préstamos para el desarrollo industrial (que necesitaba una intensidad de capital cada vez mayor). El defecto de esta banca tradicional es que en un momento de crisis surge el pánico bancario y generan grandes recesiones como la de 1907 y 1929. Finalmente, el Estado estableció un marco regulador y establecía garantías para evitar pánicos y se establecieron requisitos de capital.

En la era digital, la banca se descontroló. El crédito fue registrado electrónicamente a partir de la década de 1970 y los bancos encontraron maneras de eludir las normas reguladoras. Se crearon fondos mutuos de inversión del mercado monetario (money market mutual fund, MMMF) que hicieron operaciones bancarias mediante una compleja red de balances lejos de la vigilancia de los reguladores. Esta banca no regulada se denomina "banca en la sombra" o "banca parelela" y, según los autores, en cuestión de decenios la banca paralela superó en importancia a la banca tradicional. Esta incapacidad para regular desembocó en la crisis financiera del 2007 y 2008.

Tras la crisis, el Estado rescató a los bancos "demasiado grandes para caer". Sin embargo, las entidades financieras siguen buscando agujeros en la regulación para escapar del control estatal. El autor considera que "en la era digital, la banca se ha descontrolado" y mientras el Estado ofrece garantías la regulación bancaria ya no es eficaz. Cree que la banca es un proyecto público-privado "disfuncional". "Las instituciones bancarias obtienen inmensos beneficios a base de asumir riesgos excesivos cuando las cosas van bien y los Estados absorben las pérdidas cuando llegan los malos tiempos".

En una tercera parte, el autor dice que la banca digital también permite otras salidas de "destrucción creativa" [nota del lector: en referencia al impulso emprendedor e innovador, como lo denominó Schumpeter] respecto al crédito y el dinero. Cita por ejemplo, los préstamos entre particulares (peer-to-peer, P2P), los mercados virtuales y las monedas digitales (que satisfacen la demanda doméstica de liquidez y de préstamos seguros) y proporcionan crédito a largo plazo para proyectos arriesgados. "La banca ya no es necesaria", dice el autor. "La tecnología de la información permite que el sistema financiero sostenga una economía descentralizada y del capital intensivo sin necesidad de recurrir a los bancos. Prescindir de ellos no pone en peligro la comodidad que supone para los particulares y las empresas no financieras administrar sus propios asuntos. En la era digital, la banca no solo se ha descontrolado, sino que ha perdido su razón de existir". dice el autor. Considera que la banca está obsoleta.

A ello se suman otros problemas como la asimetría de la información (la banca está mejor informada que el cliente que le pide un préstamo). Y hay intereses contrapuestos: el prestatario quiere grandes préstamos que venzan a largo plazo mientras que el prestamista prefiere dejar pequeños importes que venzan a corto plazo para arriesgarse lo menos posible. El "milagro de la banca" consiste en crear dinero interno con los depósitos que custodian de sus clientes, a los que también pagan intereses.

El autor insiste en que un Estado que de garantías totales a la banca es demasiado rentable pero caro para la sociedad. Por ello, propone acabar con la banca y liberalizar el préstamo. Las herramientas clave para liberarse de la banca y sostener un sistema de precios funcional serían la cuota de liquidez y la renta incondicional (renta básica). Explica que las funciones del dinero y del crédito (proporcionar un medio de pago instantáneo y uno aplazado) están relacionadas en un sistema bancario y las esferas pública y privada tampoco están separadas; lo que distorsiona los precios y provoca asignaciones erróneas de recursos en la economía real.

El autor insiste en que en un sistema financiero sin banca, las funciones del dinero y del crédito están separadas y corresponden al ámbito público (dinero) y al privado (crédito). Así, el sistema financiero podrá alimentar un sistema de precios funcional y sostener una economía descentralizada y de capital intensivo.

La creación de dinero interno

Una de las piezas clave de la banca es la creación del dinero interno. Por un lado, los prestatarios presta dinero a la banca y obtienen un interés a cambio; por otro, tienen rápido acceso a él. La cuenta corriente parece equivalente al dinero. La esencia de la banca, que funciona con una contabilidad doble (activo y pasivo) es diversificar sus inversiones; reciben el dinero de los impositores y conceden créditos a los prestatarios que cubren con ese dinero depositado. Pero, recalca el autor, también pueden conceder préstamos sin haber recibido antes dinero de ningún impositor pues al conceder un crédito, crean dinero.

El Estado crea al dinero externo y la banca, el dinero interno (y se puede utilizar como instrumento de cambio o como reserva de valor y tiene la misma unidad de cuenta que el dinero externo). El dinero interno son los depósitos, las cuentas bancarias pero con la transformación de activos los bancos pueden ofrecer unos depósitos que tienen el mismo valor que el dinero.

El autor explica este mecanismo con este ejemplo: Un banco abre una cuenta de 80 dólares de dinero externo (el real) con sus propios fondos y lo anota en el activo y como capital en el pasivo. Una clienta pide prestados 60 dólares y el banco expande el balance (en activos, un depósito y una cuenta de 60 euros a nombre de ella). Según el autor, esta es la forma de crear crédito de la nada pues pone dos contratos de crédito en la misma dimensión (un depósito y un préstamo de 60 dólares en las dos columnas del balance). Al pagar una compra, la clienta lo hace con un cheque a otro cliente del mismo banco, de forma que solo se hacen anotaciones sin que realmente circule dinero real. Poco a poco, el banco está transformando un crédito que había creado de la nada en dinero.

 El autor señala que en el actual sistema bancario, el dinero no es externo (el metálico) sino interno (fiduciario), lo que genera graves efectos secundarios (cuando no hay liquidez a causa de un pánico o estampida bancaria /  una crisis crediticia al no poder financiar la misma cantidad de crédito / la deflación o la destrucción de dinero interno). La solución ha sido las garantías del Estado, que a su vez tienen inconvenientes como el "riesgo moral" (asumir grandes riesgos sabiendo que el Estado va a ser el prestamista de última instancia y que va a ir al rescate con dinero público) por lo que los gobiernos tuvieron que hacer una regulación bancaria para evitar que nadie se aprovechase. Entre las regulaciones están los acuerdos de capital de Basilea I (requisitos de capital con ponderación de riesgos y fondos propios que establecen una cuota de capital para evitar la falta de liquidez pero fracasaron porque regulaban a los bancos pero no la actividad bancaria). El problema es que al regulador le cuesta ponderar si un banco tiene más riesgos y debe aportar más capital.

El Estado también puede hacer operaciones de mercado abierto como "reportos" (acuerdos de recompra con los bancos; es similar a un préstamo avalado a corto plazo) y se beneficia con el "señoreaje" (un beneficio de la creación de dinero externo).

La banca en la sombra

La banca en la sombra surgió con la revolución digital, que permitió diseccionar, desmenuzar y redistribuir el crédito en una cadena de balances con un coste mínimo.
El autor define la banca en la sombra como una serie de instituciones y redes financieras distintas pero solo la emplea para hablar de la creación de dinero a partir del crédito fuera del sector bancario tradicional y cuya actividad se ejerce fuera de la vista de los reguladores bancarios. En 1970, la banca en la sombra era inexistente pero en el 2007-2008 ya superaba a la banca tradicional.

La banca en la sombra surgió con los MMMF (dichos entes no eran considerados bancos porque no ofrecían depósitos y se dedicaban a emitir contratos similares a los del depósito (en pasivos) y contratos de crédito de bajo riesgo y vencimiento a corto plazo (en activos). Creaban dinero a partir del crédito sin estar sujetas a regulación. El truco, para eludir al regulador, era que los bancos transferían sus activos a hojas de balance separadas y mantenían el riesgo económico y sin someterse a los requisitos de capital sin jugarse más fondos propios (arbitraje regulatorio del capital).

El autor explica que con la tecnología digital se ha creado un sistema financiero virtual en el que es posible pasar los contratos financieros de una entidad a otra con unos cuantos de golpes de ratón o de pantalla generando dinero líquido.

El autor menciona tres tipos de transformaciones: del importe nocional, del riesgo crediticio (mediante diversificación, estructuración, avales y coberturas de seguro) y del vencimiento (mediante la oferta de liquidez contractual). Usando seis técnicas financieras de la banca (la puesta en común, la diversificación, la estructuración, la presentación de avales, la protección del seguro y la liquidez contractual) cualquier empresa con una hoja de balance puede crear dinero a partir del crédito. La banca en la sombra consiste en ejercer la actividad bancaria en una serie de balances interconectados. Había una serie de pasos en los balances para crear dinero interno.

