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martes, 1 de enero de 2019

"Trabajos de mierda", de David Graeber (2018)

Resumen del libro "Trabajos de mierda", de David Graeber (2018)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2019/01/trabajos-de-mierda-de-david-graeber-2018.html

Resumen elaborado por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, Economía, empleo, precariedad

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Ficha técnica

Título: "Trabajos de mierda"

Subtítulo: Una teoría

Título original en inglés: "Bullshit Jobs"

Autor: David Graeber (2018)

Editorial: sello Ariel, Editorial Planeta, Barcelona, 2018

Número de páginas: 432

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Biografía oficial del autor David Graeber (hasta 2018)

David Graeber es profesor de Antropología en el Goldsmiths College de Londres. Autor de En deuda o La utopía de las normas, tiene un largo historial como activista y es uno de los líderes intelectuales del movimiento Occupy Wall Street. Colabora habitualmente en medios como The Nation, Mute, New Left Review y Harper's Magazine. En 2006 la London School of Economics le reconoció como "un destacado antropólogo que ha transformado radicalmente el estudio de la cultura".

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Texto de la contraportada

"¿Su trabajo tiene algún sentido para la sociedad? En la primavera de 2013, David Graeber hizo esta pregunta en un ensayo lúdico y provocativo titulado "Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda". El artículo se volvió viral. Con más de un millón de visitas en línea en 17 idiomas, la gente siguió debatiendo la respuesta. Este es ahora el libro.

Olvide a Piketty o Marx. es Graeber, uno de los antropólogos y activistas más influyentes del momento, quien dice alto y claro que muchas de las tareas que se realizan en una economía de esclavos asalariados son una forma de empleo tan carente de sentido, tan innecesaria o tan perniciosa que ni siquiera el propio trabajador es capaz de justificar su existencia y pese a ello se siente obligado a fingir que no es así.

Según el autor, los trabajos de mierda suponen cerca de la mitad de los empleos de la economía actual e incluyen categorías tan refinadas como los "lacayos", subordinados cuya tarea principal es hacer que sus superiores parezcan o se sientan importantes, supervisores que asignan labores innecesarias y se dedican a supervisarlas. Como dijo Orwell, "una población que está ocupada trabajando, aunque sea en tareas totalmente inútiles, no tiene tiempo para hacer mucho más". De ahí que, como afirma Graeber en este libro, "lo que tenemos es una mierda permanente"."

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ÍNDICE

Prefacio: Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda

1. ¿Qué es un trabajo de mierda?

2. ¿Qué tipos de trabajos de mierda hay?

3. ¿Por qué los que tienen trabajos de mierda suelen estar descontentos?

4. ¿Cómo es tener un trabajo de mierda?

5. ¿Por qué profileran los trabajos de mierda?

6. ¿Por qué no protestamos como sociedad ante el crecimiento de los empleos inútiles?

7. ¿Cuáles son los efectos políticos de los trabajos de mierda, y qué se puede hacer al respecto?

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RESUMEN

Comentarios iniciales: el autor David Graeber hace una diferencia entre "shitbull job" (trabajos de mierda) y "shit job" (trabajo basura). En el primer caso, se refiere a trabajos que no son necesarios y el empleado es consciente de que su esfuerzo es inútil y su tiempo se está desperdiciando (burócrata chupatintas, auxiliar financiero...). En el segundo caso, se trata de empleos útiles y necesarios pero mal pagados o con condiciones precarias (camarero, basurero, repartidor de comida rápida, peluquero, secretaria, recepcionista, conductor de bus o metro, periodista...). El libro tiene cierto sesgo hacia los trabajadores de altas finanzas que, anteriormente, fueron bohemios y artistas y que se sienten desgraciados con su empleo inútil para la sociedad aunque ganen mucho dinero. La solución que propone el autor es implantar la renta básica universal para que cualquiera elija trabajar en lo que le haga más feliz y huya de los trabajos inútiles para crear una distribución más eficiente del trabajo que la actual y mejorar la libertad humana. Augura una importante expansión del sector cuidados (lo que incluye el trabajo doméstico).

El autor se define como anarquista (pp. 355), lo que significa que "no solo espero impaciente la llegada del día en el que los gobiernos, las grandes corporaciones y organismos similares sean considerados una curiosidad histórica del pasado, como la Inquisición española o las invasiones de los pueblos nómadas, sino que prefiero buscar soluciones a los problemas inmediatos que no impliquen otorgar el poder a estos gobiernos o corporaciones, y que ofrezcan a las personas los medios para gestionar sus propios asuntos". Curiosamente, sus tesis defienden el adelgazamiento del Estado burocrático, lo mismo que los ultraliberales o libertarios que abogan por un libre mercado sin interferencia del Estado.

Graeber recalca que la distribución del trabajo (tan ineficiente) es como es pero no tiene nada que ver con la economía ni la naturaleza humana, sino que es "pura política". Proponer reformular el trabajo.

El autor recopila en su libro testimonios de "brokers" quemados pero también de activistas de oenegés que tienen que ayudar a sintecho a hacer el papeleo burocrático y "kafkiano" para cobrar las ayudas que necesitan. La idea es que si todos los burócratas dejasen de hacer sus trabajos inútiles (como supervisar si los pobres se merecen las ayudas e imponiendo sanciones a los desempleados) y se les encomendasen tareas útiles (instalar paneles solares) o cobrasen la renta básica e hiciesen trabajos con los que sentirse felices (tocar el laúd hawaino o restaurar muebles...). Detrás subyace la propuesta de desvincular el sustento del trabajo (trabajar para comer).

Este libro surgió después de que David Graeber publicase un artículo en la primavera del 2013 en la nueva revista radical Strike!. Lo tituló: "Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda". Se refería a trabajos que no parecen servir de mucho: consultores de recursos humanos, coordinadores de comunicación, investigadores de relaciones públicas, estrategas financieros, abogados corporativos o los miembros de comités de expertos. El autor se preguntaba si estos trabajos son realmente inútiles y si quienes los llevan a cabo son conscientes de esto? Ve muy "desmoralizador" levantarse todos los días a las cinco de la madrugada para hacer algo que, en su fuero interno, considera que no hace falta, que es una pérdida de tiempo (exceso de dependientes en una oficina pública) o de recursos (excesiva burocratización ineficiente y absurda que encarece una actividad sencilla), o que incluso hace el mundo algo peor (sicario, traficante de armas o drogas, ladrón).

Su análisis de la actual sociedad se podría resumir así: ahora mismo, las grandes burocracias están en la educación (universidades), que forman la mente de los ciudadanos, y la sanidad (hospitales), que cuidan al ciudadano. Ni izquierda ni la derecha trumpiana van a poder cambiar las cosas, ni centrarse en retornar a la industria pesada o negar el cambio climático (atacar a las universidades). Según su análisis, la izquierda tradicional controla la mayor parte de la producción de los seres humanos y la derecha tradicional controla la mayor parte de la producción de las cosas. En este contexto surge la "financierarización" y la "mierdificación" del sector corporativo y del sector de cuidados, que genera unos costes más altos y mayor presión para los trabajadores de cuidados.

