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lunes, 8 de abril de 2019

"La anarquía que viene", de Robert D. Kaplan (2000)

Resumen de "La anarquía que viene", de Robert D. Kaplan (2000)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/04/la-anarquia-que-viene-de-robert-d.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, geopolítica, política internacional, globalización, orden mundial

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Ficha técnica

Título: "La anarquía que viene"
Subtítulo: La destrucción de los sueños de la posguerra fría

Título original: "The Coming Anarchy"

Autor: Robert D. Kaplan

Publicado en español: Coleccion Sine Qua Non, Ediciones B, Barcelona, 2000

Número de páginas: 207

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Biografía de Robert D. Kaplan (hasta el 2000)

Robert D. Kaplan es corresponsal del Atlantic Monthly y autor de seis libros sobre viajes y problemas internacionales, traducidos a una docena de lenguas. Su best-seller, Fantasmas balcánicos (Ediciones B) fue elegido por el New York Times como uno de los mejores libros de 1993 y, por Amazon.com, como uno de los diez mejores libros de viajes de todos los tiempos.

Viaje al futuro del imperio (en esta misma editorial) y The End of the Earth también se situaron entre las obras más vendidas en Estados Unidos; el primero fue elegido por el Washington Post y Los Angeles Times como mejor libro del año.

Kaplan suele ofrecer charlas al ejército de EE.UU. Ha sido consultor del US Army Special Forces Regiment y es miembro de la New American Foundation.

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Texto de la contraportada

"¿Es la democracia el mejor sistema de gobierno? ¿Es legítima la tiranía para el Tercer Mundo? ¿La guerra es beneficiosa en algún sentido? ¿Es contraproducente la paz? ¿Debería Estados Unidos tener un papel preponderante en el mapamundi que se avecina?

Si las respuestas a estas preguntas fueran tan cautelosas como es habitual en política exterior, este libro no tendría sentido. La insolencia de las respuestas con que Kaplan desafía lo "políticamente correcto" para cuestionar la democracia y la paz propician su interés.

El autor sostiene que la democracia será catastrófica para el Tercer Mundo si antes no se consigue cierto desarrollo económico y social; alerta a Estados Unidos sobre el riesgo de que su democracia se convierta en oligarquía en el futuro; critica la paz total y defiende, en cambio, un cierto estado de lucha que prevenga conflagraciones mayores. Y aconseja a Estados Unidos apoderarse de la ONU.
Un libro para el debate que algunos considerán exclusivamente una provocación.

"El cristianismo no hizo el mundo más pacífico ni, en la práctica, más ético, sino simplemente más complejo. La democracia, que está ahora dominando el mundo como anteriormente lo hizo el cristianismo, puede hacer lo mismo"

"La guerra, mucho más que la paz, es una igualadora y una promotora de cambio social"

"La paz verdadera, del tipo que muchos imaginan, sólo es posible mediante una forma de tiranía, aunque sea útil y benigna".

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ÍNDICE

1. La anarquía que viene

    Cómo la escasez, la criminalidad, la superpoblación, el tribalismo y la enfermedad están destruyendo el tejido social de nuestro planeta.

2. ¿Fue la democracia solo un instante?

Mientras tratamos de implantar nuestra versión de democracia en el extranjero, en lugares donde no puede prosperar, también a nosotros se nos escapa de las manos. Por qué la democracia desestabilizará el mundo tanto como lo hizo el cristianismo primitivo.

3. El idealismo no detendrá el genocidio

Lo que reducirá el riesgo de futuros holocaustos no serán los tribunales de crímenes de guerra, sino las políticas de equilibrio de fuerzas y las agencias de espionaje con más recursos económicos. Por qué la humanidad está más protegida si se da por supuesta la maldad intrínseca.

4. Servicios especiales de inteligencia

Por qué las funciones de la CIA y las fuerzas armadas acabarán por fusionarse. La institución del espionaje en Washington adquirirá más poder en vez de tornarse obsoleta.

5. La actualidad: La inquietante contemporaneidad de la Decandencia y Ruina de Gibbon

Por qué Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano, de Edward Gibbon, refleja el mundo tal como es ahora en África, Oriente Próximo y la antigua Unión Soviética.

6. Proporcionalismo: un enfoque realista de la política exterior

¿Qué debe hacer Estados Unidos en el Tercer Mundo, donde hay tanto por hacer y tanto que no puede hacerse?

7. Kissinger, Metternich y el realismo

A World Restored, un libro sobre las guerras napoleónicas que Henry Kissinger escribió en su juventud, muestra las despiadadas ironías de la historia de las que prescindimos deliberadamente, aunque Kissinger llevó esas enseñanzas demasiado lejos en Vietnam.

8. El Nostromo de Conrad y el Tercer Mundo

Una redifinición de realismo con la ayuda de la gran obra de ficción de Joseph Conrad.