Uno de los trucos fue la titulación (que combina la puesta en común, la diversificación y la estructuración). Primero, los  bancos crean una sociedad de responsabilidad limitada (entidad de cometido especial ECE), la cual no produce nada, solo es un balance separado que compra una cartera variada de préstamos sin liquidez a la institución patrocinadora. La ECE emite deuda en forma de bonos de titulación de activos (BTA) respaldados por una cartera diversificada de préstamos. Luego, los BTA se dividen en tramos para evitar riesgos por mala calidad y es puntuada con éxito por una agencia de calificación. Luego, el ECE emite otro título de obligación de deuda garantizada (CDO). Los BTA están respaldados por préstamos y las CDO están respaldados por BTA. Las CDO luego pueden volver a titulizarse (CDO2, CDO3...). Poco a poco, se diluye el riesgo del banco real y debe tener una cuota menor de liquidez. Todo esto se usa como aval y los "reportos" (recompras) transforman el riesgo crediticio.
El autor resume todo este proceso así: Los préstamos sin liquidez se titulizan para convertirlos en BTA y en CDO, que pueden emplearse como avales en los reportos. Los préstamos de riesgo a largo plazo se financian con créditos prácticamente sin riesgo y con liquidez contractual. Es casi crear dinero a partir del crédito.

En general, la banca en la sombra funciona como un multiplicador de dinero que depende de la percepción del riesgo crediticio que tengan los participantes en el mercado financiero. Por un lado, hay un colchón de capital necesario para la titulación y en el recorte aplicado por los prestamistas del reporto. Hay una rápida expansión del crédito y del dinero interno. Por otro lado, el círculo virtuoso de creación de dinero puede volverse vicioso pues la banca en la sombra tiene los mismos puntos débiles que la banca tradicional (pánico bancario, lo que pasó con la crisis del 2007-2008).

Las propuestas de un sistema financiero sin banca en la era digital

El autor define un sistema financiero sin actividad bancaria como un sistema financiero sin dinero interno, lo que no implica que un sistema financiero sin instituciones financieras que presten servicios de pago, asesoramiento sobre inversiones y gestión de activos. También debe haber instituciones que procesen las solicitudes de préstamos y ofrezcan a las empresas el acceso a los mercados de capital.

El autor explica cómo evitar la reaparición de la banca, cómo cambiar la política monetaria en un mundo sin dinero interno y cómo afectarán esos cambios a la economía.

Sostiene que la banca ya no es necesaria para emparejar a los prestatarios y los prestamistas a través del préstamo sin intermediarios (desintermediado). Sostiene que en la era digital se pueden emitir créditos por valores muy pequeños (diversificando los riesgos) y además los clientes pueden tener una relación crediticia con muchos acreedores.

 El autor argumenta que las plataformas de préstamos entre particulares P2P (peer-to-peer) demuestran que el préstamo desintermediado permite la puesta en común y la diversificación de riesgos para las personas y las pequeñas empresas. Los particulares pueden repartir sus ahorros en pequeñas cantidades y prestarlos a miles de prestatarios y tanto las pequeñas empresas como las personas pueden reunir dinero de miles de prestamistas. No se puede controlar a todos los prestatarios (lo que excluye el riesgo moral de la asimetría de la información).

Para vigilar la calidad de los solicitantes del crédito, dado que estos son individuos sin capacidad para emitir informes corporativos de una agencia de calificación, se puede usar la puntuación crediticia (que se realiza con antecedentes de pago, datos sobre ingresos) y son más fiables que la sensación basada en relaciones personales (el director del banco).

Otra posibilidad es que Internet coloca a los prestamistas en una posición todavía mejor para evaluar y comparar a los controladores delegados. Algunas plataformas de Internet dan datos sobre el rendimiento expost de los préstamos, los modelos de puntuación de crédito utilizados y los datos empleados para esos modelos. Estas asimetrías de la información se resuelven al igual que las plataformas de viajes donde los clientes puntúan la calidad y el servicio de hoteles, restaurantes o destinos turísticos.
"En la era digital, la actividad bancaria ya no aporta valor añadido en la resolución de las asimetrías de información y de los conflictos de intereses", dice el autor.

Otra ventaja es la liquidez de mercado de bienes y servicios (por ejemplo, ahora es fácil vender rápidamente en Internet un regalo que no gusta porque la red social funciona como un mercado virtual), Lo mismo podría funcionar para los bonos. Y además Internet disminuye la información privilegiada.

Respecto al sistema de pagos, Internet es muy cómodo porque permite hacer anotaciones contables sin dinero físico o a través de las monedas digitales (dinero externo virtual).

Otra figura que sustituye al banco (depósito) es el custodio (por ejemplo, un asesor financiero) que centraliza los pagos e inversiones.

El hecho de que la banca siga dominando el panorama financiero se debe a varios factores. Por ejemplo, está subsidiada y para las instituciones no bancarias es difícil competir. Los gobiernos han planteado alternativas a la banca como la "banca estrecha" (narrow banking), que las reduciría a solo guardar dinero. Otra idea es la banca de uso limitado que revisa las instituciones financieras (funcionan como fondos mútuos). Habría otras restricciones a las prácticas anteriores de la banca y propone instaurar una norma de solvencia sistémica.

Por parte del sector público, este tendría que inyectar dinero de forma incondicional a todos los ciudadanos (en vez de rescatar a los bancos, que tienen acceso privilegiado a los fondos públicos y que luego usan para comprar activos financieros en vez de dedicarlos a la economía real). El concepto de renta incondicional (da igual edad, sexo, empleo o desempleo) se parece a la renta básica garantizada pero es mucho menor y no es fija, solo se emite de forma constante y generalizada para que la gente consuma. A mayores, la política monetaria debería ser independiente del Gobierno para evitar que el dinero se dirija hacia a algún sitio en concreto.

Cree que hay que separar la banca del sector público para que esta no tenga que cargar con sus riesgos y no puede dedicarse a garantizar dinero interno porque así no es creíble la estabilidad de precios. El autor concluye que el riesgo debe asumirlo quienes también disfrutan de los posibles beneficios.

En resumen, el autor propone unos mínimos cambios legales para acabar con la banca, como una norma de solvencia sistémica al derecho de sociedades y ajustar la política monetaria. Dice que esto es más fácil de hacer que desenmarañar el complejo viejo sistema bancario, el cual está descontrolado y lleno de interdependencias financieras. La actual regulación es un desperdicio de recursos, según el autor. "Sí hay una alternativa", dice.

lunes, 22 de octubre de 2018

"Flash boys", de Michael Lewis (2014)

Resumen del libro "Flash boys", de Michael Lewis (2014) 

Resumen original y actualizado del libro en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/10/flash-boys-de-michael-lewis-2014.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, operaciones comerciales de alta frecuencia, finanzas, Bolsa

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Ficha técnica:

Título: "Flash boys"

Subtítulo: La revolución de Wall Street contra quienes manipulan el mercado

Título en inglés: "Flash boys"

Autor: Michael Lewis, NYC, 2014

Editorial en español: Centro Libros PAFF, Grupo Planeta, Barcelona, 2014

Número de páginas: 295 + agradecimientos

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Biografía oficial del autor Michael Lewis (hasta 2014)

Michael Lewis, nacido el 15 de octubre de 1960 en Nueva Orleans, es un escritor y periodista financiero que ha pasado de ser un autor de referencia para el sector económico a uno de los ensayistas más importantes a nivel global.

Es autor de algunos de los libros más vendidos en las dos últimas décadas en Estados Unidos, tales como The Blind Side, adaptada al cine y protagonizada por Sandra Bullock; Moneyball, cuya adaptación al cine protagonizó Brad Pitt en el papel principal; o Boomerang (Deusto, 2012), que encabezó durante semanas las principales listas de ventas.

Se hizo famoso con El póquer del mentiroso (Alienta, 2011), su primer libro, una narración que trata sobre sus años de bróker en el ya desaparecido banco de inversión Salomon Brothers. El escándalo financiero que protagonizó este banco convirtió el libro en un fenómeno de ventas y en el testimonio más ácido de la codicia desmesurada que vivió Wall Street en la década de los ochenta.

Lewis estudió Historia en Princenton y posee un máster en Economía por la London School of Economics. Actualmente, es profesor de la Universidad de Berckley, editor de Vanity Fair y colaborador de The New York Times y Bloomberg. Vive en Berkeley, California, con su esposa y sus tres hijos.

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Texto de la contraportada

"¿Quién miente en Wall Street? 
Verano de 2009. El FBI detiene a Sergey Aleynikov, un extrabajador de Goldman Sachs acusado de robar el código fuente de su antigua empresa. A Aleynikov, programador de operaciones comerciales de alta frecuencia, se le deniega la libertad bajo fianza alegando que, de caer en malas manos, el código robado puede usarse para manipular los mercados de forma injusta.