El libro arranca explicando que ha oído a mucha gente hablar del descontento de muchos trabajadores porque su empleo y actividad laboral no aporta nada al mundo ni la sociedad. En este caso, serían altos ejecutivos que están cobrando por no hacer nada, lo que recuerda a la creación de empleos burocratizados de la URSS donde había que pasar primero por tres dependientes para comprar una barra de pan. Los autores modernos, como Graeber, suponen que una economía planificada como la soviética habría necesitado de una tecnología eficiente para coordinar automáticamente un volumen de datos tan grande (para saber en cada momento qué productos eran los más demandados y fabricarlos).

El autor ve detrás del trabajo actual "una dinámica sadomasoquista" que genera la organización jerárquica del trabajo y que se exacerba cuando "todo el mundo sabe que el trabajo carece de sentido y que es la causa de gran parte del sufrimiento cotidiano de los trabajadores". Al contrario que en los juegos sadomaso, la gente "normal" no tiene una palabra "clave" para decirla al jefe y escapar del trabajo (menciona a Foucault, teórico del poder como juego de estrategia frente a la dominación, como forma de condicionar la conducta de otros). El problema, indica el autor, es que no puedes decir al jefe la palabra clave "dimito" para que cese el juego de sadismo gratuito sin sufrir consecuencias económicas. El autor indica que en un mundo de ingresos garantizados (renta básica), resultaría difícil imaginar que siguiesen existiendo puestos de trabajo chungos.

El autor sospecha que la creación de empleos inútiles está programada porque permite tener ocupada a la gente y evitar que monte conflictos si está muy ociosa o es feliz en su trabajo. Recuerda el augurio de Keynes en 1930 de que, dentro de cien años, entorno al siglo XXI, sus nietos solo trabajarían 15 horas a la semana y tendrían tiempo libre para disfrutar de su ocio o dedicarse a sus aficiones. A ello contribuiría la automatización y, según Graeber, ya sería posible tecnológicamente. Su predicción ha resultado ser justo la contraria porque actualmente la gente trabaja un mínimo de 7 u 8 horas al día (cuando no diez) a pesar de que tampoco hay pleno empleo y se podían haber repartido mejor las horas. [nota del lector: a lo mejor la gente compite por lograr largas jornadas laborales porque necesita ese dinero] La réplica general a porqué nunca se materializó la profecía de Keynes es que no contó con el enorme incremento del consumismo, lo que llevó a la gente a trabajar más para tener más dinero para comprar más productos de consumo (sushi, iPhone, zapatillas deportivas caras).

También observa otro fenómeno: mientras se redujo en un siglo el número de trabajadores en el servicio doméstico, industria y sector agropecuario, creció el triple el sector terciario de los profesionales, gestores, administradores, vendedores y empleados de servicios, en general. Los trabajos productivos se automatizaron, como predijo Keynes, pero no se redujeron las horas de trabajo porque aumentó el sector servicios (administración académica, venta a distancia, servicios financieros, relaciones públicas, derecho corporativo, pero también bañar a perros o servir pizzas a domicilio las 24 horas). Serían estos últimos los que denomina "trabajos de mierda" (trabajos sin sentido que parecen creados para mantenernos ocupados).

La tesis del autor es que se están creando empleos inútiles para generar trabajo, con un gran sesgo hacia los trabajos que las élites consideran "importantes", entre ellos los colaboradores financieros, burócratas, etc..., los cuales se aburren en su trabajo y se dedican a jugar on line o descargarse series (lo que lleva a que la gente trabaja realmente esas 15 horas de trabajo efectivo que pronosticó Keynes). Sin embargo, se desprecia y se pagan mal otros trabajos que sí son necesarios como el basurero, limpiador o repartidor. Cree que hay cierto "resentimiento" por parte de quienes hacen trabajos "inútiles" o trabajos que no les gustan respecto a quienes hacen un trabajo necesario aunque mal pagado. Añade que cualquier preso condenado a trabajos forzados prefiere construir un muro que sea útil que mover arena de un lado a otro sin ningún fin concreto salvo mantenerlo ocupado sin hacer nada útil.

Su teoría es que, al igual que los regímenes socialistas crearon millones de pseudotrabajos proletarios, los regímenes capitalistas han creado innumerables empleos inútiles de oficina con la única intención de tener ocupada a la gente para que no disfrute de su tiempo de ocio ni se ponga a pensar sistemas alternativos de gobierno. Lo que hacen estos trabajadores es mucho horario presencial en la oficina sin hacer mucha cosa más allá de acudir en horario laboral a seminarios de motivación, consultar el Facebook o descargar series [nota del lector: parece más lógico pensar que los trabajadores dediquen largas jornadas laborales por necesidad de ganar más dinero o, ya puestos, por avaricia o codicia en una sociedad en la que se valora mucho ganar montañas de dinero].

Para entender su teoría, pone como ejemplo el caso de una base de un ejército occidental. Un oficial tiene que cambiarse de despacho a otro situado dos puertas más allá. Para la mudanza, el militar tiene que rellenar diversos formularios, el ejército subcontrata a una empresa privada que se encarga de mover el material de oficina, en concreto un ordenador portátil. Un operario tiene que viajar 400 kilómetros para desenchufar el portátil y enchufarlo en la cercana oficina. Luego, rellena varios formularios para cobrar el servicio, que incluye 8 horas de viaje y cuyo coste supera los 400 dólares. Detrás subyace la teoría privatizadora de los servicios públicos. La idea de fondo es que al privatizar ciertas actividades (como mover un portátil de una oficina a otra) se está generando crecimiento económico y, efectivamente, es así pero en una gama de trabajos inútiles o innecesarios y excesivamente burocratizados, por lo que no se acaba de ver dónde está el beneficio para la sociedad aunque sí para la empresa privada de mudanzas. Lo paradójico es que se defiende la privatización porque la empresa privada es más eficiente que la pública, según la tesis liberal, pero por qué iba a pagar una empresa privada a trabajadores que realmente no necesita. Recuerda que los despidos masivos recaen en los trabajadores productivos (reemplazados por máquinas) y no en los chupatintas, que suelen aumentar.

Graeber menciona una encuesta de YouGov en la que los hombres confiesan que tienen la sensación de que sus trabajos carecen de sentido (42 %) mientras que las mujeres son el 32 %. Sostiene que casi la mitad del mundo cree que su trabajo es absurdo.

Tipos de trabajos de "mierda"

El autor cita, al menos, cinco tipos básicos (pp.222) :

1) Los lacayos... Se crean porque los que ocupan un puesto de poder en una empresa ven a los subalternos como símbolos de prestigio.