9. Los peligros de la paz

Un período prolongado de paz en una sociedad tecnológicamente avanzada como la nuestra podría conllevar grandes males. El ideal de un mundo en paz y gobernado con benevolencia por una organización mundial no es en absoluto una visión optimista del futuro.

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RESUMEN

Comentarios iniciales: el libro es muy duro desde el punto de vista geopolítico de la "real politik" (hasta parece escrito por Kissinger), ya que dice cosas como que en África y el Magreb es más práctico que el Ejército y los militares impongan un gobierno a que los ciudadanos voten en democracia ya que esas elecciones, bien intencionadas, suelen desembocar en caos y guerras civiles brutales y pone varios ejemplos. Menciona el testimonio fatalista de un vecino de Túnez que dice que en el 2000 el país no estaba preparado para tener democracia. Recuerda que, en África, solo el 20 % de la población está alfabetizada, la misma que en la Inglaterra del dictador y tirano Cronwell [nota del lector: como bien dice el reciente libro Factfullness, ese porcentaje de alfabetización ha subido mucho ahora]. Dice que aspira a decir unas cuantas "verdades incómodas".

En muchos párrafos, el autor se identifica claramente con "nosotros" (Estados Unidos), por lo que el libro hay que entenderlo en clave de política exterior norteamericana.

El autor dedica una colección de ensayos a describir el panorama internacional una década después de la caída del Muro de Berlín. "Los años que siguen a una victoria militar y política son tiempos tristes para los realistas". Los vencedores  de la Primera Guerra Mundial, como el ingenuo presidente Wilson, lucharon por el idealismo de la democracia y la libertad (pero en los Balcanes y Oriente Próximo, eso significaba una conciencia étnica exacerbada) y los ganadores de la Guerra Fría creían que la paz iba a traer libertad y prosperidad bajo los estandartes de la democracia y el libre mercado ha dado paso a una "nueva lucha por la supervivencia" en la que "el mal presenta nuevos disfraces".

El autor había viajado por Europa del Este en los años 80 y se dio cuenta de que el desplome del Imperio soviético no iba a ser del todo "alegre" al desmantelarse las estructuras de seguridad, generar conflictos étnicos en Yugoslavia y a una redivisión de Europa en Europa Central y los Balcanes.

Respecto al futuro optimista que muchos veían para una África subsahariana democrática fue igual de ingenuo. Recuerda que Sierra Leona celebró elecciones en 1996 seguidas de una anarquía bajo la banda juvenil Señor de las Moscas. En Rusia, la democracia no mejoró la vida de sus ciudadanos mientras que la autocrática China sí lo hizo. Añade que mientras las fronteras que dibujaron los colonialistas se desintegran, el retorno a la democracia de Nigeria causó un rápido ascenso de la violencia étnica. Añade que los éxitos democráticos, como Nigeria, son "fenómenos superficiales en una situación más generalizada de cataclismo demográfico y medioambiental". Su preocupación son los aumentos bruscos y absolutos en la demografía de los países más pobres en el futuro próximo y por cómo ese factor interactúa con el agotamiento del suelo, las divisiones étnicas y tribales, para generar zozobra.

Desde 1999, "la tesis global de un mundo bipolarizado entre sociedades como la nuestra (que produce los bienes y servicios que el resto del mundo quiere) y las atascadas en distintos formas de caos, se ha mantenido o desarrollado". La anarquía es el paradigma de la era de posguerra fría. Ve un aumento de la desigualdad entre los países ricos y pobres "y la diferencia va aumentando".

Su mensaje no es el fracaso de la democracia sino la aparición de "regímenes híbridos" cuasidemocráticos, que se adhieren oficialmente a los procedimientos parlamentarios mientras entre bastidores los servicios militares y de seguridad juegan papeles dominantes. Cita como ejemplo a Venezuela (en tiempos de Chávez).

Respecto a África Occidental dice que se está convirtiendo en el símbolo del estrés demográfico, medioambiental y social a nivel mundial, donde la anarquía criminal se erige como el verdadero peligro "estratégico" [a afrontar por la civilización occidental]. Hay enfermedad, superpoblación, crimen infundado, escasez de recursos, migraciones de refugiados, erosión de naciones-estado y fronteras internacionales, autorización de ejércitos privados, empresas de seguridad y cárteles internacionales de tráfico de drogas. Sierra Leona, como un microcosmos de lo que está ocurriendo, le recuerda a la Europa medieval anterior a la paz de Westfalia en 1648, con señores de la guerra dominando parte del país. Las selvas de los países vecinos son desforestadas a ritmo acelerado.

Acertó al prever la duplicación de la población de Nigeria en 25 años (en 1995 tenía 90 millones de habitantes y ahora 160) mientras agota sus recursos y las ciudades crecen a pesar de la malaria.