¿Significa esto que las manos de Goldman Sachs son las buenas? Si Goldman puede manipular los mercados, ¿pueden también hacerlo otros bancos? ¿Por qué el código que permite operar a Goldman Sachs es tan importante que cuando descubrió que un empleado lo había copiado, la empresa decidió llamar nada menos que al FBI? Si este código es tan valioso y peligroso para los mercados financieros, ¿cómo pudo hacerse con él alguien que había trabajado en la empresa apenas dos años? Y a todo esto, ¿qué son las operaciones comerciales de alta frecuencia y por qué se han convertido en la última revolución de Wall Street?

Michael Lewis decidió que era hora de encontrar respuesta a estas preguntas y su búsqueda lo llevó a la sala acristalada de un rascacielos neoyorquino. Allí conoció a los flash boys. Ésta es su historia."

Texto de la solapa

"En el rascacielos One Liberty Plaza de Nueva York, Michael Lewis conoció a un grupo de personas procedentes de grandes bancos, importantes bolsas financieras y firmas especializadas en operaciones de alta frecuencia. Muchos han renunciado a sus sueldos millonarios para declarar la guerra a Wall Street. Denuncian que unos pocos manipulan el mercado para beneficio propio. Y no piensan rendirse hasta que retornen la libertad y la justicia. Son los flash boys.

Este libro describe cómo es Wall Street en la actualidad: la de los nuevos tipos de inteligencia y creatividad financieras; la de los ordenadores, programados para comportarse de forma impersonal como un programador nunca lo haría; y la de las personas que llegan a Wall Street para encontrarse con una realidad muy diferente a la que imaginaban.

Lewis ilumina los rincones más oscuros del mundo financiero, con elevado riesgo para nuestra presión arterial. Porque, si usted tiene cualquier contacto con el mercado, aunque sólo sea un plan de pensiones, esta historia le está ocurriendo a usted.

Sin embargo, Flash Boys es una lectura edificante. Aquí encontrará personas que han conservado la moral y han defendido sus valores en un mundo donde no se paga para eso, que han percibido una injusticia y que están dispuestos a ir a la guerra para arreglarla".

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ÍNDICE

Introducción. Ventanas al mundo.

1. Oculto a simple vista.
2. El problema de Brad
3. El problema de Ronan
4. Acechando al predador
5. Poniéndole cara a la alta frecuencia
6. Cómo ganar miles de millones en Wall Street
7. Un ejército de uno
8. La araña y la mosca

Epílogo. Por la senda de Wall Street.

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RESUMEN

Comentarios iniciales: El interés de este libro radica en que describe un nuevo tipo de operar en bolsa a través de las operaciones comerciales de alta frecuencia y de cómo unos ejecutivos descubrieron la trampa e intentaron hacer una bolsa alternativa (el IEX) más justa.

El libro arranca  en el 2009 con la instalación secreta de un cable de fibra óptica (400 hilos para transmisión de luz, para subastar entre 200 empresas) entre el centro de datos de la bolsa del Nasdaq en Carteret, en Nueva Jersey, y el centro de datos de la bolsa mercantil de Chicago. Un inversor llamado Dan Spivey había descubierto en el 2008 que existía una gran diferencia entre la velocidad operativa disponible entre edificios bursátiles y la velocidad operativa teóricamente posible. Se tardaban 12 milisegundos en dar una orden de ida y vuelta entre Chicago y Nueva York. Las diversas rutas tradicionales eran más lentas: entre 14,65 milisegundos (por la Ruta Dorada de Verizon) y 17. En el 2008, pocos se daban cuenta del valor de un milisegundo.

 La idea es ganar velocidad (medida en nanosegundos, ya que la velocidad de la luz circula a 300.000 km por segundo) ahorrando tres decimales a otra ruta convencional que es más lenta porque va por las carreteras y se desvía para rodear las montañas de Allegheny. La nueva línea excavó un túnel para atravesarla directamente. Se habla de 2.500 trabajadores cavando zanjas separados en grupos y sin saber qué estaban haciendo. Los jefes dejaban caer que podría ser un trabajo secreto del Gobierno. Una vez construida esta línea en el máximo secreto, se subastó un acceso de ida y otro de vuelta por empresa a diez millones cada cliente. La clave era ofertar un bien escaso que daría riqueza a muchos. Hubo a quienes la idea les pareció tan buena que daban saltos de alegría al ver las futuras ganancias o superejecutivos que tras meditarlo propusieron doblar el precio.

La historia continúa con la investigación que realizó Brad Katsuyama, un ejecutivo del Real Banco de Canadá (RBC), el noveno del mundo en importancia, quien fue trasladado a Nueva York para trabajar en temas de Wall Street. Como él era canadiense, de ascendencia japonesa, el primer día, sus colegas de empresa lo invitaron a asistir a un curso para la integración de las minorías que trabajaban en el banco, y les dijo que la primera vez que se había sentido en minoría había sido en dicha reunión, tras lo cual se fue y nunca volvió. Después, absorbieron a una empresa americana especializada en comercio electrónico y los jefes tenían otra cultura más de salir de copas a clubs nocturnos. El trabajo de este directivo era comprar valores en la Bolsa a la mejor oferta e invirtiendo grandes cantidades de dinero pero cada vez que pulsaba el botón, el precio oferta del valor desaparecía y se cambiaba la cotización misteriosamente, lo que le generaba pérdidas porque siempre pagaba la acción más cara y, además, realizando grandes inversiones de capital.

El directivo de RBC hizo su propia investigación para saber por qué los precios subían cada vez que pulsaba el botón de compra. Había más afectados y no era un problema técnico ni de "software". En Canadá empezaron a pedirle cuentas sobre su gestión. Atando cabos descubrió que alguien estaba haciendo operaciones de alta frecuencia. Con ayuda de un programador, desarrollaron un programa llamado Thor que era capaz de retrasar unos segundos la orden de compra desde que se compraba, de forma que los operadores de alta frecuencia no se daban cuenta hasta que era tarde. Vendieron el programa a sus clientes para ahorrar mucho dinero.

El autor también cuenta la historia de un joven informático que empezó a recibir encargos de las compañías de alta frecuencia para instalar el cableado de sus sedes lo más cerca de la bolsa de valores para sacar una ventaja de nanosegundos. Se dieron cuenta de que las sedes tenían que estar muy cerca del servidor central de la bolsa para recibir las órdenes de compra lo más rápido posible.

Las investigaciones de otros bancos pusieron cara a los operadores de alta frecuencia a través de sus perfiles de LinkedIn, generalmente veteranos de Wall Street de los años 80. Había un chino que pasó diez años en universidades de EE.UU, un físico francés especialista en partículas de los laboratorios Fermat, un ingeniero aeroespacial ruso, un indio doctor en ingeniería eléctrica y otros. Otros pensaban que estas mentes brillantes se habían unido a compañías dedicadas a explotar a los inversores en lugar de intentar resolver los problemas de la gente.

Entre las principales plataformas opacas estaban, según el autor, Crossfinder (de Credit Suisse) y Sigma X (de Goldman Sachs).

Ellos decían que estas plataformas opacas se dedicaban a defender los intereses de sus clientes pero, según se fue sabiendo, también que los operadores de alta velocidad sacaban partido de información que llegaba a los mercados en esas propias plataformas y que incluso perjudicaban a sus propios clientes, amparados precisamente en la opacidad de las operaciones ya que no se podía ver cómo se gestionaban las órdenes dentro de ella. A su paso por la plataforma opaca, la orden de un cliente enviada a un mercado público se convertía en una presa "gorda y apetitosa" porque eran órdenes "montadas en bicicleta" de lo lentas que iban. Lo habitual es que esa orden tuviese un volumen elevado y que sus movimientos fueran predecibles.

En el libro,  el autor relata cómo un informático ruso de Goldman Sachs, Sergey Aleynikov, se encargó de parchear su Red para operaciones rápidas en la que astutos programadores ideaban continuamente nuevos algoritmos. Antes de ser contratado, el ruso tuvo que pasar una entrevista de trabajo y el examinador le pidió descubrir si el número 3.999 era primo y luego calcular la ruta más corta entre una arala y una mosca. Los resolvió en dos minutos y fue contratado. Usaba código abierto pero Goldman Sachs no le dejó compartirlo con la comunidad porque una vez que entraba en el servidor era propiedad de la empresa. El informático aceptó un puesto mejor pagado y la empresa le pidió que retrasase su marcha 16 días para enseñar todo al sustituto. En ese periodo el informático ruso se envió a sí mismo unos archivos informáticos como hacía rutinariamente y poco después el FBI lo detuvo en el 2009 por robo de datos confidenciales de Goldman Sachs. Fue condenado a ocho años de cárcel. El autor del libro dice que después de toda la debacle económica de la crisis del 2008, llama la atención que solo hubiese un único condenado de esa gestora de inversión y que fuese su informático.