2) Los esbirros... Se contratan por un deseo de superioridad (si nuestros rivales contratan a un prestigioso bufete de abogados, nosotros también deberíamos hacerlo)

3) Los parcheadores.... Existen porque a veces a las empresas les resulta más difícil arreglar un problema que lidiar con las consecuencias.

4) Los marca-casillas.... Estan ahí porque en muchas grandes empresas son más importantes las pruebas de que una acción se está llevando a cabo que la acción en sí misma.

5) Los supervisores.... Son básicamente los efectos secundarios de diversas formas de autoridad impersonal.

El autor añade otra categoría especial de aquellas empresas que enredan continuamente (con mala formación a sus empleados para que haya que repetir la misma tarea pero con otros contratados nuevos e igualmente poco formados) con la misión de alargar lo máximo posible el tiempo facturado en un servicio a su cliente (lo que vale también para retardar el pago de indemnizaciones, devolver dinero a clientes, etc...)


El autor dice que hay que reconocer que los seres humanos son básicamente un conjunto de metas y objetivos, por lo que sin propósitos definidos apenas existimos. Si el trabajo es desagradable, eso es un gesto de autosacrificio y abnegación. Los trabajadores se sienten dignos porque "odian" su trabajo. El sadomaquismo (las desagradables cadenas de mando) es un componente que otorga validez al trabajo. El sufrimiento es parte de ser ciudadano. Y el hecho de que un trabajo tenga "valor social"  (como cuidar niños) supone que estará mal pagado porque la gratificación de ayudar a los demás es recompensa suficiente. Lo que ayuda a pagar las facturas son los trabajos carentes de sentido y degradantes que destruyen nuestra mente, afirma el autor.

Dice que en los años 70 y 80, surgió el "feudalismo gerencial" (en la que grandes ejecutivos llevaban a una corte de ayudantes y asistentes que no hacían un trabajo efectivo pero tampoco lo hacía el jefe, que se movía en helicóptero de una reunión a otra posponiendo siempre las decisiones). Este modelo de trabajo es visible en Hollywood donde se tardan meses en tomar una decisión sobre un guión de una película, ya que debe pasar por muchos filtros, reuniones, revisiones, recordatorios, sin llegar a tomar nunca una decisión porque si la película fracasa, la culpa será del superejecutivo, el cual quiere eludir esa responsabilidad. Por tal motivo, se reúne con una corte de asesores para que le den informes en los que basar sus decisiones. Para Graeber, todo este montaje de cortesanos no es más que espectáculo para resaltar la importancia del superejecutivo.

El autor indica que "existen razones éticas de peso para pagar a todos [una renta básica], independientemente del tipo de trabajo que realicen" (aunque requeriría burocracia para controlar que los receptores sí trabajan aunque no evalúen su productividad o esfuerzo).

Teoría del valor-trabajo

La teoría del valor-trabajo entronca directamente con los autores clásicos (desde Smith a Marx). En este caso, Graeber comenta que las teorías del valor se han utilizado para explicar los precios de los productos (variaciones de oferta y demanda que gravitan sobre el precio natural que debería tener un producto, el precio justo). La idea de trasfondo es que el mercado puede sobrevalorar o infravalorar las cosas. Este razonamiento lo aplica al trabajo productivo e improductivo. El autor ve una segunda dimensión del valor (el moral: honestidad, integridad). De ahí llega a que el trabajo no remunerado son labores domésticas y cuidado de niños son ensalzados como valores familiares, lo mismo que los artísticos. La diferencia es que el valor de mercado se puede comparar con otros pero los valores molares o artísticos no. De ahí, señala que habría que medir el valor social (pues ve una relación inversa entre utilidad y sueldo).
Entre los trabajadores que añaden más valor social están los investigadores clínicos (añaden 9 dólares por cada dólar de sueldo) y los que menos los asesores financieros (sustraen 1,5 dólares por cada dólar cobrado).



En sus páginas aborda la moral del trabajo y su valor (como sacrificio y disciplina), algo que surgió tras la Revolución Industrial. Dice que antes la gente trabajaba en sus casas y los libros buscaban cómo hacer mejores personas, no cómo organizar la sociedad para crear las condiciones necesarias para generar el máximo nivel de riqueza global.

Ve un resurgimiento del "puritanismo" (un evangelio de la riqueza, una como forma de decir que el trabajo forma el carácter, una fusión de la maldición bíblica de Adán y Eva y la noción noreuropea de que el trabajo remunerado convierte a uno en adulto, un autosacrificio, un autocastigo que obliga a renunciar a la alegría y el placer y a ver el trabajo como una forma de ayudar a los demás). Pero hay otro cambio y que ya no se evalúa a uno por lo que produce sino por lo que consume (consumismo), de forma que el trabajo da sentido a las vidas y el desempleo tiene efectos psicológicos devastadores.

Ve una paradoja del trabajo moderno: Por un lado, los trabajadores dicen que con el trabajo se ganan la vida, lo que les da sentido de dignidad y de propia valía. Por otro, la mayoría de la gente odia su trabajo. Según el sociólogo Al Gini, el trabajo es ahora considerado menos como un medio para conseguir un fin (obtener recursos para hacer proyectos) y más como un fin en sí mismo (lo que la gente encontraba nocivo, degradante y opresivo).

Automatización
Graeber también aborda la crisis actual provocada por la automatización. Positivamente, las máquinas podrían eliminar un gran porcentaje de las actuales tareas mecánicas más monótonas y tediosas (habrá menos trabajo productivo y más de cuidados). Pero, en la realidad, muchos trabajos fabriles se exportaron a países pobres en donde la mano de obra era barata.

Respecto a los trabajos a sustituir por las máquinas, el autor se pregunta por qué siempre salen profesiones como sociólogos o periodistas pero nunca el puesto de "emprendedor, inversor, financiero o directores capitalistas que buscan formas óptimas de invertir recursos para responder a la demanda presente y futura". Añade que es difícil imaginar un sistema económica más irracional que aquel que considera un "problema" el eliminar los trabajos pesados, monótonos y/o penosos.

También estudia la posibilidad del llamado "comunismo de lujo automatizado por completo" en el que los futuros robots y replicadores deberían ser propiedad de la humanidad. Las fábricas públicas automatizadas harían la vida más fácil pero sin eliminar trabajos necesarios como "buscar niños perdidos y calmar a los borrachos" (como hacen las taquilleras de Londres). Considera que el auténtico valor de la automatización es incluir el "trabajo de cuidados". Los robots clasificadores de frutas darían tiempo para que la gente decidiese qué curso de Historia podría hacer.

El autor recalca que la automatización ha creado un desempleo masivo pero fue ocultado creando empleos ficticios para que no se note (y que la tasa de desempleo no pase del 3 al 8 %; pero si se eliminan los trabajos de "mierda", el desempleo subiría al 50 o 60 %, según el autor).