Su principal amenaza, tras las guerras balcánicas del siglo XX, es la "naturaleza desenfrenada" en África. "Para entender los acontecimientos en los próximos 50 años es necesario entender la escasez medioambiental, el choque cultural y racial, el destino geográfico y la transformación de la guerra", por este orden.

El autor desmiente a los tecnooptimistas que creen que la tecnología y el libre mercado resolverá los problemas de agotamiento de recursos: "No tienen en cuenta que el 95 % del aumento de la población tendrá lugar en las regiones más pobres del mundo, donde los gobiernos demuestran escasa capacidad de funcionar". No descarta los análisis neomalthusianos. Ve una división entre aquellos viven en una esfera "posthistórica" de prosperidad burguesa y gran parte de la gente "atrapada en la historia" viviendo en barrios bajos, con conflictos étnicos, con falta de agua y suelo. La gente, según Homer-Dixon, deberá elegir entre estados totalitarios (cita al Irak de Sadam Hussein), miniestados con tendencias fascistas (la Bosnia serbia), y culturas de la calle (Somalia).

Para hacerse una idea de lo que pasa en el mundo, Homer-Dixon, pone este ejemplo: "Imagínese una limousina con aire acondicionado (Occidente y el emergente cinturón del Pacifico) paseando por Nueva York por una zona llena de baches y mendigos sin techo (el resto del mundo).

Así que el mundo se divide en dos: en una parte, está el Último Hombre de Hegel y Fukuyama (el que dijo El Fin de la Historia), sano y mimado, y en la otra parte, el Primer Hombre de Hobbes, condenado a una vida corta, brutal, sucia y pobre. Y ambas estarán amenazadas por la presión medioambiental: el rico la contendrá, el pobre, no.

Una de las claves, como en China, es el traslado de la población rural a las ciudades del litoral. Prevén tensiones y que el centro se desgaje.

Dice que las guerras del futuro serán de supervivencia comunal, agravadas por la escasez medioambiental, subnacionales, con extinción de estados.

Cita al mariscal Metternich (el que puso orden en Europa tras la caída de Napoleón) como un "realista" que implantó régimenes reaccionarios en toda Europa para asegurar la estabilidad y la paz. Respecto al auge del Cristianismo en Roma, dice que el Imperio Romano no se volvió de repente un gobierno pacifista sino que una élite amoldó el Cristianismo a sus intereses para justificar otras guerras.

Respecto a los años de paz, dice que en esa época en la burocracia aumenta la corrupción, infidelidad y estupidez, las instituciones del Gobierno parecen menos vitales y el recuerdo de la amenaza se desvanece. Asegura que la guerra conduce a un respeto por un gobierno progresista y amplio pero la paz crea un vacío institucional que es llenado por empresas dedicadas al entretenimiento.
Ve alarmante la reducción de los ejércitos permanentes porque ve un aumento de las bandas violentas [nota del lector: no se ve nada de eso, sino más bien lo contrario, la criminalidad está cayendo]. Dice que la idea de que un mundo en paz implicará menos violencia es ingenua porque esa violencia adopta una forma que no es organizada (se pueden reducir los índices de criminalidad y poner más prisiones y vigilancia electrónica, lo que según Kaplan demuestra que la paz duradera solo es posible mediante una forma de tiranía, aunque sea sutil y benigna).

Añade que una ONU más poderosa serviría a los intereses de todos en la ayuda humanitaria pero a día de hoy solo representa "ilusiones" pues hace de tribuna para las divisiones de la guerra fría reemplazadas por otras distintas y refleja la élite global tal cual es. Añade que "la ONU adora el consenso pero el consenso puede ser un servidor del mal, puesto que la capacidad de enfrentarse al mal implica la voluntad de actuar con audacia e implacabilidad y sin consenso, atributos que la dirección ejecutiva nacional posee en mucho mayor abundancia que cualquier organización internacional". Dice que reautorizar asesinatos por el Congreso de EE.UU. podría hacer mucho más por "contener el mal" que ampliar el Consejo de la ONU para incluir a India y Brasil.  Cree que EE.UU. debería apoderarse de la ONU para convertirla en un multiplicador transparente del poder americano y occidental.






lunes, 19 de junio de 2017

"¿Quién domina el mundo?", de Noam Chomsky (2016)

Resumen del libro "¿Quién domina el mundo?", de Noam Chomsky (2016)


Resumen original y actualizado en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2017/06/quien-domina-el-mundo-de-noam-chomsky.html

Resumido por E.V.Pita, doctor en Comunicación y licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, ciencias políticas, relaciones internacionales, poder mundial, orden mundial

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500 RESÚMENES DE LIBROS  DE ECONOMÍA Y SOCIOLOGÍA

"DE ADAM SMITH A LA INFLACIÓN EN POSTPANDEMIA (1776-2023)"

por E.V.Pita (2023)

Link al compendio de resúmenes:

Descargar en PDF en este enlace:
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Ficha técnica 

Título: "¿Quién domina el mundo?"