En los siguientes capítulos, el autor aborda la marcha de Brad del  RCB en el 2012 npara fundar IEX (Investors Exchange),  una bolsa alternativa al corrompido Wall Street, más justa para el inversor y a  la que los fondos acudían voluntariamente. Tras muchas negativas, encontró la manera de convencer a los inversores y de captar fondos para emprender el proyecto. Algunos empleados despedidos por la crisis le pidieron trabajo y tambien se enrolaron antiguos miembros de su equipo.

La tesis de Brad era que el mercado de valores se había convertido en algo grotescamente injusto que necesitaba urgentemente un cambio porque Wall Street estaba repleto de depredadores porque los operadores de alta frecuencia acechaban y devoraban a los inversores y de que éstos pagaban a los mercados bursátiles y a los brókers para que les permitiesen hacerlo. Las Bolsas se habían convertido en cajas negras cuyo funcionamiento interno escapaban a la comprensión humana ( ni siquiera en Goldman Sachs entendían todos los entresijos del funcionamiento).

La idea de Brad y de sus Maestros del Puzle para crear IEX era diseñar una bolsa en la que sus clientes no tuviesen oportunidad de aprovecharse de él ya que los más avispados siempre jugaban en su propio beneficio.

Los Maestros del Puzzle descubrieron que antiguamente los tipos de orden eran simples, directos y bastante sensatos pero los nuevos tipos que acompañaron a la explosión de operaciones de alta frecuencia no se parecían en nada a los antiguos. En el 2012, ya había 150 tipos (uno garantizaba que el operador comercial que la usaba únicamente llevaría a cabo la transacción si la orden contrapuesta era más pequeña que la suya, entre otras reacciones al mercado). Había órdenes como Post-Only (orden-solo-si) que solo tenían como objetivo recibir la prima de la bolsa donde opera. Había otra permutación, la orden Hiden Not Slide (orden oculta) con la que un operador de alta frecuencia podía decir: "quiero comprar 100 acciones a un precio máximo de 80,03, solo-si y oculta" en la que el operador informaba de que estaba dispuesto a comprar las acciones a un precio superior al de venta del momento (80,03 frente a 80,02) pero solo si estaba en el lado pasivo de la transacción, desde donde podía cobrar la prima.  La verdadera razón es que el operador no estaba realmente interesado en comprar las acciones sino por si aparecía un comprador de verdad (que canalizase capital hacia una empresa productiva). En ese caso, la orden oculta del operador de alta frecuencia le pondría primero en la fila para comprar nuevas acciones si otro inversor entrase en el mercado para vender esas acciones. La orden oculta permitía que un operador de alta frecuencia se colase en la fila y ganar las primas pagadas al primero.

Es decir, que esas órdenes tenían un diseño común para proporcionar una ventaja a los operadores de alta frecuencia a expensas de los inversores. Las órdenes estaban pensadas para que las transacciones "no" se llevasen a cabo o al menos para desincentivarlas (ponía trabas y obstáculos al inversor real).

Estas órdenes pretendían obtener información barata y sin riesgos del comportamiento y las intenciones de los inversores de los mercados bursátiles (aunque los operadores de alta frecuencia emitían el 99 % de las órdenes en el mercado de valores de EE.UU., solo realizaban el 50 % de las transacciones). Sus órdenes solo eran un medio para obtener información sobre los inversores corrientes.
La idea clave es que los operadores fantasma detectaban a un gran inversor interesado en comprar muchas acciones y se las ingeniaban para comprar esas acciones y venderlas más caras al interesado, que a veces era su propio cliente.

Sabiendo esto, los Maestros del Puzzle descubrieron nuevas formas de cómo los depredadores acechaban a sus presas y diseñaron una bolsa a prueba de las trampas de los operadores de alta frecuencia.

Había tres tipos de depredadores bursátiles que dependían de la alta velocidad:

1) El "ventajismo electrónico": obtenía información privilegiada sobre lo que el inversor estaba tratando de hacer en un mercado y ganarle la carrera hacia los siguientes (la razón por la que cuando un inversor compraba acciones en oferta y pulsaba el botón, desaparecía el precio y subía)

2) El "arbitraje con primas": se servían de la nueva complejidad para lograr apropiarse de los pagos ofrecidos por las bolsas sin llegar a proporcionar realmente liquidez que dichos pagos pretendían alentar.

3) "Arbitraje de mercado lento": Un operador de alta frecuencia era capaz de ver el precio de un tipo de acciones en un mercado y explotaba las órdenes de otros mercados antes de que éstos fuesen capaces de reaccionar el cambio. Compraban y vendían con ganancia antes de que los precios oficiales tuviesen tiempo a reaccionar.

Entre sus prácticas estaba la de emitir una "orden sonda" para descubrir la existencia de un gran comprador. Por eso, la lentitud no le aportaba información útil.

Una idea para acabar con estas prácticas perniciosas fue prohibir la "colocalización" (la ubicación física de sus servidores en el interior de las propias bolsas para obtener información de lo que ocurría en ellas antes que sus competidores). La idea del IEX era que cualquier demanda de acciones se pudiese satisfacer antes que los operadores de alta frecuencia tanto en esa bolsa como en las demás ya que a veces detectaban la señal de un inversor y se le adelantaban en otros mercados.

El plan del IEX, cuya sede estaría situada en Weehawken, fue alejar la bolsa lo más posible de los compradores con un fácil truco de James Cape: enrollar 60 kilómetros de cable de fibra óptica en una caja de zapatos y la luz daría vueltas y vueltas perdiendo valiosos milisegundos con el único propósito de ralentizar las órdenes de los operadores de alta frecuencia para que no pudiesen adelantarse a los inversores reales. De esta forma, se ralentizaba todo hasta los 350 milisegundos.

Con la apertura, el IEX apenas operó medio millón de órdenes. Los grandes bancos enviaban pequeños paquetes de cien acciones como cebo para los mercados para descubrir a los grandes compradores. Era imposible ver un escenario real de lo que ocurría hasta que un empleado exmilitar experto en códigos informáticos sugirió montar una "gran fotografía" de todo lo que pasaba para tener una visión global y ver los patrones de comportamiento. Así descubrieron nuevos patrones predadorios de los bancos que ni habían imaginado. Funcionaban así: un gran inversor (mutua o fondo de pensiones) decide llevar a cabo una gran inversión y se pone en contacto con alguna gran entidad corredora de la bolsa para comprar mil acciones por 82,95-82,97 dólares. Luego, un broker ponía a prueba el IEX con una orden de compra de 100 acciones para ver si el IEX era vendedor y si lo era lo evitaban. Las microórdenes lo que estaban haciendo era aumentar el precio de la acción a expensar del inversor que las demandaba. Detrás había malas intenciones para impedir toda transacción realizada fuera de sus propias plataformas opacas. Era una búsqueda de acciones poco honesta por su insólita esquivez. En sus plataformas, los grandes bancos ganaban más dinero vendiendo el derecho a los operadores de alta frecuencia para que explotasen las órdenes existentes en ellas y para aumentar artificialmente el volumen de transacciones por cuestiones de imagen (y así dar mala imagen al IEX).

Tras la apertura del IEX, los clientes empezaron a quejarse de que los bancos no estaban siguiendo las instrucciones de sus clientes de enviar sus órdenes al nuevo mercado o solo lo hacían el 10 % de los casos. Goldman Sachs puso como excusa que tenían miedo de ordenar a su sistema informático que hiciese algo que nunca antes había hecho (porque en el 2013 su ordenador hizo unas transacciones demenciales y embarazosas) que le costaron cientos de millones de dólares). O decían a los inversores que era muy lento porque tenía un retardo de 350 milésimas de segundo (y, por tanto, peor), o difundían rumores.

Con el tiempo los inversores se dieron cuenta de que si la Bolsa era una fiesta, ellos eran el ponche y los asistentes se divertían a su costa. Brad les reveló la verdad: "Cada vez que tiene lugar una transacción en el mercado, se crea una señal; en los 50 milisegundos que transcurren hasta que ésta se materializa, no ocurre nada, silencio total. Pero inmediatamente después tiene lugar un simple hecho, seguidamente una reacción masiva y a continuación una reacción a esa reacción: los algoritmos de los operadores de alta frecuencia ubicados en el otro lado de la operación están prediciendo lo que te dispones a hacer basándose en lo que acabas de hacer". A los 350 milisegundos, la orden de un inversor ya había desencadenado la locura entre los depredadores.