Renta básica
Una de sus conclusiones es que la renta básica universal serviría para separar el trabajo de la remuneración y poner fin a los dilemas que el autor describe en el libro. El autor recalca que se ocupa de temas como una reducción masiva de las horas de trabajo o una política de renta básica universal pero Graeber recalca que no da soluciones concretas sino que indaba en un "problema que la mayoría de la gente ni siquiera reconoce que existe". El autor señala que "no existen movimientos antitrabajos de mierda" y recuerda que aunque se redujesen las jornadas a 15 horas semanales sería difícil eliminar rápidamente eliminar los trabajos y los sectores laborales innecesarios. Y dice que la nueva burocracia del gobierno para evaluar la utilidad de los trabajos generaría más trabajos inútiles. Su solución pasaría por la renta básica universal.

La carrera por la renta básica entronca con las ONG que guían a los ciudadanos por la carrera de obstáculos para dificultar "lo más posible" que los desempleados o los que carecen de ingresos puedan acceder al dinero que el propio gobierno afirma que reserva para ellos. (pp. 356) La solución de estos activistas pasa por eliminar todo el sistema a través de la implantación de la renta básica universal (una prestación única que recibirían equitativamente todos los residentes en el país).

Otros activistas son las feministas (mencionan a Wages for Housework y a su sucesor Global Women's Strike), que criticaba que la "máquina global de trabajo" (diseñado para extraer más esfuerzo) considerase el trabajo masculino como trabajo "real" mientras que el de las mujeres hacían "trabajo no real" (doméstico y gratuito, hecho por "amor" y sin mercantilizar pero sin riqueza se carece de poder real). Reclamaron dinero para aquellos que hacen cuidados (pero el cuidarse a sí mismo lleva de nuevo a la renta básica). Una tesis del feminismo es que las mujeres entraron en el mercado laboral no para empoderarlas sino para disciplinar a los hombres.

Mencionan una experiencia piloto en la India en la que las niñas recibieron la misma comida que los niños; los discapacitados tuvieron mayor aceptación en las actividades locales y las mujeres empezaron a dejarse ver con hombres. La tesis de la renta básica es que todo el mundo merece tener como mínimo lo necesario para vivir, sin condiciones (para eliminar las trabas burocráticas). La idea es separar el sustento vital del trabajo (y reducir la burocracia que hace que los pobres se sientan mal consigo mismos; un juego moral muy caro).

Graeber analiza las distintas versiones de la renta básica:

- La conservadora ofrece un modesto estipendio a cambio de eliminar todas las prestaciones del Estado de bienestar (educación, atención sanitaria gratuitas) y someterlo todo al mercado.

- La radical ve la renta básica como la forma de promover la expansión de los servicios públicos.


Señala que aquellos adictos al trabajo que deseen trabajar y ganar más dinero podrán hacerlo ya que la mayoría de la gente no desea pasarse el día ganduleando y viendo la tele y aunque hubiese algún parásito, no sería una carga significativa para la sociedad. Al decidir libremente en qué trabajar, las calles se llenarían de malos poetas y mimos ambulantes pero también habría gente dedicada a pensar cómo trabajar para ayudar a la Humanidad. Aquellos que dedicasen su actividad a la política podrían intentar cambiar las cosas y arreglar la situación.







(en preparación)

lunes, 1 de octubre de 2018

"El nuevo espíritu del capitalismo", de Luc Boltanski y Éve Chiapello (1999)

Resumen del libro "El nuevo espíritu del capitalismo", de Luc Boltanski y Ève Chiapello (1999)

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/08/el-nuevo-espiritu-del-capitalismo-de.html

Resumido por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Derecho y Sociología

Sociología, capitalismo, economía política.

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Título: "El nuevo espíritu del capitalismo"

Título original en francés: "Le nouvel esprit du capitalisme"

Autores: Luc Boltanski y Ève Chiapello

Fecha de publicación en Francia: Ediciones Gallimard, 1999

Publicación en español: Ediciones Akal,  Madrid, 2002

Número de páginas: 717

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Biografía de los autores Luc Boltanski y Ève Chiapello (hasta 2002)

Luc Boltanski es director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences sociales. Es uno de los fundadores de la Escuela de las convenciones. Entre sus libros se incluyen Les cadres, La formation d'un groupe social (1982), L'amour et la justice comme compétence (1990), y, en colaboración con L. Thévenot, Justesse et justice dans le travail (1989) y De la justification. Les économies de la grandeur (1991).

 Ève Chiapello, socióloga y profesora de contabilidad-control en el Groupe HEC, es autora del libro Artistes vs. Managers - Le management culturel face á la critique artiste (1998), así como de numerosos artículos sobre temas de gestión empresarial, organizaciones culturales y sociología de las formas contables.

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Texto de la contraportada

"El capitalismo prospera, la sociedad se degrada. El crecimiento de los beneficios es paralelo al crecimiento de la exclusión. La verdadera crisis no es la del capitalismo, sino la de la crítica del capitalismo. Con demasiada frecuencia atada a viejos esquemas de análisis, la crítica conduce a numerosos activistas a replegarse sobre modalidades de defensa eficaces en el pasado, pero no en la actualidad ante las nuevas formas asumidas por el capitalismo tras los formidables procesos de reestructuración experimentados durante los últimos 30 años. Éve Chiapello y Luc Boltanski analizan esta crisis hasta su raíz. En este libro se trazan los contornos del nuevo espíritu del capitalismo a partir de un análisis inédito de los textos de gestión empresarial que han alimentado la reflexión de la patronal, inspirado los nuevos modos de organización de las empresas y redefinido el nuevo estatuto de la fuerza de trabajo explotada en las mismas: desde mediados de la década de 1970, el capitalismo ha renunciado al principio fordista de la organización jerárquica del trabajo para desarrollar una nueva organización en red, fundada sobre la iniciativa de los actores y de la autonomía relativa de su trabajo, todo ello al precio de su seguridad material y psicológica.

Este nuevo espíritu del capitalismo ha triunfado gracias a la formidable recuperación de la "crítica artista", la cual, tras la revolución de mayo de 1968, no había cesado de denunciar la alineación de la vida cotidiana provocada por la alianza del capital y la burocracia. Al mismo tiempo, la "crítica social", que no lograba cartografiar las inflexiones protagonizadas por las nuevas modalidades de explotación y dominación del capitalismo, permanecía atrapada en los viejos esquemas de la producción jerarquizada y experimentada una creciente parálisis cuando los años de la crisis mordieron en la estructura social. Este libro formidable invita al relanzamiento de estas dos críticas complementarias al capitalismo, contribuyendo a inspirar y enriquecer la oleada de luchas e iniciativas antisistémicas que atraviesa las sociedades actuales".