Título en inglés: Who Rules the World?

Autor:  Noam Chomsky

Fecha de publicación en inglés: 2016

Fecha en español: Ediciones B,  Barcelona, 2016,

Número de páginas: 388

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Biografía del autor Noam Chomsky (hasta 2017)

Noam Chomsky es profesor emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía del MIT. Se le atribuye el haber revolucionado el campo de la lingüística moderna. Es asímismo autor de numerosas obras políticas de gran éxito, entre ellas los best sellers Hegemonía o supervivencia (Ediciones B, 2004), Estados fallidos (Ediciones B, 2007), Ambiciones imperiales, Lo que decimos se hace y Esperanzas y realidades.

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Texto de la contraportada

"¿Quién domina el mundo?, encarnizado, implacable y meticulosamente documentado, proporciona la explicación indispensable de los conflictos y peligros clave de nuestro tiempo que siempre espera de Noam Chomsky.

En un análisis incisivo y concienzudo de la presente situación internacional, Chomsky argumenta que Estados Unidos, por medio de sus políticas predominantemente militaristas y su ilimitada devoción por mantener un imperio de escala mundial, está arriesgándose a una catástrofe que destrozaría los bienes comunes del planeta. Recurriendo a una amplia variedad de ejemplos, desde el programa en expansión de asesinatos mediante drones hasta la amenaza de una guerra nuclear, pasando por los puntos críticos que representan los conflictos de Irak, Irán, Afganistán e Israel-Palestina, Chomsky ofrece reflexiones inesperadas y cargadas de matices sobre el funcionamiento del poder imperial en un planeta cada vez más caótico.

De paso, el autor proporciona un brillante estudio acerca de cómo las élites de Estados Unidos han ido aislándose cada vez más ante cualquier restricción que la democracia pretenda imponer a su poder, Mientras la mayor parte de la población es empujada a la apatía -desviada hacia el consumismo o el odio al vulnerable-, a las corporaciones y los ricos se les permite, cada vez más, hacer lo que les plazca"

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ÍNDICE

1. La responsabilidad de los intelectuales, el retorno

2. Terroristas buscados en el mundo entero

3. Los memorandos sobre la tortura y la amnesia histórica

4. La mano invisible del poder

5. Causas y consecuencias del declive estadounidense

6. ¿Está acabado Estados Unidos?

7. Carta Magna, su destino y el nuestro

8. La semana en la que el mundo contuvo la respiración

9. Contexto y consecuencias de los Acuerdos de Oslo

10. La víspera de la destrucción

11. Las opciones reales en el conflicto Israel-Palestina

12. "Nada para los demás": la guerra de clases en Estados Unidos

13. ¿Seguridad de quién? Washington se protege a sí mismo y al sector empresarial.

14. Atrocidad

15. ¿A cuántos minutos de la medianoche?

16. Los altos el fuego que nunca se cumplen

17. Estados Unidos es un destacado Estado terrorista [según Chomsky]

18. El paso histórico de Obama

19. Dos formas de verlo

20. Un día en la vida de un lector de The New York Times

21. "La amenaza iraní": ¿cuál es el peligro más grave para la paz mundial?

22. El Reloj del Apocalipsis

23. Amos de la humanidad

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RESUMEN

Comentarios iniciales: Chomsky es un autor estadounidense muy crítico con las políticas internacionales de su país porque considera que las élites se han alejado del ideal democrático y de libertad que luego defienden en otras partes del mundo en función de sus intereses. En este libro, cuenta las supuestas argucias de EE.UU. para controlar todo el planeta tras ganar la Segunda Guerra Mundial y siguiendo un plan establecido por el presidente Roosevelt. No libra nadie de su dedo acusador: a Bush hijo por invadir Irak sin motivo alguno y legalizar poco menos que la tortura con los disidentes extranjeros en Guantanamo y otras prisiones secretas en países de Oriente, y a Obama por promover asesinatos selectivos de los enemigos fundamentalistas mediante ataques con drones y comandos de élite de sospechosos sin un juicio previo (en referencia a Osama Bin Laden). Cree que el pueblo americano ignora estas operaciones secretas, Todo para asegurarse el dominio del mundo, algo que cada vez se torna más difícil porque hay nuevos actores emergentes en el juego.

Tras la lectura del libro, uno toma consciencia del gran poder que tiene Estados Unidos como la mayor potencia del mundo conocido, capaz de intervenir (discretamente o por las bravas) en cualquier país que se aleje de sus líneas maestras. Chomsky o Stiglizt han ido desentrañando poco a poco las políticas maestras que explican por qué el FMI exprime a los países endeudados y les obliga a adoptar un libre comercio ultraliberal que no siempre les conviene a los más pobres (o que directamente los arruina). Detrás de todo estarían, según Chomsky, las grandes empresas que dictan la política internacional para obtener el máximo beneficio en cada país. Es un orden mundial que funciona desde 1945 y donde cada país tiene establecido un determinado papel.