Con el tiempo el IEX probó con sus estadísticas que el volumen de sus transacciones era mayor y tenían cuatro veces la probabilidad de llevarse a cabo al precio que la mayoría consideraba justo. Los grandes bancos estaban saboteando el IEX o subían artificialmente los precios en 5 centavos en 222 milisegundos. Las operaciones tenían "contrapartidas" para exprimir a los inversores incluso a precios estables. La razón es que los bancos de Wall Street no estaban enviando las órdenes al resto de los mercados y se había creado una figura del intermediario en el IEX, algo que nadie contaba con ello.
Finalmente, Goldman Sachs aceptó entrar en el juego y el resto de los bancos comenzaron a enviar órdenes honestas.




lunes, 18 de diciembre de 2017

"Psicopolítica", de Byung-Chul Han (2014)

Resumen de "Psicopolítica", de Byung-Chul Han (2014)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/12/psicopolitica-de-byung-chul-han-2014.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, poder, política, neoliberalismo

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Título: Psicopolítica

Subtítulo: "Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder"

Título original en alemán: Psychopolitik

Autor:  Byung-Chul Han

Fecha de edición en alemán: Barcelona, 2014

Editorial: Herder

Páginas: 127

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Biografía de Byung-Chul Han (hasta 2014)

Byung-Chul Han (Seúl, Corea del Sur, 1959) estudió Filosofía en la Universidad de Friburgo y Literatura alemana y Teología en la Universidad de Múnich. En 1994 se doctoró por Friburgo con una tesis sobre Martin Heidegger. En la actualidad es profesor de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Es autor de más de una decena de títulos, de los cuales se han traducido al castellano, además de la presente obra, otros cuatro.



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Texto de la contraportada

El filósofo Byung-Chul Han dirige ahora su mirada crítica hacia las nuevas técnicas de poder del capitalismo neoliberal, que dan acceso a la esfera de la psique, convirtiéndola en su mayor fuerza de producción. La psicopolítica es, según Han, aquel sistema de dominación que, en lugar de emplear el poder opresor, utiliza un poder seductor, inteligente ("smart"), que consigue que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación.

En este sistema, el sujeto sometido no es consciente de su sometimiento. La eficacia del psicopoder radica en que el individuo se cree libre, cuando en realidad es el sistema el que está explotando su libertad. La psicopolítica se sirve del  Big Data, que, como un Big Brother digital, se apodera de los datos que los individuos le entregan en forma efusiva y voluntaria. Esta herramienta permite hacer pronósticos sobre el comportamiento de las personas y condicionarlas a un nivel prerreflexivo. La expresión libre y la hipercomunicación que se difunden por la red se convierten en control y vigilancia totales, conduciendo a una auténtica crisis de libertad.

Según Byung-Chul Han, este poder inteligente podría detectar incluso patrones de comportamiento del inconsciente colectivo que otorgarían a la psicopolítica un control ilimitado. Nuestro futuro dependerá de que seamos capaces de servirnos de lo inservible, de la singularidad no cuantificable y de la idiotez - dice incluso - de quien no participa ni comparte.

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ÍNDICE

La crisis de la libertad

Poder inteligente

El topo y la serpiente

Biopolítica

El dilema de Focault

La curación como asesinato

"Shock"

El capitalismo de la emoción

La ludificación

Big Data

Más allá del sujeto

Idiotismo

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RESUMEN

Este autor retoma algunos de sus conceptos anteriores como la sociedad del cansancio (o del rendimiento) y de la sociedad de la transparencia (todos somos vigilados por un sistema "panóptico" digital). Señala que en el capitalismo neoliberal es un empresario de sí mismo que se autoexplota.

En las primeras páginas, señala que el nuevo poder político no basa su autoridad en someter a una disciplina a sus súbditos sino en mantener un control sutil para que ellos mismos se autoexploten sin darse cuenta de la manipulación. Uno de los controles más sutiles, dice el autor, reforzados mediante la publicidad, consiste en convencer a todo individuo a que se someta a una carrera consigo mismo en aras del perfeccionamiento y la eficiencia. Por ejemplo, se alecciona a todo el mundo para que pierda peso y mantenga una figura esbelta y estilizada (a base de comer un tipo de dieta adelgazante, de meter horas en el gimnasio, ...). El que no lo consiga es un perdedor. Esto mismo se emplea al trabajo, donde se exige la excelencia. El autor señala que esta sociedad del rendimiento genera estrés y depresión y los individuos altamente competitivos acaban por caer enfermos psicológicamente al no poder disfrutar de la vida sino solo vivir para trabajar mucho para ganar más dinero y consumir más.

El autor cree que el nuevo poder político es ante todo psicológico (por eso, habla de psicopolítica) al mandar mensajes sutiles a la población para que dé todo lo posible de sí misma y que rinda al máximo pero sin coaccionarla sino considerando que el ciudadano es ante todo "empresario de sí mismo". Es lo que se halla en el trasfondo de la ideología neoliberal, según Byung-Chul Han.

Para que todo funcione bien, es necesario manejar mucha información, por lo que la ideología neoliberal también promueve la "transparencia", tanto de los ciudadanos, que no dudan en malvender su intimidad en Internet, como de los Gobiernos, a los que se les presiona para que faciliten toda la información disponible a las empresas. Este gran flujo de información solo pudo ser posible mediante el fomento de Internet, que nos ha hecho a todos más "visibles". Todo ese torrente de datos es convenientemente examinado por el Big Data para obtener nuevos datos que ayuden a hacer más eficiente el sistema y mejorar su rendimiento.

El autor dice que detrás del Big Data opera una ideología del "dataísmo", lo que equivale a nihilismo. Añade que los números se "sexualizan y fetichizan".

Otro de los comentarios importantes que el autor hace en el libro se refieren al advenimiento de una Segunda Ilustración. En la primera, en el siglo XVIII, los ilustrados franceses insistieron en la primacía de la razón y el conocimiento sobre las emociones y los sentimientos, que llevado a su extremo acabó en los campos de concentración y en una sociedad altamente industrializada y movida por criterios exclusivamente racionales. Con la llegada del Big Data nace una segunda ilustración que libera el conocimiento del arbitrio subjetivo de los científicos porque con suficientes datos "la teoría sobra". Ve una euforia estadística con los modelos masivos. Añade que la transparencia es la palabra clave  de la segunda ilustración que genera un nuevo tipo de violencia.

El autor teme que el Big Data cree una nueva clase social en la que todos estemos clasificados en función de nuestra "puntuación" social y los que no alcancen los puntos serán marginales o "basura".

También menciona el "quantified self" como método de cuantificarse a sí mismo: datos sobre la propia salud. rendimiento escolar y laboral, etc...

lunes, 13 de noviembre de 2017

"Guerra, ¿para qué sirve?", de Ian Morris ( 2014)

Resumen del libro "Guerra, ¿para qué sirve?", de Ian Morris ( 2014)


Resumen del libro original y actualizado:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2017/11/guerra-para-que-sirve-de-ian-morris-2014.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación Social y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, Historia, cambio social, historia de la civilización, estructura social

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Título: "Guerra, ¿para qué sirve?"

Subtítulo: El papel de los conflictos en la civilización desde los primates hasta los robots

Título original en inglés: "War! What is it Good for?"

Edición en inglés: 2014

Edición en español: Barcelona, 2017, Ático de los libros

Número de páginas: 639
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Biografía oficial del autor Ian Morris (hasta 2017)

Ian Morris es doctor en Historia por Cambridge. Vive en las montañas de Santa Cruz, en California, junto a su esposa, gatos y perros y es profesor de Historia del Mundo, Arqueología, Cultura Clásica en la Universidad de Stanford, donde ha sido director del departamento de Cultura Clásica, director del Instituto de Historia de las Ciencias Sociales y del Centro de Arqueología, así como el decano adjunto de la Facultad de Humanidades y Ciencias. En 2009, fue galardonado con el Dean's Award por la excelencia de sus clases. Ha dirigido excavaciones arqueológicas en Gran Bretaña, Grecia e Italia.

Ha publicado diez libros entre los que destaca "¿Por qué manda Occidente... por ahora?" (Ático Historia, 2014). Ha sido galardonado con premios de la Fundación Guggenheim, la Fundación Mellon, la National Geographic Society y el National Endowment for the Humanities y es titular de la Cátedra Jean y Rebecca Willard de Clásicos.