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Introducción general del espíritu del capitalismo y del papel de la crítica

1. El espíritu del capitalismo

2. El capitalismo y sus críticas

Primera parte.
El surgimiento de una nueva configuración ideológica

I. Los discursos de gestión empresarial en la década de 1990.

1. Las fuentes de información sobre el espíritu del capitalismo

2. La evolución de la problemática de la gestión empresarial entre las décadas de 1960 a 1990

3. El cambio de las formas de movilización

Conclusión: La nueva gestión empresarial en tanto que respuesta a las críticas


II. La formación de la ciudad por proyectos

1. La ciudad por proyectos

2. La originalidad de la ciudad por proyectos

3. La generalidad de la representación en red

Conclusión: Los cambios aportados por el nuevo espíritu del capitalismo en el plano de la moral


Segunda parte.
Las transformaciones del capitalismo y el desarme de la crítica


III. 1968. Crisis y renovación del capitalismo

1. Los años críticos

2. Reacciones y respuestas a las críticas.

Conclusión: El papel de la crítica en la renovación del capitalismo


IV. La deconstrucción del mundo del trabajo

1. El alcance de las transformaciones en juego.

2. Las transformaciones del trabajo.


V. El debilitamiento de las defensas en el mundo del trabajo.

1. La desindicalización

2. Las clases sociales, en tela de juicio

3. Los efectos de los desplazamientos sobre las pruebas instituidas

Conclusión: ¿El fin de la crítica?

Tercera parte.

El nuevo espíritu del capitalismo y las nuevas formas de crítica

VI. El renacimiento de la crítica social

1. El despertar de la crítica social: de la exclusión a la explotación

2. ¿Hacia dispositivos de justicia conexionistas?

VII. Ante la prueba de la crítica artista

1. Las manifestaciones de una inquietud

2. ¿Qué liberación?

3. ¿Qué autenticidad?

4. La neutralización crítica de la inautenticidad y sus efectos secundarios

Conclusión: ¿Un relanzamiento de la crítica artista?


CONCLUSIÓN: La fuerza de la crítica

1. Axiomática del modelo de cambio

2. Las etapas del cambio del espíritu del capitalismo

Postcriptum: La sociología contra los fatalismos

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RESUMEN

 Luc Boltanski y Éve Chiapello se definen como sociólogos pero forman parte de la escuela de economistas franceses que están detectando una gran ruptura en el nuevo capitalismo (1970-2018) [nota del lector: yo los incluiría cercanos a Piketty]. Analizan los cambios ideológicos que han acompañado a las recientes transformaciones del capitalismo. Estudian el caso de Francia en concreto. Definen el "espíritu del capitalismo" (en referencia a la obra de Max Weber) como "la ideología que justifica el compromiso con el capitalismo" pero que actualmente sufre una "crisis de fe" a causa del desconcierto y el escepticismo social creciente. La acumulación solo logra justificarse por las leyes de la economía.

Estas leyes funcionan como una esfera autónoma, independiente de la ideología y de la moral, que obedece a leyes positivas. Su idea estrella es que la persecución del interés individual contribuye al interés general, el utilitarismo. A ello se suma que la competencia hace a las empresas más eficaces, lo mismo que la privatización y la mercantilización. Sus pilares son: progreso material, eficacia y eficiencia en la satisfacción de las necesidades y el ejercicio de las libertades económicas compatible con regímenes políticos liberales. Pero los autores replican que estas ideas no logran el compromiso del trabajador: "Es difícil que se regocije nadie con que su trabajo sirva para aumentar el PIB" porque no acaba de ver relación entre las condiciones ventajosas de ese régimen y su trabajo y vida. Por eso, el capitalismo apostó por infundir de espíritu primero a la burguesía y a los cuadros, y luego al trabajador, al que le dio "seguridad" (laboral, para el trabajador y sus hijos) para obtener ese compromiso pero, a partir de los años 70, esa seguridad está amenazada. Porque la necesidad de volver a apostar por el proceso de acumulación "choca" con la justicia social por lo que la solución es ofrecer una "zona pacificada" en el centro del sistema-mundo donde los cuadros y mandos encuentren un espacio para formarse.

Otra de las ideas de los autores es que dado que el capitalismo no tiene moral ni busca el bien común necesita coger prestados elementos ya existentes, incluso de sus enemigos, para legitimarse y, al ser externos, surgen tensiones (elementos tradicionales de protección, Estado del bienestar, consumismo frente a frugalidad protestante, productos ecológicos, etc...) Gracias a los críticos, el capitalismo a sobrevivido a todo porque asimiló parte de la crítica.


Observan que esta "gran transformación" se produjo después de que el capitalismo pudiese liberarse de los obstáculos a la acumulación que tantas demandas de justicia habían suscitado. Pero a ello se suma un cambio de los valores (de los que depende el éxito y el carácter tolerable del capitalismo). Ven ocasiones perdidas por quienes debieron detectar a tiempo el gran cambio que se estaba operando en la nueva sociedad ultracapitalista y los riesgos que entrañaban. Consideran que debe haber una acción de voluntad colectiva para hacer una crítica realista sobre esta "reintroducción" del pasado.

El libro fue concebido en 1995 y nace de la "confusión, presente en muchos observadores, suscitada por la coexistencia de una degradación económica y social de un número cada vez mayor de personas y de un capitalismo en plena expansión y profundamente reorganizado".

Añaden que la crítica social está desarmada porque manifiesta indignación sin poder acompañarla de propuestas alternativas o por denunciar una situación problemática y admitir así su fatalidad.

Señalan que en 1970 el capitalismo padecía un descenso del crecimiento y la rentabilidad (por alzas salariales), una sociedad orientada al pleno empleo y el progreso, con promoción social hacia los hijos y había una crítica procedente del mayo de 1968 que criticaba la sociedad del consumo. En cambio, en 1990, se vivía la situación inversa con débiles resistencias. Se preguntan qué técnicas se usaron para neutralizar la crítica de izquierda, la cual se acomodó y dejó paso libre a la reorganización del capitalismo durante dos décadas.

Los autores afirman que desde finales de 1970, que se llamaron "años de crisis" pero que no hubo tal, hasta casi el 2000, el capitalismo se ha regenerado, ha vivido un período floreciente, con numerosas oportunidades de inversión con tasas de beneficios muy elevadas. Fueron años favorables para quienes tenían ahorros, la renta de capital estaba de vuelta. Indican que en Francia las cotizaciones sociales crecieron al ritmo del PIB pero no los salarios netos.

En los años 80 y 90, que se consideraban "años de crisis", hubo una reorganización del capitalismo mundial. Los operadores financieros encontraron una "libertad de acción" que desconocían desde 1929 por la desregulación de los mercados financieros, su liberalización, la desintermediación y la creación de nuevos productos financieros que multiplicaron los beneficios especulativos, y mencionan los fondos de pensiones, las sicav, aseguradoras, así como las multinacionales (que controlan dos tercios del mercado mundial). Uno de los fenómenos ha sido el del crecimiento de la "inversión extranjera directa" (transferencia de derechos patrimoniales y una toma de poder local).