Chomsky repasa la actuación de su país Estados Unidos para dominar el "Gran Área" (prácticamente todo el mundo) tras salir victorioso de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y controlar todos los mares y las mayores reservas de petróleo y gas natural. Durante la Guerra Fría, las dos superpotencias se dedicaron a controlar sus áreas de influencia (la URSS dominó Europa del Este y EE.UU. el resto del mundo). Tras la caída del telón de acero en 1989, EE.UU. se erigió como dueña del mundo con otros dos actores (Europa y Asia Oriental) pero ya hacía tiempo que había comenzado su declive y decadencia, según Chomsky.

Entre 1945 y el 2017, Estados Unidos se vio obligado a garantizar la "estabilidad" en el resto del mundo y combatir con los rebeldes que amenazaban el orden establecido. En los años 60 y 70, la rebelión estuvo en Asia Oriental (China, Indochina, Indonesia, Vietnam, y otros). Desde 1973 y en los años 80, la mayor potencia del mundo debió atajar la Teología de la Liberación y las luchas contra la desigualdad en América del Sur y CentroAmérica. Fue una etapa muy dura, con escuadrones de la muerte, torturas y represión interna y dictatorial en esos países. Cualquiera que apuntase con el dedo al que estaba detrás de todo, era silenciado. Chomsky acusa poco menos que al presidente Reagan de ser un "asesino" (por respaldar la guerra sucia en Sudamérica) y al diplomático Kissinger de "líder de los terroristas" por potenciar esas políticas en el área sur que causaron cientos de miles de muertos entre los más pobres.

A partir de los años 90 y hasta la actualidad, Estados Unidos tiene un nuevo campo de batalla: Oriente Medio y la lucha por el control de los inmensos recursos naturales: petróleo y gas. Según Chomsky, en la cúpula se piensa que quizás no sería conveniente llevar la democracia a esos países porque su población tiene sentimientos antiamericanos, según las encuestas de opinión pública, y si pudieran los echarían de allí.

El autor comienza hablando de los intelectuales "buenos" (que luchan por sacar a la verdad la luz) y los intelectuales pagados por el sistema (que son los que reciben los elogios, hacen carrera y ganan las medallas y premios porque son fieles a la estructura de poder). Contrapone el trágico caso del sacerdote jesuíta Ellacuria asesinado junto a otros tres religiosos que defendían la Teología de la Liberación (auspiciada por el concilio del Vaticano II) y el exitoso caso de Vaclac Havel, el presidente democrático de la recién liberada República Checa, que fue agasajado en Washington como luchador por la libertad y defensor de los valores democráticos. Según Chomsky, hubo un doble rasero: Ellacuría fue un auténtico y valiente luchador por las libertades en CentroAmérica pero promovió la Teología de la Liberación que era "non grata" en la Casablanca y desde la época de Reagan se le consideró una peligrosa amenaza a combatir en el cono Sur. Allí donde los sacerdotes promovieron la democracia popular y la reducción de las desigualdades, los escuadrones de la muerte o paramilitares adiestrados en el Norte fueron a por ellos y los barrieron del mapa junto a los campesinos que reclamaban libertades. En cambio, siempre según Chomsky, Havel pudo dar su discurso sobre las libertades porque la URSS no lo había asesinado antes.

Siguiendo a Chomsky, mientras los intelectuales antipáticos y demasiado críticos con el sistema eran calificados poco menos que como "terroristas" y en algunos casos fueron liquidados sin contemplaciones, los intelectuales amigos eran homenajeados. Esto que se aplicó para distinguir a los intelectuales "prestigiosos" y al resto de escoria que había que eliminar, silenciar o ignorar, según fuese la gravedad de su pensamiento rebelde.

Chomsky también aborda el tema de las torturas, Dice que hubo un primer 11-S, que fue el derrocamiento del presidente Salvador Allende por los militares (apoyados por EE.UU.) y que conllevó en todo el sur de América una guerra sin cuartel contra los disidentes de las dictaduras hasta casi 1989. El uso de las torturas, continúa el autor, fue extendido aunque las fuerzas especiales de USA siempre mantuvieron las manos limpias,