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Texto de la contraportada 

"En este fascinante libro, el historiador y arqueólogo Ian Morris investiga el papel de la guerra a lo largo de la historia. Partiendo de esa premisa, "Guerra, ¿para qué sirve?" nos ofrece un sensacional relato de la violencia a través de los siglos y llega a la sorprendente conclusión de que la guerra ha hecho del mundo un lugar más seguro y próspero. Morris explica que, en la Edad de Piedra, había una posibilidad entre diez o incluso entre cinco de morir violentamente, mientras que en el siglo XX, pese a dos guerras mundiales, la bomba atómica y el holocausto nazi, menos de una de cada cien personas murió a manos de otra.

¿Es posible que algo tan espantoso como la guerra haya sido una fuerza positiva en el avance de la civilización? Morris expone cómo, a lo largo de quince mil años, la guerra ha contribuido de forma decisiva a crear sociedades más grandes y complejas, las cuales, a su vez, han hecho que la vida de sus ciudadanos fuera más segura.

Por último, al comprender exactamente el funcionamiento y la utilidad de la guerra, estaremos en mejor posición posible para saber si, de una vez por todas, se puede acabar con ella".

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ÍNDICE

Introducción: la amiga del enterrador

1. ¿La tierra baldía? Guerra y paz en la Antigua Roma

2. Enjaular a la bestia: las guerras productivas

3. Los bárbaros contraatacan: las guerras contraproducentes (1-1415 d.C)

4. La Guerra de los Quinientos Años: Europa (casi) conquista el mundo (1415-1914)

5. Tormenta de acero: la guerra por Europa (1914-década de 1980)

6. Con uñas y dientes rojos: por qué los chimpancés de Gombe fueron a la guerra

7. La última gran esperanza del mundo: el Imperio estadounidense (1989-?)

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RESUMEN

Habría que encuadrar este libro junto al de Monbiot y otros que defienden un orden mundial, un gobierno global que cree un gran espacio de comercio y cultura e impida los actuales abusos de la globalización donde las grandes multinaciones campan a sus anchas debido a la distinta legislación mundial.

El libro parte de la tesis de que las guerras por la expansión del territorio (que él denomina guerras productivas) crean espacios de gobernabilidad mayores y traen una posterior paz y prosperidad a esas tierras. Por contra, hay otro tipo de guerras defensivas que son "contraproductivas" y que mantienen a los contendientes en un peligroso equilibrio y conflicto perpetuo (en plan guerras feudales).
Así, como ejemplo de guerras productivas están las del Imperio Romano, que pacificó todo el Mediterráneo y el Atlántico Norte y llevó la paz a 60 millones de habitantes que antes vivían enfrentados en conflictos tribales. Lo mismo pasó con la China de la dinastía han o la India. Enormes civilizaciones antiguas, que funcionaban como "bandoleros sedentarios" recaudando impuestos, mantuvieron la paz y favorecieron la agricultura durante muchos siglos. Añade que los antropólogos que estudiaron las tribus del Amazonas durante 30 años descubrieron que una gran parte de los habitantes moría en conflictos violentos, asesinado, en peleas... mientras que en el siglo XX el hombre occidental, a pesar de las dos guerras masivas, tiene una probabilidad de 1 o 2% de morir en un conflicto armado o hecho violento, ya que la violencia ha sido prácticamente erradicada en las civilizaciones más avanzadas donde hay un Estado fuerte.

[nota del lector: el fallo de este argumento es que para conseguir la Pax Romana y mantener la prosperidad durante dos siglos (el I y II DC), Roma libró siete siglos de guerras (con otros pueblos de Itálica, con Cartago, con Galia), masacrando a millones de indígenas europeos o esclavizándolos, para luego disfrutar de dos siglos de paz antes de volver al caos con las guerras civiles propias de un Estado fallido seguidas de una mayor matanza con la invasión de los bárbaros. El balance del Imperio Romano fueron 9 siglos de guerra y conquista, asolando a fuego todo el Mediterráneo y el Atlántico, dejando una estela de millones de muertos, para disfrutar dos siglos de paz, que no duró mucho ya que luego le siguieron otros diez siglos de guerra constante entre señores feudales a lo largo de la Edad Media, por lo decir las guerras entre potencias europeas que siguieron otros 500 años hasta la hecatombe de 1914-1945. Reconstruir el imperio Romano llevó 1.500 años de guerra y sin ningún éxito hasta que, pacíficamente, se firmó el tratado de la UE]


Las grandes civilizaciones antiguas y su caída

El libro arranca con un pasaje de Tácito sobre la guerra de Agrícola en Britania contra los pictos o actuales escoceses. El líder britano Calgaco arentó a miles de guerreros bárbaros para aplastar a las legiones de Agrícola que avanzaban. Avisó de que los romanos solo dejaban tras de sí "tierra baldía". Frente a esta concepción de Roma como ejército que arrasa con todo, está la de Cicerón que canta el orden que se impuso en el Imperio y en el que florecen las artes y las letras superada ya la barbarie de tribus ferozmente enfrentadas entre sí para robar ganado o agua. Con Roma, impera la paz. El autor apuesta por la visión de Cicerón, porque es la que se debe adoptar a largo plazo, la de la creación de una gran civilización que permite territorios llenos de paz, mientras que la del gran jefe  Calgaco es cortoplacista, solo ve la humareda de las cosechas quemadas por las legiones que avanzan hacia él a combatir. 

Ian Morris sostiene que una vez que un Estado alcanza una dimensión grande, tiene incentivos para mantener la paz en su territorio, recaudar impuestos, proteger a su población, etc... aunque sea para que otros no le roben el botín. Si en el pasado, los jefes guerreros eran feroces asesinos, luego devinieron en administradores del territorio conquistado para sacarle buenas rentas. Crearon un estado "hobbesiano" por el que mantenían el orden y el monopolio de la violencia. Esta idea caló de que el Estado era el único con derecho a ejercer la violencia por lo que cualquier pelea, crimen, etc... hecho por un ciudadano era inmediatamente castigado. Al tratarse de un poder fuerte, pocos se podían oponer y el territorio quedó pacificado, por lo que la agricultura y el comercio prosperó sin temor a ataques de bandoleros.

 Es lo que el estadista inglés Hoobes llamó el Estado Leviatán, como un gran poder que contrarreste la violencia natural de los hombres, ya que ellos mismos son lobos para el hombre. Frente a esta idea de que el hombre es un mono ultraviolento está la que extendió Margareth Mead, en un conocido estudio antropológico sobre los nativos de Samoa,  de que el hombre es bueno en su estado salvaje y tiende al amor y la fraternidad con sus semejantes, un poco la filosofía hippie. Pero el autor replica que los samoanos le "tomaban el pelo" a Margareth Mead para reírse de ella, según confesaron unas ancianas recientemente.

El autor se adelanta a muchas de las críticas siendo el argumento principal que los lectores le opones el de "¿Y qué nos dices de Hitler?". Morris replica que el "fuhrer" fue un brutal dictador que impuso su propio Leviatán asesino en toda Europa. Añade que la Alemania nazi era un gobierno dominado por una élite del partido y que tenía objetivos genocidas en un 50 % pero en otro 50 % protegía a sus ciudadanos, pero en todo caso, resultó ser un Estado fallido que fue aplastado por otros Leviatán todavía más poderosos. Recuerda que derrotada y eliminada Alemania como adversario, la guerra siguió en otros lados (en Japón), con nuevas y brutales matanzas. Viene a decir que la Alemania nazi era similar a un virus asesino que mató al paciente, como un caso extremo de Estado asesino que no prosperó porque los otros Estados se dieron cuenta de su peligrosidad y entre todos lo aplastaron. Por tanto, lo considera un caso extremo y raro en su argumentación, que estaría encuadrado como una tiranía que explota y asesina a sus súbditos, en la escala máxima de violencia.

El autor añade que hay otros niveles de Estado: la democracia, el gobierno populista, la aristocracia y la tiranía, y cada uno de ellos se mueve por distintos objetivos e intereses. En el caso de Roma, se trataba de un gobierno de la élite aristocrática cuyo objetivo era enriquecerse mediante la conquista pero que también cuidó de que el pueblo estuviese seguro mediante la ley y el Derecho y que por eso fue un Estado viable y próspero mientras duró. Lo mismo pasó en Egipto. El Estado Asirio era otro tipo de tiranía pero mantuvo seguro su territorio y prosperó.