A todo esto se suman fuertes incitaciones al crecimiento de la flexibilidad del trabajo mediante contratación temporal, uso de mano de obra interina, horarios flexibles y reducción de costes por despido, y se recortaron las garantías sociales ganadas durante un siglo. La gestión informática ha acelerado la gestión de pedidos de forma planetaria.

Concluyen que el capitalismo mundial va bien pero las sociedades mal (aumento del paro pero mantenimiento del salario mínimo (modelo francés) o conservación del empleo para los trabajadores pero con pérdida del poder adquisitivo (modelo de EE.UU.) ).

Añaden que el número de hogares que viven por debajo del umbral de pobreza han disminuido pero la pobreza afecta menos a los ancianos y más a las personas en edad activa. Indican que el conjunto de esta evolución (empobrecimiento de la población en edad activa, crecimiento regular del número de parados y de la precariedad del trabajo) ha llevado a que crezcan las desigualdades de la distribución de la renta porque los ingresos de los rentistas sí crecen.

Estas dificultades se han concentrado en los "banlieues" (guetización, creación de hecho de zonas de no derecho en beneficio de actividades mafiosas, desarrollo de la violencia de chicos cada vez más jóvenes, dificultad de integración de las poblaciones procedentes de la emigración). En las ciudades, aumentó la mendicidad y los "sin techo" (algunos con cualificación suficiente para tener empleo).

Ven una "irrupción de la miseria" en el espacio público y acentúa la inseguridad y la amenaza de perder el empleo.

También ven cambios en la familia. Es ahora una institución más inestable y frágil, además de una haber precariedad a la del empleo y el sentimiento de inseguridad. Ven detrás cierta relación con el capitalismo porque la familia conlleva rigidez temporal o geográfica.


Explican que en los años 20 y 30, la burguesía (profesiones técnicas, cuadros) empezó a caer en el trabajo asalariado y tuvo que apoyarse en nuevos dispositivos de seguridad (jubilación, diplomas para tener salarios y hacer carrera, acceso al crédito por ascensos, mutualidades, revisión salarial según IPC, planes de promoción, comedores sociales, cooperativas de compras, colonias de vacaciones, clubes deportivos). Por su parte, las clases populares tuvieron mayor acceso al consumo y mejoraron sus poder adquisitivo, y pudieron dar a sus hijos educación secundaria.

Sin embargo, los autores dicen que desde 1980 a 2000, el diploma, la posibilidad de promoción y la jubilación "se han visto quebrantados". Antes solo afectaban a los más frágiles de las clases populares como mujeres, inmigrantes, incapacitados o jóvenes sin diploma (eran los abandonados por el progreso, luego los de los reajustes por la competencia internacional). Pero cuando esto mismo afectó a la burguesía, se asustaron (paro entre los diplomados, jóvenes talentos sin garantía de seguridad a largo plazo y sucesión de empleos precarios, jubilaciones anticipadas para mayores de 55 años).

Según los autores, el "nuevo orden de las cosas" tiene un efecto "desmoralizador" a nivel general. Hay escepticismo ante la capacidad de las instituciones de que se conserve el mismo nivel de vida de los padres.

Los autores recalcan que "el credo del progreso" no tiene sustituto, salvo "las duras leyes de la economía" (estigmatizado como "pensamiento único"). Y las críticas antisistémicas fracasan por no portar alternativas creíbles. Ven un "desconcierto ideológico" porque las últimas críticas se remontan a 1968, justo antes de comenzar la "gran transformación" cuyos efectos llegan hasta ahora. Solo queda indignación, trabajo humanitario, sufrimiento-espectáculo, huelgas por vivienda o sin papeles.

Aunque el libro fue escrito en 1999, ya suponen que el capitalismo liberalizado caerá en una de sus crisis pero dudan que lleve a un "mundo mejor". Creen que el capitalismo debe buscar buenas razones para convencer a quienes necesita para que su compromiso ayude a mantener el sistema y que este sistema social actual ya no contenta ni a la burguesía. Ven un fatalismo dominante.

Critican a los sindicatos e intelectuales porque no han tenido más alternativa que elegir entre dos soluciones a nuestro juicio insatisfactorias:

1) La utopía de un retorno a un pasado idealizado (nacionalizaciones, planificación estatal y sindicatos con voz fuerte) pero no ve lo que hace "seductor" al neocapitalismo y porque subestima la ruptura operada.

2) el acompañamiento, a veces entusiasta, de las transformaciones tecnológicas. económicas y sociales pero que minimiza los efectos destructivos.

Pero advierten que ninguna de ambas posiciones "permite resistir verdaderamente los daños ocasionados por las nuevas formas adoptadas por las actividades económicas". Solo tienen en común un sentimiento de impotencia.


Los autores, tras examinar cómo se ha transformado el capitalismo mientras sus críticos guardan silencio, resumen los acontecimientos que han afectado a la sociedad (1970-2000)

- El capitalismo necesita un espíritu para comprometer a las personas de las que dependen la producción y la marcha de negocios.
Para convencer a la gente de que trabaje, debe ofrecer algunas buenas razones.

- El espíritu del capitalismo debe incorporar una dimensión moral para ser movilizador.
   Debe permitir a las personas recurrir a la justicia y aspirar a una seguridad en la vida.

- Para perpetuarse el capitalismo necesita, al mismo tiempo, estimular y frenar la insaciabilidad.
 El exceso de acumulación se torna problemático y conduciría a la autodestrucción, por lo que se apoyan políticas que prohíban el robo. La acumulación sin freno ni limitaciones raya la violencia.

- El espíritu del capitalismo no puede ser reducido a una ideología entendida como una ilusión sin influencia sobre los acontecimientos del mundo.
  Debe dar lo que promete.

- El capitalismo tiende perpetuamente a transformarse.
  Creación de nuevos productos y servicios, destrucción creativa, ventaja competitiva.

- El operador principal de creación y de transformación del espíritu del capitalismo es la critica "voice"
Los distintos participantes en el juego denuncian a las fuerzas parasitarias y a los que hacen trampas.

- En determinadas condiciones, la crítica puede convertirse a su vez en uno de los factores de transformación del capitalismo (y no solo su espíritu).

- La crítica extrae su energía de las fuentes de indignación.