En (Chomsky,2016:66), el autor habla de la doctrina Muasher. Viene a decir que "en el mundo real, el desprecio de la elite por la democracia es la norma. Son abrumadoras las pruebas de que solo se apoya la democracia en la medida en que contribuye a objetivos sociales y económicos, una conclusión que los investigadores más serios reconocen a regañadientes". Así lo evidenciaron las filtraciones de Wikileaks, comenta Chomsky.
El principio operativo lo describió Marwan Muasher, ex ministro jordano y director de investigación de Oriente Próximo para la Carnegie Endowment: "El argumento tradicional propuesto dentro y fuera del mundo árabe es que no hay nada que esté mal, todo está bajo control. Con esta línea de pensamiento, las fuerzas atrincheradas argumentan que los opositores y extranjeros que piden reformas están exagerando las condiciones reales". dice. Adoptando este principio, si los dictadores nos apoyan, ¿qué más puede importar?" (Chomsky, 2016:67). La conclusión es que todo el que no esté de acuerdo, desde Irán hasta un profesor de instituto, un defensor de los inmigrantes o un crítico con el Wall Street que provocó la crisis del 2008, es tachado de impresentable. Incluso el calentamiento global fue ridiculizado y un senador dijo que es falso que se esté calentando el planeta porque en la Biblia Dios le promete a Noé que no habrá un segundo diluvio.
"Todo esto y mucho más puede ocurrir mientras prevalezca la doctrina Muasher, Mientras la población general permanezca pasiva, apática y desviada hacia el consumismo o el odio a los vulnerables, los poderosos pueden hacer lo que les plazca, y los que sobrevivan podrán contemplar el resultado" (Chomsky, 2016:78).

Más adelante habla del Espíritu de la Época, una fe ciega en el progreso desarrollada en el siglo XIX que eliminó a las tribus indias y a quien se interpusiese en medio. Es algo que sigue presente. En especial, dice Chomsky, este espíritu viene a decir que te puedes enriquecer y que los demás se queden sin nada. "Todo para mí y nada para los demás", una máxima que se ha llevado a cabo en muchos conflictos: con los obreros, al quitarles derechos; con los nativos, al casi exterminarlos; con los países menos desarrollados a imponerles cláusulas abusivas que los países comerciantes más poderosos no cumplen; etc...

Además del fundamentalismo, Estados Unidos ha visto otro enemigo en el "nacionalismo independiente", lo que supuso la caída de Nasser en Egipto, por querer salirse del guión, o en Asia Oriental (Vietnam, Birmania, Indonesia), países que intentaron llevar una política independiente y quedaron destrozados por unas brutales guerras postcoloniales.

El autor también dedica varios capítulos a examinar las cuestiones de Cuba, Irán y Palestina. En el caso de Cuba, dice que el país pasó de manos de España a Estados Unidos hasta que en 1959 se independizó. Según Chomsky, los sucesivos presidentes americanos aprobaron sabotajes en las fábricas cubanas con ciertos de muertos para paralizar al país díscolo, al que sometieron a todo tipo de sanciones para evitar que cundiese el ejemplo en Latinoamérica de que una masa popular podía cambiar las cosas. Hay que recordar que la "doctrina Monroe" de 1823 establece que a EE.UU. le corresponde su hemisferio occidental, lo que incluye a México y Cuba.

En el caso de Irán, el autor relata que en 1953 Irán gozaba de un régimen parlamentario pero impuso la dictadura del "sha", el cual fue derrocado en 1979 en otro movimiento popular pronto liderado por los ayatolás. A Irán se le hizo la vida imposible desde entonces, primero con una guerra contra Sadam Hussein, luego con maniobras navales en su costa y el derribo de un avión civil que dejó claro que la Armada americana podía alcanzar el suelo iraní. El país se convirtió en un paria internacional, lo mismo que Cuba, y las cosas fueron a peor cuando desarrolló una industria nuclear, no se sabe si para fabricar armas aunque se supone que no porque firmó el tratado de no proliferación de armas nucleares. En todo caso, Chomsky señala que Irán tras ver lo que le pasó a su vecino Irak, adoptó la táctica de disuasión nuclear como una estrategia defensiva, por lo que se ha librado de la invasión hasta ahora.

En el caso de Palestina, Chomsky se extiende largo y tendido con la situación de "injusticia" que se vive en suelo palestino, una "prisión" dentro de Israel. El autor se queja de que los palestinos son ahora los nuevos "negros" como los del apartheid sudafricano, el cual se desmoronó como un castillo de naipes cuando EE.UU. le retiró el apoyo al régimen de Pretoria. En el caso palestino, el autor dice que los nativos aceptaron los acuerdos de Oslo pero que, al poco, continuaron los ataques israelís con el apoyo de EE.UU. Tampoco gustó que los palestinos votasen a Hamás, opción que no gustaba a la primera potencia, por lo que se intentó un golpe de Estado que también fracasó. En los últimos años, crecieron los asentamientos de colonos en Gaza y Cisjordania, según comenta el autor, se convirtieron en el  mayor campo de prisioneros a campo libre, con ataques a sus fuentes de agua potable o desproporcionadas represalias por incidentes o actos violentos aislados. En este caso, Chomsky dice que aquí se obra impunemente porque hay un claro respaldo de USA. Si algún presidente deja de tener interés en Oriente Medio, la situación podría dar un giro.