Ian Morris también examina la escalada bélica desde que las guerras movilizaron a pie a la infantería de los egipcios y persas, con expertos tiradores de flechas, hasta que los arqueros disparaban flechas desde carros y los romanos y griegos inventaron la disciplina (ideal frente a las tribus celtas donde cada uno hacía lo que quería) y fabricaron a gran escala espadas de hierro muy baratas con las formaron enormes ejércitos baratos de hombres libres y que revolucionaron la guerra en el cuerpo a cuerpo (mientras en Oriente atacaban desde lejos o con elefantes, como en la India o como hizo Aníbal).
El gran problema estratégico para las grandes civilizaciones, que movían enormes ejércitos a pie, surgió en el mismo momento que tuvieron que enfrentarse a la caballería de los pueblos nómadas (sártrapas, hunos...), brutales, feroces, y bandidos ágiles y fugaces. La muralla de Adriano o la Gran Muralla China, que durante siglos contuvieron a los bárbaros, no sirvieron de mucho cuando los invasores formaron enormes coaliciones y entraron en la frontera arrasando todo.

 Persia fue la primera en reaccionar ante los bandidos de la estepa y creó lo que es la actual caballería pesada: caballeros con armadura y yelmo y armas pesadas, prácticamente invencibles. Los romanos tuvieron que imitarles y China también, la caballería pasó a ser decisiva en estas guerras contra los nómadas y, aún así, estos arrasaron Eurasia, de una punta a otra, derribaron el Imperio Romano, el Indio y el Chino, que durante siglos solo volvieron a ser sombras de lo que fueron. Fue una debacle de las grandes civilizaciones que tardó mil años en recuperarse.

A todo ello se suma que las grandes civilizaciones, Roma y China, se desmoronaron simultáneamente en el siglo II DC a causa de una brutal peste que arrasó el continente de una punta a otra, con legiones enfermas que morían a miles en los campamentos, donde el virus infectaba con mayor rapidez. Entre las enfermedades globales y los jinetes nómadas, que causaron un "efecto dominó" al empujar a los bárbaros al interior del territorio romano y de otros pueblos lindantes con China a la India o China. Estas emigraciones masivas de refugiados añadieron más caos y, en 80 años, el Imperio Romano había dejado de existir y en su lugar se formaron reinos bárbaros controlados por señores de la guerra. El intento de Bizancio de reunificar el Mediterráneo fue muy flojo pues no tenía los medios necesarios y cuando el Islam controló el mismo mar, desde Lisboa hasta Pakistán, no pudo funcionar como un megaestado porque los califas dirigían sus propios reinos sin atender a nadie o peleaban entre sí, según señala el autor. 

En el caso de China, las distintas dinastías lograron reunificar el imperio para volver a disolverse poco después. Los herederos de Carlomagno también fracasaron. Durante mil años hubo un ciclo de guerra-civilización-guerra tanto en Europa como en China e India. 

Otro de las distinciones que aborda Morris es la llamada guerra productiva y la contraproductiva. Dice que Roma hizo guerras productivas hasta el siglo I, en las que sus conquistas eran rentables porque ampliaban el territorio y lograban cuantiosos botines. Pero tras la derrota de cuatro legiones en el bosque de Tettoburgo, en el año 9, Augusto ordenó una guerra defensiva y repliegue a las fronteras seguras. A partir de entonces, la guerra fue contraproductiva porque, por un lado era defensiva, y por otro la ganancia de nuevos territorios como Dalmacia, Rumanía, Siria, salían muy caros, incluso por encima del coste, y apenas rentaban nada. China también entró en un ciclo de guerras contraproductivas para defender su frontera de los nómadas, que requerían enormes ejércitos de caballería que hacían guerras preventivas. No obstante, el autor aclara que esas guerras preventivas a veces disuadían a los nómadas de volver a cruzar las fronteras durante cien años, por lo cual también era rentable.

El poder mundial de Europa

Hasta el año 1018, no se hace una nueva escalada armamentística. Esta vez será la invención de la pólvora en China, que usaron para hacer fuegos artificiales o como arma incendiaria, pero no para lanzar proyectiles a gran velocidad, algo que sí aprovechó Occidente.

Europa fue el ganador de la carrera armamentística de la pólvora porque los distintos reinos feudales la adoptaron entusiasmados. Primero, sus cañones derribaron las murallas de los castillos   (los turcos copiaron la idea para conquistar Costantinopla)  y luego, en torno al año 1470, se empezaron a usar arcabuces con gancho. No pudieron sustituir a la caballería hasta que inventaron los holandeses el sistema de carreta o "lagger", mediante el cual las carretas se disponían en círculo y servían de muralla contra los caballos y parapeto para los cañones. A estas alturas, Europa ya había superado a Asia y siguió el avance cuando las potencias europeas dotaron de cañones a los galeones y barcos de línea, con lo que los mares fueron europeos por su gran potencia de fuego. A ello se sumaron tácticas prusianas como las líneas de fusileros que avanzaban en línea hasta convertir sus ejércitos en paredes que escupían fuego, según contaban los supervivientes.

El autor dice que el norte de Europa se distanció del resto del mundo porque permitió el libre comercio frente a los estados del Sur que aún promovían el monopolio comercial. De esta forma, Gran Bretaña dominó todos los mares del mundo e impuso su ley hasta convertir el siglo XIX el mundo en un lago británico mantenido por un orden global inglés.

Desde el punto de vista de la "rentabilidad" de las guerras, el autor dice que Europa masacró a millones de nativos en América (sobre todo por las enfermedades que redujeron la población a la mitad), Asia (India) y esclavizó a varios millones más en África, pero que en gran parte tuvo como consecuencia una ampliación del territorio europeo y la paz en Europa prácticamente desde 1715 a 1800 y de 1815 a 1914. Según su teoría, al final este ciclo de guerras de expansión trajo la paz al mundo y millones de súbditos vivieron en paz y progreso en las colonias británicas (y las hispanas también durante cuatro siglos). [nota del lector: nuevamente vemos un argumento un poco capcioso porque parece que lo que quedó fue más tierra baldía que otra cosa]

Morris señala que hay un ejemplo que podría invalidar su tesis y se refiere a la guerra de Independencia de EE.UU., pues sería el típico ejemplo de guerra contraproductiva que genera mayor caos y violencia al dividirse el imperio británico en dos y, sin embargo, generó una mayor riqueza y prosperidad para el nuevo país y la antigua metrópoli. El autor replica que la clave de por qué esta vez fue distinto hay que buscarla en el comercio; el propio Adam Smith señala que dejar a los operadores y a la mano invisible del mercado trabajar con mayor libertad generará mayor riqueza, como así ocurrió. La libertad comercial benefició a ambos países, así como la fluidez del crédito, que permitió a EE.UU. tender una gran red de ferrocarril a partir de 1830.

El dominio europeo en el mundo se limitaba hasta el siglo XIX a proteger fuertes en la costa en enclaves asiáticos sin preocupar mucho a los gobernantes de la India o China. Si había una batalla naval entre Holanda e Inglaterra por el dominio de Indonesia, los gobernantes asiáticos lo consideraban una "molestia" o una "guerra comercial". Lo mismo pasaba en el Congo y el resto de la costa, donde los portugueses tenían que comprar esclavos a los jefes locales a cambio de armas sin adentrarse en el territorio por miedo a las enfermedades, salvo en Sudáfrica, que estaba libre de gérmenes letales para el hombre blanco. Eso cambió a partir de mediados del siglo XIX, cuando los médicos occidentales lograron vacunas contra las principales enfermedades tropicales, salvo la fiebre amarilla. De repente, el interior de África y Asia quedaron a merced de los europeos, cuyas principales potencias se repartieron el mundo en pacíficos congresos.

 Inglaterra creó un vasto imperio multicontinental en Canadá, Australia, India, Sudáfrica, Zimbawe, Kenia, Sudán, Hong-Kong y otras colonias en el Caribe o el Pacífico aunque impuso un orden global de comercio y crédito que subyugó a países nominalmente independientes como Argentina o Chile. Su poder naval servía de policía mundial allí donde hubiese conflictos [nota del lector: papel que luego siguió EE.UU.]. Cuando el emperador francés Napoleón decretó en toda Europa un bloqueo comercial del Continente a las islas británicas fracasó porque todos los reinos buscaban trucos para eludir la orden y porque la flota naval británica era dueña de los mares.