La conclusión es que dentro del capitalismo, ligado siempre a las ciudades, surgen enormes tensiones (al introducir elementos externos para legitimarse o obtener compromisos) y que la crítica puede tener un papel positivo en la transformación del sistema cuando este incorpora nuevas partes legitimadoras. Por ejemplo, la crítica a la explotación dio lugar a leyes al respecto y el capitalismo siguió evolucionando.







lunes, 15 de junio de 2015

"El precariado", de Guy Standing (2011)

Resumen de "El precariado", de Guy Standing (2011)


El resumen original y actualizado está en:
http://evpitasociologia.blogspot.com/2015/06/el-precariado-de-guy-standing-2011.html

Autor del resumen; E.V.Pita (2015), licenciado en Sociología y Derecho

Sociología, empleo, precariedad, clases sociales, Economía, capitalismo

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Título: "El precariado. Una nueva clase social"

Título original en inglés: "The precariat. The new dangerous class"

Autor: Guy Standing

Edición en inglés: Bloomsbury, 2011

Edición en español: Ediciones de Pasado & Presente SL, Barcelona, 2013

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Biografía oficial del autor Guy Standing (hasta 2013)

Guy Standing es catedrático de Estudios del Desarrollo en la Universidad de Londres. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Cambridge y miembro de la Academia de Ciencias Sociales del Reino Unido, ha enseñado en la Universidad de Bath y en la de Monash, de Melbourne. Entre 1999 y 2006 fue director del Programa de Seguridad Socioeconómica de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra.
El profesor Standing es miembro fundador y copresidente de BIEN (Basic Income Earth Network), una oenegé internacional que promueve la renta básica de ciudadanía. Entre sus publicaciones destacan Social Income and Insecurity (2010), Work after Globalization: Building Occupational Citizenship (2009) y Global Labour Flexibility: Seeking Distributive Justice (1999).

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Texto de la contraportada

"España podría convertirse en epicentro de la Transformación Global. Aunque el precariado se aceleró cuando el "crash" financiero de 2008 hundió al país en una sima oscura de austeridad. Desde bastante antes los sucesivos gobiernos venían aplicando políticas económicas neoliberales que el precariado no perdonará ni olvidará. En 2013 se vive una situación terrorífica en la que más de la mitad de los jóvenes españoles carece de empleo, hacinándose en la búsqueda de puestos de trabajo eventuales, y millones de ellos viven de salarios y subsidios que no les permiten alcanzar un nivel de vida mínimamente decente. Más de una cuarta parte de los españoles vive en la pobreza.
Por espantoso que resulte ese sufrimiento, no se deberían menospreciar los aspectos transformadores positivos de lo que viene sucediendo. No es momento para la autocompasión, sino para que se configure una nueva perspectiva progresista basada en la exigencia al Estado de que se aleje de una vez del neoliberalismo que ha hundido España en una inseguridad económica crónica y en desigualdades de clase sin precedente".

Prefacio de Guy Standing a la edición española

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ÍNDICE

1. El precariado
2. ¿Por qué crece el precariado?
3. ¿Quiénes forman parte del precariado?
4. Los inmigrantes ¿víctimas, villanos o héroes?
5. El trabajo pagado y no pagado y la contracción del tiempo
6. Una política de descenso a los infiernos
7.  Una política de asalto a los cielos

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Prefacio sobre España

El autor, Guy Standing, cree que España podría convertirse en epicentro de la Transformación Global. Dice que el sistema político está paralizado con los achaques de un sistema podrido. Tras el crash del 2008, los sucesivos gobiernos han recortado los servicios sociales y los subsidios estatales, y aumentó la cifra de personas sin hogar. El empresariado y político hablaba de que las reformas nos llevarían por el buen camino pero el precariado se preguntaba si hablaban del mismo país. La economía se hundió pero el 19 % de la economía es sumergida y eso salvó al país de una revuelta. Las autoridades hacen la vista gorda ante la economía irregular para permitir que la gente pueda sobrevivir.
La OCDE defendió el "workfare": obliga a los desempleados a perder el tiempo en actividades prácticamente inútiles en busca de empleos inexistentes.
Dice que hay un millón de personas sin hogar y miles de apartamentos están vacíos. Muchos bancos se han desmoronado por el crash. El PIB sigue contrayéndose.
Los sindicatos cometieron un error histórico cuando enlos años 80 no se opusieron a la flexibilidad del trabajo que acompañaba la globalización.


Introducción:

Standing señala que en los años 70 surgió el neoliberalismo que consideró que los aspectos del mercado impregnaran todos los aspectos de la vida. Uno de sus temas preferidos era que los gobiernos debían fomentar la flexibilidad del mercado laboral, lo que equivalía a transferir los riesgos y las inseguridades a los trabajadores y sus familias. El resultado fue la creación del "precariado". El própio éxito de la agenda neoliberal ha creado un "monstruo" político, voces extremistas que atraen al precariado.

Guy Standing estudia al precariado, un tipo de trabajador que cobra un sueldo miserable y trabaja más de la cuenta de forma intermitente y sin aspirar a mejorar su categoría ni obtener un empleo de por vida.
Una de las cuestiones más interesantes que aborda Standing es el fin de un contrato social no escrito entre trabajadores y empresarios durante la postguerra que permitió que toda una generación disfrutase de empleo fijo y seguridad social. Un becario que entraba en una empresa hacía méritos para que lo contratasen de por vida. Ese era un poco el camino de aprendizaje para seguir, en el que se premiaba la lealtad y experiencia.
Eso ha cambiado. Ahora, el becario sabe lo que le espera: quizás tengan que pagar por aprender, sus título universitario está completamente devaluado, cuando termine sus prácticas irá directo a la calle y si aspira a un trabajo seguramente no será de lo que ha estudiado, o se le pagará menos por una función de mayor categoría. Los contratos temporales de seis meses o menos no le permitirán lograr el subsidio de desempleo.
La existencia de este ejército de reserva siempre dispuesto a trabajar en cualquier momento ha reducido los salarios de los empleados que aún conservan su empleo fijo. En una recesión, el precariado es el primero en ser despedido porque los fijos son más caros. Esto forma parte de la flexibilidad laboral para reducir costes, en la que el empresario puede despedir fácilmente a mano de obra o contratarla por pocas jornadas y a salarios baratos.
El precariado está formado por estudiantes, adolescentes, trabajadores de baja cualificación, mujeres y a sus filas se suman los trabajadores mayores de 45 años y los prejubilados.
En este ambiente de temporalidad, el precariado no tiene posibilidad de hacer planes de cara al futuro ni puede ahorrar porque su bajo salario debe dedicarlo a sus necesidades diarias. Su pensión en la vejez será de subsistencia. Quien cae en el precariado empezará a encadenar breves contratos y le será difícil regresar al empleo fijo.

Respecto a los inmigrantes, Standing señala que las leyes de inmigración alemanas primero no facilitaron la integración culturales de los trabajadores extranjeros y luego les penalizaron por no estar integrados. La cuestión es que en muchos países, las empresas necesitan a esa fuerza laboral joven y más barata que los trabajadores locales.
 En Inglaterra, también hay dificultades para legalizar la ciudadanía incluso si el trabajador lleva mucho tiempo empleado en el país. Por otra parte, los trabajadores blancos ven como los inmigrantes más pobres tienen acceso prioritario a todo tipo de ayudas y ellos quedan en los últimos puestos de la lista porque son más ricos.  En general, estas políticas lo que hacen es generar y mantener un subclase ilegal que cobra salarios muy bajos en condiciones de total precariedad y a los perdedores que no regresan a su país se les califica de delincuentes. Para Standing, poco a poco los trabajadores ven cómo sus derechos quedan restringidos.