Respecto a la amenaza nuclear, Chomsky recuerda casos en los que altos cargos de USA o la URSS reconocieron haber sorteado de casualidad una guerra nuclear. Finalmente, se evitó porque Jrushchov ofreció retirar sus misiles de Cuba a cambio de que EE.UU. no invadiese la isla y se llevase los misiles obsoletos de Turquía. Del mismo modo, hubo falsas alarmas que acabaron en nada porque los pilotos de los cazas o los comandantes de los submarinos no se tomaron en serio las órdenes y no apretaron el botón rojo. Pero Chomsky dice que aunque nos hayamos salvado hasta ahora de pura chiripa no quiere decir que más tarde haya una conflagración nuclear.

Chomsky reprocha que los más poderosos no respeten los derechos de los más débiles y solo los apliquen cuando les interesa. Cree que la potencia hegemónica mundial, que se "vende" como benévola, tiene miles de muertes de civiles en Sudamérica y Oriente Medio que esconder bajo la alfombra.

Otra de las cuestiones que señala es que en los años 60 no había tal amenaza nuclear soviética porque tenían peores misiles y menor número que Estados Unidos, que sí era realmente una superpotencia nuclear, mucho más poderosa que la rusa. Incluso Jrushchov, que ya había desarrollado un programa para desarmarse, se ofreció a reducir drásticamente el armamento intercontinental de ambos países para librar al mundo de una guerra nuclear pero EE.UU. no quiso, entre otras cosas por el viejo argumento de que "nosotros tenemos la bomba y los otros no".
También hubo otra oferta de paz de Jrushchov para abandonar Alemania del Este y liberarla a cambio de que el país unificado no formase parte de la OTAN, lo que no fue aceptado. Luego, Gorbachov liberó el Este y logró un supuesto acuerdo verbal por el que había un compromiso para que esos países no fuesen incorporados a la OTAN, un pacto de caballeros que tampoco se llegó a cumplir, según comenta el autor. Sus fuentes en general son informes internos de la Administración y cuentan una historia distinta a la oficial y conocida hasta ahora o que ignora el público occidental.

En definitiva, Chomsky sostiene que desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se erigió con una industria cuatro veces superior a la de la Gran Depresión y con una gran red comercial sobre Europa y Asia devastados. Desde entonces es la única potencia hegemónica del mundo y lo ha conformado en función del reparto de papeles, por lo que aplica su derecho según le interesa pero a los demás, sobre todo si son países pobres o irrelevantes, no les reconoce tales derechos, ya sea en la economía (proteccionismo interior, libre comercio y neoliberalismo exterior). Si alguien se sale del guión, suele haber en seguida un golpe de Estado, caso de Irán en 1953 o de Chile en 1973, para que las cosas sigan como estaban. Tiene su lógica ya que Estados Unidos sigue, como haría cualquier otro, sus propios intereses y además puede hacerlo por su gran poder armamentístico que eclipsa el de sus rivales menores por no decir los tercermundistas. Chomsky dice que EE.UU. se quedó sin la excusa de la URSS para explicar determinadas guerras contra "nacionalismos" emergentes que desafiaban la doctrina de 1945 y que recurrió a otra más floja, la de luchar contra la creciente sofisticación armamentística del Tercer Mundo.

En los últimos capítulos, Chomsky repasa el mandato de Kennedy y su corte de Camelot y lo culpa de haber rechazado una posibilidad de paz en Vietnam, que se acababa de independizar de los colonialistas franceses, tras lo cual hubo una escalada de violencia. Reprocha que un bombardeo a unos campesinos inocentes de Laos fuese justificado como un modo de no tener parados los aviones aunque oficialmente se argumentó que era la forma de cortar los suministros al ejército. El resultado fue que tras devastadores años de guerra, Vietnam quedó reducido a cenizas y sometido a una dictadura, lo mismo que Birmania, con los Jemeres Rojos. El autor es crítico con el mandato de Kennedy, entre otros episodios por dar órdenes para sabotear Cuba o invadirla, una doctrina que siguió años después con el embargo. Considera que EE.UU., tras la guerra con España en el siglo XIX, se apropió de la isla y le impidió ser independiente.

La tesis principal de Chomsky es que detrás del comportamiento de Estados Unidos hay un "pensamiento imperial" de dominar el mundo y repartir funciones. Así se explica que EE.UU. se alarme cuando la flota china se acerca al borde de sus aguas jurisdiccionales chinas, fuera de las cuales suele haber naves y bases estadounidenses,  cuando la verdadera alarma sería si la flota China merodearía por las costas de California. Es decir, el autor señala que EE.UU. ha dominado el mundo y cualquier cosa que "desestabilice" ese orden supone una amenaza a su autoridad imperial. Aunque el país se vende como el país de las libertades y la democracia, esos derechos se los guarda para sí mismos mientras que el resto de los países, mucho más débiles, deben acatar las reglas. La "estabilidad" es preservar el orden mundial en el que USA domina el mundo, siempre según las palabras de Chomsky. Una vez entendida dicha mentalidad "imperial" se empiezan a comprender las intervenciones ante las "amenazas a la estabilidad" que propugna EE.UU. porque suponen una amenaza a su control total del planeta y porqué sus actuaciones generan gran resistencia entre los habitantes de muchos países de Oriente Medio, Asia o Latinoamérica. El autor dice que gran parte del pueblo americano ignora los detalles macabros de cómo se impone esta autoridad y que lo que hace él es contar la historia como realmente ocurrió sin edulcorarla con un halo propagandístico.