Otro cambio que observa Ian Morris son las guerras populares que estallaron a partir de 1776. La insurrección de los colonos americanos y la posterior Guerra de Independencia solo fue el comienzo de las guerras nacionalistas y protagonizadas por el pueblo. Al poco, el pueblo y los burgueses tomaron el poder en la Revolución Francesa de 1789, en lo que sería otra movilización a gran escala que se saldó con miles o millones de muertos, sobre todo en el campesinado reaccionario y entre los aristócratas que no pudieron huir a tiempo. Napoleón llevó a la guerra popular a otra escala al movilizar a un ejército de un millón de voluntarios que no eran profesionales como las tropas de Prusia o Inglaterra pero estaban dirigidos por buenos oficiales. Este ejército popular se metió en un buen lío cuando Napoleón invadió España para obligarla a entrar en el orden continental y bloquear a Inglaterra. Los españoles se constituyeron en otro movimiento nacional y popular y sometieron a una pesadilla a las tropas napoleónicas a las que desgastaron con una guerra de guerrillas. Pronto todos los países se dieron cuenta de que el nacionalismo y el patriotismo servía para hacer ejércitos más poderosos y todos comprendieron la importancia de fomentar esas ideas populares. [nota del lector: pero un siglo después, lo que parecía una medicina mágica que lo curaba todo se convirtió en un veneno, siendo el más claro ejemplo la Alemania nazi ultranacionalista]

La guerra de 1914 a 1945

El autor estudia posteriormente el gran conflicto europeo de 1914 a 1945, que equipara a las Guerras Púnicas entre Cartago y Roma porque hubo dos guerra en medio de una tregua de 20 años. Morris recurre a la teoría de Mackinder en el que el mundo está dividido en tres bloques: el Núcleo (serían las estepas nómadas, desde Rusia a China), el Círculo Inferior (que serían los imperios orientales y europeos) y el Círculo Exterior (América, África subsahariana, Japón y Australia).
En el caso de la Gran Guerra del 2014, Alemania se unificó en un momento en que Gran Bretaña había dejado de ser la única nación industrializada y ya no tenía efectivos para vigilar el mundo como una policía mundial: los ingleses relegaron parte de las tareas en EE.UU. y Japón como ayudantes del policía mundial. En ese contexto, Alemania empezó a crecer e industrializarse y a iniciar políticas coloniales en África pero, en contra del consejo del cancíller Bischmark, que apostaba por una senda diplomática y de equilibro, el kayser comenzó a idear planes para "absorber" parte del Núcleo, concretamente los países no-rusos como el Báltico, Ucrania y Bielorrusia. Solo faltaba una excusa para invadir Rusia.
Por otra parte, la posterior matanza que luego se desencadenó tuvo mucho que ver con unas élites que no tenían piedad ni por su propio pueblo porque si no habrían detenido el baño de sangre que costó millones de vidas. En tanto, Inglaterra adoptó una estrategia para cercar comercialmente a Alemania, que dio resultado a largo plazo y que decidió la guerra hacia los aliados, a lo que también contribuyó la entrada al final de EE.UU. El autor señala que, al terminar la guerra, no se resolvió nada y el mundo siguió igual de inseguro que antes, porque los países perdedores se vieron abocados a guerras civiles (Rusia, Alemania), a lo que después siguió la hecatombe económica del Crash de 1929, y diez años después una segunda guerra, esta vez total.

El mundo post-soviético (1989-2017)

La Segunda Guerra Mundial enterró definitivamente a Gran Bretaña como policía global, ya en decadencia desde 1870, y puso en el mundo a dos policías globales: EE.UU. y la URSS, que se repartieron el planeta: el núcleo quedó en manos del Imperio Soviético y otros países comunistas (China), el flanco interior fue una zona occidental o no alienada (Europa Occidental, Asia del Este, India, Persia, Afganistán) y el mundo exterior quedó en manos de USA (Pacífico, Sudamérica). Cualquier injerencia en esas zonas de influencia suponía un conflicto entre ambos policías globales, como fue el caso de Vietnam, el conflicto de los misiles de Cuba o la guerra de Corea. Además, se siguió un proceso de descolonización, primero de la India, y después de toda África, que quedaron bajo control americano por estar en su área de influencia. EE.UU. evitó por todos los medios que no se instalase el comunismo en su área de influencia.
El mundo siguió con dos policías globales desconfiados siempre entre ellos hasta el punto de iniciar una carrera de misiles nucleares que quedó en tablas porque la destrucción mutua estaba asegurada (MAD). Todo ataque era un suicidio asegurado, como dedujo el ruso Petrov ante lo que era un fallo de su ordenador y fue el que evitó la guerra nuclear en los años 80.

Según el autor, el colapso de la URSS fue planeado en los años 50 por USA mediante una estrategia a fuego lento: hacer que el pueblo soviético comprendiese las condiciones miserables en las que vivía comparándose con la fiebre consumista de Occidente libre. A mediados de los años 80, la URSS habia sido derrotada por Afganistán, el petróleo se había desplomado de precio tras unos años de bonanza, y Gorvachov inició el desarme y el desmantelamiento de la URSS: permitió que Europa Oriental se marchase libremente de su influencia, disolvió el imperio ruso y liberó a las repúblicas del Cáucaso. En cinco años, la URSS se había disuelto como un azucarillo en un vaso de agua.
A partir de 1989, con la caída del muro de Berlín, y de 1991, con el desplome de la URSS, solo quedó un policía global: EE.UU. Fue entonces cuando los conflictos se multiplicaron, sobre todo a partir del 2011, pero el autor recalca que fueron guerras de baja intensidad (para EE.UU., se entiende), caso de la Guerra del Golfo, Irak, Afganistán... e incluso Sudán o Somalia. No había posibilidad de que se produjese un gran conflicto a escala mundial con cien millones de muertos, algo que era una alternativa posible en los años 80. En los años 90, 2000 y 2010, allí donde había problemas, acudía el policía global, aunque poco a poco empezó a automatizar la guerra para abaratarla con drones y otras tecnologías que no requieren tropas en tierra.

El autor afirma que ahora el conflicto se desplaza hacia el Este de Asia, concretamente a las islas que rodean China. Ese gigante económico tiene un potente ejército pero está enjaulado porque su costa está rodeada de una cadena de islas hostiles o patrocinadas por EE.UU. (Corea del Sur, Japón, Taiwan, Filipinas, Singapur, Indonesia). El autor sostiene que EE.UU. es el dueño del Pacífico pero que China quiere, por razones de defensa estratégica, romper el bloqueo de esta cadena de islas. Al carecer de flota o de un mar libre por el que navegar, se ve confinada a ser una potencia continental pero no global. Romper el orden en el Pacífico, el mar Americano, supondría un desafío total a EE.UU. Ian Morris sostiene que no habrá quiebras en el sistema actual quizás durante varias décadas pero teme que llegará un momento en que EE.UU., si continúa con su lenta decadencia a nivel internacional, se verá desbordado en su papel de policía global y tendrá que nombrar ayudantes, posiblemente China [nota del lector: y yo diría Rusia]. El autor teme que, al igual que ocurrió con el Imperio Británico (al permitir el crecimiento de Alemania o Estados Unidos), el propio policía global podría estar cavando su tumba al armar a los que en unas décadas serán sus competidores que lo desbanquen de su papel.

Ian Morris recuerda que se hacen muchos esfuerzos para que no vuelva a haber guerras pero él se teme que, en las próximas décadas, antes de 2050, que será inevitable una megaguerra de las de verdad con millones de muertes en todo el planeta, aunque puede que sea menos devastadora que las anteriores guerras mundiales. Eso se debe a que la guerra con robots será inevitable ya que nadie quiere perder esa ventaja militar (lo llama la carrera de la Reina Roja, una carrera armamentística). Esto se basa en la Historia de la Humanidad: primero se lucharon con ejércitos disciplinados a pie, luego con carros de caballos, con caballería, con armas de fuego, con armas nucleares... Y por otro lado recuerda que la guerra es el camino por el que optan aquellos que ven ventajas y algo que ganar. Cuando alguien va a la guerra es porque algo tiene que ganar, alguna recompensa. Mientras alguien haga sus cálculos y vea posibles recompensas, irá a la guerra. La idea de fondo es que la descomposición del Imperio Americano conllevará nuevas guerras y una gran batalla final entre EE.UU. y el país que lo sustituirá como policía global dentro de unas décadas. Sostiene que la situación actual se parece a la de 1910, con el Imperio Británico en horas bajas y una Alemania y un Japón en crecimiento económico desbocado.

Morris también explica cómo serán las futuras guerras. Ya las estamos viendo. En una caravana en una instalación militar de Nevada dos operadores eliminan a objetivos mediante drones a miles de kilómetros. Hacen la guerra cómodamente como si fuese un videojuego. Alguien ha pensado en una idea más eficiente: enviar cazas-robots guiados por un caza humano a la zona de combate. Los robots procesan la información más rápido que el ser humano, cuando estos piensen la maniobra los robots ya los habrán abatido. Por eso, será inevitable una nueva carrera para desarrollar robots asesinos y robots soldados, según afirma el autor.