Pero el principal problema del precariado está en China donde millones de trabajadores del rural se desplazan a las ciudades pero carecen de los derechos de los urbanitas. Esta es la clave del éxito de la globalización: producción masiva a precios de ganga. Los empleados rurales duermen en los barracones de las fábricas donde trabajan extensas jornadas durante los mejores años de su vida y luego regresan a sus aldeas. En la última crisis, fueron despedidos 25 millones de trabajadores rurales, que regresaron a sus pueblos. La tierra, que no se puede vender, ha servido como "colchón" para absorber a la masa sobrante de las industrias chinas. Según Standing, se trata del mayor trasvase de población que ha conocido la humanidad y sus efectos se verán reflejados en las condiciones laborales de Europa y Estados Unidos. Otros países como Vietnam y China exportan sus trabajadores precarios a fábricas de África y otros lugares donde trabajan en las mismas condiciones de precariedad. Incluso van presos en libertad condicional. Standing cree que hay casos en los que habría que hablar de "servidumbre" o esclavitud

Standing dice que el precariado desea libertad y seguridad básica. El precariado desea control sobre su vida, un resurgimiento de la solidaridad social y una autonomía sostenible a la vez que rechaza las viejas formas laboristas de seguridad y paternalismo estatal. También quiere ver el futuro asegurado en el aspecto ecológico: aire limpio, contaminación en retirada y protección de la biodiversidad.

El autor dice que el precariado es una clase en  que necesita resucitar la ética de solidaridad social y universalismo, valores rechazados por los utilitarios. Para Standing, la universalidad es el único principio que puede revertir las crecientes desigualdades y la inseguridad económica.

Indica que para el precariado el laborismo del siglo XX era muy poco atractivo ya que aunque era atractivo entró en un callejón sin salida con la Tercera Vía. El autor dice que los socialdemócratas temían mencionar la desigualdad, optaron por el trabajo flexible e inseguro y minusvaloraron la libertad y promovieron el Estado "panóptico". Al descrédito del laborismo se une la bancarrota del modelo neoliberal de la globalización.

Standing dice que uno de los fallos ha sido tratar al precariado como "gente perezosa, potencial delincuente, trasgresora de la ley o egoista". Cree que la educación y el tiempo de calidad es necesario para que el precariado analice la información disponible.
No es que la gente no quiera trabajar, sino que los empleos no son de calidad,
Los precariados "malos" se enfadan porque el gobierno rescata a los bancos, ofrecen subvenciones a las élites favorecidas, lo que, según Standing, les lleva a sumarse al neofascismo populista.

El autor indica que el precariado necesita seguridad económica, que le dé cierto control sobre sus perpectivas vitales y la sensación de que los choques y peligros se pueden contrarrestar. Eso solo se puede lograr con seguridad en los ingresos.

Esta es la estrategia que propone Standing:

1 - Derechos inalienables para quienes hoy los tienen restringidos

2 - Trabajo y no solo ganarse la vida

3 - La mercantilización plena del trabajo

Se refiere a que en vez de obligar a la gente a tener empleo, reduciendo su salario y el de los demás afectados por la presión a la baja que ejerce, la gente debería sentirse atraída por auténticos incentivos. "Si hay empleos de sobra, y si nadie quiere aceptarlos, dejemos que suba su precio (salario) hasta que quien los ofrece crea que está por encima de lo que está dispuesto a pagar.
Propone eliminar los "caprichosos" subsidios a las empresas y convertirlos en prestaciones que puedan ser compradas por su valor de mercado.
Añade que las prestaciones no monetarias constituyen una fuente importante de desigualdad. Pone como ejemplo el permiso de maternidad, del que se benefician menos las mujeres precarizadas por temor a perder su empleo que a las fijas que están cubiertas por seguros de desempleo. Standing cree que todos los trabajadores deberían tener los mismos derechos.

4 - Libertad de profesión y oficio

Standing insiste en que los empleos tienen que ser considerados "instrumentales" y no como el aspecto más importante de la vida. De hecho, para el precariado su empleo no es precisamente el mejor camino hacia la felicidad.

También habla del voluntariado surgido en tiempo de crisis. Cree que la pérdida de un empleo puede ser liberadora sobre todo si es precario y un infierno.

5. Derechos del trabajo

6. Combatir los trabonos y la condicionalidad

Trabono: las agencias de empleo obligan al desempleado a aceptar las tareas que se les encargan o perder el subsidio, quedando posiblemente marcados de por vida como "parásitos" en algún sistema de vigilancia de datos.

7, Libertad de asociacion: la organización del precariado

8. Dar nueva vida a la igualdad

9. Una renta básica

10. Redistribución de la seguridad

11. Redistribución del capital financiero

12. Obtener el control del tiempo

13. Recuperación de los bienes comunes

14. Ayudas al ocio


El autor concluye que el precariado puede comprobar pronto que tiene muchos más amigos. Advierte que el precariado no debe dejarse llevar por políticos fulleros, demagogos y neofascistas. Dice que mientras el centroderecha se arrastra más a la derecha para mantener sus votantes, el centroizquierda político está cediendo terreno y perdiendo los suyos. "Corre el peligro de perder una generación de credibilidad",dice Standing.  Durante mucho tiempo representó los intereses del "trabajo" a la vez que trataba de defender una forma moribunda de vida y de trabajo. La nueva clase es el precariado, a menos que los progresistas del mundo ofrezcan una "política de asalto a los cielos", o el precariado será atraído por los cantos de sirena que lleven a la sociedad al abismo. "El precariado no es víctima, ni villano, ni héroe, somos la mayoría de nosotros", termina su libro Standing.

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CRÍTICAS DE OTROS AUTORES

Oliver Natchwey, en "La sociedad del descenso" (2016)

Página 135

El autor alemán Oliver Natchwey señala que en la "modernidad social" (1945-1971) se nivelaban hacia arriba las posiciones de clase, especialmente mediante la concesión de iguales derechos cívicos. Pero en la "modernidad regresiva" (1971-2016), en cambio, con la "sociedad del descenso" se constituye una multiplicidad de estructuraciones de clase orientadas hacia abajo. La mayor parte de los trabajadores "free lance" o interinos llevan una vida precaria. El autor indica que para unos pocos (por ejemplo, los especialistas en tecnologías de la información) es una ganancia de autonomía (sin jefes ni horarios). De ahí que no se produzca (como esperaban hasta hace bien poco algunas personalidades importantes (Standing, 2011), la formación de un "precariado" como nueva clase social. El autor añade que "hasta ahora no ha surgido ni un potencial de acción ni una conciencia de clase capaces de arrastrar a las masas". Como tampoco hay un precariado, sino muchos precariados (Bude, 2006).

Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/11/la-sociedad-del-descenso-de-oliver.html

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