En el capítulo final, Chomsky concluye que hay dos poderes globales: EE.UU. y la opinión pública, pues la opinión de los ciudadanos y las encuestas son las únicas capaces de disuadir a las grandes potencias e impedir que algunas guerras, como la de Irak, empeoren aún más. Esta vez, ocurrió lo mismo que en Sudamérica en los años 60, 70 y 80 pero ha salido a la luz pública.

Luego, el autor hace un resumen de las tres goteras por las que se le escapa el poder a EE.UU. desde el inicio del siglo XXI: por un lado, China intenta abrir una nueva Ruta de la Seda a golpe de talonario para evitar la interferencia estadounidense, que considera el Pacífico como un lago americano y no deja que ningún país se mueva de la foto, En este caso, China intenta alcanzar un puerto de Pakistán mediante autopistas, subvenciones y acuerdos. De esta forma alcanzaría Oriente Medio y sus recursos energéticos. Además, China ha creado una especie de FMI asiático para financiar proyectos en Asia y África. El gigante asiático construye autopistas y tiende líneas de trenes de alta velocidad para alcanzar Europa eludiendo la vigilancia naval norteamericana,

La segunda creación de un gran poder mundial es Europa sobre todo si se unifica desde Lisboa a Vladisvostov, algo difícil de conseguir, sobre todo porque Rusia se opone al expansionismo de la OTAN hacia Ucrania, en la misma frontera rusa. Esta situación hace que se esté cocinando a fuego lento una nueva guerra fría pero Chomsky comprende la actitud de Rusia porque, poniéndonos en el lugar del Kremlim, pasaría lo mismo si los rusos ampliasen el tratado de Varsovia a México y Canadá atrapando a EE.UU. en una ratonera rodeados de misiles intercontinentales. Según el autor, eso es lo mismo que pasa ahora con la OTAN en el Báltico y a las puertas de Ucrania. Putin se siente acosado.

 Chomsky sostiene que en Europa el ciudadano es donde mejor percibe la pérdida de poder democrático: por un lado, los burócratas de Bruselas toman las decisiones por encima de los parlamentos nacionales, que han perdido su soberanía y que deben aceptar políticas de austeridad. Por otro, las corporaciones y los "lobbies" empresariales deciden las políticas más adecuadas que les interesan para sus tratados comerciales. Finalmente, los "mercados" se han impuesto como la opinión que realmente cuenta frente a la opinión del ciudadano, que se convierte en un mero "observador", como en el mundo liberal del siglo XIX, Esta progresiva pérdida de confianza en los partidos de la izquierda (que siguen políticas neoliberales) hace que el ciudadano ya no los considere una alternativa fiable y se inclina por votar a partidos populistas, ya sea de derechas o de izquierdas.
La cúpula europea desdeña la ignorancia de los ciudadanos "malolientes", como decían los generales en el siglo XVIII de la plebe que ganó la guerra de la Independencia de EE.UU. una fuerza decisiva de guerrilleros que luego fue apartada de las decisiones importantes.

Finalmente, Chomsky habla de los yihadistas o guerrilleros. Sostiene que las guerrillas españolas ganaron la guerra al invasor Napoleón en el siglo XIX y que la experiencia ha demostrado que un ejército regular no se puede ganar una guerra contra el populacho, pues es una guerra perdida. Sostiene que cada vez que EE.UU. bombardea un país, se duplican o triplican los seguidores yihadistas, entre otras cosas porque mueren inocentes y gente que debería tener derecho a la presunción de la inocencia que instauró la Carta Magna inglesa hace mil años. Viene a decir que los bombardeos fabrican radicales terroristas. Por otra parte, estas guerras en Oriente Próximo han generado millones de refugiados que se encaminan hacia Europa. la cual carece de recursos y una política para hacer frente al drama humanitario que provoca la espiral de violencia.

Una de las prediciones de Chomsky es que los asesinatos selectivos de miembros de la cúpula de los yihadistas no va a arreglar nada porque los jefes caídos pronto son sustituidos por otros más jóvenes, más sanguinarios y con más dinamismo y ganas de hacer cosas. Dice, por ejemplo, dos años antes, de la hipotética muerte del líder del EI (se comenta ahora que murió en un bombardeo ruso), que esa baja no haría más que agravar aún más el problema porque le reemplazaría un líder aún peor y más dinámico,

En esencia, estos son ahora nuevos poderes los que emergen y que están cambiando el control del mundo lentamente.